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Julio Levallois, La Conscience moderne.-I. Montaigne. Artículo de la Revue Contemporaine, tomo LXX, págs. 191 a 235. (N. del T.)

 

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En el catálogo de Gallardo, tomo II, número 1838, se cita una traducción manuscrita de Montaigne con este título: «Experiencias y varios discursos de Miguel, señor de Montaña» (traducidos de francés en español por el L. Diego de Cisneros). Comprende sólo el libro I, hasta el capítulo LVII inclusive, y hoy se guarda en la sala de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid. Mi excelente amigo el señor don Pedro Roca, bibliotecario en dicha sección, erudito y muy fino conocedor de casi todo cuanto en ella se guarda, ha tenido la generosidad de enviarme la descripción detallada y puntualísima de ese trabajo, que aquí transcribo íntegra, con la ortografía misma de la época, porque es seguro que surá leída con interés, lo mismo por los que gustan de estos curiosos rebuscos que por los desposeídos de amor a los papeles viejos.

La copia de algunos capítulos del manuscrito que el señor Roca me remite me ha permitido formar idea de la traducción; ésta es bastante fiel y bien hablada, aunque algo obscura en algunos pasajes; unas veces por interpretarse el texto demasiado a la letra, y quizás otras por no haber entendido el sentido rectamente. El traductor encarece las dificultades sin cuento con que tropezó en su trabajo, en lo cual tenía razón que lo sobraba. Muchas cosas están trasladadas en sabroso castellano, porque, como es sabido, en la época del licenciado Cisneros solíamos escribir con mayores escrúpulos que hoy. La ortodoxia y el estado del traductor no le consintieron transcribir los pasajes «malsonantes y menos biensonantes» que honradamente señala. En algunas partes se ve que no penetró muy hondamente los matices y delicadezas de que el texto está esmaltado, traduciendo solamente las ideas. Para que el lector juzgue de esta antigua versión y pueda compararla con la moderna, coloco aquí el comienzo del capítulo XXVII, que dice así:

DE LA AMISTAD

Cap. 27.

1. Considerando la disposición de, la obra de vn pintor, que tengo, me tomó gana de imitarle. Escogió el más hermoso puesto, y medio de cada pared, para colgar vn quadro trabajado con toda la perfecion de su scientia; y el vacío alrededor lo llenó de pinturas al fresco, que son bizarras, y graciosas solo en lo vario, y extraordinario. Que son a la verdad estas discursos sino pinturas al fresco, y cuerpos monstruosos compuestos de diversos miembros, sin cierta figura, sin orden, consequentia, ni proportion sino casual y fortuita?


Desinit in piscem mulier fermosa superne. 4.

Horat. Art. poét.


Lo que arriba mujer hermosa, parece,
abaxo remata en peze.

2. Hasta este segundo punto voy bien con mi pintor, mas en la otra y mejor parte quedo corto. Porque mi saber no passa tan adelante, que me atreva a comprender la obra de vn rico quadro, valiente y perfecto según el arte. Por lo qual me ha parecido, tomar uno prestado, de Esteuan de la Boitie, que honrrará todo lo demas desta obra. Es vn discurso, que intituló, La servidumbre voluntaria. Mas los que lo han ignorado, lo han después propiamente rebaptizado El contra uno. Escribe, como por modo de prueba, en la primera iuuentud al honor de la libertad contra los tyrannos della. Y mucho ha que anda entre las manos de gente de entendimiento, no sin bien grande y merecida recomendation; porque es galante y lleno lo possible. Y ay bien que hazer para entender, que no sea el mejor, que pudiera componer. Si en la edad, que yo le conoci mas adelantado, hubiera tomado vn intento como el mio, de escribir sus imaginationes, vieramos muchas cossas raras, y que nos acercaran mucho al honor de la antiguedad. Porque particularmente en esta parte de los dones de naturaleza no reconozco quien se le pueda comparar. Mas no ha quedado del sino este discurso, y aun acaso, y creo, que el no lo vio jamas despues que se le escapó de su poder: y algunas otras memorias sobre el Edicto de Enero, famoso por nuestras guerras ciuiles, que tendran aun en otra parte aquí, puede ser su lugar. Eso es todo, lo que yo he podido recobrar de sus reliquias (yo a quien con vna amorosa recomendation dexó por su testamento, con la muerte entre los dientes, por heredero de su Bibliotteca y papeles) fuera de los libros de sus obras, que yo he hecho sacar a luz; si bien yo estoy particularmente obligado a este discurso, por haber seruido de medio para nuestra primera familiaridad. Porque me lo mostraron mucho antes que yo viesse al auctor, y me dio la primera notitia de su nombre, encaminandome por este modo la amistad, que conseruamos entre nosotros, por el tiempo que Dios quiso; tan entera y pefecta, que ciertamente no se leen muchas iguales; y entre nuestros hombres no se vee en vso rastro alguno della. Son menester, que concurran tantas cosas para fundarla, que es mucho si la fortuna llega a esto vna vez en tres siglos.

