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ArribaActo III

 

La escena representa un salón del castillo de Orgaz: arquitectura de carácter triste y sombrío. En el fondo, una gran ventana, dividida por dos columnas muy ligeras en tres claros o ventanas menores. Las tres ventanas, abiertas; por ellas se ve el fondo, completamente oscuro, del cielo. A la derecha del espectador, primer término, una enorme chimenea con fuego; en segundo término, una puerta que conduce a las habitaciones que ha de ocupar LAURA; entre la chimenea y la puerta, un trofeo de diversas armas. A la izquierda, dos puertas: la de primer término conduce a las habitaciones destinadas a MONCADA; la de segundo término da paso a un corredor que termina en la explanada del muro y que está en comunicación con la escala de la torre. Se supone, además, que entre las habitaciones de MONCADA y este corredor hay comunicación directa. Entre ambas puertas, un gran retrato de cuerpo entero que representa a DON JUAN cuando era mozo. A la izquierda, primer término, una mesa y un sillón; sobre la mesa, una luz. A la derecha, junto a la chimenea, dos taburetes. Una lámpara pendiente de la bóveda. Es de noche.

 

Escena I

 

ORDOÑO y MENDO, sentados a la chimenea, cuyo fuego avivan.

 
MENDO
Mala noche, amigo Ordoño.
ORDOÑO
Mala noche, amigo Mendo.
MENDO
Para este huracán del diablo
está el castillo muy viejo.
ORDOÑO
Las torres se bambolean 5
desde la almena al cimiento.
MENDO
Al anochecer se hundió
de la muralla un buen lienzo.
¿Bajaste a ver los escombros?
ORDOÑO
Bajé; y el foso está lleno: 10
si hay quien pretenda asaltar
el castillo, ¡vive el Cielo!,
que ya brecha practicable
lluvias le abrieron y vientos.
MENDO
El foso, por el derribo; 15
la muralla, por el hueco;
esta torre, por las rejas
que suben de trecho en trecho
del zócalo a la ventana,
y por los monstruos horrendos 20
de piedras que las adornan
cual fantásticos engendros,
juro que no hay en el valle,
Ordoño, un solo montero
que en cuatro saltos no llegue 25
a este salón.
ORDOÑO
Ya lo creo.
MENDO
De Orgaz el noble castillo
rinde ya su propio peso,
o del aire las injurias,
o las injurias del tiempo. 30
ORDOÑO
Mal se apresta a recibir
a su señor y a su dueño;
mal a la bella condesa,
cuando ante sus plantas fiero,
en vez de tender alfombras, 35
sólo escombros va tendiendo.
MENDO
De la boda bien no auguro.
Pero, en fin..., aviva el fuego.
 

(Pausa. Avivan el fuego de la chimenea.)

 
¿Viste la puesta del sol?
ORDOÑO
Toda la tarde allá dentro 40
pasé arreglando salones,
que son muchos los viajeros:
Albornoz y doña Laura,
por una parte, y agrego
don Rodrigo y la marquesa; 45
paje, damas, escuderos
además; dueñas sin duda,
venerables por supuesto,
de las que será el castillo
quizá el hermano gemelo, 50
y cuenta que con la gente
menuda yo nunca cuento.
Me hablas de puesta de sol...
¡Soles a mí!... ¡Por los cuernos
de Satán!
MENDO
Pues yo la vi.
55
ORDOÑO
¿Tú la viste? Lo celebro.
MENDO
Desde aquel sitio.

 (Señalando a la ventana.) 

ORDOÑO
¡Famoso!
MENDO
Todos los vidrios abiertos,
y allá el ocaso, y el sol
en negras nubes envuelto. 60
De repente un rojo rayo
las rasgó como un acero,
y vino a dar en la frente
de aquel retrato, de lleno.
ORDOÑO

 (Volviéndose sin levantarse tal taburete y mirando el retrato de DON JUAN.) 

Albornoz veinte años ha 65
era un hermoso mancebo.
MENDO
Hermoso, tienes razón;
pero algo triste y siniestro
vi en ese rostro al herirle
del sol el postrer reflejo. 70
Y no es esto sólo.
ORDOÑO
¿Hay más?
MENDO
La vista bajé al momento,
y vi del bosque salir,
montado en un potro negro
en blanca espuma bañado, 75
a todo escape un mancebo,
como ese retrato hermoso,
como el retrato siniestro,
el sol también en su frente,
flotando al aire el cabello. 80
¿Fue ilusión? Yo no lo sé,
pero ¡era igual al del lienzo!
Sólo que estaba tan pálido,
que con ser humano el cuerpo,
y aquello un cuadro no más, 85
creyeran todos, al verlos,
vivo al de aquella pintura
y al del negro potro muerto.
Miró al castillo un instante;
hundió sus dos manos luego 90
en la revuelta melena;
los acicates sangrientos
en los ijares del bruto
clavó, al bruto revolviendo,
y se alejó del castillo 95
mesándose los cabellos.
Hundióse el sol en ocaso,
en sombras quedó ese lienzo,
y entre las sombras del bosque
perdióse el del potro negro. 100
ORDOÑO
Mal presagio, si es verdad
que ya rondan caballeros,
castillo que tan mal puede
guardar, por ruinoso y viejo,
hechiceras castellanas 105
de ojos azules o negros.
 

(Se oye el ruido del puente levadizo.)

 
Pero escucha..., cayó el puente...,

 (Levantándose y asomándose a la ventana.) 

pasan muchos..., serán ellos.
MENDO
Vamos allá.

 (Se levanta.) 

ORDOÑO
Vamos, sí.
MENDO
Se acercan.


Escena II

 

MENDO, ORDOÑO, BRÍGIDA y RAMIRO. Los dos últimos, por la izquierda, segundo término.

 
BRÍGIDA
¡Gracias al Cielo
110
que llegamos!
ORDOÑO

 (A MENDO.) 

¡Una dueña!
BRÍGIDA
¡Qué cansada!... ¡Yo me muero!
Ramiro..., dame tu mano...,
ayúdame... Tú eres bueno...,

 (Va caminando apoyándose en RAMIRO.) 

dulce..., amable..., complaciente. 115
Gracias..., gracias...

 (Llega a uno de los taburetes e intenta sentarse pero no puede conseguirlo por la rigidez de sus huesos y el dolor del cansancio.) 

¡Ay, no puedo!
No te pareces a Nuño...

 (Apoyándose en RAMIRO.) 

Al fin...

 (Mirando a ORDOÑO y a MENDO, después de sentarse.) 

¡Hola, aquí tenemos
dos hidalgos! Dios os guarde.
MENDO
Y él a vos.
BRÍGIDA
A lo que pienso,
120
¿sois de la casa del conde?
ORDOÑO
Acertó de medio a medio
la muy venerable dueña.
BRÍGIDA
Pues se acerca vuestro dueño:
conque salid a esperarle. 125
ORDOÑO

 (Aparte, a MENDO.) 

