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ArribaAbajoCapítulo XXIX

1. Añadió Job, y prosiguiendo su razonamiento, dijo:

2. ¿Quién me dará como meses antiguos; como días en que Dios me guardaba?

3. Haciendo resplandecer su luz sobre mi cabeza, andaba a su lumbre en las tinieblas.

4. Como era en días de mi mancebía; cuando Dios estaba en el secreto sobre mi tienda.

5. Cuando aún estaba el Abastado conmigo, y me cercaban mis mozos.

6. Cuando bañaba mis plantas en manteca, y la piedra me derramaba arroyos de aceite.

7. Cuando salía a la puerta sobre ciudad, y en la plaza me ponían cadira.

8. Víanme mozos, y acondíanse, y ancianos estaban en pie.

9. Príncipes detenían sus hablas, y ponían mano en su boca.

10. Sus voces el capitán ascondía, y su lengua a su paladar se apegaba.

11. Oído que me oía me llamaba dichoso, y ojo que me vía atestiguaba por mí.

12. Porque libré a pobre que voceaba, y a huérfano desamparado de ayuda.

13. Bendición de pereciente venía sobre mí, y hacía que corazón de viuda cantase.

14. Justicia vestía, y vestíame como capa y como mitra el juicio.

15. Ojos fui al ciego, y pies yo para el zopo.

16. Padre yo para pobres, y baraja que no entendía estudiaba.

17. Y quebrantaba a malvado las muelas, y hacía que de sus dientes soltase la presa.

18. Y decíame: En mi nido expiraré y multiplicaré como paloma.

19. Mi raíz descubierta a las aguas, y en mi mies hará asiento rocío.

20. Gloria mía siempre nueva conmigo, y mi arco en mi mano será renovado.

21. Oíanme y esperaban, y, callaban atentos a mi consejo.

22. En pos mi palabra no replicaban, y destilaba sobre ellos mi habla.

23. Esperábanme como a lluvia, y su boca abrían como agua tardía.

24. Reíame a ellos, y no lo creían, y luz de mis faces no caía en la tierra.

25. Caminaba a ellos y me sentaba en cabeza, y sentado como rey en ejército, consolaba a los tristes llorosos.


ArribaAbajoExposición

1. Y añadió Job, y comenzando su razón, dijo. Satisfecho Job de haber mostrado lo poco que sus amigos sabían, y cuán lejos, en lo que tocaba a él, andaban de la verdad, en este capítulo y en los dos que se siguen declara muy a la larga su adversidad y inocencia. Su inocencia en el postrero, y su adversidad en los primeros dos, diciendo en éste lo que fue, y en el que se le sigue lo que es al presente. Porque el haber sido feliz y venir a ser miserable, hace que sea y que se sienta por mayor cualquier desventura. Que como el poeta griego dice:


   ; Al hombre que dichoso un tiempo ha sido,
la mudanza es dolor, que el siempre hollado
con el uso del mal pierde el sentido.

Pues dice:

2. ¿Quién me dará como meses antiguos; como días en que Dios me guardaba? Entra deseando tornar a ser lo que fue, para con este principio referir por menudo su pasada prosperidad. Y en decir: ¿Quién me dará? muestra, no sólo su deseo, sino también la imposibilidad, o a lo menos la dificultad de lo que desea; porque en la manera de hablar de esta lengua, el preguntar ansí es hacer dificultoso lo que se pregunta. Como días en que Dios me guardaba: Ansí se decía en el capítulo primero que Dios tenía cercado a Job a la redonda para no ser ofendido. Y ansimismo de aquí se entiende que en no incurrir la vida y suerte del hombre en desastres continos es particular guarda y providencia de Dios, porque según son muchos y diferentes, y entre sí contrarias las cosas que en esta vida concurren, maravilla grande es que no hieran y lisien al que continamente anda entre ellas.

Y como sería cosa de providencia particular el que anduviese metido entre muchos que peleasen entre sí mismos con obstinación y coraje, y entre muchas espadas y muchas piedras que de la una parte a la otra volasen, no salir descalabrado de la reyerta, ansí pasar un hombre entre el alboroto y pelea universal de esta vida sin recibir golpes de desastres continos, guarda es de Dios y particular vela suya.

Y es, como añade:

3. Cuando hacía resplandecer su luz sobre mi cabeza, andaba a su luz en tinieblas. Porque la luz de Dios y su resplandor, en estas Letras, no dice guía solamente, sino también defensa y ayuda y sucesos muy prósperos, como en el psalmo 12 y 26, y en otras partes parece. Con la cual ayuda el hombre anda entre el peligro seguro y cierto y sin miedo en medio de la noche escurísima, por llevar su defensa y su guía consigo mismo. Pues desea tornar a ser cual era en los meses pasados, y a que Dios, como entonces hacía, le defienda y prospere.

O, como vuelve a decir, desea tornar a ser:

4. Como en días de mi mancebía, cuando Dios estaba en el secreto sobre mi tienda; esto es, ser viejo tan próspero y tan favorecido de Dios como cuando fue mozo. Que es argumento de extraordinario dolor en la vejez, cuando pide la edad más descanso, faltar el que en la mocedad se tuvo, y venir vejez trabajosa después de mocedad descansada. Como en días de mi mocedad.

Lo que decimos mocedad, en el original es al pie de la letra reprensión o palabra afrentosa, y aplícase a la mancebía y niñez, porque no solamente está sujeta a la reprensión y castigo, mas le conviene que la reprendan y afrenten.

Dice más:

5. Cuando aún estaba el Abastado, conmigo, y me cercaban mis sirvientes. Repite en diversas maneras una misma sentencia, y a su prosperidad pasada unas veces llama guarda de Dios, otras lumbre suya sobre su cabeza, otras asistencia en su secreto, otras familiar compañía, para demostrar que nuestro bien no solamente nace de Dios, sino que para hacerle nos asiste en diversas maneras: apartándonos de las ocasiones y tropiezos de fuera, y en eso es guarda; alumbrando lo interior del sentido, en que es luz resplandeciente sobre nuestra cabeza; derramando gracia por la sostancia de la alma, en que es morador del secreto de nuestra tienda; haciéndonos presencia de sí para remedio de esta soledad y destierro, y entonces se dirá bien que estaba el Abastado conmigo, como aquí dice. Porque ciertamente entonces está abastada el alma y libre de toda mengua, entonces es reina, entonces es esposa, entonces es amiga dulcísima, y entonces es señora de todo y emperatriz sobre sí, más alta mucho que el cielo, de donde con desprecio mira el suelo sujeto a sus pies.

Mas veamos lo de adelante:

6. Cuando bañaba mis plantas en manteca, y la piedra me derramaba arroyos de aceite. Dice de sus riquezas y comienza por la manteca y aceite, y declara por manera de encarecimiento su copia; que la manteca era como agua y aun las piedras le daban aceite; y por la manteca entiende el ganado, y por el aceite todas las plantas de fruto.

Dice más:

7. Cuando salía a la puerta sobre ciudad, y en la plaza me ponían cadira. Dijo de las riquezas; dice agora de la autoridad que tenía, que es de la prosperidad la mejor parte. Pues demuestra haber sido tan estimado que en los lugares del juzgado, cuando iba a ellos, le ponían luego silla, o por decir mejor, su silla y su asiento era el más eminente. Cuando salía a la puerta sobre ciudad, esto es, a la puerta que está a la entrada y como al principio de la ciudad, porque antiguamente la plaza estaba junto a ella, y en la plaza el consistorio y lugar de juicio, porque los de fuera que venían a contratar o a pedir justicia no se mezclasen por lo secreto del pueblo. Y ansí, en diciendo la puerta, añade luego la plaza, porque la puerta y la plaza estaban, como decimos, juntas.

Dice:

8. Víanme mozos, y ascondíanse, y ancianos estaban en pie. Engrandece su autoridad por sus accidentes; que el asconderse los mozos y el recibirle los ancianos en pie es cosa que se hace por reverencia.

Y ni más ni menos lo que se sigue:

9. Príncipes detenían sus hablas, y ponían mano sobre sus bocas; esto es, callaban hablando yo, y estábanme atentos.

Y ansimismo lo que dice:

10. Su voz el capitán ascondía, y su lengua al paladar se pegaba. Como si dijese: ni resollar osaban delante de mí ni los más principales, que eso significan estas figuras de asconder la voz y de pegar a sus paladares sus lenguas.

11. Oído que me oía me llamaba dichoso, y ojo que me vía atestiguaba por mí. No sólo, dice, me recibían con reverencia, y no sólo me oían con grande atención, mas aprobaban con admiración lo que hablaba, y los que me oían y vían me bendecían. Ojo, dice, que me vía atestiguaba por mí; esto es, confirmaba con su meneo y movimiento mi habla; que en lo que nos aplace, en testimonio de que nos aplace, con los ojos solemos dar señas.

Y añade:

12. Porque libré a pobre que voceaba, y a huérfano desamparado de ayuda. Porque ha dicho que por su autoridad le ponían asiento en el juzgado, y le daban el juzgar de los pleitos, y le oían cuando hablaba y sentenciaba con atención y silencio, y le bendecían después; dice agora la razón por que después de haberle oído le bendecían, que es porque libraba con su sentencia al pobre que voceaba, esto es, que el estar agraviado le hacía dar voces al cielo; y al huérfano desamparado de ayuda, esto es, porque enderezaba siempre su razón al desagravio de los pobres y al favor de los que poco podían. En que demuestra, si tenía mucha autoridad con el pueblo, no lo haber alcanzado por cohecho ni por ingenio y lisonja, ni con las demás artes malas de la ambición, sino con rectitud hermanada con piedad y clemencia. Porque, a la verdad, en muchos caminos por donde los hombres vienen a ser preciados y muy estimados de todos, ninguno es más cierto que el de la piadosa justicia; porque no hay quien no admire y reverencie lo justo, aun esos mismos que viven mal, y que destierran de sí la rectitud y justicia, dondequiera que la vean la adoran y estiman. Y ansí Job era estimado mucho, no solamente por ser rico, que también dan su autoridad las riquezas, ni solamente por ser bien razonado, que es también de estimar la elocuencia, sino principalmente por ser justo y amparador de lo justo.

Y lo que se sigue, esto es:

13. Bendición de pereciente venía sobre mí, y hacía que corazón de viuda cantase. O pertenece a la virtud de la limosna y largueza, diciendo que acudía a los necesitados, y ansí le bendecían, y ni más ni menos sustentando y favoreciendo las viudas, las hinchía de alegría el corazón, que salía a la boca con demostraciones de contento y de gozo; o pertenece a la administración de la justicia de que hablaba, y que como dijo haber librado al pobre que voceaba, diga agora que ese mismo pobre que pereciera, si no le librara él, le bendecía. Y porque dijo que libró al huérfano desamparado de ayuda, diga agora que a la viuda, que es una manera de orfandad, le hinchía de cantares la boca, con la alegría de verse por él socorrida.

Y con ambos sentidos conforma bien lo que luego se sigue:

14. Justicia vestía, y vestíame como capa y como mitra el juicio. Porque justicia, en la lengua de la Sagrada Escritura, es limosna muchas veces, como en Sant Mateo y en otros parece. Pues dice que su arreo y su vestido de fiesta y los aderezos de su cuerpo preciosos eran, o digamos la limosna o la administración de la justicia recta, y el amparar con lo uno y lo otro a todo lo falto de amparo.

Y ansí añade:

15. Ojos fui al ciego, y pies yo para el zopo; y

16. Padre yo a pobres, y baraja que no entendía estudiaba. En que declara, no sólo haber favorecido algún necesitado de favor, sino haber sido general amparo de todos los que tenían necesidad alguna; no sólo haberlo hecho alguna vez, sino haberlo tenido de costumbre y como por oficio proprio y suyo, como lo es del padre acudir a los hijos, y de los ojos y de los pies servir cada uno en su obra.

Y ansí dice que estudiaba, o como el original dice investigaba con diligencia las causas de los desamparados, para entender mejor y defender su justicia. Y como la entendía, la ponía por obra.

Y por eso dice:

17. Y quebrantaba a malvado las muelas, y hacía que de sus dientes soltase la presa. Habla del hombre como de un león o de otro animal carnicero, por semejanza y metáfora.

Dice más:

18. Y decíame: En mi nido expiraré, y multiplicaré como paloma los días.

19. Mi raíz descubierta a las aguas, en mi mies hará asiento el rocío.

20. Gloria mía siempre nueva conmigo, y mi arco en mi mano será renovado. Esto es, y ser mi oficio éste, juntamente con la disposición de mi ánimo y con el testimonio de mi consciencia, criaban en mí esperanza cierta de vivir y morir en paz y sin revés de fortuna. Y decíame, esto es, y prometíame a mí, expiraré en mi nido, esto es, en mi casa, y mi descanso llegará hasta el día postrero. Y multiplicaré mis días como paloma, o como arena, según otra letra, esto es, viviré largos años. Porque a la piedad y al bien hacer promete en sus Letras Dios larga vida.

Mi raíz descubierta a las aguas, repítese la palabra, y decíame. Mi raíz estará siempre bañada en agua, que es decir, siempre estaré florido y verde, gozando de fortuna próspera. Que habla de sí como de un árbol plantado cerca de la agua, que es semejanza con que suele declarar Dios la bienandanza del justo, como en el psalmo 1, do dice: Y será como árbol plantado junto a las corrientes de las aguas, que dará su fructo a su tiempo, y su hoja no descaece. Y lo mismo es en mi mies hará asiento el rocío, que es decir, no me faltará el favor y rocío del cielo. Gloria mía siempre nueva conmigo; esto es, mi prosperidad y la estima en que estoy, y el descanso mío y la reputación acerca de todos estará siempre en pie, como está lo nuevo y flamante; que lo que se envejece viene a menos y camina a la muerte. Y lo mismo dice del arco suyo, que será renovado en su mano, y entiende por el arco el poder, el mando, el imperio. Porque el arco era como insignia de los que mandaban y lo traían los reyes consigo, como de la historia de los reyes se entiende.

Esto, pues, se decía y prometía Job en su prosperidad, y refiérelo agora con un sentimiento de lástima y como infiriendo, aunque lo calla, porque el dolor se lo ahoga en el pecho; ansí que infiriendo, mas ¡cómo mi esperanza se engañó! ¡Cuán al revés de lo que pensé me sucede! Y decíame, y sin duda se decía muy bien, y ansí le sucedió todo después, aunque no se lo prometía el estado presente.

Mas no es tan cierto el salir cada día por el Oriente el sol, cuanto es tener buen fin y próspera y larga vida los que sirven a la piedad, y los bienhechores de los pobres, y amparadores de los que poco pueden, y justos generalmente con todos; porque no consiente el Señor que muera afligido quien fue general socorro de las aflicciones ajenas, ni que oprima el desastre al que los desastres ajenos tuvo por suyos, ni que sea poderosa la violencia injusta contra quien se opuso a ella siempre por librar a sus prójimos. Que mide Dios como medimos, y perdona como perdonamos, y nos socorre en la manera y las entrañas que nos ve socorrer. Con la medida, dice, que midiéredes os tornarán a medir. Y de la piedad dice Sant Pablo que tiene promesa de esta vida y de la otra.

Pero vamos más adelante:

21. Oíanme y esperaban, y callaban atentos a mi consejo. Torna a proseguir la reputación en que tenido era, y dice agora su opinión para con todos de sabio, bien contraria de la que estos sus amigos tenían de él al presente, y por eso lo dice.

Y añade:

22. En pos mi palabra no replicaban, y destilaba sobre ellos mi fabla.

23. Esperábanme como a lluvia, su boca abrían como a agua tardía; que todas son propriedades de los muy repulidos en prudencia y saber. Ansí los oyen, así reciben lo que dicen, ansí los oyentes ponen en los oídos sus palabras: Destilaba, dice, sobre ellos mi fabla. Es semejanza de cuando llueve, como en lo que añade luego parece, y úsase en esta Escritura para significar lo que se habla con elocuencia y es oído con atención y deseo. Como Moisés en su cántico: Conviértase en lluvia mi doctrina, y corra como rocío mi palabra, como lluvia sobre la yerba. Que como en el caer de la lluvia el agua viene de alto, y la tierra que la recibe está en lugar inferior, y como cae menuda y mucha, y por esta causa cala y empreña la tierra, y como el suelo seco la recibe de gana, y, si se tarda, en cierta manera la pide; ansí al que razona concertada y provechosamente, los oyentes como inferiores y sujetos le oyen, y con la copia de sus palabras escogidas y bien puestas cae en sus oídos de ellos, y de los oídos pasa al alma, y cría en ella juicios y voluntades, y movimientos buenos y sanctos, y óyenle con sed y con gusto, y apetecen oírle si calla, y cuando calla le piden y demandan que hable. Y esto le acontecía a Job, como dice.

Y también lo que añade:

24. Reíame a ellos, y no lo creían, y luz de mis faces no caía en la tierra. Tanto era, dice, el respecto que me tenían y el caso que hacían de mí y lo que preciaban que los mirase, que, si lo hacía, apenas lo podían creer, y criaba en ellos el contento excesivo, y nunca por verme alegre me perdieron respeto; que eso es decir que la luz de sus faces no caía en la tierra, o como dice el original a la letra, la luz de mis faces no desechaban.

Añade y concluye:

25. Si caminaba a ellos, me sentaba en cabeza, y sentado como rey en ejército, consolaba a los tristes llorosos. O como el original a la letra: Elegía su camino de ellos, y me sentaba en cabeza, como rey en ejército, como quien a llorosos consuela. En que dice la honra que en particular le hacían sus conciudadanos, cuando se metía en conversación con ellos, o los visitaba en sus casas, que le ponían en cabecera y le rodeaban como a rey, y estaban colgados de su boca como suelen los hombres afligidos del que les está consolando.






ArribaAbajoCapítulo XXX

1. Y agora ríen sobre mí mis zagueros en días, cuyos padres me desdeñaba poner con perros de mi ganado.

2. Y que la virtud de sus manos no me servía de nada, y eran tenidos por indignos de vida.

3. Con pobreza y con hambre estériles, que roían en soledad, deslustrados con calamidad y miseria.

4. Y comían yerbas y cortezas de árboles; raíz de junípero pan suyo.

5. Que de valles arrebatan aquesto; hallándole, corren con voces a ello.

6. En escondrijos de arroyos moraban, en forados de tierra y en peñas.

7. Que entre estas cosas se alegraban, y so espinas estimaban regalo.

8. Hijos de necios, hijos sin nombre, deshechos más que la tierra.

9. Y agora he sido su cántico, y soy para ellos hablilla.

10. Abomináronme, y alejáronse de mí, y no detuvieron su escupir de mi rostro.

11. Abrió su carcax, y afligióme; puso freno en mi boca.

12. A la diestra de mi calamidad que nació, se levantaron luego; empelieron mis pies, oprimieron como olas con sus carreras.