3. No ay cossa a que parezca habemos mas inclinado la naturaleza, que la compañia. Y Aristóteles dize, que los buenos legisladores tienen mas cuydado de la amistad, que de la justitia. Agora el vltimo puncto de su perfection es este; porque en general todas las amistades que el deleyte, o el interes, la necessidad comun, o particular forxa, y entretiene son tanto menos perfectas, y generosas, y tanto menos amistades quanto tienen mas mezcla de otra causa, o fin, o fructo en la amistad, que ella misma. Ni las quatro especies antiguas, la natural, la familiar, la hospitalera y la venerea no concurren en esta ni juntas, ni de por si.

4. La de los hijos con sus padres mas es respecto; porque la amistad se alimenta de la comunication, que no puede hallarse entre ellos por la grande desigualdad y offenderiase por ventura las obligationes de naturaleza. Porque ni todos los pensamientos secretos de los padres se pueden comunicar a los hijos, uara no causar vna indecente priuanza; ni las advertentias y correctiones (que es vno de los primeros officios de la amistad) no las pueden exercitar los hijos con los padres. Nationes se han hallado, adonde los hijos por costumbre mataban a sus padres: y otros, donde los padres mataban a sus hijos, por cuitar el embarazo, de no se poder suportar los vnos a los otros, y naturalmente el vno depende de la ruina del otro. Philosophos se han hallado, que desdeñaban esta costura natural. Testigo Aristippo, que quando le apretaban con la afficion, que debia a sus hijos, por haber procedido del; se puso a escupir, diziendo, que aquello habia también procedido del, y que también engendrabamos piojos y gusanos.

5. Y el otro, a quien Plutarco queria inducir, a que se acordasse con su hermano. No hago, dize, mas caso del por haber salido del mismo vientre. A la verdad es lindo nombre, y lleno de amor el nombre de hermano, y por esta causa hizimos yo y el nuestro parentesco; mas la mezcla de bienes, las partijas, y que la riqueza del vno sea la pobreza del otro, esto entibia en extremo y relaxa esta vnion fraternal. Es fuerza, que los hermanos; habiendo de encaminar sus pretensiones a sus augmentos por la misma senda y camino; se encuentren y choquen muchas vezes. Mas, la correspondentia, y relation, que engendran las verdaderas y perfectas amistades, como se hallaran entre estos? El padre y el hijo pueden ser de complexion del todo differente, y los hermanos tambien. Es mi hijo, es mi pariente; mas es vn hombre aspero, malo, o necio. Y ademas desto, a la medida, que a estas amistades nos obliga la ley y la obligation natural, a la misma ay en ellas tanto menos de nuestra election, y libertad y esta no tiene action, que sea mas propiamente suya, que la afficion y amistad. No es esto porque yo no aya probado, quanto a esta parte, todo lo que puede ser, por haber tenido el mejor padre, que hubo jamas, y el mas suave hasta su postrera vegez, y que procedia de vna famosa familia continuada de padre a y en esta parte, de la concordia fraternal, exemplar;


et ipse
notus in fratres animi paterni.

Horat. lib. 2. od. 2. 6.


Fui para mis hermanos conocido
con ánimo de padre enternecido



He aquí la reseña completa del manuscrito:

(Depto. Mss. Bibl. Nac. Madrid -P supl. -194)

«Experientias y varios discursos de Miguel, señor de Montaña» [traducidos de francés en español por el L. Diego de Cisneros, presbítero].

Ms. orig., todo de letra del traductor.

La traducción comprende solamente el libro 1.º de la obra de Montaigne y ocupa 441 págs., con más 4 de índice. En la parte superior derecha tiene cada cuadernillo de ocho hojas de papel la fecha de día, mes y año en que se comenzó a escribir, y el resultado total arroja que la traducción se principió el 11 de mayo de 1634 y se concluyó el 12 de septiembre de 1636.

