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Abajo

En el seno de la muerte

Leyenda trágica en tres actos y en verso

José Echegaray



PERSONAJES
 

 
DON JAIME,   conde de Argelez.
BEATRIZ,   condesa.
MANFREDO,   bastardo de Argelez.
JUANA.
ROGER,   escudero.
BERENGUEL,   alcaide.
DON PEDRO III DE ARAGÓN.
LAURIA.
MARQUET,   capitán.
BARROSO,   capitán.
ZURITA,   soldado del rey.
CABRERA,   soldado del rey.
UN PAJE,   que habla.
 

Pajes, escuderos, capitanes, almogávares, etc.

   

Año 1285, en Aragón.

   

El primer acto, en un castillo de los Pirineos. El segundo y tercero, en el castillo de Argelez, también en los Pirineos.

 


Al eminente actor Don Rafael Calvo

A usted, que con su gran talento y con su altísima inspiración, ha dado vida a este drama, el sublime horror trágico a que yo aspiraba a su pensamiento, y a mí un triunfo que nunca olvidaré, dedico esta obra, en prueba de gratitud, de amistad y de admiración.

JOSÉ ECHEGARAY.






ArribaAbajoActo I

 

La escena representa el salón principal de un castillo roquero, próximo a una pequeña villa, ambos situados en las gargantas de los Pirineos. Ventana a la derecha; a la izquierda, dos puertas; puerta en el fondo. Estilo severo. A la izquierda, mesa y sillón blasonado. Es la caída de la tarde.

 

Escena I

 

ROGER de Peralada, en primer término. Por el fondo, un momento después, BERENGUEL de Las Panizas.

 
BERENGUEL
Dios guarde al buen Peralada.
ROGER
Dios traiga para algo bueno
al alcaide de la torre,
que en este maldito cerco,
más nos importa guardar 5
contra el francés, por don Pedro.
BERENGUEL
Mientras tenga Berenguel
las llaves del «torreón viejo»,
quien entre al grito de «¡Francia!»
en él dejará los huesos; 10
que aquella vetusta mole
y aqueste almogávar fiero,
no reconocen más rey,
de Valencia al Pirineo,
que el monarca de Aragón, 15
el noble Pedro Tercero.

 (Saludando.)  

ROGER
Me agrada en ti ese lenguaje.
BERENGUEL
¿En qué ocasión ni en qué tiempo
no afirmé con mis palabras
lo que proclaman mis hechos? 20
¿Dudas de mí?
ROGER
¡Yo dudar!...
BERENGUEL
¿No? Pues por ti lo celebro.
ROGER
Es, Berenguel, que muy tristes
son los años que corremos,
más fecundos en infamias 25
que ricos en escarmientos.
Que la «lealtad» anda viuda,
porque no hay caballero
que la despose, y en cambio,
la «traición» los halla a cientos. 30
No hay amigo del amigo,
ni los deudos son ya deudos,
ni hay hermano para hermano,
si anda la ambición por medio.
BERENGUEL
Dígalo el que el Rosellón 35
ha vendido al reyezuelo
que entre un «legado del Papa»
y el «rey de Francia» soberbio,
mandó Roma vengativa
a recoger de este suelo 40
la noble y férrea corona
de don Jaime y de don Pedro.
Él «le» abrió nuestras fronteras:
¡mal rayo le hubiera abierto!
Mas a cerrarlas venimos 45
con peñascos y con pechos,
y el Pirineo es muy duro,
y el aragonés muy terco.
ROGER
¡Ojalá que todo salga
a medidas del deseo! 50
Pero asómate a las torres
de este castillo roquero,
y verás la odiosa hueste
en que nos vemos envueltos,
apretando sus anillos 55
contra nuestros muros viejos.
¡Ah Berenguel, que no bastan
duras piedras, nobles pechos,
para atajar el torrente
que asoma por esos cerros! 60
El mismo Carlos de Francia,
de sus fuerzas con el grueso,
se nos vino por sorpresa
encima.
BERENGUEL
Ya le tendremos
debajo, que para todo 65
se encuentra manera y tiempo.
Como el conde de Argelez,

 (Con misterio.)  

de aqueste castillo dueño,
quiera resistir...
ROGER
¡Don Jaime!...
Si hay un hombre en todo el reino 70
capaz de arrancar al diablo
cotona, cabeza y cetro,
ese hombre es el conde. Y pon
en lo que dices más tiento.
BERENGUEL
Ni dudo de su coraje, 75
ni hay varón de más esfuerzo,
ni en las torres de Argelez
nació mejor caballero.
Pero el hombre al fin es hombre,
y so lo que hay aquí dentro 80

 (Golpeándose en el pecho.)  

está en poder de una hermosa,
ya no es suyo.
ROGER
¿Y temes?...
BERENGUEL
Temo
que la condesa le apoque,
y que en llegando el momento
del estrago, por salvarla, 85
abra el muro al extranjero.
Ya lo dije.
ROGER
Y si lo dicho
no recoges, te prevengo
que a estocadas volverá

 (Poniendo la mano en el puño de la espada.)  

a tu garganta de perro. 90
BERENGUEL
Es poco hombre Peralada
para Berenguel el viejo.
No bastan manos de niño
para tan curtidos cueros,
y son dardos mis palabras 95
que se meten carne adentro.
ROGER
En eso sí que verdad
dijiste.
BERENGUEL
Pues ya lo creo.
En eso y en todo, y siempre
sé lo que digo, mancebo. 100
En este castillo sobran
mujeres: y me refiero
a la condesa; y si acaso
no te basta, darte puedo
otro nombre: cierta Juana, 105
esposa de un escudero,
sin tacha como soldado;
pero, como hombre, sin seso.
ROGER
Y por si no te bastase
morder al conde, tu dueño, 110
y ultrajar a la condesa
con tus malos pensamientos,
¿babeas contra mi Juana
lo que queda de veneno?
Pues probemos si es tan duro 115
como dices tu pellejo,
que ya no te aguanto más
insolencias, ¡vive el cielo!

