Fábulas
Humoradas
Al señor don Marcelino Menéndez Pelayo
- I -
La niña es la mujer que respetamos
- II -
Según
creen los amantes
- III -
Al pintarte el amor
que por ti siento
- IV -
Te
sueles confesar con tu conciencia
- V -
Algún día, a pesar de tus
encantos
- VI -
Ser fiel, siempre que quieres, es tu lema
- VII -
Aunque
el amor suele morir de hartura
- VIII -
No te ablandes oyendo sus acentos
- IX
-
Aunque tú
por modestia no lo creas
- X -
Todo en amor es triste
- XII -
Te
vas a confesar, y el cura dice
- XIII -
Si
la codicia de pedir es mucha
- XIV -
El amor es un himno permanente
- XV -
Miré... pero
no he visto en parte alguna
- XVI -
Cual todas, tú pretendes, como Elena
- XVII -
Ese ilustre mortal
lleno de hastío
- XIX -
Purifica el olor de la opulencia
- XX -
Tengo, Amalia, un
secreto aquí escondido
- XXI -
Es tu historia en mi vida entremezclada
- XXIII -
Te casaste y... ¿lo
ves? Ya te decía
- XXIV -
Si no quieres tu paz ver alterada
- XXV -
¿Por
qué amé a aquella pórfida? Lo ignoro
- XXVI -
¡Bella estación! Todo a gozar convida
- XXVII -
Al decirte hoy adiós, Hortensia
mía
- XXXI -
¡Qué
formas de belleza soberana
- XXXIX -
Te morías por él, pero es
lo cierto
- XL -
La desgracia es precisa
- XLI -
Ya
no leo ni escribo más historia
- XLII -
No insultes el pudor en mi presencia
- XLV -
Procura
hacer, para apoyar la frente
- XLVI -
Sé firme en esperar, que de este
modo
- XLIX -
Le eres
fiel, mas ya cuenta cierta historia
- L -
¡Necio soy! Con inútiles
medidas
- LI -
Poniéndose y quitándose alfileres
- LII -
Los mortales son siempre
los mortales
- LIII -
Se jura amar una existencia
entera
- LIV -
¡Igualdad y miseria!
Como todo
- LV -
Egoísta
y falaz, siempre he creído
- LVI -
Conocerás,
lector, por tu conciencia
- LVIII -
¿Qué
es de tu amor? -No sé. Le di mi mano
- LIX -
Se
oye a los seres que nos son queridos
- LX -
Háblame más...
y más... que tus acentos
- LXIV -
Sé que al morir
para alcanzar la gloria
- LXVI -
Hay
quien es, aunque alegre y casquivana
- LXIX -
Ya
sé, ya sé, que con formal empeño
- LXX -
Renovando
mis tiernas emociones
- LXXI -
Como oye hablar del hecho hasta el abuso
- LXXII -
Preguntas
¿qué es amor? Es un deseo
- LXXVI -
¿Qué
placer hay tras el amor primero?
- LXXX -
La conciencia, al final de nuestra vida
- LXXXII -
Aunque es la infiel más pecadora
que Eva
- LXXXV -
La gloria vale poco ante la historia
- XCI -
¡Sufre! ¡Sufre! ¡Traidora
que abomino!
- XCII -
Las Gracias fueron
tres sin duda alguna
- XCV -
Mártir
en lo pasado, ya inclemente
- XCVI -
¡Falsa! Al hablarme, una ilación
extraña
- XCIX -
He amado a esa mujer
de tal manera
- C -
¡Qué bien has aprendido en tu provecho
- CI -
¿Es sueño, o realidad, lo que he vivido?
- CII -
Siempre es para vosotras peligroso
- CIII -
Yo suelo con tu nombre, niña hermosa
- CIV -
Tus ojos, con que
el alma nos sondeas
- CV -
En novelas de amor el sentimiento
- CVI -
No le gusta el placer
sin violencia
- CVII -
Tan grande es tu virtud que estoy seguro
- CIX -
Feliz si en tu semblante
aun ve tu esposo
- CX -
¿Por qué se olvidaría la
escritura
- CXI -
Al
darme la postrera despedida
- CXII -
¡Es un sueño de amor su triste
historia!
- CXIII -
Lleva el bien del palacio a la cabaña
- CXIV -
Hay seres con el alma
más pesada
- CXV -
Te sobra corazón, y, siempre amante
- CXX -
Cuanta
es mayor por ti mi idolatría
- CXXI -
Quise un día
pintarte en mi embeleso
- CXXIV -
¡Dichoso ser! ¡Muere con el consuelo
- CXXVI -
Ahora
que a hablar de su virtud comienza
- CXXIX -
Mientras
de unirme a ti se acerca el día
- CXXX -
La que ama un ideal,
y sube... y sube...