13. Desbarataron mi senda, pusiéronse en celada contra mí y prevalecieron, y no fue quien diese socorro.

14. Como por puerta abierta y muro roto arremetieron sobre mí, y derrocáronse a mis miserias.

15. Reducido soy a nada; sollevó como viento mi deseo, y como nube se pasó mi salud.

16. Y agora en mí se marchita mi alma; ásenme días de angustia.

17. De noche de dolores es horadado mi hueso, y los que me comen no duermen.

18. En muchedumbre de ellos mi vestidura es consumida; ciñéronme como capilla de túnica.

19. Compúsome al lodo, y asemejado soy a polvo y ceniza.

20. Voceé a Ti, y no me respondiste; estoy, y advertiste a mí.

21. Trocádote me has en cruel; en fortaleza de tu mano me haces guerra.

22. Levantásteme, y como sobre el aire puesto a caballo, derrocásteme con valentía.

23. Que conozco que me entregarás a muerte, adonde la casa y convento de todo viviente.

24. Empero no envías tu mano para acabamiento dellos, y si cayeren, tú salvarás.

25. Lloraba sobre el afligido, y condolíase mi alma del pobre.

26. Cuando esperaba bien, vino mal; esperaba luz y salieron tinieblas.

27. Mis entrañas hierven sin descanso; adelantáronseme los días de cuita.

28. Enlutado andaba sin brío; levantéme entre la congregación; llamé.

29. Hermano fui de dragones, y compañero de avestruz.

30. Mi cuero de sobre mí ennegrecido, y mis huesos secados del ardor.

31. Convirtióse en lamento mi cítara, y mi canto en voz de llorosos.


ArribaAbajoExposición

1. Y agora escarnecen de mí mis zagueros en edad, cuyos padres me desdeñaba poner con perros de mi ganado. Dijo su felicidad pasada; dice agora su miserable estado presente. Y porque en lo pasado insistió mucho en la autoridad y reputación que tenía, comienza aquí del grande desprecio a que vino, y dice: Y agora, como diciendo, esto fue entonces; dábanme el primer lugar a doquier que llegaba; cercábanme como a rey, estaban de mi boca colgados; mas agora hacen mofa de mí los mozos y viles, no sólo los ancianos y graves. Y para encarecer más el desprecio, encarece con particulares señales la bajeza y vileza de los que le menosprecian; y dice, lo primero, mis zagueros en días, esto es, los que nacieron después de mí y me debían por la edad reverencia. Y añade cuyos padres me desdeñaba poner con los perros de mi ganado; como diciendo, no sólo menores en edad, pero tan viles en condición que sus padres no merecían estar con mis perros; o, cierto, no, no me sirviera de ellos yo ni para pastores.

Y da la causa, y dice:

2. Que la virtud de sus manos no me servía de nada, y eran tenidos por indignos de vida. Porque, dice, eran inhábiles y inútiles para todo; todo su poder y saber era ninguno y sin fruto; el aire que respiraban no merecían.

O como el original a la letra dice: pereció sobre ellos vejez, esto es, no nació la vejez para ellos, en que o pone la parte por el todo, y por la vejez que es una parte comprende toda la vida, y dice lo que nuestro intérprete dijo, que son no dignos de vida; o significa que no merecían llegar a la vejez, o que nacieron para nunca descansar como viejos, sino lacerar siempre y trabajar como mozos.

Porque añade:

3. En pobreza y con hambre estériles, que roían en soledad, deslustrados en calamidad y miseria; esto es, porque por su vileza y poca maña y industria, la vida les fue estéril, nunca hicieron fruto que valer les pudiese; y ansí vivieron siempre en hambre y pobreza, solos, desamparados, royendo las raíces del campo, y por la misma razón, desfigurados con el uso de la contina miseria.

O como otra letra dice en la misma sentencia: En necesidad y hambre solitarios, huyentes a severa soledad, asolamiento y destierro; esto es, que no sólo eran pobres y hambrientos, mas que ni lo sabían ganar, ni hallaban quien se lo diese, y que el extremo de la necesidad los sacaba y llevaba a los campos desiertos y solos y desolados, a comer las yerbas dellos y a no ser vistos de gentes.

Y ansí dice:

4. Y comían yerbas y cortezas de árboles, raíz de junípero pan suyo. Lo que decimos yerbas, en el original es malvas, en que por figura, nombrando una especie de yerbas, se entienden todas generalmente. Y lo que decimos cortezas de árboles, dice la primera letra y de sobre el ramo, que es la corteza que le cubre, según Sant Hierónimo; aunque otros dicen cerca del ramo, como diciendo que cogían de entre las matas malvas y las comían.

Dice más:

5. De valles arrebatan aquesto, hallándolo con voces corren a ello; que es mayor encarecimiento de hambre. Porque, dice, no sólo se mantenían con raíces y yerbas, mas ni de yerbas tenían copia bastante; hambreados andaban por los valles buscándolas, y si las hallaban, acudían corriendo y gritando como a un bien no pensado.

O como dice otra letra: De en medio eran alanzados, voceaban a ellos como ladrón; que demuestra por otro camino la vileza de estos hombres que cuenta: que su traje, su disposición, su inutilidad de vivir vagabunda, los hacía sospechosos a la gente, y ansí los que los vían los echaban a voces del pueblo diciendo: ¡Al ladrón, al ladrón! Y según esto manifiesta la causa principal que los llevaba a los campos.

Y con ello conforma lo que luego prosigue:

6. En escondrijos de arroyos moraban, en forados de tierra y en peñas. Porque huyendo la grita y el justo temor y sospecha que de ellos tenían los hombres, desamparados los pueblos, se ascondían entre las peñas. Y dice: escondrijos de arroyos, y forados de tierra, y en piedras, porque en los arroyos las quiebras y en tierra las cuevas, y entre las peñas los apartamientos secretos son buenos para asconder al que huye.

Dice:

7. Que entre estas cosas se alegraban, y so espinas estimaban regalo. O de otra manera: Entre matorrales roznaban adunábanse debajo de ortiga. Cuando una cosa llega a hábito, hace contento y regalo, que es lo postrero a que llegar puede; y ansí no pudo Job encarecer más la vileza de éstos que diciendo que se deleitaban y alegraban con ella. Y dice que roznaban, porque la manera de conversar y de alegrarse entre gente tan baja es de ordinario torpe y bestial.

Dice más:

8. Hijos de desprecio, hijos sin nombre, deshechos más que el polvo; en que concluye con ellos y con sus cualidades. Como si dijera: Al fin, en una palabra, gente despreciadísima y escurísima y vil mucho más que la tierra. Porque en la lengua original de este Libro, decirse uno hijo de alguna obra o cualidad significa el extremo de ella, como es manifiesto. Pues estos hombres, ¿qué?, ¿qué?

Lo que dice:

9. Y agora he sido su cántico, y soy para ellos hablilla;

10. Abomináronme, y alejáronse de mí, y no detuvieron su escupir de mi rostro. Esto es, soy agora el desprecio y la risa y el abatimiento de estos que digo; que es decir, soy más vil que la vileza y más bajo que el abatimiento mismo, pues la vileza y el abatimiento me huellan, escupen y escarnecen. Abomináronme, dice, y alejáronse de mí, y no detuvieron su escupir de mi rostro; que es el gesto que pone y lo que hace quien encuentra con alguna cosa torpe y hedionda, torcer el rostro y decir: ¡Qué pestilencia!, y apartarse apriesa y escupirla.

Añade:

11. Abrió su carcax, y afligióme; puso freno en mi boca. Esto dice de Dios, y viene bien con lo dicho; porque quien llega a que la vileza le escupa, no le queda mal que no padezca. Y ansí, habiendo llegado a este estado Job y diciéndolo, viene natural el decir que abrió su aljaba Dios para herir, que es tanto como emplear en él todas sus saetas y sujetarle a todos los males. Porque si se debe la compasión al afligido y ninguno es tan crudo que no se conduela de los que mal padecen, el miserable de quien nadie se compadece, antes los grandes y los pequeños le mofan, venido ha a lo postrero de la desventura.

Y ansí dice y afligióme, y puso freno en mi boca; que aún es otro grado de miseria mayor no consentir al herido se queje. Y dícelo de sí Job, parte porque sus amigos no le consentían quejarse, y parte porque, dado que se quejase, no llegaba ni igualaba con cuanto se quejaba a su mal.

O en otra manera, porque el original lo consiente, y es: Desató mi cuerda y afligióme, y freno de mis faces desecharon; en que habla todavía de aquellos viles que se burlaban de él. Y llama cuerda suya, su autoridad, que los ataba antes para no perder el respecto; y freno de sus faces la reverencia de él, que los enfrenaba y de temor para no perder la vergüenza.

Dice más:

12. A la diestra de mi calamidad que nacía, se levantaron luego, empelieron mis pies, oprimieron como olas con sus carreras. En lo cual habla, no sólo de estos viles que ha dicho, sino en general de todos sus males y de los que causan. De quien dice que, en descubriéndose su calamidad y en naciendo, se pusieron a la diestra de ella, conviene a saber, para favorecerla, haciéndola mas grave y mayor; y luego que le vieron ir deslizando, le ayudaron a caer empeliendo sus pies, y pasaron sobre él caído y repasaron mil veces a fin de más quebrantarle. Que es semejanza traída o del trillar de la era, adonde después de tendidas las mieses las quebrantan andando sobre ellas, o de lo que en la batalla acontece, adonde los caídos mueren las más veces quebrantados de los caballos que les pasan encima.

Y ansí dice el original puramente: Extendieron sobre mí caminos de su quebranto, esto es, con que quebrantan y desmenuzan lo que huellan.

Y dice:

13. Desbarataron mi senda; pusiéronse en celada contra mí, y prevalecieron, y no fue quien diese socorro; en que persevera en la semejanza de la guerra que dije; porque como en ella suelen tomar los pasos al enemigo y cortarle el camino, y sabiendo por dónde pasa, ponerle celadas y salir y acometer y desbaratar a los que ansí de improviso acometen; en la misma manera, dice, caminando seguro él, el tropel de sus males le cortaron los pasos, y de donde no pensó salieron no vistos, y le acometieron y vencieron y desbarataron, sin hallar socorro en ninguno.

Y porque no le acometieron poco a poco, ni uno a uno, sino muchos juntos y casi en un mismo momento, declara este atropellamiento, o este ímpetu tan atropellado, insistiendo todavía en la semejanza de la guerra, por la manera que se entra en una ciudad cercada por las ruinas que la batería ha hecho en el muro.

Y dice:

14. Como por puerta abierta, y muro roto arremetieron sobre mí, y derrocáronse a mis miserias; esto es, para me hacer miserable, juntos, y empeliéndose unos a otros, y hechos de tropel se derrocaron unos sobre otros, como los soldados hacen en la ciudad que se entra.

O según otra letra, que dice: Como en rotura ancha vinieron por asolamiento, vinieron rodando. Declara el acontecimiento unánime e impetuoso que digo, no por la guerra, sino por dos diferentes semejanzas: una, de la agua que rompe algún muelle, y otra, del edificio en cuesta, que, si cae, viene a lo bajo rodando. Porque dice vinieron mis enemigos a mí, como en rotura ancha; entiéndase, vienen las aguas, esto es, con el ímpetu y muchedumbre que las aguas del río salen por la presa, o por el muelle opuesto que rompen, y vinieron, como cuando viene al suelo un muro alto, las piedras de él juntas unas sobre otras y empeliéndose, todas vienen por la cuesta rodando.

De que lo que añade se sigue, esto es:

15. Reducido soy a nada; sollevó como viento mi deseo y como nube se pasó mi salud. Su deseo llama su ser y su ánimo y lo que tiene en él el principado, y la palabra original lo demuestra que es como si dijese, lo en mí generoso; y salud nombra, su prosperidad y buen estado. Y porque dijo que los males le convertían en nada, que fue decir que no tenían ni ser, ni valor, ni consejo, consumido en el cuerpo con dolores, y en el alma con aflicciones y angustias; y como el original dice, porque los espantos, esto es, lo espantoso todo se le ponía delante, por eso dice que su ánimo y el ser de su juicio y esfuerzo el viento le llevó, y su prosperidad se pasó como nube, como diciendo, no quedarle ningún rastro. Porque es uso de la Sagrada Escritura, por estos nombres de viento que lleva y de nube que pasa significar lo que se pierde del todo; porque lo que el viento lleva, desparece en un punto, y la nube, en pasando, se deshace sin dejar de sí ninguna señal. David en el psalmo 1: No ansí el malo, no ansí, sino temo que el viento lleva de sobre la tierra. Y Oseas: Por tanto serán como nube de madrugada, y como rocío de la mañana que pasa.

Mas dice adelante:

16. Y agora en mí se marchita mi ánima; ásenme días de angustia. Dice que desfallece del todo; y aun el original lo encarece más, porque dice: Contra mí se vuelve mi ánima, que era lo que ya solamente pudiera ser de su parte. Por manera que él a sí mismo se era contrario, y su alma misma enemiga con imaginaciones tristes y con pensamientos amargos.

Dice más:

17. En noche de dolores es horadado mi hueso, y los que me comen no duermen. El pensamiento me aflige y el dolor, dice, ni de noche descansa. Y dice dolores, porque no padecía un dolor solo; y dice que le horadan los huesos, para decir que son penetrativos y no en la sobrehaz de la carne.

Y los que me comen no duermen; que son, o esos mismos dolores que le consumen, porque ninguna cosa gasta ni consume más que el dolor; o verdaderamente son los gusanos que, empobrecido, criaba, los cuales, dice, que sin hacer pausa le comían la carne y velaban comiéndole cuando todos dormían. Otros dicen aquí mis venas, o mis pulsos no descansan, con que significan la fiebre contina que con la noche crecía; mas los dolores o los gusanos viene mejor.

Porque añade:

18. En su muchedumbre dellos mi vestidura es consumida; ciñéronme como gorjal de túnica. Su vestidura llama aquí su carne, de que se demuestra aquí la alma vestida; la cual vestidura le consumían los gusanos, por ser muchos en gran manera, y por cercarle todo y por todas partes, de que seguían que dél al lodo y a la ceniza no había diferencia ninguna. Y por eso dice:

19. Compárome al lado, asemejado soy a polvo y ceniza, que son cosas viles y asquerosas.

Pero lo que más siente es lo que añade:

20. Voceé, y no me respondiste; estoy y advertiste a mí; entiéndese, y no advertiste a mí, porque, según la costumbre de la lengua primera, se repite en el fin la negación del principio. Pues dice, y entre tantas miserias la mayor es que te llamo a voces, y no me respondes, y me pongo delante de Ti y me presento afligido, y no me echas de ver. Porque, a la verdad, un alma sancta y que tiene trato con Dios, cuando está puesta en trabajo, por grande que sea, todo lo pasa bien, si le siente cerca de sí, si le responde con su luz cuando se le presenta; mas si se le encubre, si Él también se escurece, si desparece delante, allí es el dolor y el sentir verdadero; entonces siente de veras su calamidad y trabajo, o por decir verdad, todo su trabajo es menor en comparación de que Dios se le asconda. Porque demás de la soledad y desamparo que siente grandísimo, la parte del sentido flaca envía imaginaciones aborrecibles a la alma, que le son de increíble tormento, unas veces desesperando de Dios y otras teniéndose por olvidado de Él, y otras sintiendo menos bien de su piedad clemencia, y como diciendo lo que luego se sigue:

21. Trocado te me has en cruel; en fortaleza de tu mano me haces guerra:

22. Levantásteme, y como sobre el aire puesto a caballo, derrocásteme valerosamente. En que es hermosa manera de significar lo que es y vale la felicidad de la tierra; pintar un hombre sobre el aire, puesto a caballo; puesto, digo, sobre el aire en alto, como si a caballo fuese. Porque sin duda todo aquello en que se afirma y sobre que se empina esta felicidad miserable, aire es y ligero viento. Y como el que en el viento subiese, andaría bien alto, mas a gran peligro de venir presto al suelo, ansí los que en estos bienes de la tierra se suben, andan encumbrados, pero muy peligrosos; parecen altos más que las nubes, mas las nubes mismas no desparecen más presto.

Pues de esta felicidad, en que subió Dios a Job, quéjase agora que el mismo Dios le derrocó poderosamente. Derrocóle porque se la quitó; poderosamente, porque la quitó en un momento; y no le puso en el suelo descendiéndole por sus escalones, sino, sin parar en ellos, vino de un golpe a la tierra; y no sólo le quitó los bienes, mas la salud, la paz, el consuelo y contento. Y aun hay en esto otra sotileza mayor, y ansí en el original leemos deshácesme con sotileza; que por una parte le deshace este azote, y por otra parte le rehace y sustenta; y con ser por extremo durísimo, para que lo sea más y no tenga fin, repara lo que consume.

Y ansí dice:

23. Conozco que me entregarás a muerte, donde es la casa y convento de todo viviente.

24. Empero no envías tu mano para acabamiento de ellos, y si cayeren, Tú salvarás. Que es como si dijese: Aunque es cierto, Señor, que tengo de morir, porque con esa condición nacemos todos según tu antigua y justa sentencia, pero estos males que envías sobre sí, aunque son mortales, no quieres Tú, para acrecentar mi tormento, que me sean de muerte; no son dolores que, acabando el sujeto, dan fin a sí mismos, sino males que por secreta orden tuya, con poder deshacer una peña, me rehacen a mí. Y si vencidas de tan grave mal desfallecen mis fuerzas, y si caen, rendidas a las desventuras, Tú salvarás, esto es, Tú las sustentas, para que mi padecer no fenezca; que es sentencia semejante a la que en otras partes ha dicho.

O de otra manera; dice Job, que en tanta miseria le consuela ser cierta la muerte, que a la fin es puerto de descanso para los afligidos, la cual muerte es inexorable y que no se puede rehusar, aunque en lo demás no haya mal sin remedio; y eso mismo es lo que a él le conhorta, no sanarse el morir con medicina, ni ablandarse a ruegos, ni admitir excepción en su ley, porque esta certidumbre y el tener su miseria fin corren a un mismo paso. Pues, dice, conozco que me entregarás a la muerte, adonde es la casa y convento de todo viviente; esto es, al fin conozco que he de morir como todos y que estos dolores fenecerán con la muerte. Y porque el ser ansí le aliviaba, muestra con palabras cuán cierto es que ha de ser. Y ansí añade según el original a la letra: Que cierto no en túmulo enviará mano, esto es, ni sacará Dios a ninguno del montón de los muertos, esto es, no exentará de esto que es morir a ninguno. Y llama a la muerte túmulo, o amontonamiento o asolamiento, según otros, porque lo asuela y porque lo amontona.

Y dice más en la misma razón, si en quebranto dél, clamor a ellos. Si, esto es, dado que en quebranto de él, esto es, cuando Dios los quebranta y mata, clamor a ellos, esto es, lloren y clamen pidiéndole que les perpetúe la vida. O digamos ansí: Dado que en quebranto dél, esto es, cuando les envíe alguna otra calamidad y trabajo, clamor a ellos, esto es, les es concedido a los ansí trabajados pedir y hallar remedio. Como diciendo: Aunque en los demás males Dios, cuando los envía, puede y suele ser ablandado, y aunque suele extender su mano y librarnos, mas no la extiende al matar, ni libra a ninguno de no caer en la huesa y hacer mayor aquel número; que es certificar su consuelo, haciendo la muerte cierta e infalible.

Prosigue:

25. Lloraba sobre el afligido, y condolíase mi alma del pobre. Bien sabía Job por verdad lo que la misma Verdad dijo después por su boca: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia. Y la memoria de las miserias que ha referido y padece, le hacía imaginar cerrada para sí la puerta de la misericordia, y juntamente se acordaba que él la trujo siempre abierta para todos: de que nacía en él, maravillarse mucho que se quebrase en él una regla tan cierta, y que no hallase piedad un hombre en quien los otros la hallaron. Y esto es lo que dice: Lloraba sobre el afligido, o como el original suena, lloré al duro día, y condolíase mi alma del pobre.

26. Y cuando esperaba bien, vino mal; esperaba luz, y salieron tinieblas. Como diciendo: Lo que sabía de mí y lo que de la condición de Dios conocía, me prometían piedad y buen suceso en mis cosas, porque los desastrados y los afligidos y menesterosos hallaron siempre abrigo y piedad en mi corazón y en mi casa; mas sucedióme al revés, y por piedad he hallado crudeza, y por bien, mal gravísimo, y por vida descansada y alegre, tinieblas de miseria y tristeza.

Y ansí dice:

27. Mis entrañas hierven sin descanso; adelantáronseme los días de cuita; porque el corazón le hervía de congoja, y el cuerpo con fiebres ardientes. Y dice bien que los días de miseria y de cuitas se le adelantaron y le ganaron por la mano; porque, según el común sentido de los hombres, todo lo malo y infeliz, por más que se tarde, llega temprano, y con su presencia, por la mala cualidad que en sí tiene, escurece y como deshace en cierta manera todo el bien que pasó. De donde nace parecerles a los infelices y tristes que ha sido miseria su vida toda, y que, si hubo algún bien en ella, fue pequeño y momentáneo, porque se les fue en un punto volando.