 (Desnuda la espada.)  

BERENGUEL
Qué, ¿te empeñas?
ROGER
¿No lo ves?
BERENGUEL
Pues probemos.

 (Lo mismo.) 

ROGER
Pues probemos.
120


Escena II

 

ROGER, BERENGUEL, BEATRIZ y JUANA. Las dos últimas, por la izquierda, primer término. JUANA hace un movimiento; la CONDESA la contiene. Los pajes se retiran después de dejar las luces sobre la mesa.

 
ROGER
¡La condesa!

 (Bajando su acero.) 

BERENGUEL
¡La condesa!

 (Lo mismo.) 

BEATRIZ
¡Roger!
ROGER
¡Señora!
BEATRIZ
¿Qué es eso?
¿Es que ya no hay enemigos
en los altos Pirineos,
y armas que huelgan afuera 125
distracción buscan adentro?
¿Es que al ver a los franceses
guardar tan poco respeto
a esos muros señoriales
queréis los dos no ser menos? 130
 

(BERENGUEL envainando la espada; lo mismo, ROGER.)

 
BERENGUEL
Perdóneme mi señora;
hice mal, y lo confieso.
BEATRIZ
¿A qué vienes?
BERENGUEL
Me llamó
el conde y aquí le espero.
BEATRIZ
Salió a visitar los fuertes, 135
las atalayas y puestos
avanzados, y no sé
cuándo volverá.
BERENGUEL
Si es eso,
y licencia concedéis...

 (Como para retirarse.)  

Hago falta hace ya tiempo 140
en mi torreón. Cuando cierre
la noche vendré de nuevo.
BEATRIZ
¡Adiós, Berenguel!
BERENGUEL

 (Saludando para salir.) 

Señora...
ROGER

 (En voz baja.) 

¿Cuándo podré verte?
BERENGUEL

 (Lo mismo.) 

Luego.

 (Vase BERENGUEL por el fondo.) 



Escena III

 

BEATRIZ, JUANA y ROGER. BEATRIZ se sienta junto a la mesa; JUANA y ROGER, a su lado, en pie.

 
BEATRIZ
¿Por qué reñíais?
ROGER
Ese hombre
145
infunde a todos sospechas.
Si en el castillo no hay brechas
todavía, ¡por mi nombre!
que abrirlas al enemigo
puede de noche un traidor, 150
y que la brecha mejor
para un muro es un postigo.
BEATRIZ
Berenguel fué siempre leal.
ROGER
Eso pensé yo también.
BEATRIZ
¿Y ahora no lo piensas?
ROGER
¿Quién
155
se libra de pensar mal?
BEATRIZ
¡Sin pruebas!
ROGER
Alguna tengo,
y con ella brego y lucho.
BEATRIZ
Pues habla, que ya te escucho.
ROGER
Pues a la verdad me atengo. 160

 (Pausa. Se acerca con misterio a la CONDESA.)  

Anoche, para cumplir
orden que el conde me dió,
ya muy tarde, bajé yo
al subterráneo que abrir,
como encubierto camino, 165
hizo el conde Bonifacio
desde este antiguo Palacio
hasta el collado vecino.
Sabéis que rodeando pasa
del torreón viejo el cimiento, 170
que en él busca fundamento
con su enorme cueva rasa,
y que de ella, bien o mal,
le separan noche y día
un muro de cantería 175
y una verja de metal.
Por la angostura avancé
con la linterna tapada;
llegué a la verja cerrada,
me detuve y escuché. 180
Sombras, silencio medroso;
húmedo y frío el ambiente;
y por encima el torrente
que viene a llenar el foso.
A pasar iba más lejos, 185
cuando en la cueva de al lado,
y por entre el enrejado,
vi de una luz los reflejos.
Me asaltan extrañas dudas;
me paro y miro al través; 190
son Berenguel y un francés,
los dos con cara de Judas.
Escucho, pero no hay modo
de entender su charla eterna;
salen por una poterna... 195
BEATRIZ
¿Y el conde?
ROGER
Lo sabe todo.
Por eso le llama aquí,
y él por eso teme el daño.
BEATRIZ
Es extraño.
ROGER
Muy extraño.
JUANA

 (Mirando al fondo.) 

¡Don Jaime!
ROGER

 (Lo mismo.) 

Don Jaime, sí.
200


Escena IV

 

BEATRIZ, JUANA, ROGER y DON JAIME. Este aparece en la puerta del fondo con algunos capitanes. Allí se detiene y habla con ellos. Viene con loriga, guanteletes y casco, o como el actor crea oportuno, dado que acaba de efectuar un reconocimiento.

 
DON JAIME

 (En el fondo, como dando órdenes.) 

De asalto al menor asomo,
la campana el aire hiera;
de trecho en trecho, una hoguera
para derretir el plomo;
las catapultas, armadas; 205
los honderos, prevenidos;
los hierros, enrojecidos,
y las estopas, mojadas.
Esta noche no hay reposo,
que en el campo hay movimiento, 210
y que vengan al momento
Lauria, Marquet y Barroso.
 

(Los capitanes se retiran. DON JAIME avanza quitándose el casco y los guanteletes.)

 
BEATRIZ
¡Jaime!..., ¡mi Jaime!...
DON JAIME
¡Beatriz!
BEATRIZ
¿Temes algo?
DON JAIME
Por mí, nada;
por ti todo, prenda amada. 215

 (A ROGER, con afán.)  

¿Hablaste?
ROGER
Hablé con Ortiz.
DON JAIME

 (Llevándole aparte, y en voz baja.) 

