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ArribaAbajoCAPITULO XI.

Otras observaciones mas dignas de que las tenga presentes el Pintor, acerca de otros hechos de Jesu-Christo, que se refieren en los Evangelios


I Sería una cosa muy larga, y no solamente larga, pero tambien molestísima, por tener que inculcar muchas veces unas mismas cosas; el que para instruir al Pintor Christiano, quisiese yo referir cada uno de por sí, los hechos de Jesu-Christo. Por lo que, á imitacion de los Geógrafos, que no representan á la vista todos los lugares de las regiones, que describen, sino aquellos mas principales, cuyo conocimento les importa mas; solo iré notando lo mas principal, segun lo pidiere la historia, y la verdad de los hechos. Y para aclarar mas con exemplos lo mismo que vamos tratando, propondré algunos de paso, y otros con mayor extension, segun lo fuere pidiendo la materia.

2 En las bodas, que se celebraron en Caná de Galiléa, donde fueron convidados Christo, y su Santísima Madre, vemos pintados en gran número los discípulos del Señor, lo que no es muy conforme á la verdad del hecho. Pues, aunque no se puede probar, que fueron pocos; sin embargo es cierto, por la que nos consta del Evangelio, que entonces no eran admitidos para   —311→   discípulos de Jesu-Christo mas de tres, de los que despues fueron promovidos al Apostolado; á saber, Pedro, Andres, y Felipe, y á estos se añadió Natanaél, á quien el mismo Felipe llevó antes al Señor. Consta esto tan claramente del Evangelio de S. Juan710, que se puede hacer ver, y demostrar con mucha facilidad. Y así será lo mas acertado, pintar en corto número los que junto con Christo, y su Santísima Madre, fueron convidados á aquellas bodas, como consta expresamente de aquellas palabras711: Fué llamado Jesus, y sus discípulos á las bodas. Ni obsta, el que se diga despues en el mismo capítulo712, que por haber obrado el Señor aquel milagro, sus discípulos creyeron en él: pues para verificarse esto, hasta que hubiera algunos de sus discípulos, y de los que despues fueron elegidos para Apóstoles, aunque entonces no fuesen mas; porque los que habian asistido á las bodas, divulgaron, y dieron noticia á los demas, del milagro, que allí habia obrado Jesu-Christo. Del mismo modo se dice tambien, que el Señor con aquel milagro, manifestó su gloria, sin embargo de que eran muy pocos (como observaron muy bien Theophilacto, y Euthimio) los que como testigos mas calificados podian dar testimonio de dicho milagro, esto es, los que servian á la mesa. El Sagrado Evangelio dice así713: Probó el Maestresala el agua convertida en vino, y no sabía de dónde habia venido; pero sí lo sabian los ministros, que habian sacado el agua. Responden los mismos (son palabras de un Autor gravísimo714), que de ellos, á saber, de los ministros, lo oyeron los demas; y que así se divulgó el milagro, y hoy lo divulga S. Juan: hace respecto de nosotros la Escritura el mismo oficio, que para ellos hacía la historia, conforme dice S. Ambrosio. Ciertamente en los   —312→   demas hechos, y viages, que despues hizo Jesu-Christo, como habia ya crecido su nombre, y se habia divulgado su fama, y autoridad, no hay inconveniente en pintar muchos discípulos en su compañía: pues sabemos, que estos no solo fueron muchos, sino tambien en gran número; de suerte que en un lugar se llama turba á los discípulos del Señor, como se echa de ver por lo que dice S. Lucas715: Y la turba de sus discípulos. Pero en el hecho de que estamos hablando, como fué el primero de los milagros, y señales, que dieron testimonio de su mision, y ministerio; y habiendo este sucedido casi entre solos los parientes: es mas conforme á razon (como decia antes) pintar en este caso pocos discípulos.

3 Qué cosa fuesen las hydrias que habia allí, y que llenaron de agua los ministros, la que luego por mandado, é imperio del Señor, se convirtió en vino de excelente calidad; me consta no haberlo ignorado los Pintores, aun los menos instruidos. Pero para aclarar mas todo esto, digo, que dichas hydrias, ó tinajas, en quanto se puede conjeturar, eran unas cubas pequeñas, fabricadas de piedra de alabastro, sin asas, sin ninguna moldura, y lisas: conforme es, segun dicen, la única, que hoy se conserva, y se enseña en el Real Monasterio de S. Lorenzo del Escorial. Pero no es tan sabido, lo que se significa por aquella palabra Architriclinus. Oí una vez de un sugeto, por otra parte docto, que este era el nombre propio de un hombre; lo que sin duda es mas digno de risa, que de refutacion. Pensaron otros, no sin algun fundamento, que Architriclino era el que estaba recostado á la mesa en el lugar mas distinguido; esto es, el mas digno entre los concurrentes, y convidados. Digo, el que estaba recostado: porque (como ya notamos antes, y despues lo explicarémos   —313→   mas) los antiguos, y tambien los Judíos, no se ponian á la mesa sentados en sillas, ó bancos; sino recostado el cuerpo en camas, que se sostenian sobre sus pies, á la manera de los que están echados. Pero, aunque esto no se haya dicho, ó pensado sin alguna verisimilitud, sin embargo no asegura enteramente la verdad; la que sin duda alcanzará el que con Severo Antiochêno, in Græcorum catena716, y con S. Juan Chrisóstomo717, y Theophilacto, dixere, que el Architriclino no era otro, sino el que presidia en el convite: no como que fuera él el dueño de la casa, sino como Mayordomo, que iba ordenando, y disponiendo todo lo necesario para el convite. A este era, á quien le tocaba principalmente el cuidar del vino, distribuyendo á cada uno su porcion, y procurando que á nadie le faltase cosa alguna: no se recostaba á la mesa, sino que estaba en pie en el convite, y como de centinela, mandando á los servidores lo que era menester. El mismo probaba el vino antes de presentarlo á los convidados, advirtiendo el que convenia darse á cada uno. En una palabra: él era el que mandaba en el convite; y á él únicamente atendió el Autor del libro del Eclesiástico, quando dixo718: Te pusieron para regir (el banquete) no te ensoberbezcas (sobre los otros), mas sé como uno de ellos. Tén cuidado de ellos, y así ponte á la mesa. Finalmente, el que tenia este encargo, no solía recostarse sino despues que, acabado el convite, habia cumplido con su oficio: lo que explicó el mismo texto citado con las siguientes palabras: Y despues de haber cumplido con todas tus obligaciones, recuéstate á la mesa: para alegrarte por razon de ellos, y para ser honrado por su agradecimiento, y alcanzar corona, y la dignidad de ser rogado de todos. En cuyas últimas palabras, se contienen otras cosas, que como   —314→   las precedentes, las explica con mas extension de la que suele, el docto Intérprete de los Evangelios719, á quien tantas veces he citado con elogio, del qual he trasladado aquí muchas palabras, tambien contra mi costumbre, por juzgar que interesaba el Pintor erudito en saber con alguna distincion, y exâctitud, qué es lo que se significa por esta palabra Architriclinus.

4 Poco despues de haber referido el Evangelista este hecho, refiere inmediatamente otro; á saber, que Christo Señor nuestro, haciendo como un azote de cuerdas, echó del Templo á los que vendian ganado, y palomas. Las palabras del Evangelio son estas720:Y encontró en el Templo á hombres que vendian bueyes, ovejas, y palomas, y á los numularios que estaban sentados. Y habiendo hecho como un azote de cuerdas, los echó á todos del templo, y tambien á las ovejas, y bueyes, y derramó el dinero de los numularios, y echó por tierra sus mesas. Quiénes eran los numularios (pues es preciso advertirlo) nos lo diria muy bien S. Gerónimo721, el qual no solo lo explica, sino que lo ilustra muy por extenso. Mas, como toca otras cosas, que no son del asunto, que vamos tratando, dirélo yo mas brevemente. Eran ellos, los que permutaban la moneda de otras naciones, con la que corria en Judéa, y en Jerusalén. Pues, como por causa de la solemnidad de la Pasqua, muchos, así de los Judíos, como de los de otros paises, particularmente del Egipto, de Babilonia, y de otras religiones, que estaban á la otra parte del rio Eufrátes, se juntaban en el Templo de Jerusalén; como á ninguno de ellos se le permitia adorar á Dios, sin ofrecer algun don; y por otra parte, el dinero, que llevaban consigo para comprar víctimas, les era inutil, tomaban dinero prestado, y á ganancias para comprarlas cada   —315→   uno segun sus facultades; de suerte que ni aun los pobres dexaban de ofrecer sus víctimas, aunque de menos valor, como eran tórtolas, y palomas. Esta costumbre de permutar dinero es freqüentísima en las mayores Ciudades de Europa, como en Nápoles, en Venecia, y en otras partes; lo que no se hace sin alguna ganancia, ó lucro, aunque moderado, de los que prestan, ó permutan. Estos eran, los que el Evangelista llama numularios.

