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Entrevista al profesor Giuseppe Bellini [Transcripción]

María José Aguirre Carreño


(Universidad de Milán)



María José Aguirre: Hable de cuando Ud. era estudiante.

Giuseppe Bellini: El problema que se ponen actualmente los estudiantes es qué haré yo cuando salgo de la universidad después de haberme licenciado en literatura hispanoamericana. Bueno, nosotros en el pasado, en la época pasada procuramos remediar a esto, o sea que obtuvimos del Ministerio la parificación de lengua y literatura hispanoamericana, por eso añadimos lengua, con lengua y literatura española, de modo que pueden enseñar en las escuelas, en los liceos, etc. sea los laureados en español, sea los laureados en hispanoamericano.

Por otro lado yo creo que si pensamos en la época en que, por ejemplo empecé yo, había dos cátedras en el liceo en Milán, y unas cuantas pero no superaban las cuatro o cinco entre Roma, Nápoles y Palermo, de modo que no había posibilidad, estaban ocupadas. Sin embargo, la mayoría de los pocos laureados entonces en literatura española encontró, algunos en la enseñanza, otros en otros ámbitos, la posibilidad de seguir trabajando y de ganarse la vida. O sea, quiero decir que era una época muy difícil, donde no había dinero, donde los estudiantes, nosotros, no teníamos un céntimo en el bolsillo y sin embargo la vida corría igualmente felices de haber salido de una guerra tremenda con todo destruido pero con una gran voluntad para reconstruir.

M. J. A.: ¿Cómo es la situación ahora?

G. B.: Ahora la situación es muy distinta, yo creo que hay una posibilidad mayor de encontrar trabajo, lo importante es que uno sea un entendido en la materia, o sea que esté preparado seguramente en lo que ha estudiado para poder tener una propiedad, digamos en el ámbito de los empleos, por ejemplo, hay firmas grandes, hay bancos, etc. que ahora pues ocupan muchos de estos estudiantes que se han laureado en filosofía y letras y naturalmente también en literatura hispanoamericana por las muchas relaciones que hay con los países de América Latina; de modo que yo creo que el panorama no es tan triste, además hay que decir que muchos salen con una laurea y la explotan en otro ámbito. Esto significa que se necesita también un poco de fortuna, un poco de suerte pero se necesita también estar dispuestos a modificar sus competencias y naturalmente a buscar y buscar la posibilidad de emplearlas en otros ámbitos que no sean solamente la enseñanza.

M. J. A.: En su opinión, ¿Qué función tendría que tener la literatura?

G. B.: Yo creo que estudiar literatura forma a una persona, cualquier literatura pero especialmente, como yo soy hispanoamericanista, diría la literatura española y la literatura hispanoamericana que nos da, digamos, la dimensión no solo de nuestro tiempo sino también de los tiempos pasados. La literatura tiene que, según mi parecer, responder a la complicación que es propia del hombre, a los problemas del hombre, tiene que darle una explicitación a estos problemas y prospectarle siempre la posibilidad de una solución en el futuro, no un futuro lejano sino un futuro próximo. Decía Neruda en una de sus líricas que es función del poeta, yo digo, es función del artista reconstruir la esperanza. El hombre necesita tener esperanza y entonces la literatura es la que se lo puede dar, es la que se lo da porque, explíquenme ustedes, por ejemplo por qué cuando uno se encuentra en una situación, digamos, particularmente personal, saca un libro, saca un poema, se pone a leerlo sin que nadie haga ruido, etc., etc. y después sale con otra idea, con otro estado de ánimo. Yo creo que ésta es la función fundamental de la literatura.