¿Y dará paso seguro
el francés?
ROGER
Buenas son ésas:
cien doblas aragonesas,
mejor que el mejor conjuro, 220
en el diablo hacen desmoche
y le truecan en cordero.
DON JAIME
¿Y ha de ser pronto?
ROGER
Por entero.
DON JAIME
¿Y ha de ser pronto?
ROGER
Esta noche.
DON JAIME
¡Gracias a Dios! Me has quitado 225
horrible peso de encima.
Porque sé que se aproxima
el trance desesperado;
que está Carlos prevenido,
que sus máquinas apresta, 230
que ya cruje la ballesta,
que ya el arco está tendido;
y antes que luzca sus galas
la aurora del nuevo día,
veremos con agonía, 235
por cien flotantes escalas
sujetas con garfios duros,
cual del jabalí los perros,
los franceses de esos cerros
colgándose a nuestros muros. 240

 (En voz alta.) 

Oye, Juana.
JUANA
Mi señor.
DON JAIME
¿Amas mucho a tu marido?
JUANA
Cumplo lo que he prometido
por mi Dios y por mi honor.
DON JAIME
Para el rey pliegos le di, 245
y paso pude lograrle.
¿Tú quieres acompañarle?
JUANA

 (Sin poder dominar su contento.) 

¿Fuera del castillo?
DON JAIME
Sí.
JUANA
¿Y vos me lo preguntáis?
DON JAIME
Pues bien, prepáralo todo. 250
Y tú le explicas...

 (Volviéndose a ROGER; éste hace una señal de inteligencia.) 

JUANA
¿Y hay modo?
DON JAIME
De que esta noche salgáis.
JUANA
¡Pero dejaros! Jamás

 (A BEATRIZ, con cariño.) 

podré yo salir sin vos.
BEATRIZ
Padre y madre, dijo Dios, 255
por tu esposo dejarás.
ROGER
En la colina cercana

 (Como dando prisa.) 

está esperando el francés.
DON JAIME

 (A JUANA, separándola de BEATRIZ.) 

De eso hablaremos después.
JUANA
Adiós, señora.
BEATRIZ
Adiós, juana.
260
 

(Vanse JUANA y ROGER por la izquierda, primer término.)

 


Escena V

 

BEATRIZ y DON JAIME.

 
DON JAIME
Pálido está tu semblante
y tristes están tus ojos.
¿Tienes enojos?
BEATRIZ
¿Enojos
con esposo tan amante,
con mi Jaime, con mi bien? 265
Si contigo me enojara,
¿para quién, Jaime, guardara
mi cariño? ¿Para quién?
DON JAIME
Las angustias del asedio,
sus martirios, sus rigores, 270
pudieran darte temores,
o al menos tristeza y tedio.
BEATRIZ
No, te equivocas; jamás
tan dichosa me he sentido.
El mismo Dios ha querido 275
reunirnos, y tú verás
cómo este lazo es tan fuerte
que resiste, y no te asombres,
a la maldad de los hombres
y al estrago de la muerte. 280
DON JAIME
¡Ah pobre niña, mecida
en la cuna de mis brazos
desde que en divinos lazos
despertaste a nueva vida!
¿Qué sabes tú del deshecho 285
furor de esta horrible empresa,
si siempre estuviste presa
en la cárcel de mi pecho?
Si el mundo no conociste
ni entre sus olas luchaste; 290
si a mí tan sólo adoraste
y a ninguno aborreciste.
Si yo forjé en mis castillos,
entre enamorado y terco,
de mis manos con el cerco, 295
tus esposas y tus grillos.
Si jamás llegó el dolor
en tu blanco seno a herir;
si a nadie viste morir
más que a tu Jaime de amor. 300
¡Qué sabes tú del delirio
que infunde al hombre la guerra,
si no sentiste en la tierra
más martirio que el martirio
que impuso a tu blanca tez 305
algún beso enamorado
en el camarín dorado
de mi torre de Argelez!
BEATRIZ
Ese recuerdo tenaz
de aquellos tiempos ¡me mata! 310
DON JAIME
Sí, Beatriz, bien se retrata
el dolor sobre tu faz.
Ahora la muerte doquiera;
muy pronto el asalto fiero...
Oye, Beatriz, yo no quiero... 315
BEATRIZ
Yo sí, ¿qué importa que muera?
Con tal que yo muera aquí,

  (Dice esto aproximándose a DON JAIME, aferrándose a él, cual si temiese que los separasen, y mirando con recelo alrededor.) 

a tu lado, como honrada;
con tal que no venga nada
a separarme de ti; 320
con tal que del alma el foco,
en que eterna esencia hierve,
puro hasta el fin se conserve,
¡lo demás importa poco!
La muerte es sueño profundo 325
que sólo espanta al cobarde;
la verdad viene más tarde
con la vista de otro mundo.
Me basta, Jaime, con verte,
pero verte sin espanto, 330
y siempre amándome tanto
en el seno de la muerte.

 (Se abraza aún más a él y oculta el rostro.)  

DON JAIME
Y yo, conde de Argelez,
el más noble de esta tierra,
el espanto de la guerra 335
contra el moro de Jerez,
por lograr tu salvación,
y sacarte de esta villa,
diera al árabe Castilla
y al francés el Aragón. 340
BEATRIZ
Es fantástica quimera
y es tristísimo desbarro
en un ídolo de barro
poner la existencia entera.
No, Jaime, no; tu deber 345
y tu honor conserva ilesos;
esos tus ídolos, esos
que siempre son, deben ser.
DON JAIME
Tu nobleza al contemplar,
tu hermoso acento al oír, 350
más te amara, a no sentir
que más no te puedo amar.
Por fortuna la honra mía
y tu amor no se preparan
a luchar, que si lucharan 355
yo sé bien cuál vencería.
Muy al contrario, a mi ver,
en este trance de horror,
sólo salvando mi amor
puedo cumplir mi deber. 360
BEATRIZ
No te comprendo.
DON JAIME
Pues oye,
Beatriz y no me interrumpas.
En lamentos no prorrumpas
cuando mi mano se apoye
en tu mano de este modo, 365

 (Se acerca a ella, le coge una mano, la mira fijamente y la atrae a sí.)  

y en tus ojos busque tu alma
y te pida fuerza y calma
para decírtelo todo.

