
Desengaño a los indios haciéndoles ver lo mucho que deben a los españoles. Conversación que tuvieron en el campamento de esta ciudad un Dragón con una Tortillera y su marido Pascual, y la presenció A. V.
El Mexicano A. V.
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Dragón: Dame medio de tortillas. | ||||
María: Sí, señor, de buena gana. | ||||
Dragón: ¿Pues por qué me das tan pocas? | ||||
María: Porque está muy caro el maíz. | ||||
Dragón: ¿Caro el maíz? | ||||
María: Sí, señor. | ||||
Dragón: Pues no es así, porque en la Alhóndiga se está vendiendo a nueve pesos, y hay días en que se expende a dos reales menos. ¿Qué dirías si lo vieras, como yo lo he visto vender por esos lugares por donde he pasado, que ha habido algunos en que valga doce pesos y con todo me han dado hasta dos tortillas más? | ||||
María: ¿Qué había de decir?, que estaba más caro. | ||||
Dragón: Ya eso me lo sabía yo; pero esa no es una razón para que me des menos estando aquí más barato. | ||||
Pascual: ¡Jesús! ¡Qué hombre tan regatón! | ||||
Dragón: Como que no está tan barato el dinero. | ||||
Pascual: Ya se ve, ¿pues por qué no va usted a servir al cura Hidalgo que les paga un peso diario y les concede el saqueo? | ||||
Dragón: Porque yo no sirvo a ladrones, y ni lo soy, ni lo quiero ser, ni quiero tener que restituir lo que coja del saqueo, pues es muy mal habido, y más quiero tener medio bien habido que un peso con reato. | ||||
María: ¡Qué escrupuloso es usted! | ||||
Dragón: No escrupuloso, sino cristiano, y que sé bien la doctrina; aunque me ven de soldado, fui colegial y he estudiado. | ||||
María: Por eso es usted tan letrado. | ||||
Dragón: No, sino racional, y por eso no me dejo engañar; y tú eres una malagradecida, que cuando ves los muchos beneficios que a todos estamos haciendo, nos los correspondes con venir a robarnos a mí y a todos mis compañeros al campamento. | ||||
María: ¿Pues dígame qué le robo y qué le tengo que agradecer a usted ni a naiden? | ||||
Dragón: Yo te lo diré: Primeramente, te hago ver me robas las tortillas que me dejas de dar, sólo porque ves que hay mucha tropa que compre en el campamento; y en segundo lugar les haré ver que tienen mucho que agradecer no sólo a mí, sino al rey, al virrey, a mis compañeros y a todos los que han venido y han nacido aquí desde la Conquista. | ||||
María: ¿Que agradecer? | ||||
Dragón: Sí, María. | ||||
Pascual: Pues yo me alegraré nos lo diga. | ||||
Dragón: Lo haré; pero ya vuelvo, voy a llevar a mis compañeros las tortillas. | ||||
Los dos: Aquí lo esperamos onque sea hasta mañana. | ||||
Dragón: Ya les dije que no tardo. | ||||
María: Pascual, ¿pues qué será lo que dice este soldado que tenemos que agradecer? | ||||
Pascual: ¡Quién sabe!..., pero ya viene... Decía ésta que usted no volvía. | ||||
Dragón: Les dije que no tardaba. | ||||
María: Pues bien, díganos breve lo que tenemos que agradecer. | ||||
Dragón: Ya lo voy a decir aunque en compendio, porque éste es asunto muy largo y se necesitaban muchos días y mucho talento para podérselos explicar todo muy por menor de modo que lo pudieran entender; y por esta razón para conformarse con el vulgo ignorante, se han valido muchos escritores en estos días de dar a luz unos papeles de propósitos faltos de erudición (aunque ésta a ellos les sobra) con unos nombres que llamen la curiosidad, como el «Diálogo patriótico»2, «Mariquita y un Soldado», «El Lancero», «El Indio», y otros muchos con el fin de sacarlos de los errores que el cura Hidalgo ha querido introducirles, y porque siendo papeles de a medio y de a real, puedan los pobres comprarlos; pero no por eso han faltado otros escritos de más aprecio como son muchas proclamas, discursos, etc.; pero esta especie de papeles son para los que tengan otros principios y... | ||||
María: Por Dios que nos acabe usted de decir lo que tenemos que agradecer y no otras cosas. | ||||
Dragón: Pues escuchen: De resultas de la Conquista ha gozado este reino de paz cerca de trescientos años, y en todo este tiempo no ha habido guerra ninguna hasta ahora. | ||||
María: ¿Luego antes de la Conquista había guerras? | ||||
Dragón: Y como que las había. | ||||
Pascual: ¿Pues cuáles eran esas? | ||||
