800. Descríbelas en el cap. XLIX de su historia, deteniéndose principalmente en las mascaradas o procesiones de trajes, una de las cuales representaba el suceso de la judía, y otra la serie genealógica de patriarcas y reyes ascendientes de la Virgen compuesta de 550 figurantes.
801. Citase el breve de Honorio expedido en 15 de mayo de 1224, pero no logramos verlo ni auténtico ni copiado. La cruz, con una peana de gusto gótico afiligranado y por consiguiente posterior, se conserva en la parroquia de Zamarramala que de arrabal pasó a ser aldea, desde cuya creación en 1663 data el abandono de la Vera Cruz, salvada últimamente de la ruina por la comisión de monumentos.
802. Damos esta inscripción., no sacada hasta el presente que sepamos y difícil de leer por su colocación, sin presumir de haberla interpretado acertadamente, especialmente en los dos vocablos que siguen al nombre propio que parece Dion abreviatura de Dionisio. Hic jacet Dion. A obiit VII febrarii sub q. clave tenet feretrum (También esta palabra parece abreviada). Era MCCLXXXVII (1249 de C). Dicha lápida es más de cuarenta años posterior a la de la dedicación de la iglesia.
803. La inscripción, tan clara y bien conservada como interesante, dice así:
Hec sacra fundantes celesti sede locentur,
Atque suberrantes in eadem consocientur.
Dedicatio ecclie. beati sepulcri idus aprilis era MCCXLVI.
Colmenares leyó servi Cristi en vez de sepulcri y XLII en vez de XI, VI induciendo en error a los que le siguieron, y los que han rectificado la copia tras de sepulcri ponen la palabra Cristi que no está.
804. No puede leerse el letrero por haber unas tablas clavadas encima, pero sus dos extremos dicen: «Este retablo se fiso de la fábrica.... acabóse año de MDXVI». Bosarte, a pesar de calificar la ejecución de las pinturas de suma imbecilidad del arte, ahoga por su conservación y en ellas advierte cabezas de buena simetría: lo que no encontró porque no existe, es el templario que había oído que se notaba entre dichas figuras.
805. Véase lo dicho sobre estas parroquias pág. 541 y 542(**67).
806. Tras la inscripción Colmenares, en cuyo tiempo permanecía aún dicha fábrica, sucediendo a otra muy mal parada que anteriormente hubo: «Esta casa de moneda mandó fazer el mui alto e mui esclarecido e escelso rey e señor don Enrique IV el año de nuestro Salvador Jesu Cristo de MCCCCLV años. E comenzó a labrar moneda de oro e de plata primero día de mayo.) Muchas son las ordenanzas que de este rey se encuentran en el archivo municipal sobre la labor de la moneda de oro, plata y cobre y sobre su respectivo valor, las unas dadas en Madrid en 10 de Febrero de 1471, otras de 17 de Abril y 10 de junio del mismo año ex pedidas en Segovia, y otras de 22 de mayo de 1473 desde el propio lugar.
807. En una de ellas había, según se nos asegura, una curiosa redondilla, deplorable muestra del extremo casi irreverente a que pudo conducir en el siglo XVII la manía de los equívocos y retruécanos:
Cruz, remedio de mis males,
Grande sois: pues cupo en vos
El gran pontífice Dios
Con cinco mil cardenales.
808. Publica Bosarte una carta de Felipe II todavía príncipe en 1543, mandando recibir información sobre cierto desacato cometido con una imagen de nuestra Señora que está a la puerta del monasterio del Parral, digno de muy gran castigo; pero se ignora cuál fue aquel y el resultado de la averiguación.
809. Para Juan Guas revindicamos antes que nadie en el tomo de Castilla la Nueva la gloriosa fábrica de San Juan de los Reyes, cuyo arquitecto era del todo desconocido hasta que lo publicamos en 1850, y en el mismo tomo consignamos la noticia inédita y aun ahora poco sabida de la parte muy principal que cupo a dicho maestro en las obras del palacio del duque de Infantado en Guadalajara. Allí vimos indicado un Enrique y aquí un Bonifacio, que tal vez serían hermanos suyos. Estos copiosos e interesantes datos acerca de los constructores del Parral, empezando por Juan Gallego su primer trazador, y los demás que iremos mencionando, los sacó Bosarte de un precioso libro de la fundación del monasterio, del cual consta que los tres referidos maestros de cantería se obligaron a dar acabada en tres años la capilla mayor por 400,000 maravedís.