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ArribaAbajo- IV -

Manipulaciones


La mezcla de las sustancias cuyas reacciones constituyen el motor submarino requieren varias operaciones que voy á describir.

Las sustancias han de ser finamente pulverizadas, á fin de que entre ellas haya estrecho contacto, aunque no sea necesario que se lleve á la intimidad de los cuerpos que entran en la composición de la pólvora ordinaria.

PERÓXIDO DE MANGANESO.- Tal cual viene de las minas es bueno para este uso, si bien cuanto más puro mejor: se pulveriza en muchas verticales, y queda con facilidad convertido en un polvo muy fino. El peróxido de manganeso es higrométrico, y antes de mezclarlo con el zinc, conviene sacarle el agua que contiene. Para esto debe tostarse á 200 ó 300º, y antes de que se haya enfriado del todo, cuando su temperatura está á 60 ó 70º, se hace la mezcla; si no se hacía desde luego ó se dejara enfriar, fuera necesario una segunda tostadura.

Si el peróxido de manganeso no ha sido tostado, el agua que contiene á la temperatura ordinaria, es descompuesta por el zinc; á los 15 días de fecha de la fabricación de los cilindros, el zinc está ya bastante oxidado y arde con dificultad; á los dos meses la mezcla está echada á perder y sólo arde añadiendo un 5 por ciento de zinc y 2 por ciento de clorato. Además, si se usan recién hechos,   —178→   dan bastante hidrógeno; porque los vapores de agua, al atravesar la mecha ardida de los cilindros, ceden su oxígeno al protóxido de manganeso que se convierte en óxido rojo.

Hay tanta facilidad en el protóxido para pasar al estado de óxido rojo, que basta que esté expuesto al aire cuando está pulverizado y á la temperatura ordinaria, para que tres moléculas de protóxido se unan á una de oxígeno: y á esta propiedad debe atribuirse la descomposición de los vapores de agua en los cilindros de mezcla de que he hecho mención.

Esta propiedad nos advierte también de que no debe abundar el clorato en la mezcla de este peróxido con el zinc; porque el oxígeno del clorato serviría, en gran parte, para formar óxido rojo, al atravesar la parte ardida del cilindro y cuando la temperatura no se opusiera ya á ello. El clorato ha de entrar en esta mezcla como excitante, en una proporción limitada entre 2 y 5 por ciento; entre estas proporciones queda libre un poco de oxígeno, y el calor del ascua llega ya al rojo claro en la periferia, mientras que el centro del cilindro alcanza el albado.

Queda, pues, probada la necesidad que hay de tostar el peróxido de manganeso antes de verificar la mezcla, y así resulta: 1.º, que se ahorra el calórico necesario para la evaporación del agua en los cilindros; se ahorra también el indispensable para descomponer una parte del agua que contiene dicho peróxido, y 3.º se evita la producción de hidrógeno.

ZINC.- La pulverización del zinc se obtiene fundiéndolo á un fuego moderado, dentro de un crisol de hierro; colocándolo, luego de fundido, en cantidades de 2 á 3 kilogramos en un vaso de hierro bastante hondo y cónico, dentro del cual se menea en todas direcciones á favor de espátulas de hierro con mangos de madera; á medida que se va enfriando, en lugar de cristalizar en grandes facetas, si el meneo es vivo lo verifica en pequeñísimos cristales. Pero como siempre quedan bolas del tamaño de un guisante y aun mayores, se pasa el todo por un tamiz de tela metálica, y lo que queda en él se vuelve al crisol. El zinc así pulverizado, presenta el aspecto de menudísima arena.

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Dos hombres pulverizan por este método 160 kilogramos diarios; sostienen bien este trabajo, y á pesar de que aspiran continuamente el polvo del zinc, no experimentan alteración en su salud. - La pérdida total del zinc, tanto en su fundición, como en polvo que se levanta en el zarandeo no llega á un 5 por ciento.

Pulverizar el zinc, machacándolo en el mortero á la temperatura de 200 á 300º, como está indicado en varios autores, es un trabajo pesado, y que da resultados exiguos. El método descrito, ha sido encontrado por los tripulantes del Ictíneo, practicando el recomendado por las obras de química.

Facilita mucho la operación, si el vaso de hierro donde se agita el zinc para desmenuzarlo, está metido en una cuba donde haya mucha agua, que pueda cambiarse cuando esté caliente; de lo contrarío, el vaso toma una temperatura demasiado elevada, y se prolonga la operación del meneo.

MEZCLA.- Tostado el peróxido de manganeso, y estando á una temperatura de 60 á 70º se echa á un torno octogonal, sostenido por dos montantes, sobre los cuales descansa el eje, que tiene en cada uno de sus dos extremos un manubrio. Luego se echa en él el zinc y el clorato en estas proporciones:

Peróxido de manganeso.............. 120
Zinc............................................. 75
Clorato de potasa pulverizado..... 10
205

El torno debe estar bien cerrado á fin de que no se escapen los materiales. Dos hombres se colocan en los manubrios, y dan vueltas durante una hora, pasada la cual la mezcla es bastante íntima y homogénea para ser colocada en los cilindros.

Para esta clase de mezclas se ha de partir de los equivalentes químicos de los cuerpos que entren en su composición, y con referencia á la que nos ocupa, copiaré aquí la nota que me sirvió para el primer ensayo:

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«Mn = Manganeso, equivalente: 344'68

Mn = Protóxido de manganeso 444'68 = 344'68 + 100 oxígeno

Mn O2 = Peróxido de íd. 544'68 = 344'68 + 200 íd.

»Los dos óxidos intermedios son fácilmente reductibles á protóxido á favor del hidrógeno, por lo tanto el peróxido puede pasar á protóxido.

»El peróxido no es estable, puede abandonar 100 de oxígeno y cederlo á otro cuerpo, al zinc por ejemplo.

»El equivalente del zinc = Zn. 406'50.

»Luego, pues, mezclando 544'68 de peróxido de manganeso con 406'50 de zinc, habrá reacción, esto es, el zinc se apoderará de la mitad del oxígeno del peróxido, si hay una cantidad de calor inicial suficiente que determine la reacción en un punto cualquiera de la masa. Y el resultado será el siguiente:

Mn O2 + Zn = Mn O + Zn O.

»Ahora bien, como Mn O para pasar á Mn O2 gasta probablemente poco calórico y el zinc al oxidarse emite mucho, de aquí que esta mezcla puede ser un generador de calórico.

»Como el peróxido de manganeso tal cual se encuentra en las minas no es puro, contiene carbonatos, etc., de aquí que la proporción indicada deberá alterarse, y la mezcla excitarse por el clorato de potasa.»

En efecto, después de muchos ensayos (para el peróxido de manganeso de las minas de Aragón) resultó ser la proporción indicada más arriba, la más conveniente, tanto con referencia á la viveza del fuego como para emitir oxígeno.

0K500 de la indicada mezcla producen 1 litro de ácido carbónico.

Contiene este peróxido 1'5 por ciento de agua.

Si pretendemos comburir el zinc á favor del oxígeno del minio, nos referiremos á sus equivalentes para saber la proporción en que deben mezclarse estos dos cuerpos y diremos:

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Minio = 4 PbO., PbO2

contiene 5 átomos de plomo y 6 de oxígeno; y siendo el equivalente del plomo 1,294'50, el del minio será (5 X 1,294'50) + (6 X 100) = 7,072'0.

Suponiendo que puedan desprenderse las 6 moléculas de oxígeno para quemar otras tantas de zinc, éste deberá entrar en la mezcla en la cantidad de 6 X 406'5 = 2,439; y en efecto, mezclados íntimamente 3 partes de minio y una de zinc, arden tranquilamente sin que se desprenda gas alguno que no sea absorbible por la lechada de cal. Aunque esté tan comprimida esta mezcla como la del peróxido de manganeso y zinc arde con regularidad. Los residuos son óxido de zinc y plomo reducido; 600 gramos de mezcla dan 77 calorías. Este fuego es pobre en calor, pero es rico en residuos, en atención á la cantidad de plomo reducido.

Si en lugar de oxigenar el zinc, el hierro, etc., se trata de sulfurarlos, siguiendo la misma regla de los equivalentes, se escogerán cuerpos en estado de persulfuros, susceptibles de descomponerse por el calor. Sin embargo, en tanto que el Ictíneo no haya pasado de esta primera época que puede decirse de ensayo, yo no creo prudente añadir á las dificultades de un arte tan reciente, los peligros de la sulfuración, la cual es ocasionada al envenenamiento de la atmósfera de la cámara submarina.

CILINDROS DE MEZCLA.- Los cilindros que he visado en la actual caldera son de lámina de hierro dulce de 1 milímetro de espesor; el diámetro exterior de 54 milímetros y de 68 centímetros de eje. Estos cilindros, después de ardidos, se vacían golpeándolos con un mazo de madera, á fin de no echarlos á perder; por este motivo debe ser la lámina dulce y no agria, la cual se agrieta al limpiarlos. Deben estar soldados con soldadura fuerte; no conviene que sean de cobre, porque funden y arden dentro de las mismas cámaras de combustión y al tiempo mismo que arde la mezcla.