5 Mas, quando se representa este hecho, no se debe pintar de modo que estas ventas, y compras se hicieran en alguna parte interior del Templo. No eran los Judíos tan negligentes en lo tocante al culto, que se debe á Dios, que permitieran una cosa tal, aun en el atrio de los Israelitas: sino que se hacian estos contratos dentro del Templo sí; pero en el atrio, que se llamaba de los Gentiles, que era el lugar solo donde estos podian entrar, aunque adorasen á Dios: de suerte que só pena de la vida, no podian pasar mas adelante. Ya advertimos arriba, que el Templo de Jerusalén constaba de atrios descubiertos: uno que llamaban de los Gentiles, y otro que era propio de los Israelitas: porque de otro modo, no podian completarse los sacrificios, y mactacion de tantas víctimas. Dichos atrios estaban cercados de magníficos pórticos bastante elevados; pero los techos eran planos, segun la costumbre de la region, y remataban en galerías. Debaxo de estos pórticos, que cercaban el atrio de los Gentiles, se trataban los negocios, que describe brevemente el Evangelista, y que Jesu-Christo, lleno de la gloria de su Padre, y de zelo por su casa, en ninguna manera permitió, que se hicieran: por lo que, revestido de un admirable imperio, y magestad, armado con un solo azote, les echó á todos del Templo, diciendo722: Quitad   —316→   esto de aquí, y no hagais la casa de mi Padre, casa de mercado. ¡Hecho verdaderamente grande! podemos exclamar aquí, y uno de los mas admirables entre tantos, y tan señalados, que obró el Señor: en tanto grado, que S. Gerónimo, hombre de muy severo juicio, no duda anteponerlo á los mayores, y mas distinguidos hechos, que obró Jesu-Christo. No puedo menos de poner aquí sus mismas palabras, que ilustran mucho lo que he dicho arriba723: A mí (dice S. Gerónimo) entre todos los milagros que obró el Señor, el que me parece mas admirable es, el que un hombre solo, y entonces despreciable, y en tanto grado vil, que despues le crucificaron, pudiese á golpes de un solo azote, echar del Templo tan gran muchedumbre de gentes, derribar sus mesas, destrozar sus cátedras, y hacer muchas otras cosas, que no hubiera hecho el mas numeroso exército, por mas que los Escribas, y Fariséos se embravecian contra él, y veían que iban por tierra sus ganancias. Las últimas palabras con que concluye el Santo este pasage, en que da la razon de todo este hecho, son muy dignas de que las note el lector erudito, pues ilustran en gran manera lo que hemos dicho arriba724, tratando de la magestad, y dignidad del semblante de Christo. Porque (dice) salian como resplandores, y centellas de sus ojos, y la magestad de la divinidad resplandecia en su semblante. Hasta aquí S. Gerónimo.

6 Pero, el que á Christo Señor nuestro, hablando con la Samaritana, le pinten sentado sobre aquella parte del pozo (ora fuese esta redonda, ó quadrada), que cierra la boca del mismo pozo, y sirve de resguardo para no caer en él los hombres, ó las bestias; la que llamamos en Castellano el brocal del pozo: le pinten, digo, de este modo, por haber leido en el Evangelio725: Sedebat sic supra fontem, cuyas palabras   —317→   han dado no poco que discurrir á Autores graves, como lo atestigua un esclarecido Intérprete726: digo, ser esta una cosa indecorosa, y (segun á mí me parece) casi ridícula, como menos conveniente á la dignidad, y gravedad de Jesu-Christo. Mejor, á mi entender, le pintan otros sentado en alguna piedra cerca del pozo, las que para varios usos de los que sacan agua, suele haber por lo comun al rededor, particularmente de los grandes pozos: en especial siendo la fuerza de la diccion supra fontem, como si dixera juxta fontem, junto á la fuente: casi del mismo modo, que se dice en el Salmo: Sobre los rios de Babylonia, allí estuvimos sentados, y lloramos727: esto es, en sus riberas, ó junto al rio. Mas, lo que algunos añaden en la representacion de este hecho, pintándonos á Jesu-Christo, como que está descansando algun tanto su cabeza, afianzado su codo en el mismo brocal del pozo; es cosa muy decente, y conforme á las mismas palabras del Evangelio, que dice: Cansado del camino. Lo demas, que en este mismo capítulo refiere el Evangelista, aunque necesita de explicacion; pero no es de mi asunto. Y así, advertiré solamente á los que quieran pintar este hecho, que no muy lejos del pozo, cerca del qual habló Christo á la Samaritana, pinten la Ciudad de Sichên, que no distaba mucho de él: y que será tambien muy del caso pintar en otra distancia no muy separada, el famosísimo monte Garizim, al que sin duda significó, y demostró con el dedo la misma Samaritana, quando dixo á Christo: Nuestros padres adoraron á Dios en este monte: pues dicho monte distaba tambien poco de la Ciudad de Samaria.

7 Lo que puede causar alguna dificultad al Pintor erudito, es lo que refieren los Evangelistas728 acerca   —318→   de la curacion de aquel paralytico, de quien leemos segun la historia, y narracion que nos hace S. Lucas de este hecho, que no hallando por donde le pudiesen meter, por la muchedumbre de gente que habia, subieron encima de la casa, y por el tejado lo baxaron con su cama, y lo pusieron en medio delante de Jesus: porque esto parece oponerse á lo que antes hemos dicho729, de que las casas de los Judíos tuvieron tejados sí, pero no que rematáran en punta, como los nuestros, sino que eran llanos; de suerte que algunas veces servian para pasearse, y otras para cenar allí á cielo descubierto. Lo que no parece se conforma con lo que acabamos de referir de la historia de S. Lucas: y por consiguiente, que no se sabe de qué manera se ha de pintar semejante hecho. Pero todo lo dicho no hace mucha fuerza, ni parece muy dificil de explicarlo; pues digo, que los tejados de aquellas regiones fueron en efecto llanos, como dixe arriba; á saber, que los terrados eran firmes, y travados con mucho artificio; pero que los cubrian con tierra, cal, ó bien con otra materia, por si acaso venian fuertes lluvias: cuya cobertura llamó tejas el Intérprete, acomodándose á la palabra mas usada, y comun. Y como no fuese posible, que por la escalera por donde se sube regularmente al tejado, fuera llevado el que estaba echado en la cama, y á quien le llevaban quatro, como dice San Marcos; ó que por la misma, le baxaran al suelo inferior de la casa: pudo tanto la lealtad, y amor de aquellos para con el pobre paralytico, que para poder hacer esto cómodamente, mandaron abrir parte del techo, quanto era menester, para de esa manera atar despues con quatro cuerdas la cama donde estaba tendido el paralytico, y baxarle de este modo poco á poco hasta el suelo inferior, y ponerle delante de Jesu-Christo. Lo que entendido bien, nada nos precisa á decir, contra lo que hemos dicho   —319→   antes, que los tejados de aquellas regiones terminasen en punta, y que fuesen enteramente semejantes á los nuestros de la Europa.

8 Sería error el que en la resurreccion de la hija del Archisinagogo, baxo cuyo nombre no se significa otra cosa, sino el que tenia el principal lugar en la Sinagoga, el qual, como notó S. Marcos730, se llamaba Jairo; sería error, digo, si en la representacion de este hecho, esto es, quando Christo obró aquel admirable prodigio, que solo al imperio de su voz resucitó la muchacha, que estaba difunta, se pintáran mas personas, que las que refiere S. Lucas haber sido admitidas para ver un hecho tan maravilloso731. Y habiendo entrado (el Señor) en la casa (dice San Lucas) no permitió, que entráran consigo sino Pedro, Diego, y Juan, y los padres de la muchacha. Todo esto es bien sabido: pero hay Pintores, que no se persuaden poderse pintar á Christo con la dignidad correspondiente, si no se le pinta acompañado de muchos discípulos. En este mismo hecho, los tibicines, ó tañedores de flauta, de que hace mencion S. Matheo732, eran aquellos que alquilaban los padres, ó parientes del difunto para ir á los funerales, particularmente de los poderosos, y ricos. Pues nadie ignora, que los Gentiles tuvieron la costumbre, no solo de acompañar sus entierros con mugeres, que iban llorando, y lamentándose, las que alquilaban á este fin, y llamaban præficæ (que nosotros entendemos plañideras) é iban cantando canciones tristes, á que dieron el nombre de nænias; sino que los acompañaban tambien con cantores, que tocaban la flauta. Por esto Ovidio hace mencion de las flautas, y canciones, que habia en los entierros, como de cosa muy usada en la antigüedad, quando dixo733:


Cantabat mœstis tibia funeribus.

  —320→  

Esta costumbre, como otras muchas, habia pasado de los Gentiles á los Hebreos: lo que á mí, por razon de mi asunto, me ha parecido notar aquí. Mas, el pintar en el mismo caso á Christo Señor nuestro tomando con su sacratísima mano la de la difunta; sobre que esto sería siempre una accion, que no podria menos de parecer bien, es muy conforme á la verdad de la historia, pués refiere S. Marcos esta notable circunstancia734: Y teniendo la mano de la muchacha, le dixo, &c.

