101
MARCHETTI, Giovanni, op. cit., pp. 116-121. Véase también LAFAYE, Jacques, Quetzalcóatl et Guadalupe. Le formation de la conscience nationale au Mexique, París, Gallimard, 1974, pp. 148-152; PACHECO, José Emilio, op. cit., p. 31.
102
GUSDORF, Georges, op. cit., pp. 112, 113.
103
Una tradición historiográfica esterotipada y aún no extinguida del todo, ha señalado que Vico, por su filosofía de la historia, fue un pensador que se adelantó a su época; que nació, vivió y murió en Nápoles, en la oscuridad y en el desconocimiento de los italianos y los demás europeos, y que no fue escuchado hasta un siglo después de su muerte en que el joven historiador francés Jules Michelet lo resucitó y dio a conocer a toda Europa. Desde hace varios decenios, diversos estudiosos de la obra de Vico se han dado cuenta que esto dista de ser exacto y que si esa explicación ha prevalecido ha sido por el desconocimiento que existía, aun en la misma Italia, de la complejidad del movimiento ilustrado en la Península; de sus raíces y facetas. En realidad Vico fue un autor profundamente apreciado en la Italia del siglo XVIII. El conocimiento de su obra comenzó poco después de su muerte en 1744. Fue estudiado y encomiado por juristas y eruditos, sobre todo de los círculos napolitanos y de los grupos de intelectuales de los estados del Papa. Ciertamente, fuera de Italia su obra -y por tanto su influencia y difusión- no se hizo sentir hasta el siglo XIX y aunque Montesquieu en su viaje por Italia adquirió un ejemplar de la Scienza Nuova y Goethe le hizo un elogio, estos fueron testimonios aislados.
Sin embargo, cabe señalar que su influencia aun en la Italia del siglo XVIII no debe ser exagerada, aunque haya sido obvia. Cuando Fausto Nicolini amplió los trabajos bibliográficos de Benedeto Croce en torno a la influencia de Vico en la Italia del XVIII (Bibliografía Vichiana, Napóles, 1947-1948), encontró la impronta de la filosofía de este autor en todos los historiadores y filósofos de la historia europea posteriores a 1750, lo que es sin duda una sobrevaloración injustificable de la obra de Vico. Empero, sus conclusiones, para el caso específico de Italia y para los historiadores que no estaban vinculados a la órbita intelectual de los philosophes (como Galiani) es evidente que sí son aceptables, y arrojan luz sobre las concepciones historicistas asimiladas por los jesuitas americanos después de 1767.
Sobre este asunto véase: MANUEL, Frank E., The Eighteenth Century Confronts the Gods, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1959, pp. 149-150; DAGEN, Jean, L'Histoire de l'Esprit Humain dans la pensée française de Fontanelle a Condorcet, Estrasburgo, Librairie Klincksieck, 1977, pp. 665-666. Una muy valiosa contribución al estudio de la influencia de Vico en la Italia de la Ilustración y el conocimiento que había de sus teorías es la de Arnaldo Momigliano, «Vico's Scienza Nuova: Roman "Bestioni" and Roman "Eroí"», en History and Theory. Studies in the Philosophy of History, V: 1 (1966), pp. 3-7. Sobre la influencia posterior de Vico puede verse el estudio ya clásico de Richard Peters, La estructura de la historia universal en Juan Bautista Vico, Madrid, Revista de Occidente, 1930, pp. 212-213.
104
WHITE, Hayden, Metahislory. The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, Baltimore, Londres, The Johns Hopkins University Press, 1973, pp. 149-150.
105
WOLFGANG GOETHE, Johann, op. cit., vol. I, p. 189.
106
MATUTE, Álvaro, Lorenzo Boturini y el pensamiento histórico de Vico, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976, pp. 59-76; LEÓN-PORTILLA, Miguel, «Estudio preliminar», en Lorenzo Boturini Benaduci, Idea de una nueva historia general de la América Septentrional, México, Editorial Porrúa, 1974, pp. XLVIII-LV.
107
Según Jules
Chaix-Ruy (J. B. Vico
et les âges de l'humanité, París,
Editions Seghers, 1967, pp.
112-113), la aceptación de las teorías viquianas en
los círculos católicos más tradicionales se
circunscribió únicamente a su providencialismo y a su
revaloración de las culturas primitivas sobre todo en lo
referente a sus mitos y religiones. Más difícil de
aceptar en estos círculos fue su teoría de las
edades, del «corso e
ricorso»
y -sobre todo- de su
cuestionamiento de la autoridad histórica de la Sagrada
Escritura. Esta aceptación parcial de su
filosofía de la historia se pone de manifiesto claramente en
la polémica entre Gian Francesco Finetti y Emmanuel Duni (el
primero era teólogo, consultor del Santo Oficio y censor de
libros, y el segundo sacerdote y profesor en la Sapienza en Roma), que se
llevó a cabo entre 1767 y 1768 en Roma. Los planteamientos
de uno y otro nos permiten conocer el grado de aceptación
que habían logrado dentro de los lineamientos de la
Ilustración cristiana en Italia las teorías
históricas de Vico. La conclusión de la
polémica la resume Chaix-Ruy en los siguientes
términos: «Estamos en 1768 en
pleno auge del Iluminismo, los sacerdotes "ilustrados",
uniéndose con los filósofos ateos, declaran su
confianza en la razón humana, y le confían el
asegurar el progreso indefinido. ¿No era útil en ese
momento recordar, como lo hacía Vico, la fragilidad de la
razón, los riesgos que corre el hombre, cuando se aparta de
lo sagrado, de pervertirse y ofuscarse en los peores
extravíos?»
Esta lección moral aparece
claramente en la obra histórica de Clavigero (Cf. MARCHETTI, Giovanni, op.
cit., pp.
69-70.)
108
MATUTE, Álvaro, (op. cit., p. 27) ha mostrado el rechazo de Clavigero al sistema histórico de Boturini, que estaba tomado de Vico. Es posible que este rechazo se deba a la oposición que existe entre la visión «agustiniana» del progreso histórico, debido a la Gracia, propia del pensamiento cristiano tradicional y que según Marchetti era el de Clavigero (op. cit., pp. 90-95) y la teoría viquiana del «corso e ricorso».
109
PETERS, Richard, op. cit., pp. 183-185.
110
Ibid., p. 186.