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ArribaAbajoCapitulo XXXIV

Donde se prosigue la nouela del Curioso impertinente


«Assi como suele dezirse que parece mal el exercito sin su general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la muger casada y moça sin su marido, quando justissimas ocasiones   -fol. 195v-   no lo impiden. Yo me hallo tan mal sin vos, y tan impossibilitada de no poder1365 sufrir esta ausencia, que si presto no venis me aure de yr a entretener en casa de mis padres, aunque dexe sin guarda la vuestra1366. Porque la que me dexastes, si es que quedó con tal titulo, creo que mira mas por su gusto que por lo que a vos os toca, y pues soys discreto, no tengo mas que deziros, ni aun es bien que mas os diga.»

Esta carta recibio Anselmo, y entendio por ella que Lotario auia ya començado la empresa, y que Camila deuia de auer respondido como el desseaua. Y, alegre sobremanera de tales nueuas, respondio a Camila, de palabra, que no hiziesse mudamiento de su casa en modo alguno1367, porque el bolueria con mucha breuedad. Admirada quedó Camila de la respuesta de Anselmo, que la puso en mas confusion que primero, porque ni se atreuia a estar en su casa, ni menos yrse a la de sus padres, porque en la quedada corria peligro su honestidad,   —121→   y en la yda yua contra el mandamiento de su esposo.

En fin, se resoluio en lo que le estuuo peor, que fue en el quedarse, con determinacion de no huyr la presencia de Lotario, por no dar que dezir a sus criados; y ya le pesaua de auer escrito lo que escriuio a su esposo, temerosa de que no pensasse que Lotario auia visto en ella alguna desemboltura que le vuiese mouido a no guardalle el decoro que deuia. Pero, fiada en su bondad, se fio en Dios y en su buen pensamiento, con que pensaua resistir callando a todo aquello que Lotario dezirle quisiesse, sin dar mas cuenta a su marido, por no ponerle en alguna pendencia y trabajo.

  -fol. 196r-  

Y aun andaua buscando manera como disculpar a Lotario con Anselmo, quando le preguntasse la ocasion que le auia mouido a escriuirle aquel papel. Con estos pensamientos, mas honrados que acertados ni prouechosos, estuuo otro dia escuchando a Lotario, el qual cargó la mano de manera, que començo a titubear la firmeza de Camila, y su honestidad tuuo harto que hazer en acudir a los ojos, para que no diessen muestra1368 de alguna amorosa compassion que las lagrimas y las razones de Lotario en su pecho auian despertado. Todo esto notaua Lotario y todo le encendia.

Finalmente, a el le pareció que era menester, en el espacio y lugar que daua la ausencia de Anselmo, apretar el cerco a aquella fortaleza.   —122→   Y, assi, acometio a su presuncion1369 con las alabanças de su hermosura, porque no hay cosa que mas presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de las hermosas que la mesma1370 vanidad, puesta en las lenguas de la adulacion. En efecto1371, el, con toda diligencia, minó la roca de su entereza con tales pertrechos, que, aunque Camila fuera toda de bronze, viniera al suelo. Lloró, rogo, ofrecio, aduló, porfió y fingio Lotario con tantos sentimientos, con muestras de tantas veras, que dio al traues con el recato de Camila y vino a triunfar de lo que menos se pensaua y mas desseaua. Rindiose Camila; Camila se rindio; pero ¿qué mucho si la amistad de Lotario no quedó en pie? Exemplo claro que nos muestra que solo se vence la passion amorosa con huylla, y que nadie se ha de poner a braços con tan poderoso enemigo, porque es1372 menester fuerças diuinas para vencer las suyas humanas. Solo supo Leonela la flaqueza de su señora, porque   -fol. 196v-   no se la pudieron encubrir los dos malos amigos y nueuos amantes. No quiso Lotario dezir a Camila la pretension de Anselmo, ni que el le auia dado lugar para llegar a aquel punto, porque no tuuiesse en menos su amor, y pensasse que assi, acaso y sin pensar, y no de proposito, la auia solicitado.

Boluio de alli a pocos dias Anselmo a su casa, y no echó de ver lo que faltaua en ella, que era lo que en menos tenia y mas estimaua.   —123→   Fuese luego a ver a Lotario, y hallole en su casa; abraçaronse los dos, y el vno preguntó por las nueuas de su vida o de su muerte.

«Las nueuas que te podre dar, o amigo Anselmo», dixo Lotario, «son de que tienes vna muger que dignamente puede ser exemplo y corona de todas las mugeres buenas. Las palabras que le he dicho se las ha lleuado el ayre; los ofrecimientos se han tenido en poco; las dadiuas no se han admitido; de algunas lagrimas fingidas mias se ha hecho burla notable. En resolucion: assi como Camila es cifra de toda belleza, es archiuo donde assiste la honestidad y viue el comedimiento y el recato y todas las virtudes que pueden hazer loable y bien afortunada a vna honrada muger. Buelue a tomar tus dineros, amigo; que aqui los tengo sin auer tenido necessidad de tocar a ellos, que la entereza de Camila no se rinde a cosas tan baxas como son dadiuas ni promessas. Contentate, Anselmo, y no quieras hazer mas prueuas de las hechas. Y, pues a pie enxuto has passado el mar de las dificultades y sospechas que de las mugeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nueuo en el profundo pielago de nueuos inconuenientes, ni quieras hazer experiencia con otro piloto de la bondad y   -fol. 197r-   fortaleza del nauio que el cielo te dio en suerte para que en el passasses la mar deste mundo, sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aferrate con las ancoras de la buena consideracion,   —124→   y dexate estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no ay hidalguia humana que de pagarla se escuse.»

Contentissimo quedó Anselmo de las razones de Lotario, y assi se las creyo como si fueran dichas por algun oraculo. Pero, con todo esso, le rogo que no dexasse la empressa, aunque no fuesse mas de por curiosidad y entretenimiento, aunque no se aprouechasse de alli adelante de tan ahincadas diligencias como hasta entonces. Y que solo queria que le escriuiesse algunos versos en su alabança, debaxo del nombre de Clori, porque el le daria a entender a Camila que andaua enamorado de vna dama, a quien le auia puesto aquel nombre, por poder celebrarla con el decoro que a su honestidad se le deuia. Y que, quando Lotario no quisiera tomar trabajo de escriuir los versos, que el los haria.

«No sera menester esso» dixo Lotario, «pues no me son tan enemigas las musas, que algunos ratos del año no me visiten. Dile tu a Camila lo que has dicho del fingimiento de mis amores; que los versos yo los hare, si no tan buenos como el subjeto1373 merece, seran, por lo menos, los mejores que yo pudiere.»

Quedaron deste acuerdo el impertinente y el traydor amigo. Y buelto [Anselmo]1374 a su casa, preguntó a Camila lo que ella ya se marauillaua que no se lo vuiesse preguntado: que fue que le dixesse la ocasion por que le auia escrito el papel que le embió. Camila le respondio que   —125→   le auia parecido que Lotario la miraua vn poco mas desembueltamente que   -fol. 197v-   quando el estaua en casa; pero que ya estaua desengañada y creya que auia sido imaginacion suya, porque ya Lotario huya de vella y de estar con ella a solas. Dixole Anselmo que bien podia estar segura de aquella sospecha, porque el sabia que Lotario andaua enamorado de vna donzella principal de la ciudad, a quien el celebraua debaxo del nombre de Clori, y que, aunque no lo estuuiera, no auia que temer de la verdad1375 de Lotario y de la mucha amistad de entrambos. Y, a no estar auisada Camila de Lotario de que eran fingidos aquellos amores de Clori, y que el se lo auia dicho a Anselmo por poder ocuparse algunos ratos en las mismas alabanças de Camila, ella sin duda cayera en la desesperada red de los zelos; mas por estar ya aduertida passó aquel sobresalto sin pesadumbre.