9 Parecerá acaso cosa de mas importancia, aun por lo tocante á la Pintura, que al Centurion (el qual por el mérito de una viva fé, alcanzó de Christo la salud para su siervo paralytico); se le pinte postrado á los pies del Señor, pidiéndole, y suplicándole, que sanára á su siervo. Porque, si bien San Matheo dice absolutamente, que el hecho aconteció de suerte que el mismo Centurion lo pidió á Jesu-Christo, y que concediéndoselo el Señor, y diciéndole735: Yo iré, y le sanaré, respondió entonces aquellas palabras verdaderamente admirables: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, &c. sin embargo S. Lucas refiere el caso de muy diversa manera736: Como hubiese oido el Centurion (dice este Evangelista) lo que se decia de Jesus, le envió un recado por los Judíos ancianos, rogándole que fuera á su casa, y sanára á su siervo. Y un poco mas abaxo: Y no estando ya (Jesus) muy lejos de la casa, le envió el Centurion á sus amigos, que le dixeran: Señor, no querais cansaros: porque no soy digno de que entreis en mi casa. Y todavía lo dice mas expresamente en las palabras, que luego añade: Por lo mismo no me he tenido yo por digno de ir á tí, pero dilo solo de palabra, y sanará mi siervo. De que parece se infiere claramente, que el Centurion, no por soberbia, sino llevado de una suma reverencia, y sumision, que tenia   —321→   á Christo, nunca habló con el Señor para alcanzar de su Magestad la salud de su siervo; sino que se lo suplicó, no él mismo, sino por tercera persona, esto es, por los Judíos ancianos, quando primero los puso por intercesores; y por medio de sus particulares amigos, quando rogó al Señor, que no tomára el trabajo de ir en persona á su casa, teniéndose por indigno de tal favor, y de que usára Christo con él de tanta condescendencia. Ni á esto se opone la narracion, que de este hecho nos hace S. Mathéo, quando dice, que el mismo Centurion hizo la súplica á Christo por la salud de su siervo, y que él por sí mismo, le propuso su propia indignidad, para que el Señor no entrase en su casa. Porque, como despues de S. Agustin737, y de otros muchos, advirtió muy bien un famoso Intérprete738: No solamente se dice, que vá uno á casa de otro, si vá por sí mismo, sino tambien, si vá por medio de otros: como decimos, que comparece ante el Juez, no solo el que comparece en persona; sí tambien, el que comparece por su apoderado. Y á la manera que se dice ir á la casa de otro, el que va á ella mediante alguno; así se dice. que responde, el que responde mediante otro. He dicho todo esto solo con el fin de hacer patente quál sea la probabilidad, ó mayor verisimilitud de este hecho; no con ánimo de condenar de error, si alguna vez se viere pintado al Centurion pidiendo él por sí mismo la salud de su siervo: antes digo, que esto, no solo se puede pintar, sino que puede afirmarse con sólidas razones: ya, porque, como dexamos notado, refiere absolutamente S. Mathéo haber sucedido así; ya tambien, porque Autores gravísimos739 defienden haber sucedido uno, y otro; esto es, que el Centurion envió   —322→   primero á Christo á los ancianos de los Judíos, y luego á sus amigos, y al fin, que agravándose mas la enfermedad, fué él mismo en persona, como lo declaró S. Mathéo.

10 No mucho despues obró Christo aquel celebérrimo milagro de resucitar al hijo de aquella viuda, que puesto ya en el féretro, le llevaban á enterrar. Acerca de la Pintura de este hecho (pues solo quiero tocar lo que es propio de mi asunto) es preciso advertir, que obran muy mal, y aun erroneamente los Pintores, en pintarlo como sucedido en medio de alguna Ciudad: principalmente, porque este modo de pintar, se opone claramente á las palabras del Evangelista, que dice740: Sucedió, que despues iba (Jesus) á la Ciudad, que se llama Naim: é iban con él sus Discípulos, y una gran turba. Y al acercarse á las puertas de la Ciudad, hé aquí que llevaban á enterrar á un difunto, que era hijo único de su madre, y esta era viuda: y gran muchedumbre de la Ciudad la acompañaba. Donde se echa de ver con la mayor claridad, que este caso sucedió, no en la Ciudad, sino fuera de ella, y que fuera de ella, llevaban á enterrar al difunto, á quien Christo resucitó al acercarse á las puertas de la Ciudad. Digo, que hacen mal los Pintores en representar este hecho, como que iban á enterrar al difunto dentro de la Ciudad: porque ¿quién hay que ignore la costumbre antiquísima, y confirmada por las mismas leyes, de que no se enterráran los cadáveres en la Ciudad? Es cosa esta tan sabida, que me persuado no la ignora aun la gente mas vulgar, é ignorante. Por esto en las antiguas Leyes de las XII. Tablas, se hallaba esta: Hominem mortum in urbe ne sepelito, neve urito. Ningun cadaver sea enterrado, ni quemado dentro de la Ciudad. Sobre cuya exposicion, dixo cosas tan grandes, y admirables   —323→   Antonio Clario Sylvio, Abogado de Paris741, que si yo quisiera ahora exponer esto á la larga, no haría mas que ridiculizarme, y valerme con poca vergüenza (en que muchos no ponen reparo) de los trabajos, y sudores agenos. Solo quiero añadir (para los que ignoran estas cosas, aunque tan comunes) que por lo mismo se colocaban freqüentemente los sepulcros fuera de la Ciudad, y cerca de los caminos públicos. De donde tuvo origen el que los Epitafios habláran con los pasageros: ó ya en boca de los mismos difuntos, por la figura, que los Retóricos llaman Prosopopeya; ó ya en boca de algun otro: y por la misma razon significó Juvenal á los muertos en una elegante períphrasis, quando dixo742:


........Experiar quid concedatur in illos,
Quorum Flaminia tegitur cinis, atque Latina.

Esto es, los que yacen muertos junto á las puertas Flaminia, y Latina. Y esto es en quanto á los Gentiles, que por lo que toca á los Judíos, todos saben, aun los principiantes en las Sagradas Letras, que así los que eran nobles, como los plebeyos, acostumbraron colocar sus sepulcros fuera de la Ciudad, en los huertos, ó en los campos. De aquí es, que el mismo Jacob enterró á su amada Rachêl junto á Belén; y que Samuel hablando á Saul, le dixo743: Quando hoy te apartáres de mí, encontrarás dos varones junto al sepulcro de Rachêl en el término de Benjamin. Y del Rey Josías, se dice744: E hizo sacar el ídolo del bosque fuera de la casa del Señor, y de Jerusalen, al arroyo de Cedrón, y allí lo quemó, y lo reduxo á cenizas, y lo arrojó sobre los sepulcros del pueblo. ¿Pero para qué me canso en   —324→   traer tantas pruebas? El mismo sepulcro de Christo Señor nuestro, que el Profeta habia vaticinado, que sería glorioso, fué colocado, no en la Ciudad, sino en un huerto junto al lugar donde fué crucificado, como exâctamente lo refiere el Evangelio, quando dice745: Habia en el lugar donde crucificaron á Christo, un huerto, y en él un sepulcro, donde todavía no habian puesto á nadie. Allí pues, &c. Hasta aquí el Sagrado Evangelista: de suerte que no es menester ir á otra parte á mendigar testimonios en confirmacion de lo dicho.

II Es muy célebre, y mas admirable de lo que pueda encarecerse con palabras, aquel milagro, que obró Jesu-Christo, quando con solos cinco panes, y dos peces, dió de comer con abundancia á cinco mil hombres, sin contar las mugeres, y los párvulos. Pero este hecho, no debe pintarse de modo que solamente se represente una confusa muchedumbre de gente, y sin ningun orden, como freqüentemente lo vemos pintado. Pues no fué así; sino que se sentaron los concurrentes, como notó muy bien S. Marcos, con el debido orden, el que gusta Dios se observe en todo746: Y (Jesus) les mandó (á sus Discípulos) que hicieran sentar á todos por divisiones sobre el heno verde. Y se sentaron por divisiones de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. De aquí se echa de ver, como quiso el Señor, que se observára en el convite, el orden, y serie, que con admirable propiedad, y elegancia, describió el mismo Evangelista, que dixo secundum contubernia: lo que he querido advertir aquí, para que de este lugar se conozca mejor la exâctísima propiedad con que se explica la Vulgata. Pues la palabra latina contubernium, como lo atestiguan Festo, y Vegecio747, es palabra militar, ó castrense, que significa diez Soldados, que vivían debaxo de un mismo pavellon, ó tienda de campaña,   —325→   á los quales presidía un decano, ó decurion, que era la cabeza del contubernio. De ahí es, el haberse transferido esta voz para significar el comercio, y la sociedad; y en este sentido dixo Ciceron748: Donde está aquel contubernio de la milicia mugeril en aquella delicadísima playa. Lo que propiamente llamamos ahora los Españoles, y lo llaman tambien así los mismos Soldados, que hoy usan de este modo de vivir, el rancho. Y lo que añade S. Marcos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta, es término tambien propio de la milicia: lo que, si bien en gran parte se hizo por la comodidad de los Apóstoles, que servian á los convidados; sin embargo, nadie negará, que en esto se da tambien á entender la benignidad, y providencia, que Christo usa con los suyos, el qual como excelente Emperador, proveía de víveres con tanta abundancia á los que le seguían, y militaban debaxo de sus estandartes.