Dragón: Las que continuamente fomentaban unos pueblos contra otros, especialmente los mexicanos con los tlaxcaltecas que siempre vivían en continua guerra y no se podían ver, de modo que el emperador Moctezuma y la república de Tlaxcala tenían que mantener numerosos ejércitos en sus fronteras y términos de sus lugares para defender las entradas; por esta razón casi todos eran soldados, y de resultas de esta custodia cada rato se les ofrecían mil campañas y morían centenares de soldados, y a los que hacían prisioneros los engordaban como marranos para sacrificarlos a sus dioses. | ||||
Pascual: ¿De veras? | ||||
Dragón: De veras, de veras, y si no pregúntenselo a algunos de los indios viejos que se lo oirían a los más ancianos que les antecedieron. | ||||
María: ¡Jesús!, señor, ¡qué crueldad! | ||||
Dragón: Pues esto no es nada; ahora verán sí tienen que agradecer. | ||||
Pascual: Pues díganoslo usted. | ||||
Dragón: A más de esto, llegaba a tanto la antipatía que tenían los mexicanos con los tlaxcaltecas que, a trueque de no tratarse, carecían de muchas cosas que producían los lugares contrarios y no los había en el de ellos; y por esta razón comían los de Tlaxcala las cosas sin sal por no haberla en sus tierras y sí en las de los mexicanos. | ||||
María: Qué desabrida estaría, ¿pues por qué no la venían a comprar? | ||||
Dragón: Porque no se podía tratar con los mexicanos, y porque si venían a excusas a tomarla, si los cogían los hacían prisioneros y los sacrificaban; y por la misma razón no usaban del algodón, que no se daba en sus tierras porque eran frías. | ||||
María: Quizás por eso andaban en cueros. | ||||
Dragón: No sólo por esto, sino por otras muchas razones que les diré después. A más de estas dos naciones enemigas, había otras que lo eran de estas dos, como era la provincia de Huasacoalco, la provincia de Tenib[?] por Oaxaca y otras; y por la misma razón, siendo unas enemigas de otras, cada rato tenían mil campañas y moría mucha gente. A más de la mucha que moría por las continuas guerras, morían muchísimos en los innumerables sacrificios que ofrecían a sus dioses; que eran tantos que no tenían número, pues tenían dios para todo: dios para la guerra, dios para la paz, dios para la discordia, dios para el agua y finalmente, como ya dije, para todo. Y por lo mismo que eran innumerables sus dioses eran innumerables los sacrificios que les hacían, pues para que lloviera sacrificaban al dios del agua; para que no faltase al principio de las siembras, niños pequeños; cuando estaban los sembrados crecidos cosa de una vara, sacrificaban otros más grandes de seis a siete años, los cuales se compraban con lo que daban y se juntaba entre los ricos; y finalmente en el tiempo que tardaban en lograrse los frutos del campo y en el resto del año, sacrificaban más de veinte mil niños. | ||||
María: ¡Jesús!, señor, ¡qué carnicería! ¿Y esto es cierto? | ||||
Dragón: Tan cierto que lo asegura el primer obispo que hubo en México y otros muchos religiosos de los primeros que vinieron a las Indias. Pues ahora consideren qué dolor para una pobre madre tener que estar alimentando a su hijito unos dos meses o más, mientras llegaba el día del sacrificio, pues hasta ese día no se los arrancaban del pecho; consideren a las pobres madres cuando veían que ya los iban a sacrificar, con qué dolor quedarían. | ||||
María: Esto horroriza ¡Bendito sea Dios que yo no nací en esos tiempos!, ¡pobre de mi hijito Jusepe!, ¡qué sería de mí y de él! | ||||
Dragón: Pues por aquí se harán cargo; si esto pasaba con los inocentes, ¿qué sería con los que no lo eran?, pues eran tantos los que llevaban a sacrificar a la piedra del Templo Mayor del dios Huizilopoztli como aquí se llevan carneros al matadero. | ||||
Pascual: Esto da miedo. | ||||
Dragón: Ya verán por ahí si les tuvo o no cuenta se conquistara México y si nos deben mucho a los españoles, pues vamos ahora a lo muy pensionados que estaban: consideren que a más del emperador Moctezuma (que lo era de México), había otro que tenía su corte en Tzintzuntzan y Pátzcuaro (a términos de Valladolid), este emperador se llamaba Caltzontzin (que nunca se sujetó a Moctezuma); cada uno de estos emperadores tenía muchos reyezuelos a su mando, todos estos necesitaban ostentar mucha grandeza y todos contribuían a la de sus emperadores, que era tanta, especialmente la de Moctezuma, que sólo en su servicio se remudaban diariamente más de seiscientas personas principales. Para mantener a tantos individuos y tanta grandeza, ¿cuántas serían las pensiones y tributos que sufrirían los pobres indios? | ||||