Otro dia, estando los tres sobre mesa, rogo Anselmo a Lotario dixesse alguna cosa de las que auia compuesto a su amada Clori; que pues Camila no la conocia, seguramente podia dezir lo que quisiesse.

«Aunque la conociera», respondio Lotario, «no encubriera yo nada, porque quando algun amante loa a su dama de hermosa y la nota de cruel, ningun oprobrio haze a su buen credito. Pero sea lo que fuere, lo que se dezir1376, que ayer hize vn soneto a la ingratitud desta Clori, que dize ansi:

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SONETO


   En el silencio de la noche, quando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
estoy al cielo y a mi Clori dando.
-fol. 198r-

   Y al tiempo quando el sol se va mostrando  5
por las rosadas puertas orientales,
con suspiros y acentos desiguales
voy la antigua querella renouando.

   Y quando el sol, de su estrellado assiento
derechos rayos a la tierra embia,  10
el llanto crece y doblo los gemidos.

    Buelue la noche, y bueluo al triste cuento,
y siempre hallo, en mi mortal porfia,
al cielo, sordo; a Clori, sin oydos1377

Bien le parecio el soneto a Camila, pero mejor a Anselmo, pues le alabó y dixo que era demasiadamente cruel la dama que a tan claras verdades no correspondia. A lo que dixo Camila:

«Luego ¿todo aquello que los poetas enamorados dizen, es verdad?»

«En quanto poetas, no la dizen», respondio Lotario; «mas en quanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos.»

«No ay duda desso», replicó Anselmo, todo por apoyar y acreditar los pensamientos de Lotario con Camila, tan descuydada del artificio de Anselmo, como ya enamorada de Lotario. Y, assi, con el gusto que de sus cosas tenia, y mas, teniendo por entendido que sus desseos y escritos a ella se encaminauan, y que ella era   —127→   la verdadera Clori, le rogo que si otro soneto o otros versos sabia, los dixesse.

«Si se», respondio Lotario, «pero no creo que es tan bueno como el primero, o, por mejor dezir, menos malo. Y podreyslo bien juzgar, pues es este:

  -fol. 198v-  

SONETO


   Yo se que muero, y si no soy creydo,
es mas cierto el morir, como es mas cierto
verme a tus pies, ¡o bella ingrata!, muerto
antes que de adorarte arrepentido.

   Podre yo verme en la region de oluido,  5
de vida y gloria y de fauor desierto,
y alli verse podra en mi pecho abierto
como tu hermoso rostro está esculpido.

   Que esta reliquia guardo para el duro
trance que me amenaza mi porfia,  10
que en tu mismo1378 rigor se fortaleze.

   ¡Ay de aquel que nauega, el cielo escuro,
por mar no vsado y peligrosa via,
adonde norte o puerto no se ofrece!1379

Tambien alabó este segundo soneto Anselmo, como auia hecho el primero, y desta manera yua añadiendo eslauon a eslauon a la cadena con que se enlazaua y trauaua su deshonra, pues quando mas Lotario le deshonraua, entonces le dezia que estaua mas honrado. Y con esto, todos los escalones que Camila baxaua1380 hazia el centro de su menosprecio, los subia, en la opinion de su marido, hazia la cumbre de la virtud y de su buena fama.

Sucedio en esto, que hallandose vna vez, entre otras, sola Camila con su donzella, le dixo:

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«Corrida estoy, amiga Leonela, de   -fol. 199r-   ver en quán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hize que, con el tiempo, comprara Lotario la entera possession que le di tan presto de mi voluntad. Temo que ha de estimar1381 mi presteza o ligereza, sin que eche de ver la fuerça que el me hizo para no poder resistirle.»

«No te de pena esso, señora mia», respondia Leonela; «que no está la monta, ni es causa para menguar1382 la estimacion, darse lo que se da presto, si, en efecto1383, lo que se da es bueno, y ello por si digno de estimarse. Y aun suele dezirse que el que luego da, da dos vezes.»

«Tambien se suele dezir», dixo Camila, «que lo que cuesta poco se estima en menos.»

«No corre por ti essa razon», respondio Leonela, «porque el amor, segun he oydo dezir, vnas vezes buela y otras anda, con este corre y con aquel va despacio, a vnos entibia y a otros abrasa, a vnos hiere y a otros mata. En vn mesmo1384 punto comiença la carrera de sus desseos, y en aquel mesmo1385 punto la acaba y concluye. Por la mañana suele poner el cerco a vna fortaleza, y a la noche la tiene rendida, porque no ay fuerça que le resista1386. Y, siendo assi, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo mismo deue de auer acontecido a Lotario, auiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos1387 la ausencia de mi señor? Y era forçoso que en ella se concluyesse lo que el amor tenia determinado, sin dar tiempo al tiempo1388, para que Anselmo le tuuiesse de boluer y con   —129→   su presencia quedasse imperfecta1389 la obra. Porque el amor no tiene otro mejor ministro para executar lo que dessea que es la ocasion; de la ocasion se sirue en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto se yo muy bien, mas de experiencia que de oydas; y algun dia te lo dire, señora, que   -fol. 199v-   yo tambien soy de carne, y de sangre moça. Quanto mas, señora Camila, que no te entregaste, ni diste tan luego, que primero no vuiesses visto en los los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promessas y dadiuas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes quán digno era Lotario de ser amado. Pues si esto es ansi, no te assalten la imaginacion essos escrupulosos y melindrosos pensamientos, sino assegurate que Lotario te estima como tu le estimas a el, y viue con contento y satisfacion de que ya que cayste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no solo tiene las quatro SS que dizen que han de tener los buenos enamorados1390, sino todo vn A B C entero; si no, escuchame y veras como te le1391 digo de coro: El es, segun yo veo y a mi me parece, agradecido, bueno, cauallero, dadiuoso, enamorado, firme, gallardo, honrado, ilustre, leal, moço, noble, honesto, principal, quantioso, rico; y las SS que dizen. Y luego, tacito, verdadero. La X no le quadra, porque es letra aspera. La Y ya está dicha. La Z, zelador de tu honra.»

Riose Camila del A B C de su donzella, y tuuola   —130→   por mas platica en las cosas de amor que ella dezia. Y, assi, lo confesso ella, descubriendo a Camila como trataua amores con vn mancebo bien nacido, de la mesma1392 ciudad. De lo qual se turbó Camila, temiendo que era aquel camino por donde su honra podia correr riesgo. Apurola si passauan sus platicas a mas que serlo. Ella, con poca verguença y mucha desemboltura, le respondio que si passauan. Porque es cosa ya cierta que los descuydos de las señoras quitan la verguença a las criadas, las quales, quando ven a las amas echar traspies,   -fol. 200r-   no se les da nada a ellas de coxear, ni de que lo sepan.

No pudo hazer otra cosa Camila sino rogar a Leonela no dixesse nada de su hecho al que dezia ser su amante, y que tratasse sus cosas con secreto, porque no viniessen a noticia de Anselmo ni de Lotario. Leonela respondio que assi lo haria; mas cumpliolo de manera, que hizo cierto el temor de Camila de que por ella auia de perder su credito. Porque la deshonesta y atreuida Leonela, despues que vio que el proceder de su ama no era el que solia, atreuiose a entrar y poner dentro de casa a su amante, confiada que, aunque su señora le viesse, no auia de osar descubrille1393.