12 Ademas de esto, es bien sabido aquel admirable prodigio, que obró el Señor, quando se paseó largo trecho sobre las olas del mar, como si anduviera sobre un suelo firme, y sólido. Pues por lo menos consta haber andado sobre el mar, veinte y cinco estadios, ó lo que diríamos nosotros, el espacio de legua, y media, que es lo mismo. Estas son las palabras de San Juan749: Como hubiesen navegado (los Apóstoles) uno veinte y cinco, ó treinta estadios, vieron á Jesus, que se estaba paseando sobre el mar, &c. Dos errores se pueden cometer en pintar este hecho, ó por lo menos, si no estoy trascordado, los han cometido alguna vez Pintores bastante inteligentes. El primero es, el pintar á Jesus andando sobre las aguas, pero poco distante de la orilla; lo que no es muy conforme á las palabras, que acabo de alegar. El segundo, el representar este   —326→   prodigio, como acontecido al anochecer, ó poco despues de puesto el Sol, lo que es contrario al Evangelio, pues nos dice S. Juan, que ya todo estaba obscuro, y Jesus todavía no habia venido á ellos. Y S. Mathéo dice expresamente, que Jesu-Christo vino á sus Discípulos en la quarta vigilia de la noche; esto es, tres horas enteras, y aun mas, despues de media noche. Estas son las palabras del Evangelista750: En la quarta vigilia de la noche vino á ellos caminando sobre el mar. Y viéndole (sus Discípulos) que se paseaba por el mar, se turbaron, diciendo: alguna fantasma es. Y así, para representar este hecho segun la verdad de la historia, conviene pintarlo de tal modo (lo que saben hacer muy bien los Pintores mas peritos en el Arte) que se represente, como acontecido en la noche, y estando obscurecido el Cielo con muchas nubes, conforme á la narracion, que de este hecho nos hacen los Evangelistas, pues S. Mathéo dice, que la navecilla era combatida de las olas en medio del mar: porque el viento les era contrario. Y S. Juan, que se levantaban muchas olas por la gran furia del viento.

13 Mas, acerca de la narracion, en que se refiere haber libertado Jesu-Christo á un endemoniado, que por imperio del Señor, vomitó una legion entera de demonios, permitiéndoles él mismo, á instancias suyas, el que se pudiesen entrar en unos puercos751; se ha de observar con mucho cuidado, no solo el que se pinten estos entrándose por el mar aceleradamente, y como llevados de una furia horrible, y portentosa; sino tambien, atónitos los porqueros, y huyendo hácia la Ciudad; lo que notó S. Marcos con estas palabras752: Y los que los guardaban, huyeron, y dieron aviso en la Ciudad, y en los campos. Esto es, por lo que hace á   —327→   nuestro intento. Porque, lo que dió que entender á algunos Intérpretes (omitiendo á otros, que no parece han tratado esta materia con la debida diligencia) á saber, cómo un ganado tan numeroso de puercos podia pertenecer á los Judíos, los quales, no solamente no comian de esta carne, sino que, segun atestigua Porphirio, la aborrecian en tanto grado, que ni aun se atrevian á nombrar dichos animales753; ciertamente no es cosa, que toque al Arte de la Pintura: pero sin embargo, por dar gusto á los que desean tener de ello alguna noticia mas exâcta, no quiero dexar de dar solucion á esta dificultad. Digo, pues, que aquel ganado de puercos (y no sintieron bien algunos, que han dicho lo contrario) no fué cosa, que perteneciese á los bienes, y posesiones de los Judíos, sino de los Gentiles: por haber obrado Christo Señor nuestro este milagro, quando estaba en la región de los Gerasenos, ó Gadarenos (que es lo mismo) como se dice en el texto Griego de S. Lucas, de que no es tiempo ahora de disputar. Esta region, que en sí contenia la Ciudad de Gadara, que era una, y la capital de otras nueve, que juntas componian la region, que se llamó Decapolis; la habitaban los Gentiles Syro-Macedones, los que no es de extrañar, que tuvieran, y alimentáran ganados de puercos. A que no se opone, el que Christo Señor nuestro, que habia dicho de sí mismo, que él habia venido para recoger las ovejas, que habian perecido de la casa de Israel, predicase á aquella gente: porque los habitantes de dichas Ciudades, no eran puramente Gentiles, sino que vivian mezclados con los Judíos, con quienes los mencionados Gentiles, y Syro-Macedones, exercian, y manifestaban freqüentemente mucha humanidad, y cortesía, conforme refiere Josepho754. Lo   —328→   que hace bastante probable, el que mereciesen de algun modo, que se compadeciera de ellos el Señor, libertando de tantos demonios á aquel pobre endemoniado, que habia llenado de terror, y espanto, todos los alrededores de aquella region; pues segun refiere San Marcos755: tenia su habitacion en los sepulcros, y ya ninguno, ni aun con cadenas le podia atar: por quanto atado muchas veces con ellas, y con grillos, habia roto las cadenas, y hecho pedazos los grillos, de suerte que nadie podia sujetarle, &c. Pero esto, como hemos advertido, ya pasa mas allá de lo perteneciente á la Pintura. Y así estas, como otras muchas cosas, las dexo espontaneamente para que las traten los doctos Intérpretes de los Evangelios. En esto viene á resumirse, lo que en estas narraciones del Evangelio, con las breves, y cortas observaciones, que he hecho, puede conducir para la instruccion del Pintor erudito. Pues otras cosas, aunque dignísimas por otra parte de largas descripciones, y comentarios, ó de ninguna manera pertenecen al asunto, que me he propuesto; ó piden una explicacion mas dilatada. Mucho habria que notar por lo que toca á las Parábolas, por cuyo medio Jesu-Christo, que es eterna verdad, enseñó varias veces su celestial doctrina á los pueblos, que le seguian; y por este mismo medio la enseñó tambien otras muchas á los Fariséos, que eran enemigos suyos declarados. Y así, dexo ya esta materia, advirtiendo solamente á los Pintores cuerdos, que si alguna vez se les ofreciere pintar lo que se refiere en estas Parábolas, particularmente en las mas célebres, como son la del Pasagero, que cayó en manos de ladrones756, la del Hijo Pródigo757, la del Rico avariento758, y otras muchas, no lo hagan sin consultar antes la narracion del Evangelio,   —329→   si entienden el Latin; y si no, que vayan á verlo en los libros de la Vida de Christo, de los muchos que hay en lengua vulgar. Vamos, pues, á otra cosa.




ArribaAbajoCAPITULO XII.

De las Pinturas de la Muger pecadora ungiendo los pies de Jesu-Christo, y regándolos con sus lágrimas: quién fuese esta muger


I Hallándose todavía Jesu-Christo dentro los confines de la Galiléa inferior (lo que se colige por la serie de la narracion, y por otras razones de bastante peso); ora fuese esto en la Ciudad llamada Naim, donde habia resucitado á aquel joven difunto, ó bien en qualquiera otra de la misma region; sucedió lo que largamente nos refiere el Evangelista S. Lucas759: esto es, que convidado Jesu-Christo por uno de los princicipales de los Fariséos, para que fuera á comer con él, entró en casa del Fariséo, y se recostó para comer. Entrando allí de repente una muger, que el Evangelista llama pecadora, tributó al Señor las señales de reverencia, de amor, y de obsequio, que el mismo Evangelista cuenta tan á la larga, y que nadie hay, no digo de los Pintores; pero ni del Pueblo Christiano, que las ignore. En pintar este hecho, convienen casi todos nuestros Pintores, pero (lo diré con su licencia) todos ellos obran erradamente; y (por no decir algo mas picante) sin atender á la verdad de este suceso, conforme nos lo refiere el mismo Evangelista. Pintan á Jesu-Christo sentado en una silla, ó banco, y por consiguiente, puestos los pies debaxo de la mesa: luego, nos representan á una muger echada á sus pies, y postrada en tierra, ungiendo con aromas, ó ungüento los pies de Jesus, regándolos con sus lágrimas, y enjugándolos   —330→   con sus cabellos. ¿Quién habrá, que no haya visto semejante Pintura? Nadie por cierto. Pero ¿quién habrá tampoco, por mediana instruccion que tenga, que no conozca ser esta Pintura muy agena de la misma narracion del Evangelio? Porque primeramente, no dice el Evangelista, que al entrar Christo en la casa del Fariséo, se sentara á la mesa; sino señaladamente, segun era la costumbre de aquellos tiempos, que se recostó, discubuit: lo que luego repite con aquellas palabras: Ut cognovit quod accubuisset in domo Pharisæi: Así que entendió (la muger) que (Jesus) se habia recostado en casa del Fariséo. Ademas: no se dice de esta muger, que se arrodillase, ó se postrase; sino que estuvo en pie, steterit; ni que se arrimase delante de Christo, ó que se pusiese delante de él (lo que era consiguiente, si el caso hubiera sucedido, como lo pintan); sino que se estuvo detrás, retro: lo que se contiene clarísimamente en aquellas palabras: Estando detrás á sus pies: y aun parece que se contiene mas expresamente en el texto Griego, que dice así:

 Texto en griego

 Texto en griego

Lo que traducido á la letra suena: Et stans ad pedes ejus retrò flens. ¿No se echa ya de ver claramente quántos errores cometen, Pintores por otra parte doctos, ó á lo menos bastante instruidos, en pintar solamente este hecho? Con efecto, qualquiera los conocerá, con tal que no quiera cegarse. Y esto no acontece por otro motivo, sino por el que he dicho varias veces, y acaso lo repetiré otras muchas: á saber, por la ignorancia de la antigüedad, de sus ritos, y costumbres, de que no tienen noticia, aun aquellos Pintores, que generalmente entre todos pasan plaza de cuerdos, y diligentes.

