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«Una olla sin tocino sería tan sosa como un volumen sobre España sin bandidos», asegura Richard Ford (apud Moreno Alonso, 2000, 94).

 

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Véase, por ejemplo, «El Vandolero» de Rodríguez Rubí (1841, 90): «Con mano generosa / reparto mi riqueza».

 

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Con música del maestro Sanz. Aquí nos enfrentamos con unos problemas muy prosaicos de documentación y fechas, ya que no sabemos si esta canción o composición que luego se publicará como tal en Los andaluces es anterior a la obra dramática (no he podido leer artículo sobre vida de G. de A. de José Manuel Campos (1998)), aunque parece lógico que así fuera y que, como las numerosas canciones andaluzas de entonces («Los toros del puerto», «Pepiya andaluza», etc.), se cantara en los cafés, «espacios de difusión de bailes y cantes» (Romero Tobar, 1998).

 

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Véase al respecto, Pérez Moreno (1997).

 

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Véase, por ejemplo, Palacios Fernández (1993).

 

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Recuerda Leonardo Romero Tobar (1998) que «desde los escenarios de Madrid se devolvía al resto del país una fórmula dramática marcada por su auto-referencialidad» y Pérez Moreno (1997) que «la obra se estuvo repitiendo más de un mes seguido sólo interrumpido a causa del movimiento político», y fue un «rico manantial de plata». De hecho existe, al menos 8 ediciones de la refundición en 4 actos, y sabemos, por ejemplo, que Diego Corrientes y Las baritas tuvieron en Garrucha (entre el 8 y el 15-VIII-1875) 166 espectadores, 430 en Baza el 13-IX-1875 y más de 150 en Vélez Blanco el 7-X-1875 (Botrel, 1977).

 

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El procedimiento se construye con el apoyo de una serie de didascalias: «se oye una voz que canta lejos», «la voz canta más cerca», «la voz muy cerca», «se oyen las pisadas de dos caballos que paran y el ruido producido por dos hombres que bajan sin estribos», lo mismo se observa en la versión para el Pasillo derivado del drama andaluz de Gutiérrez de Alba «se oye una voz», «la voz más cerca», «la voz más cerca».

 

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Véase, por ejemplo, lo que dice Consuelo (Acto I, escena 2): «Diego no es malo: siempre anda por los caminos, y a naide le jase daño. Er, cuando a un rico se encuentra, si acaso le quita argo, es pa socorré a los probes, que están mas necesitaos» o lo que afirma Diego ( Acto I, esc. 12: «Disen que soy ladrón, / porque sargo a un ventorriyo / y le aligero el borsiyo / a argun grande señoron / Pero no isen cuando voy / y me encuentro a un esdichao, / y lo que al rico he robao, / pa que se ampare, le doy». Lo mismo se encuentra en la Canción: «En busca de mi fortuna / por la vereítas ando, / y con lo del rico doy / al pobre necesitao» (apud Caro Baroja, 1969, 219) y en el Pasillo: «A una taberna llegué / sorté un puñao é plata allí / y a tó er que se arrimó a mí / muy gustoso convié» (apud Caro Baroja, 1969, 276). Conste, por otra parte, que no es una característica exclusiva de Diego Corrientes, y la encontramos ¿por contaminación? en José María o el bandido valeroso. Pasillo andaluz, con la parrafada final: «Ya no habrá en Andalucía / quien robando al poderosos, / lo diera al menesteroso, / a quien más falta le hacía. / Ya se acabó el valeroso, / entre el valiente temío / que pa el rico (e) aborrecío / y pa el pobre generoso» (apud Caro Baroja, 1969, 275). Luego, de manera regresiva, la leyenda se valdrá de anécdotas y episodios, emblemáticos de la generosidad o del desafío a la autoridad, ya manejados en romances o comedias como el lance de Esteban en cuarta parte de los romances del valiente Francisco Esteban (cf. Cruz Casado, 1998, 89), aprovechado en El rayo de Andalucía y Guapo Francisco Esteban (1848) de Francisco Sánchez del Arco.

 

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Véase la «Diegocorrentiana» publicada en Botrel, 1986.

 

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Esta edición reproducida por Joaquín Marco (1977, II, 449) lleva el n.° 96, pero no consta entre los impresos publicados entre 1842 y 1849, según Luis Estepa (1998, 165). Allí se encuentra lo de «y con er rico zocorro / al probe necesitao» y se trata de un relato en presente, con una mezcla de narración y discurso directo, con «diálogos» en las coplas 11-12, ritmado cada dos cuartetas, como en la tradición operística o popular, por el prenunciativo estribillo («Aquí muero por mi culpa…») de un coro representante de la voz pública o de la fama…

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