- CXL -
Una vieja muy fea,
me decía
- CXLI -
Yo creo al contemplarte tan hermosa
- CXLIV -
¡Cuántas
horas felices y tranquilas
- CXLVI -
¡Feliz,
quien como un canto del camino
- CXLVII -
Eres, Julia, tan bella, que estoy cierto
- CL -
No hay experiencia ni saber que impida
- CLI -
Cual la hormiga, juntamos el dinero
- CLII -
De la mujer, cual
tú, que nada espera
- CLIV -
Es
buena, pues se duerme como un leño
- CLV -
Fue causa de mis muchos
desencantos
- CLVI -
¡Quién
de su pecho desterrar pudiera
- CLIX -
Prohíbeles
tu amor con tus desdenes
- CLX -
¡Pensando en los adioses de aquel día
- CLXI -
Que
no pidas, Manuela, te suplico
- CLXII -
Vas cambiando de amor
todos los años
- CLXV -
Nunca
me hallo sin fausto ni dinero
- CLXIX -
Contra esa infiel que con rubor se aleja
- CLXX -
Voy sembrando esperanzas por los vientos
- CLXXI -
Si
aunque tierna y vivaz aun eres pura
- CLXXII -
Cuando
halla algún buen mozo que le agrada
- CLXXV -
Por
no ser natural hace, cuando ama
- CXC -
En su primera confesión a Pura
- CXCI -
Ya
sabes que aunque tanto te he querido
- CXCIV -
¿Quién puede
ser dichoso ni en la gloria
- CXCV -
Las niñas más juiciosas
y más puras
- CXCVII -
¿Me quieres? le pregunta, y ya la esposa
- CC -
Agita
tu abanico muy aprisa
- CCII -
¡Es la esencia mejor de la belleza
- CCIII -
Canta el aire, en sus
trovas misteriosas
- CCVI -
Ama con furia y odia
con tal ira
- CCIX -
Espero con gran fe, Pepita bella
- CCX -
En cuanto al bien y
al mal nada hay lejano
- CCXIV -
Al decirte hoy adiós, Hortensia mía
- CCXV -
En materia de flores y de amores
- CCXIX -
Su gracia de ángel
pasará a la historia
- CCXXV -
Por
burlarse tal vez de lo que es santo
- CCXXXIV -
Tan
grande fue, que ante él todo es pequeño
- CCXL -
En mí, cada mirada que me lanzas
- CCXLVI -
Debe el bueno sentir
que tiembla el suelo
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A esa ética feliz, la va matando A mis ruegos el céfiro sonoro A ti, ducha en amor, ya te da risa A todo ser creado A todo va la inmensidad unida; A un manzano podaba un hortelano, Agita tu abanico muy aprisa Ahora que a hablar de su virtud comienza, Al campo voy como a mi hogar primero, Al dar este abanico aire al semblante Al darme la postrera despedida, Al decirte hoy adiós, Hortensia mía, Al decirte hoy adiós, Hortensia mía, Al descender al mundo Al lado de una iglesia un olmo había, Al mostrar a esta niña encantadora, Al pintarte el amor que por ti siento, Al verte aborrecida, Alegría y tristeza Algún día, a pesar de tus encantos, Ama con furia y odia con tal ira, Aspiré a verte un día, Aún tengo confianza Aunque el amor suele morir de hartura, Aunque el hombre se aterra Aunque es la infiel más pecadora que Eva, Aunque huir de ella intento Aunque te admiro tanto, Aunque tú por modestia no lo creas, Aunque ve que la engañan con frecuencia, -¡Ay! -un dogo inocente ¡Ay! Como el cielo te ha dado ¡Ay! ¡Como el cielo te ha dado Ayer le enajenabas con tu acento; ¡Belén! para el amor no hay imposibles. ¡Bella estación! Todo a gozar convida Bien merezco, Mariana, la fortuna Bramaba el viento agitado, Busca en todo rivales tu mirada; -Calla, maldita rana-, Canta el aire, en sus trovas misteriosas, Cantando Gil, vio de un insecto el nido, Cayó; y al mes siguiente Cierra el joyero, Inés, ponte una rosa, Cierto escultor un día, Clamó un ratón sin consuelo, Colma nuestros deseos, Como los quieras complacer a tantos Como oye hablar del hecho hasta el abuso, Como te amaba tanto, Como todo es igual, siempre he tenido Con ánimos sencillos Con la faz más espantosa, Con tal que yo lo crea, Conforme el hombre avanza Conmueve de placer nuestras entrañas, Conocerás, lector, por tu conciencia, Contra esa infiel que con rubor se aleja, Convirtiendo en virtud la hipocresía, Cual la hormiga, juntamos el dinero, Cual todas, tú pretendes, como Elena, Cual tú, Mendes Leal, busqué afanado Cuando halla algún buen mozo que le agrada, Cuando oigo tus acentos Cuando se abre la tierra estremecida, Cuánta diablura