Por no ver tal estafermo,
fuera yo a esperar al diablo
a las puertas del infierno.
 

(Salen ORDOÑO y MENDO por la izquierda, segundo término.)

 


Escena III

 

BRÍGIDA y RAMIRO. Este último hace un movimiento para seguir a los escuderos.

 
BRÍGIDA
No te vayas, no, Ramiro.
Ven; más cerca.
RAMIRO

 (Aparte.) 

¡Qué tormento!
130
BRÍGIDA
Tras de los hombres de guerra
se va siempre tu deseo.
Aún eres niño.
RAMIRO
No tanto.
A Nuño, el buen escudero,
lanza, caballo y espada 135
preguntad cómo manejo.
Preguntad a don Fernando...
BRÍGIDA
Fácil es. Si no sabemos,
dónde está. Tú ya recuerdas
que el infeliz cayó enfermo 140
con una fiebre..., ¡qué fiebre!
Que el marqués, terco que terco,
mientras Fernando luchaba
con la agonía en el lecho,
de Laura la voluntad 145
torció con mano de hierro;
y que al fin, esta mañana,
ella de angustia muriendo
y el de Albornoz de ventura,
se casaron.
RAMIRO
Bien me acuerdo
150
Pero esta mañana vi
a don Fernando en el templo.
BRÍGIDA
¿Tú lo viste?
RAMIRO
Sí, por Dios,
pero no más que un momento:
en un pilar apoyado, 155
casi entre sombras envuelto.
La lámpara de la Virgen,
con resplandores inciertos
a veces iluminaba
aquel rostro triste y bello; 160
y era tal su palidez,
que pensé un instante al verlo
que estatua de mármol era
que del funerario lecho
de algún sepulcro se alzaba 165
para reclamar, siniestro,
al conde su bella esposa,
y a Laura sus juramentos.
Un «sí» se oyó en el altar,
se oyó un gemido en el temple, 170
y del pilar en la sombra
desapareció el mancebo.
BRÍGIDA
Pues se ignora desde entonces
de Fernando el paradero.
Por eso doña Violante, 175
los amorosos extremos
del desesperado mozo
con mucha razón temiendo,
acompaña a doña Laura
a este castillo funesto, 180
a pesar de los pesares
y de sus tristes recuerdos.
¿Por eso digo? Además,
otras razones sospecho
que debe tener, Ramiro; 185
hace días que yo observo
que es la marquesa la sombra
de su esposo.

 (Pausa.) 

Junto al lecho
de Fernando, Nuño y ella
con sigilo y con misterio 190
hablaron. Lágrimas hubo;
a Nuño quiso el mancebo
en un rapto de furor
matar; mas cayó de nuevo
en el delirio. Ese Nuño... 195
que habló el marqués yo recelo...;
aquella carta...
RAMIRO
¿Qué carta?
BRÍGIDA
¡Miren el mal rapazuelo
y qué curioso!
RAMIRO
Si yo...
BRÍGIDA
Bien que la calpa me tengo. 200
RAMIRO
En verdad...
BRÍGIDA
¡Digo que calles!
 

(Rumor lejano.)

 
Que al fin han llegado creo.

 (Escuchando.) 

Ayúdame a levantar.

 (Se levanta.) 

¡Ay..., que apenas me sostengo!


Escena IV

 

DON JUAN, LAURA, DON RODRIGO, DOÑA VIOLANTE, NUÑO, MENDO, BRÍGIDA y RAMIRO. Los nuevos personajes entran por la izquierda, segundo término, y se colocan en el orden siguiente, de izquierda a derecha: DON JUAN y LAURA, DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO, NUÑO y MENDO, BRÍGIDA y RAMIRO; estos últimos, ya junto a la chimenea. NUÑO mira al salón con curiosidad; DOÑA VIOLANTE, con espanto; la actriz interpretará como su talento le inspire esta situación difícil.

 
DON RODRIGO
Tú desfalleces, Violante. 205
DOÑA VIOLANTE
Es el cansancio no mas.

 (Aparte.) 

¡Pensé no volver jamás!
NUÑO

 (Aparte. Mirando el retrato de DON JUAN.) 

De aquel retrato el semblante...
DON JUAN

 (A LAURA.) 

Voy tu mirada buscando,
y no encuentro tu mirada. 210
DOÑA LAURA
Madre..., madre...

 (Como huyendo de DON JUAN y acercándose a DOÑA VIOLANTE.) 

DOÑA VIOLANTE
Laura amada...
DOÑA LAURA

 (A DOÑA VIOLANTE, en voz baja.) 

¿Dónde está..., dó está Fernando?
NUÑO

 (A MENDO, en voz baja, señalando el retrato.) 

¿Quién es el mancebo aquel
de hermosa y soberbia faz?
MENDO
¿Quién ha de ser?

 (Aparte.) 

El de Orgaz
215
cuando mozo.
NUÑO

 (Aparte y con alegría.) 

¡Al fin!... Es él.
¡Tu instinto, Nuño!
 

(DON JUAN se aproxima a LAURA y a DOÑA VIOLANTE, y los tres quedan a la izquierda. MENDO se acerca a BRÍGIDA y a RAMIRO y forman otro grupo a la derecha; en el centro quedan DON RODRIGO y NUÑO.)

 
Señor...

 (A DON RODRIGO.) 

¡Lo sé todo..., todo!
DON RODRIGO

 (A NUÑO.) 

¿Tú?
NUÑO
¡Le encontré!... ¡Por Belcebú!
DON RODRIGO
De la vida del traidor 220
yo decidiré más tarde
como cumpla a mi derecho.
 

(DON RODRIGO se separa de NUÑO y se acerca a DOÑA VIOLANTE; los dos, DON JUAN y LAURA, forman un grupo a la izquierda; siempre a la derecha, BRÍGIDA, MENDO y RAMIRO; NUÑO queda en el centro.)

 
NUÑO

 (Aparte.) 

Mientras dormís en el lecho,
yo castigaré al cobarde.
DON RODRIGO

 (En voz alta, dirigiéndose a LAURA.) 

Ya mi obligación cumplí; 225
a noble esposo te doy,
y libre quedo desde hoy
de la palabra que di.
Yo te amparé en tu orfandad
con mi casa y con mi espada; 230
mas ya cesa de Moncada
la paterna autoridad.

 (Dirigiéndose a DON JUAN.) 

La tomasteis por esposa
violentando su deseo;
hoy vuestra esposa la veo; 235
hacedla, conde, dichosa.
Pero tengo corazón,
quiero a esa niña, y si cesa
autoridad que me pesa,
no cesa mi protección. 240
Una noche os vi asaltar
mi palacio; no os maté,
cual debí, porque pensé
más justo su honor salvar.

 (Señalando a LAURA.) 

Quizá fuí con Laura duro; 245
mas la traigo pura y bella:
no me hagáis volver por ella,
porque entraré por el muro.
DON JUAN
No ha menester en rigor
abrir al muro portillo. 250
quien ya dentro del castillo
es del castillo señor.