Y aún dice que se le adelantaron los días de cuita, para decir que los adivinaba su corazón antes que fuesen, y que la alma le decía el mal que le estaba guardado, y que su miseria primero que se le mostrase a los ojos le atormentó con temor su pecho, estampando su triste figura en él.

Y ansí añade:

28. Enlutado andaba sin brío; levantéme entre la congregación, llamé. Porque sin entender de qué, el alma adevina se le entristecía en sí misma; y ansí andaba como vestido de duelo y sin brío, como dice, porque la tristeza y el temor derruecan el ánimo. O como otra letra dice, andaba sin sol, porque el ánimo triste huye la luz y alegría.

Y dice que se levantaba en la congregación, y llamaba; que es proprio de ánimos sobresaltados y que temen lo que no entienden, en medio de la conversación apartarse y salirse de ella, y suspirar sin orden y dar voces sin ocasión y sin tiempo. Y dice luego la manera de las voces y de los gemidos que daba, añadiendo:

29. Hermano fui de dragones y compañero de avestruz; esto es, semejante fui a ellos en el bramar y gemir. Mis voces y las suyas se parecían en lo triste y temeroso y en su son descompuesto.

Y dice más:

30. Mi cuero de sobre mí ennegrecido, y mis huesos secados del ardor. Que se ha de referir no tan solamente al tiempo presente, sino también a parte del pasado, cuando la tristeza de lo que sin entender recelaba, le consumía la carne y le tostaba el cuero.

Y en el mismo tiempo también:

31. Se convirtió en lamento mi cítara, y mi órgano en voz de llorosos. Porque el recelo secreto del corazón y los sobresaltos dél le aguaban el contento, y se le quitaba delante en medio de la alegría, y estando en fiesta entre el regocijo y placer, le bañaba sin saber de qué el lloro las faces.






ArribaAbajoCapítulo XXXI

1. Concierto establecí a mis ojos, para no pensar de doncella.

2. Que ¿qué parte tuviera en mí el Señor de arriba? ¿Y qué herencia del Abastado desde las alturas?

3. ¿Por ventura no quebrantó al malo, y ajenamiento a obreros de maldad?

4. ¿Por ventura Él no considera mis carreras y contará mis pasos todos?

5. Si anduve con mentira, y aguijó a engaño pie mío;

6. Péseme en peso de justicia, y sabrá Dios mi perfección.

7. Si desvió mi pie de camino, si en pos mis ojos caminó mi corazón, si se apegó torpeza a mis manos;

8. Sembraré y comerá otro; y mis pimpollos serán desarraigados.

9. Si se dejó llevar corazón mío de mujer, y si puse celada a puerta de mi amigo;

10. Ramera de otro sea mi mujer; y otros en somo de ella se encorven.

11. Que esto, tacañería, y ello maldad grandísima,

12. Que esto, fuego que hasta consumir traga, y todos los frutos desarraiga.

13. Si desdeñé juicio de mi sirviente y de mi sirvienta, cuando ellos pleitearon conmigo;

14. Y ¿qué hiciera cuando se levantare Dios a juicio? Y cuando visitare, ¿qué responderá a Él?

15. ¿Por ventura no hizo a mí quien hizo a él en el vientre y en la madre nos compuso uno mismo?

16. Si negué su deseo a los pobres, si hice esperar a sus ojos de viuda.

17. Y si comí mi bocado a solas, y no comió huérfano dél.

18. (Que de mis niñeces creció conmigo piedad de padre, y del vientre de mi madre salió conmigo.)

19. Si vi perecer sin vestido, y no di cobija al mendigo;

20. Si no me bendijeron sus costillas; si de la tresquiladura de mis ovejas no cobró calor;

21. Si levanté contra huérfano mano mía, por verme superior en la puerta;

22. Mi lado caiga de su hombro, y mi brazo quebrado sea por su canilla.

23. Que siempre temí a Dios, como olas hinchadas sobre mí, y su peso soportar no podré.

24. Si puse oro fortaleza mía, y al oro de Tibar dije: Mi fiucia;

25. Si me regocijé por muchedumbre de mis haberes, y porque mucho hallaron mis manos;

26. Si miré al sol cuando resplandecía, si a la luna que caminaba con claridad;

27. Y se alegró en ascondido mi corazón, y besó a mi mano mi boca.

28. (Que también esta maldad grandísima, y negamiento de Dios altísimo.)

29. Si me gocé de caída de mi aborreciente, y me regocijé de que el mal le hallase;

30. Ni di mi paladar a pecar, deseando con maldiciones su ánima;

31. Si no dijeron varones de mi tabernáculo: ¿Quién dará sus carnes dél para hartarnos?

32. Peregrino no quedó fuera; mi puerta abierta a viandante;

33. Si encubrí como hombre pecados míos, y ascondí en mi seno mi maldad;

34. Si me asombré a gran muchedumbre, y me espantó desprecio doméstico, sino antes callé, ni salí de mi puerta.

35. ¿Quién me dará oyente, que mi deseo oiga el Poderoso, y escriba libro el mismo que juzga?

36. Traerlo he sobre mi hombro, y rodearlo he como guirnalda.

37. Por todos mis pasos lo pronunciaré, y como a príncipe le ofreceré.

38. Si contra mí mi tierra vocea, y con ella lloran sus sulcos;

39. Si comí su fruto sin dinero, y afligí ánima de sus labradores;

40. Por trigo me nazcan abrojos, y espinas por cebada. Acabáronse las palabras de Job.


ArribaAbajoExposición

Después que ha dicho Job su felicidad pasada y su calamidad presente, y declarado con ambas cosas y engrandecido su mal, cuenta agora en este capítulo su virtud y inocencia, que sirve también para mayor encarecimiento de lo que padece. Que aunque la buena consciencia en las caídas de esta vida y en los trabajos y penas consuela, mas también aflige por otra parte el padecer y el no saber la causa por que se padece; el saber uno de sí que era digno de premio, y el verse como malo desechado y hollado; el haber servido a la virtud, y el salir burlada, a lo que al presente parece, su confianza.

Y este dolor es sin duda grandísimo para los que, siendo virtuosos, son maltratados, en entender cuántos se apartan del camino bueno atemorizados con sus desastres, y el crédito que pierde la virtud en los ojos y juicios del mundo. Pues cuenta Job su inocencia, y contando de sí, hace juntamente un dibujo de los oficios del justo, y diciendo lo que hizo él, nos enseña lo que debemos hacer. Y dice ansí:

1. Concierto establecí a mis ojos, para no pensar de doncella. En que lo primero que de su pasada vida refiere es su honestidad y templanza; porque como es vicio común, y a que todos por naturaleza se inclinan, y en que los hombres ricos y regalados y poderosos tienen menos rienda que otros, convínole abonarse en esto al principio.

Y ansí dice que en este caso no solamente fue honesto en los deseos, sino también en los ojos y en el mirar muy compuesto. Porque, a la verdad, el que mira sin orden, desea muchas veces sin freno, y en este vicio señaladamente la puerta son de ordinario los ojos, porque la figura hermosa es lo que más le despierta. Y como dice el poeta latino:


; En el amor los ojos son la guía.

Y más extendidamente el Sabio en el Eclesiástico: No mires la doncella, porque no tropieces en su hermosura. No revuelvas la vista por los barrios de la ciudad, ni por sus plazas vaguees. Aparta tus ojos de mujer afeitada y compuesta, y no hinques los ojos en la hermosura no tuya. Que por la hermosura de la casada perdieron la vida muchos, y del buen parecer se enciende como fuego el deseo. Pues asentó con sus ojos que cerrasen la entrada a semejantes figuras, para que, entrando, no le robasen la casa de la alma; y como no tuvo dentro de sí quien le solicitase y hechizase el corazón, no se movió a amar y apetecer lo que, amado, es ponzoña. Por manera que no sólo tuvo concertados deseos, sino cerrados también y tomados todos los caminos de su desconcierto. Y no cerraba como quiera los ojos, sino tenía asentado y establecido con ellos que anduviesen siempre, cuanto a esto, cerrados; que es decir que tenía hecho hábito en él la virtud, y que ya como de suyo obedecían a la razón en él los sentidos y potencias del cuerpo.

Dice más:

2. Que ¿qué parte tuviera en mí el Señor de arriba? ¿Y qué herencia el Abastado desde las alturas? El original pone lo mismo en otro modo, porque dice: ¿Qué parte tuviera del Señor de arriba? ¿Y qué herencia del Abastado desde las alturas? Que aunque en lo primero pregunta la parte que tuviera Dios en él si fuera disoluto y deshonesto, y en lo segundo la parte que tuviera él en Dios siguiendo tal vida; mas es todo uno, porque ni Dios en el malo tiene la parte que se le debe, ni él en Dios la que le cumple y conviene; que ni Dios posee su corazón ni él tiene a Dios en el alma.

Pues dice Job la causa y fin por que era templado, que era tener a Dios respeto y saber que le desechaba de sí, si admitía amor deshonesto en su pecho; con que demuestra esta honestidad en él haber sido virtud verdadera, pues miraba en ella a Dios y no ponía en ella por su fin principal, como hacen algunos, su reputación y amor propio.

Y bien entendió tanto antes lo que Sant Pablo escribe muchos años después, que los fornicarios y muelles y adúlteros no poseerán el reino de Dios. Y por eso pregunta que cuál parte o cuál herencia verdadera de arriba; esto es, de los bienes y herencias del cielo si le cupiera parte, si fuera corrompedor de doncellas; como infiriendo que no la tienen en aquella herencia los tales.

Y ansí añade:

3. ¿Por ventura no quebrantó a los malos, y ajenamiento a obreros de maldad? Cierto es, dice, que fuera excluido de la herencia del cielo si ocupara mi ánimo en ese vicio; porque lo es cierto y sin ninguna duda quebrantar y deshacer Dios a los malos, y enajenarlos y desterrarlos de sí. Y si queréis saber, sirviendo a la deshonestidad, cuál fuera mi partida, fuera sin duda quebranto, enajenamiento y destierro.

Y porque no solamente se justifica en el hecho, sino también en el pensamiento y deseo (que por eso dijo haberse concertado con su vista para no pensar de doncella, o como el original a la letra, que ¿para qué consideraré de doncella?), y porque el pensamiento se encubre en el alma, no por eso, dice, le di rienda suelta; que ni por deseo sin obra le tenía por lícito, pues, como confieso, por él se pierde la herencia del cielo, ni por ser oculto y secreto imaginé que Dios no lo vía.

Y ansí añade:

4. ¿Por ventura Él no considera mis carreras, y contará mis pasos todos? Cierto, las considera y las ve en particular y con distinción cada una.

Y porque las ve, conociera con claridad lo que añade:

5. Si anduve con mentira, y aguijó a engaño pie mío; esto es, si mostraba uno y encubría otro; si pintaba con honestidad el semblante y hacía en el alma burdel; si ponía cerraduras de gravedad a mis ojos y abría larga entrada en el corazón al deseo; si en lo público me fingía templado, y en viendo la ocasión secreta aceleraba los pies. El caso es, dice, que cuanto a este negocio no me faltó quilate; pura y fielmente lo he guardado; póngame en un peso fiel y verá que es verdad.

Y ansí añade:

6. Péseme en peso de justicia y sabrá Dios mi sencillez, o mi perfección, como dice otra letra. Peso de justicia llama el justo y fiel, y pesar en peso es figura de hablar, que vale tanto como examinar con rigor.

Más prosigue:

7. Si desvié mi pie de camino, si en pos de mis ojos caminó mi corazón, si se apegó torpeza a mis manos. Insiste todavía en certificar su limpieza. Antes la afirmó simplemente; agora la confirma debajo de maldición; primero la probó, porque conocía cuánto Dios se ofendía de lo contrario; agora la persuade pidiendo a Dios que le destruya si miente.

Y dice: Si desvié mi pie de camino, esto es, si me aparté de lo que debía; y declara en qué caso, diciendo si en pos mis ojos caminó mi corazón; esto es, apetecí desordenadamente la hermosura que vi. Y dícelo más claro luego, si se apegó torpeza a mis manos, esto es, si en mis obras fui deshonesto y torpe, ¿qué le avendrá?, ¿qué?

Lo que añade:

8. Sembraré, y comerá otro, y mis descendientes serán desamparados; esto es, todo lo en que pusiere mano se pierda; sucédanme al revés mis designios; trabaje y no para mí; siembre y cojan otros mis fructos. Lo cual ansí es maldición (que al parecer pide que le venga si fue deshonesto), que es también como profecía o verdaderamente como doctrina sacada de la experiencia, de lo que sucede de ordinario a los deshonestos y mujeriegos, que son desastrados en las cosas que emprenden. Y como se convierten en carne y hacen el ánimo muelle y le acostumbran al ocio y regalo, no aspiran a cosas grandes, o, si aspiran, son vencidos en ellas, porque carecen de los nervios que son menester; que ni son para la vela, ni para sufrir el trabajo, ni para irse a la mano en cosa de gusto, ni para ocupar el pensamiento en buscar el consejo, que son los medios por donde lo que se pretende se alcanza. Que lo que el orador escribió en un género de ejercicio y de industria, es verdad en todos los negocios y pretensiones nobles y honrosas. Porque no es posible, dice, en ninguna manera, que el ánimo entregado a torpeza y ocupado y como enredado en amores, en aficiones, en deseos, y muchas veces con sobra y otras con falta de cosas, pueda responder, no sólo en el hecho, mas ni con el pensamiento, a este oficio que hacemos. Ca conviene se dejen los deleites todos, se desamparen los entretenimientos de pasatiempo, el juego, las burlas, el banquete y casi las pláticas y trato doméstico es necesario se olviden.

Mas veamos lo que dice adelante.

9. Si dejé llevar mi corazón de mujer; si puse celada a puerta de amigo. Por mujer entiende la casada, que de las solteras es lo de arriba; y por amigo entiende a su marido, cualquiera que él sea, que le llama amigo, como quien dice vecino o próximo. O, si habla con propriedad, dice lo que acontece a las veces, que pone mancilla en una casa el que tiene entrada en ella como deudo o amigo.

Y llama poner celada, porque si el marido es amigo, es hacerle traición caminar por la amistad a su afrenta y aprovecharse del ser amigo para serle enemigo de veras; y si no es amigo el marido, pónele también celada el adúltero, porque siempre en semejantes tratos entrevienen encubiertas y engaños. Pues dice que si solicitó la casada, ¿qué?

10. Ramera de otro sea mi mujer, y otros en somo de ella se encorven. Que es decir: Quien tal hace tal pague, y su pena sea semejante a su culpa, y lo que hizo eso mismo le avenga. Donde decimos ramera sea de otro mi mujer, el original dice a la letra: Muela a otros mi mujer; porque entre otras figuras de hablar proprias a sola esta lengua, es una, por el nombre de moler, significar el servir a la torpeza en los actos carnales.

Ansí dice Esaías a Babilonia, a quien habla como si fuese doncella: Levanta la muela y muele harina; y para declarar lo que entiende, añade luego, descubre tu torpeza y vergüenzas. Y Hieremías, lamentando el estrago que hicieron en su ciudad los caldeos, dice: Tomaron los muchachos para que les moliesen, esto es, usaron deshonestamente de ellos, como Sant Hierónimo escribe.

Prosigue:

11. Que esto tacañería, y ello maldad grandísima. Porque, dice, conozco y conocí siempre que la maldad del adúltero es muy grande, y que tiene pena grave y de muerte el poner en el lecho ajeno semejante mancilla. Que donde decimos maldad grandísima, el original dice maldad de jueces, esto es, maldad que por ley pertenece a juicio, y de quien los jueces, según lo establecido, por derecho conocen para condenarla a castigo. Porque, aunque todos los pecados son malos, la justicia de la ciudad no conoce de todos, sino de aquellos señaladamente que deshacen su unidad y destruyen la paz común, cual es el adulterio y los demás que se hacen con injuria de otros. Porque la injuria diferencia y desata, ansí como lo igual concuerda y aduna.

Dice más:

12. Que esto fuego, que hasta consumir tragará, y todos los fructos estraga. Que porque dijo este delicto ser delicto de jueces, esto es, tener pena establecida en las leyes, dice agora y encarece la pena, que es de muerte y de perdimiento de bienes; porque siempre y en toda ley fue castigado el adulterio con penas gravísimas. Y no habla, a mi juicio, de la pena legítima solamente, sino mucho más de los desastres y acontecimientos tristes que suceden de ordinario al adúltero, que, o caen en manos del injuriado, o por huir dél se despeñan, o sentidos, por no morir, desamparan la tierra y la hacienda. Unos pierden la honra, otros hacen naufragio de los dineros, a otros castiga la justicia, y a otros quita en un punto una estocada la vida.

Dejo casas asoladas y reinos trastornados y hundidos en venganza de este delicto, que dél solo nació cuanto Homero canta en su Ilíada. Porque es, sin duda, como Job dice, fuego que abrasa y que traga; que es pura verdad, ansí por la ira que concibe Dios contra él, como por la rabia y furor que el celo mezclado con la ira enciende en el pecho de quien padece la afrenta. Que como en los Cantares se dice: Duros son como el infierno los celos; sus llamas ardientes de fuego no se apagan ni se aplacan con muchedumbre de agua. Y en los Proverbios Salomón: El adúltero por falta de saber pierde la vida; amontona para sí afrenta y deshonra, y su infamia nunca se borra. Que el celo y el furor del marido en la ocasión de vengarse no perdona, ni se allega a ruego de alguno, ni se aplaca, ni toma en concierto ningún don ni tesoro.

Prosigue:

13. Si desdeñé juicio de mi sirviente y de mi sirvienta, cuando ellos pleitearon conmigo. Habiendo dicho de la templanza, dice agora lo que toca a justicia. Y para mostrar que la guardó siempre con todos, pone la parte en que más fácilmente se quiebra, que es con quien nos sirve y poco puede, como arguyendo a lo que es más cierto y forzoso; porque quien da su debido a los bajos y flacos, cosa manifiesta es y forzosa que no agravará a los altos y poderosos.

Pues dice que nunca se desdeñó de venir a juicio con los suyos, ni de allanarse para estar a justicia con ellos; porque el pundonor es el que suele retraer a los señores de esta llaneza, que tiene por mal caso que haya ley ni razón entre ellos y sus criados, porque el haberla es un género de igualdad penosísima a los ánimos altivos y señoriles, cuales son los que cría el mundo en los que se llaman señores. Mas Job no era señor para tenerse por mejor que su siervo, ni porque podía mandar se presumía señor absoluto, ni por verse más alto dejaba de reconocerse igual con todos en lo que era derecho.

Que es cosa lastimosa lo que en esto, los que sirven, pasan con sus amos a veces; los cuales no contentos de haber gozado de su trabajo, ni menos satisfechos de haberlos tratado con severidad y escasez, no les pagan su salario y los atemorizan con amenazas si se lo quieren pedir. Y nace de que no se conocen y no consideran lo que consideraba Job, como dice:

14. ¿Y qué hiciera cuando se levantare Dios a juicio? Y cuando visitare, ¿qué responderé a Él? Porque si advirtiesen que tienen también superior y que hay amo en el cielo a quien están sujetos, aunque les pese, y que es amo común de sus criados y dellos, y que los ha de juzgar a todos, depondrían sus crestas y conocerían que si les alzó la fortuna, no por eso los exentó la justicia.