2 Aquí es, donde hemos de traer á la memoria, lo mucho, que no fuera de propósito, notamos arriba760   —331→   tratando del rito, y costumbre, que habia antiguamente para cenar, y comer. Porque, aunque en la mas remota antigüedad, como fueron los tiempos heroycos, para comer, ó cenar no se ponian los hombres recostados á la mesa, sino sentados en sillas, ó bancos, como hoy se acostumbra, particularmente en Europa; aunque digo, no se practicára entonces así, segun consta de Homero, el qual describiendo un convite, que tuvieron los Procos, dice761:


At Proci ingressi sunt, qui mox inde superbi
Ordine sederunt scamnis, & ordine thronis:

Sin embargo, creciendo despues con el tiempo el uso de los baños, y lavatorios, como lo observó muy bien un sabio Autor762, empezaron á cenar, no sentados en bancos, ó sillas, sino recostados en sus camas: sobre lo qual ya he notado, y advertido antes muchas cosas, de suerte que me haría ridículo, y molesto, si las volviera á repetir. Lo cierto es, que los Hebreos siguieron tambien esta costumbre, á que atendieron los Evangelistas, usando señaladamente de las palabras de estár echado, ó recostado, quando hacen mencion de haber comido Jesu-Christo, así en este lugar de que hablamos, donde dice el Evangelista: Y habiendo entrado en casa del Fariséo, se recostó á la mesa: como en otros muchos, que sería molesto el ponerlos aquí763. Esto supuesto, los que se acercaban á los convidados para servirles, ó prestarles qualquier otro género de obsequio, antes se ponian detrás, que delante, lo que les era mas facil, y podian executarlo con mas prontitud. Con efecto, leemos, que los siervos asistian á los pies de los convidados. Séneca dice764: Así que ameneció   —332→   el dia, el siervo, que habia estado á sus pies mientras cenaba, le contó lo que él habia dicho en medio de la cena estando borracho. Y en otro lugar: Entonces, despues de haber adquirido esta familia, comenzó á inquietar á sus convidados. Tenia á sus pies á aquellos, á quienes como les fuera pidiendo versos para irlos recitando, sucedia, que muchas veces se paraba en medio del verso, &c. De este modo se entiende facilísimamente, cómo pudo aquella muger, que roció con ungüento los pies del Señor, acercarse á él por detrás: lo que de otra manera, ni puede entenderse con facilidad, ni de ningun modo se puede entender. Finalmente, lo que señalada, y expresamente notó el Evangelista, él mismo lo ilustra admirablemente todo, diciéndonos, que la muger se acercó á Jesu-Christo, que le ungió, lavó, y enjugó sus pies, no estando arrodillada, ni postrada en tierra, sino en pie: Estando en pie (dice el texto) detrás á los pies del Señor. Baxo cuyas palabras no entiendo yo, que dicha muger exercitára para con Christo los obsequios, que refiere el Evangelio, estando enteramente derecha, y sin inclinarse, como lo notó muy al caso el Intérprete, que tantas veces he citado, y citaré en adelante765: sino que manteniéndose sobre sus pies, aunque inclinándose algun tanto, quanto era menester para honrar respetuosamente, y besar con puros, y castos ósculos las plantas de Jesus recostado en la cama; le ungió los pies, se los lavó, y enjugó con sus cabellos. Por lo que, será muy conforme al Evangelio, el pintar este hecho verdaderamente lleno de piedad, de amor, y de reverencia para con Christo, del modo que lo hemos descifrado; pero á no hacerse así, será una necedad, y ridiculez, y lo que es peor, contra la Fé, y narracion del Evangelio.

3 Hasta aquí he hablado de esta muger, sin hacer   —333→   ninguna distincion, y casi sin nombrarla, por convenir esto mas á mi intento. Mas, sobre saber, ó averiguar, qué muger fué esta, y si fué la misma que otra, ó que otras, cuyos hechos leemos en los Evangelios; es esta una qüestion, en que ya antiguamente se dividieron entre sí famosos Intérpretes, y que en estos últimos siglos, la han tratado varios con mucho empeño, y esfuerzo por ambas partes. Yo á la verdad, como que parece que estoy tratando una cosa enteramente diversa, podria omitir semejante qüestion. Mas, como el saber, quál fué dicha muger, conduce no poco para la inteligencia de la Pintura, diré ingenuamente lo que siento. En primer lugar, no llevo á mal, que los hombres doctos, de los quales puede cada uno, como dice San Pablo, abundar en su sentido, no siendo este contrario á los decretos, y definiciones de la Iglesia, tengan entre sí estas disputas, y juzguen en ellas segun su talento, y capacidad: particularmente en la qüestion, que tratamos ahora, en que han sido tambien diversos los pareceres de los Padres antiguos. Con todo, no me gusta, el que algunos adhieren con tanto teson á sus opiniones, que haciendo irrision de las contrarias (que son acaso mas probables) desprecian á los que las defienden, como á hombres, que no pasan mas allá de lo que sabe el vulgo.

4 Para decidir, pues, no con otros monumentos, sino con los de los mismos Evangelios, quál fué esta muger pecadora, que morando todavía Christo en Galiléa, le ungió los pies con ungüento, y se los lavó con sus lágrimas, conviene referir brevemente otros hechos de Jesu-Christo. Andando el Señor por la misma region de la Galiléa Meridional, una honesta, y piadosa muger llamada Marta, que tenia una hermana llamada María, hospedó á Jesu-Christo. Sucedió (dice S. Lucas)766   —334→   que yendo, entró el mismo (Christo) en cierto lugar: y una muger llamada Marta, le hospedó en su casa: esta tenia una hermana llamada María, &c. Digo, pues, que esta hermana de Marta, que se llamaba María, es la misma, y por decirlo segun la antigua costumbre, la mismísima, que el Evangelio llama muger pecadora, y la que entrando en casa del Fariséo, donde estaba convidado Jesus, ungió con ungüento los pies del Señor, y los regó con sus lágrimas. Y para mas clara inteligencia de todo esto, digo primeramente: que estas dos mugeres, á saber, Marta, y María, ambas queridas, y familiares de Jesu-Christo, no eran habitantes del país, y region de la Judéa, sino de la Galiléa Meridional, que no distaba mucho de los confines de Samaria: ni moraron en Judéa, sino pocos meses antes de la Pasion del Señor, como despues lo explicarémos mas. Lo segundo: que aquel pueblo, ó lugar, ó segun traduxo el Intérprete de la Vulgata, castellum, en Griego e)ij kw//mhn ti/na\, pues todo significa lo mismo; no estaba en la region de Judéa, sino en la Tetrarquía de Galiléa, junto al torrente Cison, como lo afirman los mas peritos Geógrafos, y los mas versados en estas materias767: y aun el mismo castillo, ó lugar, segun atestiguan los mismos, y tambien otros Autores, y entre estos San Gerónimo768, se llamó Magdalum, de donde, segun la terminacion Griega, se llamó María Magdalene, ó Magdalena. Lo tercero: que el hecho de ungir los pies á Jesu-Christo la muger pecadora, no aconteció en Judéa, sino en Galiléa, en uno de los lugares de aquella region; ó ya fuese este la misma Ciudad llamada Naim; ó bien otro qualesquiera. Todo esto se echa de ver claramente por la misma serie de la narracion, que nos hace el Evangelio. Ni esto lo niegan los Autores sabios,   —335→   que hacen distincion entre estas dos mugeres; antes en esto principalmente se fundan, para discernir la una de la otra. Finalmente, se debe tener siempre presente, que S. Lucas, luego que acaba de referir la uncion de los pies de Christo Señor nuestro, con que le obsequió aquella muger, que el Sagrado Historiador llamó pecadora; añade él mismo: Pero óiganse sus mismas palabras, aunque algo largas, pues favorecen en gran manera á la sentencia, que absolutamente tengo por mas verdadera: dicen así769: Sucedió despues, que el mismo (Jesus) iba caminando por Ciudades, y Lugares, predicando, y evangelizando el Reyno de Dios, y los doce con él, y algunas mugeres, que habian sido curadas por él de espíritus malignos, y de enfermedades: María llamada Magdalena, de quien habian salido siete demonios, Juana muger de Cusa, Procurador de Herodes, Susana, y otras muchas, que le servian de sus haciendas. Ved aquí, como refiriendo el Sagrado Historiador los nombres de las mugeres, que iban en seguimiento de Christo, y que de sus propios bienes (pues no eran mugeres de la ínfima plebe, sino que eran nobles, y bastante ricas) le subministraban lo necesario, pone la primera entre estas, á María, que se llamó Magdalena; esto es, del mismo lugar, ó castillo de Magdalón, de donde le vino este sobrenombre: en cuyo castillo (como hemos explicado ya, y todavía lo explicarémos mas) entró Christo Señor nuestro, quando se encaminaba derechamente á Judéa: Esta, pues, no era otra sino la hermana de Marta; y que ella misma fuese la pecadora, que habia ungido los pies á Jesu-Christo en casa de Simon el Fariséo, consta bastante de lo dicho.