 (Inclinándose cortésmente.) 

DON RODRIGO
Violante está fatigada.
DON JUAN
Yo mismo os conduciré...
DON RODRIGO
No permito...
NUÑO

 (Aparte.) 

Volveré.
255
DON RODRIGO
Adiós, Laura.
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte; abrazando a LAURA.) 

¡Desdichada!
 

(DOÑA VIOLANTE, DON RODRIGO y DON JUAN se dirigen hacia la izquierda, primer término. LAURA queda en el centro.)

 
BRÍGIDA

 (A MENDO.) 

¿Y nosotros?
MENDO

 (Señalando la puerta de la derecha.) 

Por allí.
DON JUAN
Pronto, Mendo, ve delante.
DON RODRIGO

 (Despidiéndose.) 

Albornoz...
DON JUAN

 (Saludando.) 

Doña Violante...
BRÍGIDA
Vamos, Ramiro.
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Ay de mí!
260
 

(Salen por la izquierda, primer término, DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO, y detrás, NUÑO, precedidos por MENDO, que, al llamarle DON JUAN, se separó de BRÍGIDA y de RAMIRO y tomó la luz que había sobre la mesa. Hasta la misma puerta los acompaña DON JUAN, y en ella queda hasta que desaparecen. LAURA, en el centro. La escena, iluminada tan sólo por la lámpara que pende de la bóveda. BRÍGIDA y RAMIRO salen por la derecha, al mismo tiempo que DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO.)

 


Escena V

 

LAURA y DON JUAN. DON JUAN, en la puerta de la izquierda, contemplando a LAURA. Ésta, en el centro, sin mirarle; DON JUAN se acerca lentamente.

 
DON JUAN
Laura, Laura, ¡compasión
en esta implacable lucha;
y aquí en el silencio escucha
la voz de mi corazón!
 

(LAURA vuelve la cabeza y le mira un momento.)

 
Pero hasta haberme escuchado 265
no fijes en mí los ojos,
no me hables de tus enojos;
recuerdos de lo pasado
de tu espíritu destierra,
y piensa que nunca fue 270
amada cual yo te amé
mujer alguna en la tierra.
Yo sufro con tu dolor,
yo maldigo mi egoísmo;
mi alma, Lauira; es un abismo, 275
pero un abismo de amor;
¡tan grande, que ya de todo
me siento por ti capaz!
Vuelva la dicha a tu faz,
y si acaso buscas modo 280
y término a tu sufrir,
pronuncie tu labio puro,
sólo una vez: «¡Te amo!», y juro
ante tus plantas morir.
Una palabra de amor, 285
una tan sólo, y después
libre por siempre te ves
de este pobre soñador.
Dime: «¡Te amo!», y caigo inerte;
tan sólo una vez: «¡Te adoro!» 290
¡no es para secar mi lloro,
es para darme la muerte!
DOÑA LAURA
¡Vos morir! No, por mi vida;
muerte yo sola merezco;
yo, conde, que os pertenezco, 295
y tengo el alma rendida
y rendido el corazón
(escuchad bien) a otro hombre.
Conque, don Juan, no os asombre
si tras esa confesión 300
necesaria, aunque cruel,
castigo de vos imploro,
por vuestro propio decoro,
para la esposa infiel.
DON JUAN
¡No más!
DOÑA LAURA
Inútil porfía.
305
Por ventura, ¿he de engañaros?
¿No debo acaso mostraros
tal cual es el alma mía?
DON JUAN
¡Basta...,basta..., por piedad!
DOÑA LAURA
Yo cumplo así mi deber. 310
DON JUAN
Calla, Laura.
DOÑA LAURA
No ha de ser.
DON JUAN
¡Me enloqueces!
DOÑA LAURA
Escuchad.

 (Pequeña pausa. LAURA se acerca a DON JUAN.) 

Es mi eterna tentación;
ante mí siempre le veo:
ya le finge mi deseo, 315
ya le evoca el corazón.
Y son mis esfuerzos vanos;
en vano mi honor se afana.
¡Qué más! ¡Si aun esta mañana,
enlazadas nuestras manos, 320

 (Cogiéndole una mano a DON JUAN y acercándose más a él.) 

postrados ante el altar,
teniendo a mi Dios delante,
vi su pálido semblante
en la sombra de un pilar!
 

(DON JUAN se separa de ella, no queriendo oírla; LAURA le sigue con insistencia.)

 
No basta, no, que sujete 325
al rebelde pensamiento:
las sombras, la luz, el viento
vida le dan. Un jinete
pensé que nos perseguía
al pasar el bosque ha poco, 330
y era el pensamiento loco
que otra vez me le fingía.
¿No veis el retrato allí

 (Señalando al retrato.) 

de un joven cuya mirada
está en nosotros clavada? 335
Pues cuando entramos aquí,
al muro la vista elevo,
algo a mi pesar buscando,
y allí estaba mi Fernando

 (Señalando al retrato.) 

en la imagen del mancebo. 340
 

(De nuevo se separa DON JUAN; de nuevo le sigue LAURA.)

 
¿Qué más, conde? (Y observad
a dó llega mi delirio.)
Pintabais vuestro martirio,
de mí implorabais, piedad
hace poco suplicante; 345
yo alguna vez os miré,
¡oh insensata!, y encontré
en vuestro propio semblante
(¡se concibe tal locura!)
y en vuestra propia mirada 350
¡de Fernando reflejada
la varonil hermosura!
¡Por eso hasta el corazón
alguna vez vuestro acento
penetró; por eso siento 355
por vos, conde, compasión!
DON JUAN
¡Compasión harto cruel!
DOÑA LAURA
Pero no; vana quimera:
la verdad os debo entera.
¡Mi compasión es por él! 360
¡Por él..., que doquier contemplo!...
¡Sobre las piedras del muro!...
¡En vuestro semblante duro!...
¡En el bosque!... ¡Y en el templo!
DON JUAN
Pues te falta verle... allí, 365
en la nada sumergido,
de donde sólo ha salido
para atormentarme a mí.
DOÑA LAURA
Y a la esposa... ¿Qué escarmiento?...
DON JUAN
Ninguno, porque ¡te adoro! 370

 (Con voz ahogada.) 

¿Ves?... ¡Me escarneces... y aun lloro!
DOÑA LAURA
Don Juan, llevadme a un convento.

 (Con dulzura.) 

¡A un convento, por piedad.!
DON JUAN
¿Perderte?... ¡Vana porfía;
el mismo Dios te hizo mía 375
por toda una eternidad!
DOÑA LAURA
¡Nunca!
DON JUAN
Me has visto gemir
y llorar y padecer;
pero ¿sabes tú, mujer,
que resistirme es morir? 380
DOÑA LAURA

 (Acercándose a DON JUAN.) 

Eso quiero.
DON JUAN

 (Alejándose de ella.) 

Vete. No...
Vete, Laura.
 