Que este daño acarrean, entre otros, los pecados de las señoras, que se hazen esclauas de sus mesmas1394 criadas, y se obligan a encubrirles sus deshonestidades y vilezas, como acontecio con Camila; que, aunque vio vna y muchas   —131→   vezes que su Leonela estaua con su galan en vn aposento de su casa, no solo no la osaua reñir, mas dauale lugar a que lo encerrasse, y quitauale todos los estoruos para que no fuesse visto de su marido. Pero no los pudo quitar, que Lotario no le viesse vna vez salir, al romper del alua, el qual, sin conocer quién era, penso primero que deuia de ser alguna fantasma. Mas quando le vio caminar, emboçarse y encubrirse con cuydado y recato, cayo de su simple pensamiento y dio en otro, que fuera la perdicion de todos, si Camila no lo remediara. Penso Lotario que aquel hombre que auia visto salir tan a deshora de casa de Anselmo no auia entrado en ella por Leonela,   -fol. 200v-   ni aun se acordo si Leonela era en el mundo. Solo creyo que Camila, de la misma manera que auia sido facil y ligera con el, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la muger mala, que pierde el credito de su honra con el mesmo a quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega a otros, y da infalible credito a qualquiera sospecha que desto le venga. Y no parece sino que le faltó a Lotario en este punto todo su buen entendimiento, y se le fueron de la memoria todos sus aduertidos discursos, pues sin hazer alguno que bueno fuesse, ni aun razonable, sin mas ni mas, antes que Anselmo se leuantasse, impaciente y ciego de la zelosa rabia, que las entrañas le roya, muriendo por vengarse de Camila, que en ninguna   —132→   cosa le auia ofendido, se fue a Anselmo y le dixo:

«Sabete, Anselmo, que ha muchos dias que he andado peleando conmigo mesmo1395, haziendome fuerça a no dezirte lo que ya no es possible ni justo que mas te encubra. Sabete que la fortaleza de Camila está ya rendida y sugeta a todo aquello que yo quisiere hazer della, y si he tardado en descubrirte esta verdad, ha sido por ver si era algun liuiano antojo suyo, o si lo hazia por prouarme y ver si eran con proposito firme tratados los amores que, con tu licencia, con ella he començado. Crey ansimismo que ella, si fuera la que deuia y la que entrambos pensauamos, ya te vuiera dado cuenta de mi solicitud; pero auiendo visto que se tarda, conozco que son verdaderas las promessas que me ha dado de que, quando otra vez hagas ausencia de tu casa, me hablará en la recamara donde está el repuesto de   -fol. 201r-   tus alhajas -y era la verdad que alli le solia hablar Camila-, y no quiero que precipitosamente corras a hazer alguna vengança, pues no esta aun cometido el pecado sino con pensamiento, y podria ser que desde este hasta1396 el tiempo de ponerle por obra se mudasse el de Camila, y naciesse en su lugar el arrepentimiento. Y assi, ya que en todo o en parte has seguido siempre mis consejos, sigue y guarda vno que aora te dire, para que sin engaño y con medroso aduertimento1397 te satisfagas de aquello que mas vieres que te convenga. Finge que te ausentas   —133→   por dos o tres dias, como otras vezes sueles, y haz de manera que te quedes escondido en tu recamara, pues los tapizes que alli ay, y otras cosas con que te puedas encubrir, te ofrecen mucha comodidad, y entonces veras por tus mismos ojos, y yo por los mios, lo que Camila quiere; y si fuere la maldad, que se puede temer antes que esperar, con silencio, sagacidad y discrecion podras ser el verdugo de tu agrauio.»

Absorto, suspenso y admirado quedó Anselmo con las razones de Lotario, porque le cogieron en tiempo donde menos las esperaua oyr, porque ya tenia a Camila por vencedora de los fingidos assaltos de Lotario, y començaua a gozar la gloria del vencimiento. Callando estuuo por vn buen espacio, mirando al suelo sin mouer pestaña, y al cabo dixo:

«Tu lo has hecho, Lotario, como yo esperaua de tu amistad; en todo he de seguir tu consejo; haz lo qué quisieres, y guarda aquel secreto que ves que conuiene en caso tan no pensado.»

Prometioselo Lotario, y, en apartandose del, se arrepintio totalmente de quanto le auia dicho, viendo quán neciamente auia   -fol. 201v-   andado, pues pudiera el vengarse de Camila, y no por camino tan cruel y tan deshonrado. Maldezia su entendimiento, afeaua su ligera determinacion, y no sabia qué medio tomarse para deshazer lo hecho, o para dalle alguna razonable salida. Al fin acordo de dar cuenta de todo a Camila,   —134→   y como no faltaua lugar para poderlo hazer, aquel mismo dia la halló sola, y [ella]1398, assi como vio que le podia hablar, le dixo:

«Sabed, amigo Lotario, que tengo vna pena en el coraçon, que me le aprieta de suerte, que parece que quiere rebentar en el pecho, y ha de ser marauilla si no lo haze. Pues ha llegado la desuerguença de Leonela a tanto, que cada noche encierra a vn galan suyo en esta casa, y se está con el hasta el dia, tan a costa de mi credito, quanto le quedará campo abierto de juzgarlo al que le viere salir a horas tan inusitadas de mi casa; y lo que me fatiga es que no la puedo castigar ni reñir; que el ser ella secretario de nuestros tratos me ha puesto vn freno en la boca para callar los suyos, y temo que de aqui ha de nacer algun mal sucesso.»

Al principio que Camila esto dezia creyo Lotario que era artificio para desmentille que el hombre que auia visto salir era de Leonela, y no suyo; pero viendola, llorar y afligirse y pedirle remedio, vino a creer la verdad, y, en creyendola, acabó de estar confuso y arrepentido del todo. Pero, con todo esto, respondio a Camila que no tuuiesse pena, que el ordenaria remedio para atajar la insolencia de Leonela. Dixole assimismo lo que, instigado de la furiosa rauia de los zelos, auia dicho a Anselmo, y como estaua concertado de esconderse en la recamara para ver desde alli a la clara la poca lealtad   -fol. 202r-   que ella le guardaua. Pidiole perdon desta locura, y consejo para poder remedialla   —135→   y salir bien de tan rebuelto laberinto como su mal discurso le auia puesto.

Espantada quedó Camila de oyr lo que Lotario le dezia, y con mucho enojo y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinacion que auia tenido1399. Pero como naturalmente tiene la muger ingenio presto para el bien y para el mal, mas que el varon, puesto que le va faltando quando de proposito se pone a hazer discursos, luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer inremediable negocio1400, y dixo a Lotario que procurasse que otro dia se escondiesse Anselmo donde dezia, porque ella pensaua sacar de su escondimiento comodidad para que desde alli en adelante los dos se gozassen sin sobresalto alguno; y sin declararle del todo su pensamiento, le aduirtio que tuuiesse cuydado que, en estando Anselmo escondido, el viniesse quando Leonela le llamasse, y que a quanto ella le dixesse le respondiesse como respondiera aunque no supiera que Anselmo le escuchaua. Porfió Lotario que le acabasse de declarar su intencion, por que con mas seguridad y auiso guardasse todo lo que viesse ser necessario.

«Digo», dixo Camila, «que no ay mas que guardar, si no fuere responderme como yo os preguntare»; -no queriendo Camila darle antes cuenta de lo que pensaua hazer, temerosa que no quisiesse seguir el parecer que a ella   —136→   tan bueno le parecia, y siguiesse o buscasse otros que no podrian ser tan buenos.

