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Documentos de Colón de la Casa Ducal de Veragua

(Segundo informe)

Francisco Rafael de Uhagón, Marqués de Laurencín

Real Academia de la Historia (España)

Vicente Vignau y Ballester

Ricardo Beltrán y Rózpide





  —468→  

El Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, en Real orden fecha 16 de Marzo del corriente año, comunicada por la Subsecretaría de aquel Centro ministerial á esta Corporación, nos participa que «S. M. el Rey (q. D. g.) se ha servido disponer que por este Ministerio se deleguen en la Comisión que la Real Academia de la Historia tenga á bien designar entre los individuos que la componen, las funciones del caso al efecto de que la citada Comisión oiga al Sr. Duque de Veragua acerca de su oferta y, en su vista, proponga el precio que pudiera ser objeto de la adquicisión, entendiéndose bien que, originado este asunto á instancia del repetido Sr. Duque de Veragua, no quedará en ningún momento comprometido el Estado á una resolución».

Esta Academia, no obstante el amplio y reciente Informe que la cupo el honor de elevar á V. E., nombró nueva ponencia que cumplimentara lo preceptuado en aquella soberana disposición; la cual ponencia conferenció con el ilustre prócer, y de sus labios tuvo el gusto de oir la más cumplida reiteración en sus vehementes deseos de que los preciosos documentos referentes á su ascendiente insigne, Cristóbal Colón, que se guardan y custodian en el Archivo de la casa ducal, no salieran de España, á cuyo nobilísimo propósito obedecía la manifestación que hiciera en su día al Gobierno de S. M., y que hoy de nuevo confirmaba, de no tomar como base de apreciación la que de tales documentos hicieran otros Gobiernos y entidades de países mis favorecidos por la fortuna, ateniéndose por su parte al dictamen de persona de tan reconocida autoridad como D. Antonio Paz y Melia, jefe que fué de la Biblioteca Nacional, y segundo jefe durante muchos años del departamento de manuscritos de la misma, que los ha estimado en un millón ciento cincuenta mil pesetas en la catalogación   —469→   que practicara, suma que el patriotismo del Duque le dictaba mantener -nos añadió en la entrevista que celebramos- á pesar de su considerable inferioridad en relación con otras indicaciones que del extranjero tenía recibidas.

Esta nueva Comisión, que hace toda justicia á los levantados y honorables móviles de exquisita delicadeza que han informado, sin duda alguna, la conducta del Ministro al inhibirse por su parte y rehusar en definitiva ser él quien evaluara y justipreciase la estimación metálica en que se pudiera tasar tesoro histórico de tal valía, ni aun con la apreciación tan prestigiosa del Sr. Paz y Melia, esta Comisión dice á su vez que, siendo acendrado deseo el suyo de acatar y cumplir órdenes superiores, se ve también compelida y obligada á declinar la honrosa y delicada misión de confianza que se la encomendara, ya que no juzga factible precisar en conciencia, ni siquiera señalar con aproximada exactitud el valor comercial de unos documentos únicos en el mundo, sin base de comparación posible, sin términos hábiles de confrontación con otros análogos ó similares que no han sido jamás puestos en venta pública ni privada; no debiendo tampoco sustraer esta tasación monetaria, de suyo difícil y compleja á la intervención de factores diversos que giran en una esfera especial, se mueven en una órbita moral y recaen en algo que pudiéramos llamar jurisdicción espiritual, en la que concurren y propugnan diferentes y encontrados intereses, cuales son: de un lado, la estimación, aprecio y aun amor en que su dueño tenga estos papeles; la conveniencia en retenerlos y los arrestos que muestre la opinión en conservarlos; la codicia que despierten, el noble estímulo y licitación que, por adquirirlos y poseerlos, muestren entidades ó países extranjeros; y de otra parte, aquellos miramientos y respetos que son debidos al Erario público, cuyo estado y situación, próspero ó adverso, desconoce la Academia y no ignorará seguramente el Ministro, primer interesado á quien incumbe, por razón de su alta y sagrada misión, el que joyas históricas de tal fuste é importancia no emigren ni engalanen extraños archivos con mengua, desdoro ó baldón de la cultura patria.