 (Pequeña pausa.)  

Que mi castillo es muy viejo,
que el sitiador entrará, 370
que quien no ceje caerá
y que yo Beatriz, no cejo.
Sin recursos no es de ley,
ni yo puedo resistir;
pero yo puedo morir 375
por Aragón y su rey.
BEATRIZ
Ya lo sé. Ya lo he pensado,
que esa gente es fiera y terca;
por eso quiero estar cerca,
para morir a tu lado. 380
DON JAIME
Mira que lo he de evitar.
BEATRIZ
Pues mira cómo ha de ser.
DON JAIME
Estando al amanecer
mi esposa en el castañar
que por la parte de Oriente 385
termina ese bosque umbrío;
pasando después el río,
y escoltada por mi gente,
que es de confianza y de prez,
en todo el camino viejo, 390
del sol al postrer reflejo
llegando al fin a Argelez.
BEATRIZ
¿Yo? ¡Sola!
DON JAIME
No; por mi hermano
Manfredo allí protegida,
aguardas de esta embestida 395
el desenlace cercano.
Responde, Beatriz: ¿irás?
BEATRIZ
No. ¿Separarme de ti,
y mientras mueres aquí
yo con Manfredo? Jamás. 400
DON JAIME
Pues todo está preparado,
y con Roger y con Juana
has de partir.
BEATRIZ
Lucha vana.
No hay poder en lo creado,
mal a mal o bien a bien, 405
que me obligue a abandonarte.
DON JAIME
Es que yo quiero salvarte.
BEATRIZ

 (Para sí.) 

Salvarme quiero también.
DON JAIME
¡Beatriz!
BEATRIZ
¡Jaime!
DON JAIME
¡Por mi amor!


Escena VI

 

BEATRIZ y DON JAIME. Un PAJE, por el fondo.

 
DON JAIME
¿Quién va?
PAJE
Si me dais licencia...
410
DON JAIME
¿Qué buscas?
PAJE
Con gran urgencia
hablaros quiere, señor,
un capitán, que por ley
de su arrojo y su fatiga,
burló la línea enemiga, 415
y es mensajero del rey.
DON JAIME
Que pase.
 

(Vase el PAJE.)

 


Escena VII

 

BEATRIZ y DON JAIME. MANFREDO, por el fondo.

 
DON JAIME
¡Beatriz!
BEATRIZ
No cedo.
MANFREDO

 (Aparte.) 

Ella y él juntos están.
DON JAIME
Acérquese el capitán.
MANFREDO

 (Avanzando.) 

¡Jaime!
DON JAIME

 (Reconociéndolo.) 

¡Manfredo!
BEATRIZ

 (Con horror.) 

¡Manfredo!
420
 

(DON JAIME va a su hermano con afán y le abraza con cariño.)

 
DON JAIME
¿Por qué vienes?
MANFREDO
Porque el rey
pliegos me dió para ti,

 (Saca unos pliegos y se los entrega.)  

y porque supe que aquí
se luchaba, y es de ley,
mientras se conserve entera, 425
que no esté ociosa la espada
contra esa infame cruzada
que cruzó nuestra frontera.
DON JAIME
Pero di, ¿cómo pudiste
pasar el campo francés? 430
MANFREDO
Mi lema sabes cuál es:
«Querer y basta.»
DON JAIME
¿Y quisiste?
MANFREDO
Y quise y pasé. Y es
cosa averiguada que ya
nadie me separará 435
de mi hermano y de su esposa.
DON JAIME
Pues ya tardas, y es desliz,
en darle brazos de hermano.

 (Señalando a su esposa.) 

A mí primero, esto es llano,
pero después, a Beatriz. 440
MANFREDO

 (Acercándose a BEATRIZ.) 

Los estragos de la guerra
empañar no consiguieron,
cuando al espacio subieron
en vapores de la tierra
en una y otra jornada 445
del asedio de la villa,
ni el carmín de esa mejilla
ni el fulgor de esa mirada.
Pálido pensé encontrar
ese divino semblante, 450
¡pero no hay sombra bastante
para tanto luminar!
BEATRIZ
Velaba Jaime por mí,
y por mí velaba Dios.
MANFREDO
Pues ahora seremos dos 455
y Dios a velar por ti.
DON JAIME
Tarde es ya; la ruina llega
y el muro ya no protege,
y es forzoso que se aleje
de este castillo, y se niega. 460
MANFREDO
¡Salir del castillo!

 (Con sorpresa y enojo mal contenidos.) 

DON JAIME
Escudo
que se rompe se abandona.
Torre que se desmorona
no aprovecha.
MANFREDO

 (A BEATRIZ, con afán.) 

¿Y tú?
BEATRIZ
Yo dudo.

 (Con intención y mirándole fijamente.)  

DON JAIME
¿Qué dices, que el corazón 465
se me ensancha al escucharlo?
BEATRIZ
Digo, después de pensarlo,
que quizás tengas razón.
Aquí tu cuidado absorbo,
amortiguo tu pujanza, 470
soy estorbo a tu venganza,
y a tu gloria soy estorbo.
Todo el tiempo que a mis pies
con caricias te aseguro,
haces falta sobre el muro 475
cerrando el paso al francés.
Tienes que pensar en dos
en tanto que yo esté aquí,
pues no pienses más que en ti
y en tu patria, Jaime... ¡Adiós! 480
DON JAIME
¡Beatriz, alma de mi vida!...

