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ArribaAbajoActo V1151 1152


Escena I

 

(Mantua. Una calle.)

 
 

(Entra ROMEO.)

 

ROMEO.-  Si puedo confiar en la propicia muestra del1153 sueño1154, mis sueños me anuncian una próxima dicha1155. Ligero1156 sobre su trono reposa el señor de mi pecho1157 y todo el día una1158 extraña animación, en alas de risueñas ideas, me ha mantenido en un mundo superior. He soñado que llegaba mi bien y me encontraba exánime, (¡extraño sueño, que deja a un muerto la facultad de pensar!) y que sus besos inspiraban tal vida en mis labios, que volví en mí convertido en emperador1159. ¡Oh cielos! ¡Qué dulce debe ser la real posesión del amor, cuando sus solos reflejos tanta ventura atesoran!

 

(Entra BALTASAR.)1160

 

¡Nuevas de Verona! -¿Qué hay, Baltasar? ¿No me traes cartas del monje? ¿Cómo está mi dueño? ¿Goza mi padre salud? ¿Va bien mi Julieta?1161 Te vuelvo a preguntar esto, porque nada puede ir mal si lo pasa ella bien.

BALTASAR  Pues que bien está ella, nada malo puede existir. Su cuerpo reposa en el panteón de los Capuletos y su alma inmortal mora con los ángeles. Yo la he visto depositar en la bóveda de sus padres y tomé la posta al instante para anunciároslo. ¡Oh, señor! Perdonadme por traer esta funesta noticia1162; pues que es el encargo que me dejasteis.

ROMEO.-  ¿Es lo cierto? Pues bien, astros, yo os hago frente1163. -Tú sabes dónde vivo, procúrame tinta y papel y alquila caballos de posta: parto de aquí esta noche1164.

BALTASAR.-  Excusadme, señor, no puedo dejaros así1165 1166. -Vuestras pálidas y descompuestas facciones vaticinan una desgracia.

ROMEO.-  ¡Bah! Te engañas. Déjame y haz lo que te he mandado. ¿No tienes para mí ninguna carta del padre?

BALTASAR.-  No, mi buen señor.

ROMEO.-  No importa: vete y alquílame los caballos; me reuniré contigo sin demora.

 

(Vase BALTASAR.)

 

Bien, Julieta, reposaré a tu lado esta noche. Busquemos el medio1167. ¡Oh, mal! ¡Cuán dispuesto te hallas para entrar en la mente del mortal desesperado! Me viene a la idea un boticario1168 -por aquí cerca vive; -le vi poco ha, el vestido andrajoso, las cejas salientes, entresacando simples: su mirada era hueca, la cruda miseria le había dejado en los huesos. Colgaban de su menesterosa tienda una tortuga, un empajado caimán1169 y otras pieles de disformes anfibios: en sus estantes, una miserable colección1170 de botes vacíos, verdes vasijas de tierra, vejigas y mohosas simientes, restos de bramantes y viejos panes de rosa se hallaban a distancia esparcidos para servir de muestra. Al notar esta penuria, dije para mí: Si1171 alguno necesitase aquí1172 una droga cuya venta acarrease sin dilación la muerte en Mantua, he ahí la morada de un pobre hombre que se la vendería. ¡Oh! Tal pensamiento fue sólo pronóstico de mi necesidad. Sí, ese necesitado tiene que despachármela. A lo que recuerdo, ésta debe ser la casa. Como es día de fiesta, la tienda del pobre está cerrada. -¡Eh, eh! ¡Boticario!

 

(Aparece el BOTICARIO.)1173

 

BOTICARIO.-  ¿Quién llama tan recio?

ROMEO.-  Llégate aquí, amigo. Veo que eres pobre; toma, ahí tienes cuarenta ducados. Proporcióname una dosis de veneno, sustancia, de tal suerte activa1174 1175, que se esparza por las venas todas1176 y el cansado de vivir que la tome caiga muerto; tal, que haga perder al pecho la respiración con el propio ímpetu con que la eléctrica, inflamada pólvora sale del terrible hueco, del cañón.

BOTICARIO.-  Tengo de esos mortíferos venenos; pero la ley de Mantua castiga de muerte a todo el que los vende.

