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581

Dice Aurora de Albornoz que en la poesía de los primeros años de exilio además de la presencia obsesiva de España aparece «el recuerdo de la guerra perdida, o de la muerte de seres queridos, o de los campos de concentración... Todo ello suele aparecer en la poesía creada en este momento por los poetas más jóvenes -los que publican en el exilio sus primeros libros- y está, igualmente, en los mayores, casi sin excepción. Ello no significa, desde luego, ausencia de otros temas. Si no siempre, es frecuente hallar un tono apasionado, angustioso, dolorido, en estos primeros años». En ALBORNOZ, Aurora, «Poesía de la España Peregrina: crónica incompleta», en El exilio español de 1939 (ed. de José Luis Abellán), Madrid, Taurus, 1976, 6 vols., tomo IV. Cultura y Literatura, pp. 11-108, cita en pp. 38-39.

 

582

«Los dos hermanos poetas», Conversaciones literarias, II, pp. 172-181. Artículo publicado en La Nación, VI-1923.

 

583

«Unidad de Fernández Moreno», Letras de América, p. 360.

 

584

Ver DÍEZ-CANEDO, E., «Lírica mexicana», en Letras de América. Estudios sobre las literaturas continentales, México, El Colegio de México, 1944.

 

585

Para ello hay que leer el último verso como lo escribió Díez-Canedo en su primera versión en Revista de revistas: Goya en sus lienzos, [Tolsa] el «caballito» frente a [Tolsá] de Epigramas americanos.

 

586

Únicamente salieron siete obras en ocho volúmenes; a saber: Madrid, Carranza 20 de Julián Zugazagoitia (1979), testimonio de urgencia de los primeros meses de la guerra en Madrid; La guerra en Asturias de Arconada (1979), desencadenante del ofrecimiento de Maruja Cánovas, donde recopilé sus crónicas del frente asturiano para Mundo Obrero y Frente Rojo más los romances de la misma temática de Romances de la guerra (Santander, Unidad, 1937); la colección de La Novela Proletaria (2 vols., 1979), veintidós relatos cortos de autores como Mauro Bajatierra, Salvador Sediles, César Falcón, Hildegart, Ángel Samblancat, Eduardo Barriobero, Ramón Franco, Augusto Vivero, Emilio Mistral o Ángel Pestaña (Madrid, Ediciones Libertad, 1932-33); En la selvática Bribonicia de José Más (1980), con prólogo de Francisco Caudet, áspera denuncia de la corrupción y el acomodamiento del régimen republicano (áspera y madrugadora, porque apareció en octubre del treinta y dos); Campesinos de Joaquín Arderíus (1980), en edición de José Esteban, relato de «tesis» de uno de los primeros escritores que asumió sin concesiones un compromiso militante; Voz última de José Luis Gallego (1980), reproducción facsímil, abierta por una nota de Leopoldo de Luis de la «edición íntima» y clandestina, en ejemplar único, que el propio autor elaboró en la prisión de Alcalá de Henares, en marzo de 1946, internado en capilla; y El crimen de Cuenca de Alicio Garcitoral (1981), también prologada por José Esteban, decepcionado y casi de inmediato destituido gobernador civil en los albores republicanos de aquella provincia del crimen, pero no del crimen anecdótico de la célebre película, sino del continuado del caciquismo, con dicho intelectual benemérito, político ingenuo, inmovilizado en angustiosa pinza por los elementos reaccionarios y las ramas extremas del sindicalismo revolucionario.

 

587

José Díaz falleció en Tblisi el 22 de marzo de 1942. Cito por un artículo conmemorativo del vigésimo aniversario, que se publicaría en algún medio del PCE y conservo en recorte sin fecha.

 

588

«La novela española en 1976», separata de Anales de la novela de posguerra, vol. 2, 1977, pp. 92-93.

 

589

SOLDEVILA DURANTE, I., La novela desde 1936, Madrid, Editorial Alhambra, S. A., 1980.

 

590

MARTÍNEZ CACHERO, J. M., La novela española entre 1939 y 1969, Madrid, Ed. Castalia, 1973 y también, íd., La novela española entre 1936 y el fin de siglo. Historia de una aventura, Madrid, 1977, cf. p. 14.