Habría ventaja en que las cámaras de combustión tuviesen un diámetro de 9 á 10 centímetros; en este caso los cilindros serían   —182→   de 8 centímetros ligeramente cónicos y el espesor de paredes de 3 milímetros. Así durarían mucho más, no se deformarían y habría mayor facilidad en limpiarlos.

Para llenar estos cilindros, se cierran por un extremo con un tapón de plancha de hierro que lleva rebordes de 3 centímetros de alto y un anillo ó aldabón para sacarlos de las cámaras. - El tibrador con que se tome la mezcla, debe estar en forma de embudo, cuya parte estrecha sea del diámetro del cilindro. La mezcla se atacara con espeque de hierro de punta larga y al final roma. La densidad de la mezcla, para estar en buenas condiciones de transporte y para que arda de una manera regular, ha de ser comparada á la del agua, como 3 es á 1; un kilogramo ordinariamente ocupa en los cilindros un espacio de 300 centímetros cúbicos. Si estuviera floja en los cilindros, al ser transportados en carros, el zinc se separaría del peróxido de manganeso y por consiguiente no habría reacción.

Llenos los cilindros hasta faltar sólo unos 12 centímetros, se dejan concluídos poniéndoles cebo y mecha conforme va á explicarse.

CABEZA DE IGNICIÓN.- Se compone de un cono de plancha de hierro de 7 centímetros de eje, que termina por un tubo de solo 3 centímetros de largo, y de un diámetro exterior igual al del interior del cilindro de mezcla. La parte cónica ha de estar llena de agujeros como de regadera, los cuales se tapan con una hoja de papel gomado, al tiempo de llenarse de las composiciones que constituyen los cebos. Estos agujeros y la arena que se coloca en el vacío que queda, entre la parte cónica y las paredes del cilindro, tienen por objeto purgar los gases que rápida y abundantemente se desprenden de los cebos, y que arrastran con ellos óxidos de zinc y manganeso y cloruro de potasa, los cuales obstruirían los conductos: los tamices de arena retienen en gran parte los citados óxidos y cloruro, va porque ejercen las funciones de un verdadero filtro, ya porque robándoles temperatura dejan de ser volátiles.

En el cono se colocan sucesivamente la yesca y papel preparados que sirven de mecha, las composiciones A y B, más adelante   —183→   indicadas, y la mezcla del cilindro: unas y otra han de estar también bastante comprimidas, á fin de que el transporte no las eche á perder.

La yesca y el papel deben estar preparados como las etiquetas ó sellos de correos con una disolución gomosa compuesta del modo siguiente:

Agua gomosa espesa....... 4
Clorato de potasa............ 4
Azúcar terciado.............. 1

Por medio de una brocha se extenderá sobre el papel, procurando siempre que la pasta sea homogénea, la cual se meneará con frecuencia, porque el clorato pulverizado se precipita. Los papeles así preparados se colocarán sobre planchas calientes, cuya temperatura no pase de 100º, á fin de que sequen, ya que en libre ambiente y en verano, después de 48 horas todavía contienen demasiado agua y no arden. Los papeles así preparados no han de ser quebradizos, ó de lo contrario cuando se rollan sobre la yesca se rompen y así no sirven.

Se cortarán tiras de yesca de 2 á 3 milímetros de escuadra y de 4 centímetros de longitud que se untarán por su mitad con los indicados puches de goma cloratada y azucarada.

El papel cloratado se cortará en tiras de 3 centímetros de ancho por 6 de largo, que se harán en cucurucho, cuyo eje será la yesca; se procura que la parte untada vaya dentro del cucurucho, saliendo como 2 ó 3 milímetros fuera de él. Así, al encender la yesca, se comunicará por la parte untada al papel y de este al cebo primero, al segundo, y por fin á la mezcla.

El cebo A es vivo y desarrolla una temperatura elevadísima; su composición es la siguiente:

A Zinc...................................... 53
Clorato de potasa................. 31
Peróxido de manganeso....... 16
100
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El peróxido de manganeso entra en este cebo como materia inerte, y que al mismo tiempo da oxígeno. En la proporción de 53 de zinc por 31 de clorato, se forma una mezcla explosiva que el peróxido modera.

Este cebo se pone en el cucurucho de papel; bastan 2 ó 3 gramos, y se acaba de llenar del segundo cebo cuya composición es la que indico:

B Zinc...................................... 45
Clorato de potasa................. 19
Peróxido de manganeso....... 36
100

En este segundo cebo el peróxido entra como comburente y por consiguiente el fuego no es tan vivo aunque la temperatura es fuerte.

He aquí como se confeccionan las cabezas de ignición:

Se toma una tira de yesca untada; se rolla sobre ella y en forma de cucurucho ó alcartaz el papel cloratado; se pone un poco del cebo; se cierra la boca del cucurucho con los dedos pulgar é índice de la mano derecha para introducirlo en el cono de regadera, procurando que no solamente salga la tira de la yesca, sino también el vértice del alcartaz: en esta disposición se abre la boca de éste y se echan 60 ó 70 gramos del cebo, se aprieta con fuerza y se acaba de llenar de la mezcla ordinaria. Luego con un papel gomado ordinario se tapa la base del cono, y queda concluída la cabeza de ignición, la cual se introduce en el cilindro de mezcla, se coloca la arena y luego se sujeta la cabeza de ignición con un tapón de plancha en forma de tubo, con algunos agujeros de regadera: esta tapa tiene un agujero central bastante grande para que pueda penetrar por él el vértice del cono, por el cual sale un poco el papel cloratado y la yesca. Sólo debo advertir que la arena debe ser tostada y del tamaño del trigo, á fin de que no caiga en el transporte; estará pasada por un tamiz cuyos agujeros sean de tres á cuatro milímetros de diámetro y la que quedará en el tamiz será   —185→   la buena. Se supone que las cámaras de combustión y por consiguiente los cilindros de mezcla están en sentido horizontal.

DIAFRAGMA.- Colocados los cilindros de mezcla en sus respectivas cámaras de combustión, y con el objeto anteriormente dicho de impedir que se obstruyan los conductos con los óxidos que arrastran consigo los gases que emite la mezcla, se ponen diafragmas cilíndricos con tapas de hierro y agujeros de regadera, que contienen arena; la parte tubular de cada diafragma debe estar ajustada al diámetro de dichas cámaras.

Luego de encendida la yesca, se coloca el diafragma y se cierra la cámara de combustión con tapa embarrada con un lúten de arcilla y sujeta por medio de brida para que haga punta, y no puedan escapar los gases en su camino á la caja de absorción.

Las cámaras de combustión del segundo Ictíneo tienen 6 centímetros de diámetro y 1m50 de largo; en cada uno se colocan dos cilindros de 68 centímetros de largo.

El trabajo de tres hombres durante un día es suficiente para preparar 100 cilindros practicando todas las operaciones que acabo de describir. Los 100 cilindros producen un trabajo útil de un caballo de vapor durante cinco horas.

Si en los fuegos submarinos uso solamente el zinc como combustible, no tengo otros motivos que los siguientes: 1.º, las limaduras de hierro dulce puras, sin mezcla de hierro colado, son tan escasas que siempre he tenido que pagarlas algo más caras que el zinc; 2.º, el zinc se deja pulverizar con tanta facilidad que aun después de haber empleado el trabajo de reducirlo á polvo es más barato que las limaduras de hierro.; 3.º, porque entre la temperatura que emite el zinc y el hierro por una misma cantidad de oxígeno, es mayor la del zinc que la del hierro.

Además, como haciendo uso de las limaduras de hierro dulce (y bastará un solo Ictíneo para darlas un valor extraordinario) habría interés en falsificarlas por medio de las que provendrían del   —186→   hierro colado, en este caso la cantidad de ácido carbónico que producirían fuera enorme. Lo cual es preciso que lo tengan en cuenta los que atraídos por la facilidad con que arde el hierro colado, debido al carbono que contiene, quisieran aprovechar este material como combustible en las cámaras submarinas.

El hierro colado contiene de 2 á 4 por ciento de carbono; suponiendo un término medio de 3 por ciento, cada kilogramo contendría 30 gramos, los cuales combinados con el oxígeno en la combustión del hierro, darán á la temperatura y presión ordinarias cerca de 60 litros de ácido carbónico; esto es, 12 metros por caballo de vapor y por hora.

En las reacciones que constituyan los motores submarinos, se ha de buscar, para que sean económicas, la obtención de cuerpos compuestos ó reducidos, cuyo valor sea estimado: esto es, que tengan una grande aplicación industrial.

COMBUSTIÓN DEL HIERRO.- He dicho ya que la combustión del hierro por medio de los nitratos, tenía tan graves inconvenientes que debía desecharse su uso en la navegación por debajo del agua. En efecto, la cantidad de gases que provienen del nitrato es portentosa; con referencia á la mejor mezcla entre él y el hierro que es 220 hierro y 170 nitrato (la cual da abundante oxígeno que es lo que se debe procurar á fin de evitar la formación de amoníaco, lo que sucede siempre que el nitrato de sosa está en defecto) debo hacer notar que un kilogramo de esta mezcla contiene 436 gramos nitrato que dan en ázoe libre, en la presion y temperatura ordinarias, cerca de 60 litros.