ROMEO.-  ¿Y tú, tan desnudo y lleno de miseria, tienes miedo a la muerte? El hambre aparece en tus mejillas, la necesidad y el sufrimiento mendigan en1177 tus ojos1178, sobre tu espalda cuelga la miseria en andrajos1179 1180. Ni el mundo, ni su ley son tus amigos; el mundo no tiene ley ninguna para hacerte rico; quebranta, pues, sus prescripciones; sal de miserias, y toma esto.

BOTICARIO.-  Mi pobreza, no mi voluntad, lo acepta.

ROMEO.-  Pago1181 tu pobreza, no tu voluntad.

BOTICARIO.-  Echad esto en el líquido que tengáis a bien, apurad la disolución y aunque tuvieseis la fuerza de veinte hombres daría cuenta de vos en el acto.

ROMEO.-  Ahí tienes tu oro, veneno más funesto para el corazón de los mortales, causante de más homicidios en este mundo odioso que esas pobres misturas que no tienes permiso de vender. Yo te entrego veneno, tú a mí ninguno me has vendido. Adiós, compra pan y engórdate. -¡Ven, cordial, no veneno! Ven conmigo al sepulcro de Julieta; pues en él es donde debes servirme.



Escena II1182 1183

 

(La celda de FRAY LORENZO.)1184(Entra FRAY JUAN.)1185

 

FRAY JUAN.-  ¡Hermano francisco, reverendo padre, eh!1186

 

(Entra FRAY LORENZO.)

 

FRAY LORENZO.-  Ésta es, sí, la voz de Fray Juan. -Bienvenido de Mantua1187. ¿Qué dice Romeo? [Si se expresa por escrito, dadme su carta.]

FRAY JUAN .-  Buscando, para acompañarme, un hermano descalzo, miembro de nuestra orden, que se hallaba visitando los enfermos de esta población1188, al dar con él, los inspectores de la ciudad, sospechando que estábamos en un convento1189 donde reinaba el mal contagio, cerraron las puertas y no quisieron dejarnos salir. Así, pues, mi viaje a Mantua quedó allí en suspenso1190.

FRAY LORENZO.-  Entonces ¿quién llevó mi carta a Romeo?

FRAY JUAN.-  Aquí vuelve, no pude mandarla1191 [ni encontrar un mensajero que te la1192 trajera. ¡Tanto miedo infundía a todos1193 el contagio!]

FRAY LORENZO.-  ¡Funesta contrariedad! Lo juro por nuestra orden, no era una carta insignificante1194; por el contrario, abrazaba un encargo de suma cuenta, y su demora puede acarrear gran peligro. Ve, Fray Juan, procúrame una barrena y tráela sin dilación a mi celda.

FRAY JUAN.-  Voy a traértela, hermano. (Vase.) 

FRAY LORENZO.-  Ahora, preciso es que me dirija solo al panteón. Dentro de tres horas despertará la bella Julieta1195 y me colmará de maldición porque Romeo no ha sido instruido de estos percances. Pero yo escribiré de nuevo a Mantua y guardaré a la joven en mi celda hasta que vuelva su esposo. ¡Pobre cadáver viviente, encerrado en el sepulcro de un muerto! (Se retira.) 



Escena III1196 1197

 

(Un cementerio, en medio del cual se alza el sepulcro de los Capuletos.)1198(Entra PARIS, seguido de su PAJE, que trae una antorcha y flores.)1199

 

PARIS.-  Paje, dame la antorcha. Retírate, y manténte a distancia. -No, apágala1200; pues no quiero ser visto. Tiéndete allá, al pie de esos sauces1201 1202, manteniendo el oído pegado en la cavernosa tierra; de este modo, ninguna planta hollará el suelo del cementerio (ya flojo y movible, a fuerza de abrirse en él sepulturas) sin que la oigas: en tal caso, me silbarás, siendo indicio de que sientes aproximarse a alguno. Dame esas flores. Anda, haz lo que te he dicho.

PAJE.-   (aparte.)1203 Medio amedrentado estoy de quedarme aquí solo, en el cementerio; sin embargo, voy a arriesgarme. (Se aleja.)1204 

PARIS.-  Dulce flor, yo siembro de flores tu lecho nupcial1205. 1206Querida tumba, que contienes en tu ámbito la perfecta imagen de los seres eternales, bella Julieta, que moras con los ángeles, acepta esta última ofrenda de mis manos; ellas, en vida te respetaron, y muerta, con funeral celebridad adornan tu tumba1207 1208.