5 Pero, para aclararlo todavía mas, y hacerlo mas perceptible, véamos lo que refiere S. Juan770: Habia   —336→   (dice) un enfermo llamado Lázaro, que era de Bethania, del castillo de María, y de Marta sus hermanas. Luego exâminarémos el sentido, que tienen, y exîgen estas palabras; exâminemos ahora las que inmediatamente se siguen: Era María (prosigue San Juan) la que ungió al Señor con ungüento, y le limpió los pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Aquí vemos la exâcta descripcion de María hermana de Marta, y de Lázaro; esto es, que fué aquella, y no otra, que ungió con ungüento los pies del Señor, y los limpió con sus cabellos. En cuyo lugar, el Evangelista San Juan, que nunca habia referido este hecho, atendió evidentemente á la descripcion, que de él habia hecho S. Lucas, como clara, y elegantemente lo afirma San Agustin en la concordancia de los Evangelios: donde, despues de otras muchas cosas dignísimas de leerse, y de haber alegado las palabras citadas, dice771: Diciendo esto S. Juan, pone por testigo á S. Lucas, que habia referido haber sucedido esto en casa de un cierto Fariséo llamado Simon. Ya, pues, habia executado antes María esta accion. Y yo, si es lícito conjeturar sobre esto algo mas, añado, que no por otra cosa, sino por la fuerza de la expresion, usó el Gran Padre S. Agustin de la diccion fecerat, habia executado, significando un hecho, sucedido ya habia algun tiempo, á saber, mas de un año antes, como verémos despues. Lo que se puede colegir tambien de algun modo, de las palabras, que usó el Evangelista en el texto original, que dice así: h)=n de/ mari/a h)/ a)lei/yasa to\n ku/rion mu/rw, las que nadie negará, que á la letra puedan traducirse de este modo: Era María, la que habia ungido al Señor con ungüento; particularmente habiéndolas traducido así un Intérprete gravísimo, y bien conocido772: porque to\ a)lei/yasa, es   —337→   participio del primer Aoristo del verbo alei/fo, que con bastante propiedad se puede verter por esta circunlocucion, que habia ungido, como expresamente lo hace la version Arábiga: por ser esta la fuerza del Aoristo, que aunque significa un tiempo indeterminado, y no indíque con bastante claridad, si el hecho sucedió, mucho, ó poco tiempo antes; sin embargo denota mas freqüentemente el tiempo, que ya pasó, aunque mediante interposicion de alguna detencion notable. Pero esto júzguenlo los demas; que á mí me basta haber insinuado esta breve reflexîon. Lo que ahora hemos de advertir con mas cuidado, como lo vió el Intérprete, que tanto he citado773, es, que aunque se ponen muchos argumentos para probar, que fueron estas, distintas mugeres; ó lo que es lo mismo, para probar, que la que expresa S. Lucas, es distinta de la que habla aquí S. Juan; sin embargo todos ellos juntos no tienen la fuerza de este solo, para convencer, que no fueron distintas, sino la misma. Quede, pues, sentado, que María, hermana de Marta, es la misma de la que habla San Lucas, y de quien dice, que ungió con ungüento los pies del Señor, y se los lavó con sus lágrimas. Probado ya (lo que despues todavía explicarémos mas) que María, hermana de Marta, es la misma, que el Evangelio llama María Magdalena; legítimamente se infiere, que dichas mugeres no fueron tres, ni dos tampoco, sino una sola: y que es enteramente la misma, la que en casa de Simon Fariséo ungió los pies al Señor, y la que se llama María Magdalena, que siguió á Christo desde Galiléa, y le socorrió con sus facultades..

6 Todo lo dicho se hará sin duda mas claro, y evidente, si soltamos antes las dificultades, que suelen, y pueden objetarse contra la opinion, que llevamos. La primera, que á algunos ha parecido insuperable, es esta:   —338→   Que á aquella muger penitente, de quien hace mención S. Lucas, expresa, y absolutamente la llama pecadora el Evangelista; ni solo esto, sino que significa haberse esparcido el rumor de su mala fama, ó como decimos comunmente, que pecaba con escándalo de todos. Pues todo esto dan á entender aquellas palabras774: Y hé aquí que una muger pecadora, que habia en la Ciudad. Lo que tácitamente reprehendió tambien dentro de sí el Fariséo, quando dixo hablando de Christo775: Este, si fuese Profeta, conocería quién, y quál es la muger, que le toca: que es pecadora: y lo que es mas, el mismo Jesu-Christo lo expresó, y si puede decirse así, lo exâgeró con aquellas palabras776: Sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho. Pero al contrario, de la hermana de Marta, en cuya casa entró el Señor, se hace mencion como de una muger santa, inocente, piadosa, de buenas, y loables costumbres: porque, ó ya se la considere en su misma casa, donde entró el Señor, la verémos sentada á los pies de Christo, recibiendo de él, no solamente con los oídos, sino mucho mas con el corazon, las palabras de vida eterna, en cuya atencion la alabó el mismo Jesu-Christo por haber elegido la mejor parte; ó bien se la considere en casa de su hermano Lázaro, hallarémos, que era amada del Señor, cuyo amor indica, y nos hace ciertamente justos, y santos, como lo expresó San Juan, quando dixo777: Jesus amaba á Marta, y á su hermana María, y á Lázaro: y que la misma se echó á los pies de Jesu-Christo778, ungiéndoselos con ungüento preciosísimo779. En vista de estas señales, y costumbres, podrá qualquiera conocer facilmente la hermana de Marta. Por lo que, tan lejos está el que se pueda pensar ser esta una, y la misma muger que la pecadora,   —339→   que no han faltado quienes la han tenido por virgen: entre los quales (lo que tratando de esta materia, me objetó á mí alguna vez un hombre muy sabio) uno de ellos es S. Methodio, Autor antiguo, piadoso, y erudito.

7 Confieso ser esta dificultad de mucho peso: pero no en tal grado, que por ella deba, ó pueda apartarse alguno del sentido, á lo menos tácito, que por tantos siglos ha dado á este texto la Iglesia Latina: la que celebrando á María pecadora, y á la hermana de Marta con la misma solemnidad, parece haberla mirado, y tenido siempre por una misma. Con efecto, algunos Autores de primera nota, piensan evadir facilmente la dificultad, diciendo, que á María hermana de Marta, la llamó el Evangelista pecadora; por haber sido antes de su conversion, y arrepentimiento, una muger dada á las pompas del siglo, á los aliños del cuerpo, á la superfluidad de los adornos, y vestidos, al juego, á los banquetes, y á otras vanidades de esta clase. Ni es de extrañar, dicen, que por esto la llame pecadora la Escritura; pues por lo mismo habia Dios amenazado antiguamente, segun Isaías780, terribles, y crueles suplicios á las mugeres mas nobles de Jerusalén. Pero yo, que aprecio mas el honor, y gloria de Jesu-Christo, que la fama de dicha muger, aunque despues santa, y piadosísima; juzgo de muy diverso modo, y afirmo dos cosas: la primera, que aquella pecadora, no fué una muger prostituta, como suelen serlo las mugeres públicas: por parecerme esto repugnante con la nobleza de su linage, y con sus riquezas; singularmente no constriñéndonos á tanta infamia las palabras del Evangelio: pero sí, que vivió con poca castidad, y sobriedad, y que tuvo (ademas de las cosas referidas, que por lo comun acompañan á la incontinencia) algun   —340→   trato menos honesto, lo que fué bastante para que de ella dixera el Señor: Sus muchos pecados son perdonados; y para que por este rumor, que habia cundido mucho, la llamára el Evangelista pecadora. Con todo, no debe inferirse de aquí, que esta fué distinta de la hermana de Marta; sin que á esto se oponga lo que antes hemos explicado de su santidad, y piedad para con Christo. Pues esto, solo convence, no que fué distinta de la pecadora, por lo que toca á la identidad de la persona, sino que despues de su conversion, fué tan fervorosa, y amante, que era muy diversa de la que antes habia sido. Y esta solucion nadie dexará de admitirla, con tal que sea hombre cuerdo, y pío, y no quiera insistir con tenacidad sobre la diversidad de costumbres, y de virtudes: como si hubiera sido vana la peticion del Real Profeta, y penitente David, quando pedia á Dios la mudanza de su corazon, y le decia781: Criad, Señor, en mí un corazon limpio, y renovad en mis entrañas un espíritu recto. Y si un Escritor de tanto nombre como es Methodio, fué de parecer, que María, hermana de Marta, vivió toda su vida tan pura, y santamente, que siempre conservó su virginidad; ¿qué podrémos responder á un testimonio de esta clase? Digo, que los hombres santos, y singularmente pios, como son muy fáciles en pensar, y juzgar lo mejor, no solo de los que son recomendables por su piedad, sí tambien de todos los demas; viendo las demostraciones tan grandes de amor, y de reverencia, que María, hermana de Marta, habia dado para con Christo; juzgó esto mismo de María, teniéndola por distinta, no solamente en las costumbres, y virtudes, sino tambien en la persona, de la pecadora.