No ha de parecer, por tanto, anómalo, ni puede causar sorpresa   —470→   alguna, que organismos é institutos como el diligente Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, el Archivo Histórico Nacional y la misma Junta facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, cuya competencia técnica y hábito constante en estos trabajos de consulta, clasificación y avalúo de pergaminos y documentos está, por notoriedad, fuera de toda discusión y duda, se excusaran también de traducir en cifra la estimación que hacían de la colección colombina, á punto de no haber siquiera confirmado como buena ni objetado por excesiva la tasación de su ilustre y caballeroso compañero D. Antonio Paz y Melia, reconociendo su excepcional competencia y gran peso en este linaje de asuntos; haciendo notar y habida cuenta de lo insólito de oferta de tan espléndida y singular documentación.

De igual modo que las precitadas instituciones, esta Real Academia, en su Informe enviado á ese Ministerio con fecha 28 de Diciembre del pasado año de 1916, mediante prolijo y detenido examen y estudio de los papeles objeto de la venta, después de madura y serena reflexión, hubo de hacer presente á V. E. los sólidos fundamentos, las poderosas y convincentes razones que la asistían para declarar que este asunto, de suyo tan complicado y afectivo, es del todo ajeno á las prácticas de la contratación mercantil; que no parece respetuoso para los que intervienen ni propio de una Corporación científica cual esta Academia, establecer ajustes y regateos entre el heredero del Almirante que puso en las manos de España las llaves del Nuevo Mundo y el Consejero de la Corona, representante de un Gobierno á quien incumbe, como deber primordial, velar por la conservación y contribuir al acrecentamiento del patrimonio monumental de la Nación.

La nueva ponencia, inspirada en el mismo espíritu que alentó á la anterior para redactar las conclusiones que se presentaron á la ilustrada consideración de V. E., las mantiene y confirma, haciendo suyo cuanto expuso, adujo y razonó en luminoso dictamen, con unánime asentimiento y aprobación de la Academia.

Cumple, si, por modo especial, á dictados de nuestra arraigada convicción y á elementales deberes de nuestra misión educadora, el insistir, con vehemente tenacidad y porfiado encarecimiento,   —471→   en que no salgan de la madre patria estos documentos, páginas vivas del más grandioso acontecimiento que se registra, no ya en los anales del libro inmortal de nuestra Historia, sino en la historia de la humanidad; que ellos son el más auténtico testimonio, perenne é inmarcesible ejecutoria de empresa tan portentosa: reliquias venerandas de uno de los genios más extraordinarios, de uno de los hombres más insignes y preclaros que han vivido en el planeta.

Y conviene no olvidar que, si al descubrimiento de América en tan alto grado contribuyeron el perseverante apoyo y cuantiosos sacrificios que se impusieron los Reyes Católicos, bien está que la España de hoy honre la España de ayer conservando entre nosotros, aun á costa, á su vez, de sacrificio, estos recuerdos tangibles de un glorioso pasado, estos timbres de honor legados por nuestros mayores, cual tesoro inapreciable, que no sólo vida material deben de vivir los pueblos. ¡Desdichados aquéllos que no tengan ideales y no sepan ensalzar la santa memoria de quienes se esforzaron en prosperarlos y enaltecerlos!

Cuál sea la extensión, alcance y límite del sacrificio que haya de infringirse á la Hacienda pública, lo ignoramos: no podemos determinarlo ni nos compete fijarle.

Que sea absolutamente preciso realizarlo nos parece indiscutible; y justamente por ello, nos lisonjea la esperanza de que, patrióticas y felices convergencias entre el joven prócer, dueño de los documentos, y el ilustre Ministro, tan consciente de sus deberes, giren y coincidan alrededor del único y valioso elemento de apreciación y juicio que se aporta al expediente, el avalúo del Sr. Paz y Melia, consintiendo este apetecido acuerdo, con aplauso unánime de la opinión culta é ilustrada, vincular tan hermosa colección de documentos colombinos, en el opulento acervo de nuestros Archivos nacionales.

Y esto es lo que, á su juicio, debe exponer y cuanto puede decir la Real Academia de la Historia.

Madrid, 7 de Abril de 1917.





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