Con esto se fue Lotario, y Anselmo, otro dia, con la escusa de yr [a] aquella1401 aldea de su amigo, se partio y boluio a esconderse; que lo pudo hazer con   -fol. 202v-   comodidad, porque de industria se la dieron Camila y Leonela. Escondido, pues, Anselmo, con aquel sobresalto que se puede imaginar que tendria el que esperaua ver por sus ojos hazer notomia de las entrañas de su honra, yuase1402 a pique de perder el sumo bien que el pensaua que tenia en su querida Camila. Seguras ya y ciertas Camila y Leonela que Anselmo estaua escondido, entraron en la recamara, y apenas huuo puesto los pies en ella Camila, quando, dando vn grande suspiro, dixo:

«¡Ay, Leonela amiga!, ¿no seria mejor que antes que llegasse a poner en execucion lo que no quiero que sepas, porque no procures estoruarlo, que tomasses la daga de Anselmo que te he pedido y passases con ella este infame pecho mio? Pero no hagas tal; que no sera razon que yo lleue la pena de la agena culpa. Primero quiero saber qué es lo que vieron en mi los atreuidos y deshonestos ojos de Lotario que fuesse causa de darle atreuimiento a descubrirme vn tan mal desseo como es el que me ha descubierto en desprecio de su amigo y en deshonra mia. Ponte, Leonela, a essa ventana y llamale; que sin duda alguna el1403 deue de estar en la calle esperando poner   —137→   en efeto su mala intencion. Pero primero se pondra la cruel quanto honrada mia.»

«¡Ay, señora mia!», respondio la sagaz y aduertida Leonela, «y ¿qué es lo que quieres hazer con esta daga? ¿Quieres, por ventura, quitarte la vida o quitarsela a Lotario? Que qualquiera destas cosas que quieras ha de redundar en perdida de tu credito y fama. Mejor es que dissimules tu agrauio, y no des lugar a que este mal hombre entre aora en esta casa y nos halle solas; mira, señora, que somos flacas   -fol. 203r-   mugeres, y el es hombre, y determinado, y como viene con aquel mal proposito, ciego y apasionado, quiça antes que tu pongas en execucion el tuyo, hara el lo que te estaria mas mal que quitarte la vida. ¡Mal aya mi señor Anselmo, que tanto mal1404 ha querido dar a este desuellacaras en su casa! Y ya, señora, que le mates, como yo pienso que quieres hazer, ¿qué hemos de hazer del despues de muerto?»

«¿Qué, amiga?», respondio Camila; «dexaremosle para que Anselmo le entierre, pues sera justo que tenga por descanso el trabajo que tomare en poner debaxo de la tierra su misma infamia. Llamale, acaba; que todo el tiempo que tardo en tomar la deuida vengança de mi agrauio parece que ofendo a la lealtad que a mi esposo deuo.»

Todo esto escuchaua Anselmo, y a cada palabra que Camila decia se le mudauan los pensamientos. Mas quando entendio que estaua resuelta en matar a Lotario, quiso salir y descubrirse,   —138→   por que tal cosa no se hiziesse; pero detuuole el desseo de ver en qué paraua tanta gallardia y honesta resolucion, con proposito de salir a tiempo que la estoruasse. Tomole en esto a Camila vn fuerte desmayo, y, arrojandose encima de vna cama que alli estaua, començó Leonela a llorar muy amargamente y a dezir: «¡Ay, desdichada de mi, si fuesse tan sin ventura, que se me muriesse aqui entre mis braços la flor de la honestidad del mundo, la corona de las buenas mugeres, el exemplo de la castidad!», con otras cosas a estas semejantes, que ninguno la escuchara que no la tuuiera por la mas lastimada y leal donzella del mundo, y a su señora por otra nueua y perseguida Penelope. Poco tardó en boluer de su desmayo   -fol. 203v-   Camila, y al boluer en si, dixo:

«¿Por qué no vas, Leonela, a llamar al mas leal1405 amigo de amigo que vio el sol o cubrio la noche? ¡Acaba, corre, aguija, camina, no se esfogue1406 con la tardança el fuego de la colera que tengo, y se passe en amenazas y maldiciones la justa vengança que espero!»

«Ya voy a llamarle, señora mia», dixo Leonela; «mas hasme de dar primero essa daga, porque no hagas cosa, en tanto que falto, que dexes con ella que llorar toda la vida a todos los que bien te quieren.»

«Ve segura, Leonela amiga, que no hare», respondio Camila, «porque ya que sea atreuida y simple a tu parecer en boluer por mi honra, no lo he de ser tanto como aquella Lucrecia,   —139→   de quien dizen que se mató sin auer cometido error alguno, y sin auer muerto primero a quien tuuo la causa de su desgracia; yo morire, si muero, pero ha de ser vengada y satisfecha del que me ha dado ocasion de venir a este lugar a llorar sus atreuimientos, nacidos tan sin culpa mia.»

Mucho se hizo de rogar Leonela antes que saliesse a llamar a Lotario, pero en fin salio, y entretanto que boluia, quedó Camila1407 diziendo, como que hablaua consigo misma: «¡Valame Dios! ¿No fuera mas acertado auer despedido a Lotario, como otras muchas vezes lo he hecho, que no ponerle en condicion, como ya le he puesto, que me tenga por deshonesta y mala, siquiera este tiempo que he de tardar en desengañarle? Mejor fuera, sin duda; pero no quedara yo vengada, ni la honra de mi marido satisfecha, si tan a manos lauadas y tan a passo llano se boluiera a salir de donde sus malos pensamientos le entraron. Pague el traydor con la vida lo que intentó con tan   -fol. 204r-   lasciuo desseo. Sepa el mundo, si acaso llegare a saberlo, de que Camila no solo guardó la lealtad a su esposo, sino que le dio vengança del que se atreuio a ofendelle. Mas, con todo, creo1408 que fuera mejor dar cuenta desto a Anselmo; pero ya se la apunté a dar en la carta que le escriui al aldea, y creo que el no acudir el al remedio del daño que alli le señalé, deuio de ser que, de puro bueno y confiado, no quiso ni pudo1409 creer que en el pecho de su tan firme amigo   —140→   pudiesse caber genero de pensamiento que contra su honra fuesse, ni aun yo lo crey despues por muchos dias, ni lo creyera jamas, si su insolencia no llegara a tanto, que las manifiestas dadiuas y las largas promessas y las continuas lagrimas no me lo manifestaran. Mas ¿para qué hago yo aora estos discursos? ¿Tiene, por ventura, vna resulucion1410 gallarda necessidad de consejo alguno? No, por cierto. ¡Afuera, pues, traydores! ¡Aqui, venganças! ¡Entre el falso, venga, llegue, muera y acabe, y suceda lo que sucediere! Limpia entré en poder del que el cielo me dio por mio; limpia he de salir del, y, quando mucho, saldre bañada en mi casta sangre y en la impura del mas falso amigo que vio la amistad en el mundo.»

Y, diziendo esto, se passeaua por la sala con la daga desembaynada, dando tan desconcertados y desaforados passos y haziendo tales ademanes, que no parecia sino que le faltaua el juyzio y que no era muger delicada, sino vn rufian desesperado.

Todo lo miraua Anselmo, cubierto detras de vnos tapizes donde se auia escondido, y de todo se admiraua y ya le parecia que lo que auia visto y oido era bastante satisfacion para maiores sospechas,   -fol. 204v-   y ya quisiera que1411 la prueua de venir Lotario faltara, temeroso de algun mal repentino sucesso; y, estando ya para manifestarse y salir, para abraçar y desengañar a su esposa, se detuuo porque vio que Leonela boluia con Lotario de la mano; y assi   —141→   como Camila le vio, haziendo con la daga en el suelo vna gran raya delante della, le dixo:

«Lotario, aduierte lo que te digo: si a dicha te atreuieres a passar desta raya que ves, ni aun llegar a ella, en el punto que viere que lo intentas, en esse mismo me passaré el pecho con esta daga que en las manos tengo, y antes que a esto me respondas palabra, quiero que otras algunas1412 me escuches; que despues responderas lo que mas te agradare. Lo primero, quiero, Lotario, que me digas si conoces a Anselmo, mi marido, y en qué opinion le tienes. Y lo segundo, quiero saber tambien si me conoces a mi. Respondeme a esto, y no te turbes, ni pienses mucho lo que has de responder, pues no son dificultades las que te pregunto.»