 (Silba el PAJE.)  El paje da aviso; alguno se acerca. ¿Qué pie sacrílego yerra por este sitio, en la noche presente, turbando mis ceremonias, las exequias1209 del fiel amor? ¿Con una antorcha? ¡Cómo! -Noche, vélame un instante. (Se aparta.)1210 

 

(Entra1211ROMEO, seguido de BALTASAR, que trae una antorcha, un azadón, etc.)1212 1213

 

ROMEO.-  Dame acá ese1214 azadón y esa barra de hierro1215. Ten, toma esta carta; mañana temprano cuida de entregarla a mi señor y padre. Trae acá la luz. Bajo pena de vida te prevengo que permanezcas a distancia, sea lo que quiera lo que oigas o veas, y que no me interrumpas en mis actos. Si bajo a este lecho de muerte, hágolo en parte para contemplar el rostro de mi adorada; mas sobre todo, para quitar en la tumba del insensible dedo de Julieta un anillo precioso, un anillo que debe servirme para una obra importante1216. Aléjate pues, vete. -Y haz cuenta que si, receloso, vuelves atrás para espiar lo que en lo adelante tengo el designio de llevar a cabo, ¡por el cielo!, te desgarraré pedazo a pedazo y sembraré este goloso suelo con tus miembros. Como el momento, mis proyectos son salvajes, feroces1217; mucho más fieros, más inexorables que el tigre hambriento o el mar embravecido.

BALTASAR1218.-  Quiero irme, señor, y no turbaros.

ROMEO.-  Haciéndolo, me probarás tu adhesión1219. Toma esto. Vive y sé dichoso, buen hombre, y adiós.

BALTASAR1220.-   (para sí.)1221 Por todo eso mismo1222 voy a ocultarme en las cercanías. Sus miradas me inquietan y recelo de sus intenciones.

(Se esconde cerca.)

ROMEO.-  ¡Oh! Tú, abominable seno, vientre de muerte1223, repleto del más exquisito bocado de la tierra, de este modo haré que se abran tus pútridas quijadas; (Desencajando la puerta del monumento.)1224te sobrellenaré a la fuerza de más alimento1225.

PARIS.-  Es ese proscrito, altanero Montagüe, que dio muerte al primo de Julieta, por cuyo pesar, según dicen, murió la graciosa joven. Aquí viene ahora1226 a inferir a los cadáveres algún bajo ultraje. Voy a echarle mano. (Se adelanta.)1227 

Cesa en tu afán impío, vil Montagüe: ¿cabe proseguir la venganza más allá de la muerte? Miserable proscrito, arrestado quedas: obedece y sígueme; pues es preciso que mueras.

ROMEO.-  Sí, indispensable es, y por ello vengo a este sitio. -Noble y buen mancebo, no tientes a un hombre desesperado; huye de aquí y déjame. Piensa en esos1228 muertos y dente pavor. Suplícote, joven, que no cargues1229 mi cabeza con un nuevo pecado impeliéndome a la rabia. ¡Oh!, vote. Por Dios, te amo más que a mí mismo; pues contra mí propio vengo armado a este lugar. No tardes, márchate: vive, y di, a contar desde hoy, que la piedad de un furioso te impuso el huir.

PARIS.-  Desprecio tus1230 exhortaciones1231 1232 y te echo mano1233 aquí como a un malhechor.

ROMEO.-  ¿Quieres provocarme? Pues bien, mancebo, mira por ti.

(Se baten.)1234

PAJE1235.-  ¡Oh Dios! Se baten. Voy a llamar la guardia.