Pascual: Innumerables. | ||||
Dragón: Sí, innumerables; y para que se hagan cargo solo les mentaré las contribuciones y tributos de uno u otro lugar porque son muchos. Ya es tarde y, como les dije, se necesitaban muchos días. | ||||
María: Pues díganoslo que nos da mucho gusto el oírlo. | ||||
Dragón: Toluca cada ochenta días daba de tributo cuatrocientas tilmas finas, ciento veinte ordinarias, cuatrocientas mantas de palma, muchos vestidos y, a más de esto, tres medidas de maíz que no bajaban de trescientas fanegas y muchos vestidos militares. Cuauhtitlán cuatrocientas mantas redondas, otras tantas guarnecidas en la orilla, cuatrocientas mantas finas, cuatro mil esteras o petates, otras tantas sillas de tule, doscientas fanegas de maíz y muchos vestidos militares; esto cada ochenta días. Cuahuacan mil y doscientos tercios de leña para quemar, mil y doscientas vigas labradas, trescientas tablas o planchas de madera, ochocientas mantas guarnecidas, ochocientas ordinarias, cosa de cuatrocientas fanegas de maíz y muchos vestidos militares. Xilotepec cuatrocientas mantas teñidas, cuatrocientas enaguas de diversos colores, cuatrocientas teñidas de negro, ochocientas mantas labradas con manchas de tigre, cosa de cien cargas de frijol, muchos vestidos militares y diez águilas vivas; esto cada cuarenta días. | ||||
Pascual: ¿Águilas? | ||||
Dragón: Sí, pues tributaban de todo cuanto tenían, producían y había en sus tierras, de modo que algunos pagaban el tributo hasta en piojos. | ||||
María: ¡En piojos! | ||||
Dragón: Sí, en piojos, pues decía Moctezuma que para que no estuvieran ociosos y reconocieran el vasallaje los pobres y los enfermos, pagaran el tributo aunque fuera en piojos. En el cobro de los tributos eran muy rigorosos como en todo, no se escapaban de tributar ni los muchachos, pues los que por su edad no podían, tenía obligación de llevar leña al palacio y la tasa era ochocientas brazas cada pueblo, y a más ocupaban a los muchachos en todo lo que se les ofrecía. Esta era la causa porque andaban en cueros, pues apenas les alcanzaba el tiempo para poder ganar lo que habían de tributar. | ||||
María: Ahora sí conozco lo muchísimo que tenemos que agradecer a los señores españoles, especialmente a la buena persona de nuestro amado rey Fernando VII y al señor virrey, pues aun el tributo cortísimo que pagábamos nos ha quitado; Dios se lo dé de gloria a sus mercedes. | ||||
Dragón: Pues sépanse que esta gracia la trajo el señor virrey don Francisco Xavier Venegas desde que salió de España; pero había suspendido su publicación porque le daba dolor que, exceptuándose los indios, siguieran tributando las castas, y por eso en uso de sus muchas facultades también se los perdonó. | ||||
Pascual: Dios se lo pagará a su merced el señor virrey. Harta lástima le tengo al pobrecito porque apenas llegó a México cuando se encontró con estos alborotadores; Dios le dé mucha salud. | ||||
Dragón: Pues oigan más: Si era tal la des[nu]dez, ¿cuál sería el hambre que padecían?; porque deben hacerse cargo que los indios que había entonces eran tantos que por seguro había diez tantos más de los que ahora hay, pues muchos murieron en la Conquista, muchísimos en las primeras viruelas y muchísimos más en las dos pestes de matlazáhuatl; enfermedad que ustedes llaman cocoliztli, de cuyas resultas quedaron muchos pueblos enteramente desiertos, pues todo ese número tenía que mantenerse con muchas menos siembras de las que hoy se hacen; lo primero, porque la mayor parte de la gente era dedicada a la guerra y de consiguiente pocos a la labranza; lo segundo, porque como entonces no había bueyes ni fierro, tenían que trabajar muchísimo, y por mucho que trabajaran ni podían extenderse tanto en las siembras, ni podían beneficiar bien los campos (como ahora con menos trabajo con la ayuda de los bueyes, por cuya razón se siembra mucho más); y así era lo mismo que si no tuviera tanta abundancia de tierras, porque no las podían trabajar. Lo mismo sucedía con las minas, que era como si no las tuvieran, porque ni las trabajaban como ahora, ni tenían para los indios el aprecio que tiene ahora el oro y la plata. | ||||
María: ¿Pues con qué se compraban las cosas? | ||||