M. J. A.: ¿Qué libros han cambiado su vida? y ¿qué es lo que Ud. ha buscado en la lectura de sus escritores favoritos?

G. B.: Hay libros que han cambiado la vida a las personas, yo diría que, bueno, soy un maniático, digamos, de la biblioteca. Creo que la biblioteca es una especie de reino extraordinario donde uno encuentra todo lo que necesita para vivir, para vivir dentro, o sea, para vivir espiritualmente y ha habido libros importantes que han cambiado prácticamente la vida de la gente. En mi caso, por ejemplo cuando yo regresé de la guerra, estaba muy desanimado, pasé unos seis meses sin ninguna voluntad de hacer nada, pero de repente un libro cayó en mis manos que era un libro de Mondadori antológico que todavía tengo y que presentaba poemas de Machado, de Rafael Alberti, etc. Sobre todo me gustó Rafael Alberti, me gustó Rafael Alberti, sin duda, pero sobre todo Antonio Machado; encontré en esta poesía, en la poesía de este gran poeta algo que resonaba dentro de mí y entonces cambió de repente mi actitud, empecé a pensar que tenía que regresar a la universidad donde yo había dictado antes de ir al servicio militar y había superado tres exámenes y entonces volví a la universidad y entonces empecé a pensar que tenía que hacerlo de prisa pero bien; efectivamente como se estimaba entonces, un promedio que rozaba entre el voto veintiséis y veintiocho o veintinueve era prácticamente deseable para tener una buena laurea. En un año y medio acabé todos los exámenes y luego esperé seis meses antes de presentar mi tesis que era sobre Pío Baroja y la generación del 98. También tengo que decir que durante el periodo de mi especialización o como estudiante pero como profesor también de literatura pues hay poetas que hablan particularmente, me hablan particularmente; por eso en el despacho mío, todavía tengo el poema de Quevedo, ¿no?, cuando dice que los libros fueron su consolación cuando el destierro en su casa de Juan Álvarez, me parece que se llamaba, ¿no?, que los libros son una gran fuente de reflexión, ellos nos preparan la vida, la interpretan, nos dan la posibilidad de esta esperanza en el futuro y resuelven muchos problemas aunque no los resuelven materialmente pero sí los resuelven dentro de uno porque por ejemplo, porque le comunican cierto sentido, digamos, no desilusionados de la vida sino experimentado de la vida como era el que comunicaba Quevedo. Todos sabemos cuál es el fin de nuestra existencia, todos sabemos que no todo es éxito en la vida, que no todos son amigos en la vida, entonces uno está preparado a todas las desventuras, pero no se trata solo de desventuras, hay momentos alegres, felices, etc. en la vida, que la literatura acompaña y que determina, normalmente a solas cuando uno se recoge en sí mismo y lee a su autor preferido y encuentra en él la solución de sus problemas y naturalmente respira.

M. J. A.: ¿Cuál es su libro preferido?

G. B.: Mi libro preferido, bueno, yo creo que mi libro preferido son los Sueños de Quevedo porque ahí nos encontramos una serie de lecciones sobre el hombre y la existencia y el gran satírico español, dirán ustedes por qué Quevedo y no un autor hispanoamericano, también autores hispanoamericanos prefiero yo, por ejemplo Neruda, sobre todo, y también Asturias; estos son los dos grandes autores que a mí me gustan particularmente. Sor Juana también, el Inca Garcilaso, también, pero son otras cosas; son problemas suyos que nosotros vemos a través de sus obras; mientras que estos autores entran dentro de nosotros, tienen sus problemas pero son los nuestros, los sentimos más cerca y Quevedo en particular, es el que comunica a todo el mundo hispanoamericano una dimensión particular del hombre, una dimensión particular de la sociedad y entonces es evidente se siente más.