(Pausa. LAURA, después de contemplar algunos momentos al CONDE, se dirige lentamente a la puerta de la derecha. NUÑO sale por la izquierda y avanza poco a poco, manteniéndose en segundo término. Al llegar LAURA a la puerta se vuelve a mirar al CONDE; éste la mira también, pero sin acercarse.)

 
¿Me amarás?

 (Tendiendo hacia ella los brazos y con acento de súplica.) 

DOÑA LAURA
¿Amaros, conde? ¡Jamás!

 (Sale.) 

DON JUAN

 (Con violencia.) 

¿Quién puede impedirlo?
 

(DON JUAN se precipita hacia la puerta por donde salió LAURA; NUÑO le cierra el paso.)

 
NUÑO
Yo.


Escena VI

 

DON JUAN y NUÑO.

 
DON JUAN
Déjeme paso el villano. 385
NUÑO
¿No me conocéis?
DON JUAN
No, a fe.
NUÑO
Pues yo, buen conde, pensé
que quien partió por su mano,
armada de duro acero,
de un asalto en la ocasión 390
y en este mismo salón,
la frente del escudero,
al ver esta roja y ancha
cicatriz, recordaría
aquella deuda, y querría 395
dar al hidalgo revancha.
 

(DON JUAN le oye desde el principio con atención, y ambos se adelantan hasta colocarse en primer término.)

 
DON JUAN
¡Aquél!...

 (Con extrañeza y curiosidad y como procurando recordar.) 

NUÑO
Cabal.
DON JUAN
¿Eres tú?...
NUÑO

 (Señalando al retrato.) 

Preguntad a ese mancebo
y a esta cicatriz que llevo
veinte años, ¡por Belcebú! 400
DON JUAN

 (Con desprecio.) 

¿Y qué pretendes? ¿Matarme?
NUÑO
Ya os lo dije.
DON JUAN
Estás demente.
Vete a descansar.
NUÑO
Prudente
será, don Juan, escucharme.
DON JUAN

 (Saca la espada con su vaina del cinto y la coloca en el trofeo.) 

Si ésta tu sangre vertió, 405
fue en lucha franca y leal.
NUÑO
Pues en otra lucha igual
vuestra sangre busco yo.
DON JUAN
¡Vive el cielo que si salgo
del torreón a la explanada...! 410
NUÑO
Será mi dicha colmada.
DON JUAN
¿Tanto me aborreces?

 (Acercándose a él con nueva curiosidad.) 

NUÑO
Algo.
DON JUAN
Yo no desciendo hasta ti.
NUÑO
Hidalgo soy, buen Orgaz,
y está diciendo mi faz 415

 (Señalando la cicatriz.) 

que vos pusisteis en mí,
y donde jamás se esconde
y es de nobleza destello,
de vuestras armas el sello;
¡conque iguales somos, conde! 420
DON JUAN
¿Y cómo te llamas?
NUÑO
Nuño
DON JUAN
¿Qué más?
NUÑO
Peralta después.
DON JUAN
¿Escudero?
NUÑO
Del marqués.
DON JUAN
¿Hidalgo?
NUÑO
De viejo cuño.
DON JUAN
Pues, bien, Nuño de Peralta, 425
nobilísimo escudero:
a este humilde caballero
ya la paciencia le falta,
y aunque tus timbres se enojen,
si no me dejas pasar, 430
mis hombres voy a llamar
y a ordenarles que te arrojen
por el muro (que gran maña
tienen para esto mis gentes),
pues con ánimo te sientes 435
para salir a campaña.
NUÑO
Si aquí no me detuviera
la precisa obligación
de dar castigo a un felón,
por verme bien pronto fuera 440
de este castillo que es llano
a un noble de tal valer

 (Señalándole.) 

deshonrar a una mujer
y temblar ante un anciano,
no desde el muro, señor, 445
desde la torre más alta
saltara Nuño Peralta
de buen grado y sin temor.
DON JUAN

 (Acercándose.) 

¿Qué estás diciendo?
NUÑO
¿Entendéis
por fin, conde, que interesa 450
al honor de la marquesa
que al escudero escuchéis?
DON JUAN
Habla claro y diligente:
el de Orgaz te está escuchando;
y por Dios que va pensando 455
que tal vez será prudente,
por evitar un desliz
de tu lengua desmenguada,
que renueve con su espada
esa vieja cicatriz. 460
NUÑO
¿Habéis de opinión cambiado?
DON JUAN
Habla, y pronto.
NUÑO
Sí hablaré.
DON JUAN
¿De aquella escena...?
NUÑO
Guardé,
aunque en mi sangre anegado,
aunque hendida la cabeza, 465
siempre un recuerdo punzante,
y la carta de Violante
trocó mi duda en certeza.
DON JUAN

 (Con nueva sorpresa.) 

¿Tú tienes la carta?
NUÑO
Sí.
 

(DON JUAN hace un movimiento para acercarse a NUÑO; éste le mira irónicamente.)

 
Pero en sitio bien seguro. 470
Si os doy la muerte, yo juro,
pues que vengar conseguí
la deshonra de mi dueño,
la carta al punto rasgar
y vuestra infamia olvidar 475
como se odvida un mal sueño.
Mas si reñir no os agrada,
al marqués la carta doy,
que ha mucho tiempo que soy
escudero de Moncada, 480
y mi señor don Rodrigo
no ha de vivir deshonrado
por ella, por mí engañado,
y el burlador sin castigo.
Y como este viejo ignora 485

 (Golpeándose en el pecho.) 

lo que es una felonía
y busca da luz del día,
esto que os repito ahora,
esto a la marquesa dije
y a don Fernando en su lecho. 490
Conque ensanchad vuestro pecho
y ved si por fin elige
ponerse de mí delante,
pero sin más dilación,
a la vuelta del torreón, 495
o dar la muerte a Violante.
Escoged pronto, don Juan,
o hago avisar al marqués.

 (Acercándose con ánimo decidido a la puerta de la derecha.) 

DON JUAN
¡Calla, insensato!... ¡Después!
NUÑO

 (Llamando a dicha puerta de la derecha.) 

¡Ramiro!
DON JUAN
¡Voto a San!
500
NUÑO
¡Ramiro!
DON JUAN

 (Con ira.) 

¿Quieres morir?
NUÑO
Nos espera la explanada;
al fin está despejada
la luna. Podemos ir.
DON JUAN
Ahora no, Nuño. Más tarde. 505
NUÑO

 (Llamando aún en voz alta.) 

¡Ramiro!
DON JUAN
¡Por vida mía!...
NUÑO
¡Cómo!

 (Acercándose mucho a DON JUAN y mirándole fijamente.) 

¿Dudáis todavía?

 (Con profundo desprecio.) 

¿Os habréis vuelto cobarde?
DON JUAN

 (Le coge con violencia por un brazo y le contempla algunos momentos.) 

¡Vamos!...