No era tan ignorante Lotario, que desde el primer punto que Camila le dixo que hiziesse esconder a Anselmo no huuiesse dado en la cuenta de lo que ella pensaua hazer, y, assi, correspondio con su intencion tan discretamente y tan a tiempo, que hizieran los dos passar aquella mentira por mas que cierta verdad, y, assi, respondio a Camila desta manera:

«No pense yo, hermosa Camila, que me llamauas para preguntarme cosas tan fuera de la intencion con que yo aqui vengo; si lo hazes por dilatarme la prometida merced, desde mas lexos pudieras entretenerla, porque tanto mas fatiga el bien desseado quanto la esperança   -fol. 205r-   está mas cerca de posseello; pero porque no digas que no respondo a tus preguntas, digo1413   —142→   que conozco a tu esposo Anselmo, y nos conocemos los dos desde nuestros mas tiernos años, y no quiero dezir lo que tu tambien sabes de nuestra amistad, por [no] me hazer1414 testigo del agrauio que el amor haze que le haga: poderosa disculpa de mayores yerros. A ti te conozco y tengo en la misma possession que el te tiene; que, a no ser assi, por menos prendas que las tuyas no auia yo de yr contra lo que deuo a ser quien soy, y contra las santas leyes de la verdadera amistad, aora por tan poderoso enemigo como el amor por mi rompidas y violadas.»

«Si esso confiessas», respondio Camila, «enemigo mortal de todo aquello que justamente merece ser amado, ¿con qué rostro osas parecer ante quien sabes que es el espejo donde se mira aquel en quien tu te deuieras mirar, para que vieras con quán poca ocasion le agrauias? Pero ya cayo, ¡ai, desdichada de mi!, en la cuenta de quién te ha hecho tener tan poca con lo que a ti mismo deues, que deue de auer sido alguna desemboltura mia, que no quiero llamarla deshonestidad, pues no aura procedido de deliberada determinacion, sino de algun descuydo de los que las mugeres, que piensan que no tienen de quién recatarse, suelen hazer inaduertidamente. Si no, dime: ¿quándo, ¡o traydor!, respondi a tus ruegos con alguna palabra o señal que pudiesse despertar en ti alguna sombra de esperança de cumplir tus infames desseos? ¿Quándo tus amorosas palabras   —143→   no fueron deshechas y reprehendidas de las mias con rigor y   -fol. 205v-   con aspereza? ¿Quándo tus muchas promessas y mayores dadiuas fueron de mi creydas ni admitidas? Pero por parecerme que alguno no puede perseuerar en el intento amoroso luengo tiempo si no es sustentado de alguna esperança, quiero atribuyrme a mi la culpa de tu impertinencia, pues sin duda algun descuydo mio ha sustentado tanto tiempo tu cuydado, y, assi, quiero castigarme y darme la pena que tu culpa merece. Y, porque viesses que siendo conmigo tan inhumana no era possible dexar de serlo contigo, quise traerte a ser testigo del sacrificio que pienso hazer a la ofendida honra de mi tan honrado marido, agrauiado de ti con el mayor cuydado que te ha sido possible, y de mi tambien con el poco recato que he tenido del huyr la ocasion, si alguna te di, para fauorecer y canonizar tus malas intenciones. Torno a dezir que la sospecha que tengo que algun descuydo mio engendró en ti tan desuariados pensamientos es la que mas me fatiga, y la que yo mas desseo castigar con mis propias manos, porque, castigandome otro verdugo, quiça seria mas publica mi culpa; pero antes que esto haga, quiero matar muriendo, y lleuar conmigo quien me acabe de satisfazer el desseo de la vengança que espero y tengo, viendo alla, donde quiera que fuere, la pena que da la justicia desinteressada y que no se dobla al que en1415 terminos tan desesperados me ha puesto.»

  —144→  

Y, diziendo estas razones, con vna increyble fuerça y ligereza arremetio a Lotario con la daga desembaynada, con tales muestras de querer enclauarsela en el pecho, que casi el estuuo en duda   -fol. 206r-   si aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas, porque le fue forçoso valerse de su industria y de su fuerça para estoruar que Camila no le diesse; la qual tan viuamente fingia aquel estraño embuste y fealdad1416, que por dalle color de verdad, la quiso matizar con su misma sangre; porque viendo que no podia auer1417 a Lotario, o fingiendo que no podia, dixo:

«Pues la suerte no quiere satisfazer del todo mi tan justo desseo, a lo menos no sera tan poderosa, que, en parte, me quite que no le satisfaga.»

Y, haziendo fuerça para soltar la mano de la daga que Lotario la tenia asida, la sacó, y guiando su punta por parte que pudiesse herir no profundamente, se la entró y escondio por mas arriba de la islilla del lado izquierdo, junto al ombro, y luego se dexó caer en el suelo, como desmayada.

Estauan Leonela y Lotario suspensos y atonitos de tal sucesso, y todavia dudauan de la verdad de aquel hecho, viendo a Camila tendida en tierra y bañada en su sangre; acudio Lotario con mucha presteza, despauorido y sin aliento, a sacar la daga, y, en ver la pequeña herida, salio del temor que hasta entonces tenia, y de nueuo se admiró de la sagazidad,   —145→   prudencia y mucha discrecion de la hermosa Camila; y por acudir con lo que a el le tocaua, començo a hazer vna larga y triste lamentacion sobre el cuerpo de Camila, como si estuuiera difunta, echandose muchas maldiciones, no solo a el, sino al que auia sido causa de auelle puesto en aquel termino. Y como sabia que le escuchaua su amigo Anselmo, dezia cosas que el que le oyera le tuuiera mucha   -fol. 206v-   mas lastima que a Camila, aunque por muerta la juzgara.

Leonela la tomó en braços y la puso en el lecho, suplicando a Lotario fuesse a buscar quien secretamente a Camila curasse. Pediale assimismo consejo y parecer de lo que dirian a Anselmo de aquella herida de su señora, si acaso viniesse antes que estuuiesse sana. El respondio que dixessen lo que quisiessen; que el no estaua para dar consejo que de prouecho fuesse; solo le dixo que procurasse tomarle la sangre, porque el se yua adonde gentes no le viessen. Y con muestras de mucho dolor y sentimiento se salio de casa, y quando se vio solo y en parte donde nadie le veya1418, no cessaua de hazerse cruzes, marauillandose de la industria1419 de Camila y de los ademanes tan proprios1420 de Leonela. Consideraua quán enterado auia de quedar Anselmo de que tenia por muger a vna segunda Porcia, y desseaua verse con el para celebrar los dos la mentira y la verdad mas dissimulada que jamas pudiera imaginarse. Leonela tomó, como se ha dicho, la   —146→   sangre a su señora, que no era mas de aquello que bastó para acreditar su embuste, y lauando con vn poco de vino la herida, se la ató lo mejor que supo, diziendo tales razones en tanto que la curaua, que aunque no huuieran precedido otras, bastaran a hazer creer a Anselmo que tenia en Camila vn simulacro de la honestidad.