 

(Vase el PAJE.)1236

 

PARIS.-  ¡Ah! ¡Muerto soy! (Cae.)1237  Si hay piedad en ti, abre la tumba y ponme al lado de Julieta. (Muere.)1238 

ROMEO.-  Sí, por cierto, lo haré. -Contemplemos su faz1239 1240. ¡El pariente de Mercucio, el noble conde Paris! -¿Qué dijo Baltasar mientras cabalgábamos, en esos instantes en que mi alma agitada no le ponía atención? Me contaba, creo, que Paris debía haberse casado con Julieta. ¿No dijo eso? ¿O lo habré yo sonado?, ¿o es que, demente, así me lo imaginé al oír hablar de ella? -¡Oh, dame tu mano, tú, lo mismo que yo, inscrito en el riguroso libro de la adversidad! Voy a sepultarte en una tumba esplendente. ¿Una tumba? ¡Oh! no, una gloria1241, asesinado joven; pues en ella reposa Julieta1242, y su belleza trueca esta bóveda en una luminosa mansión1243 de fiesta.  (Dejando a PARIS en el monumento.)1244 Muerte1245, yace ahí enterrada por un muerto1246. -¡Cuántas veces los hombres, a punto de morir, han sentido regocijo! ¡El postrer relámpago vital, cual dicen sus asistentes! Mas1247 ¿cómo llamar a lo que siento un relámpago?1248 1249 -¡Oh! Amor mío, esposa mía! La muerte, que ha extraído la miel de tu aliento, no ha tenido poder aún sobre tu hermosura; no has sido vencida: el carmín, distintivo de la belleza, luce en tus labios y mejillas1250, do aún no ondea la pálida enseña de la muerte. -¿Ahí, tú, Tybal, reposando en tu sangrienta mortaja?1251 ¡Oh! ¿qué mayor servicio puedo ofrecerte que aniquilar con la propia mano que tronchó tu juventud la juventud del que fue tu enemigo? ¡Perdóname, primo! -Amada Julieta, ¿por qué luces tan bella aún?1252 ¿Debo creer que el fantasma1253 de la muerte se halla apasionado1254 y que el horrible, descarnado monstruo te guarda aquí, en las tinieblas, para hacerte su dama? Temeroso de que sea así, permaneceré a tu lado eternamente y jamás tornaré a retirarme de este palacio1255, de la densa noche1256. Aquí1257, aquí voy a estacionarme con los gusanos, tus actuales doncellas; sí, aquí voy a establecer mi eternal permanencia1258, a sacudir del yugo de las estrellas enemigas este cuerpo cansado de vivir1259. -¡Echad la postrer mirada, ojos míos! ¡Brazos, estrechad la vez última! Y vosotros, ¡oh labios!, puertas de la respiración, sellad con un ósculo legítimo un perdurable pacto con la muerte monopolista! -Ven, amargo conductor1260 1261; ven, repugnante guía! ¡Piloto desesperado, lanza ahora de un golpe, contra las pedregosas rompientes, tu averiado1262, rendido bajel! ¡Por mi amor! - (Apura el veneno.)1263 ¡Oh, fiel boticario! Tus drogas son activas. -Así, besando muero. (Muere.)1264 

 

(Aparece FRAY LORENZO por el otro extremo del cementerio, con una linterna, una barrena y una azada.)1265

 

FRAY LORENZO.-  ¡San Francisco, sé mi auxiliar! ¡Cuántas veces, esta noche, han tropezado contra tumbas mis añosos pies! -¿Quién está ahí? ¿Quién es el que hace compañía a los muertos a hora tan avanzada?1266 1267

BALTASAR.-  Él que está aquí es un amigo, uno que os conoce bien.

FRAY LORENZO.-  ¡Dios os bendiga! Decid, mi buen amigo, ¿qué antorcha es aquella que inútilmente presta su luz a los gusanos y a los cráneos sin ojos? A lo que distingo, arde en el sepulcro de los Capuletos.

BALTASAR.-  Así es, reverendo padre; y allí está mi señor, una persona a quien estimáis1268.

FRAY LORENZO.-  ¿Quién es?

BALTASAR.-  Romeo.

FRAY LORENZO.-  ¿Cuánto hace que est a ahí?

BALTASAR.-  Una media hora larga.

FRAY LORENZO.-  Ven conmigo al panteón.

BALTASAR.-  No me atrevo, señor; mi amo cree que he dejado este sitio y me amenazó de un modo terrible con la muerte si permanecía para espiar sus intentos1269.

FRAY LORENZO.-  Quédate, pues1270; yo iré solo. -Me asalta el miedo; ¡oh!, mucho me temo un siniestro1271 accidente.

BALTASAR.-  Mientras dormía aquí, bajo estos sauces1272, soñé que mi señor se batía con otro hombre1273 y que mi amo había matado a éste1274.

