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280.      Nos referimos a la crónica de Juan II y a la carta XLIII del bachiller de Ciudad Real.

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281.      Su hijo don Francisco, en 1493, mediante una avenencia que existe en el archivo, se obligó a satisfacer a don Enrique duque de Segorbe hijo del infante don Enrique de Aragón, 12,700 florines de oro aragoneses por los derechos que le competían sobre Ledesma quitada a su padre durante las turbaciones y escándalos de los pasados tiempos. Consta también el homenaje que en 1526 prestó la villa al tercer conde don Beltrán.

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282.      �Esta obra, dice el letrero, se acabó mediado marzo año del Señor de mil y D años siendo mayordomo... � Faltan el nombre de este y el año de la centuria, aunque debió ser muy al principio de ella.

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283.      Véase algunas páginas atrás el epitafio.

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284.      La inscripción de letra moderna puesta sobre la entrada parece copiada de la primitiva. Pudo ser dicho Gonzalo el vecino de Ledesma hijo de Men Rodríguez de Sanabria y alcaide del castillo de Zamora en 1393, de quien habla Mariana, libro XVIII, c. 17.

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285.      En San Miguel está enterrado el jesuita Petisco, helenista del siglo pasado, y se ven algunos epitafios, ninguno anterior al 1500.

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286.      Para ver cómo van engrosando las tradiciones, Gil González al hablar de estos pastores, cuyos cuerpos dice se muestran en San Pedro con las hondas, zurrón y lesnas que traían consigo, declara no saberse cosa alguna de sus vidas y nombres y de la época en que florecieron, sino que guardaban ganado al rededor de la villa; Méndez Silva, medio siglo más adelante, nos descubre ya que eran tres, y que se llamaban Jacobo, Isacio y Josefo, y que fueron nada menos que los adoradores de Cristo en Belén, y que los tres murieron vírgenes cuarenta años después en la misma noche de Navidad, y que fueron traídos de Jerusalén año 290 por un gran caballero natural de Ledesma. Esta peregrina leyenda adquirió sin embargo escasa vega.

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287.      Las cláusulas de esta cesión las trae Flórez, tom. XIV, pág. 303, mencionándose en ellas la iglesia �labrada de piedra de sillería con su cuerpo y tres capillas, y en la mayor su retablo y el sepulcro del señor san Nicolás con sus verjas de madera al rededor... mas una caja con reliquias que están en el altar mayor.� En tiempo de Gil González se leía en la urna la inscripción siguiente: � Aquí yace el cuerpo del glorioso mártir san Nicolás hijo de Al.... moro rey...� Flórez apenas halló ya señales de culto por haberse disuelto la cofradía que lo fomentaba.

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288.      Dice Gil González que en dicho convento de Aldeadávila se veneraba el cuerpo de una santa de este nombre, de quien no se sabía más que lo expresado en el siguiente letrero: Hic jacet corpus humillimae atque devotissimae servae Dei beatae Marinae, quae hoc desertum ut Christo Domino felicius totoque pectore vacaret a sua juventa petiit, quaeque felicissime atque catholice extremum in hoc loco clausit diem, ad cujus tandem honorem sacra haec aedes aedificata fuit. No debe confundirse con otra Santa Marina martirizada en Galicia junto a Orense en los tiempos del paganismo y que tantos templos tiene dedicados en los reinos de León y de Castilla.

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289.      No falta quien haya tomado por nombre propio de este tránsfuga, entendiéndolo por Bernal, la palabra vernalis o vernuli que escribe el arzobispo don Rodrigo en el sentido de familiar o doméstico del rey de Portugal. Menos fundamento tienen aún los que asientan que pobló y dio nombre a Ciudad Rodrigo en 1102 un don Rodrigo González Girón.

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