 (Atrayéndola hacia sí; ella huye la mirada de su esposo.)  

¡Que tu faz a mí se incline!
MANFREDO

 (Aparte.) 

¡Entonces para qué vine!
BEATRIZ
¿Y la fuga?
DON JAIME
Prevenida.
Roger... Juana...

 (Acercándose a la primera puerta de la izquierda y llamando.) 



Escena VIII

 

DON JAIME, BEATRIZ, MANFREDO, JUANA y ROGER. Los dos últimos, por la izquierda, primer término.

 
ROGER
Todo está
485
esperando a la condesa.
El crepúsculo acabó,
la noche viene muy negra,
el campamento en reposo,
a la escucha el centinela. 490
Tan sólo se oye a lo lejos,
cual bramido de una fiera,
el del torrente que baja
desde la vecina sierra,
engrosado por las nieves 495
e irritado por las peñas.
DON JAIME
¿Y la luz?
ROGER
Apareció
en la atalaya que cierra
la boca del subterráneo.
DON JAIME
¿Entonces?
ROGER
Ese hombre espera.
500
DON JAIME
Pues esperadme un instante,
sólo un instante, a que lea
estos pliegos y a que traiga
otros que al rey interesan,
y que has de llevar tú mismo, 505

 (A ROGER.)  

a Gerona o a Figueras,
o donde don Pedro se halle
y le alcance tu presteza.
Volveré... Beatriz..., hermano...

 (Despidiéndose.) 

Entra luego, que una idea 510

 (A MANFREDO.) 

tengo y quiero consultarte.
MANFREDO
Entraré, Jaime, no temas.
 

(Vase DON JAIME por la izquierda, segundo término.)

 


Escena IX

 

BEATRIZ, MANFREDO, JUANA y ROGER.

 
BEATRIZ

 (Habla afectando cierta alegría y procurando dominar su emoción.) 

Al fin vamos a escapar
de este infierno. Aquí se quedan
los hombres para la lucha. 515
Manfredo, no te lo ruega
mi labio, porque es inútil.
¡Por mi Jaime! ¡Por él vela!
¡Es mi vida!
MANFREDO
Si es tu vida,
por él daré mi existencia, 520
que vida que a ti te importa
bien vale la que me pesa.
BEATRIZ

 (Separando la vista de MANFREDO.) 

Aun cuando no me importase,
es tu hermano.
MANFREDO
Mala cuenta,
que a veces en esta lucha 525
de las pasiones revueltas,
se vierte la sangre propia
mejor que la sangre ajena.
BEATRIZ
Pues yo sé bien que por él...
MANFREDO
Por él y «por ti».
 

(Bajando la voz y acercándose. JUANA y ROGER hablan en el fondo.)

 
¿Tan negra
530
es mi suerte que te ofende
de mi cariño esta prueba?
BEATRIZ

 (Mirando con recelo a JUANA y a ROGER.) 

Más bajo, por Dios, más bajo.
MANFREDO
¿Pues qué sentido le presta
a tal palabra «cariño» 535
tu razón y tu conciencia,
que tanto temes que se oiga?

 (Acercándose con apasionamiento.) 

Mi cariño, ¿a qué te suena
que quieres que sólo a ti
llegue y en ti sólo muera? 540
BEATRIZ

 (Turbada.) 

¿Yo temer? ¿Y por qué causa?
Ha sido no sé qué idea...
De tanto fragor de muerte,
de tanto grito de guerra,
cuajados están los aires, 545
manchadas están las piedras,
y los más dulces acentos,
y las palabras más tiernas,
contra esos ásperos muros,
y en esta atmósfera densa, 550
toman algo de siniestro
y en algo infame se truecan.
Manfredo, verdad dijiste:
¡Yo la torpe! ¡Yo la necia!
Manfredo, verdad dijiste: 555
¡vela por tu hermano, vela!
¡Que es mi esposo, que es tu sangre!
¡Yo lo pido!... ¡Dios lo ordena!

 (Oculta el rostro entre las manos y llora.)  

JUANA

 (Acercándose y procurando consolarla.) 

No lloréis.
BEATRIZ
¡Ay Juana mía!,
tú estás libre de esta prueba; 560
tu Roger contigo parte,
aquí mi Jaime se queda.
MANFREDO

 (En voz baja y separándola de JUANA.) 

Si tanto te ama, ¿por qué
no te sigue? Yo muriera
por él dentro de estos muros 565
sin proferir una queja,
si esto te agradase. Y, mira,
la misma sangre corriera,
ya muriendo el de Argelez,
ya Manfredo el de Provenza. 570
Y aunque su mano es muy fuerte,
no es más fuerte que mi diestra.
Y el que rodase hasta el foso,
o ensangrentase la almena,
bajo el golpe formidable 575
de mi doble hacha de guerra,
entre el uno y otro hermano
no es fácil que distinguiera;
que no hiere más profundo
que yo, ni con más presteza. 580
BEATRIZ
Si fuera capaz mi Jaime
de aceptar tan vil oferta
y de manchar por mi amor
el nombre ilustre que lleva,
entonces, Manfredo..., entonces... 585
MANFREDO

 (Con energía.) 

Es que amaría de veras:
que así saben los «bastardos»

 (Golpeándose el pecho.) 

amar; aunque nunca llegan
ni a señores de Argelez,
ni a dueños de tal belleza. 590

 (Señalándola con pasión.) 

BEATRIZ

 (Turbada y temerosa.) 

¿Por qué me miras así?
MANFREDO
Perdón: mi señor me espera.

 (Vase por la misma puerta que DON JAIME.) 



Escena X

 

BEATRIZ, ROGER y JUANA. BEATRIZ, separada de los otros, que forman un grupo.