Y es conforme a esto lo que Sant Pablo escribe a los Colosenses: Los que sois señores conservad justicia y igualdad con vuestros criados, sabiendo que también vosotros tenéis amo en el cielo. Mas es de advertir que donde decimos cuando se levantare Dios a juicio, el original solamente dice cuando Dios se levantare; y en decir la Escritura que se levanta Dios, es decir que viene a juzgar. Porque a la verdad, a los que en esta vida de tinieblas vivimos, parécenos que duerme Dios y que está caído su bando en cuanto no ejercita su justicia, porque pasan cosas tan descomunales y bárbaras entre nosotros, y es tan grande la confusión y desorden, que parece casa sin dueño a los que alumbra la fe, o que si la tiene, que no advierte lo que pasa y que duerme. Que como nuestra vista corta y nuestro ánimo angosto no alcanza ni comprende las muchas cosas a que Dios tiene atención en lo que permite que pase, ni ve los fines grandes que en todo mira, ni los bienes que saca de hechos perdidos y malos, ni los muchos efectos buenos a que quiere sirva una cosa mala que consiente se haga, lo cual todo aquella soberana Majestad conoce y ordena, tiempla y endereza con admirable consejo: parécenos porque no envía luego sobre el malo sus rayos, que tiene descuido o que no mira, presos los ojos con sueño.

Pues respecto de la imaginación de la carne, que imagina a Dios olvidado y caído, dice la Escritura que se levantará Dios cuando ejercitare en el juicio justicia. Y, a la verdad, es altísimo siempre Dios, y parecerá en los ojos de todos en aquel día muy levantado y muy alto. Porque si levantarse es mostrarse y salir a luz lo que estaba escondido, los malos, cuyos ojos y deseos nunca miraron a Dios, le conocerán entonces, para su miseria, descubierto y clarísimo. Y si es levantarse tomar brío y mostrar fuerza, será no vencible con la que en aquel día convencerá a los pecadores de culpa y los sujetará a pena perpetua; y si levantarse es declararse por superior a los otros, en aquel día lo rebelde todo, la alteza y soberbia del mundo, las torres de la vana excelencia, sus máquinas, sus consejos, sus mañas, su ser, su poder, sujeto a sus pies [se verá;], y quedará Él solo alto, y todo lo demás humillado y rendido. Ansí que debidamente es dicho levantarse Dios cuando juzga.

Y Job dice con grande razón, y pregunta lo que responder pudiera en aquel día al Juez, si él no quisiera agora reconocer para con sus criados juez en la tierra; que ni le pudiera decir no hablar con los amos las leyes, ni ser él absoluto señor de los siervos, ni estar compuestos ellos de diferente metal, ni serle de nacimiento sujetos y inferiores como los animales y bestias.

Que como añade:

15. ¿Por ventura no hizo a mí quien hizo a él en el vientre? ¿Y en la madre nos compuso uno mismo? Hízolos sin duda y compuso un artífice mismo, y en un mismo lugar y de una misma materia y por una manera misma, y eso es lo que dice. Y es argumento que con eficacia convence, que son iguales en ley el siervo y el amo, pues lo son en naturaleza; y que pues son de una especie, pertenecen a una república, y por el mismo caso los gobierna y los rige un derecho y un fuero.

Pero veamos lo que dice adelante:

16. Si negué su deseo a los pobres, si hice esperar ojos de viuda. Que ya toca en otra diferente virtud, que es la misericordia y largueza, que no siempre obliga, aunque siempre es muy loable y necesaria para que un hombre sea perfecto.

Dice, pues: Si negué su deseo a los pobres. Deseo de los pobres llama la limosna que piden; que la necesidad con que la piden hace que la deseen, y la manera de pedir que tienen, y las voces que dan y las plegarias que hacen, son testigos de que es grande el deseo. Y demás de esto dice con particular advertencia deseo de pobres, porque los deseos de los pobres no son ni nacen de antojos, sino de causas necesarias y justas. Por manera que por dos títulos deben ser oídas y admitidas sus peticiones: porque las desean mucho y porque son peticiones de lo necesario.

No hice, dice, esperar ojos de viuda. Proprio es de una persona afligida y que su remedio cuelga de otra, enclavar los ojos en ella, como pidiendo con ellos, más que con las voces, ayuda; y las viudas y pobres muchas veces mirando piden, adonde el empacho natural les quita el hablar. Por manera que el mirar es pedir, como se dice en el Psalmo: A Ti levanté mis ojos, que moras en el cielo; y durar mirando es perseverar en lo que se pide, y por la misma manera hacer que a los ojos que ansí miran esperen, es dar tarde y escasamente lo que es pedido.

Conforme a lo cual dice Job que no sólo daba lo que le demandaba a la viuda, mas que se lo daba luego y con mucha presteza, que era darlo, como el refrán latino dice, dos veces; porque el detenerlo es como no darlo, aunque se dé a la fin y a la postre. Y ciertamente pierde toda su gracia el bien que ansí viene estrujado; que la gracia de la dádiva es la alegría con que se hace, y lo que se regatea y escatima no se hace con alegría. Y ansí decía Sant Pablo, que alarguemos en la limosna la mano, no con tristeza y como forzados de la necesidad, y dilatándolo de uno a otro día, porque ama Dios al que en dar es alegre.

Conforme a lo que dice un poeta:


   ; La gracia que se tarda es desgraciada,
porque la que los pasos acelera,
es muy más agradable y más amada.

Y como sea en todos verdad, eslo mucho más en las viudas, por parte del corazón que tienen afligido y estrecho; por donde el acudir presto a su deseo les es por extremo agradable; y no es de ánimos piadosos y blandos, y cuales deben ser los amadores de Dios, sufrir que les esperen ni atormentarlas con la dilación.

Va adelante:

17. Si comí mi bocado a solas, y no comió huérfano dél. También esto pertenece a la piedad y limosna, no comer sin dar de comer, y que la necesidad natural que despierta hambre en mí despierte también memoria de lo que padecen los que no tienen, y que de la memoria nazca cuidado, y del cuidado la ejecución en el hecho. Y verdaderamente es cosa de gusto que gusten otros de mi manjar, y ningunos gustan más que los necesitados y hambrientos, y es deleite grande este en los que son piadosos de veras, como Job lo era, según lo que añade:

18. Que de mis niñeces creció conmigo piedad, y del vientre de mi madre salió conmigo. A lo que decimos piedad, añade el original como padre, para decir que no era como quiera ni ordinaria la piedad de que Dios le dotó, sino piedad de padre con hijos y entrañas bañadas en misericordia. Y de ellas nacía lo demás que se sigue, conviene a saber:

19. Si vi perecer sin vestido, y no di cobija al mendigo, que es otra obra de misericordia. Porque la primera fue dar de comer al hambriento, y ésta es dar de vestir al desnudo. Si vi, dice, esto es, si permití que, viéndolo yo, padeciese pobre frío por falta de ropa.

Y dice en el mismo propósito:

20. Si no me bendijeron sus lados; si del vellón de mis ovejas no cobró calor. Es como una pintura de lo que acaece a un desnudo que fallecía de frío cuando le visten; que rodeándose con la ropa y apretándose con ella, bendice a quien se la da y siente luego en sí su calor. Sus lados, dice, o sus costillas, porque el pecho, estómago y costados es lo que tiene más necesidad de vestido.

Dice más:

21. Si levanté contra huérfano mano mía, por verme ser superior en la puerta. La seguridad de la victoria suele convidar a la injuria; mas ni esto pudo con Job, para que agraviase ni pusiese pleito al necesitado o al huérfano. Y no se ha de entender aquí que no hacía injuria a los pobres, que arriba lo dijo, sino propriamente dice que no les ponía pleito, ni les pedía su derecho en justicia, aunque le sobraba ella, y el favor y los medios. Porque el no ser riguroso ejecutor con el huérfano es un género muy sancto de limosna. Porque aflige mucho al que poco puede cuando le hace pechar el rico parte de su miseria y pobreza; y ansí mandaba en la Ley Dios que la prenda que por ejecución de deuda saca alguno a los pobres, se la vuelva antes que venga la noche. Y si el rico está obligado a dar a los que padecen, mucho más a no pedirles lo que no tienen, aunque más se lo deban.

Y ansí Dios reprende lo contrario por Esaías, do dice: En vuestro ayuno ejecutáis vuestra voluntad; pedís a todos vuestros deudores, y cobráis dellos, y heríslos. Por verme, dice, superior en la puerta, esto es, acerca de los tribunales de la justicia; porque antiguamente los juzgados se hacían en las plazas, y las plazas estaban juntas a las puertas de la ciudad. Pues si Job ha hecho algo de esto, ¿qué le avendrá? ¿Qué maldición se desea? ¿Qué?

22. Mi lado, dice, caiga de su hombro, y mi brazo quebrado sea por su canilla; descoyuntado, dice, muera. Mas es de ver por qué razón, si ha faltado en esta virtud, se desea esta pena, esto es, si ha faltado en la misericordia y limosna, pide se le quiebren y descoyunten los brazos. Sin duda porque para el dar se nos dieron, y ansí es justo que los pierda el que no los emplea en su oficio, y que sea manco el que no sabe alargar al pobre el brazo, y que no tenga manos ni dedos quien las tiene con la escasez cerradas siempre.

Dice:

23. Que siempre temí a Dios como a olas hinchadas sobre mí, y su peso soportar no podré. Como diciendo: Hice esto: favorecí a los necesitados, nunca les hice agravio, aunque pude; porque mira Dios por ellos con cuidado particular y hace por su causa señalados castigos, los cuales temí yo siempre, trayéndolos delante de los ojos.

Y dice Job lo que a esto toca con tanta menudencia, por satisfacer a lo que estos sus amigos significaron en lo pasado, que fue león y sus hijos tigres, para decir que despojaron y se comieron los pobres; lo cual no fue ansí como dicen, sino todo al revés, porque él, de su natural, era blando y piadoso, y demás de esto temía mucho a Dios, de quien sabía ser perpetuamente amparador de los huérfanos. Del cuidado de Dios por los que poco pueden, dice David: A tu cuidado está el pobre, y Tú eres favorecedor del huérfano. Y de los castigos que hace por su causa, está en los Proverbios: No toques los lindes de los pequeños ni la heredad de los huérfanos, porque no perezcas: porque es valiente su deudo, que jugará contra ti su baraja. Que siempre, dice, temí a Dios como a olas hinchadas sobre mí. El original a la letra: Que espantó a mí contrición de Dios. Llama contrición el quebrarse la ola cuando cae, según pareció a Sant Hierónimo; o, generalmente, contrición de Dios es la pena con que castiga los malos. Que los buenos, si caen en trabajos, levántanse, coma el Sabio dellos dice: Siete veces cae el justo, y se levanta; mas el malo cae para quedarse caído, y por eso su caída y pena es llamada quebrantamiento, porque quien se hace pedazos cuando cae no torna a ponerse en sus pies.

Prosigue:

24. Si puse oro fortaleza mía; si al oro dije: Mi fuerza.

25. Si me regocijé por muchedumbre de mis haberes, y porque mucho hallaron mis manos. En lo cual dice no que no era escaso, que en los versos pasados ha mostrado su piedad y largueza, sino que no se contentaba ni preciaba de ser rico, ni se ensoberbecía de ello; ni menos reposaba en las riquezas, como en su bien, sino que cumplía lo que el Psalmo dice: Si las riquezas vinieren en abundancia, no les peguéis vuestra afición. Y lo que propriamente dice Sant Pablo: Manda a los ricos de este siglo, que no piensen de sí cosas altas, ni confíen en la instabilidad de sus riquezas; que es vicio que lo apega, no sé en qué manera, el dinero. Porque como por la corrupción de nuestras costumbres se han hecho compraderas todas las cosas, parécele a quien tiene oro que allí lo tiene todo, y que es fuerte, sabio y discreto y bien afortunado, y finalmente señor poderoso, cualquiera que es señor del dinero; de que la altivez y la presunción y desvanecimiento y vana confianza y engaño comen de ordinario con los ricos, y duermen. El cual es vicio necio y feo, y lo principal, muy desagradable en los ojos de Dios. Necio, por su ser instable y inconstante del oro, porque necedad es fundar sobre la arena y hacer cimiento y confianza del viento. Y no sólo por ser instable, sino por ser desleal y traidor; porque sin duda la posesión del tesoro no allega amigos, sino envidiosos, y no nos hace en la apariencia tan amados de algunos, cuanto en la verdad aborrecidos y malquistos con todos.

Pues poner la esperanza de mi defensa en lo que de secreto me hace guerra y llama gente contra mí, necedad es muy conocida. Ansí que es necio este vicio. Y también es feo, porque el hombre que nació para bienes tanto mayores, si se ceba del oro, ansí que ponga en él su esperanza, afrenta se hace a sí y se envilece y abaja, que es negocio vituperable y muy feo. Y por todas estas razones juntas Dios se desagrada mucho dél, y demás de ellas, por otra que toca directamente a su honra. Porque poner uno su confianza en el oro, y persuadirse que en él tiene su bien y su defensa para todo lo que se le ofrece en la vida, es un género de idolatría, como la llama Sant Pablo; y por la misma razón es quitar a Dios lo que propriamente es suyo y se le debe, que es esperar de Él todo el bien. Porque ansí como es proprio suyo encerrar Él solo todos los bienes en sí, todos los favores, todos los remedios, todas las excelencias y honras; y ansí como le conviene a Él ser tan dadivoso de suyo, cuanto es rico y abastado, y ser tan amigo de hacer bien, cuanto es bueno y perfecto, porque la bondad naturalmente apetece el comunicarse y derramarse en los otros; ansí y por el mismo caso le debemos por derecho el mejor y más alto grado de nuestra esperanza; y como es sumo bien en sí, ansí le debemos tener por sumo bien nuestro, tenerlo por nuestra fortaleza, por nuestra medicina, por nuestra única gloria y riqueza. Y porque se abonó Job en esta especie de idolatría, consiguientemente muestra su bondad en lo demás que toca a este género.

Y dice:

26. Si miré al sol cuando resplandecía; si a la luna, que caminaba con claridad. Porque en aquella su edad era común error adorar por dioses al sol y a la luna, como de la Sagrada Escritura se entiende en diversos lugares. Y ansí dice que no miró al sol, y entiéndese, para adorarle; porque mirar en la Escritura es muchas veces lo mismo que poner los ojos con afición y aplicar el ánimo con reverencia, como es lo del Psalmo: No miró las vanidades, ni las falsas locuras. O dícelo ansí por cierta figura, para demostrar menosprecio, como si más claro dijera que estuvo tan lejos de adorar estas luces, que, despreciándolas, aún no alzaba a ellas los ojos: que no querer ni aún mirar a uno es señal de tenerle en poco.

Y dice que no le miró cuando resplandecía, o como el original dice, sol resplandeciente, que es tanto como decir el sol oriente, o el sol cuando sale; porque en esta adoración era hora señalada y usada para saludar al sol la mañana y el apuntar de la aurora, según aquel antiguo versecillo que dice:


   ; Estaba acaso saludando a Febo
al tiempo que apuntaba en el oriente.

Y ni más ni menos saludaban a la luna en las noches llenas y serenas.

Y ansí dice que ni miró a la luna, que caminaba con claridad, o como dice la primera letra, que caminaba con honra y con pompa, porque la siguen y rodean como sus ministras y criadas infinita copia de estrellas. Que el sol, como si dijésemos, cuando le vemos, camina solo, porque escurece con su luz lo que le pudiera ser compañía; mas la luna va acompañada de ejércitos de luces clarísimas, y ella como señora entre ellas y como emperatriz ambiciosa y pomposa.

Y añade en el mismo propósito:

27. Si se alegró en ascondido mi corazón y besó a mi mano mi boca. Donde decimos si se alegró, dice otra letra, si se engañó a sí mismo en secreto; y decir alegró; es decir se contentó y satisfizo de tenerla por Dios: y decir se engañó; es decir se persuadió falsamente; y si no osó declararse, a lo menos para sí tuvo por cierto, mirándolos, que el sol y la luna eran dioses.

Y lo que añade: Y besó a mi mano mi boca, parece ser manera de reverencia y demostración del culto que se les daba, allegar el que los adoraba su mano a su boca; como el hincar las rodillas, y, el juntar las manos, y el herir los pechos, son figuras y meneos religiosos y ordenados para demostrar el culto interior.

Dice más:

28. Que también esta maldad grandísima, y negamiento de Dios altísimo; esto es, del verdadero Dios, en cuya comparación todos los demás que hace dioses el error de los hombres son cosas muy bajas.

Y lo que decimos grandísima, la primera letra dice maldad de jueces, y por esa causa infirió y dijo, y también ésta. Como diciendo, como la pasada que del adulterio dije, ansí este delicto es maldad de jueces, no solamente mala en sí, mas condenada a graves penas por ley; y maldad de que el fuero exterior conoce de ella y la castiga con pena de muerte.

Dice más:

29. Si me gocé de caída de mi aborreciente, y me regocijé de que el mal le hallase. Muchos hombres hay que hacen bien y son ásperos en el sufrimiento del mal; quiero decir, que son misericordiosos y dan alegremente su hacienda y sirven y adoran a Dios con cuidado; mas no llevan ni perdonan la injuria, ni acaban consigo que no se la pague quien se la hace; los cuales tienen bien compuesta la parte concupiscible, pero la irascible descompuesta y desenfrenada. Y ansí de dos caballos que guían el carro de la razón, el uno que va sin rienda le desbarata y trastorna.

Mas Job en ambas a dos partes tuvo siempre templanza: honesto, piadoso, liberal, religioso, cuanto a la una; y cuanto a la otra, no vengativo. Y por eso dice: Si me gocé de caída de mi aborreciente. Como diciendo que no sólo no tomaba venganza, mas si la daba Dios, enviando sobre sus enemigos trabajos, no tomaba alegría, pues ni se gozaba de la caída del enemigo ni se regocijaba de que le hallase el mal. Y dice con particular propriedad, que el mal halla a los de quien habla; porque los que aborrecen y persiguen a los que siguen lo bueno, ordinariamente son gente poderosa en el mundo, soberbia de suya y altiva y apoyada de favor y riqueza, y por la misma causa gente no sólo arredrada, mas a lo que parece, ascondida de todo mal suceso y revés. Por donde, cuando les viene algún desastre, es visto el mal haber puesto diligencia en buscarles y hallarles entrada; que a los desamparados y flacos no los busca el mal, porque los tiene a la mano y como delante sus ojos, antes tropiezan en él ellos mismos y se le entran en casa.

Prosigue:

30. Ni di mi paladar a pecar, deseando con maldiciones su ánima; o como otra letra dice, para pedir con maldiciones su ánima. Y no sólo dice no me alegró la caída del enemigo cuando venía, mas ni deseé que viniese, ni aun con las palabras que la ofensa envía fácilmente, demostré tal deseo. Dar su paladar a pecar es hablar mal contra el enemigo; y lo que luego declara desear con maldiciones su ánima, esto es, maldecir su vida y buen estado.

Mas dice:

31. Si no dijeron varones de mi morada: ¿Quién dará sus carnes de él para hartarnos? En que hay dificultad por la nueva forma de hablar, diciendo comer de sus carnes. Porque unos lo declaran en significación de amistad, como que sea amor, querérsele tragar ansí entero (que es dura declaración y fuera de lo que agora se trata), y otros la entienden en aborrecimiento y enojo, como se debe entender.

Mas qué enojo sea éste y con quién y por qué causa, lo que en ello algunos dicen, es desatino. El enojo, dicen, es de sus siervos de Job, y dicen en esto verdad; y Job, dicen, es con quien tienen enojo, o porque los trabajaba mucho en servir a los huéspedes, o porque les tenía la rienda y les castigaba sus vicios, y en esto dicen una cosa improbable. Lo uno, porque el gobierno justo y templado, cual sería el de un hombre tan bueno, nunca trae los siervos a un extremo de aborrecimiento tan grande; lo otro, porque cuando fuera, no viene a cuento decirlo, cuando trataba de su ánimo piadoso con todos, y de la afición que es verosímil le tendrían todos por ello. Que ¿qué propósito es, cuando dice que los ajenos le amaban, decir que los suyos le aborrecían, y que era encarecidamente odioso en su casa el que como a común bienhechor deseaban bien las ajenas? O ¿qué loor ponía en un hombre tan pío el gobernarse con su familia, de suerte que sus criados tuviesen ser de su sangre? Que como es de remisos descuidarse en la disciplina doméstica, ansí es de imprudentes y poco avisados haberse de modo en ella que despierte en los suyos odio que le busque la muerte.