FRAY LORENZO.-   (adelantándose.)1275 ¡Romeo! -¡Ay!, ¡ay!, ¿qué sangre es ésta que mancha el pétreo umbral de este sepulcro?1276 ¿Qué indican estos perdidos, sangrientos aceros, empañados, por tierra en tal sitio de paz? (Entra en el monumento.)1277 

¡Romeo! ¡Oh!, ¡pálido está! -¿Otro aún? ¡Cómo! ¿Paris también? ¡Y bañado en su sangre! ¡Ah!, ¿qué desapiadada hora es culpable de este lamentable suceso?

 

(Despierta JULIETA.)1278

 

JULIETA.-  ¡Oh, padre caritativo! ¿Dónde está mi dueño? Recuerdo bien el sitio en que debía despertarme; sí, en él me hallo. -¿Dónde está mi Romeo?

 

(Ruido al exterior de la escena.)1279

 

FRAY LORENZO.-  Oigo ruido. -Señora, deja este antro de muerte, de contagio, de sueño violento1280. Un poder superior, al que no podemos resistir, ha desconcertado nuestros designios. Ven, sal de aquí; tu esposo yace ahí, a tu lado, sin vida, y Paris también. Ven, yo te haré entrar en una comunidad de santas religiosas. No tardes con preguntas, pues la ronda1281 se acerca. Ven, sal, buena Julieta.  (Ruido otra vez.)1282  -No me atrevo a permanecer más tiempo. (Vase.)1283 

JULIETA.-  Sal, aléjate de aquí; pues yo no quiero partir. ¿Qué es esto? ¿Una copa comprimida en la mano de mi fiel consorte?1284 El veneno, lo veo, ha causado su fin prematuro. -¡Oh! ¡Avaro! ¡Tomárselo todo, sin dejar ni una gota amiga para ayudarme a ir tras él!1285 1286 -Quiero besar tus labios; acaso exista aún en ellos un resto de veneno que me haga morir, sirviéndome de cordial.  (Lo besa.)1287  ¡Tus labios están, calientes!

PRIMER GUARDIA .-   (desde el exterior de la escena.)1288 Condúcenos, muchacho. ¿Por dónde es?

JULIETA.-  ¿Ruido? Sí. Apresurémonos pues. -¡Oh, dichoso puñal!  (Apoderándose del puñal de ROMEO.)1289  Esta es1290 tu vaina;  (Se hiere.)1291  enmohece1292 1293 en ella y déjame morir.

 

(Cae sobre el cuerpo de ROMEO, y muere.)1294 1295

 
 

(Entra la ronda, guiado por el PAJE de PARIS.)

 

PAJE.-  Éste es el sitio; ahí donde arde la antorcha.

PRIMER GUARDIA.-  El suelo está lleno de sangre; id, buscad algunos de vosotros por el cementerio, echad mano a quien quiera que encontréis.

 

(Vanse algunos.)1296

 

¡Lastimoso cuadro! He ahí al conde asesinado y a Julieta manando sangre, caliente y apenas desfigurada1297; ella, hace dos días dejada aquí sepulta. -Id a instruir al príncipe; -corred a casa de los Capuletos, -poned en pie a los Montagües. -Inquirid algunos de vosotros.

 

(Vanse otros guardias.)1298

 

Vemos el lugar en que tales duelos tienen asiento, pero lo que realmente ha dado lugar a estos duelos deplorables no podemos verlo sin informes1299.

 

(Vuelven algunos de los guardias con BALTASAR.)1300

 

SEGUNDO GUARDIA.-  Aquí tenéis al criado de Romeo, le hemos hallado en el cementerio.

PRIMER GUARDIA1301.-  Tenedle a recaudo mientras llega aquí el príncipe.

 

(Entra otro guardia con FRAY LORENZO.)

 

TERCER GUARDIA.-  Ved un monje que tiembla, suspira y llora. Le hemos quitado este azadón y esta barra1302 cuando venía de esa parte del cementerio.

PRIMER GUARDIA.-  ¡Grave sospecha!1303 Retened al monje también1304.

 

(Entran el PRÍNCIPE y su séquito.)1305

 

PRÍNCIPE.-  ¿Qué infortunio ocurre a tan primera hora, que nos arranca de nuestro matinal reposo?