Precédenla la vida del autor «sacada quasi del todo de sus escritos», 4 folios; la advertencia del autor al lector, 1 fol., y la «prefación apologética» de aquél por su hija, 23 folios, traducidos del 17 al 29 de junio de 1637, y un prólogo (21 folios) del traductor acerca del autor y sus libros, escrito desde el día 16 al 28 de agosto de 1637 y firmado y rubricado por él en Madrid, en esta última fecha.

En este prólogo, hablando de las dificultades que ofrece la traducción, se lee (fol. 21) «que habiendola intentado muchos hombres graues, y doctos en las lenguas italiana y española desistieron della, o no pudieron hazer cossa que siruiesse. Como el traductor italiano, que se dexa capitulos enteros; y el señor Don Balthasar de Zúñiga, del Consejo de su Magestad, y su Embaxador en Francia y Flandes, traduxo algunos capítulos deste auctor, que andan manusscriptos; pero con tantas faltas y corrales, que no se dexan entender bien, ni se goza el frutto que se pretendo de la lectura. El desta traduction, si tuuiere alguno, se debera al señor Don Pedro Pacheco, canónigo de la sancta iglesia cattedral de Cuenca, del Consejo de su Magestad, y de los Supremos de Castilla y de la General Inquisition, por cuya orden y respecto se hizo; y assi se dedica y consagra a su nombre illustrissimo, por ser yo todo suyo. La instantia grande de muchos hombres principales y curiosos, a quien no se puede resistir ha hecho apresurar esta impresion, y interrumpir la traduction, de manera que ha sido forzoso imprimir el libro 1.º solo sin los dos que lo siguen en el auctor, y le seguiran en la impresion, que se hara despues desta, porque se quedan acabando de traducir y adornar en la forma, que sale este primero. En el qual sobre haber puesto mucho trabaxo y cuyidado en la traduction, siruiendome de varias impresiones del mismo libro en frances, porque en otra lengua no se que nadie te aya traducido mas de en la forma, que noté arriba, ni menos impreso. Lo primero he corregido y emendado las propositiones malsonantes, y las menos biensonantes, y el modo de hablar licencioso, o duro. Lo segundo he ajustado los lugares griegos, latinos, italianos y franceses de otros auctores, que cita y refiere este. He puesto a la margen las citas que he hallado en las impresiones francesas mas correctas y añadido algunas breues notas, que me parecieron necessarias para la inteligencia mayor del texto. Lo tercero he traducido los lugares que cita de otros auctores latinos y griegos y los demas, de manera que los versos hago versos españoles y la prosa dexo en prosa. Pero la traduction en verso es muy dificultosa, y no es obra possible al frances por no ser su lengua tan capaz como la nuestra.»

Siguen a la traducción las licencias para imprimirse, 2 fol.: el aprobande es el L. Pedro Blasco, en Madrid, a 9 de septiembre 1637, y el vicario que da la licencia por lo eclesiástico el L. Lorenzo Iturrizarra, en Madrio, 10 de septiembre 1637 y no 1.º como se lee en el Catálogo de Gallardo, sin duda por errata de impresión que fácilmente se explica por la disposición de las dos cifras que componen el número 10.

4.º

Pergamino.

Es sin duda el ms. núm. 1838 del t. II de dicho Catálogo.

Discurso del traductor cerca de la persona del señor de Montaña, y los libros de sus Experientias, y varios Discursos.

Del espíritu de la traducción puede juzgarse por las siguientes palabras del traductor, el cual refiriéndose al autor, dice que «si bien muestra ser, catholico romano en su persona, la doctrina, que propone en estos libros no es todauia conforme en algunas cossas a la de la sancta Iglesia Romana, y tiene necessidad de leerse con mucha cautela, y en algunas propositiones, necessita de correction y emienda. Que este Auctor sea en su persona, y su intention catholico, Apostolico y Romano, se prueba de la protestation de la Fe y obedentia a la Iglesia Catholica y Romana, que hizo y escribió en el libro I destos Propositos, cap. 56, § I....... Dixo bien Baudio, que ay algunos lugares en estos libros, que merecen ser borrados, si bien no seran los mismos estos, que notó Baudio, y los que yo he notado, porque Baudio professa en Holanda la Heregia, y yo en España (donde naci), la Religion Catholica Romana.....Propondré aqui algunas de las propositiones, que tengo notadas en este libro I, que publico traducido, las quales con las demas van corregidas en la traduction y emendadas de manera que no puede offender la doctrina, ni queda offendido el sentido, ni la intenlion del Auctor, y sin borrar quasi nada, como verá el curioso, que lo quisiere examinar, confiriendo el original Frances con la Traduction Española.»