Pues decimos que los criados son los que aquí hablan; pero las carnes que comer desean no son los de Job, sino las de sus enemigos de Job, que viene como descendiendo de arriba. Porque decía agora que ni se vengó de sus enemigos, ni se gozó de sus malos sucesos, ni se los deseó, ni les echó maldiciones; y para encarecer y, mostrar más su bondad, pasa y añade que ni la ira de sus criados con ellos, ni el parecer de los de su casa que pedían venganza, ni sus iras, ni sus consejos, ni sus dichos, ni sus hechos, le desquiciaron de su propria clemencia.

Si no dijeron, dice, varones de mi morada: ¿Quién dará sus carnes dél para hartarnos?; esto es, si no es verdad, que aunque los míos me persuadían a que le buscase a mi enemigo la muerte, y no lo acabaron conmigo; si ofendidos de su maldad ellos mismos no le buscaban la sangre y bramaban por la venganza, a que yo estaba sordo; si no les embravecía la injuria, que en mi ánimo mella no hacían; si no salían de término con coraje y enojo de lo que me tocaba a mí, y no me enojaba o turbaba.

Y dice esto por dos razones: la una, para mostrar que sus enemigos eran tales y tan sangrientos, que aun sus criados les bebieran la sangre; y la otra, para significar su constancia, que ni las obras de ellos ni el ánimo y coraje de los de su casa le movían a ira.

Para hartarnos, dice; mas la primera letra tiene no nos hartaremos, que viene a ser todo uno mismo; que es engrandecer el deseo que de vengarse tenían, o diciendo que deseaban hartarse de sus carnes comiéndolas, o que, aunque las comiesen, no quedaría harto su enojo.

Dice más:

32. Peregrino no quedó fuera; mi puerta abierta a viandante. La virtud de la hospitalidad es muy loada en la Sagrada Escritura, como parece del libro de Tobías; y con las demás tenía Job ésta también, y con ella la que se sigue:

33. Si encubrí como hombre pecados míos, y ascondí en mi seno mi maldad. Diferencia hay entre no publicar y asconder: no publica el que no los pregona; ascóndelos el que hace apariencias y demostraciones contrarias. Esto casi siempre es hipocresía y engaño, lo otro lícito muchas veces; aquello se debe hacer cuando la justicia o salud de la ánima a lo contrario no obliga; mas esto hacemos de ordinario los hombres, porque lo traemos de herencia y como aprendido de lo que el primer hombre hizo en el paraíso, y porque somos vanos todos y deseosos de parecer por la afición de excelencia que tenemos secreta.

Y ansí Job no dice que no encubrió sus maldades, mas que no las encubrió como hombre, esto es, culpable y vanamente, haciendo del justo y vendiéndose con arrogancia por bueno no siéndolo. Y en decir que no las encubrió como hombre no confiesa que las tuvo; antes da a entender que fue libre de ellas, y que ansí no le fue necesario encubrirlas. De que le nació en el ánimo la confianza, que dice en lo que luego se sigue, que es:

34. Si me asombré a gran muchedumbre, y me espantó desprecio doméstico; sino antes callé, ni salí de mi puerta. Porque la buena consciencia es madre de la fortaleza. Y ansí Job, como libre de culpa, con cara descubierta y corazón esforzado dice de sí que ni temía de oponerse a la muchedumbre, cuando la razón lo pedía, ni se espantaba de incurrir en el odio de sus ciudadanos, sino armado con la verdad y hollando sobre todo, callaba y pasaba; o como otra letra decía, ni callaba vencido del miedo ni se encogía, ni se encerraba vilmente en sus puertas, sino hablaba y volvía con libertad por la justicia.

Bien es verdad que otros declaran este verso por diferentes maneras que referir no quiero, contentándome con ésta, que dice más con lo que trasladó Sant Hierónimo. Sólo diré otro sentido que se me ofrece, y a que da lugar el original primero, que trasladar podemos ansí: Cuando quebrantaba muchedumbre mucha, y desprecio de familiares me puso temor, y callé, y no salí de la puerta. En que la palabra cuando se ha de repetir por cada parte del verso, como diciendo: Cuando quebrantaban, cuando el desprecio me puso temor, cuando callé, y no salí de la puerta; porque quiere decir que en todos estos casos y tiempos no encubrió su culpa como hombre, ni ascondió su pecado, que es aquello de que iba hablando.

Por manera que como dijo que no encubría sus faltas, dice luego, certificándolo más, que no las encubría ni en los tiempos en que es ordinario Y como forzoso encubrirlas. Porque dos tiempos hay en que los hombres se arrogan más autoridad de la que merecen, y procuran parecer más y mejores de lo que son, dorando sus culpas: uno, cuando se ven muy estimados de todos, que por no caer de su opinión, la ayudan con apariencias fingidas; otro, cuando los acusan otros y los menosprecian, que por volver por sí y por su honra, no sólo niegan y encubren lo mal hecho, mas se atribuyen lo bueno que nunca hicieron. Del primer tiempo es lo que dice cuando quebrantaba muchedumbre mucha; esto es, no me hacía estimar por mejor de lo que era, cuando me vi superior a todos tiniéndolos debajo los pies, ni cuando perseguía y castigaba sus culpas. Y del segundo tiempo lo que añade diciendo, cuando desprecio de familiares me puso temor, y cuando callé, y no salí de mi casa; porque ni menos, dice, cuando hasta mis familiares me acusaban y tenían en poco, procuré abonarme con ellos atribuyéndome más bien y virtud que tenía. Que sirve para lo que de presente trata con estos amigos suyos, porque no piensen que si niega agora lo que le imponen, encubre la verdad del hecho y se atribuye el bien que no ha hecho.

O podemos recudir a uno estos dos tiempos; porque donde decimos cuando quebrantaba, podemos también traducir cuando me espantaba de muchedumbre mucha, por manera que diga que ni el temor de los muchos, ni el desprecio para con él de los pocos, ni en público ni en secreto, ni callando ni hablando, ni en casa ni fuera della, pudieron moverle a ser hipócrita ni a que colorase su vida con falsas apariencias fingidas.

Pero veamos lo que dice adelante:

35. ¿Quién me dará oyente, que mi deseo oiga el Poderoso, y escriba libro el mismo que juzga? Estando tratando Job de su inocencia, como vemos que trata, eso mismo que dice le trae a la memoria y le hace echar de ver a quien lo dice, que como visto habemos, era gente que se persuadían poco de lo que acerca de esto le oían. Y ansí, considerando su mal auditorio y queriendo fenecer esta relación de su vida, desea tener oídos desapasionados que juzguen de ella y manifiesta este su deseo diciendo: ¿Quién me diera oyente? Como si dijese: mas ¿para qué me canso con quien ni me cree ni me entiende? ¡Ojalá tuviera yo algún juez igual que me oyera! ¡Y ojalá mi deseo oiga el Poderoso!

Y su deseo es, según del original se colige, ponerle a Él por testigo. Porque dice de esta manera: Veis; señal mía, el Poderoso respóndame. Que es decir, ya yo he dado señal de mí, y hecho, como veis, de mi vida pintura. ¡Ojalá responda el Omnipotente a cada uno de estos artículos, que responderá sin duda por mí! De suerte que desea juez igual y desea que por el interrogatorio que ha hecho sea examinado de Dios, a quien confiado de su verdad dice pondrá por testigo, y desea juntamente que lo ponga el juez todo por escrito y se haga de ello proceso.

Y ansí añade diciendo y escriba libro el mismo que juzga, porque ansí carecerá lo que se escribiere de falsedad y sospecha. Que son deseos que en la ánima justa y santa la buena consciencia cría y produce, porque la virtud no teme la luz, antes desea siempre venir a ella, porque es hija de ella y criada para resplandecer y ser vista. Pues hecho este examen que Job desea por juez incorrupto, y preguntado Dios por las preguntas deste capítulo, y puestas por escrito sus respuestas y hecho proceso, ¿qué dice agora Job de aquesta escritura?, ¿qué?

36. Traerlo he sobre mi hombro, y rodearélo a mí como guirnalda; esto es, traerlo he en las manos y ponerlo he sobre mi cabeza: en las manos, para que todos los puedan ver; sobre mi cabeza, porque será mi corona y mi honra y como la ejecutoria de mi hidalguía.

Y como añade:

37. Por todos mis pasos le pronunciaré, y como a príncipe le ofreceré; esto es, leyérale y publicárale a cada paso; no consintiera que le ignorase ninguno; a todos hiciera sabidores de lo que en sí contenía, porque todo fuera testimonio de mi inocencia y justicia.

Y ofreciérale, dice, como a príncipe; esto es, como el afligido o el necesitado de que le hagan justicia ofrece sus memoriales al príncipe, y desea y humildemente le suplica pase por ellos sus reales ojos y los lea y entienda, ansí yo con el mismo ruego y deseo ofreciera este mi proceso a todos y a cada uno, suplicándoles encarecidamente que le revolviesen y leyesen. Tan seguro, dice, estoy de mi justicia, y de que lo que se procesase en esta forma sería todo en mi favor y por mí. Y porque vio que le faltaba a este su interrogatorio una pregunta, y dejaba de abonarse en un oficio debido, añádela al fin, y concluye y dice:

38. Si contra mí mi tierra vocea, y con ella lloran sus sulcos. Llama tierra por figura los labradores della, como declara en esto que añade:

39. Si comí su fructo sin dinero, y afligí ánima de sus labradores. En que comprehende la igualdad que el hombre justo guardar debe en el arrendar sus heredades, y en el trato y cobranzas de sus renteros; que no ha de ser injusto en lo uno, subiendo los arrendamientos en demasía, ni cruel y riguroso en lo otro, ejecutándolos hasta lo vivo. Porque sin duda es mal grandísimo al pobre labrador, que con el sudor suyo y de su familia ha lacerado todo un año, volviendo y revolviendo la tierra, pasando malos días y no descansando las noches, madrugando y ayunando, al calor y al hielo, en la cultura del campo, y lo que más es, confiando de las aradas ese poco trigo en que estaba su sustento y su vida; el señor del suelo donde sembró, ocioso y descansado y durmiendo, al fin de su trabajo, despojarle de todo el fructo dél y comer el ocioso y vicioso tantos sudores ajenos, y alegrarse él con lo que el miserable llora y sospira.

Y ansí dice otra letra, y hice sospirar ánima de sus patrones, esto es, de los que benefician y labran el campo. No lo hacía Job, y certificamos que no lo hacía, porque dice: si jamás esto hice.

40. Por trigo me nazcan abrojos, y por cebada espinas; o como otra letra dice, yerba hedionda. Que justo es que fructifique la tierra al revés de lo que se le confía, al que maltrata y despoja a los que la labran, y que burle las esperanzas del dueño que burla y deja en vacío los sudores de sus labradores. Y como arriba en otro artículo dije, esto ansí es maldición, que es también afirmación y como pronóstico de lo que de ordinario sucede, que se les hacen estériles las tierras a los que tratan a quien las labró con rigor semejante; o porque ordena Dios que la tierra misma vengue a sus patrones, como aquí dice, o porque las desamparan los labradores maltratados, y quedan desarrendadas y sin labor, y ansí crecen en ellas las espinas y malas yerbas.

Y con esto Job feneció sus razones.






ArribaAbajoCapítulo XXXII

1. Y cesaron los tres varones de responder a Job, porque él justo en ojos suyos.

2. Y encendió nariz Eliú, hijo de Barcel, el Buzites, de la familia de Ram; en Job encendió nariz suya, por justificar él su alma ante Dios.

3. Y en tres amigos dél encendió su nariz, por cuanto no hallaron respuesta y condenaron por malo a Job.

4. Y Eliú sostuvo a Job en palabras, porque viejos ellos más que él en días.

5. Y vio Eliú que no respuesta en boca de aquellos tres varones, y encendió nariz suya.

6. Y respondió Eliú, hijo de Barcel, el Buciles, y dijo: Zaguero yo de días, y vosotros ancianos; ansí me encogí y temí de significar saber mío a vosotros.

7. Días hablarán, y muchedumbre de años notificarán sabiduría.

8. Verdaderamente espíritu ese en el hombre, y aliento de Omnipotente les da entendimiento.

9. No los prolongados son hechos sabios, y viejos entenderán fuero.

10. Por tanto fablaré. Oídme a mí; significaré saber mío también.

11. Veis, sostuve yo palabras vuestras, oí agudezas vuestras, hasta que escudriñásteis razones.

12. Y del todo atendí por entenderos; y veis aquí no a Job arguyente, no respondiente a palabras dél entre vosotros.

13. Y porque no digáis: Hallado habemos sabiduría, Dios le alanzó, y no hombre.

14. Y no ordenó contra mí razones, y en palabras vuestras no le tornaré yo.

15. Pasmaron, no respondieron más; quitaron de sí respuesta.

16. Y esperé porque no razonaron, y hechos estatuas no respondieron más.

17. Responderé yo también parte mía, platicaré sciencia mía también.

18. Lleno estoy de razones, y espíritu hace ondear vientre mío.

19. Veis, mi vientre como vino no abierto, como odres nuevos reventado.

20. Hablaré, y descanso a mí; abriré labios míos y responderé.

21. No, cierto, atenderé a faces de varón, ni Dios a hombre nombraré.

22. Que no sé encubrir, que en breve me alzará mi Facedor.


ArribaAbajoExposición

1. Y cesaron estos tres varones de responder a Job, porque él justo en ojos suyos. Responder, como está dicho, en la lengua original en que este libro se escribió, se toma por razonar o hablar con otro; y ansí dice que se cansaron ya estos amigos de razonar más con Job, y lo dejaron. Y añade la causa de ello, porque dice y él justo en sus ojos, esto es, porque se tenía por justo, o porque era justo a su mismo juicio, y entiéndese esto al parecer de ellos. Como si dijese, no quisieron más disputar o razonar sobre el propósito comenzado, porque les pareció que Job estaba tan persuadido de su inocencia, o, a su parecer, tan ciego en el amor y presunción de sí mismo, que no le quedaba vista para entender ninguna buena razón que en contrario se le hiciese, y la imaginación de su justicia que tenía delante sus ojos le hacía que no los tuviese para ver su desengaño. Porque como de lo arriba dicho parece, toda su razón de éstos para convencer a Job de pecado era decirle que estaba azotado y castigado de Dios, lo cual era claro; y parecíales que no rendirse él a un argumento tan manifiesto nacía de estar muy ciego, y que la ceguedad era presumir gran bien de sí mismo, y que ansí era negocio excusado razonar más con él.

2. Y encendió su nariz Eliú. Ansí dicen en aquella lengua cuando uno se enoja, como en la nuestra decimos que se hinchan las narices cuando queremos hablar de la ira; porque la ira y el enojo dilata aquellas partes y las enciende, enviando por ellas mayor copia de espíritu.

Mas ¿con quién se enojó y por qué se enojó tanto Eliú? Añade y dice: Contra Job encendió su nariz, porque justificaba su alma ante Dios. En el hebreo dice meelohin, que quiere decir más que Dios, o en comparación de Dios; lo cual se dice, no porque Job lo hacía ansí en el hecho de la verdad, sino porque le pareció ansí a Eliú que lo hacía. Porque afirmar Job, como afirmaba que no se debía a sus pecados el azote que padecía, parecíale a Eliú que era poner injusticia en Dios que le castigaba y azotaba sin culpa, y que era, haciéndose a sí bueno, poner en Dios nota de injusto. Por donde, encendido en celo, conforme a lo que le dictaba su imaginación, enojóse contra Job, porque se hacía justo más a sí que a Dios, según lo que él entendía.

3. Y contra los tres amigos. También dice que se enojó contra los tres amigos de Job, pero por causa diferente; y la causa fue porque no hallaron respuesta y condenaron por malo a Job. Que no hallaron respuesta, dice, porque no tuvieron réplica a lo que Job alegaba por sí, y no obstante esto le condenaban por malo; que es como decir que se enojó con ellos porque no le supieron convencer y tuvieron ánimo para le condenar. Y con razón se enojó de ellos por esto; porque es proprio de gente a quien la pasión ciega faltarles los ojos y el discurso de razón para ver las razones que hay para condenar lo que oyen, y perseverar con todo eso en el juicio de condenallo, sin saber decir la causa porque lo condenan; como testificando contra sí mismos que condenan, porque desean condenar, y no porque hallan causa que lo merezca. Y si no habló hasta este punto Eliú, es por lo que en el texto se sigue:

4. Y Eliú sostuvo a Job en palabras, porque viejos ellos más que él en días.

5. [Y vio Eliú que no respuesta en boca de aquellos tres varones, y encendió nariz suya.] Sostuvo, dice, en palabras, esto es, aguardó sufridamente, callando a todo lo que decía Job, aunque le parecían no dignas de ser sufridas; mas sufriólas él y calló hasta entonces, porque los otros tres habían tomado la mano de respondelle y eran mayores en edad que Eliú; y parecióle cosa justa callar él cuando ellos hablaban, y como menor guardarles este respecto. Que es respecto que deben a los ancianos los mozos, como se dice en el Eclesiástico, y como se prueba bien de este lugar. Mas como ellos callaron, habló él, y lo que habló es lo que se sigue:

6. Y respondió, esto es, habló Eliú, hijo de Barzel, buzites, y dijo: Zaguero yo de días, y vosotros ancianos, y ansí me estremecí, y temí de significar mi saber a vosotros. Comienza de la razón por que había callado hasta allí, y hablaba entonces, que es su modestia y el respecto que había tenido a los que eran mayores que él; con lo cual se hace a sí más digno de ser oído y como sin sentir se lanza en los sentidos de los oyentes, demostrando que ni había callado antes por no saber, ni hablaba agora por antojo, sino como forzado por la misma necesidad.

Y lo que añade:

7. Dije: días hablarán, y muchedumbre de años notificarán sabiduría, es confirmar lo que dijo, que había callado porque hablaban ellos, que eran mayores. Porque, dice, yo me persuadía que todo el buen hablar y el buen sentir era proprio de los hombres a quien con los largos años la experiencia tenía muy enseñados, y que ansí adonde ellos metían la mano, los que éramos de menos días podíamos descansar.

Dije, esto es, porque decía yo y me persuadía. Días hablarán; la palabra original, en la forma en que está, no sólo significa hablar, sino hablar con vehemencia y con estudio y diligencia, esto es, hablar acertada y discretamente.

Y años enseñarán sabiduría, adonde la palabra años se puede entender de dos maneras; o sencillamente y sin figura ninguna, y querrá ansí decir que los años, esto es, el tiempo y la vida larga, con la experiencia de las cosas que en su discurso acontecen enseñan sabiduría, conviene a saber, a esos mismos que han vivido muchos años, que es decir, que los que han vivido muchos años son sabios; o en otra forma, la cual me parece mejor, en la palabra años hay figura, y diciendo años significa Eliú los que tienen muchos años, esto es, los ancianos y viejos.

Y dice que éstos enseñan sabiduría, como diciendo que el enseñar la verdad y el ser maestros de las cosas sabias y ocultas era, según que a él le había parecido, proprio de los hombres ancianos y que, como ellos lo eran, confiado él que respondería el saber a los años, había callado esperando; mas desengañado con la experiencia presente, conoce que no anda siempre con la luenga edad el saber.

Y ansí dice:

8. Verdaderamente espíritu ese en el hombre, y aliento de Omnipotente les da entendimiento, lo cual se declara por diferentes maneras. Unos dicen ansí: verdaderamente el hombre de suyo es espíritu, esto es, es aire y viento, y si es algo, o si tiene saber alguno, eso le viene de sólo Dios. Por manera que Eliú, desengañándose de la opinión buena que tenía de los ancianos, cuanto toca al saber, diga agora que conoce y entiende que el ser sabio uno es gracia de Dios que da Él a quien le place y cuando le place; porque el hombre de suyo, o sea de poca o sea de mucha edad, no tiene ser sabio, sino ser aire y viento.