 
ROGER

 (A JUANA.) 

Siniestro el bastardo va
y ella espantada se queda.
Algo dijo él por lo bajo 595
que en voz alta no dijera.
JUANA
¿«Siniestro» dices? Quizá
como todo hombre de guerra
que acorralado se ve
y apareja la defensa. 600
¿«Espantada» mi señora?
Juzga cómo yo estuviera
si al abandonar la torre
mi Roger quedase en ella.
ROGER
No es eso. Si es que el bastardo, 605
más que por la descendencia,
es bastardo por el alma
que dentro del cuerpo lleva.
JUANA
Mal le quieres.
ROGER
Lo confieso.
JUANA
Roger, ese odio me inquieta, 610
que temo que alguna vez,
por no refrenar tu lengua,
de Manfredo los enojos
al fin contra ti se vuelvan.
Eres humilde escudero 615
y él es noble.
ROGER
Sólo a medias;
y es preferible tener
toda la sangre plebeya,
pero honrada, a dividirla
en dos mitades opuestas: 620
una limpia, otra manchada,
y ambas por las mismas venas,
que basta muy poco cieno
para enturbiar una alberca.
JUANA
Habla más bajo, que puede 625
escucharnos la condesa.
 

(Siguen hablando.)

 
BEATRIZ
«Pensamiento», que me abrasas;
«corazón», que te rebelas;
«voluntad», que desfalleces;
«alma» que no estás entera, 630
¿qué fuisteis que ya no sois?
¿Qué sois, que me da vergüenza
tan sólo el imaginar
que tan sólo allá en la idea,
y sólo por un momento, 635
y del sueño entre las nieblas,
y por mi parte sin culpa,
hayáis sido por sorpresa
lo que si yo sospechase
que pudierais ser de veras, 640
a todos cuatro os llevara
a la muerte con mi afrenta,
arrojándome en el foso
por el hueco de una almena?
¡A todos cuatro conmigo 645
y con mi cuerpo que os lleva!
A «ti», por ser tan impuro;

 (Oprimiéndose la frente, habla con su pensamiento.)  

«a ti», por tu ruin ralea;

 (Oprimiéndose el pecho, se refiere al corazón.)  

«a ti», voluntad, por débil;
«alma», a ti, porque eres media, 650
y si la otra está en el cieno,
en el cieno estés entera.
Juana, partamos al punto;
Roger, tu brazo me presta,
que aquí se me acaba el aire, 655
que aquí se me hunde la tierra,
que ya me falta hasta el cielo
bajo esta bóveda negra.
ROGER
Pero ¿el conde?...
BEATRIZ
Ven, Roger...
JUANA
Un instante.
ROGER
El conde llega.
660


Escena XI

 

BEATRIZ, JUANA, ROGER, DON JAIME y MANFREDO. Los dos últimos, por la izquierda, segundo término; DON JAIME trae un pergamino que entrega a ROGER.

 
DON JAIME
Para don Pedro. Y apura
tanto, que así que lleguéis
al castillo y que dejéis
a la condesa segura,
a llevarlo has de salir. 665

 (Señalando el pergamino.)  

Y tú, que veles por ella.

 (A JUANA.)  

Y tú, mi Beatriz, mi estrella,

 (Separándola de los demás y hablándole a ella sola.)  

cielo de mi porvenir,
si es posible adivinar
en un rostro el pensamiento, 670
adivina lo que siento,
porque no lo sé expresar.
Sólo sé que ha rato lucho
con una lágrima osada
bajo el párpado encerrada, 675
y si no la oprimo mucho
para que bien la sujete,
no es difícil que consiga,
o rodar por la loriga
o manchar el coselete. 680
Y ya ves que en un guerrero
tal flaqueza indigna fuera:
mi mismo hermano dijera
que este arnés de fino acero
no forjó con tanto afán, 685
ni a costa de fuego tanto,
para mandarlo de llanto
el armero de Milán.
Conque sal pronto de aquí.
 

(Rechazándola dulcemente. MANFREDO, aparte, los contempla con enojo. JUANA y ROGER, algo en segundo término.)

 
BEATRIZ
¡Jaime!
DON JAIME
Mi Beatriz, mi fe,
690
no olvides lo que te amé
cuando estés lejos de mí.
BEATRIZ
Si nos separa a los dos
la muerte, aún queda otra vida.
DON JAIME
¡Adiós, mi esposa querida! 695
¡Adiós!... No digas «¡adiós!»

 (Conteniéndola y separándose de ella.)  

Dame los brazos, Manfredo.
 

(Acercándose a su hermano, abrazándole y en voz baja. BEATRIZ los mira con extrañeza.)

 
Es quizá la última vez.
Cuando llegues a Argelez
desciende, pues yo no puedo, 700
a la cripta sepulcral
en que mi padre reposa;
besa su fúnebre losa
y di a su sombra inmortal
que he muerto en este torreón 705
en que él vió la luz primera,
abrazado a la bandera
de don Pedro de Aragón.
MANFREDO
¿Pero la puerta de bronce
de la cripta?
DON JAIME
Franca está.
710
BEATRIZ

 (Aparte, con terror.) 

¡Qué están diciendo! ¿Será...?
MANFREDO
¡Adiós, Jaime!
DON JAIME
¡Adiós!
 

(Suena la campana de la torre.)

 
ROGER
¡Las once!
 

(MANFREDO se acerca a BEATRIZ. DON JAIME se separa hacia la derecha.)

 
BEATRIZ

 (A MANFREDO.) 

¿Y vas a venir?
MANFREDO
Él mismo
me lo ha rogado allá dentro.
BEATRIZ

 (Aparte.) 

¡De modo que siempre encuentro 715
en mi camino el abismo!
 