«La primera detas propositiones sea, la que pone en el cap. II, cerca del fin, por estas palabras: El genio de Socrates..... alguna cossa de inspiration diuina.....»

«La segunda, en el cap. 19, § 5, al medio, dire; Lo otro porque a todo mal passar..... y cortar cabo a todos otros inconuenientes.....»

«La tercera, en el cap. mismo, § 22, hablando de vna alma señora de sus passiones, dire; Esta hase hecho señora..... la verdadera y soberana libetad.....»

«La quarta, en el cap. 22, § 11, dire; Los milagros..... de la misma naturaleza.....»

«En el mismo cap., § 16, y es la quinta proposition, dire; Las leyes de la conscientia, que dezimes nazen de la naturaleza, nazen do la costumbre.....»

«La sexta, en el cap. 25, § 14, dize que el maestro haga al discipulo, que lo passe todo por el cedazo de la razon, y que no assiente cossa en su cabeza por sola auctoridad y en credito.....»

«La septima, en el cap. 27, § 15, refiere el Auctor, que preguntando a Caye Blosio, si mandandole su amigo Tiberio Graccho poner fuego a los templos, le obedeceria? Respondio, que si. Y apprueba esta respuesta, y la defiende: no obstante, que parece sacrilega.....»

«La octava, en el mismo cap., § 19, tratando que entre los amigos todos los bienes deben ser en effecto comunes, pone entre estos biene3 las mugeres, y los hijos.....»

«La nona, en el mismo cap., § 22, dire; La vnica y principal amistad..... sin ser perjuro, al que no es otro, que es yo.....»

«La dezinta, en el cap. 30, § 20, apprueba la Polygamia en los Cannibales.....»

«La vndezima, en el cap. 53, § l, dire; No es un singular argumento.... no está en nuestra mano?.....»

«La duodezima, en el mismo lugar, luego despues de lo dicho añade; De que es gran prueba..... y durara eternamente sin resolution y sin acuerdo.....»

«Parece que bastara esto para desengaño de la dama citada.....» Refiérese á la hija de Montaigne que en su Prefacion Apologetica no reparó en todos esos lugares de mala doctrina que el traductor acaba de citar «para assegurar, y acautelar al lector en materia de la Religion del Auctor y doctrina de sus libros». El traductor combate y condena cada una de esas proposiciones por su relación con algunas muy peligrosas y dañosas, que muchos, como los luteranos, calvinistas y anabaptistas de Alemania y Francia y los alumbrados de España y otras partes profesaban en cuanto a los impulsos del propio espíritu, por no conformarse algunas con la ley natural divina y la razón natural, y ser contrarias otras a las leyes del matrimonio e inducir a la dese-peracion, amen de negar el libre arbitrio y autorizar el libre examen y legitimar el perjurio, etc.

Y después de engolfarse el traductor en una larga disquisición y crítica de las opiniones de dicha dama acerca de la suficiencia y ciencia de su padre y del concepto de la filosofía o teologia moral, escribe estas palabras: «No pienso que merecen tanta reprehension, los que desprecian estas scientias y tratan solo de la practica, que les enseña a saber vivir consigo, y con Dios y con sus proximos. Y este pienso que fue el pensamiento desta Dama y de su Padre, que no es tan malo, como tiene la apparientia; porque no condena las scientias, sino el modo de enseñarlas y apprenderlas, y lo que ella llama Philosophia, o Theologia Moral en su Padre, no es sino la Prudentia para saber viuir entro los hombres.....»

