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Iglesia del Carmen en Manresa

Cayetano Cornet y Más





[El milagro de la luz]


En el arco del ábside de la referida iglesia se ven pintados en su vértice tres rayos de luz con esta inscripción: LUMEN LUXIT IN HOC HABITACULO 1375. —84—

Lo propio está que los tres rayos se refieren al siguiente milagroso suceso.

Hallándose la ciudad en entredicho1 con motivo de la construcción de la acequia, como se verá al tratar de esta maravillosa obra, sucedió que  a las 9 de la mañana del día 21 de febrero de 1345, mientras una gran parte de los  habitantes de la ciudad estaba  esparcida por los campos, y otra en sus respectivas industrias, apareció en dirección de la montaña de Montserrat un resplandeciente globo de luz, cuyo brillo, dicen, ofuscó el del sol, a pesar de hallarse enteramente despejada la atmósfera.

Pronto aparecieron las calles, plazas, terrados, balcones y ventanas llenos de millares de espectadores, atónitos todos y admirados de ver aquel extraordinario fenómeno que con majestuosa pausa se dirigía a dicha iglesia del Carmen, en cuyo interior penetró por una de las ventanas de la fachada, yendo a parar en el arco del ábside que hemos mencionado. Al llegar allí se dividió en tres rayos, uno de los cuales se dirigió a la capilla de la Sma. Trinidad, que es la tercera a mano izquierda, la cual el P. Romeo Saclosa, religioso carmelita que la edificara, quería dedicarla a san Simón y san Judas Tadeo, apóstoles. El otro rayo fue a parar a la de san Salvador2, que se halla enfrente de la Santísima Trinidad, en la que se venera la imagen de un santo Cristo, a la que tienen gran devoción los labradores de la comarca, sacándola en procesión para implorar el favor del cielo en sus necesidades agrícolas, y para cuyo culto se estableció una cofradía bajo el título de san Salvador, y el tercero al altar mayor. Al cabo de un —85— rato se unieron las tres luces en el altar de la santísima Trinidad, dividiéndose de nuevo, y volviéndose a unir dos veces más.

Con motivo del entredicho en que siete años ha se hallaba la ciudad, no podían celebrarse públicamente los divinos oficios, y solo en las parroquias foráneas era permitido enterrar a los difuntos de Manresa. Las campanas estaban mudas, y ninguna señal de culto exterior daba la ciudad, cuando el sonido de la del Carmen, llamó la atención de los religiosos del convento, que retirados en una capilla reservada del claustro, estaban rezando los divinos oficios. Acto continuo pasaron a la iglesia, y a vista del prodigio, revistióse el padre Prior con capa pluvial, y precediendo a la Comunidad la cruz y ciriales, se dirigió procesionalmente a la capilla  de la santísima Trinidad, donde cantaron el Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu3, y después de entonada la Salve Regina, salióse de la iglesia la milagrosa luz, de la misma manera que había entrado, desapareciendo en la montaña de Montserrat, en cuyo momento cesó de tocar la campana.

A vista de tal suceso, despachó in continenti4 la ciudad un síndico al obispo de Vich y de Manresa, D. Galcerán Sacosla, que se hallaba de visita en san Poncio, lugar situado entre san Pedro y Sellent. Al saber el prodigio el referido prelado, arrodillóse juntas las manos y llorosos los ojos, dice el padre Roig y Gelpí que pronunció las siguientes palabras: «No permita Dios omnipotente, ni sea de su agrado, que tenga yo más tiempo5  a —86— esta ciudad descomulgada y entredicha; antes, pues el omnipotente Dios ha sido servido de manifestarle un tan soberano misterio, y enviarle con tanta claridad tan arcana e inefable noticia y evidencia, yo la quiero absolver, como desde ahora la absuelvo, que si es verdad que por espacio de siete años la he tenido cubierta con temeroso velo de entredicho, quiero que de hoy adelante esté en mi gracia; pues que de Dios Nuestro Señor la ha tenido con tan singular y lucido prodigio».

Para que se pudiese dar fe de tan notable proceso, se abrió información judicial recibida de 60 y tantos testigos (el padre Roig dice más de 300 personas), la cual autorizó el notario de la escribanía pública Pedro de Pulcro-Solano en 1345, la que se remitió al papa Clemente VI que tenía su silla en Aviñón de Francia.

Esto refuta lo que dice el padre Villanueva en la pág. 184 del tomo VII de su Viaje literario a las iglesias de España, quien extraña que no se legalizase el proceso por ningún notario público, calificando además de calumnia muy grosera y sin pruebas en la historia el que descubriese Dios la inocencia de la ciudad en el referido entredicho.

Dícese que semejante suceso causó la muerte al referido prelado, cuyo fallecimiento tuvo lugar el día 8 de abril de 1345.

En 27 de mayo de 1347, el referido papa Clemente VI, expidió una bula erigiendo una cofradía en honor a la santísima Trinidad, a la que concedió varias indulgencias para diferentes festividades del año, cuyas constituciones confirmó en 1379 el rey D. Pedro de Aragón. —87—

En memoria de tan maravilloso suceso celébrase  todos los años, y con asistencia del cuerpo municipal, y  antes de los ilustres concelleres, una solemnísima fiesta, en cuya misa mayor, que es votiva de Trinitate, canta el subdiácono la epístola: Surge illuminare Jerusalem6, y el diácono el evangelio In principio erat Verbum, asiste una buena orquesta y hay sermón. Por la larde tiene lugar una lucida procesión que recorre las principales calles de la ciudad.

A fin de disimular el referido señor Villanueva la prueba tradicional de ese maravilloso hecho, no halla escrúpulo en hacer cómplice a la santa Sede de la canonización de una mentira, y dice: «En Roma ya se sabe que suelen dejarse correr con disimulo y tolerancia las tradiciones del vulgo que no se oponen a la piedad».

Para más perpetuar la memoria de este suceso, no solo se pintaron los mencionados rayos, y se marcó el óvalo construido en el puente donde entró y salió la celestial luz con las palabras7: Lux orla est eis, sino que se hicieron pintar unos grandes cuadros al óleo que representan tan milagroso hecho, los cuales todavía se conservan en la expresada capilla de la  Santísima Trinidad.

La insigne campana, que maravillosamente tocó el día del relatado portento, fue refundida en otra, que aún existe en la torre de la iglesia, a la que para autenticidad se grabaron estas palabras: Esta campana, que fou la del miracle de la llum, fou renovada en juriol, essent prior lo pare M. Pau Rosell, any 1621. Véase para más detalles la Relación histórica de la venida de la santa luz, publicada en 1853, que se vende en la imprenta de Abadal, plaza del Olmo.





FUENTE

Cornet y Mas, Cayetano (1860), Guía de viajero en Manresa y Cardona. Descripción de todo lo notable en ambas poblaciones, Imprenta de Vicente Magriñá. Calle Arco de S. Silvestre, 4, pp. 84-87.



Edición: Pilar Vega Rodríguez.



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