M. J. A.: Profesor, hable de su experiencia de haber conocido a escritores como Pablo Neruda o Miguel Ángel Asturias.

G. B.: He tenido muchas experiencias con escritores en una época que yo suelo llamar ardiente, digamos, de gran entusiasmo, aunque el entusiasmo no me ha faltado nunca, ni siquiera ahora pero en realidad, yo conocí en la época, no sé a personajes como Ernesto Sabato, Octavio Paz, Pablo Neruda, Asturias, sobre todo Neruda y Asturias, dos figuras extraordinarias de la literatura hispanoamericana del siglo XX, dos personas distintas, o sea, más diría yo, cerca de una sencillez propia: Asturias y un poco más seguro de sí mismo en el sentido de que sabía que tenía mérito por tener un éxito tan extraordinario, Neruda pero los dos muy animados en la conversación, muy simpáticos tanto que yo recuerdo siempre que cuando Asturias venía a la Universidad Bocconi, entonces dictaba una conferencia de media hora y los estudiantes le hacían preguntas durante tres, cuatro horas, tanto que nos echaban de la universidad porque tenían que cerrarla y cuando vino Neruda para agradecimiento después del premio Nobel, quería agradecer a su traductor, que era yo, la difusión de su obra y era un detalle muy especial que había tenido también Asturias cuando recibió el premio Nobel, pues la universidad estaba llena, completa hasta fuera de la universidad con altavoces porque la gente era tanta, que quería escuchar al poeta, o sea que fue un periodo extraordinario muy interesante.

M. J. A.: Hable del panorama actual del hispanismo.

G. B.: Hay muchas formas de hispanoamericanismo; un ejemplo, si pensamos en el hispanoamericanismo italiano, éste se dedica sobre todo a la literatura, y hay también dentro de éste dos secciones, o sea, una sección que se puede decir que sale de los estudios de literatura española que se dedica a literatura colonial y naturalmente a literatura contemporánea, otros, sobre todo determinados por profesores que se han impuesto desde América Latina como lectores y luego han pasado a veces, a ser catedráticos que se dedican sobre todo a la literatura hispanoamericana contemporánea. En Francia, también hay otro tipo de hispanoamericanismo, o sea, propiamente, literatura hispanoamericana no existe sino que existe literatura latinoamericana; el hispanismo francés se dedica a la Península Ibérica, incluyendo Portugal y a América Latina, incluyendo Brasil y naturalmente, incluyendo también las islas donde se habla francés y en particular se dedica a la parte histórica aunque también tiene un desarrollo especial la parte literaria pero sobre todo española, por ejemplo el Siglo de Oro, por ejemplo autores como Góngora. Ha habido grandes hispanistas porque así se llaman, no hispanoamericanistas como Marcel Bataillon que todavía es un autor que hay que consultar en cualquiera de las disciplinas que se refieren a la historia, a la religión, a la cultura y que es el ejemplo de cómo el hispanismo francés sea un conjunto muy distinto del nuestro que nosotros en Italia también nos ocupamos de historia. Hay hispanistas que se ocupan de historia de la sociedad por ejemplo, pero en línea general, la disciplina se dedica sobre todo a literatura, literatura, poesía, etc. En España, hay que decir que en Italia existió antes que en España la cátedra de literatura hispanoamericana porque en España había historia de América Latina y esta historia de América Latina se enseñaba sobre todo en Sevilla donde había un profesor famoso que ahora no recuerdo que puede considerarse el primero en dedicarse oficialmente a la historia hispanoamericana porque durante el franquismo imperó esta consideración colonialista acerca de América, o sea que no era interesante. Sí, Cultura Hispánica hizo cosas interesantes como antologías de poesía contemporánea que fueron también la base de mi formación y en realidad no se pensaba que una literatura de las antiguas colonias tuviera la dignidad de ser estudiada como disciplina a parte, todavía hoy, yo veo que hay dificultades para los hispanoamericanistas en España porque las oposiciones no son para literatura hispanoamericana sino que son de hispanística y naturalmente salen de vez en cuando algunos que se dedican a literatura hispanoamericana pero la batalla es bastante dura, y en fin, hay toda una serie de, por ejemplo el hispanoamericanismo alemán, ése también es más o menos entre el francés e historia de América Latina española y sobre todo le interesan los hechos sociales, etc. pero existe un hispanismo muy fuerte, esto sí.

Milán, 11 de junio de 2008





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