Luego se explaya en establecer la diferencia que existe entre la sabiduria o teologia natural y la filosofia o teologia moral para venir a parar en que «el padre desta Dama parece que apprendió de las experientias propias de su vida y de las agenas por medio de la licion, las propositiones que le notamos arriba ..... y otras muchas, que vera leyendole el que notare nuestras correctiones, las quales contienen mucha malitia y astutia viciosa. Y quanto mas por menudo escribio sus experientias, notando hasta las circunstantias de las actiones y partes deshonestas, tanto mas faltó en la simplicidad y honestidad Christiana ..... Quanto a lo demas que sobre este punto (§ hasta el 21 de la Prefation) escribe esta Dama, conformandose con esta doctrina, lo alabo, en el grado que debo, y ella merece, por su gran discrecion y sabiduria.» Y añade: «No solo esto paró en las experientias, que propone, y materias y assumptos que trata, no obserua orden, ni methodo alguno de doctrina; antes de proposito huye, y se diuierte, saltando de repente de unas cossas a otras, quasi en cada capitulo, y haze galanteria y se precia desta libertad y licentia, que estiende tambien a las palabras, phrasses y modos de hablar.»

«Todo lo dicho bien considerado, junto con la difficultad del lenguaje Francés, que vsa, antiguo, y desusado en gran parte, haze la traduction difficultosisima.»

Y termina, hablando de la protestación de la fe católica romana del autor, con estas generosas frases: «En esta misma Protestation se fundan las excusas particulares que tienen las propositiones de menos buena doctrina, que se hallan en estos libros. Porque la primera y mayor es la buena y catholica intention del Auctor, que protesta ser catholico Romano. La segunda, que por ser catholico, no propone nada, que sea contra la Fe, dogmatizando, ni assentandolo por verdadero, sino solo como por modo de disputa. Estas dos excusas declara el mismo expressamente en su Protestation. La terecra es, que habla este Auctor en estas propositiones segun el juicio y sentido de la razon, o passion humana no mas. Y assi no pudo dexar de apartarse o opponerse en algo al juicio de la doctrina de la Fe, y de la sancta Iglesia ..... Coligese de aquí, que no puede excusar la censura de temerario por lo menos, el que pudiendo y debiendo hablar segun el sentido y juicio verdadero de la Fe y de la Iglesia, excluyendo este, habla segun el de la razon, o passion humana ..... El mismo Auctor confiesa en esto su temeridad en su Protestation, como della consta; y assi es digno de perdon, y de que estos libros corregidos se comuniquen a todos. Porque los catholicos no hallaran cossa que offenda su fe y piedad, antes algunas de edificacion y buen exemplo: los Doctos varia erudition; los Politicos y Estadistas gran razon de Estado; los Caualleros y Cortesanos enseñanzas de Caualleria y Corte; y todos los hijos deste siglo desengaños para saber viuir consigo y con los otros; los ignorantes y escrupulosos finalmente, si no hallaren que deprender, espero no hallaran en que tropezar, ni de que se offender ..... Colegimos de aquí vn ilustre y breue elogio del señor de Montaña; varon noble y catholico, ciudadano Romano, cauallero de la orden de Sanctispiritus de Francia y Frances de nation, sabio y Prudente con insigne erudition, y menuda y larga experientia de Estado y Corte. Y la licion de sus libros puede con excelentia excusar a qualquiera la de Plutarco, y Seneca, y Plotino, y otros de los antiguos grandes Philosophos. Como han reconocido los grandes ingenios, que los han visto en Frances; y lo reconoceran y experimentaran agora mejor, los que los leyeren corregidos y adornados de nueuas flores de Poësia Española, para que no tenga España en esta materia, que inuidiar en Francia. A Dios, en Madrid a 28 de Agosto de 1637.

-El Ldo. Diego de Cisneros (Rúbrica).»

Como se ve por esta reseña, el buen licenciado Cisneros estimó al señor de Montaña (así le llamaba también Quevedo) en todo cuanto valía su obra. La manera, casi siempre escrupulosa y concienzuda, que tuvo de trasladarla en castellano es tanto más digna de elogio cuanto que por aquel tiempo, y también después, los traductores seguían ya el ejemplo que dio luego La Motte, el de las paradojas, al cual, según la ingeniosa expresión de Voltaire, se lo ocurrió mejorar el espíritu y las bellezas de Homero, beneficiándole con el suyo y con sus propias inspiraciones.

El manuscrito de Cisneros está lleno de correcciones y enmiendas de su propia letra. Y los deseos plausibles de este digno eclesiástico en lo tocante a que Montaigne se leyera «corregido y adornado con nuevas flores de poesía española para que no tuviera España en esta materia que envidiar a Francia», no fueron realizados, puesto que su trabajo no llegó a imprimirse. Es de suponer que tampoco concluyera de traducir los libros II y III. (N. del T.)