Quedando proscrito el uso de esta mezcla en las calderas del Ictíneo y sustituída por la del peróxido de manganeso y el zinc que con tan excelentes resultados ha favorecido la navegación submarina, y no teniendo otra mira que la de hacer más barata la combustión subacuática, hubiera continuado los experimentos empezados en 1863 con el objeto de quemar hierro á favor del oxígeno puro, si el procedimiento de sobre-oxigenar el manganato de potasa á favor de una corriente de aire y des-oxigenar el permanganato   —187→   por el vapor de agua fuese un hecho industrial. Este procedimiento de obtener oxígeno no cuesta más que la fuerza que se emplea en agitar el manganato y en promover una corriente de aire seco y puro y luego una corriente de vapor de agua, lo cual reduce el valor del oxígeno al gasto que se hace en carbón para obtener la agitación de la sustancia, del aire y del vapor.

Quemar los desechos de hierro dulce de los talleres de maquinaria sería por otra parte un material mucho más barato que el zinc; en efecto poco valen las virutas y rajuelas del torno, de la escarpa, de las máquinas de cepillar, de la plataforma, del taladro, los hilos y arenas de hierro de las fábricas de puntas de París y de los alambres, los clavos y hierro viejo, etc., etc., y sin embargo, estos materiales abundantes que tan poco valen son un excelente combustible para las hornillas de las calderas submarinas. Los residuos de esta combustión que se presentan en masas porosas, constituyen un mineral de hierro sin escorias, y sujetados á las forjas catalanas, darían el mejor hierro dulce, puesto que sería puro; así que, estos residuos vendrían á disminuir el precio del fuego submarino.

El procedimiento á favor del cual he oxidado el hierro, consiste: en un cilindro que llamaré hornilla, de plancha de hierro vertical, de 20 centímetros de diámetro y 8 milímetros de espesor de paredes en el fondo del cual pueden ponerse unos 500 gramos de limaduras de hierro íntimamente mezcladas con clorato de potasa y peróxido de manganeso en las proporciones indicadas por sus equivalentes químicos, á la cual llamaré cebo. Sobre esta mezcla se tija un tubo que ocupa el centro de la hornilla, la cual se carga de virutas de hierro hasta llenarlo completamente, sin otro cuidado que el de poner un poco de hierro en limaduras y otras partes tenues inmediatamente sobre la mezcla, á fin de facilitar el contacto de la carga con la mezcla llamada cebo. El tubo central debe comunicar con un recipiente que contenga ó aire ú oxígeno. Cargado el horno por el tubo central se deja caer una pequeña cabeza de ignición cuya yesca está encendida, se cierra la tapa superior del hornillo y se da aire ú oxígeno. El fuego pasa de la cabeza á la mezcla y de ésta al hierro, el cual arde como si fuera carbón.

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Los productos gaseosos de esta combustión cuando arde á favor del aire son ázoe y ácido carbónico, y sólo este último, cuando arde á favor del oxígeno.

En una hornilla de 0'26 centímetros de diámetro y 3'00 de profundidad caben 112 kilogramos de desechos de hierro, los cuales darán una fuerza de 8 caballos de vapor durante una hora.

Las juntas del cuerno, del tubo, y de la tapa superior se hacen con arcilla.

Cuando todo está dispuesto se abren las dos espitas laterales y el oxígeno pasa por el tubo y se combina con el hierro incandescente que está en contacto con la mezcla que está ardiendo. A medida que se hace esta combinación el óxido de hierro liquidado se va hacia el fondo de la hornilla, entre tanto que el hierro superior va bajando; á su vez va poniéndose incandescente y liquidándose. El tubo funde también y va quemándose.

Desde el momento que se calcule que la combustión va seguida, se dejarán las espitas muy poca cosa abiertas; y se abrirán más cuando quiera activarse la combustión.

En el depósito generador de oxígeno habrá una presión de dos atmósferas; en el depósito del oxígeno que ha pasado por las hornillas y por el purificador no debe haber más de 1at.5.

Una bomba debe sacarlo de la caja de purificación para restituirlo al generador.

De manera que el camino que sigue el oxígeno es el siguiente:

1.º Está en el permanganato de potasa, del cual lo extrae una corriente de vapor.

2.º Oxígeno y vapor van á parar á tubos refrigerantes bañados exteriormente por el agua del mar.

3.º Una bomba lo extrae de los tubos y lo comprime en un depósito-generador.

4.º De éste pasa á las hornillas á combruir el hierro.

5.º El sobrante va á una caja de purificación á dejar los ácidos carbónico, fosfórico, sulfuroso, etc., provenientes de la impureza del hierro.

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6.º De la caja de purificación, por otra bomba, va á parar otra vez al depósito generador para volver á las hornillas.

Del depósito-generador se toma el que se necesita para la respiración y alimentación de las luces.

Este procedimiento para quemar hierro es el resultado de un gran número de experimentos que verifiqué en 1863 y 64, ya á favor de oxígeno puro, ya por medio de la inyección del aire; en uno y otro caso ha dado resultados satisfactorios y completos. No lo adopté en el Ictíneo por no tener una manera barata de sacar oxígeno de los cuerpos que lo contienen; pero en llegando á ser industrial el método de sobre-oxigenar el manganato de potasa, y el de reducción, entonces la navegación submarina podrá hacer uso del procedimiento descrito para obtener calor, el cual se adquirirá á muy poca costa.

La caldera, en este caso, debe estar dispuesta como lo indica la figura especial que dedico al esclarecimiento de este punto57: igual disposición puede tener para los fuegos de las mezclas ya descritas. De manera que en cualquiera época que se encuentre un procedimiento barato para producir oxígeno podrá aplicarse á la combustión del hierro en las calderas de los Ictíneos.

PRODUCCIÓN DE GASES PARA LAS VEJIGAS NATATORIAS.- Es bastante dificultoso hacer una presión mayor á 10 atmósferas á favor de bombas de aire; porque las suelas de las bombas y aun los cuerpos de ellas vienen sumamente calientes con el roce, aunque estén bañadas exteriormente por el agua; y sobre todo, porque los espacios nocivos á presiones elevadas, y las pérdidas naturales de las bombas, á mayor presión que la indicada de 10 atmósferas, representan un volumen de aire igual al de la capacidad del cilindro. Así es que para poner presión en las vejigas natatorias me separé de los aparatos mecánicos, resolviéndome á generar los gases y que se comprimieran de ellos solos, por el solo efecto de desarrollarse de los cuerpos que los contienen.

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Para esto sirve la combustión de la hulla por medio del nitrato de sosa mezclándolos con un cuerpo inerte como el óxido rojo de manganeso. A fin de obtener un desprendimiento de gases gradual, la mezcla de los tres indicados cuerpos debe sujetarse á la presión de una prensa mecánica, hasta adquirir la masa aquel punto de dureza que con dificultad se deje escarbar con la uña. Así se obtiene un agregado de bastante densidad que arde de una manera sucesiva, aunque sea bajo una presión de 16 atmósferas, á la cual he podido yo probarla; y no de un modo instantáneo ó bastante rápido que diera acaso una explosión.

He aquí las proporciones:

Nitrato de sosa...................... 50
Hulla de Cardiff.................... 8
Oxido rojo de manganeso..... 42
100

Un kilogramo de esta mezcla á favor de la combustión, y en el espacio de unos 20 minutos desarrolla 150 litros de gases, sin que haya notado que se desprenda ácido nítrico, como sucede si la materia inerte es la cal apagada.

Antes de cerrar el aparato en que ha de arder la mezcla se pone encima de ésta una cabeza de ignición; luego tiene lugar el desarrollo de gases, cuya tensión marca el manómetro, los cuales pasan del generador al cilindro lavador donde dejarán no sólo la sosa cáustica que arrastran consigo, sino también si alguna pequeña cantidad de ácido nítrico se formara, la cual atacaría las vejigas natatorias.

El aparato debe estar dispuesto de manera que los tubos de comunicación con el cilindro lavador puedan limpiarse con facilidad de una á otra operación, si necesario fuese si bien la experiencia me ha probado que con tal que los tubos tengan un diámetro de 6 centímetros tardan bastante á obstruirse.

Suponiendo que en las vejigas natatorias haya ya presión, la espita del generador al lavador no debe abrirse hasta que el manómetro indique una presión mayor que la de las vejigas; de lo contrario,   —191→   el agita que contiene el cilindro lavador iría á apagar el fuego de la mezcla, y se echaría á perder la operación.