Otros lo declaran por otra manera, diciendo que porque había dicho Eliú que, según su imaginación, la que tenía antes de agora, eran sabios los viejos, diga agora, desengañado, que el espíritu es el que hace al hombre y no la grandeza de la edad, y que en el tener aliento y brío de ingenio está el saber, y no en el ser viejo y anciano; que es decir que la sabiduría nace de la ánima, que llama espíritu, por quien no pasan los años ni se envejece, y no de la vejez y ancianía del cuerpo. Y porque habló de la anima, para que entendamos que habla de ella cuando dice aliento o espíritu, añade para mayor claridad y aliento de Omnipotente les da entendimiento. Como si dijese, el espíritu, y no la edad ese que da ser al hombre, digo, el espíritu que es aliento del Omnipotente, conviene a saber, la ánima que le vivifica y informa. La cual llama aliento del Omnipotente porque se la inspiró Dios, como si dijésemos, a manera de soplo, como Moisén lo dijo en el Génesis: Fabricó Dios al hombre del lodo de la tierra, y inspiró en su cara respiración de vida, y quedó con ánima de vida.

Lo que a mí me parece, atenta la propriedad de la lengua original y su estilo común de hablar, es que en este verso hay una secreta comparación, hecha de la primera parte dél a lo que la segunda contiene; en la cual, afirmando la certidumbre de una cosa notoriamente sabida, se afirma y notifica la verdad de una cosa ascondida. Como diciendo: Cuan cierto es esto, tan cierto es aquello; como el hombre vive y es hombre por el espíritu, ansí es sabio, no por la edad, sino por el soplo y aliento divino; y como en nuestra lengua común solemos decir ésta es luz y Dios es verdad, en lo cual ninguna otra cosa decimos, sino que ser Dios verdad es tan notorio cuanto es manifiesto ser luz aquesta que vemos.

Y de la misma manera Eliú en este lugar, afirmando que es gracia de Dios y no fructo de los luengos días la sabiduría, dice que verdaderamente espíritu ese es hombre, como diciendo, cuanto es verdad que el hombre vive respirando, tanto lo es ser sabio porque Dios se lo da, y que el aliento natural le da vida y el resuello de Dios y su secreta inspiración sabiduría.

Y ansí, insistiendo en esto mismo, y declarándose más, añade y dice:

9. No los prolongados son hechos sabios, y viejos entenderán fuero. Hase de repetir el no del principio en la segunda parte del verso, y decir ni los viejos entenderán fuero. Do decimos prolongados, la palabra original, según su sonido, quiere decir muchos, y en aquella lengua los grandes y los que profesan el saber, y las personas públicas y principales se llaman con aquella palabra; porque en representación cada uno de éstos es muchos, y ni más ni menos lo han de ser en sostancia y valor si responden a lo que representan.

Mas porque acontece que lo que estos títulos y personas encubren es muy otro y mucho menos de lo que prometen, por eso, repitiendo lo mismo que había dicho por diferentes palabras, dice Eliú que no es de éstos la sabiduría, esto es, que no por ser un gran personaje uno se ha de entender que tiene ni el pecho más sabio, ni más discreta la lengua, ni que acertará más con la verdad en lo dudoso cuando altercare con otros. Porque en resolución el buen seso y buen saber, como no nace de los años, ansí tampoco viene de los oficios preeminentes.

10. Por tanto, fablaré; oídme a mí, significaré saber mío también. Pues, dice, no andan siempre juntos el saber y los años y el seso y los grandes oficios, yo agora, aunque en edad y en dignidad soy menor, podré también decir mi razón, y vosotros estaréis obligados a oírme atentamente cuanto dijere. Y decir esto es descubrir el fin adonde ordenaba todo lo dicho, que es desculpar su atrevimiento y quitar de sí la opinión de arrogante en que parecía incurrir, ansí por querer hablar delante de hombres tan principales y ancianos, siendo él en ambas cosas menor, como por querer razonar en aquello mismo de que los otros habían tan luengamente hablado.

Y dice:

11. Veis; sostuve yo palabras vuestras, oí agudezas vuestras basta que escudriñasteis razones. En lo cual dice dos cosas: una, que le sufran y oigan, pues él los ha oído y sufrido, que es hacerse más atención obligándolos a ella por ley de toda cortesía y justicia; otra, que no le tengan por desmesurado como a hombre que habla antes de tiempo, o como quien corta la razón de los otros y les quita de la boca la palabra. Porque dice que los sostuvo, esto es, que los ha esperado con paciencia, escuchando hasta que dijeron todo cuando con la agudeza de su ingenio pudieron escudriñar. Y porque le pudieran decir todavía que, pues confesaba de sus compañeros que habían dicho mucho y con mucho cuidado, no se excusaba de atrevido en querer él, sobre lo dicho añadir más dice y añade:

12. Y del todo atendí por entenderos, y veis aquí, no a Job arguyente, no respondiente a palabras de él entre vosotros. Como si dijese, y si hablo agora habiendo hablado y razonado tanto vosotros es porque cuanto habéis dicho no ha sido a propósito. Y dice: del todo atendí por entenderos, porque no pensase alguno que por no haber estado atento él a las razones de sus compañeros, le parecían impertinentes. Porque él, según dice, no solamente los oyó cuanto quisieron decir, mas mientras decían puso atención y cuidado, y como si dijésemos ansí, aguzó todo su entendimiento y ingenio para penetrar lo que decían, y con todo ello vio lo que ha dicho. Por manera que a dos cosas que calladamente le eran opuestas, y que si no respondiera a ellos ni las quitara de la secreta imaginación del oyente, pudieran enajenársele, teniéndole en opinión de atrevido; una, que osaba hablar delante de sus mayores; otra, que hablaba ya sobre negocio suficientemente hablado. A la primera respondió con todo lo que arriba se dijo, con que probó que el saber no siempre responde a los años; y a la postrera responde agora con esto, en que muestra que dado que sus compañeros hablaron mucho, nunca habían hablado de manera que ni él quedase excusado, ni cualquiera otro que quisiese entrar de nuevo en razones con Job.

Y lo que dice no arguyente a Job, es tanto como si dijese: Y ninguno de vosotros le convenció ni trató como él merecía. Porque la palabra original ansí suena argüir, que significa convencer arguyendo, y no convencer solamente, sino reprender convenciendo y castigar agramente con las palabras; por manera que significa alteración de razones, con quien se mezcla convencimiento y castigo.

Síguese:

13. Y porque no digáis. Hallado habemos sabiduría, Dios le alanzó y no hombre. Decía de sus compañeros que no supieron convencer con razones a Job; dice agora lo que ellos pudieran a esto responder por sí, y deshácelo luego. Que pudieran decir no nos faltó saber y si no habemos llevado adelante la disputa con Job, no ha sido la causa faltarnos razones. Que hallado habemos sabiduría, esto es, que muy bien se nos alcanza lo que acerca de este artículo que tratamos se pudiera decir, mas la causa por que le dejamos ansí es no porque nosotros no tenemos palabras, sino porque vemos claramente que él no es capaz de ellas como hombre a quien Dios ha dejado, y por el mismo caso está obstinado y endurecido y del todo ciego en su error.

O de otra manera: Decir hallado habemos sabiduría, es como si respondiendo a Eliú que los reprendía porque no disputaban con Job, le dijesen antes, eso mismo que condenas y dices que nace en nosotros de poco saber, lo tenemos por aviso y por buen seso nosotros; porque ¿de qué sirve poner nuestro seso con el de un hombre tonto como éste y perdido? ¿Ni qué fructo se espera de tratar de razones con quien la ira de Dios tiene como entontecido sin seso y sin razón? Hale desechado Dios, dicen, y alanzado de sí, ¿y no le dejarán como cosa perdida los hombres?

O sea lo tercero, y lo que a mi juicio parece mejor, que en decir hallado habemos sabiduría, defiendan las razones con que disputaron con Job, afirmando que fueron sabías y eficaces, y no inútiles como Eliú les decía. Ansí que hallado habemos sabiduría, esto es, antes lo que dijimos fue sabio, y el argumento de que usamos eficaz para convencelle a Job de pecador, porque le desechó Dios y no hombre, quieren decir, porque el argumento que hicimos es éste: Dios le desechó castigándole y azotándole, como vemos, y Dios, que no puede errar en lo que hace, como los hombres; luego él merece ser por sus pecados ansí castigado. Mas deshace Eliú esta disculpa, y muestra que es más disimulación de su ignorancia que respuesta verdadera, diciendo:

14. Y no ordenó contra mí razones, y en palabras vuestras no le tornaré yo. Como si más claro dijese, y porque no digáis que sois sabios y que no es mucho que dejéis de altercar con quien Dios tiene tan desechado, aunque es verdad que Job nunca ha hablado conmigo ni enderezado sus razones, yo disputaré agora con él, y por diferente camino de lo que habéis hecho y dicho vosotros, convenceré sus razones con debida respuesta.

15. Pasmaron; no respondieron más; quitaron de sí respuesta;

16. Y esperé porque no razonaron, y hechos estatuas no respondieron más;

17. Responderé yo también parte mía; platicaré sciencia. mía también yo. Resume repitiendo, para concluir su razón, lo que ya antes ha dicho, como si dijese de esta manera: Ansí que puestos estos mis compañeros han quedado como pasmados callando, y cerradas sus bocas, les han faltado palabras con que responder, y pues habiéndolos esperado gran rato hechos estatuas no hablan, quiero yo, pues me dan lugar, hablar mi razón y hacer prueba de lo que acerca de esto alcanzo y entiendo.

18. Lleno estoy de razones, y espíritu hace ondear vientre mío. Es otra causa por donde Eliú no puede callar; porque dice que las razones que se le ofrecen son tantas que le revientan el pecho. Espíritu llama el coraje en que se había encendido con la falta de sus amigos en esta disputa, y llama también espíritu al deseo que le ardía en el pecho por declarar lo que en ella sentía; y éste dice que le hacía ondear el vientre, que es, como con una semejanza, declarar lo que hace en el ánimo la fuerza de este coraje y deseo. Porque ansí como el aire, en mucha cantidad encerrado en el vientre, le hincha todo y le mueve, meneando con ruido de una a otra parte todos los intestinos que se encierra en él, ansí este deseo mueve el ánimo y le desasosiega y como le revienta en el pecho.

O digamos que en decir y espíritu hace ondear vientre mío, significa y demuestra el contino movimiento del pecho con que está cogiendo apriesa y volviendo el aliento, y como decimos en español anhelando, el que tiene gran deseo de, en alguna apretada ocasión, descubrir y publicar algún gran concepto que siente.

Ansí que como dijo lleno estoy de razones, y como de estar lleno de ellas se seguía haber en él gran deseo de publicallas, dijo luego lo que de este deseo por natural orden se sigue, que es aquel anhelar por decillo; lo cual llama por elegante manera ondear el vientre con el espíritu.

Y para mayor significación de aquesto mismo, añade diciendo:

19. Veis; mi vientre como vino no abierto, como odres nuevos reventado. En que por semejanza de lo que al vino nuevo o al mosto acontece, declara lo que él sentía en sí mismo, diciendo: Como el mosto, cuando cuece, si no le dan por donde respire, quiebra las vasijas donde se cuece, y aunque le pongan en odres nuevos los rompe y revienta, ansí le acontecía a él con las razones que le ardían en el pecho, que casi se le rompían si no les daba por la lengua salida.

Mi vientre, dice, esto es, mi pecho o mi alma, porque en la lengua en que este libro se escribió al principio, esta palabra vientre, por metáfora, significa el entendimiento y el ánimo como en el Psalmo: Y tu ley en medio de mi vientre, esto es, de mi corazón y entendimiento, y en otros muchos lugares. Pues dice que su vientre, esto es, su entendimiento, preñado con las razones que se le ofrecían para decir, está como el vino no abierto; quiere decir, no como el vino, sino por figura significando por lo contenido aquello do se contiene, como el vaso que está lleno de vino y no tiene respiradero, y por eso dice no abierto. Y como odres nuevos reventado, quiere decir, y como vino que hierve, que, aunque está en odres nuevos, los revienta.

O por mejor decir, de las dos partes de este verso, que cada una de ellas parece estar falta y dicha a la vizcaína, juntándolas y poniendo en lo que falta a cada uno lo que hay en la otra, y destrocando las palabras y dándoles su proprio lugar, se hace una razón entera y cabal. Porque se ha de advertir que es gentileza propria de aquella lengua trocar ansí las palabras, y suplir de la primera parte del verso lo que falta a la segunda, y de la segunda lo que en la primera faltó, como parece en este lugar. Porque cuando dice como vino no abierto, dejó de nombrar el vaso donde está el vino encerrado; y cuando añade como odres nuevos reventado, no dijo el vino que contienen los odres; y ansí, emprestándose entre sí ambas partes lo que a cada una le falta, dicen ambas enteramente una sola cosa, y es que su vientre está como odre nuevo lleno de mosto no abierto y reventado, esto es, que revienta por no estar abierto ni tener por do respirar.

Y añade:

20. Hablaré y descanso a mí; abriré labios míos y responderé. Porque reventaba por hablar, como vaso de mosto lleno; por eso dice que hablaba para descansar; que es otra tercera razón por donde nos persuade que, si habla, habla porque la razón y necesidad a ello le fuerza. Y en lo que se sigue, demuestra cómo se ha de haber en la plática, porque dice:

21. No, cierto, atenderé a faces de varón, ni Dios a hombre nombraré. Que es decir que, en lo que dijere, no tendrá respecto a la persona de Job, ni por lisonjealle a él o por condescender con su juicio, no disimulará lo que siente, ni por aplacer al hombre hará falta a Dios. Ésta es la sentencia; mas en las palabras hay alguna escuridad. Atenderé a faces; la palabra original, por la cual pusimos atenderé, propriamente suena levantar en alto; y levantar faces de otro, dicen los hebreos por lo que nosotros decimos tener respecto a la persona y complacella y habla a su gusto. Porque ansí como cuando entristecemos o maltratamos con palabras a alguno, al entristecido y maltratado se le caen las faces al suelo, y en una cierta manera parece que le derrocamos el rostro, ansí cuando, al revés, le alegramos con lisonja, o con honra, el rostro con la copia de la sangre y espíritu que con la alegría le vienen del corazón, se le endereza y levanta en alto. Y ansí, teniendo atención a esta obra de naturaleza, el honrar a uno alegrándole y respectándole, llamaron levantalle las faces la gente que he dicho.

Mas lo que dice ni Dios a hombre nombraré, tiene alguna mayor dificultad; porque lo que decimos Dios, en el texto original está de manera que con mudar un punto podemos decir Dios, como yo puse y puso Sant Hierónimo; o si no le mudamos, habemos de traducir ansí, ni al hombre nombraré. Y ni más ni menos lo que en el texto original responde a la palabra nombraré, quiere decir encubrir o nombrar con nombre encubierto y nuevo, y lo que decimos mudar el nombre. Y tiene aquí buen sentido en entrambas maneras; porque si decimos nombraré, quiere decir que por condescender con el gusto de Job y lisonjearle, no le pondrá nombre de Dios, esto es, no le justificará como a Dios ni le igualará con él, como guardando el sentido trasladó Sant Hierónimo.

Y así decimos encubriré, quiere significar, o que no disimulará la verdad y justicia de Dios por respecto del hombre, o que no encubrirá las flaquezas y faltas del hombre, atribuyéndole lisonjeramente las propiedades de justicia y de inocencia de Dios. Y en la misma forma, si no leemos esta palabra, Dios, en esta sentencia, sino decimos limpiamente, como en el original agora se halla, ni al hombre nombraré, quiere decir que no le nombrará con nombre nuevo y no suyo, como hacen los lisonjeros. Y todo viene a pelo con el propósito presente.

22. Que no sé encubrir, que en breve me alzará mi Facedor. Encubrir es la misma palabra que en el verso antes traducimos nombrar, y puede en esta significación, en este lugar, hacer diversos sentidos: o que diga que no sabe encubrir, esto es, su encubrir dél, que es cuando se encubrirá él faltando a esta luz y muriendo (y este sentido siguió Sant Hierónimo y dijo porque no sé cuánto permaneceré), y, según él, dice Eliú que no encubrirá con lisonja la justicia y verdad, porque no sabe cuánto vivirá y cuándo le llamará Dios a juicio; que el temor de este día, en los que consideran bien, es gran freno para todos los vicios; o que diga de otra manera, que no sabe encubrir, queriendo decir que no sabe, ni tiene condición ni ingenio para disimular la verdad ni para dorar con palabras lo que merece ser afeado; y que le aviene esto porque conoce cuán en breve le alzará Dios, esto es, cuán en breve le llevará de esta vida y le pedirá cuenta de ella con riguroso juicio.






ArribaAbajoCapítulo XXXIII

1. Empero oye, Job, mis razones, y todas mis palabras pon en tu oído.

2. Ves, aquí abrí mi boca; habló lengua mía en mi gargüero.

3. Derecheza de mi corazón palabras mías, y saber apurado mis labios razonarán.

4. Espíritu de Dios me hizo, y espiráculo del Omnipotente me vivificó.

5. Si puedes responderme, ordena, afírmate ante mí.

6. Vesme aquí; según tu boca, de Dios y de lodo cortado también yo.

7. Ves, asombro mío no te asombrará, y palmo mío sobre ti no será pesado.

8. Dijiste (pues en mis orejas, y voz de palabras oyera yo):

9. Puro yo y sin rebelión; limpio yo, y no malicia en mí.

10. Y ves, achaques contra mí hallarás; reputárame por enemigo a él.

11. Pondrá en cepo mis pies, y guardará todos mis [sentidos] senderos.

12. Ves; ésta no fuiste justo; responderéte yo a ti, que muy mucho más Dios que el hombre.

13. ¿Por qué contra él barajaste?, que no todas sus palabras hablará.

14. Que en una hablará Dios, y en dos no mirará a ella.

15. En el sueño de visión de noche, en el caer pesadilla sobre hombres, en los dormires sobre el lecho:

16. Entonces torcerá oreja de hombres, y castiguerío dellos sellara.

17. De hacer apartar al hombre de su obra, y cubijar altivez de varón.

18. Estorbará ánima suya de la fuesa, y vida suya de pasar a cuchillo.

19. Y reprehenderá con dolores en su lecho, y baraja a huesos dél dará.

20. Y aborrecerle hizo vida suya pan, y su alma de manjar suave.

21. Menguaráse carne suya a visión; saldrán afuera huesos suyos no vistos.

22. Y acercará a la fuesa su alma, y vida suya a los matadores.

23. Si fuera a él, ángel declarante, uno de mil, para enseñar al hombre su derecheza.

24. Y será apiadado él y dirá: Líbrale del descender a la fuesa, que halle aplacamiento.

25. Enmolleció carne suya mas que niñez, tornó a días de su juventud.

26. Rogará mucho al Señor, y serále amigo; y verá faces suyas con gozo, y volverá al hombre justicia suya.

27. Contemplará sobre hombres, y dirá: Pequé, y derecheza pervertí, y no igualdad a mí.

28. Libró ánima mía de pasar a la fuesa, y mi vida en luz será vista.

29. Ves; todo esto hace Dios veces tres con varón.

30. Para reducir su alma a luz, a luz de vivientes.

31. Advierte, Job, óyeme a mí, enmudece, y yo hablaré.

32. Si hay razones, replícame; habla, que me complace tu justicia.

33. Tú oye a mí, y calla; y enseñaréte sabiduría.


ArribaAbajoExposición

1. Por tanto oye, Job, mis razones. Pídele que le esté ansí atento, que no le pierda palabra, encareciendo con esto lo que le quiere decir, como cosa en que todo lo que se dijere es necesario y importante, que si no lo oye dél, por ventura no se lo dirá tan bien ninguno otro.