Dragón: Con cacao o a fuerza de cambios. | ||||
Pascual: Dígame usted, señor, ¿dice usted que no había bueyes? | ||||
Dragón: Y como que no los había, ni vacas, ni mulas, ni bu[rros], ni carneros, ni otros muchos animales, ni caballos; y por esta razón creían los indios de aquel tiempo de la Conquista que el caballo y jinete todo era de una pieza. En fin, faltaban muchísimas cosas que se han ido trayendo de España desde la Conquista. | ||||
María: Conque si no fuera por eso, no tuviera yo agora mi marranito y un burrito de mi marido, con perdón sea dicho de la buena persona. | ||||
Dragón: Y como que no lo tendrías, pues si no hubieran v[eni]do los españoles faltarían muchísimas cosas. | ||||
María: Pues Dios se los pague a sus mercedes los señores españoles. | ||||
Dragón: Pero vamos adelante. | ||||
Pascual: Dígame usted, señor. | ||||
María: No le pares su contesta. | ||||
Dragón: Sí, hijo, pregunta lo que quisieres, pues muchas ocasiones por ignorancia pecan ustedes. | ||||
Pascual: ¿Conque no se comía nada de carne entonces? | ||||
Dragón: De esta especie no; de aves y algunos animales silvestres sí, pero esto era para el emperador, reyes y demás personas principales. | ||||
Pascual: ¿Pues los demás qué comían? | ||||
Dragón: Comían... Pero tocan el tambor, mañana seguiremos. | ||||
El miércoles se dará fin a este papel con la Segunda parte; y se hallará éste y el siguiente en el Portal y casa de Ontiveros. |
Desengaño a los indios haciéndoles ver lo mucho que deben a los españoles. Continuación de la conversación que tuvieron en el campamento de esta ciudad un Dragón con una Tortillera y su marido Pascual | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Después de haberse saludado mutuamente y de haber hecho María y Pascual algunas preguntas relativas a la conversación de ayer que se halla en la Primera parte, y que deberán recordar los lectores para tomar el sentido a este discurso, preguntó el: | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: ¿En qué quedamos ayer? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Después de haber dicho usted qué comía el emperador Moctezuma, los reyes y demás personas principales, preguntó a usted Pascual: ¿pues los demás vasallos qué comían? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Ranas, ajolotes, patos, chichicuilotes y otros animales que había en las lagunas, yerbas y la carne de la gente que moría en la guerra. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Pascual: ¿Carne de gente? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Sí, y se echaban sobre el cuerpo muerto lo mismo que ahora los zopilotes. Se peleaban por un pedazo de carne y aun se mataban; y entonces otros tenían más que comer. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: ¡Jesús, señor, qué porquería! Hasta miedo me da. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Sí horroriza, eran muy crueles y carniceros; pues ahora veréis cómo castigaban el más leve delito (sólo diré de uno u otro porque es materia muy larga): Al que robaba la más leve cosa, si le encontraban lo que había robado, se lo quitaban y lo vendían por esclavo; pero si lo había gastado, moría por ello. Al que robaba en la plaza, que ellos llamaban tianguis, luego allí era muerto a palos. El que hurtaba cantidad de maíz o arrancaba mazorca en los campos, inmediatamente era ahorcado. A la que se le averiguaba ser alcahueta la sacaban a la vergüenza, y en la plaza delante de todo el pueblo la quemaban los cabellos con rajas de ocote ardiendo hasta que llegaba el calor y fuego a lo vivo, y así afrentada, con sus cabellos quemados y untada la cabeza con gotas de brea ardiendo, la remitían a su casa. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Ese era martirio, no castigo. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Como todo lo que ellos hacían, porque eran muy crueles y carniceros; pero vamos siguiendo: Al que se emborrachaba o medio se alegraba con la bebida, si era persona decente y tenía oficio, a más de que se lo quitaban lo dejaban afrentado en la calle y le despojaban de sus intereses; y si era mancebo o pobre, lo llevaban a una casa que se llamaba Telpuchcali y allí lo mataban a garrotazos. Finalmente, para que se vea la inhumanidad con que se manejaban, a más de sufrir la pena que merecía el delincuente, que por lo general era de muerte, por cualesquier delito despojaban a su familia de lo poco que tenía y hacían esclavos a la mujer e hijos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Pues ya yo lo sería, y no tendría mis animalitos por las continuas borracheras de este mi marido que ya lo hubieran matado. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Pascual: Por eso yo no bebiera, y agora que sé esto ya no beberé. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Dios lo quiera. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Pues díganme si tienen o no mucho que agradecer a los conquistadores, a los pobladores y a todos los españoles que hay aquí y habrá, y son hijos y descendientes de estos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Los dos: Muchísimo, muchísimo; y a la verdad, nada de esto sabía yo, agora cada día los quedrémos [sic] más. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Pues ahora verán de bulto si les tuvo cuenta o no la Conquista y si fue del agrado de Dios, como se manifiesta por algunos milagros. ¡Qué mayor felicidad pudieran haber apetecido que la mudanza de religión y de vida!, pues esta suma felicidad la consiguieron con la Conquista, porque ¿qué diferencia tan notable no va de adorar como adoraban antes de ella a tanta multitud de ídolos a quienes tributaban holocaustos, siendo estos incapaces de poderlos hacer felices; a la que consiguieron después con el conocimiento del verdadero Dios Uno y Trino? ¿Qué diferencia tan notable no va de ser enemigos de Dios antes de la Conquista; a ser después de ella hijos suyos y herederos de su gloria? ¿Qué diferencia tan notable no va, y a quien no dará espanto ver a una gente la más cruel del mundo, pues se mataban unos a otros sin ocasión alguna y se sacrificaban a sí mismos a los demonios sacándose para esto su propia sangre con grande inhumanidad antes de la Conquista; al verlos después tratarse con tanta paz y benevolencia, ayudarse y hacerse bien unos a otros como hermanos? ¿Qué diferencia tan notable no va...? ¡Pero a dónde voy!, ¿qué mayor milagro podía Dios haber obrado en favor de los indios que el que hizo en esta mudanza y en haber traído a tanta multitud de idólatras al gremio de la santa fe católica? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Los dos: Éste es un favor que nunca podremos corresponder a Dios, ni a las buenas personas de los señores españoles que nos hicieron este beneficio. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Pues para que vean que Dios nos ayudó en la Conquista, les referiré los portentos que acontecieron a los conquistadores: La noche que nombran Triste, cuando se creían perdidos por ser muchos los enemigos y muy pocos los españoles, aseguraron varios indios (prisioneros) a los españoles que María Santísima, que es la que veneramos bajo la advocación de los Remedios, les echaba tierra en los ojos, con lo que no podían pelear; y que también veían junto a la pequeñita imagen un caballero muy grande vestido de blanco, montado en un caballo asimismo blanco, con espada en la mano, que peleaba sin ser herido, y que su caballo con la boca, pies y manos hacía tanto mal como el caballero con la espada. A cuyos prisioneros explicaron los españoles, ser el bulto chiquito la imagen de María Santísima y el grande el apóstol Santiago, a quien siempre invocaban en sus apuros. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Pascual: ¿Y esta santa imagen de la virgen es la que agora se halla en la Catedral? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: La misma, y es a la que el reino debe tantos beneficios, que si quisiera referirlos no acabara en un año. Y han de advertir que el que tuvo la dicha de hallarla en el maguey fue un indio cacique llamado don Juan de la Águila y Tobar. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Esto sí se los ollí contar a mis agüelos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Me alegro de ello, para que vean que no los engaño y que lo que les cuento es la verdad. Pues oigan otro portento que no podrán negar pues que casi lo hemos visto: Cuando ya este reino estaba purificado de los inmundos sacrificios que ofrecían a los demonios, cuando ya en este reino estaba plantada la religión católica, cuando ya en este reino se inmolaba al verdadero Dios y se ofrecía en el santo sacrificio incruento de la misa la víctima más pura del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, que es mayor que todos los sacrificios de la ley antigua; entonces, esto es a los diez años de la Conquista, como en agradecimiento a los españoles, como en comprobación de lo grato que le había sido a su Hijo santísimo la Conquista, como quien venía a socorrer, amparar y proteger a este reino, y como quien venía a premiar a los infelices indios por la docilidad con que prestaron sus oídos a la voz del Evangelio y a llenarlos de felicidades, se apareció María Santísima al venturoso indio Juan Diego, lo saludó y se estampó en su dichosísimo ayate. Esta confirmación de su protección, este singular favor sí que no ha hecho con nación alguna. ¿Díganme no es digno de agradecimiento? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Y como que sí, y todo esto que usted dice es la purísima verdad, y esta señora, nuestra madre, es nuestra señora de Guadalupe. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Pues esta señora a quien todos veneramos y queremos, a esta señora es a la que andan infamando esos sediciosos insurgentes, pues, aunque la traen en la boca, no la tienen en el corazón. ¿Pues cómo puede agradarle a esta señora el que anden robando, matando y sembrando la discordia el cura Hidalgo y sus secuaces, cuando ella es reina de la paz y misericordia, que tanto y tan repetidas veces encargó su hijo a sus amadísimos discípulos? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Seguramente ese señor cura está loco, porque, conociendo y sabiendo todo lo que usted nos ha contado, podía estarse quietecito metido en su curato enseñándoles a mis paisanos los indios todo lo que usted nos ha dicho y la doctrina cristiana, para que no hubiera tanta ignorancia; y no engañándolos y matándolos de hambre, pues, aunque les da mucho dinero, no tienen qué comer. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Dices muy bien; pero vamos continuando. Después de lo mucho que les he hecho ver tenemos que agradecer a Dios y a su santísima madre; después de reconocer la diferencia que va de estar bajo la dominación de un monarca cruel y tirano como era Moctezuma y de un Huite[u]pixqui [?] bárbaro y carnicero, que era el sacerdote mayor de aquella miserable gentilidad, decidme, ¿qué diferencia tan notable no va de estos a un monarca español cristiano, y tan amante de sus vasallos como era Carlos V y hoy nuestro amado y deseado Fernando VII?, ¿de un sacerdote del demonio a un sumo sacerdote de Dios cual es el pontífice romano, que cuando la Conquista era León X y hoy nuestro afligidísimo Pío VII? Ved qué de providencias, leyes y bulas han dictado y expedido en favor de los indios, el uno haciéndoles mercedes, el otro concediéndoles gracias; el uno minorándoles las contribuciones, el otro dispensándoles los privilegios que residen en él como vicario de Jesucristo. Finalmente, véanse las muchas reales órdenes, mercedes y privilegios que han dictado los reyes en favor de los indios, y para que en todos sus privilegios sean mantenidos se les nombró por su majestad un juez protector, abogados y procuradores para todos sus asuntos. Véanse todos los breves que han expedido en su favor todos los sumos pontífices, especialmente Paulo III, dado al tercer año de su pontificado, en que les excusa muchos días de la guarda del ayuno y les da facultad para comer lacticinios. Se puede decir que han agotado en favor de los indios los tesoros de su poder. ¿Pero con qué gusto no han puesto en ejecución todos los señores virreyes y señores arzobispos todas las órdenes que le han venido a este fin?, ¿con qué agrado no han procurado ampliarlas cuando se les ha ofrecido alguna duda como lo acaba de hacer ahora, como dije ayer, el actual señor virrey con los tributos? Se puede decir con propiedad, que reconociéndonos a todos como a hijos, sean españoles, europeos o americanos, castas o indios, siempre en ustedes se han mirado y los han visto como a so[c]oyotes, que son los que se atraen todo el amor. ¿Pues de los españoles vuestros hermanos qué diréis?, no han dejado medio con qué poderos servir: díganlo los sacrificios que hicieron de su vida y salud los celosos ministros que vinieron de la orden de nuestro padre san