En las vejigas natatorias, ya he dicho que los gases debían estar á una presión inicial superior á la que experimentará el Ictíneo en su descenso; así es que, si el Ictíneo debe trabajar á 50 metros, la presión inicial deberá ser al menos de cinco atmósferas, y si ha de llegar á 100 metros, 200, 300... de profundidad, aquélla será respectivamente de 10, de 20, 30... atmósferas. Obtenida la presión inicial, se inyecta agua en las mismas vejigas natatorias á favor de bombas robustas hasta obtener una presión doble á la inicial de los gases. En este estado puede emprenderse la sumersión en la seguridad de que no pasando más allá de la profundidad propuesta, el jefe del Ictíneo lo dominará en los descensos y ascensos, conforme se ha explicado en el artículo Relaciones entre la profundidad, y el motor, y vejigas natatorias.



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ArribaAbajo- V -

Aplicación del Ictineo á la guerra


Al abordar esta parte de mi trabajo me considero bastante incompetente para dar soluciones prácticas que sean desde luego ventajosas. Hay en las aplicaciones, cuando sólo han sido precedidas por un corto número de experimentos, aunque todos ellos hayan sido buenos, tantos inconvenientes, que suelen quebrantar la voluntad del que las intenta. A priori no es posible prevenir las contrariedades de segundo orden que irán presentándose sucesivamente y que de una manera aparente contradecirán los hechos ó ensayos primarios, fundamento del sistema. Y sin buscar ejemplos en otras artes citare á Armstrong, quien á pesar de haberle convencido los hechos de que los cañones encintados tenían una resistencia mayor que los construídos de una sola pieza, y de que la masa del proyectil debía intervenir tanto como la velocidad de choque en la penetración del blindaje; sin embargo, no logró en los primeros cañones que fabricó para la marina, ni la fortaleza de éstos, cuyas cintas se desligaban, ni suficiente dureza en los proyectiles, ni la penetración de las corazas: con todo, á estos ensayos había precedido el buen éxito que tuvieron sus ligerísimos cañones de campaña en la guerra de China.

Por lo que toca á mi asunto he de decir que es positivo que existen relaciones íntimas entre la resistencia de una obra que se pretende destruir y la cantidad de pólvora que se ha de emplear;   —193→   igualmente es positivo que un Ictíneo va por debajo de agua á un sitio determinado y con una velocidad que depende de su motor, velocidad igual á la de los buques flotantes; es también cierto que las naves submarinas pueden llevar agentes destructores, y por lo tanto es segura la pérdida de un enemigo que ataque puertos y costas defendidos por naves submarinas. Si, pues, la práctica de las armas de defensa que propongo ofreciere podrán atribuirse á error fundamental del sistema, sino á imperfección de pormenores, debida á la falta de ensayos previos.

Los míos sobre las aplicaciones del Ictíneo á la guerra marítima han dado el siguiente resultado, que puede servir de fundamento á los estudios posteriores que emprendan. Estando dentro del Ictíneo, á 7 metros de profundidad vertical, cargamos un cañón corto, de alma lisa, de 0m10 de diámetro con 1 kilogramo de pólvora; luego subimos quedando velados por el fluido y teniendo unos 0m50 de agua sobre la boca del cañón: en esta disposición hemos tirado. Si, por imperfección en la carga, el tiro no ha salido, hemos vuelto á bajar á 7 metros, cambiado la carga, y subido luego para tirar; volviendo á bajar y cargar, para en seguida subir y tirar, empleando en cada una de estas maniobras unos 10 minutos. Hemos hecho en todo unos 30 disparos58.

Estos son los únicos ensayos que, como buque de guerra, ha practicado el Ictíneo; sin embargo son bastantes para ensayar con fruto y en mayor escala una arma submarina contra un enemigo poderoso, revestido de hierro, y que puede destruir á mansalva las ciudades marítimas, centro de riqueza y de afecciones. Ajeno á los asuntos de la marina, voy solo y sin precedentes que me abonen, pero al considerar que esos colosos del mar son hijos del orgullo de unas naciones que tantas veces nos han humillado, confieso que sin examinar si mis fuerzas propias correspondían al objeto, me he considerado competente para intentar el hundimiento de esas masas de hierro que tienen en constante alarma á los Estados, cuyos recursos no corresponden á los dispendiosos progresos de la guerra.

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ATAQUE.- Cuando los pueblos levantaban castillos de madera para dominar las baterías de los puertos, tal vez las ventajas estaban por parte de éstas; pero desde que los buques se revistieron de hierro para resistir al cañón y proyectil Paixhans, adquirieron la ventaja de ser superiores á las obras de defensa de los puertos.

Los cañones Paixhans59 arrojan proyectiles huecos que revientan en el acto de penetrar la obra viva de los antiguos navíos de madera, lo cual dió origen al planteamiento de los barcos ferrados. Fueron primeramente adoptados como baterías blindadas en la guerra de Oriente, en vista de la destrucción instantánea de la flota turca, en Sínope, por la escuadra rusa, y á favor de la indicada clase de cañones.

De este hecho data la lucha moderna experimental, entre la coraza y el proyectil; lucha en que se han invertido millones de libras esterlinas por Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Prusia.

Si las corazas resistieron la acción de las balas esféricas de á 68; si los primeros cañones de marina de Arsmtrong de á 110 no lograron penetrarlas, sucumbieron á la fuerza viva de los proyectiles de á 150, 200, 300, 600 y 1,000 libras de Arsmtrong, Whirworth Scott (ingleses), y Rodman (de los Estados Unidos). Los proyectiles ojivales, llenos ó huecos, atraviesan los blindajes de 28 y 30 centímetros de espesor, espesor que sólo pueden soportar las torres de los Monitores, destinados á la defensa de puertos y costas.

  —195→  

Y este inmenso gasto en pruebas, y los miles de millones empleados en cambiar el armamento y defensa de las antiguas escuadras, y en crear las nuevas, todo ha sido, con referencia al objeto primario, completamente inútil. Si antes los proyectiles huecos rovirianos, norte-americanos ó Paixhans reventaban al atravesar los buques de madera, ahora los proyectiles huecos Arsmtrong y otros, revientan al atravesar los buques ferrados, esparciendo la muerte entre puentes, por la conversión del mismo blindaje en metralla.

«No es suficiente, decía ya en 1857 el Sr. Rivera60, tener piezas de artillería de mucha y conocida resistencia; es forzoso tenerlas del mayor efecto posible, que satisfagan en cuanto sea dable todas las necesidades de la marina, en sus diferentes clases de buques; y es preciso, en fin, para lograrlo, no perder la marcha de los inventos y aplicaciones que constantemente se ensayan en el extranjero los cuales podrá suceder que dentro de poco hagan variar el armamento de las plazas flotantes, montándoles piezas de artillería enteramente nuevas en su forma, en sus calibres y en el alcance y efectos de sus proyectiles.»

Estas previsiones se han realizado; y los combates navales, hoy, como antes de los buques ferrados, á igualdad de fortaleza de nave á nave, de pericia en los jefes y subalternos, de valor, destreza y disciplina en las tripulaciones, y de acción perforente y contundente de los proyectiles, vencerá en un combate naval, aquella nación cuya escuadra sea más numerosa en buques y cañones.

«Todavía, como observa el citado capitán Scott61, en las batallas decisivas se combatirá cuerpo á cuerpo, en la confusión y en la humareda de los cañones y entre muertos y heridos. Aun tendría razon Nelson de izar á lo más alto del palo: Aborda al enemigo, bátele de más cerca todavía

En efecto, según la opinión de los hombres del arte, la mayor distancia admisible en los combates acorazados, es aún como   —196→   entre las antiguas escuadras de madera, de unos 600 metros, y entre éstos tampoco es decisiva la batalla, sino á 200 metros.

Es verdad, pues, que las condiciones navales no han cambiado entre naciones poderosas; pero son distintas las de la defensa de los puertos. Ya no encierra ninguna verdad el antiguo adagio de que un cañón en firme vale tanto como un navío en el mar, porque la defensa de los puertos es insuficiente, si está encomendada, como la de Barcelona, á cañones incapaces de perforar los buques blindados.

Por otra parte las nuevas condiciones de estos combates son muy desfavorables para los Estados de escasos recursos, que no pueden seguir, ni en la misma escala proporcional antigua, á las grandes naciones, por carecer de las grandiosas industrias de la elaboración de hierros, y de las pingües rentas de que disfrutan los erarios de los pueblos exuberantes de población. Vese la superioridad de Inglaterra, considerando que al finalizar la guerra de Crimea producía una batería blindada diaria, y la de los Estados Unidos, levantando en 90 días, sobre las líneas de los planos del primer Monitor, murallas de hierro que resistieron los proyectiles del ferrado Merrimac, quien al fin fué vencido y abandonado por sus mismos tripulantes, á consecuencia de las graves averías causadas en su casco por los proyectiles de 70 kilogramos, que á pares y de tres en tres minutos le arrojaba el Monitor.