Y ansí añade:

2. Ves; aquí abrí mi boca, habló lengua mía en mi gargüero. Como diciendo que lo que dice es suyo y nacido en su boca y no tomado de boca ajena, ni cual es la doctrina que se puede hallar dondequiera. O es un rodeo elegante para decir que quiere hablar, diciendo y como pintando la figura como se habla, que es abriendo la boca y meneando la lengua dentro de ella, y formando las palabras con su movimiento y con el aire que se despide por la garganta. Ansí que, pues abre la boca y menea la lengua, hablará; y hablará con su boca y en su lengua, esto es, lo que él sabe y conoce y lo que él concibe en su corazón, como luego lo dice.

3. Derecheza de mi corazón palabras mías, y saber apurado mis labios razonarán. En lo cual dice dos cosas: una, que dirá lo que siente y que concertará con el pecho la lengua; otra, que lo que siente es lo justo y lo bueno, y la misma verdad; con las cuales dos cosas se hace mayor atención y obliga más a que le crean y oigan, porque en ellas solamente se encierra todo lo que ha de tener el saludable orador que sienta bien y que declare y ponga en luz sin fingimiento o doblez lo que siente. Y confirma esto que ha dicho y prometido de sí para hacerse creer, dando por razón lo siguiente:

4. Espíritu de Dios me fizo, y espiráculo del Omnipotente me vivificó. Que puede hacer dos sentencias: o que diga que el espíritu de Dios le enseñó, y que ansí como discípulo de tal maestro conocerá la verdad, y dirá con verdad lo que conoce, como arriba decía; o que signifique que es obra y hechura de Dios, compuesto por su mano y vivificado por su soplo y espíritu, y que ansí como quien conoce que es criatura de Dios, y por consiguiente teme a su Criador, no osará ni sentir lo falso ni engañar con palabras, hablando diferentemente de lo que siente. O porque, en lo que arriba decía, que sentía lo bueno y diría lo que sentía, parecía decir de sí presuntuosamente más de lo que su persona y edad prometía, para descargarse de esta objeción, dice agora: Espíritu de Dios me fizo, y espiráculo del Omnipotente me vivificó; como diciendo que, si prometía sentir y hablar bien, que es cosa que apenas los muy ejercitados y muy ancianos la hacen, no les pareciese increíble; porque, aunque mozo, Dios le había hecho y dado su espíritu, y que como le dio la vida le podía haber dado aun en aquella edad mucha parte de sabiduría. Y porque confía en su razón no quiere que se dé crédito a sola su autoridad, antes para mayor demostración de la verdad y de su modestia, quiere que Job le replique y responda.

Y ansí dice:

5. Si puedes responderme, ordena, afírmate a mí. Lo que dice ordena es en el original palabra tomada de la guerra y facultad militar, y se dice de los escuadrones cuando se ponen en orden para acometer o romper. Y ansí dice ordena, conviene a saber, tus palabras y tus razones ponlas a punto de guerra, y haz alarde de todo tu ingenio y afírmate ante mí, esto es, y hazme rostro. Como si más claro dijese: Y aunque pido que me oigas y atiendas y que son la misma verdad mis razones, no quiero que porque yo las digo las creas; si pudieras responderme, esto es, si hallares que replicar, o si te diere el ánimo que podrás confutar mi verdad, agúzate bien, saca a luz tu saber, y como quien hace alarde, ponte con todo ello a punto de guerra y está firme delante de mí.

Y para dalle más ánimo añade:

6. Vesme aquí; según tu boca, por Dios y de lodo cortado también yo. Lo que decimos por Dios, podemos también decir de Dios, porque el original recibe lo uno y lo otro. Y diciendo de Dios, dice lo que siguió y trasladó Sant Hierónimo, que él es de Dios, esto es, hecho dél, como también lo es Job, y formado del mismo lodo; concluyendo por esto que no tiene por qué temelle, no por qué rehusar la disputa a que le desafía y le llama.

Mas leyendo por Dios, hace otro y no menos elegante sentido; porque se ha de advertir que antes de agora Job había deseado y pedido verse con Dios, y cara a cara y boca a boca ventilar con él su razón y oír y responder en defensa de su justicia. Mas porque sabía la majestad y poderío de Dios cuánto era, sacaba por condición que para entrar en este palenque pusiese Dios aparte su majestad y poder, y que no le espantase con lo uno, ni con lo otro le deshiciese, sino que las armas de una y de la otra parte fuesen solamente buena razón. Pues, esto presupuesto, dícele agora Eliú: Veme aquí; según tu boca, por Dios, esto es, según tu boca, que es lo que decías y deseabas, vesme aquí a mí, que quiero hacer las partes de Dios, y defendiendo su causa entrar contigo en esta disputa, no metiendo en ella otras armas más de lo que es habla y razón.

Porque soy cortado, dice, esto es, formado del lodo, conviene a saber, hombre flaco, como tú y no más poderoso que tú; y siendo tal, no tendrás que temerte de lo que temías en la persona de Dios, en caso que disputases con Él, que ni te espantaré con grandeza ni te oprimiré con fuerza.

Y ansí añade:

7. Ves; asombro mío no te asombrará, y mano mía sobre ti, y no será pesada. Y le asegura que no le asombrará la majestad y grandeza maravillosa que en él hay, como si hubiese alguna en él; sino porque no hay en él ninguna, y ansí lo confiesa, porque, como dijo, es criatura y vil criatura, por eso dice que su asombro no le asombrará, esto es, que como hombre de lodo como él, no tiene en sí cosa alguna que le pueda poner asombro ni espanto, ni le haga violencia con fuerza demasiada; que era lo que Job temía en esta disputa que acerca de su inocencia quería trabar con Dios.

Mano, dice, y según la propriedad de esta lengua primera, mano se llama cualquiera fuerza o poder, ansí de la alma como del cuerpo, ejecutado por obra; y ansí Sant Hierónimo lo lleva a la fuerza del ingenio que se explica hablando, y según este sentido tradujo elocuencia. Pues, acabado ya el proemio y apercibidos los oyentes de todo lo que según el caso presente era menester, entra en lo proprio de su pendencia y propone lo primero cierta razón que dijo Job, de donde quiere él convencerle.

Y dice ansí:

8. Y dijiste (pues en mis orejas voz de palabras oyera yo). De los avisados y buenos es no condenar ni reprehender por oídas a nadie, ni tratar sino de aquello de que están enterados y ciertos, y ansí Eliú, sobre lo que quiere armar contra Job su querella, dice que él se lo oyó a él mismo.

Y lo que oyó es:

9. Puro yo y sin rebelión; limpio yo, y no maldad en mí. No dijo Job estas palabras ansí; mas parécele a Eliú que esto en sentencia era lo que por menudo y extendidamente dijo en defensa de su pureza en el capítulo 31. Lo que decimos rebelión, en el original es una voz que significa el pecado, y no cualquiera, sino el que se hace con una particular rotura y desenfrenamiento, como si no reconociese ni ley ni superior el que peca. Limpio en el original es nombre que quiere decir cubierto, y de allí se toma por lo que está limpio y reluciente, como suelen estar las cosas cubiertas y guardadas.

Dice más:

10. Ves, achaques contra mí halló; reputóme por enemigo suyo. También parece que dijo Job esta sentencia en algunos lugares, como diciendo, aunque no pequé, Dios se ha habido conmigo desechándome lo primero, y después afligiéndome tan ásperamente como quien, cansado de la amistad y no teniendo razón justa para apartarse della, busca colores para dejalla y quebralla. Y ansí en el hebreo lo que decimos aquí ocasiones o achaques, quiere decir quiebras o quebrantamientos, que es como decir colores para quebrar y romper la amistad. Dice:

11. Puso en cepo mis pies, y puso guardas a todos mis senderos. Como diciendo: Quebró lo primero la amistad por lo que le plugo; y no contento con dejar de ser mi amigo, volvióse en enemigo, y como a tal me prendió, y, preso, para que por ninguna parte huya, me tiene cercado con guardas. Pues de aquellas palabras de Job, las cuales refiere aquí Eliú, y Job dijo en sentencia, como arriba está visto, toma su principio y su fundamento Eliú para hacer con eficacia lo que los tres pasados no han hecho, que era convencer a Job, de pecado. Y ansí infiere diciendo:

12. Ves, ésta no fuiste justo; responderéte yo a ti, que muy mucho más Dios que el hombre. Como si dijese, cuando en lo demás de la vida no hayas pecado y seas hombre sin culpa, a lo menos pecas agora en esta sentencia tuya que he referido; en la cual ansí te afirmas justo que te quieres poner en cuentas y juicio con Dios, como agraviándote de lo que hace contigo y reprendiéndole por ello.

Ves, ésta, quiere decir, en esto mismo que dices y en las palabras con que te abonas, no eres justo, porque en ellas en cierta manera arguyes y como desafías a Dios. Y prueba que haber dicho Job esto era culpa, y exceso, diciendo, responderéte yo a ti, que muy mucho más Dios que el hombre. Porque si Dios fuera otro hombre, dice, como tú eres, y igual en naturaleza y en sabiduría contigo, pudieras conocer sus intentos y llegar al cabo todos sus hechos, y pedille cuenta y alcanzalle en ella a las veces; mas Dios excédete a ti y a todos sin ninguna comparación; por donde debes aceptar lo que hace, como quiera que a ti te parezca áspero y duro, sin pesquisar cómo lo hace y entendiendo que Él sabe bien lo que obra. Porque género de presunción es, quien sabe tan poco en comparación de Dios, como saben los hombres, querer medir por su juicio las obras de Dios.

Y a la verdad en los trabajos esta sola razón es suficiente, como Sant Gregorio dice, para que tengamos paciencia en ellos y los llevemos callando, saber que vienen de Dios, cuyo saber y bondad nos excede sin medida ninguna. Porque de lo primero se colige que pretende algún fin, y de lo segundo que es bueno y justo el fin que pretende, el cual, aunque nosotros no le alcancemos, pero para sufrirnos y callarnos bástanos esto. Como usando de esta misma razón lo hacía David en el Psalmo diciendo: Callé, Señor, porque Tú lo hiciste.

Por manera que este argumento que hace Eliú, y en que estriba toda su razón principalmente, es bueno y eficaz argumento; conviene a saber, Dios excede sin medida en todo género de perfección a los hombres: luego en lo que Él con ellos hiciere, si no lo entendieren, están obligados a callar y a tenerlo por bueno. Y al revés, el hombre que, azotado de Dios se querella de Él, y quiere entender el fin por que lo hace y apear su saber, siendo como es en tanto exceso infinito, bien se infiere que ofende y que peca. Y conforme a esto se advierta que la razón de Eliú, si la queremos reducir a sus términos, procede de esta manera: Dios infinito no puede ser comprendido en sus fines y obras del hombre finito: luego culpa es del hombre ponerse con Él a cuenta.

Y va adelante: Job se pone con Él a cuenta, como vemos en este su azote; luego peca Job y no es tan justo como blasonó. En la cual razón esta conclusión postrera, que peca Job, nace y estriba en dos cosas: la una, en que se pone a cuenta con Dios; la otra, que es culpa ponerse con Él en esta cuenta. La primera probó Eliú de sus palabras mismas de Job, y ansí la deja por manifiesta y notoria; la segunda prueba, porque el saber y los fines que Dios infinito pretende, el hombre que es finito no los puede comprender, que es de donde comenzó a defender y a nacer este argumento todo.

Y ansí porque esta proposición y sentencia es la fuente de toda esta razón, y averiguada ésta queda concluido lo que se pretende (porque lo demás todo que sirve para la conclusión, como dijimos, del mismo hecho y de las palabras de Job se hace notorio), ansí que porque en esta proposición y sentencia está todo, insiste Eliú cuanto le es posible en probarla y hacerla cierta. Pero como dijimos al principio y diremos después, dejó el camino llano que pudiera seguir, y descaminado por otros y divertido, escurece su primer intento y propósito. Aunque lo que agora se sigue viene nacido y muy a pelo con él.

Porque dice:

13. ¿Por qué contra Él barajaste?, que no todas sus palabras hablará. Lo cual en dos maneras se entiende: o sin interrogación ni pregunta, como lo trasladó Sant Hierónimo, como diciendo: El porqué te has enojado con Él es porque no habla todas sus palabras, esto es, porque no responde a tus dichos, dándote cuenta de sus obras todas. Que en la propriedad de la Sagrada Escritura las palabras son obras, como es notorio a los que tienen de ella alguna noticia. Y dice esto con lo de arriba de esta manera: Dios en saber y ser excede tan sin medida al hombre, que no es comprendido de Él: y tú eres tan vano, que te enojas con Dios porque no se pone a cuenta contigo, como presumiendo de poderle entender.

O de otra manera, se puede leer esto en manera de pregunta, que se infiera y derive de lo que luego antes de esto se dijo y afirmó, que Dios sobrepujaba infinitamente a los hombres. Porque, si es ansí como es, dice: Tú ¿a qué fin o en qué esperanza presumes entrar en baraja y disputa con Dios, que ni está obligado por su excelencia a dar cuenta de sí y de sus hechos, ni, si la diera, no la entendieras tú por tu rudeza las más de las veces? Que todas sus palabras, dice, no hablará. Sus palabras, esto es, sus obras todas no las hablará; dando de ellas cuenta, porque no está a ello obligado. O sus palabras todas, esto es, no todo lo que dijere lo hablará, esto es, lo dirá de arte que pueda ser por ti, si Él no te alumbra, entendido; y como si dijésemos, muchas veces habla como si no hablase. De donde se prueba eficazmente quién es Él y quién somos nosotros, y cuán loco es el hombre que quiere entrar en disputa con Dios y ahondar sus juicios, pues sabe y alcanza tan poco que no le entiende aun cuando le habla. Y luego, como verificando esto de nuestro poco entender, aun cuando Dios se nos muestra y quiriéndolo confirmar con ejemplos dice y añade:

14. Que en una palabra hablará Dios, y en dos no mirará a ella. En una y en dos, según lo que usa esta lengua, son tres maneras o voces. Y dice ansí, insistiendo en su comenzada razón, que según esto podrá acontecer que hable Dios al hombre sobre algún caso tres veces y por tres diferentes maneras, y con todo eso el hombre no mirará a ella; esto es, no entenderá ni la primera ni la tercera manera. Pero Sant Hierónimo no va por aquí, porque dice: En una hablará Dios, esto es, como él traslada, hablará Dios una vez, y en dos no mirará ella, esto es, y a la segunda no tornará a decillo, conviene a saber, si de la primera no la entendistes. Lo cual está muy bien dicho, y las palabras lo sufren y puédese juntar fácilmente con la sentencia de arriba. Mas veamos qué maneras de hablar son estas de Dios, que, aun repetidas, apenas son entendidas del hombre, como Eliú dice y afirma.

Síguese:

15. En el sueño de visión de noche, en el caer pesadilla sobre hombres, en los dormires sobre lecho. Cosa sabida es, y de ello en las Sagradas Letras hay muchos ejemplos, que Dios habla en el sueño a los hombres y les avisa de muchas cosas suyas y ajenas; y es un género de profecía la que por el sueño se hace, y la más baja de todas, como se puede entender del libro de los Números, porque es ordinariamente la más revuelta y escura. Y de ésta habla Eliú aquí, no generalmente de toda ella, mas de la que se endereza para el aviso y amonestación del que lo sueña. En lo cual también comprende todas las inspiraciones y movimientos interiores, que para este mismo fin da Dios a la alma, los cuales por nuestra culpa y rudeza se nos hacen escuros.

Pues dice: En el sueño de visión de noche, que es decir, en las visiones que de noche hay en los sueños. En el caer pesadilla; la voz original significa un sueño grave y pesado, que sepulta los sentidos del todo; porque en este tiempo, cuando están atados del todo los movimientos y sentimientos del cuerpo, el ánimo, como suelto dél, está más dispuesto para recibir los conocimientos altos del cielo, como en el Génesis se ve en Adán y en Abraham en el capítulo 2 y 15, que opresos de este mismo sueño que dice este texto, como en los lugares alegados se ve, fueron capaces de visiones divinas. En los dormires sobre el lecho, esto es, cuando el hombre duerme en su cama.

Pues en este tiempo y sazón dice:

16. Entonces torcerá orejas de hombres, y castiguerío dellos sellará. Torcer oreja, quiere decir, hablar al oído. Castiguerío dellos, es la reprehensión de su mala vida, y el aviso y amenaza de la pena que, si no se enmiendan, les ha de venir. Sellará; quiere decir dirá por enigmas y por rodeos y figuras ocultas; porque ansí como con el sello se cierra la carta, para que no vea y entienda lo que dentro contiene, ansí cuando la Sagrada Escritura de las profecías de Dios dice que son selladas o que las sellen, quiere decir que son escuras y dificultosas, y que su entendimiento dellas está encerrado y ascondido, como parece en Daniel. Ansí que el sellar lo que Dios dice, es decir que es escuro; y el abrir el sello es traerlo a luz declarando.

Por donde de nuestro bienaventurado Cordero, cumplidor y declarador de toda la profecía pasada, se dice en el Apocalipsi, que Él solo abrió los siete sellos del libro. Pues dice agora Eliú que entonces, cuando duermen los hombres y sueñan, suele Dios en visión tocalles la oreja y sellarles el castiguerío, esto es, el aviso y amenaza suya decírselo por imágenes revueltas y escuras.

Y esto hácelo a fin.

17. De hacer apartar al hombre de su obra, y cubijar altivez de varón. Obra, entiende mala, y por eso la llama suya, porque en las buenas la mayor parte es de Dios. Cubijar altivez es apartalle de pecado y hacer que dél alcance perdón. Porque el perdonársele los pecados a uno, la Escritura, con particular propriedad suya, lo suele significar diciendo que se le han cubijado, como en el Psalmo: Bienaventurado aquel cuyos pecados fueron cubiertos. Porque ansí como lo cubierto no se ve, ansí el pecado perdonado no ofende a la vista de Dios.

Y llámase cubijar este perdón, y no desarraigar, no porque quede después dél o en él disimulada la culpa, como en esta edad loca y engañosamente dijeron algunos, sino porque aunque en él la culpa del pecado se limpia en el alma, queda todavía en el cuerpo una mal raíz que es el fómite o concupiscencia, la cual, aunque en los justos no es culpa o pecado, pero está siempre cuanto es de su parte, si no se le resiste, fructificando pecados.

Mas ¿por qué causa señaladamente dice altivez, hablando generalmente del aviso que hace Dios al hombre para apartalle del vicio? Porque en todo vicio y culpa hay altivez y soberbia; que el desobedecer a Dios y no sujetarse a sus leyes es un cierto engreimiento; y el amarse a sí tanto que anteponga a Dios el hombre su gusto propio, es amar su excelencia, lo cual es soberbia. Y ansí se halla en todos los pecados y es principio de todos, como la Escritura lo dice.

18. Estorbará ánima suya de fuesa, y vida suya de pasar a cuchillo. Como la sombra sigue al cuerpo, ansí al pecado sigue la pena y al fin la muerte que nace dél como de fuente. Pues avisa, dice Eliú, Dios al pecador en los sueños para que se aparte del pecado, y libre dél quede libre también de sus fructos, que son la fuesa y el cuchillo.

Dice fuesa y cuchillo para significar dos géneros en que se comprenden todas las muertes, el que nace de enfermedad y el que viene por violencia; porque acontece ansí que unos, por destemplarse pecando, enferman y mueren; y otros, por los daños que hacen a otros con sus malos hechos, vienen a ser muertos y ajusticiados por ellos.

Dice ánima y vida, y todo significa una misma cosa; porque en el lenguaje de la Escritura por el nombre de ánima se significa la vida muchas veces. Y ésta es la primera manera como Dios, según el dicho de Eliú, habla avisando a los hombres y por su bajeza y pecados de ellos muchas veces no es entendido.

Y, dicho esto, pone luego otra manera, y dice:

19. Y reprehenderá con dolores en su lecho, y baraja a huesos de él dará. Habla, dice, con inspiraciones Dios al hombre y no las entiende, y torna entonces otra vez Dios y háblale con enfermedades para enmendalle, en las cuales algunas veces tampoco el hombre conoce lo que Dios por ellas le dice. Y pinta, para decir esto, una enfermedad con todos sus accidentes, elegante y poéticamente. Dice reprenderá, esto es, suele avisar y reprender también Dios al hombre con dolores en su lecho, esto es, dándole enfermedades (que llama bien a la enfermedad, dolor en el lecho, porque siempre anda con ella el lecho y el dolor), y represéntase muy bien por esto su mal y graveza, pues aun en el lugar del descanso aflige.

