Acaso no es morir... ¡América! ¡América! Árbol caído, llamo yo a mi patria, Ayer... Busco un techo Cada adjetivo tiene un perfume, Como un picapedrero, tu recuerdo Cuántas veces uno amanece Desayunábamos un beso untado de angustia, Desde esta herida, Desde que asomé la cabeza, Dijo Atahualpa Yupanqui: El corazón vibra de melancolía El destino te devora a trompadas El filósofo Leibniz es un hazmerreír con su teoría: El mundo es un jardín El sol achicharra los retoños de la dictadura. El sol está en todo, El tren que me alejó de vos una tarde En el Siglo Veinte existe una especie de seres, Entonces no... Es infinita la noche y, a veces, es una gota de tinta Es probable que algún escuelero Estaba acostumbrado. Están juntos Hace tiempo divisé un horizonte, Hacedora de lágrimas, Hagamos el golpe Hoy me desperté enfermo: Incertidumbre, palabra extensa La mirada de la lluvia era evidente entonces, La orfandad de un perro sin nombre La palabra tiene su propio imperio Lapacho majestuoso de sombra vivificante. Las calles recobraron sus multitudes olvidadas, Las calles se vuelven amigas Las flores, Los represores volcaron el cáliz de vuestra sangre. Me indigno... Mis noches despobladas y negras No cualquiera, No es cuestión de respirar nada más No me lamento por haber nacido pobre No quiero saber Nuestras manos caminan Nuestro pecho es un campo herido, Pablo Neruda te seducía, Padres nuestros ¡Qué sombra espesa, Qué «días roturados» los tuyos, Quisieron amedrentarte, Sabrás que llegaste azulmente un 19 de julio Si uno se dejase Sí, me dije y rompí con mi alma; «Siempre habrá poesía», poetizó Bécquer Siempre te veo igual, Te hablo en medio de la lluvia, Tiene los sesos transpirados Todo cabe en tu poesía: Toma tu barro... Tové tohypyi pe nde ha'í kuatiá mboypýri, Un hombre tallado por los sufrimientos, Unas manos crueles coronan Vuelves de una noche larga, Ya volveremos cantando Yo asistí a la podación fraudulenta Yo te celebro, Yo te encontré, muchacha tierna,
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