Iuntaronse a las palabras de Leonela otras de Camila, llamandose cobarde y de poco animo, pues le auia faltado al tiempo que fuera mas necessario tenerle, para quitarse la vida, que tan aborrecida tenia. Pedia consejo a su donzella si daria1421, o no, todo aquel sucesso a su querido   -fol. 207r-   esposo, la qual le dixo que no se lo dixesse, porque le pondria en obligacion de vengarse de Lotario, lo qual no podria ser sin mucho riesgo1422 suyo; y que la buena muger estaua obligada a no dar ocasion a su marido a que riñesse, sino a quitalle todas aquellas que le fuesse possible.

Respondio Camila que le parecia muy bien su parecer, y que ella le seguiria; pero que en todo caso conuenia buscar qué dezir a Anselmo de la causa de aquella herida, que el no podria dexar de ver; a lo que Leonela respondia que ella, ni aun burlando, no sabia mentir.

«Pues yo, hermana», replicó Camila, «¿qué tengo de saber, que no me atreuere a forjar ni sustentar vna mentira si me fuesse en ello la vida? Y si es que no hemos de saber dar salida a esto, mejor sera dezirle la verdad desnuda,   —147→   que no que nos alcance en mentirosa cuenta.»

«No tengas pena, señora; de aqui a mañana», respondio Leonela, «yo pensaré qué le digamos, y quiça que por ser la herida donde es, se1423 podra encubrir sin que el la vea, y el cielo sera seruido de fauorecer a nuestros tan justos y tan honrados pensamientos. Sossiegate, señora mia, y procura sossegar tu alteracion, por que mi señor no te halle sobresaltada; y lo demas dexalo a mi cargo y al de Dios, que siempre acude a los buenos desseos.»

Atentissimo auia estado Anselmo a escuchar y a ver representar la tragedia de la muerte de su honra; la qual con tan estraños y eficaces afectos1424 la representaron los personages1425 della, que parecio que se auian transformado en la misma verdad de lo que fingian. Desseaua mucho la noche y el tener lugar para salir de su casa, y yr a verse con su buen amigo Lotario, congratulandose   -fol. 207v-   con el de la margarita preciosa que auia hallado en el desengaño de la bondad de su esposa. Tuuieron cuydado las dos de darle lugar y comodidad a que saliesse, y el, sin perdella, salio, y luego fue a buscar a Lotario; el qual hallado, no se puede buenamente contar los abraços que le dio, las cosas que de su contento le dixo, las alabanças que dio a Camila. Todo lo qual escuchó Lotario sin poder dar muestras de alguna alegria; porque se le representaua a la memoria quán engañado estaua su amigo, y quán injustamente el le agrauiaua.   —148→   Y aunque Anselmo veya1426 que Lotario no se alegraua, creya ser1427 la causa por auer dexado a Camila herida y auer el sido la causa.

Y, assi, entre otras razones, le dixo que no tuuiesse pena del sucesso de Camila, porque, sin duda, la herida era ligera, pues quedauan de concierto de encubrirsela a el. Y que, segun esto, no auia de qué temer, sino que de alli adelante se gozasse y alegrasse con el, pues por su industria y medio el se veya1428 leuantado a la mas alta felicidad que acertara dessearse, y queria que no fuessen otros sus entretenimientos que en1429 hazer versos en alabança de Camila, que la hiziessen eterna en la memoria de los siglos venideros. Lotario alabó su buena determinacion, y dixo que el por su parte ayudaria a leuantar tan ilustre edificio. Con esto quedó Anselmo el hombre mas sabrosamente engañado que pudo auer en el mundo; el mismo lleuaua1430 por la mano a su casa, creyendo que lleuaua el instrumento de su gloria, toda1431 la perdicion de su fama. Recebiale1432 Camila con rostro al parecer torcido, aunque con alma risueña. Duró este engaño algunos dias, hasta que al cabo de pocos meses boluio fortuna su rueda y salio a plaça   -fol. 208r-   la maldad con tanto artificio hasta alli cubierta, y a Anselmo le costo la vida su impertinente curiosidad.



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Donde se da fin a la nouela del Curioso impertinente


Poco mas quedaua por leer de la nouela, quando del caramanchon donde reposaua don Quixote salio Sancho Pança todo alborotado, diziendo a bozes:

«¡Acudid, señores, presto y socorred a mi señor, que anda embuelto en la mas reñida y trauada batalla que mis ojos han visto! ¡Viue Dios que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeça cercen a cercen, como si fuera vn nabo!»

«¿Qué dizes1433, hermano?», dixo el cura, dexando de leer lo que de la nouela quedaua. «¿Estays en vos, Sancho? ¿Cómo diablos puede ser esso que dezis, estando el gigante dos mil leguas de aqui?»

En esto oyeron vn gran ruydo en el aposento, y que don Quixote dezia a bozes:

«¡Tente, ladron, malandrin, follon; que aqui te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra!»

Y parecia que daua grandes cuchilladas por las paredes. Y dixo Sancho:

«No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despartir la pelea, o a ayudar a mi amo; aunque ya no sera menester, porque sin duda alguna el gigante está ya muerto y dando cuenta a Dios de su passada y mala vida; que   —150→   yo vi correr la sangre por el suelo y la cabeça cortada y cayda a vn lado, que es tamaña como vn gran cuero de vino.»

«Que me maten», dixo a esta   -fol. 208v-   sazon el ventero, «si don Quixote, o don diablo, no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estauan llenos, y el vino derramado deue de ser lo que le parece sangre a este buen hombre.»

Y con esto, entró en el aposento, y todos tras el, y hallaron a don Quixote en el mas estraño traje del mundo: estaua en camisa, la qual no era tan cumplida que por delante le acabasse de cubrir los muslos, y por detras tenia seys dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no nada limpias. Tenia en la cabeça vn bonetillo colorado grassiento, que era del ventero. En el braço yzquierdo tenia rebuelta la manta de la cama, con quien tenia ogeriza Sancho, y el se sabia bien el porqué; y en la derecha desembaynada la espada, con la qual daua cuchilladas a todas partes, diziendo palabras como si verdaderamente estuuiera peleando con algun gigante; y es lo bueno que no tenia los ojos abiertos, porque estaua durmiendo1434 y soñando que estaua en batalla con el gigante: que fue tan intensa la imaginacion de la auentura que yua a fenecer, que le hizo soñar que ya auia llegado al reyno de Micomicon y que ya estaua en la pelea con su enemigo. Y auia dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que las daua en el gigante,   —151→   que todo el aposento estaua lleno de vino; lo qual visto por el ventero, tomó tanto enojo, que arremetió con don Quixote, y, a puño cerrado, le començo a dar tantos golpes, que si Cardenio y el cura no se le quitaran, el acabara la guerra del gigante; y con todo aquello no despertaua el pobre cauallero, hasta que el barbero truxo vn gran caldero   -fol. 209r-   de agua fria del pozo, y se le echó por todo el cuerpo de golpe, con lo qual desperto don Quixote, mas no con tanto acuerdo, que echasse de ver de la manera que estaua.

Dorotea, que vio quán corta y sotilmente estaua vestido, no quiso entrar a ver la batalla de su ayudador y de su contrario. Andaua Sancho buscando la cabeça del gigante por todo el suelo, y como no la hallaua, dixo:

«Ya yo se que todo lo desta casa es encantamento; que la otra vez, en este mesmo1435 lugar donde aora me hallo, me dieron muchos moxicones y porrazos, sin saber quién me los daua, y nunca pude ver a nadie; y aora no parece por aqui esta cabeça que vi cortar por mis mismissimos1436 ojos, y la sangre corria del cuerpo como de vna fuente.»

«¿Qué sangre ni qué fuente dizes, enemigo de Dios y de sus santos?», dixo el ventero. «¿No vees, ladron, que la sangre y la fuente no es otra cosa que estos cueros que aqui estan horadados y el vino tinto que nada en este aposento, que nadando vea yo el alma, en los infiernos, de quien los horadó?»