Mas torna a declarar lo mismo por otra manera, diciendo y baraja a güesos de él dará, como si dijese: Y meterá en pleito y en ruido sus güesos, y hará que se muevan guerra contra sí mismos. Porque en la enfermedad los humores y todas las partes del cuerpo, roto el concierto y la armonía con que componen su misma salud, cada uno va por su parte y encuéntranse unos con otros y contradícense, y, peleando, destrúyense a costa y dolor del que padece.

Mas prosigue diciendo los demás accidentes:

20. Y aborrecerle hizo vida suya pan, y su alma de manjar suave. Dice el hastío del enfermo, que entre los demás es gravísimo mal. Hízole aborrecer, dice, vida suya pan, esto es, y con la enfermedad vendrá a aborrecer el comer. Pan llama a todo manjar, y llámalo vida suya, porque la vida del hombre está en el mantenimiento. Y lo que añade y su alma de manjar suave, está falto y hase de añadir no tiene apetito, o otra cosa semejante.

Más sigue:

21. Menguaráse carne suya a visión; saldrán afuera güesos suyos no vistos. Ansí era necesario que no comiendo se enflaqueciese, y que la flaqueza se siguiese al hastío; mas dícelo como poeta por elegante manera. Menguará su carne a visión, esto es, la carne florida y que se venía a los ojos de los que la miraban llena y hermosa; menguará a visión porque, adelgazada y consumida con el calor de la fiebre y mal del hastío apenas se verá carne, sino un cuero seco mal pegado a los huesos; y al revés los huesos que estaban antes vestidos con la carne y debajo de ella ascondidos, gastándose ella quedan descubiertos y públicos.

Y dice más:

22. Y acercará a la fuesa su alma, y vida suya a los matadores. Por sus pasos contados lleva Eliú a la sepultura este enfermo; porque después de flaco y consumido, ¿qué resta ya sino el boquear y los paroxismos postreros? Y ansí dice: Y acercará a la fuesa su alma. Su alma, esto es, su vida, enflaquecido y gastado llegará al punto postrero.

Y su vida a los matadores. Matadores llama, a mi parecer, aunque otros dicen de otra manera, a los accidentes mortales que suelen preceder a la muerte y ser mensajeros certísimos de ella, como los desmayos y el perder la habla y el levantarse el pecho y parecer quebrados los ojos. Mas no pasemos ansí tan sencillamente por esto; porque esta obra que el pecado o por el pecado se hace en el cuerpo, en el alma se hace también por él mismo, y esto público y exterior es imagen de aquello. Porque lo primero la reprenden con dolores en su lecho, porque el pecado causa en el alma agudas punzadas de la consciencia; en su lecho, esto es, todas las veces que entra dentro de sí y a descansar en sí misma: y lo que le suele ser dulce reposo, el hablar consigo, y el pensamiento de la verdad, y principalmente la memoria de Dios y de su ley y bienes, se le convierte en crecido tormento.

Y ansí el gran pecador, de ninguna cosa huye más que de sí, porque de sus puertas adentro no halla sino pleito y ruido. Y por eso dice que le dará baraja en sus huesos, poniendo en contienda y en pelea unas con otras sus potencias y sus aficiones, como dicen los sabios; que no hay cosa más decaída ni contraria entre sí que la alma del malo; en que no sólo esto, mas también los pensamientos pelean, como a los Romanos dice Sant Pablo.

Y porque este tratar consigo le da tormento, aborrécelo y, aborreciéndolo, huye del pan de su vida, que es de lo que le era salud, y endurecido en el mal y yendo siempre en el mal adelante, y habiéndolo ya convertido como en gusto suyo y naturaleza toda la buena inspiración, todo el buen ejemplo y doctrina, todos los caminos para la gracia y el cielo, que son la misma dulzura, los hastía y los aborrece; y ansí creciendo por horas el mal y naciendo por natural orden unos de otros viene en todo género de bien y virtud a extraña flaqueza. La carne muelle, que es lo blando y lo tierno del alma que la hermoseaba y vestía, viniendo a mengua, se desparece; y lo duro de ella, los güesos, lo terco, lo despiadado, lo contumaz, que cuando vivía en gracia, cubierto con ella, no era ni parecía, brota entonces por momentos afuera. Y como el rostro consumido y, como suelen decir, desojado, es feísimo, ansí descubre el alma con el mal del pecar en sus figuras y modos una torpeza feísima, y llega al fin procediendo ansí casi a la fuesa y avecínase a los matadores, y comienza a sentir singultos mortales, y unos como anuncios tristísimos de su perdición, y un llegar casi a la postrera desesperación sin remedio. Pues llegado el miserable hombre a este punto, ¿qué?

Dice:

23. Si fuere sobre él ángel declarante uno de mil, para enseñar al hombre su derecheza. Si llegado, dice Eliú, el hombre triste a este punto, aún no entendiere lo que Dios por esta manera de tocamiento y de habla le dice (como muchas veces le acontece al hombre no lo entender, atribuyendo sus enfermedades a solas las disposiciones del aire o a otras causas de naturaleza), ansí que no entenderá las más veces el hombre esto que Dios en semejante forma le dice; mas si Dios le amare, hablalle ha de otra más descubierta manera. Y dichoso él si despertare el corazón de algún siervo suyo, y se le enviare como por su mensajero a que le interprete con discreta y dulce lengua en su enfermedad el secreto consejo de Dios, que el mismo enfermo no entiende; y ansí, descubriéndole el intento de Dios y revolviéndole a que mire con ojos limpios su pasada vida perdida, le haga ver la verdad reduciéndole al derecho y sancto camino.

Si fuere, dice, sobre él ángel, que es decir, y si llegado a este punto no se entendiere, como comúnmente no se entenderá, podrá ser que Dios envíe sobre él un ángel, esto es, algún su mensajero. Podrá ser digo (porque aquella partícula si, en la propriedad original y en el uso de la Escritura, muchas veces pone en duda y en condición a lo que se añade, y niega la certinidad del hecho o del suceso), ansí que podrá ser que se le envíe, y dichoso si le enviare un tal mensajero.

Declarante uno de mil; la palabra original melits quiere decir, entre otras cosas, intérprete elocuente y un discreto y dulce hablador, y que como halague y deleite el oído con la dulzura de la palabra. Uno de mil es como decir escogido entre mil, esto es, muy escogido y muy elocuente.

Para enseñar al hombre su derecheza; como si dijese, el camino derecho, y lo que Dios le habla y le cumple en la manera que he dicho. A esta tercera habla de Dios, como es por medio del hombre, y es habla clara y para fin de manifestar lo escuro que en las otras dos pasadas había, si el corazón del enfermo y pecador, cayendo en la cuenta, se rinde, o porque se rinde, sucede lo que se sigue:

24. Y será apiadado él, y dirá: Líbrale del descender a la fuesa, que halle aplacamiento. Estas palabras algunos las dan al ángel o mensajero que ha hecho el oficio que habemos arriba dicho, el cual, dice, viendo que el pecador enfermo ya se conoce y aborrece su vida pasada, apiadarse ha dél, y dirá, rogando a Dios, líbrale, Señor, de la fuesa y la muerte, porque ya veo y hallo en él dispusiciones para que puedas tornar con él en amistad, aplacándote, como son el conocimiento de su error y el arrepentimiento de su pecado por haber sido en tu ofensa.

Mejor me parece que las demos a Dios y las repartamos de esta manera: Y apiadóse dél Dios, conviene a saber, vista su penitencia, y apiadado, dirá el mismo Dios al ministro sobrenatural, por cuya mano le enfermaba y hería (que como se sabe de algunos lugares de la Escritura, estos castigos temporales que Dios nos da, nos los da por medio de algunos espíritus buenos a las veces, y a las veces malos), pues dirá, mandando al verdugo a quien tiene cometido la ejecución de esta pena, líbrale del descender a la fuesa, esto es, basta ya; no pases adelante, hiriéndole; no muera ni llegue a la sepultura el enfermo, pues ha ya conocido la causa de su enfermedad.

Que halló aplacamiento, esto es, que ya he aplacado con él, y tengo por satisfecha a mi saña. Y, a la verdad, en volviéndose el hombre con conocimiento de su mal a Dios y con verdadero dolor, aunque estas obras, por la parte que son del hombre, no sean poderosas para tornalle con Dios en gracia son, pero ayudadas dél, disposiciones suficientes para que Dios pueda poner y asentar en el hombre su aplacamiento, esto es, aquello con que él sola y verdaderamente se aplaca, que son Cristo y sus méritos. Porque las culpas de nuestros pecados siempre las perdona Dios por Él solo; y las penas que después de perdonados se deben a ellos, principalmente las remite por Él, porque nace de Él el valor principal de las obras que para satisfacción de nuestras culpas hacemos.

Ansí que dice bien, que halló aplacamiento luego que vio al hombre bien aficionado y dispuesto; porque halló entrada para poner en él lo que sólo en sus ojos es amable y hermoso, que es la imagen y la sangre de Cristo.

Más dice:

25. Enmolleció carne suya más que niñez; tornó a días de su juventud. Y como puso por su orden los malos efectos que hizo en el hombre el pecado hasta casi metelle en la fuesa, ansí agora, al revés, refiere ordenadamente los fructos del perdón alcanzado y de la justicia. Y lo primero, dice que sanó de la enfermedad que tenía, y dícelo ansí: Enmolleció carne suya como niñez, esto es, al momento despedidas y quitadas las causas del mal, la carne que estaba ya seca y tostada con el ardor de la fiebre. Enmolleció, esto es, reverdeció, como otros trasladan, y tornóse como carne de niño, blanda y fresca y jugosa, lo cual dice ansí para declarar una perfecta salud. Y declárase más con lo que se sigue, y tornó días de juventud, esto es, tornó sano como cuando era joven y mozo, y como en español decimos tornó a remozarse.

Pero esto es cuanto al cuerpo, que lo que sigue al ánima pertenece.

26. Rogará mucho al Señor, y serále amigo, y verá faces suyas con gozo, y volverá al hombre justicia suya. Lo primero que nace en el alma del que es perdonado de la culpa, y librado ansí milagrosamente de una semejante pena y peligro, es humillarse mucho a Dios con ánimo agradecido, reconociendo su beneficio y haciéndole gracias; y faltan muchas veces al alma en este artículo palabras y significaciones convenientes para declaración de este afecto.

Y por eso dice: Y rogará mucho al Señor, que, aunque dice rogará, la palabra original comprende todo género de oración y de gracias. En este reconocimiento y hacimiento de gracias, como el alma mira a Dios y le considera tan de balde piadoso y beneficiador para con ella, nace luego en ella y actualmente se enciende en amor para con Dios, entrañable.

Y por eso dice y será amigo suyo; esto es, amarále ardentísimamente, como a amigo, esto es, como quien le mira con amor; porque se ve mirado de él por la misma manera, velle ha, como se sigue, con gozo, o como dice el original, con júbilo, que es como un gozo amontonado que hierve y como rebosa, por la grandeza de su deleite, por todas las virtudes y sentidos del alma. Porque ansí que, como los que se ven en el pecado sumidos, o no alzan los ojos al cielo, o si los alzan y se ponen a considerar algo en Dios, acometidos luego de horror y temor con el mal testimonio que les da de sí su propria consciencia, se hinchen de tristeza y amargor; ansí, al contrario, los que se ven andar de paz ya con Dios, el velle, esto es, el consideralle y el traelle con el pensamiento delante los ojos, les es dulcísimo gozo.

Mas dice, y volverá a el hombre su justicia: que, o quiere decir que haciendo esto volverá el hombre a su buen estado primero, o que será pagado (porque la palabra volver, que originalmente está aquí, quiere decir pagar y restituir), ansí que será pagado de Dios lo bueno que ya puesto en este estado hiciere, porque lo que en el pecado se hacía no tenía valor para el cielo.

O digamos que quiere decir que, venido el hombre a aqueste conocimiento, andará ya como debe, y hará y sentirá y obrará y dirá aquello que pide la condición y naturaleza del hombre; esto es, que sentirá vilmente de sí y altísimamente de Dios; y esto lo llama bien justicia del hombre, como si dijese justicia propria suya; digo que le dice y le conviene más propriamente, porque al hombre que por tantas maneras y razones es miserable, ninguna cosa le cuadra menos que la altivez y soberbia, ni le arma mejor que la modestia y que la humildad.

Y viene bien con esto lo que se sigue:

27. Contemplará sobre hombres, y dirá: Pequé, y derecheza pervertí, y no igualdad a mí. Que es decir que con el conocimiento de Dios y de los beneficios que tanto sin él merecellos le ha hecho, crecerá en el conocimiento de sí; y lleno de estos conocimientos y no pudiendo cabelle en el pecho, en las plazas y en los corros de los hombres, con cualquiera ocasión que se ofrezca, o sin que haya ocasión, testificará y publicará la mucha indignidad suya y la grandeza de la misericordia divina, diciendo que pecó y que pasó la ley de Dios, y que fue con piedad más que con rigor castigado.

Mas veamos cada palabra, porque hay en algunas de ellas escuridad. Y contemplará sobre hombres, esto es, mirará cuando se juntaren algunos hombres, para confesalles esta misericordia de Dios. Pero lo que decimos contemplará, y en el original se dice por esta palabra iasar, podemos, porque la palabra lo admite, trasladar de esta manera: Y rectificará sobre hombres, esto es, justificará; la causa de Dios, cuando se le ofreciere hablar con los hombres; conviene a saber, con lo que se sigue (en que confiesa su culpa y justifica el castigo de Dios) y derecheza pervertí. Las palabras del texto son éstas: [vaiasar hahaviti], que harán este sentido también, y derechamente fue dado por malo. Y lo que se sigue, y no igualdad a mí, esto es, que fue su pena menor que su culpa (porque la palabra [sava] significa no sólo igualdad, sino también promesa o placer) tómase en dos otras maneras. Una, y no promesa a mí, que es decir, serví a la maldad y no me pagó ni respondió el mundo a mi servicio, conforme prometía al principio; que es la misma verdad, que los vicios debajo de grandes promesas dan malas pagas. Otra, que viene casi con ésta y no placer a mí; porque ninguna cosa saca menos el pecador del pecado, que es el deleite y contento que piensa, y de cuya esperanza movido le sigue; antes su verdadero fructo es desgusto y tormento.

Síguese:

28. Libró ánima mía de pasar a la fuesa, y mi vida en luz será vista. También son palabras de este enfermo restituido a salud, y se entienden como arriba está dicho. Y concluyendo Eliú con ellas aquí para dar fin del todo a esta parte de su razón, vuélvese a Job, como recapitulando lo dicho dice:

29. Ves; todo esto hace Dios veces tres con varón. Bien se entiende de aquí que Eliú en lo de arriba ha declarado tres maneras de hablar diferentes, de que usa Dios con los hombres; y que en lo que dijo arriba, una y dos veces, quiso significar no dos veces, como nosotros hablamos, sino tres, añadiendo el un número al otro, como habla el hebreo.

Dice:

30. Para reducir su alma de fuesa a luz, a luz de viviente. Como si dijese, para fin de sanar y salvar los hombres, que es el fin que para gloria suya mas principalmente pretende, y en el que pone y ha puesto más diligencia y cuidado. Pues para este negocio, que tanto ama él, habló tres veces, esto es, contadas veces con el hombre y ésas escuras, en la manera que he dicho. ¿Y piensas tú que en otras cosas y misterios suyos podrás entender las razones de Dios? ¿Ni presumirá criatura ninguna oílle, y respondelle y ponerse a cuenta con Él? Que es el propósito y el intento que Eliú pretende probar, como dijimos.

Y como contento de sí y como de habelle a su parecer concluido, dícele:

31. Advierte, Job; óyeme a mí; enmudece, y yo hablaré. Que es decir: Esto es; esto, digno de ser oído, óyeme a mí, que hablo a propósito, y no a estos tus amigos que iban por errado camino. No tienes a esto que replicar, enmudece.

Mas porque no parezca que le manda callar por huir la disputa, añade:

32. Si hay razones, replícame; habla, que me complace tu justicia, esto es, que te defiendas, si puedes.

Mas porque esto no puede ser, que tú te defiendas, dice:

33. Tú oye a mí, y calla, y enseñaréte sabiduría. Como diciendo que aún quiere añadir mayores y más sabias y hondas razones, como de hecho lo procura en lo que se sigue, aunque en decillo ansí no se excusa de parecer arrogante.






ArribaAbajoCapítulo XXXIV

1. Y respondió Eliú, y dijo:

2. Oíd, sabios, palabras mías, y scientes, dad oídos a mí.

3. Que oreja palabras probará, y paladar gustará para el comer.

4. Juicio elegiremos para nosotros, y sabremos entre nosotros qué bueno.

5. Porque dijo Job: «Justo fui, y Dios apartó mi juicio:

6. ¿Sobre mi derecho mentiré yo? Dolorosa saeta mía sin pecado.»

7. ¿Qué varón, como Job, beberá escarnio como aguas?

8. ¿Y caminó a acompañarse con facedores de maldad y andar con hombres de impiedad?

9. Porque dijo: «No complacerá varón en correr suyo con Dios.»

10. Por ende, hombres de corazón, oídme; ajeno Dios de impiedad, y el Omnipotente de pecados.

11. Que obra de terreno le volverá a él, y como camino de hombre hará hallar en él.

12. Mas verdaderamente Dios no hace impiedad; y el Omnipotente no maleará juicio.

13. ¿Quién visitó sobre Él la tierra? ¿Y quién puso toda la redondez?

14. Si sobrepusiere a él su corazón, su espíritu y su espiráculo a él añadirá.

15. Desfallecerá toda carne juntamente, y hombre a la tierra tornará.

16. Y si entendimiento, oye ésta; escucha a voz de mis palabras.

17. Endemás, ¿por ventura aborreciente juicio vendará? ¿Y si justo grande harás malvado?

18. ¿Por ventura decir al rey, Beliahal; impío a los príncipes?

19. Que no levantó faces de príncipes, y no respectado rico delante de pobre, porque obra de manos suyas todos ellos.

20. De súbito morirán, y a media noche conturbados serán; pueblo pasarán, y removerán fuerte sin mano.

21. Que ojos suyos sobre caminos de hombre, y todas sus pisadas verá.

22. No tinieblas, y no sombra escura, para encubrir allí obradores de maldad.

23. Que no sobre el hombre pondrá allende, para andar a Dios en juicio.

24. Desmenuzará grandes no pesquisa; establecerá postreros después dellos.

25. Por ende hace conocer servidumbre dellos, y convertir a la noche, y serán quebrantados.

26. Por malvados los aporreó en lugar de mirantes.

27. Por cuanto se apartaron de en pos dél, y todos los caminos no quisieron entender.

28. Para hacer entrar a él grito de pobre, y grito de afligidos oirá.

29. Y él dará reposo, ¿y quién condenará por malo? Y encubrirá faces, ¿y quién mirará a él? Y sobre gentes y sobre hombres juntamente.

30. De reinar hombre hipócrita, de estropiezos de pueblo.

31. Porque a Dios decir: Alcé, no corromperé.

32. No harto miré, tú me enseñas; si maldad obré, no añadiré.

33. ¿Por ventura de ti acabará ella, que abominaste, que tú elegiste, y no yo? ¿Y qué supiste hablar?

34. Hombres de corazón dirán a mí, y varón sabio oyente de mí.

35 Job no en sciencia hablará, y hablas suyas no en entendimiento.

36. ¡Padre mío! ¡Sea probado Job acabadamente, para respuestas en hombres de maldad!

37. Que añadirá a pecados suyos rebelión; entre nosotros palmeará y multiplicará dichos suyos a Dios.