 (Se precipita al trofeo de la derecha y toma la espada que en él dejó, mas con tal ira y apresuramiento, que deja caer alguna de las armas al suelo. Desnuda la espada, arroja la vaina, se acerca a NUÑO le coge por un brazo y le habla con voz reconcentrada y terrible. A pesar de estas indicaciones, el actor interpretará la escena precedente como juzgue oportuno.) 

¿Y al sentir hundido
en la garganta este acero, 510
recuerde el necio escudero
que él tan sólo lo ha querido!
 

(Se dirigen DON JUAN y NUÑO hacia la puerta de la izquierda, segundo término; pero antes de salir aparece RAMIRO en la puerta de la derecha, y en ella se detiene, vacilante, como si no pudiera desprenderse de las sombras del sueño. Al fin, DON JUAN y NUÑO salen con las espadas desnudas.)

 


Escena VII

 

RAMIRO, solo.

 
RAMIRO
Una vez, y dos, y tres,
a voces han pronunciado
mi nombre...

 (Acercándose a la puerta por donde salieron DON JUAN y NUÑO, y mirando con extrañeza.) 

Pero ¿qué veo?
515
O el sueño rinde mis párpados,
y en el aire finge seres
con las sombras del espacio,
o por aquel corredor
marchan, la espada en la mano, 520
dos hombres... ¿Será tal vez
ilusión?... ¡Contornos vagos
van perdiéndose a lo lejos!...
¡Pajecillo fascinado
por los ruidos de la noche 525
y la quietud del cansancio,
abre los ojos y mira!
¡Despierta, no estés soñando!

 (Pausa. Mira a todas partes con afán; escucha a las puertas, se acerca al corredor, después a la ventana. Luego viene al primer término.) 

Nada..., nada..., todos duermen;
tiende la noche su manto 530
sobre los viejos torreones
del castillo solitario.
Calma y silencio doquiera.
Sólo a lo lejos el paso
del centinela se escucha, 535
o el viento allá entre los álamos,
o alguna piedra que rueda
por la barbacana abajo.


Escena VIII

 

LAURA y RAMIRO. Sale LAURA por la derecha, segundo término, vestida de blanco, andando con precaución y hablando en voz muy baja.

 
DOÑA LAURA
¡Ramiro!... ¡Ramiro!...

 (Llamándole.) 

RAMIRO
¿Vos?
¿Vos, señora?...
DOÑA LAURA
¿Has escuchado
540
hace poco en esta sala
voces... y gritos extraños...,
ruido de armas al caer
del suelo en el duro mármol?...
¿O eras por ventura tú? 545
RAMIRO
No en verdad; yo descansando
de las fatigas del viaje
me hallaba, y he despertado
porque tres veces «¡Ramiro!»
con ronco acento gritaron. 550
Llegué al salón...
DOÑA LAURA
¿Y qué viste?
RAMIRO
Yo no sé si vi bien claro...
DOÑA LAURA
¿Qué pensaste ver? ¡Concluye!
RAMIRO
Dos hombres que espada en mano
caminaban a la par 555
del corredor a lo largo.
DOÑA LAURA
¡Dos hombres!... ¿Quiénes?

 (Alarmada.) 

RAMIRO
No sé.
DOÑA LAURA
Nadie al castillo ha llegado.
¿No es cierto?... Di... Las cadenas
del puente no rechinaron. 560
RAMIRO
Lo ignoro; ha rato dormía.
DOÑA LAURA
Yo no he dormido: he llorado...,
y nadie vino.
RAMIRO
¿Quién sabe?
Uno de los dos...; no trato
de alarmaros; pero creo 565
que era don Juan.
DOÑA LAURA
¿Y Fernando
el otro?

 (Con angustia.) 

RAMIRO
No sé.
DOÑA LAURA
Imposible.
¡El cielo no es tan tirano!
¡Son demasiadas angustias
para un día! ¡Está colmado 570
el sufrimiento!... Mas no...

 (Mirando por la ventana.) 

¡Amanece!... ¡Está más claro!...
 

(Entiéndase que esto es ilusión de LAURA; no amanece, pero ha salido al fin la luna, y las tres ventanas y el fondo están iluminados por el resplandor del astro.)

 
¡Ya no es un día..., ya es otro!
Vete..., Vete..., te lo mando...
RAMIRO
Pero ¿adónde?
DOÑA LAURA
¡A todas partes!
575
Del corredor a lo largo
busca a esos hombres... Pregunta...,
¡pregunta por mi Fernando!
RAMIRO
Doña Laura...
DOÑA LAURA
¿Tienes miedo?
Iré yo.
RAMIRO
Nunca he temblado;
580
y pues lo queréis, señora,
hombres, fantasmas o diablos,
tras ellos he de correr
sin reposo hasta encontrarlos.
 

(Sale RAMIRO por la puerta del corredor; es decir, por la izquierda, segundo término.)

 


Escena IX

 

LAURA; después, FERNANDO.

 
DOÑA LAURA
En vano quise olvidar; 585
en vano cerré mis párpados;
siempre ante mí se presenta
la imagen del ser amado.

 (Fijando la vista en el retrato de DON JUAN.) 

¡Otra vez él!... De las llamas

 (Señalando a la chimenea.) 

al llegar sobre el retrato 590
el rojizo resplandor,
en ese joven gallardo
me hace ver... No hay duda..., sí...;
su mirar..., su rostro pálido...
 

(LAURA queda vuelta de espaldas a la ventana y mirando como fascinada el retrato de DON JUAN. FERNANDO, vestido de negro aparece en la ventana del fondo, trepando hasta subirse en ella; consiguiéndolo, queda en pie sobre el antepecho de la división del centro, agarrado a una de las columnillas con una mano, dominando la escena, un poco inclinado hacia el exterior de la torre, con la cabeza descubierta, encerrado, por decirlo así, en el marco de la ventana, como lo está el retrato de DON JUAN en su propio marco, y destacándose sobre el fondo claro del paisaje. Pronuncia los versos siguientes sin saltar al suelo:)

 
DON FERNANDO
Ya del abismo salí 595
sobre vosotros trepando,
los que la torre guardáis,
dragones, grifos y endriagos,
y escalas del aire fueron
vuestras melenas y garfios. 600
¡Monstruos de piedra, que al muro
para rechazar mi asalto
brotabais de entre las sombras,
vencidos quedad abajo,
con las fauces de granito 605
abiertas al negro espacio!
¡Al fin dentro del castillo!
 

(Saltando al suelo desde el antepecho de la ventana. LAURA se vuelve y se reconocen.)

 
DOÑA LAURA
¿Quién?
DON FERNANDO
¡Mi Laura!
DOÑA LAURA
¡Mi Fernando!
 

(Precipítanse uno hacia otro con amoroso transporte.)

 
¿Es ilusión del deseo?
DON FERNANDO
¡Al fin, Laura, estoy aquí!... 610
DOÑA LAURA
¿Eras el del bosque?
DON FERNANDO
Sí.
 

(Se abrazan de nuevo apasionadamente.)