te diría, cuánta, Cuanta es mayor por ti mi idolatría, ¡Cuántas horas felices y tranquilas De esa antigua coqueta la hermosura De la mujer, cual tú, que nada espera, (De los reyes con perdón) De pájaros un bando -¿De qué modo tan vario, De una mujer como Virginia, honrada, Debe el bueno sentir que tiembla el suelo Deja que mi ternura Deja que miren mi vejez cansada Dejando al tiempo que ande, Del mar en la ribera Desde que te ha sufrido, Desplumaba a una tórtola un milano, Después que nos han hecho ¡Dichoso ser! ¡Muere con el consuelo Dijo un gallo a una liebre: -¡Huye, cobarde! Egoísta y falaz, siempre he creído El amor a los niños y a las flores, El amor es un himno permanente El amor que más quiere, El corazón hacia los veinte abriles El mundo al empezar, si bien me fundo, El pobre está seguro que su perro El que sufre, lo mismo que el que adora, En continua querella, En cuanto a castidad todo la espanta; En cuanto al bien y al mal nada hay lejano; En guerra y en amor es lo primero En lo ideal mecida, En materia de flores y de amores, En mí, cada mirada que me lanzas En novelas de amor el sentimiento En su primera confesión a Pura En un vergel ameno En una jaula un ave Era un reino infeliz en donde altivo Era una yegua pía, Eres, Julia, tan bella, que estoy cierto Es buena, pues se duerme como un leño ¡Es la esencia mejor de la belleza Es la fea graciosa Es mi fe tan cumplida ¿Es sueño, o realidad, lo que he vivido? Es tan casta, que ignora de seguro Es tu historia en mi vida entremezclada ¡Es un sueño de amor su triste historia! Esa fue tan coqueta, tan coqueta, Esa mujer tan bella, Ese ilustre mortal lleno de hastío, Espero con gran fe, Pepita bella, ¡Falsa! Al hablarme, una ilación extraña Fastidiaba a una noble concurrencia Feliz si en tu semblante aun ve tu esposo ¡Feliz, quien como un canto del camino Fue causa de mis muchos desencantos, Háblame más... y más... que tus acentos Hacia el nido de un cuervo Halló al volver con otros a su tierra Hay quien es, aunque alegre y casquivana, Hay quien pasa la vida Hay seres con el alma más pesada He amado a esa mujer de tal manera, ¡Igualdad y miseria! Como todo, Imita a aquella nueva Galatea, Jamás mujer alguna Juan plantó una morera, Juntos con su padre estando La abeja, de una rama de romero La amé el año pasado, La amo poco, es verdad. Mi alma rendida, La conciencia, al final de nuestra vida, La cuna y el altar son dos moradas La desgracia es precisa La gloria vale poco ante la historia, La mujer cuando olvida es que aun aprecia. La música es el cielo prometido. La niña es la mujer que respetamos La que ama un ideal, y sube... y sube... La vida es un bostezo continuado, Las almas muy sinceras, Las Gracias fueron tres sin duda alguna: Las niñas más juiciosas y más puras, Le dieron una flor, y ahora nos cuenta Le eres fiel, mas ya cuenta cierta historia Llégame el comedero- Lleva el bien del palacio a la cabaña Los mortales son siempre los mortales. Los padres son tan buenos Los que vuestro amoroso pensamiento Mártir en lo pasado, ya inclemente Mas que cuestión de suelo Más tenaz cada día Me atrae tanto el cielo ¿Me quieres? le pregunta, y ya la esposa Me suelo preguntar de dudas lleno: Merced a tus encantos sobrehumanos -¡Mezquina es tu existencia-, Mientras de unirme a ti se acerca el día, Mientras ya me dan pena Miré... pero no he visto en parte alguna ¡Nadie sabe, mortales, ¡Necio soy! Con inútiles medidas. no advierten que han amado a un alcornoque! No escribo versos aquí No hay experiencia ni saber que impida No hay mujer que no sea, No insultes el pudor en mi presencia No le gusta el placer sin violencia; No llores y hazte cargo No olvides que a Dios plugo No pretendas mi cantar No puedo ver con ánimo sereno No rechaces tus sueños, hija mía; No te ablandes oyendo sus acentos, No temas de mi amor nada imprudente; Nos da la Iglesia el inmortal consuelo Nuestra alma ve de admiración suspensa Nunca me hallo sin fausto ni dinero, Nunca tendrán utilidad alguna, Odia