En las guerras marítimas, pues, alcanzarán victoria los Estados de primer orden sobre los demás, tanto en los combates navales como en los bombardeos de las plazas. Hoy en día las escuadras acorazadas, desde una distancia en que no recibirán avería alguna grave, pueden arrasar en poco tiempo y á favor de los fuegos, directos y curvos de los modernos cañones, ciudades y arsenales de los cuales estén separados por 4 y aun 5,000 metros. Contribuirán á abreviar la escena de destrucción los obuses de á 200 kilogramos, llenos de hierro fundido, de fósforo disuelto en sulfuro de carbono, ó de cualquiera otra materia incendiaria; y sobre todo tendrán en este salvaje trabajo una acción pronta y decisiva los cohetes modernos de mayor alcance y más perfeccionados en todos sentidos   —197→   que los de Congreve, que llevarán la muerte y el incendio á 8 kilómetros de distancia.

Carecemos de recursos industriales nosotros para imitar á esas naciones que tanto nos aventajan y á cuya fuerza no resistiríamos; sin embargo de que hemos podido combatirlas y aun dominarlas en los tiempos en que los vientos del cielo y la madera de nuestros bosques ocupaban el sitio que han conquistado la hulla y el hierro.

Ya que no disponemos de elementos propios para la defensa, ya que debemos sacar nuestras armas de los arsenales extranjeros, busquemos en las artes de ingenio una nueva base de fortaleza á fin de tener á raya á nuestros enemigos.

Por otra parte, la paz del mundo no está asegurada, tenemos colonias envidiadas y lejanas, un litoral de más de 300 leguas, y si bien nuestra prudencia puede librarnos de un conflicto, será muy difícil, en ciertos casos, sostener la neutralidad. Nuestros puertos y centros de riqueza marítima no están á cubierto de un golpe de mano en las circunstancias ordinarias y por cuestiones frívolas provocado, y aun nuestros temores suben de punto cuando nos representamos el posible y formidable choque entre los colosos del siglo. En semejante caso no se respeta la neutralidad del débil y se conculcan los preceptos del derecho de gentes; porque para el poderoso no hay más reglas de moral y de justicia que la misma fuerza y sólo por ella puede ser contenido para dejar de estar ansiosos se ensalza demasiado en estos tiempos el valor salvaje de los Nelson y desgraciadamente lo hacemos en daño de los fueros de la humanidad y de los beneficios de la civilización, los cuales anulamos en los campos de batalla y en las ciudades arrasadas, ó los hundimos con las naves en las profundidades del mar.

La necesidad, pues, nos obliga á pensar en la defensa; y antes que un acontecimiento desgraciado venga a reprendernos por nuestra incuria, ó debemos reforzar la escuadra de buques ferrados, ó fiar nuestra salud á las armas submarinas.

Es necesario acabar con la fuerza siempre renaciente del Ataque, oponiendo una defensa más estudiada, más científica, y, por consiguiente, más segura en sus efectos.

Cuando los hombres fiaban al número la victoria, y se batían   —198→   sin táctica y con armas informes, cuando en las de fuego se desdeñaban las relaciones entre el viento y el proyectil y arrojaban balas de granito y pedernal; cuando para matar un combatiente en las batallas era necesario que los fusiles arrojasen seis arrobas de plomo, los procedimientos científicos fueron demasiado delicados para confiarlos á la rudeza de los combatientes. Mas ahora, que los soldados saben manejar la carabina Minié, el fusil de aguja y el cañón rayado de resalto ó á cambio de estría; ahora que las ciencias exactas y de experimentación presiden en la confección de todos los artículos referentes á los medios de ataque y defensa; ahora que se fabrican cañones monstruos que arrojan proyectiles de un peso enorme, que son tan precisos en su puntería que rara vez yerran el blanco62, en cuya construcción se guardan las más delicadas atenciones como si fueran instrumentos astronómicos, es necesario   —199→   emplear en la defensa todo lo que la ciencia haya encontrado de más provechoso, de más preciso, aunque pueda parecer caro y complicado y deban ser personas facultativas las encargadas de dirigirlo y aplicarlo. Hora es ya de que sucumba ese fiero valor que todavía anima á pueblos y soberanos que en su ambición y audacia, contrarían los destinos de la humanidad.

Las armas defensivas hubieran sido siempre inferiores á las de ataque, si se hubieran sacado del mismo arsenal; mas la lógica de la defensa ha opuesto á las fuerzas musculares, el arma blanca; á la armadura de hierro, el arma de fuego; á las irrupciones de los bárbaros y salvajes, la estrategia; á las invasiones de los ejércitos permanentes de las grandes naciones, la emboscada, la sorpresa, la guerra de guerrilla, que acaba con las tropas disciplinadas; á los buques acorazados, las armas submarinas. Y así, en fin, de derrota en derrota, el ataque desaparecerá y podrán desarrollarse libremente las artes de la paz.

DEFENSA.- En el capítulo dedicado á la importancia de la navegación submarina, indiqué el oficio de las cámaras subacuáticas con aplicación á la defensa de puertos, y aunque más tarde pueda extenderse al ataque, hoy me limito á describir los medios de que disponen para impedir que los buques acorazados destruyan las ciudades marítimas.

He dado ya en este ENSAYO una idea completa del segundo Ictíneo en todas sus partes; se podrá formar uno de guerra, suponiéndolo de una capacidad cuatro ó cinco veces mayor y añadiéndole los órganos que se refieren á las armas subacuáticas.

Estas son de tres clases, y un Ictíneo de guerra debe estar armado de una de ellas.

1.ª Consiste en llevar á cubierta y en proa un mástil móvil que pueda salir de 10 á 12 metros fuera del Ictíneo, en la misma dirección de su eje, llevando en su extremo exterior una esfera de pólvora de metros 1'3 de diámetro, la cual reventará por choque contra un barco enemigo. De la explosión del torpedo la nave submarina (á pesar de tener lugar cerca de su proa) no puede recibir daño alguno; porque disminuyendo los efectos de las explosiones   —200→   según el cubo de las distancias, el Ictíneo sólo sufrirá el embate de una fuerte corriente que tenderá á alejarle del barco atacado.

Si la esfera ó torpedo por la parte opuesta al choque está convenientemente dispuesta, conteniendo un casquete macizo de hierro donde se inserte el extremo del mástil, y éste puede obedecer libremente al movimiento de retroceso, es posible y aún probable que la explosión no echaría á perder el mástil, que podría servir indefinidamente y repetir en seguida y sin moverse de la zona submarina otras embestidas contra los demás barcos de una escuadra agresora.

2.ª Constitúyenla una grua dispuesta sobre cubierta que puede levantar un cañón ó torpedo á 3 ó 4 metros de altura y dispararlos á la lumbre del agua contra un barco enemigo. Esta operación puede repetirse tantas cuantas veces sea necesario.

3.ª Consiste en un plano inclinado sobre cubierta donde es posible hacer pasar sucesivamente cohetes submarinos y dispararlos uno tras otro contra la escuadra agresora.

Estas dos últimas suponen que el Ictíneo combate á menos de 300 metros de distancia á fin de no errar el blanco.

Estas armas y el Ictíneo están en un mismo plano vertical: indispensablemente también ha de estar en el mismo plano el eje del tubo miranda que sale á flor de agua y cuyo extremo contiene cuatro objetivos de forma particular63 que trasladan por reflexión en la cámara oscura del Ictíneo las imágenes atmosféricas de cuatro puntos opuestos del horizonte. El eje de la cámara oscura ha de coincidir también con el plano vertical del Ictíneo. El tubo de los objetivos ha de poder dar una cuarta completa de vuelta. Así el Jefe podrá ver lo que pasa en la zona aérea quedando su nave velada por las aguas. La descripción de las armas y de la miranda está en el legendario y láminas que lo acompañan64.

CAÑONES.- Uno de los medios de defensa submarinos consiste en levantar desde cubierta de un Ictíneo sumergido á 4 metros   —201→   de profundidad un cañón á flor de agua, y tirar con él contra un enemigo que está á una distancia inferior á 300 metros.

Para el alaque lo mismo que para la defensa interesa saber, dado un blindaje, cuál debe ser la velocidad y peso de la bala que ha de atravesarlo. En el problema debieran jugar la carga en pólvora, el diámetro, la densidad y la longitud del eje del móvil y las circunstancias del alma del cañón; pero debo confesar que ni en los autores que yo he podido consultar, ni en los experimentos ingleses y franceses, ni en los datos que nos ofrecen los combates entre el Monitor y Merrimac, los del fuerte Sumter, en la América del Norte, y el de Lissa en Italia, he sabido encontrar una ley que satisfaga las condiciones del problema.

Poisson, el ilustre geómetra, que define la percusión como una serie de presiones que se suceden unas á otras durante un tiempo muy corto, pero de una duración finita65, no nos ha dado ninguna luz sobre este asunto, á pesar de haber disertado con extensión sobre los efectos de las reacciones de los tiros en las cureñas.

Sabemos que cuanto más tendida es la trayectoria de un proyectil, mayor es su velocidad; que el diámetro, y por consiguiente el peso del proyectil, influyen en la tensión de esta curva, de manera que podríamos establecer:

l.º Que una trayectoria muy tendida supone que la velocidad del proyectil intervendrá más en los efectos destructivos, que su peso;

2.º Y que, al contrario, una trayectoria menos tendida supone que el peso del proyectil intervendrá más en los efectos destructivos, que su velocidad.

