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«Llamado por Edictos, que se fixaron en los lugares públicos, tubo la osadía de arrojarse a insultar, como defacto insultó una Hacienda», reza el edicto de 22-XII-1780 y Juan de Alfeñique se refiere al «viaje que quitó los edictos que estavan puestos en los parajes públicos de Mairena» (apud Santos Torres, 1987, 53).

 

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«Pública y visible, la ejecución que es una verdadera fiesta macabra -la única que el pueblo puede presenciar íntegramente, participando de alguna manera en ella- es a la vez espectáculo y edificación, el éxito de aquel viene a fortalecer la eficacia de esta: un espectáculo en el que los papeles están repartidos y cuya moral se lee en el esperado desenlace» (Bertrand, Carol, 2003, 17).

 

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En este romance manuscrito, se alude a la voz pública: «Dicen que Diego Corriente / robaba con mil primores / porque robaba a los ricos / y favorecía a los pobres». «No cabe duda que las coplas de ciego que corrían en él en vida, y, sobre todo, después de su ajusticiamiento en 1781, siguen alimentando la historia posterior del célebre personaje», afirma Moreno Alonso (2000, 82), sin dar ejemplos.

 

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Véase Fernández Monte (2002).

 

15

Véase, por ejemplo, Guereña (2000) o Maza Zorrilla (2002).

 

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Según Blanco White, «la gente pobre pasa la mayor parte de la noche charlando en la puerta de sus casas huyendo del intolerable calor del interior» «… lo que nos lleva a pensar que la realidad del bandolerismo era un tema diario 'de tertulia' más allá del inmediato y más cotidiano del de los ladrones y salteadores de caminos», escribe Moreno Alonso (2000, 84).

 

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«Se hizo Ladrón y capitán de bandidos célebre amedrentando el país, poniendo a contribución, grande espíritu y viveza, robustez incansable rara osadía y astucia y como era liberal con los de su esfera, les decía que él sólo quitaba a los ricos para dar a los pobres; las gentes de campo generalmente no estaban mal con él, y los capataces y aperadores, por miedo, le daban cuanto pedía; por lo que, entre otras cosas, dijo estando en capilla que los capataces eran mejor que los amos» (apud Santos Torres, 1987).

 

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Si nos fiamos de la fecha de redacción del manuscrito de La Familia de Albareda no obstante publicada por primera vez en el folletín de El Heraldo (7-26-IX-1849). Pero conste que existe una segunda versión que pudo tener en cuenta el ambiente de los años 1840…

 

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Véase al respecto, Álvarez Barrientos, Romero Ferrer (1998).

 

20

Véase Caro Baroja (1969, 202-203).

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