  —152→  

«No se nada», respondio Sancho; «solo se que vendre a ser tan desdichado, que por no hallar esta cabeça, se me ha de deshazer mi condado como la sal en el agua.»

Y estaua peor Sancho despierto que su amo durmiendo1437: tal le tenian las promesas que su amo le auia hecho. El ventero se desesperaua de ver la flema del escudero y el maleficio del señor, y juraua que no auia de ser como la vez passada, que se le fueron sin pagar; y que aora no le auian de valer los preuilegios de su caualleria para dexar de pagar lo vno y lo otro, aun hasta lo que pudiessen costar las botanas que se auian de echar a los rotos cueros.   -fol. 209v-   Tenia el cura de las manos a don Quixote, el qual, creyendo que ya auia acabado la auentura y que se hallaua delante de la princessa Micomicona, se hincó de rodillas delante del cura, diziendo:

«Bien puede la vuestra grandeza, alta y famosa1438 señora, viuir, de oy mas, segura que1439 le pueda hazer mal esta mal nacida criatura, y yo tambien de oy mas soy quito de la palabra que os di, pues con el ayuda del alto Dios y con el fauor de aquella por quien yo viuo y respiro, tambien1440 la he cumplido.»

«¿No lo dixe yo?», dixo oyendo esto Sancho. «Si que no estaua yo borracho; ¡mirad si tiene puesto ya en sal mi amo al gigante! ¡Ciertos son los toros; mi condado está de molde!»

¿Quién no auia de reyr con los disparates   —153→   de los dos, amo y moço? Todos reian, sino el ventero, que se daua a Satanas. Pero, en fin, tanto hicieron el barbero, Cardenio y el cura, que con no poco trabajo dieron con don Quixote en la cama, el qual se quedó dormido, con muestras de grandissimo cansancio. Dexaronle dormir y salieronse al Portal de la venta a consolar a Sancho Pança de no hauer hallado la cabeça del gigante, aunque mas tuuieron que hazer en aplacar al ventero, que estaua desesperado por la repentina muerte de sus cueros, y la ventera dezia en voz y en grito:

«En mal punto y en hora menguada entró en mi casa este cauallero andante, que nunca mis ojos le huuieran visto, que tan caro me cuesta. La vez passada se fue con el costo1441 de vna noche, de cena, cama, paja y1442 ceuada, para el y para su escudero, y vn rozin y vn jumento, diziendo que era cauallero auenturero -¡que mala ventura1443 le de Dios a el, y a quantos auentureros ay en el mundo!-, y que por esto   -fol. 210r-   no estaua obligado a pagar nada; que assi estaua escrito en los aranzeles de la caualleria andantesca. Y aora, por su respeto, vino estotro señor y me lleuó mi cola, y hamela buelto con mas de dos quartillos de daño, toda pelada, que no puede seruir para lo que la quiere mi marido. Y, por fin y remate de todo, romperme mis cueros y derramarme mi vino, que derramada le vea yo su sangre. ¡Pues no se piense; que por los huessos de mi padre y por el siglo de mi madre, si no1444 me lo han de pagar vn quarto   —154→   sobre otro, o no me llamaria yo como me llamo ni seria hija de quien soy!»

Estas y otras razones tales dezia la ventera con grande enojo, y ayudauala su buena criada Maritornes. La hija callaua y de quando en quando se sonrehia. El cura lo sossego todo, prometiendo de satisfazerles su perdida lo mejor que pudiesse, assi de los cueros como del vino, y principalmente del menoscabo de la cola, de quien tanta cuenta hazian. Dorotea consolo a Sancho Pança, diziendole que cada y quando que pareciesse auer sido verdad que su amo huuiesse descabeçado al gigante, le prometia, en viendose pacifica en su reino, de darle el mejor condado que en el huuiesse. Consolose con esto Sancho y asseguró a la princessa que tuuiesse por cierto que el auia visto la cabeça del gigante, y que, por mas señas, tenia vna barba que le llegaua a la cintura, y que si no parecia era porque todo quanto en aquella casa passaua era por via de encantamento, como el lo auia prouado otra vez que auia posado en ella. Dorotea dixo que assi lo creia, y que no tuuiesse pena, que todo se haria bien y sucederia a pedir de boca.

  -fol. 210v-  

Sossegados todos, el cura quiso acabar de leer la nouela, porque vio que faltaua poco. Cardenio, Dorotea y todos los demas le rogaron la acabasse; el, que a todos quiso dar gusto y por el que el tenia de leerla, prosiguio el cuento, que assi dezia:

Sucedio, pues, que por la satisfacion que   —155→   Anselmo tenia de la bondad de Camila, viuia vna vida contenta y descuydada, y Camila, de industria, hazia mal rostro a Lotario, porque Anselmo entendiesse al reues de la voluntad que le tenia, y para mas confirmacion de su hecho, pidio licencia Lotario para no venir a su casa, pues claramente se mostraua la pesadumbre que con su vista Camila recebia; mas el engañado Anselmo le dixo que en ninguna manera tal hiziesse. Y desta manera, por mil maneras era Anselmo el fabricador de su deshonra, creyendo que lo era de su gusto.

En esto, el que1445 tenia Leonela de verse qualificada, no de [deshonesta]1446 con sus amores, llegó a tanto, que, sin mirar a otra cosa, se yua tras el a suelta rienda, fiada en que su señora la encubria y aun la aduertia del modo que con poco rezelo pudiesse ponerle en execucion. En fin, vna noche sintio Anselmo passos en el aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver quién los daba, sintio que le detenian la puerta, cosa que le puso mas voluntad de abrirla; y tanta fuerça hizo, que la abrio, y entró dentro a tiempo que vio que vn hombre saltaua por la ventana a la calle, y acudiendo con presteza a alcançarle o conocerle, no pudo conseguir lo vno ni lo otro, porque Leonela se abraçó con el, diziendole:

«Sossiegate, señor mio, y no te alborotes ni sigas al que de aqui saltó: es1447 cosa mia, y tanto,   -fol. 211r-   que es mi esposo.»

  —156→  

No lo quiso creer Anselmo; antes, ciego de enojo, sacó la daga y quiso herir a Leonela, diziendole que le dixesse la verdad; si no, que la mataria. Ella, con el miedo, sin saber lo que se dezia, le dixo:

«No me mates, señor; que yo te diré cosas de mas importancia de las que puedes imaginar.»

«Dilas luego», dixo Anselmo; «si no, muerta eres.»

«Por aora sera impossible», dixo Leonela, «segun estoy de turbada; dexame hasta mañana, que entonces sabras de mi lo que te ha de admirar; y está seguro que el que saltó por esta ventana es vn mancebo de esta ciudad, que me ha dado la mano de ser mi esposo.»

Sossegose con esto Anselmo y quiso aguardar el termino que se le pedia, porque no pensaua oyr cosa que contra Camila fuesse, por estar de su bondad tan satisfecho y seguro; y, assi, se salio del aposento y dexó encerrada en el a Leonela, diziendole que de alli no saldria hasta que le dixesse lo que tenia que dezirle. Fue luego a ver a Camila y a dezirle, como le dixo, todo aquello que con su donzella le auia passado, y la palabra que le auia dado de dezirle grandes cosas y de importancia. Si se turbó Camila o no, no ay para qué dezirlo, porque fue tanto el temor que cobró, creyendo verdaderamente -y era de creer- que Leonela auia de dezir a Anselmo todo lo que sabia de su poca   —157→   fe, que no tuuo animo para esperar si su sospecha salia falsa o no. Y aquella mesma1448 noche, quando le parecio que Anselmo dormia, juntó las mejores joyas que tenia y algunos dineros, y, sin ser de nadie sentida, salio de casa y se fue a la de Lotario, a quien conto lo que passaua, y le pidio que la pusiesse en cobro, o que se ausentassen los dos donde de Anselmo pudiessen   -fol. 211v-   estar seguros. La confusion en que Camila puso a Lotario fue tal, que no le sabia responder palabra, ni menos sabia resoluerse en lo que haria.