 
DOÑA LAURA
¡Al fin, Fernando, te veo!
¡Me juraban que morías...;
ir a ti no me dejaron...;
hasta el altar me arrastraron...; 615
te llamaba y no venías!
DON FERNANDO
Lazos de fuego me ataban
en un lecho de dolor...
y jamás me contestaban!
¡Preguntaba por mi amor 620
Pero esta mafiana huí...;
en un templo te miré
hacer traición a mi fe...;
por el bosque te seguí...;
un castillo negro y alto, 625
por entre monstruos de piedra
y agarrándome a la hiedra,
tomé después por asalto...
¡Y al fin ya estoy junto a ti!...
¡Eres mi Laura, mi bien! 630
¡Mis ojos al fin te ven!
Y ahora, ¡que vengan aquí!,
¡que vengan en su demencia
a arrancarte de mis brazos,
y verán los torpes lazos 635
que empezó por la violencia
y acabó por la traición
ese conde infame y vil.
rotos en pedazos mil
al golpe del corazón! 640
DOÑA LAURA
¡Silencio, por Dios, Fernando:
puede venir el de Orgaz!
DON FERNANDO
Yo nunca escondo mi faz;
al de Orgaz vengo buscando.

 (Alejándose de ella.) 

¡Yo robar a tu pureza, 645
mujer, en noche callada,
una criminal mirada!
¡Yo en tu divina belleza,
como ladrón que se esconde
el bien ajeno al hurtar, 650
mis viles ojos saciar
a escondidas de ese conde!
¡Si tal creyera de ti,
si yo tal cosa pensara,
por liviana te matara 655
y por miserable a mí!
¡A todos llama!
DOÑA LAURA
¡Dios mío!
DON FERNANDO
¡A todos!
DOÑA LAURA

 (En tono de súplica.) 

¡No puede ser!
DON FERNANDO
¡Pues bien, yo...!
DOÑA LAURA
¿Qué vas a hacer?
¡Silencio..., silencio, impío! 660
¡Madre!...

 (Acercándose a la puerta de la izquierda, primer término, y llamando en voz baja.) 

No temas, Fernando.
¡Madre!... ¡No temas, vendrá;!
la pobre no dormirá;
que bien sé yo que llorando
esta noche de agonía 665
pasó junto al triste lecho.
DOÑA VIOLANTE

 (Apareciendo en la puerta.) 

Laura...
DOÑA LAURA
¡Se rasga mi pecho!...
¡Él!...

 (Acercándose a DOÑA VIOLANTE y extendiendo el brazo hacia FERNANDO.) 

DOÑA VIOLANTE
¡Fernando!
DON FERNANDO
¡Madre mía


Escena X

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA y FERNANDO.

 
DOÑA VIOLANTE
¡Tú aquí!... ¡Lo estoy viendo y dudo!
¿Qué buscas?
DON FERNANDO

 (Señalando a LAURA.) 

Busco a mi bien:
670
y si es preciso, también
vengo a servirte de escudo.
DOÑA VIOLANTE
¡Templa, por Dios, tu irritada,
delirante fantasía!
DOÑA LAURA
¡Fernando!
DON FERNANDO
No, Laura mía.
675
DOÑA VIOLANTE
¡Fernando!
DON FERNANDO
No, madre amada.
De esta cárcel de dolor
saldréis las dos a la vez:

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

¡tú, el ángel de mi niñez!,

 (A LAURA.) 

¡y tú, el ángel de mi amor! 680
Veréis mi espada sangrienta;
caerá rechinando el puente;

 (A LAURA.) 

pasarás alta la frente

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

y tú vengada la afrenta.
DOÑA LAURA
¡Huye!
DOÑA VIOLANTE
¡Vete!
DON FERNANDO

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

Ten confianza
685
en la altivez de mi pecho.
DOÑA VIOLANTE
Yo sola tengo derecho
para pedirte venganza.

 (Con energía.) 

DON FERNANDO
¡Y me rechazáis las dos!
DOÑA VIOLANTE
¡Si venganza no te pido 690
es que Dios no la ha querido!
¡Vete, Fernando, por Dios!
¡De tu pobre madre anega
los ojos amargo llanto!
¡Ella, que te quiere tanto, 695
en vano a tus plantas ruega!
DON FERNANDO
Madre..., madre...
DOÑA VIOLANTE
¡Compasión!
Pero alguien viene!...

 (Volviéndose alarmada hacia la izquierda y explorando con la vista el corredor.) 

¡Qué miro!...
DON FERNANDO
¿Quién es?
DOÑA LAURA
¡Mi paje!
DOÑA VIOLANTE
¡Ramiro!


Escena XI

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO y RAMIRO. RAMIRO entra precipitadamente por la izquierda, segundo término; viene pálido, descompuesto, volviendo atrás la vista y con un puñal de hoja muy ancha en la mano: el mismo que limpiaba NUÑO en la escena primera del primer acto. Todos le rodean con interés.

 
RAMIRO
¡Socorro!... ¡Tras el torreón..., 700

 (Con voz interrumpida.) 

al terminar la explanada...,
con un acero hasta el puño
en el pecho..., ¡muere Nuño!
DON FERNANDO
¡Muere Nuño!...
RAMIRO
¡Aunque empañada
ya su voz por la agonía..., 705
una, y dos veces, y tres...,
preguntó por el marqués:
dijo que verle quería...
Negra pluma de sombrero
rompe con mano convulsa; 710
moja en la mano que impulsa
la herida; sobre este acero
escribe, que en el puñal,
enmohecido la roja
tinta bien prende; me arroja 715
la carta al fin de metal,
prohibiéndome que la lea,
y aunque algo más murmuraba
yo comprendí que deseaba
que don Rodrigo la vea. 720
¿Dónde está el marqués?... ¡Señor!

 (Llamando.) 

¡Don Rodrigo!...
DON FERNANDO

 (Pidiéndolo.) 

¡Ese puñal!...
DOÑA VIOLANTE
¿Qué dirá?

 (A FERNANDO, con angustia y en voz baja.) 

RAMIRO
¡Noche fatal!
 

(FERNANDO le quita el puñal a RAMIRO, y él y su madre buscan luz para leer lo que en el puñal está escrito.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Señalando la lámpara que pende de la bóveda.) 

De esa luz al resplandor...
RAMIRO
Salida hacia la explanada 725
hay de este lado...
DON FERNANDO
¡Más luz!
 

(Él y su madre procuran leer al pie de la lámpara.)

 
RAMIRO
¡Don Rodrigo!

 (Sale por la izquierda, primer término.) 



Escena XII

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA y FERNANDO.

 
DON FERNANDO
¡Por la cruz!
«¡En el puño de la espada!»

 (Leyendo lo que dice en el puñal.) 

