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11

Irimara, dice la copia citada.

 

12

Doce, según la copia de Muñoz.

 

13

Dado, dice el manuscrito de la Academia.

 

14

Dos son las especies de tortugas que pueblan las aguas del Amazonas: la Podocnemis expansa, llamada vulgarmente charupa, y la Podocnemis tracaxa, mucho más pequeña que la anterior y conocida por eso con el nombre vulgar de charapilla. Al decir el P. Carvajal «manatís y otros pescados» incurre en el error de suponer que aquellos animales, por el hecho de vivir en el agua, pertenecían al orden de los peces. Los «manatís» del Amazonas son mamíferos, y se les conoce vulgarmente con el nombre de vacas marinas. Las hay de dos especies, que los naturalistas distinguen con las designaciones de Manatus americanus, y M. Latirostris.

El P. Acosta no podía aceptar sin escrúpulo que el manatí no fuese un animal, especialmente un viernes en que se lo sirvieron como pescado. Léase lo que a este respecto escribía en el capítulo XIII del libro tercero de su Historia natural y moral de las Indias: «En las islas que llaman de Barlovento, que son Cuba, la Española, Puerto Rico y Jamaica, se halla el que llaman manatí, extraño género de pescado, si pescado se puede llamar animal que pare vivos sus hijos y tiene tetas y leche con que los cría y pace hierba en el campo; pero, en efecto, habita de ordinario en el agua, y por eso le comen por pescado, aunque yo, cuando en Santo Domingo lo comí un viernes, cuasi tenía escrúpulo, no tanto por lo dicho, como porque en el color y sabor no parecía sino tajadas de ternera, y en parte de pernil, las postas de este pescado; es grande como una vaca».

Es digna de leerse la elegante descripción que López de Gomara hace del manatí, y la romántica historia que refiere de uno domesticado que poseía un indio del Amazonas (Historia de las Indias, pág. 174, edic. Ribadeneira).

 

15

Diego Mexía, entallador según el P. Carvajal, carpintero al decir de Oviedo, que ignoró su nombre, era natural de Sevilla.

 

16

Nos amosqueásemos, según el manuscrito citado.

 

17

Alonso de Robles fue natural de Don Benito. Hombre de la confianza de Orellana, mereció ser elegido por éste alférez de la jornada.

 

18

En la obra de Antonio de Herrera, y sin duda por error de imprenta, se lee «goa».

Joa o jova: «es un crecimiento que se les da a los maderos de cuenta en las puntas altas que hacen el costado. Arte para fabricar, fortificar y aparejar naos de Berra y merchantes, por Thomé Cano, Sevilla, 1611, 4.º

En la Ley XXII, título XXVIII del libro IX de las Indias, que contiene las reglas para la fábrica de navíos, se establece que para un barco de nueve codos de manga, o sea de 80 toneladas tres cuartos, ha de tener «de jova medio codo a proa, repartido en tantas partes iguales cuantas fueren las orengas que llevase desde la segunda orenga a proa: y la mitad repartida en las orengas que hubiese desde la sexta a proa».

Confesamos que, sin duda por falta de pericia en el arte náutica, después de esta definición y reglas no podemos atinar con lo que el P. Carvajal ha querido decir al hablar de las diecinueve joas que tenía el bergantín de Orellana.

 

19

El compañero que dio orden en el bergantín fue, como se recordará, el sevillano Diego Mexía.

 

20

El nombre de este Contreras era Gabriel. Oviedo le llama por equivocación Blas.

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