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31

Véase «La censura de prensa en los años cuarenta», recogido en el volumen misceláneo del mismo título ya citado.

 

32

Miguel Delibes: «Una interpretación de "Nada"», en La censura..., op. cit., p. 80.

 

33

Véase la nota 22, en la que indico estados predecesores de un par de capítulos de la novela. A ellos ha de añadirse otro texto que puede considerarse precedente de la ideación general de Los santos inocentes. Se trata del relato monologado «Las visiones», que cierra La mortaja (1970), en el que aparece la figura del acompañante de los cazadores foráneos.

 

34

De «pinceladas» califica el propio escritor estas referencias a la guerra en sus obras anteriores, y a propósito de Sisí aclara que «no entré en el problema de la guerra civil, ni lo pretendí». Porque, añade, «meterse en el 53 a hacer una novela de la guerra objetivamente hubiera sido difícil» (en Alonso de los Ríos: op. cit., p. 481).

 

35

Alonso de los Ríos: op. cit., p. 50.

 

36

Al fenómeno que padece Gervasio se lo denomina de diferentes maneras. La más abundante es ostento (pp. 25, 37, 54, 151, 185, 187, 252, 257, 274, 275, 318, 335, 432), y le siguen en frecuencia repeluzno (pp. 27, 110, 151, 154, 251, 256, 278, 311, 329, 359, 364), crispadura (pp. 194, 251, 256, 275, 278, 329, 335, 360) y horripilación (pp. 140, 231, 278, 278, 433). A veces se utiliza el término escarapelar (pp. 16, 103, 184, 274), en un par de ocasiones se habla de signo (pp. 151, 359) y una solitaria vez se emplea transporte (p. 189), erizamiento (p. 318) y espeluzados bracitos (p. 21).

 

37

C. Alonso de los Ríos: op. cit., p. 59.

 

38

Así lo confiesa a Alonso de los Ríos: «[...] lo que cuento [...] se trataba de una obsesión real, de forma que los que han dicho que esta novela es mala, porque el problema del muchacho es inverosímil a esa edad, se equivocan. Tendrían razón si se tratara de un muchacho normal, pero en uno con tendencias neuróticas (como sin duda era yo), ya no resulta inverosímil» (p. 113).

 

39

A pesar de ser Delibes persona tan recatada y discreta, auténtica contrafigura del artista bohemio, no es esta la primera vez que el pronombre personal o el adjetivo posesivo de primera persona aparecen en el título de sus obras. Ya hemos citado USA y yo y Un año en mi vida, y puede agregarse Mi mundo y el mundo, que no conozco. También figura en el rótulo de su discurso académico.

 

40

Hemos de advertir, de paso, que esa manera entre desenfadada, antiespeculativa, ágil y cordial de narrar sus experiencias en la naturaleza constituye todo un acierto, porque es la más adecuada para alguien que siempre ha expresado sus reservas sobre su condición de intelectual. Lo que no es obstáculo para que con ese castellano sobrio y natural, rico pero no artificioso, tan suyo, haga llegar al lector verdades hondas y observaciones perspicaces. Esta sencillez en el decir, este antirretoricismo es la gentileza del atento observador que siempre ha sido Delibes.