(Pausa. MANFREDO procura llevarse a BEATRIZ; ésta se resiste; lucha consigo algunos instantes; al fin se precipita hacia su esposo y le abraza.)

 
¡Jaime!... ¡No quiero partir!
DON JAIME
¡Beatriz!
BEATRIZ
¡Contigo!
DON JAIME
¿Qué hacéis,
Manfredo, Roger? ¿No veis
que no puedo resistir? 720
 

(MANFREDO y ROGER se acercan.)

 
BEATRIZ
Si tus enojos provoco,
recházame de tu pecho,
pero en ellos no hay derecho.
DON JAIME
¡Si yo no puedo tampoco!
Puede el hombre en su pasión 725
el corazón traspasarse,
pero no puede arrancarse

 (Contemplándola amorosamente.)  

a sí mismo el corazón.
¿Por qué no venís, por qué?
BEATRIZ
¡Nadie romperá estos lazos! 730
DON JAIME
¡Arrancadla de mis brazos,
que no la defenderé!
 

(MANFREDO la separa, llevándola hacia la izquierda, donde esperan JUANA y ROGER.)

 
BEATRIZ
¡No quiero!

 (En voz baja.) 

¡Me das horror!
MANFREDO
¡Horror! ¡Ni siquiera pena!
¡Yo cumplo lo que él me ordena! 735
BEATRIZ
¡Es tu hermano!
MANFREDO
¡Y mi señor!
BEATRIZ
¡Suelta!
 

(JUANA se aproxima, y entre ella y MANFREDO se la llevan hasta la izquierda, primer término. En la puerta aguarda ya ROGER. DON JAIME, en el extremo derecha.)

 
¡Jaime!
MANFREDO
¡Has de venir!
conmigo!
BEATRIZ
¡Que no ha de ser!
¡Jaime!

 (Tendiéndole los brazos.)  

DON JAIME
¡No la quiero ver!

 (Después de un movimiento como para ir a buscarla, vuelve la cabeza.)  

BEATRIZ
¡Jaime!
 

(En este momento, y al dar el último grito BEATRIZ, salen ella, JUANA, MANFREDO y ROGER por la izquierda, primer término.)

 
DON JAIME
¡No la quiero oír!
740

 (Tapándose los oídos. Cae desplomado en un sillón, a la derecha.)  



Escena XII

 

DON JAIME. BERENGUEL, después, por el fondo.

 
BERENGUEL

 (Acercándose a DON JAIME, que permanece anonadado, con la cabeza entre las manos y sin notar la presencia del almogávar.) 

¿Eso es dormir o llorar?
Si duerme, muy mal la torre
vigila, y peligro corre
de ir al foso a despertar.
Y si llora, ¡por mi tierra 745
y mi santo!, que el remedio
no es muy propio de un asedio,
ni gran máquina de guerra.
A su edad, ¡qué ha de servir,

 (Mirándole desdeñosamente.)  

aunque se llame Argelez! 750
Para enamorar, tal vez;
pero no para reñir.
Para esta marcial función
es preciso ¡haber vivido!...,
y tener ya muy curtido 755
el cutis y el corazón.
Tiempo es ya de concluir.
Aquí estoy.

 (En voz alta.)  

DON JAIME

 (Levantándose con ímpetu.) 

¿Y quién es él?
BERENGUEL
El de siempre.
DON JAIME
¡Berenguel!
BERENGUEL
Me habéis mandado venir; 760
pero si acaso importuno...
DON JAIME
No importunas.
BERENGUEL
O si canso...
DON JAIME
Ya para mí no hay descanso
ni más pensamiento que uno.
BERENGUEL
Entonces aquí me quedo. 765
DON JAIME
Mírame de cerca y fijo,
y di la verdad. La exijo.
Al mirarme, ¿sientes miedo?
 

(Pausa. DON JAIME le mira fijamente. BERENGUEL se sonríe con desdén.)

 
BERENGUEL
Allá en mis años, señor,
con otro «don Jaime» andaba, 770
con otro que se llamaba
«don Jaime el Conquistador».
Me miró más de una vez,
y nunca miedo sentí.

 (Dice esto con cierta insolencia.)  

DON JAIME
¿Pero ahora lo sientes, di, 775
al mirar al de Argelez?
A esto responde, o al potro
tu lengua y tu cuerpo doy.
Y en cuanto a ti si fuí y si soy,
soy tan bueno como el «otro». 780
BERENGUEL
Y vos, ¿qué pensáis de quien
os mira de modo tal?
DON JAIME
Que te han juzgado muy mal;

 (Después de mirarle un momento.)  

o que tú finges muy bien.
BERENGUEL
¿Qué dicen?
DON JAIME
Corre el rumor,
785
rumor que llegó a mi oído,
que al francés estás vendido.
BERENGUEL
¿Me acusan, pues?...
DON JAIME
De traidor.
BERENGUEL
Y tiene algún fundamento
lo que dicen.
DON JAIME

 (Con voz amenazadora.) 

¡Berenguel!
790
¿Con el francés?
BERENGUEL
Pues con él.
DON JAIME
¿Tú?
BERENGUEL
¡Cabal! Yo nunca miento.
Con el extranjero trato,

 (Dice todo esto con aire de triunfo y como gozándose de la sorpresa de su dueño.) 

aunque no por mi ganancia.
Con el mismo rey de Francia 795
hablé claro y largo rato.
Y en la enorme cueva vieja,
cual fantasmas con arneses,
un buen golpe de franceses
ya sus armas apareja. 800

 (Riendo.) 

DON JAIME

 (Echándole mano con ímpetu.) 

¡Traidor!
BERENGUEL
Sí, traidor se llama,
al pronto, al que os ha traído
a Felipe el atrevido,
con su famosa oriflama,
al centro del gran torreón, 805
clave de la fortaleza;
mas si por traidor empieza,
es por su cuenta y razón.
DON JAIME

 (Sin poder casi dominar su impaciencia.) 