 

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Debo consignar aquí los nombres de dos escritores distinguidos, MM. León Rouanet y Eduardo Díaz, a quienes soy deudor de muchas aclaraciones del texto, en tantos lugares obscuro y de interpretación dudosa, arriesgada y propensa a interpretaciones varias. M. Rouanet es conocido y estimado en España por sus traducciones y estudios del teatro antiguo español y la poesía popular, M. Díaz, nacido en la tierra misma de Montaigne, ha viajado durante tres años por nuestro país y escrito un interesante libro con el título de L'Espagne picaresque. De M. Pablo Bonnefon, quizás el hombre mejor informado de su país en todo cuanto con Montaigne y los Ensayos se relaciona, no me fue posible utilizar el concurso, a pesar de habérmelo ofrecido muy generoso. (N. del T.)

 

44

Según Brunet, en el siglo XVI se publicaron nueve ediciones, veinte y ocho en el XVII y quince en el XVIII. Nos sería fácil, añade, enumerar algunas más; pero las omitimos por no ofrecer ningún interés filosófico ni bibliográfico. El librero Abel L'Angelier publicó en París (1604) una curiosa edición que el Manual no consigna. (N. del T.)

 

45

Ningún libro fue más estudiado ni más meditado por Pascal que los Ensayos; de ellos está ahíto; en ellos elige todos sus argumentos contra la razón humana, deslizándose también, como Montaigne, por la peligrosa pendiente del escepticismo; pero al dar en tierra y al encontrar la cruz en su caída, en vez de saludarla prudentemente como su maestro, se abraza a ella desaforadamente, y luego, abriendo los ojos, lanza al que fue su guía un anatema tanto más terrible cuanto el que lo fulmina carece aún de seguridad cabal en sus propias fuerzas. -Eugenio Réaume, Les Prosateurs français du XVIº siécle, pág. 178. París, 1889. (N. del T.)

 

46

Los Pensamientos son, como es sabido, el bosquejo de una apología del cristianismo, que Pascal dejó sin concluir. En ellos el filósofo inmola la razón a la fe negando la posibilidad de fundamentar ningún sistema. Conclusión idéntica a la que Montaigne establece en la Apología de Raimundo Sabunde, valiéndose de pruebas y argumentos análogos a los que Pascal emplea. (N. del T.)

 

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En la Apología de Raimundo Sabunde y en otros capítulos de esta edición van puestos al pie de las páginas algunos de los Pensamientos en que Pascal habla de un modo idéntico al en que Montaigne se expresa (véase lib. II, cap. XII). Censurando aquél la complacencia con que Montaigne transcribe hasta los detalles más nimios que a su persona se refieren, escribió: «Nadie está exento de decir insulseces; lo malo es decirlas presuntuosamente.» Con iguales palabras principia el cap. I del libro III de los Ensayos. (N. del T.)

 

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Parte tercera, cap. XX de la Lógica. Arnauld y Nicole atacaron a Montaigne con verdadera saña, indigna a trechos de la nombradía austera que ambos disfrutaron. Véase una muestra de la manera injusta como le juzgaron: «No es la vanidad el pecado más grave de este autor; está repleto de un número tan grande de infamias vergonzosas y de tantas máximas epicúreas e impías, que parece sorprendente el que durante tanto tiempo se le haya soportado en las manos de todos, y el que haya hombres de talento que no descubran su veneno.» Los mismos autores acogen con fruición, considerándola como ingeniosísima, la observación de un «autor célebre de su tiempo», el cual echó de ver que Montaigne en dos pasajes de su libro advierte al mundo que había tenido un paje en su casa y a su servicio (lib. II, cap. V, y lib. III, cap. V), olvidándose de consignar que también tuvo un secretario cuando fue consejero del parlamento de Burdeos, porque esto está al alcance de todos los consejeros y lo otro no. Pascal, cuya mente era más alta, no descendió nunca a semejantes pobrezas de gacetilla para censurar los Ensayos. (N. del T.)

 

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OEuvres de monsieur de Saint-Evremond. -Tomo VI, págs. 173 y 174, Londres, 1725. (N. del T.)

 

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Pedro Coste, traductor de Locke y de Los Cautivos de Plauto editor y anotador de La Fontaine, y autor de una Defensa de Labruyere. Publicó cinco ediciones de los Ensayos en los años de 1721, 1725, l727, 1739 y 1745. Se le censura por haber rejuvenecido la ortografía de Montaigne, pero generalmente se alaban sus curiosas notas eruditas y gramaticales. (N. del T.)