Y nos confirma en esta doctrina una nota de Martin de Brettes, presentada por Le Verrier á la Academia francesa, acerca de las relaciones entre los diámetros, pesos y velocidades iniciales de los   —202→   proyectiles66

. De la cual resulta que los proyectiles largos, densos, pesados, tienen ventaja para el alcance, y por consiguiente para la penetración sobre los proyectiles esféricos.

En el sitio de Cádiz, durante la guerra de la Independencia, los franceses tiraban bombas medio llenas de plomo, con el objeto de obtener mayor alcance.

Armstrong, cuya competencia en esta materia no es dudosa, suple la velocidad inicial por el mayor peso del proyectil, y consigne poderosos efectos destructivos. Cuando se hacían las pruebas de sus cañones y de otros inventores en Inglaterra, el periódico The Times, que daba cuenta de ellos, decía que los Americanos poseían ya en aquella época (julio de 1864), centenares de bocas de fuego que se cargaban con pólvoras débiles y arrojaban proyectiles de á 600 libras. Por aquel tiempo el capitán Rodman, de los Estados Unidos, sometió á departamento de la guerra el proyecto de un cañón de á 1,000 libras, y decía estar convencido de que los efectos destructores de los proyectiles crecen en una proporción mucho mayor que las de los diámetros; pero no dice cuál. Y por otra parte Armstrong se limita á recordar la ecuación por la cual se calcula la fuerza viva de las balas, fuerza que no relaciona con la resistencia de los materiales.

Fairbairn, ingeniero inglés bajo cuya dirección se construían los blancos blindados que representaban los muros de los barcos, y algunos constructores de láminas para el acorazado, sospechan que   —203→   la resistencia de éste crece como el cuadrado del espesor. «Si la teoría de la Comisión de láminas es exacta, y que la resistencia de éstas sea proporcional al cuadrado del espesor, la de 27cm94, representará una resistencia séxtuple á la del Warrior (11cm)67 «Una lámina de aquel espesor es travesada por un proyectil esférico tirado por el cañón de á 600 Armstrong, cuyo hecho es la mejor demostración de que la teoría de la Comisión lleva al absurdo. Tal es la confusión que reina en esta materia.

En Balística se admite como muy acomodado á la razón de los hechos que la profundidad de la penetración en un blanco por un proyectil está:

En razón directa de su radio,

»     »     »      de su densidad,

»     »     »      del cuadrado de su velocidad,

y en la inversa de la tenacidad del cuerpo chocado.

En las fórmulas sobre el paso del proyectil de un medio á otro, Bertout, discute, también las que se refieren al choque de un cuerpo de una masa infinita y llamando

r, al radio;

Y, al hundimiento total del proyectil;

D, la densidad del mismo;

V, su velocidad;

y, la resistencia del material chocado por unidad de superficie.

Establece que

Fórmula68

la cual no da cuenta de los hechos, ni puede darla, porque falta un elemento (ú otro radio del proyectil ó el peso del mismo) sin la   —204→   introducción del cual no está representada la fuerza viva. En tanto que no se practique un buen sistema de experimentos en que jueguen como principales, y sucesivamente, cada una de las indicadas circunstancias, no será posible establecer una ecuación que satisfaga las necesidades de la balística: esto es, dada la resistencia de un blanco, ¿cuáles deben ser las circunstancias del cañón y proyectil que pueda atravesarlo?

Como del sistema Armstrong y de las indicadas bases se deduce que adquiere una grande importancia el aumento en la masa del proyectil; como por otra parte los efectos contundentes son tal vez más eficaces que los perfórantes para echar á pique al enemigo; de aquí que podrá ensayarse, para uso de los Ictíneos, cañones cortos, de grande diámetro, cargados con pólvora fuerte, y en poca cantidad, contenida, como en los morteros, en una cámara de menor diámetro.

Por otra parte y en atención á que el Ictíneo no dispone de medios precisos sino groseros para la puntería; que en razón á que sus proyectiles han de atravesar un medio tan denso como el agua del mar, cuya resistencia se vence más fácilmente estando almacenada la fuerza viva por el mayor peso del proyectil que por una velocidad mayor, es más conveniente obtener efectos destructores por confusión que por penetración.

Faltándome competencia para disertar sobre estos dos puntos me limitaré á citar los pocos hechos que han llegado á mi noticia y que hablan en favor de los proyectiles contundentes.

En el combate de Lissa la fragata acorazada Rey de Italia se fué á pique por el desligamiento de las láminas y descoyuntura de sus costados de madera.

El Merrimac fué abandonado por igual motivo.

En el combate contra el fuerte Sumter (América del Norte), el Keokuk, acorazado, se fué á pique quince horas después del combate por iguales golpes contundentes; si los proyectiles que atravesaron sus torres, poniéndolas como cribas, y los 62 proyectiles que recibió en la coraza, atravesaran su casco, se hubiera hundido durante el combate, pero vino solo perforó su proa y la avería pudo ser remediada.

  —205→  

En el combate de Trafalgar donde los mayores navíos del mundo se mezclaron y confundieron durante tres horas; donde las andanadas eran de cerca que todo proyectil hería á su contrario, ningún barco se fué á pique durante el combate, á pesar de estar puestos como cribas. Si en aquella ocasión hubiese dispuesto la marina aliada de cañones y obuses rovirianos, de seguro que á sus golpes contundentes hubiera sucumbido la escuadra inglesa.

Garvick, en la vida de Nelson, dice que el Guillermo Tell, de la marina francesa, atacado por el Leon, Penelope y sobre todo por el Foudroyant de 74, recibió de solo este último 2,758 balas sin que se fuese á pique, y no quedó tan mal parado que no pudiese ser recompuesto y continuar en el servicio (de Inglaterra que lo había apresado) bajo el nombre de Malta.

TORPEDOS.- Para dirigir un torpedo contra un barco enemigo el medio más expedito que se presenta es la fuerza motriz que impulsa á los cohetes69, haciéndoles describir esas admirables trayectorias de un alcance igual si no superior al de los proyectiles de los modernos cañones. Antes de pasar á la descripción de un torpedo-cohete transcribiré algunos párrafos del citado Montgéry, que ilustrarán esta materia, por contener algunos hechos y opiniones que no deben pasar desapercibidas á los que intenten hacer estudios prácticos sobre este asunto.

«En 1730, decía el doctor Desaguliers, que el petardo de los pequeños cohetes echa á pique una chalupa, reventando bajo su carena.»70

En el estanque de la Villette, en 1811, ensayóse lanzar un petardo flotante por medio de un cohete, y á pesar de ser demasiado débil, hizo recorrer al petardo un trayecto de 70 Loesas (136 metros).

  —206→  

«Los cohetes entre dos aguas son susceptibles de recorrer un trayecto mucho más considerable que un obús ó bala del mismo calibre y como arma submarina sería temible. Los american-torpedoes de M. Blair, son probablemente cohetes submarinos de grandes dimensiones; el Comité encargado de examinarlos, dijo que un solo navío cargado de ellos podría destruir en alta mar las mayores escuadras navales.»

«Sería posible fabricar cohetes submarinos de un volumen enorme, lo cual hoy en día (año de 1825) fuera inútil, puesto que uno de 60 libras ó á lo más de 300, tendría bastante potencia para echar un navío á pique aunque fuera arrojado desde una distancia mayor de 100 toesas (195 metros). De las armas empleadas y propuestas para los combates navales, creemos que los cohetes submarinos son los más temibles: de ellos se harán torpedos ó máquinas infernales de un efecto infalible, si se logra construirlos bien y dirigirlos á su destino.»

Describe además Montgéry un medio de instalación y disparo de cohetes submarino aplicado á buques flotantes71.

El general Konstantinoff, del ejército ruso, ha verificado experimentos con el objeto de saber qué fuerza útil desarrollan los gases que por reacción impulsan al cohete. El instrumento es un péndulo que sostiene el cohete y que es desviado de la vertical por la reacción de los gases y por un tiempo más ó menos largo y de un ángulo más ó menos abierto que dependen de la fuerza del cohete, cuyos efectos por un mecanismo automotor se inscriben en un cilindro que da vueltas sobre su eje. La expresión gráfica del tiempo y del ángulo es una línea helizoidal sobre el cilindro móvil72.

Montgéry propuso un procedimiento cuyo principio es el mismo73.

  —207→  

La composición rusa de la materia motriz de los cohetes es la siguiente:

Nitrato de potasa.............. 75
Azufre.............................. 10
Carbón............................. 25

Los cohetes así compuestos y cuyas dimensiones son:

Calibre........................... 10 centímetros
Diámetro del alma......... 4'2     »
Longitud de íd............... 84     »

desarrollan una fuerza equivalente á 250 kilográmetros en un espacio de tiempo en segundos 2'7.

El citado autor olvídase de precisar el peso de la materia motriz y su densidad, y aunque esto sea importante, sin embargo como podemos fundar el cálculo sobre la superficie de ignición, el volumen de la materia motriz y el peso del proyectil que lleva el cohete en su cabeza, podremos deducir las dimensiones y demás circunstancias de nuestro cohete torpedo de grandes dimensiones.

