A la orilla de un pozo A un mancebo un anciano preguntaba A un panal de rica miel A una bella Abrid al sol vuestros cálices, Al armiño decía Al Occidente de Europa Al salir con las yuntas Ángel hermoso que a mi lado velas, Arroyo que en lecho de arena Bello grupo de hermosas estrellas, Bendita seas, ¡Bendita tu pasión, Jesús divino, Cierto joven pretendía, Clara es una niña hermosa Con diabólico estruendo, Con paso presuroso, la faz llena de llanto, Cuando a mi pobre aldea Cuentan de un sabio que un día De frase extranjera el mal pegadizo De manos del Artífice divino De Paquito Deja volar, hija mía, Del mar al cielo Dijo una vez la bocina Dime, niño, ¿por qué causa Dime, Padre común, pues eres justo, ¿Dónde vas, zagal cruel, Dos jaulas juntas había Dos niños la tarde Duerme en la cuna el inocente niño, Dulcísimos ecos ¡El amado de Dios es mi embeleso!, El santo pastorcillo perseguido En cierta catedral una campana había En una casa de campo En una noche de estío Era el otoño, iluminaba el cielo, Escucha, oh Dios del cielo Estaba el niño Gil postrado en cama Fabio, las esperanzas cortesanas Fausto consuelo de mi triste vida, Hay un sitio en la orilla del río Hay, según los navegantes, Horas de calma y sosiego, Insectillo La luciérnaga una noche, Lo que hoy las hormigas son María, cuyo nombre Mejor que Febo asoma rutilante Mil y mil y veces Muy de madrugada Nada busques con ansia y con anhelo ¡Niño feliz!, hermoso, le llamaron, Niños, que de seis a once No busque el alma cristiana No hay Dios, dice el ateo. ¿En dónde existe? No llores, niño inocente, Oh flores, que un día ¡Oh tumbas, oh ruinas! ¡Oh!, ¿dónde estás?, en vano te he buscado «Para mí da la tierra tantos frutos, ¡Pobre madre!, está llorando Por catar una colmena Por el ameno campo Por no saber la lección Por una estrecha hendidura -¿Qué causa, infeliz, he dado ¿Qué valen las caricias, Quien pobló el cielo de estrellas Saltando y triscando alegre ¡Señor del universo! ¡Señor!, pasar veo mis días de luto Señor, de bondades fuente, Siempre que el pueblo de Israel corría Sorda mugiendo tempestad lejana Tan niño soy que no sé Tantos y tales trabajos ¡Te vas, mi dulce amigo, Un hombre vi de corazón valiente, Un niño goloso Un oso con que la vida Un pájaro inocente Un poco Una mujer sublime Vagaba por los montes Venid, pastorcillos, Vierte alegre la copa en que atesora ¡Y estamos condenados Ya brilla la aurora Ya del Betis Yo nací pecador: nací llorando, Yo que al alma inmortal busqué alimento Yo te veo, Señor, en las montañas
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