¡Con sangre así escribió Nuño!
DOÑA VIOLANTE
¡Se confunde mi razón! 730
DON FERNANDO

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

¡Tu carta de perdición
de la espada está en el puño!
DOÑA VIOLANTE
¿Qué estás diciendo?
DON FERNANDO
¡Infeliz!
¡Recuerda aquella velada,
la venganza de Moncada 735
y la muerte de Beatriz!
 

(Pausa.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Como hablando para sí, con expresión de profundo terror.) 

¡Ramiro hasta el moribundo
va a conducir a mi esposo!...
¡Nuño hablará!... ¡Dios piadoso,
en qué abismo tan profundo 740
la fatalidad me arroja!...

 (Retrocediendo hacia la mesa, como si huyese de alguien.) 

DOÑA LAURA
¡Madre!
DON FERNANDO
¡Mi madre!
DOÑA VIOLANTE
¡No puedo!...
¡No puedo... ¡Tengo miedo!...

 (Se abraza a su hijo con angustia y demuestra en todo el profundo terror que la domina. La actriz, sin embargo, interpretará este momento como crea oportuno.) 

¡Aparta de mí esa hoja!
 

(FERNANDO arroja sobre la mesa el puñal y sostiene a su madre, que cae en sus brazos desfallecida; él y LAURA la consuelan, formando los tres un grupo estrechamente unido.)

 


Escena XIII

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO y DON JUAN. Este último sale por la izquierda, segundo término.

 
DON JUAN
El se empeñó; no hablará: 745
lleva el secreto consigo.

 (Deteniéndose y mirando el grupo que forman DOÑA VIOLANTE, LAURA y FERNANDO.) 

¡Un hombre allí!... ¡Don Rodrigo
el lecho abandona ya!
 

(Se acerca DON JUAN, se vuelve FERNANDO y se reconocen. DOÑA VIOLANTE y LAURA a FERNANDO, como dispuesta a contenerlo.)

 
DON FERNANDO
¡Don Juan!
DON JUAN
¡Fernando!
DOÑA VIOLANTE
¡Fernando!
DON JUAN
¡Junto a mi Laura al mirarte 750
ansia inmensa de matarte
de mí se va apoderando!
DON FERNANDO
Pues sacia tus ansias, conde:
mata si puedes.
DOÑA VIOLANTE

 (A FERNANDO.) 

¡Impío!
DON JUAN
¡Hace alardes de bravío 755
y entre mujeres se esconde!
DON FERNANDO

 (Con terrible desprecio.) 

¡Esconderme!... ¡Desdichado!
DOÑA LAURA

 (Conteniéndole.) 

¡Fernando!...
DOÑA VIOLANTE
¡Fernando!
DON FERNANDO
Madre,
cuando venga aquí mi padre
ha de hallar su honor vengado. 760
Quizá templen su crueldad
del infame los despojos.

 (Señalando a DON JUAN.) 

DOÑA VIOLANTE

 (Alzando las manos al cielo.) 

¿Dónde acaban tus enojos
y comienza tu piedad?
DON JUAN

 (A FERNANDO.) 

¿Quién te trajo?
DON FERNANDO
¡Belcebú,
765
que él también te trajo a ti!
DON JUAN
¿Y cómo llegaste aquí?
DON FERNANDO
¡Por asalto, como tú!
DON JUAN
Pues de una vez acabemos,
que es nuestro odio muy profundo, 770
y ya juntos en el mundo
no cabemos.
DON FERNANDO
No cabemos.
Yo Pude dichoso ser
si tú no hubieras nacido,
que por ti solo he perdido 775
mi dicha en esa mujer.
Al acercarme a su amor
siempre tú te interpusiste,
y siempre, insensato, fuiste
mi castigo y mi dolor, 780
cual si quisieran los hados,
para atormentarme así,
hacer un engendro en ti
de mis culpas y pecados.
DON JUAN
¡Basta ya! ¡Basta, Moncada!... 785
Quiero calma y busco paz,
y a morir vas en Orgaz
por el hierro de mi espada.

 (Desnuda el acero.) 

DON FERNANDO
Si mucho me odias a mí,
el odio que por ti siento 790
ni cabe en el pensamiento
ni casi me cabe aquí.

 (Golpeándose el pecho.) 

Contempla estas dos mujeres
que me estrechan en sus brazos.
De aquestos divinos lazos, 795
de aquestos divinos seres,
sin motivo y sin razón,
piensa, don Juan, lo que has hecho...

 (Desprendiéndose, en un arranque de ira, de DOÑA VIOLANTE y de LAURA y desnudando el acero.) 

¡Y cubre, don Juan, tu pecho,
porque voy al corazón! 800
DOÑA VIOLANTE

 (Sujetándole de nuevo.) 

¡No, Fernando!...
DON FERNANDO
¡Madre mía!...
¡Suelta!...
DOÑA VIOLANTE
¡Imposible, Fernando!

 (Abrazándose a él, desesperada.) 

DOÑA LAURA
¡Por mí!
DOÑA VIOLANTE
¡Te ruego..., abrazando
tus rodillas!...
DON FERNANDO
¡Qué porfía!
 

(Se desprende de DOÑA VIOLANTE y de LAURA y cae sobre DON JUAN con ímpetu terrible; las espadas se cruzan y comienza el combate.)

 
DON JUAN

 (Al cruzar su hierro con el de FERNANDO.) 

¡Al fin!
DOÑA LAURA
¡Madre!
DOÑA VIOLANTE
¡Por piedad!...
805
¡No más!... ¡No más!...
DOÑA LAURA

 (A DON JUAN.) 

¡Asesino!
DOÑA VIOLANTE
¡Lo quiere el cielo divino!...
¡Cúmplase su voluntad!
 

(Se precipita entre los combatientes y sujeta el brazo a FERNANDO; DON JUAN baja su espada al ver que su adversario no puede defenderse. DOÑA VIOLANTE a FERNANDO.)

 
¡Detén el hierro homicida!...
¡Para el brazo!... ¡Caiga inerte!... 810
¡Tú no puedes dar la muerte
a quien te ha dado la vida!
DON FERNANDO
¡Él!

 (Dando un paso hacia atrás y dejando caer el hierro.) 

DON JUAN
¡Qué dice!
DON FERNANDO

 (Con voz ahogada.) 

¡Por favor!
¡Yo no he comprendido, madre!
DON JUAN
¿Él es...?
DOÑA VIOLANTE
¡Tu hijo!...
DON FERNANDO

 (Señalando a DON JUAN.) 

¡Mi padre!
815
 

(Se alejan uno de otro, horrorizados; DON JUAN se cubre el rostro con las manos; FERNANDO queda inmóvil, como petrificado con la terrible revelación.)

 
DOÑA VIOLANTE
¡Lo quiso vuestro furor!
 

(Pausa. Quedan todos inmóviles, silenciosos, anonadados. A pesar de las anteriores indicaciones, los actores interpretarán esta escena como crean oportuno.)

 


Escena XIV

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO, DON JUAN y DON RODRIGO. Este último, por la puerta del corredor.

 
DON RODRIGO

 (Enjugándose una lágrima y con voz conmovida.) 

