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¡Infeliz de mí! El amor trastorna todos mis sentidos. Ante tu vista. ¡oh, Lesbia! véome perdido de tal modo que hasta las fuerzas me faltan para hablar; mi lengua se traba, una llama sutil corre por sus venas; resuenan en mis oídos mil ruidos confusos y la lobreguez de la noche envuelve mis ojos. CATULO, Carm., LI, 5. -Estos versos son imitación de una oda de Safo, que, fue traducida por Boileau. (N. del T.)

 

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Cuando ligeras se formulan, cuando extremas son mudas. SÉNECA Hipp., acto II, escen. 3, v. 607. (N. del T.)

 

73

En cuanto me ve venir, en cuanto reconoce por lados las armas troyanas, fuera de sí, como trastornada por una visión horrible permanece inmóvil; su sangre se hiela, cae por tierra y sólo largo tiempo, después consigue recobrar su voz. VIRGILIO, Eneida, III, 306. (N. del T.)

 

74

El espíritu a quien lo porvenir preocupa es siempre desdichado. SÉNECA, Epíst. 98. (N. del T.)

 

75

Apenas si se ve un hombre cuerdo que se sustraiga totalmente a la existencia. Inseguros del porvenir, los humanos imaginan que una parte de su ser les sobrevive y no pueden libertarse de este cuerpo que perece y cae. LUCRECIO. III, 890 y 895. (N. del T.)

 

76

Es un cuidado que debemos desechar para nuestras personas, mas no para nuestros deudos. CICERÓN, Tuscul. quaest., I. 45. (N. del T.)

 

77

El orden de los funerales, la elección de sepultura y la solemnidad de las honras fúnebres son menos necesarios para la tranquilidad de los muertos que para el consuelo de los vivos. SAN AGUSTÍN, De Civit Dei, I, 12. (N. del T.)

 

78

¿Quieres saber dónde irás cuando mueras? Donde están las cosas por nacer. SÉNECA, Troad., Cor. act. II, v. 30. (N. del T.)

 

79

Lejos de ti para siempre la paz de los sepulcros donde el cansado cuerpo halla por fin el descanso. ENNIO, apud Cic., Tuscul., I, 44. (N. del T.)

 

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Y como el viento pierde su fuerzas si las espesas selvas no irritan su furor, disipándose en la vaguedad del aire. LUCANO, III, 462. (N. del T.)