Francisco, santo. Domingo y otros, y que hasta el día están en las fronteras de los mecos. Díganlo los muchos españoles que vinieron y han nacido en este reino que siempre han estado prontos para vuestra enseñanza en todas artes y ciencias. Díganlo las muchas contribuciones con que siempre han buscado vuestro alivio. ¿No han estado siempre con las manos abiertas para repartir su dinero en socorro de la desvalida, del necesitado y del enfermo? ¿Testigos son de esta verdad los hospitales, conventos, fábricas y colegios, pues en todas partes los reciben; pero con especialidad a sus expensas, no se han levantado y hasta el día no existe ese convento de recoletas de Corpus, esos colegios de San Gregorio para hombres, y de nuestra señora de Guadalupe para mujeres? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Y como que sí; en ese tengo una hermana como que la quiere mucho, como a todas, y les hace mucha caridad el señor marqués de Castañiza, y el señor Bassocco; Dios se los pagará. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Sí, son buenos patriotas. Pues bien, ¿a expensas de los españoles no se sostienen esos establecimientos y casas?, ¿a expensas del benemérito señor Bassoco no se está levantando ese templo de nuestra señora de Loreto?, ¿no ha dado cuantiosas sumas para ese Colegio de la Enseñanza y otros establecimientos?, ¿a expensas de los españoles no se han levantado todos los que hoy hay y existen en esta gran México? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Pascual: Digo que sí y que tenemos mucho que agradecer, y a la verdad no lo conocía. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Pues concluiré, ¿no se debe hoy a los españoles patriotas la quietud y sosiego que reina en México cuando el joven delicado, el comerciante, el empleado, todos a porfía, ya unos custodiando el palacio y rentas reales, ya otros recorriendo en patrullas la ciudad, mientas ustedes duermen, ellos velan y cuidan nuestros intereses? ¿No le deben mucho a esa numerosa tropa que está acampada conmigo a la redondez de la ciudad, cuidando y sosteniendo sus muros para que no entren los sediciosos alborotadores de la quietud? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
María: Y como que sí, y si hubieran entrado ya me hubieran cuchareado mi burrito. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: ¿No debemos mucho a esos nuestros conciudadanos guerreros que han sacrificado sus vidas en el campo del honor en el Monte de las Cruces? ¿No les debemos a ellos la victoria? ¿No han sido ellos los que han dejado esos campos cubiertos de cadáveres de insurgentes? ¿No los han hecho huir con escarmiento? ¿No ha pasado lo mismo en esos campos de Aculco y Real de Guanajuato? Luego es cierto lo que dije al principio, de que tenéis mucho que agradecer a Dios, a las potestades que nos gobiernan, a los españoles, a mí y a todos mis compañeros que están en el campamento. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Los dos: Confesamos que es cierto, que tiene usted mucha razón; que ignorábamos casi todo lo que nos ha contado y que en prueba de nuestro agradecimiento, mientras esté usted aquí, todos los días vendrá usted por sus tortillas y se las daremos de balde, y cuando se vaya con su regimiento los iremos acompañando yo y mi marido y todos mis compañeros, a quienes contaremos lo que usted nos ha dicho, que irán muy contentos, y les llevaremos sus tiendas y les serviremos de cocineras. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Dragón: Yo se los agradezco, se lo diré a mi capitán; pero estén ustedes entendidos que todas estas felicidades de que hemos disfrutado, se acabarán si no hay unión y si no peleamos contra esos insurgentes; si no imploramos los auxilios del cielo y procuramos arreglar nuestra conducta, volveremos al tiempo de antes de la Conquista; y así para que no se verifique, guerra al cura Hidalgo y a todos sus secuaces, guerra contra todos los que nos turben nuestra quietud y sosiego, guerra contra esos hambrientos ladrones, guerra, guerra, guerra. Llaman a la lista y por eso me voy, aunque tenía muchísimas más cosas que contaros, y así corriendo les diré una octava que entre otros versos di a luz en otra ocasión y es la siguiente, y viene al caso:
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El Mexicano A. V. |