¡Pobre Nuño!... Los impíos
muerte le dieron.

 (Fijando la vista en los demás personajes.) 

¿Qué es esto?

 (Pausa. Después se dirige a DON JUAN.) 

Vuestro castillo es funesto
sin duda para los míos. 820
En este castillo fue
donde amenazó la vida
de mi Violante querida
un traidor que nunca hallé.
Allí, sobre la explanada 825
y a la espalda del torreón,
traspasado el corazón
por el hierro de una espada,
murió Nuño..., mi escudero.
Corro a buscaros, y cuando 830
os encuentro, a mi Fernando
amenaza vuestro acero.
¡Mucho mi sangre os enoja!...
El pobre Nuño murió...,
mas Ramiro me advirtió 835
que de un puñal en la hoja
algo con sangre hay escrito.
¿Dónde está ese hierro?
 

(Busca con la mirada por todas partes; los demás personajes, saliendo de su estupor, siguen con la vista a DON RODRIGO. Al fin, éste divisa el puñal sobre la mesa.)

 
¡Allí!...
¡Allí lo veo!...
 

(Se dirige hacia la mesa; movimiento de terror en todos.)

 
DOÑA VIOLANTE
¡Ay de mí!

 (Volviéndose hacia FERNANDO e implorando su protección.) 

DON FERNANDO

 (Se precipita y coge el puñal en el instante mismo en que DON RODRIGO extiende la mano hacia él. Aparte.) 

¡Jamás!

 (En voz alta y cogiendo el puñal.) 

¡No!
 

(FERNANDO y DON RODRIGO quedan cerca de la mesa, mirándose fijamente: aquél, con el puñal en la mano; éste, extendiendo el brazo para cogerlo. Los demás personajes se acercan con ansiedad: DOÑA VIOLANTE, al lado de su hijo; DON JUAN, al lado de DON RODRIGO; LAURA, al lado de DOÑA VIOLANTE.)

 
¡Lo necesito!
840
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Hijo!
DON RODRIGO
¡Mi sangre se inflama!

 (Procurando coger el puñal.) 

DON FERNANDO
¡No ha de ser!

 (Resistiendo.) 

DON RODRIGO
¡Yo te lo mando!
DON FERNANDO
¡No ha de ser!
DON RODRIGO
¡Basta, Fernando!
DON FERNANDO

 (Aparte, con acento terrible.) 

¡El abismo me reclama!
 

(FERNANDO se halla entre DON RODRIGO, que le sujeta el brazo para coger el puñal, y DOÑA VIOLANTE; DON JUAN y LAURA, en las posiciones indicadas. En los movimientos de DON RODRIGO para apoderarse del puñal y de FERNANDO para impedirlo, ambos personajes y los que los rodean se habrán separado de la mesa, viniendo al centro del escenario.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Al oído de su hijo, con suprema angustia.) 

¡No puedes borrarlo!... ¡No!... 845
¡Te observa!
DON RODRIGO
¡Aunque no te cuadre!

 (Haciendo un esfuerzo para coger el puñal.) 

DON FERNANDO

 (Acercándose a su madre y con acento trágico.) 

¡Cómo no borrarlo, madre,
mientras tenga sangre yo!
 

(Se desprende violentamente de todos, se hunde el puñal en el pecho y cae; todos le rodean. El puñal debe quedar en la herida hasta el final del drama.)

 
DOÑA VIOLANTE
¡Hijo!...
LAURA, JUAN y
RODRIGO

 (Al mismo tiempo.) 

¡Fernando!
DON RODRIGO
¿Qué has hecho?
DON FERNANDO

 (A DON RODRIGO, con afán.) 

¡Perdón!... ¡Vivir no podía 850
sin la dulce prenda mía!

 (Volviéndose hacia su madre y en voz baja.) 

¡Aquí, dentro de mi pecho
queda el secreto guardado!
DON RODRIGO
¡Y tú morir!... ¡No!... ¡Socorro!...

 (Levantándose y andando de un lado a otro.) 

¡Ah de mis gentes!... ¡Yo corro 855
a buscarlas! ¡Desdichado!

 (Sale, vacilante.) 



Escena XV

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO y DON JUAN.

 
DOÑA VIOLANTE
¿Qué dice? ¡Morir!...
DON FERNANDO
Mi muerte,
madre, borra tu deshonra.
DOÑA VIOLANTE
¡Qué me importa vida y honra,
hijo, si llego a perderte! 860
DON FERNANDO

 (A DON JUAN, con voz muy ahogada.) 

Por la violencia me diste
vida que yo no quería,
tal vez porque presentía
que era la vida muy triste.
Me engendraste por, sorpresa, 865
me engendraste sin amor,
y pues comprendo, señor,
por tu angustia, que te pesa,
me apresuro a devolverte
tu sangre..., ¡padre del alma!, 870
y voy a buscar la calma
en los brazos de la muerte.
¡Para ti..., mi corazón!

 (Abrazando a su madre.) 

¡Oye..., para ti..., el convento!

 (Atrayendo a sí a LAURA y en voz baja.) 

¡Para ése..., el remordimiento!... 875

 (Extendiendo el brazo a DON JUAN; después se detiene; parece luchar consigo mismo, y al fin le abre, llorando, los brazos, en último y supremo arranque.) 

¡No, padre..., no...; mi perdón!
DON JUAN

 (Cayendo de rodillas ante él.) 

¡Fernando!... ¡Fernando!... ¡Ved!...
DON FERNANDO
¡Don Rodrigo viene allí!
¡Lejos, muy lejos de mí!...

 (Rechazándole dulcemente.) 

¡Vuestra aflicción... contened! 880


Escena XVI

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO, DON JUAN, DON RODRIGO, RAMIRO, MENDO y ORDOÑO. Los tres últimos, con luces; la escena, hasta este momento, habrá estado iluminada tan sólo por la lámpara que pende de la bóveda.

 
DON FERNANDO

 (Incorporándose penosamente y llamando por señas a DON RODRIGO, ya con el estertor de la muerte.) 

¡Un favor... en... mi agonía!...
DON RODRIGO

 (Corre a él sollozando y le abraza cariñosamente.) 

¡Yo concedértelo juro!
DON FERNANDO
¡Quisiera... ese acero... puro...
llevar... a la tumba fría!...
 

(DON RODRIGO saca la espada y se la entrega. FERNANDO se apodera de ella ansiosamente; después, ya expirando, se vuelve hacia su madre y le habla en voz baja.)

 
¡Ya está... tu honra... asegurada... 885
Del sepulcro... en el arcano...
que siempre tendré... mi mano
EN EL PUÑO DE LA ESPADA!
 

(Oprime convulsivamente el puño de la espada; la aprieta contra su pecho y muere. Todos le rodean, llorando; DON JUAN cae de rodillas, ocultando el rostro entre las manos. Telón.)

 




 
 
FIN DE «EN EL PUÑO DE LA ESPADA»
 
 


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