El volumen de la materia motriz del cohete cuyas dimensiones he dado es de 6,862 centímetros cúbicos; transporta á 4 kilómetros de distancia un proyectil de 10 libras rusas (4'093). Si admitimos 0k representando el peso de la varilla directora tendremos que el trabajo total de transporte es de 4k600.

Si nosotros tratábamos de enviar 1,000 kilogramos á igual distancia, emplearíamos un cohete cuyo volumen de materia motriz sería de acerca metros cúbicos 1'5; pero en atención á que no se necesita tanta velocidad podría reducirse la carga.

Según resulta de los experimentos en los cohetes franceses, si   —208→   se multiplica el peso del proyectil por 7 se reduce el espacio recorrido por el cohete á 1/5, y es claro que si en lugar de aumentar la carga disminuimos la cantidad de materia motriz á 1/5 dará iguales resultados: por consiguiente para nuestro torpedo-cohete en lugar de 1m35 pondremos solamente 0m330 de materia motriz que recorrer un espacio inferior á 800 metros, con tal que esta materia arda en segundos 2'7/5 y tenga una superficie de ignición equivalente á la carga que debe llevar.

Los cohetes de Konstantinoff que nos sirven de tipo, tenían una superficie de ignición de metros 0'1107, y un cohete capaz de llevar 1,000 kilogramos, debiera tener 217 veces aquella superficie, lo cual se obtendría á favor de un haz de cohetes de un metro de alma, calibre de 6 centímetros, y de 4 centímetros de diámetro en dicha alma.

De manera, que colocando 200 cohetes de este calibre, dentro de un cilindro que formaría parte integrante de la esfera-torpedo, tendríamos un excelente motor para llevarlo contra un barco acorazado, que estuviera á una distancia menor de 300 metros. La trayectoria estaría compuesta de curvas descritas por los rebotes que en su marcha verificaría el cohete, ya que por una parte sería menos denso que el agua, y por otra porque, animado de un movimiento rápido debiera seguir el camino que la menor resistencia del aire, en combinación con la fuerza de gravedad le obligaría á seguir, él cual fuera parecido á la trayectoria que describen las piedras chatas, que hacemos ringlar por la superficie del agua.

Si relacionando la superficie de ignición, volumen de la materia motriz y peso que debe transportarse, nos hemos persuadido de la posibilidad de arrojar un torpedo contra el agresor, ahora vamos á ver directamente, si mediante la fuerza de reacción, y suponiendo que el torpedo no se separa del medio líquido, adquiere una velocidad media suficiente para producir por el choque la explosión.

Sea un torpedo de peso total 1,000 kilogramos, que contenga un volumen de pólvora igual á un metro cúbico.

Sea un tubo de un metro de diámetro, por 1m30 de longitud, invariablemente unido al torpedo; cuyo tubo contendrá 300 decímetros   —209→   cúbicos de materia motriz, distribuída en 200 cilindros ó cohetes de á 6 centímetros de diámetro.

Sea la fuerza de la materia motriz en kilográmetros

0m3300,000 X 250 = 10,850 kilográmetros
___________
0m3006,862

que se desarrollarán (si la superficie de ignición es proporcional á la cantidad de materia motriz de los experimentos de Konstantinoff) en un tiempo igual á segundos

2'7 = 0'54 segundos;
______
5

pero como el cohete ha de obrar dentro del agua, será conveniente que la fuerza no se desarrolle en tan breve espacio de tiempo, y que, por lo tanto, se reduzca la superficie de ignición.

Sea, pues, el tiempo en que obre la fuerza, tres segundos, y dividiendo por ellos la fuerza 10,850 kilográmetros, y luego por 75, para evaluarla en caballos de vapor, tendremos el cociente 48 caballos de Watt.

Ahora bien, si aceptamos la fórmula universalmente usada para saber la velocidad que imprimirá esta fuerza á un móvil que debe atravesar el agua, y decimos, que la resistencia que encontrará, será R = KSV2, ó mejor KSV3, de las cuales

V, velocidad en metros;

S, sección maestra del móvil en metros cuadrados,

K, un coeficiente variable, según las formas del móvil y su desplazamiento; y en este caso 40 kilogramos74;

R, la suma total de resistencia;

  —210→  

de cuya fórmula, sabido F ó la fuerza en caballos de vapor, se deduce la velocidad en millas por hora

Fórmula

Sustituyendo en esta fórmula los valores á las letras, tendremos

Fórmula

Velocidad suficiente para que el cohete salga fuera del líquido, y vaya ringlando por su superficie por un largo espacio, si no se encuentra en su trayectoria el barco, contra el cual se dirija.

Estos cálculos sólo pueden servir de base á los ensayos que se emprendan para estudiar esta materia. Tratándose de un móvil en que tanta influencia ejercen la forma, los elementos que hayan entrado en la confección de la materia motriz y el estado particular de humedad y otras circunstancias, sólo la experiencia puede determinar cuáles sean las condiciones más favorables para que un cohete-torpedo pueda cumplir su objeto.

Los efectos destructores de los torpedos, deben considerarse como producto de una presión, cuya acción tiene por centro el del torpedo en que se apoya. Si esta acción se desarrollara en un medio etéreo y el torpedo fuese perfectamente homogéneo, se expandería en todos sentidos y constituiría una esfera; pero obrando en la superficie del mar, á causa de la resistencia del agua, se desarrollará en forma de cono, cuya sección perpendicular al eje coincidirá con el mismo plano horizontal marítimo. No obstante, para los efectos destructivos no nos separaremos mucho de la verdad, si consideramos que la fuerza íntegra del torpedo desenvolverá en esfera, y, como su centro estará inmediato al obstáculo que haya provocado la explosión, admitiremos que una gran parte de la fuerza del torpedo obrará sobre la obra viva del buque contra el cual se haya dirigido.

Para saber, dado un torpedo, cuál será su efecto destructivo, debemos partir de la pólvora.

  —211→  

Los tratados sobre Balística citan á varios autores que han estudiado la fuerza expansiva de este agente: tomando por unidad la presión atmosférica, el inventor del péndulo balístico ya citado:

Robins, en sus Nuevos principios de Artillería, señala ..................      1,000 atmósferas
Lombart, en sus Notas á la obra de Robins ................................. 9,215         »
Botté y Riffaut, en el Tratado de la fabricación de la pólvora ...... 10,000        »
Euler, en sus Notas sobre los nuevos principios de Artillería .......... 5,000        »
Daniel Bernoulli, en su Hidrodinámica ........................................... 10,000        »
Antoni, en su Examen de la pólvora ............................................. 18,000        »
Rumfort, en su Biblioteca Británica ............................................... 50,000        »
Vallejo75, en su Mecánica práctica (Madrid, 1815) ......................... 4,000        »

En esta disparidad de resultados de la experimentación y del cálculo, intervinieron Bunsen y Schischkof con su Tratado de la combustión de la pólvora que vino á dar razón á Euler y á Vallejo, puesto que la fijan en 4,500 atmósferas; estos estudios están fundados en la combustión aislada de grano por grano de pólvora, y este procedimiento ha inspirado general confianza á los físicos y químicos de nuestros días.

Partiendo de 4,500 atmósferas, vamos á ver qué cantidad de fuerza se aprovecha en las circunstancias ordinarias del empleo de la pólvora en los cañones.

La fuerza que nos servirá de tipo de comparación será la de gravedad.

Un cuerpo que libremente obedece á ella adquiere una velocidad   —212→   igual á la Fórmula sin que tenga ninguna influencia su densidad.

Siendo la presión de 1 atmósfera igual al peso de una columna de agua de 10 metros de altura, y la de la pólvora igual á 4,500 atmósferas, luego la mayor velocidad que puede adquirir una bala de cañón tiene por expresión Fórmula

Ahora bien, siendo la mayor velocidad práctica obtenida hasta hoy en los cañones ordinarios inferior á 550 metros y correspondiendo esta velocidad á

Fórmula

se ve que esta altura sólo viene á ser como 1/3 de la absoluta de 45,000 metros que supone la presión de la pólvora.

Por otra parte, en atención á que el torpedo es un instrumento más grosero que el cañón76 para utilizar la tensión de los gases de la pólvora, estimaremos su fuerza útil solamente en 1/4 de la absoluta, esto es, en 1,125 atmósferas.

Para estimar el efecto de esta fuerza tendrá que multiplicarse la superficie que abraza por la presión. Para saber la resistencia, supondremos el caso menos favorable, el de que la presión abriese un agujero de las mismas dimensiones y figura que afectaría tener en un momento dado, la presión sobre la superficie atacada, que en este caso es la de un círculo. Supondremos, pues, que los gases obran como un punzón circular, y el perímetro de esta figura multiplicado por la resistencia del material, á la carga de ruptura,   —213→   será la resistencia mayor que podrá ofrecer la obra viva de un buque. Y al hacer esta suposición partimos de los efectos mismos de las fuerzas instantáneas, producidos sobre los cuerpos, por ejemplo, sobre la pantalla de pie que se coloca ante los cañones para indagar el ángulo que la trayectoria del proyectil hace con el eje de la pieza, la cual pantalla, no es derribada por la bala que la atraviesa; y esto dicen los físicos, que no tiene otra explicación sino que la fuerza de inercia necesita un tiempo determinado para ser vencida, tiempo que no ofrecen las explosiones de la pólvora. De aquí que equipare yo sus efectos á los de un punzón mecánico; el cual ha de vencer la resistencia que en razón del perímetro de su propia figura le ofrece el material que ha de penetrar.