esa ciencia material que enseña Odiando el matrimonio, Odio a esa infiel; mas durarán mis sañas ¡Oh! ¡Qué cosas tan tiernas te diría, ¡Oh, Isabel! ¡Cuántas veces a hurtadillas ¿Oyes, Concha, los céfiros alados Para él la simetría es la belleza, Para matar ratones ¿Para qué llevas a ese mono?, ¡estúpido! Pasando por un pueblo un maragato ¡Pensando en los adioses de aquel día, Persiguiendo un conejo de gran traza, Pinchando a sus rivales, Pocas veces te vi, pero no olvido Poniéndose y quitándose alfileres Por burlarse tal vez de lo que es santo, Por la margen de un río iba un conejo Por no ser natural hace, cuando ama, ¿Por qué amé a aquella pórfida? Lo ignoro. ¿Por qué se olvidaría la escritura Por ser tan instruida Por un gallo lo digo, Preguntas ¿qué es amor? Es un deseo Procura hacer, para apoyar la frente, Prohíbeles tu amor con tus desdenes. ¿Pues no quiere que crea Pues que tanto te admira Purifica el olor de la opulencia ¡Qué bien has aprendido en tu provecho, ¿Qué es de tu amor? -No sé. Le di mi mano -¡Qué escándalo! -en tono fiero ¡Qué formas de belleza soberana -¿Qué haremos, cuando el cielo Que no pidas, Manuela, te suplico ¿Qué placer hay tras el amor primero? ¡Quién de su pecho desterrar pudiera ¿Quién puede ser dichoso ni en la gloria Quise un día pintarte en mi embeleso, Quitó el andamio Simón Recibe, hermosa Gloria, Renovando mis tiernas emociones, Resígnate a morir, viejo amor mío. Rodeado el tío Blas de gente, Sabiendo mi virtud ¿por qué te extraña Se asombra con muchísima inocencia Se casó ayer, y hoy ya por cualquier cosa Sé firme en esperar, que de este modo Se jura amar una existencia entera, Se matan los humanos Se oye a los seres que nos son queridos Sé padre, que era un topo, Sé que al morir para alcanzar la gloria Según creen los amantes Sensible, débil, religiosa y vana, Ser fiel, siempre que quieres, es tu lema. Si a comprender aspiras Si al pasar el umbral de la existencia, Si aunque tierna y vivaz aun eres pura, Si como el héroe de la Mancha, antaño Si en amar soy prudente Si escucháis esos míseros lamentos, Si esperamos en Dios con alma honrada, Si la codicia de pedir es mucha, Si mal no lo recuerdo, Si no quieres tu paz ver alterada, Si te casas, Inés, ten por seguro Siempre es para vosotras peligroso Siempre vuela mi mente Sólo la edad me explica con certeza Su gracia de ángel pasará a la historia, ¡Sufre! ¡Sufre! ¡Traidora que abomino! Supuesto que respira Tal vez hallar consiga Tan grande es tu virtud que estoy seguro Tan grande fue, que ante él todo es pequeño, Tanto aumenta la gloria su estatura, Te advierto, ángel caído, Te casaste y... ¿lo ves? Ya te decía Te morías por él, pero es lo cierto Te sobra corazón, y, siempre amante, Te sueles confesar con tu conciencia, Te vas a confesar, y el cura dice Te vi una sola vez, pero mi mente Te vi una sola vez, pero mi mente Teme a las ilusiones; Teme más al ardor de sus sentidos Ten siempre con un manto Tengo, Amalia, un secreto aquí escondido Tiene este abanico el don Tiró Andrés una piedra a una manzana Toda cosa es nacida Toda mujer, en el amor postrero, Todo en amor es triste; Tu amor ardiente y tierno, Tu comercio de amor naturalista Tus ojos, con que el alma nos sondeas, Tuvo un reino una vez tantos beodos, -¡Ubb!! -en inocente fiesta Un beodo en una orgía, Un inválido a un médico decía: Un señor de calidad, Una col en un cercado Una sola mirada, si no es pura, Una vieja muy fea, me decía: Vas cambiando de amor todos los años, Viendo a unos aldeanos Viendo un reloj de arena, Vio Gil de un árbol caer Vive niña, advertida, Volviendo hacia su tierra Voy sembrando esperanzas por los vientos Ya no leo ni escribo más historia Ya sabes que aunque tanto te he querido Ya sé, ya sé, que con formal empeño Ya, al pretender ser tierno, Yo creo al contemplarte tan hermosa Yo sé quien, de una dicha que no alcanza Yo sé quien, de una dicha que no alcanza, Yo suelo con tu nombre, niña hermosa,
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