8 Hacen despues este argumento contra nuestra sentencia verdaderamente antigua: Aquella muger pecadora,   —341→   que ungió al Señor, era Galiléa de nacion, como se puede conjeturar, y aun convencer con muchos argumentos: y lo mismo puede afirmarse de aquella María llamada Magdalena, que siguió al Señor desde Galiléa á Jerusalén. Y suponiendo por ahora, que esta fué la misma, que la pecadora; ciertamente fué Galiléa de nacion, y no Judía, esto es, de la region de Judéa, que ya poseían los Romanos, y la habian reducido en forma de Provincia. Es así, que María, hermana de Marta, como tambien la misma Marta, no eran Galiléas, sino Judías, como comunmente se dice, y afirma: Luego no fué la misma, la que era María, hermana de Marta, y María Magdalena, ó la Pecadora. Niego la menor, por hablar, y condescender en parte con el genio de la Escuela: la que no la ha de probar facilmente ningun erudito (bien que es esta una cosa, que se supone sí, pero no se prueba) de los que leen con menos cuidado, y diligencia los hechos Evangélicos. Ya diximos arriba, que Marta, y su hermana María, eran habitantes del pueblo, lugar, ó castillo de Magdalón (y que acaso tenian en él algun dominio), y que de allí le vino el sobrenombre á María, para distinguirla de otras muchas, que tenian este mismo nombre: ademas, que este fué el lugar, castillo, ó pueblo, donde entró el Señor, quando refiere el Evangelista, que Marta (que era la mayor en edad) le hospedó en su casa. Los Geógrafos, é Intérpretes, firme, y constantemente aseguran, que este lugar, ó castillo, está, no en Judéa, sino en Galiléa, y con mucha razon, pues hace mencion de él la Sagrada Escritura baxo el nombre de Mageddo782; y en el nuevo Testamento se hace tambien memoria del mismo lugar: donde sin embargo, en vez de Mageddo, nuestras Vulgatas, segun S. Gerónimo, léen Magedam783. Y que este mismo lugar,   —342→   que S. Gerónimo, en el pasage, que citamos arriba784 llamó Magdalón, estuviese colocado en la Galiléa Meridional, frente de Samaria, junto al torrente Cison, se tiene ya, y debe tenerse por cosa fuera de duda. Tan lejos está el ser verdad, que Marta, y su hermana María, fuesen habitantes de la region de Judéa, ó descendientes de allí, y no Galiléas, como antes hemos dicho.

9 Pero instará alguno con lo que dice San Juan785: Habia un enfermo llamado Lázaro, que era de Bethania del castillo de María, y de Marta sus hermanas. Bethania, que expresamente se dice el Castillo de Marta, y de María, no estaba en la region de Galiléa, sino de Judéa, puesto que no distaba mas de quince estadios de la misma Jerusalén, como es de fé, y consta por estas palabras de S. Juan786: Estaba Bethania junto á Jerusalén como unos quince estadios: quince estadios hacen una legua nuestra, aunque corta; ó para hablar con mas exâctitud, de las quatro partes de la legua, hacen las tres. Queda, pues, segun parece, destruído todo lo dicho hasta aquí: y así, Marta, y María su hermana, no se han de tener por Galiléas, sino por Judías; y de consiguiente hemos de decir, que María, hermana de Marta, no fué la misma que la pecadora, ó (si son distintas) con la que fué llamada Magdalena. Este es el argumento, que, á mi juicio, ha engañado á los Intérpretes, aun de los de primer orden, aunque algunos de ellos sientan con nosotros, y defiendan nuestra antigua sentencia, ni hagan distincion alguna entre María, hermana de Marta, y la Magdalena, ó muger pecadora: pues llevados de las palabras citadas, pensaron, que el castillo, ó lugar propio de Marta, y de su hermana María, no fué otro sino Bethania; y que allí fué, donde, segun refiere San Lucas, entró Jesu-Christo,   —343→   y donde le convidaron las dos hermanas. Lo que intentan persuadir por lo que dice el mismo Evangelista, haber esto acontecido, quando Christo iba con los suyos, conforme á aquellas palabras787: Sucedió que yendo (camino de Jerusalén, los Discípulos, y el Señor) entró él en un castillo: y una muger llamada Marta, &c. lo que interpretan, mientras que morando todavía Christo en la Judéa, se iba acercando ya á Jerusalén. Pero para desenredar todo esto, es preciso exâminarlo un poco mas.

10 Confieso desde luego, ser mucha verdad, que Marta con sus hermanos María, y Lázaro, habitaron en Bethania cerca de Jerusalén; y que allí sucedió la resurreccion de Lázaro, y la última uncion, que tributó á Christo su hermana María, con lo demas, que refieren los Evangelistas. Pero digo, que esto, solo aconteció pocos meses antes de la Pasion del Señor; á saber, quando así Marta, como María, y el mismo Lázaro estaban en Judéa, y acaso tambien aquel Fariséo llamado Simon, que convidó á Jesu-Christo, quando todavía moraba el Señor, y predicaba en Galiléa, y en cuya mesa le ungió la muger pecadora. Pues constando, que algunas mugeres ricas, y nobles siguieron al Señor, quando Christo dexando á Galiléa con ánimo de no volver mas allá, partió para Judéa, y se subió á Jerusalén, entre las quales se nombra en primer lugar á María Magdalena; entre estas, con razon contamos tambien á Marta su hermana, en cuya casa (situada en el lugar llamado Magdalón, el qual estaba sin duda, no en Judéa, sino en la Galiléa Meridional, junto al torrente Cison) entró el Señor yendo de camino, como nos lo refiere S. Lucas en el lugar citado. Esto, y no otra cosa, quiso significar el Evangelista, quando dixo: Sucedió, que yendo (camino de Jerusalén)   —344→   entró él (Christo) en un castillo, &c. esto es, quando salian de los confines de Galiléa, para entrar en Judéa; y no que entrados en Judéa, se fueran acercando ya á Jerusalén. Ni obsta tampoco, el que Bethania, parece que se llama el Castillo de María, y de Marta su hermana: porque se llamó así, no porque por algun título particular perteneciera á ellas; ni porque en aquel lugar hubiesen habitado mucho tiempo, sino solamente, porque á la sazon moraban allí. Y así, aquellas palabras, antes quieren denotar (segun pienso) que Lázaro (que estaba enfermo en Bethania), traía su origen del lugar de Marta, y de María sus hermanas: particularmente habiendo probado ya, que estas habitaron mucho mas tiempo en Galiléa, que en Judéa. Lo que se hará mas claro, con lo poco que nos resta que decir.

II Pero antes de apartarnos de Bethania, quiero probar, y confirmar mas, por los mismos hechos que se obraron en este lugar, que María hermana de Lázaro, y de Marta, no es distinta de María llamada Magdalena, ni de la misma muger pecadora. Esto último ya lo hice patente por aquellas palabras del Evangelio: Era María la que ungió al Señor con ungüento, y le limpió los pies con sus cabellos. Cuyas palabras hemos hecho ver bastante, que se refieren á la uncion, que hizo á Christo la Pecadora; no solamente por lo que sobre este pasage dice S. Agustin, sino tambien por el modo de hablar, y la significacion, y energía de las palabras, que usa el Evangelista. Porque el decir, que S. Juan habló aquí por la figura prolepsis, ó por anticipacion, refiriéndose á la uncion, que hizo á Christo María, hermana de Lázaro, y de Marta, despues de la resurreccion de su hermano, y como mas exâctamente lo notó el Evangelista788, seis dias antes de la Pasqua; aunque   —345→   no faltan graves Autores, que lo exponen así, sin embargo, por ser esta la interpretacion, que dan á este texto casi todos los hereges, con razon desagrada á un Intérprete Católico, y eruditísímo789. María, pues, hermana de Lázaro, y de Marta, ungió á Jesu-Christo, no una vez sola, sino dos veces: la primera en Galiléa, y la segunda en Judéa, en el Lugar de Bethania, donde habia ido siguiendo á Jesus con su hermano, y hermana: la primera uncion, la practicó llevada de un corazon arrepentido; la segunda, llevada de incendios de caridad, de reverencia, y de un singular amor para con Christo. Por lo que, en esta última ocasion (lo que tal vez sucedió tambien en la primera) se dice expresamente, que no solo ungió los pies á Jesu-Christo, como dice San Juan, sino que le ungió tambien la cabeza, como lo refieren S. Mathéo, y S. Marcos790, lo que denota una alma abrasada en incendios de amor, y de caridad. Pero (sino es ser molesto) exâminemos esto todavía mas, para que se haga mas patente la verdad. Como María, hermana de Marta, en casa del mismo Lázaro, esto es, en Bethania, hubiese ungido con ungüento los pies, y cabeza de Jesus; llevando esto á mal aquel pésimo ladron, que todavía estaba escondido baxo el nombre de Apóstol, y de Discípulo; volviéndose Christo á los suyos, les advirtió de esta manera791: ¿Para qué molestais á esa muger? ella ha hecho una obra buena para conmigo. Y poco despues: Porque ungiendo esta mi cuerpo, para sepultarme lo ha hecho. Lo mismo refirió San Marcos casi con las mismas palabras792: Hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro. Pregunto ahora, y deseo saber ¿quál sea la verdadera, y genuina inteligencia de estas palabras? (pues tienen   —346→   mucho de profético, y de prediccion de lo venidero) ¿qué es lo que ellas significan? ¿y con qué otras equivalentes podrian explicarse claramente? Me parece que con estas: ¿Qué es lo que veis en esa muger? ¿porqué os indignais contra ella? ¿porqué reprehendeis su caridad, y el obsequio, que ahora me está tributando? No se hacen aquí gastos superfluos: trátase de una cosa comun, y enteramente necesaria. Esta misma muger, que la veis ahora executando esta accion, deseará de aquí á pocos dias, ungir, y embalsamar mi cuerpo con ungüentos, y aromas, segun el uso de la patria: pero no se le permitirá á su amor, que pueda practicarlo. Hizo, pues, ella lo que pudo, ó quanto estuvo de su parte: y finalmente (usemos ya de las mismas palabras del Evangelista) hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro. ¿Acaso no es esta la oportuna interpretacion, y el sentido propio de dichas palabras? Lo es sin duda: y así las han entendido los Padres de la Iglesia, y los Intérpretes sagrados. Esto es lo que expresamente dixo Christo de María, hermana de Lázaro, y de Marta. Así nos lo enseñó el Evangelista S. Juan, que señaladamente la nombró793, el qual añade á lo que llevamos dicho: Dexadla que lo guarde (el ungüento) para el dia de mi entierro.