Si llamamos

P, la presión que ejerce la pólvora en atmósferas;

S, la superficie que ha de soportar la presión, en centímetros;

1k033 la que ejerce una atmósfera sobre 1cm2;

C, el perímetro de la superficie oprimida en centímetros;

R, la carga en kilogramos necesaria para romper una barra de un centímetro de sección del material resistente, tendríamos que

Fórmula

será la expresión del espesor del material que destruirá el torpedo.

De cuya fórmula se deduce que á medida que aumente el espesor del blindaje es necesario que el torpedo aumente de diámetro; y como los círculos crecen según los cuadrados de los radios y las circunferencias solamente como los diámetros, se deduce también que el torpedo por poco que aumente su diámetro siempre será superior á la resistencia que puede ir ofreciendo el mayor espesor de la coraza.

Además si fuera grave inconveniente el volumen del torpedo, pudiera disminuirse, sustituyendo una parte del nitrato de potasa por un equivalente de clorato de la misma base; puesto que la pólvora compuesta por esta sal es de una fuerza cuatro á seis veces superior á la ordinaria.

  —214→  

Si un Ictíneo arroja una esfera de pólvora común de diámetro metros 1'30 que estalle por choque contra un agresor acorazado, la fuerza desarrollada se aplicará contra sus paredes describiendo un círculo cuyo diámetro será de metros 1'30 y cuya superficie medirá 11,309 centímetros cuadrados. La línea de resistencia, en este caso, es el perímetro del círculo, esto es, la circunferencia, que tiene un valor de 377 centímetros; y siendo el material hierro forjado, cuya resistencia en grandes láminas no puede estimarse en mas de 2,500 kilogramos por centímetro de sección, tendremos, sustituyendo los valores á las letras de la anterior fórmula, que al blindaje que destruirá será de un

espesor = 1125 X 11309 X 1'033 = 15 cm 7.
____________________
377 X 2,500

Sobre la debilidad del blindaje con respecto al torpedo debo hacer dos observaciones:

Se refiere la primera al modo de obrar de la pólvora, cuya acción sobre un cuerpo, además de perforante, es también contundente, y tiende á anular la cohesión y por lo tanto á descoyuntarle y dividirle en su conjunto y en particular en sus ensambladuras: en tanto así es que basta la deflagración de algunas libras de pólvora, contenidas en un saco que clavan los soldados en las puertas de los fuertes, para hundirlas y hacerlas saltar en astillas. Y en la producción de estos efectos tan variados y difíciles de explicar me parece ver reproducida la fuerza de las vibraciones á que he aludido al tratar de los motores.

La segunda observación se relaciona a la manera como están construidos los blindajes, cuyo costado débil no es el revestimiento exterior, sino el muro de madera del buque, al cual van las láminas de hierro ajustadas y sostenidas por pernos. Siendo de metros 1'5 de largo por 1 de ancho, y obrando los gases en el caso más favorable á la defensa, sobre una sola lámina, ésta penetrará en el muro de madera que la sostiene, por la línea de pernos de su contorno y arrastrará tras si las inmediatas. Esas construcciones son débiles para resistir la acción de los torpedos, habría interés   —215→   en que el revestimiento de hierro se hiciera por capas sobrepuestas cubriendo las exteriores las ensambladuras de los interiores, á la manera como se ha practicado en las torres del Miantonomoah; mas en este caso, como lo ha probado la experiencia, el revestimiento sería fácilmente penetrado por los proyectiles de los cañones.

COMBATE.- Descritos el Ataque y la Defensa, cumpliría entrar en las evoluciones de los barcos ferrados y de los Ictíneos, de las cuales puedo decir muy poco a priori; tanto porque las circunstancias especiales de la localidad, tamaño de los buques y cañones pedirán para cada caso disposiciones particulares, como porque mi incompetencia en estos asuntos me impide entrar en consideraciones que prácticamente carecerían de valor.

Supondré sólo que se presenta en mar libre frente el puerto, la escuadra agresora, y que uno, dos ó más Ictíneos se proponen combatirla y que salen del puerto, que debe ser atacado, lo más sigilosamente posible. Y para simplificar la acción, supondré el combate entre un barco ferrado y un Ictíneo.

Si la nave recela la existencia de peligros submarinos, de torpedos sembrados á cierta distancia del puerto, moderará su andar, esperando que los vigías canten las cosas que descubran en la mar. En este caso, que es el más favorable para el ataque submarino, el Ictíneo se dirigirá á todo vapor contra el buque ferrado. Si el tope de éste apercibe la porción flotante del tubo miranda y canta nave submarina ¿qué hará el comandante del acorazado?

O se apartará de él ó le atacará.

En el primer caso, si lo hace yendo hacia tierra para descargar sus andanadas contra la plaza, el Ictíneo lo seguirá y lo alcanzará á una distancia conveniente para disparar contra el barco ferrado.

En el segundo caso, el barco flotante describirá una larga curva para adquirir toda la velocidad posible y con ella lanzarse sobre el Ictíneo de cuyo tubo reflector ó miranda que acusa su existencia, no apartará la vista. La nave submarina irá virando á fin de presentar su proa al enemigo contra quien disparará su cohete torpedo cuando le separen de él solamente 50 ó 100 metros. Luego de haber disparado, bajará de una cantidad igual al calado del buque flotante,   —216→   virará para ponerse al mismo rumbo del enemigo si bien evitando el colocarse en el mismo plano vertical; dispondrá otro torpedo, volverá á aparecer á la lumbre el reflector para repetir otro disparo, y seguirá su tarea con otro buque, caso que el primero hubiese desaparecido.

Las balas tiradas contra el Ictíneo no pueden ofenderle, sino cegándole en el caso bastante difícil de dar en el tubo reflector; pero de ninguna manera alcanzarán la cámara submarina, defendida por la densidad del fluido y por una cubierta de madera de 30 á 50 centímetros de espesor. Suponiendo que el barco flotante descargue sus baterías elevadas á 5 metros sobre el nivel del mar, en una inclinación de 20 grados contra un Ictíneo que está sumergido á 4 metros y á una distancia de 20, el proyectil tendrá que atravesar una línea de agua de 11 metros, que le ofrecerá una resistencia proporcional á su densidad, superior 800 veces á la del aire, lo cual dice lo bastante para poder asegurar que no llegará ningún proyectil á perforar la cubierta de roble del Ictíneo.

Sin embargo, como pudiera aducirse un hecho que parece estar en contradicción con lo asegurado, paso á ocuparme en él para darle el verdadero valor. Howard Douglas dice, que con un cañón Whitwort, la bala exagonal de 11 kilogramos tirada á una inclinación de 7º, después de haber atravesado 10 metros de agua, tuvo bastante fuerza para penetrar 30 centímetros en el roble. Empero, como de la indicada inclinación se deduce que el agua atravesada era superficial, que á causa de su facilidad en ceder tanto por la parte anterior como por los costados del proyectil, toda la resistencia estaba reducida á una comunicación de movimiento del proyectil á una pequeña cantidad de agua, resulta que no puede inferirse de este experimento que, con ángulo de 20º, el mismo proyectil hubiera penetrado en la cubierta del Ictíneo.

Además el mismo almirante Douglas nos afirma que tirando, con una inclinación igual de 7º bajo del horizonte, balas esféricas de 14 kilogramos no lograron penetrar el pantoque del buque que servía de blanco, ni dejaron casi señales de sus huellas; lo cual prueba que el agua acaba luego con la fuerza viva de los proyectiles, si éstos no pueden lanzarla por delante y por los costados.

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Si el motor del Ictíneo llegare á obtener, lo cual es posible, una velocidad de 11 millas por hora, entonces podría dar caza á los acorazados, y uno solo fuera bastante para la defensa de una plaza atacada por la mayor escuadra moderna.

El del proyecto77 tiene dos calderas caldeadas por el fuego submarino, que juntas generarán vapor para una máquina de 3 á 400 caballos, y en atención á que han de obrar sobre una sección maestra de 48 metros cuadrados, imprimirán al Ictíneo una velocidad de 8 á 9 millas por hora, velocidad muy superior á la necesaria para los casos ordinarios de la defensa, si bien no bastante para dar caza á los modernos buques.

Esto es cuanto tenía que exponer por el presente con referencia á los Ictíneos de guerra; exposición apoyada en mis pruebas prácticas de navegación submarina con bastante latitud descritas en este ENSAYO; en los tiros del primer cañón que el hombre ha disparado estando junto á él y debajo de agua; y en los ensayos repetidos, centenares de veces, del motor submarino.





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