¿Cuál es?
BERENGUEL
Así les arguyo.

 (Con malicia y refiriéndose a los franceses.) 

«Una señal. El asalto. 810
¡Arriba entonces! Yo falto,
y, claro, el torreón es suyo.»

 (Ríe de nuevo por el chasco que les prepara.) 

DON JAIME
Jugando estás con la muerte,
y jugada va tu vida:
ten la espada prevenida 815
porque voy a echar la suerte.
BERENGUEL
Echada está y no me aterra.
DON JAIME
¡Pero con traición y dolo!
BERENGUEL
Como queráis; yo sé sólo
que son artes de la guerra. 820
DON JAIME
En un infierno has metido
mi pensamiento anhelante;
aún no comprendo bastante,
pero ten por entendido
que yo no mancho mi honor 825
con empresas traicioneras,
y que de todas maneras
vas a resultar traidor.
BERENGUEL

 (Ya algo desconcertado ante el enojo de DON JAIME.) 

Pues o traidor o leal,
ya en la empresa me metí, 830
que estando en guerra creí
que no os pareciese mal.
Pero tal como ella es,
si vos no la rematáis,
la fortaleza entregáis 835
cual un traidor al francés.
DON JAIME

 (Con suprema angustia.) 

¿Puedo impedirlo?
BERENGUEL

 (Le mira y se ríe con risa entre estúpida, maliciosa y feroz.) 

Es corriente.

 (Acercándose a él y con voz de triunfo y de misterio.) 

En el hueco cavernoso
se mete «el agua» del foso
y también «la» del torrente. 840
 

(DON JAIME da un grito de terror y retrocede. BERENGUEL le sigue explicando su plan.)

 
«Una» les corta la entrada;
«otra» corta la salida.
¡La gente queda cogida,
y es ya nuestra la jornada!
Lo mejor de aquella grey: 845
seis varones esforzados,
más de quinientos soldados,
y tal vez el mismo rey.
DON JAIME
Pero, ¡mal rayo te parta
y partido te confunda!, 850
ese torrente que inunda
y de su cauce se aparta,
¿adónde va, Berenguel?
BERENGUEL
Al desagüe que le dejo.
DON JAIME

 (Cogiéndole por un brazo y sacudiéndolo, furioso.) 

¿Cuál?
BERENGUEL
El subterráneo viejo.
855
DON JAIME

 (Con voz terrible.) 

¡La condesa va por él!
BERENGUEL
¡Ella!... Lo siento... y me pesa.
DON JAIME
Tu infame traición lo quiso.
BERENGUEL

 (Rehaciéndose con fiereza.) 

Pues elegir es preciso
entre el rey y la condesa. 860
DON JAIME
¡Y lo dudas, infeliz!
BERENGUEL
Que empiezo a dudar infiero.

 (Con desconfianza.)  

DON JAIME
Lo primero es lo primero.
BERENGUEL
¡El de Aragón!
DON JAIME
¡Mi Beatriz!
BERENGUEL

 (Disponiéndose a salir.) 

¡Me encontraréis frente a frente! 865
DON JAIME

 (Poniéndose delante.) 

Siempre así me encontrarás.
BERENGUEL
Paso, conde.
DON JAIME
¿Adónde vas?
BERENGUEL
A desatar el torrente.
DON JAIME

 (Con voz terrible.) 

¿Para qué?
BERENGUEL
Para arrojarlo...
DON JAIME
¿Sobre quién?
BERENGUEL
Sobre quien sea.
870
DON JAIME
Pues que tanto lo desea,
al fin logra desatarlo;

 (Desnudando la espada.)  

pero el torrente soy yo.
BERENGUEL

 (Lo mismo.) 

El traidor debéis decir.
 

(Quiere pasar y DON JAIME le cierra el paso.)

 
¡Paso!
DON JAIME
¡Jamás! ¡A reñir!
875
BERENGUEL
¡Y a muerte!
 

(Riñen con furia y en silencio.)

 
DON JAIME
Que es la que doy.
 

(Cae BERENGUEL muerto. DON JAIME queda en pie contemplándolo.)

 


Escena XIII

 

DON JAIME; BERENGUEL, en tierra; LAURIA, MARQUET y BARROSO, por el fondo, apresuradamente y con las espadas desnudas. Se oye el toque de una campana.

 
DON JAIME
Fué por mi Beatriz. Bien hecho
está lo que hice.
LAURIA
¡El francés!
MARQUET
¡El asalto!
BARROSO
Suyo es
el torreón y un largo trecho 880
de la muralla.
LAURIA
¡Él ha sido!

 (Reparando en el cuerpo de BERENGUEL.)  

MARQUET
¡El Judas!
BARROSO
¡El renegado!
LAURIA
¡Lo ha pagado!
MARQUET
¡Lo ha pagado!
BARROSO
¡Merecido!
LAURIA
¡Merecido!
DON JAIME
Basta ya de rabia loca. 885
Si él responderos pudiera,
algo en su abono dijera.
Sólo a Dios juzgarle toca.
De esta noche en los furores
todos seremos iguales: 890
los leales, por leales;
los traidores, por traidores.
Y para todos su juez
habrá también de seguro;
conque a morir sobre el muro 895
por Aragón y Argelez.
LAURIA
Ceñid el casco, señor,
que los golpes menudean.

 (Presentándole el casco, al ver que se dispone a salir sin cubrirse la cabeza.)  

DON JAIME

 (Rechazándolo.) 

Para que todos me vean,
voy así mucho mejor. 900
Y de este modo he de ir,
y así todos me han de ver
sobre el muro combatir;
los de fuera hasta caer,
los de dentro hasta morir. 905


 
 
TELÓN
 
 


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