12 Veamos ahora, ¿qué muger fué, ó quál fué de las Marías, la que llevada de un singular afecto de ungir el cuerpo del Señor, deseó encarecidamente prestar este último oficio de piedad á Jesu-Christo ya difunto; pero que prevenida por su gloriosa Resurreccion, no pudo executarlo? Ciertamente no fué otra, sino la que llamaban Magdalena: pues esta fué la principal, que dirigió, y sirvió de guia á las demas. Pero óiganse las palabras de los mismos Evangelistas, que no nos arrepentirémos de haberlas trasladado aquí;   —347→   pues leídas estas, y confrontadas unas con otras, estoy persuadido á que nadie habrá, que ponga duda en ello. S. Mathéo, despues de haber hecho la descripcion de la sepultura del Señor, dice en el capítulo siguiente794: En la noche del Sábado, al amanecer el primer dia de la semana, fué María Magdalena, y la otra María á ver el sepulcro: pero aun mas expresamente S. Marcos, el qual, despues de haber referido el sepulcro del Señor, añade795: Pero María Magdalena, y María madre de Joseph, estaban mirando dónde se le ponia. Y luego dice796: Y como hubiese pasado el Sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron aromas para ir á ungir á Jesus, &c. Y S. Lucas describiendo todo este hecho, dice797: Yendo tambien las mugeres, que con él habian venido de Galiléa, vieron el sepulcro, y cómo habian puesto á su cuerpo. Y volviéndose, prepararon aromas, y ungüentos: y el Sábado reposaron conforme al precepto. Y prosiguiendo en hacer mas exâcta narracion de todo, añade798: El primer dia de la semana, muy de mañana, fueron al monumento, llevando las aromas, que habian preparado, &c. Y para que no se pusiera en duda quiénes eran, ó quál era la principal, y piadosa conductora de todas ellas, dice un poco mas abaxo799: Y eran María Magdalena, y Juana saber la muger de Cusa, Procurador de Herodes, de quien antes habia hablado), y María madre de Jacobo, y las demás que estaban con ellas, las que decian esto á los Apóstoles, &c. Finalmente, San Juan, á esta sola, como la mas ilustre de todas, y á quien ya antes habia alabado tanto el mismo Evangelista, así porque ella con su hermana, habia enviado al Señor rogándole por la salud de su hermano Lázaro; como porque despues de resucitado este, habia   —348→   ungido á Jesu-Christo: A esta sola, digo, llamándola con su propio nombre, dice así800: El primer dia de la semana, María Magdalena vino al monumento de mañana, quando todavía era obscuro: con lo demas que se sigue, que suplico al pío, y erudito Lector lo vuelva á leer, aunque lo haya leído muchas veces: pues confio, que haciéndolo, asentirá á mi dictamen, mientras no esté con ánimo demasiadamente preocupado. Pero pongamos algun exemplo. Dice, pues, S. Juan801: Fuéronse otra vez los Discípulos á su casa. Pero María (hé aquí la que ahora la llama sin sobrenombre, por ser muy conocida de todos los Apóstoles) estaba llorando al sepulcro, fuera, &c. Y poco despues: Dícele Jesus: María. Volviéndose ella, le dice, &c. Y concluye con estas palabras: Vino María Magdalena anunciando á los Discípulos, que habia visto al Señor. O yo estoy ciego, ó en todas estas narraciones del Evangelio, no se significa, ni demuestra otra con el nombre de María Magdalena, que con tanto anhelo deseaba ungir el cuerpo del Señor ya difunto, sino María hermana de Lázaro, que habia ungido en Bethania á Christo, quando aun vivía802; la qual, estando ya el Señor condenado á muerte, no se estuvo ociosa en su casa, sino que corrió, ó mejor diré, voló, para tributarle aquel obsequio, y reverencia, á que le inclinaba su amor, y su caridad: y por tanto, ella fué, y no otra, la que con nombre de María Magdalena estuvo al pie de la Cruz803, y la que procuró investigar diligentemente el lugar de su sepulcro. Todo lo expresa pia, y elegantemente aquel Hymno:


Adstare non timet Cruci,
Sepulcro inhæret anxia,
Truces nec horret milites:
Pellit timorem charitas.

  —349→  

Finalmente, por no alargarme demasiado, esta es la misma María Magdalena, que habiendo ungido á Jesu-Christo, quando aun vivía, y anhelando ansiosamente tributarle este mismo oficio despues de muerto, habia oído del mismo Señor: Hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro.

13 Esto era bastante para hacer ver, que no era otra María Magdalena, que María hermana de Marta, y que tampoco era distinta de aquella famosa muger, que el Evangelista llamó pecadora, como he procurado manifestarlo. Pero quiero añadir aun algo mas. Como María hermana de Marta hubiese ungido á Christo; sobre aquellas palabras, que tantas veces hemos repetido, añadió Jesus804: De verdad os digo, que donde quiera que se predique este Evangelio en todo el universo, se dirá tambien lo que esta ha hecho para memoria suya. Lo que refirió tambien S. Marcos casi con las mismas palabras805. Arguyo así: En la Iglesia Católica Romana, que abraza á todo el mundo, ó por lo menos, es la mayor parte del Universo, de que se hace mencion en el Evangelio; se refiere, se cuenta, y alaba este hecho, no de pocos años, ó de algunos siglos á esta parte, sino muchos siglos hace, segun la prediccion de Christo. ¿Mas cómo, ó de qué manera se nos propone esta accion? Ciertamente no de otra, sino entendiendo, y celebrando como una misma muger, la que quando pecadora ungió con ungüento los pies del Señor, y se los lavó con sus lágrimas; esto es, la hermana de Marta, por cuyos ruegos movido el Señor, resucitó á Lázaro, que quatro dias habia, que estaba enterrado: y la que ungió tambien á Jesu-Christo estando ya muy cercano á padecer: y finalmente, la que llamada por sobrenombre Magdalena, vió la primera de todos, á excepcion de la Santísima Virgen,   —350→   á Jesu-Christo resucitado, y triunfante de la muerte. Y que todo esto sucedió así, era muy facil probarlo por el Oficio, que rezamos todos los años el dia veinte y dos de Julio. Argumento, que (en mi juicio) lo debe tener en mucho qualquier hombre sabio, y que juzgue de las cosas con piedad, prudencia, y cordura.

14 Pero quitemos aun los mas leves reparos, que podrian quedar de María llamada Magdalena: refieren los Evangelistas, que estuvo poseída de siete demonios: pues S. Lucas, refiriendo las mugeres, que siguieron al Señor desde Galiléa, dice así806: Algunas mugeres, que habian sido curadas por él de espíritus malignos, y de enfermedades: María, que se llama Magdalena, de quien habian salido siete demonios, y Juana, &c. Y S. Marcos contando la aparicion de Christo, en que se manifestó á María por sobrenombre Magdalena807: Primero (dice) se apareció á María Magdalena, de quien habia echado siete demonios. Es así, que esto, aunque de algun modo pueda entenderse, y adaptarse á aquella muger pecadora; ó ya, porque en nombre de los siete demonios, haya querido significar el Evangelista los siete vicios capitales, como lo dice expresamente un Varon, Magno por sobrenombre, y por su gran santidad808, el qual siente totalmente con nosotros, como se echa de ver por las siguientes palabras: Esta (dice S. Gregorio) que S. Lucas llama muger pecadora, y S. Juan la llama María, me persuado ser aquella María, de quien asegura S. Marcos, que fueron echados siete demonios. ¿Y qué otra cosa se denota por los siete demonios, sino todos los vicios? Pues así como en siete dias se comprehende todo el tiempo, así se figura muy bien toda universalidad baxo el número de siete. Tuvo, pues, María siete demonios en sí, pues estuvo llena de todos los vicios: O ya tambien (lo que es mucho   —351→   mas probable)809, porque efectivamente echó Jesu-Christo siete demonios de María Magdalena: Aunque esto, digo, pueda cómodamente entenderse de aquella muger pecadora, con dificultad parece se puede, ó debe entender de María hermana de Marta, por las pruebas, que dimos arriba, de su probidad, y virtud. Pero, como antes hemos probado con bastante evidencia, que la hermana de Marta, fué la misma, que la pecadora, no hay para que detenernos mucho en afirmar, que esta misma María Magdalena, de quien salieron siete demonios, es la misma María hermana de Marta, singularmente admitiendo ser esta Magdalena la misma muger pecadora. Repase, le ruego, el pío, y erudito Lector, y lea con atencion todo lo que hemos dicho en esta breve disertacion; y ciertamente no encontrará las dificultades insuperables (que algunos se persuaden) en aprobar esta sentencia comun, y que de muchos siglos acá, ha recibido la Iglesia, por lo menos, la Latina. Pero pasemos á otra cosa, sin perder de vista nuestro asunto, en que siempre insisto, y de donde nos habiamos alejado algun tanto.