En fin, acordo de lleuar a Camila a vn monesterio1449 en quien era priora vna su hermana. Consintio Camila en ello, y con la presteza que el caso pedia, la lleuó Lotario y la dexó en el monesterio1450, y el ansimesmo1451 se ausentó luego de la ciudad, sin dar parte a nadie de su ausencia.

Quando amanecio, sin echar de ver Anselmo que Camila faltaua de su lado, con el desseo que tenia de saber lo que Leonela queria dezirle, se leuantó y fue a donde la auia dexado encerrada. Abrio y entró en el aposento, pero no halló en el a Leonela; solo halló puestas vnas sauanas añudadas a la ventana, indicio y señal que por alli se auia descolgado e ydo. Boluio luego muy triste a dezirselo a Camila, y, no hallandola en la cama ni en toda la casa, quedó assombrado. Preguntó a los criados de casa por ella, pero nadie le supo dar razon de lo que pedia.

  —158→  

Acerto acaso, andando a buscar a Camila, que vio sus cofres abiertos, y que dellos faltauan las mas de sus joyas, y con esto acabó de caer en la cuenta de su desgracia, y en que no era Leonela la causa de su desuentura. Y ansi como estaua, sin acabarse de vestir, triste y pensatiuo, fue a dar cuenta de su desdicha a su amigo Lotario; mas quando no le halló, y sus criados le dixeron que aquella noche auia faltado de casa, y auia lleuado consigo todos los dineros que tenia, penso perder el juyzio. Y para acabar de concluyr con todo, boluiendose a su casa, no halló en ella ninguno de quantos criados ni criadas tenia, sino la casa desierta y sola. No sabia qué pensar, qué dezir, ni qué hazer, y poco a poco se le   -fol. 212r-   yua boluiendo el juyzio. Contemplauase y mirauase en vn instante sin muger, sin amigo y sin criados; desamparado, a su parecer, del cielo que le cubria, y, sobre todo, sin honra, porque en la falta de Camila vio su perdicion.

Resoluiose, en fin, a cabo de vna gran pieça, de yrse a la aldea de su amigo, donde auia estado quando dio lugar a que se maquinasse toda aquella desuentura. Cerro las puertas de su casa, subio a cauallo, y con desmayado aliento se puso en camino; y apenas huuo andado la mitad, quando, acossado de sus pensamientos, le fue forçoso apearse y arrendar su cauallo a vn arbol, a cuyo tronco se dexó caer, dando tiernos y dolorosos suspiros; y alli se estuuo hasta casi que anochecia, y1452 aquella   —159→   hora vio que venia vn hombre a cauallo de la ciudad, y, despues de auerle saludado, le preguntó qué nueuas auia en Florencia. El ciudadano respondio:

«Las mas estrañas que muchos dias ha se han oydo en ella, porque se dize publicamente que Lotario, aquel grande amigo de Anselmo el rico, que viuia a San Iuan, se lleuó esta noche a Camila, muger de Anselmo, el qual tampoco parece. Todo esto ha dicho vna criada de Camila, que anoche la halló el gouernador descolgandose con vna sauana por las ventanas de la casa de Anselmo. En efeto, no se puntualmente cómo passó el negocio; solo se que toda la ciudad está admirada deste sucesso, porque no se podia esperar tal hecho de la mucha y familiar amistad de los dos, que dizen que era tanta, que los llamauan los dos amigos

«¿Sabese, por ventura», dixo Anselmo, «el camino que lleuan Lotario y Camila?»

«Ni por pienso», dixo el ciudadano,   -fol. 212v-   «puesto que el gouernador ha vsado de mucha diligencia en buscarlos.»

«A Dios vays, señor», dixo Anselmo.

«Con el quedeys», respondio el ciudadano, y fuese.

Con tan desdichadas nueuas casi casi llegó a terminos Anselmo no solo de perder el juyzio, sino de acabar la vida. Leuantose como pudo, y llegó a casa de su amigo, que aun no sabia su desgracia; mas como le vio llegar   —160→   amarillo, consumido y seco, entendio que de algun graue mal venia fatigado. Pidio luego Anselmo que le acostassen, y que le diessen adereço de escriuir. Hizose assi, y dexaronle acostado y solo, porque el assi lo quiso, y aunque le cerrassen la puerta. Viendose, pues, solo, començo a cargar tanto la imaginacion de su desuentura, que claramente conocio1453 que se le yua acabando la vida; y, assi, ordenó de dexar noticia de la causa de su estraña muerte; y començando a escriuir, antes que acabasse de poner todo lo que queria, le faltó el aliento y dexó la vida en las manos del dolor que le causó su curiosidad impertinente.

Viendo el señor de casa que era ya tarde, y que Anselmo no llamaua, acordo de entrar a saber si passaua adelante su indisposicion, y hallole tendido boca abaxo, la mitad del cuerpo en la cama y la otra mitad sobre el bufete, sobre el qual estaua con el papel escrito y abierto, y el tenia aun la pluma en la mano. Llegose el huesped a el, auiendole llamado primero, y trauandole por la mano, viendo que no le respondia, y hallandole frio, vio que estaua muerto. Admirose y congoxose en gran manera, y llamó a la gente de casa para que viessen la desgracia a Anselmo sucedida; y, finalmente, leyo el papel, que   -fol. 213r-   conocio que de su mesma1454 mano estaua escrito, el qual contenia estas razones:

«Vn necio e impertinente desseo me quitó la vida. Si las nueuas de mi muerte llegaren a los   —161→   oydos de Camila, sepa que yo la perdono, porque no estaua ella obligada a hazer milagros ni yo tenia necessidad de querer que ella los hiziesse; y pues yo fuy el fabricador de mi deshonra, no ay para qué...»

Hasta aqui escriuio Anselmo, por donde se echó de ver que en aquel punto, sin poder acabar la razon, se le acabó la vida. Otro dia dio auiso su amigo a los parientes de Anselmo de su muerte, los quales ya sabian su desgracia y el monesterio donde Camila estaua, casi en el termino de acompañar a su esposo en aquel forçoso viage, no por las nueuas del muerto esposo, mas por las que supo del ausente amigo. Dizese que, aunque se vio biuda, no quiso salir del monesterio, ni menos hazer profession de monja, hasta que, no de alli a muchos dias, le vinieron nueuas que Lotario auia muerto en vna batalla que en aquel tiempo dio Monsiur de Lautrec al Gran Capitan Gonçalo Fernandez de Cordoua en el reyno de Napoles1455, donde auia ydo a parar el tarde arrepentido amigo, lo qual sabido por Camila, hizo profession y acabó en breues dias la vida a las rigurosas manos de tristezas y melancolias.

Este fue el fin que tuuieron todos, nacido de vn tan desatinado principio.

«Bien», dixo el cura, «me parece esta nouela; pero no me puedo persuadir que esto sea verdad, y si es fingido, fingio mal el autor, porque no se puede imaginar que aya marido tan   —162→   necio, que quiera hazer tan   -fol. 213v-   costosa experiencia como Anselmo. Si este caso se pusiera entre vn galan y vna dama, pudierase lleuar; pero entre marido y muger algo tiene del1456 impossible; y en lo que toca al modo de contarle, no me descontenta1457