 

(Entran CAPULETO, LADY CAPULETO y otros.)1306

 

CAPULETO.-  ¿Qué es lo que pasa, que así alborotan1307 por fuera?

LADY CAPULETO.-  Unos1308 gritan en las calles, ¡Romeo!; otros, ¡Julieta! otros, ¡Paris!, y todos corren con gran vocería hacia el panteón de nuestra familia.

PRÍNCIPE.-  ¿Qué alarma es ésta que ensordece1309 nuestros1310 oídos?

PRIMER GUARDIA.-  Augusto señor, el conde Paris yace asesinado ahí, Romeo sin vida, y Julieta, de antemano muerta, caliente aún y acabada segunda vez.

PRÍNCIPE.-  Buscad, inquirid y penetraos de cómo vino esta abominable matanza.

PRIMER GUARDIA.-  Aquí están un monje y el criado del difunto Romeo1311; ambos portaban utensilios apropiados para abrir las sepulturas de estos muertos1312 1313.

CAPULETO.-  ¡Oh, cielos!1314 ¡Oh, esposa mía! ¡Ve cómo sangra nuestra hija! Este puñal ha equivocado el camino. Sí, ¡mira!, en la trasera1315 de Montagüe está su vaina vacía, -y se ha metido por error en el seno de mi hija1316.

LADY CAPULETO.-  ¡Ay de mí! Este cuadro mortuorio es campana que llama al sepulcro mi vejez.

 

(Entran MONTAGÜE y otros.)1317

 

PRÍNCIPE.-  Acércate, Montagüe: temprano te has puesto en pie para ver a tu hijo y heredero más temprano caído1318 1319.

MONTAGÜE.-  ¡Ay! Príncipe mío, mi esposa ha muerto esta noche; el pesar del destierro de su hijo la dejó inánime. ¿Qué nuevo dolor conspira contra mi vejez?

PRÍNCIPE.-  Mira y verás1320 1321.

MONTAGÜE.-  ¡Oh, hijo degenerado! ¿Qué usanza es ésta de lanzarte en la tumba antes de tu padre?1322

PRÍNCIPE.-  Tened, sellad el ultrajante labio hasta que hayamos podido esclarecer estos misterios y descubrir su origen, su esencia1323, su verdadera progresión. Alcanzado esto, seré de vuestras penas el principal doliente y os acompañaré en todo hasta el último extremo1324. Hasta entonces, reprimíos y avasallad a la paciencia el infortunio. -Haced que avancen los individuos sospechosos.

FRAY LORENZO.-  Yo, el más importante1325, el menos pudiente, soy sin embargo, puesto que la hora y el lugar deponen en mi contra, el más sospechoso de esta horrible matanza, y aquí comparezco para acusarme y defenderme, para ser por mí propio condenado y absuelto1326.

PRÍNCIPE.-  Di pues, de seguida, lo que sepas acerca de esto.

FRAY LORENZO.-  Seré breve1327; pues el poco aliento que me queda no alcanza a la extensión de un prolijo relato. Romeo, el que ahí yace, era esposo de Julieta, y esa Julieta, muerta ahí, la fiel consorte de Romeo. Yo los casé: el día de su secreto matrimonio fue el último de Tybal, cuya intempestiva muerte extrañó de esta ciudad al nuevo cónyuge, por quien, no por el muerto primo, Julieta descaecía. -Vos,  (a CAPULETO.)  para alejar de su pecho ese insistente pesar, la prometisteis al conde Paris y quisisteis por fuerza que le diera su mano. Entonces fue que ella vino a encontrarme y con extraviados ojos me precisó a buscar el medio de libertarla de ese segundo matrimonio, amenazando matarse en mi celda si no lo hacía. En tal virtud, bien aleccionado por mi experiencia, la proveí de una pocion narcótica, que ha obrado como esperaba, dando a su ser la apariencia de la muerte. En el intervalo, escribí a Romeo a fin de que viniese aquí esta noche fatal, plazo prefijo en que la fuerza del brebaje debía concluir, para ayudarme a sacar a la joven de su anticipada tumba; mas el portador de mi carta, el hermano Juan, detenido por un accidente, me la devolvió ayer por la tarde. Solo pues del todo, a la precisa hora de despertar Julieta, me encaminé a sacarla del sepulcro de sus antepasados, con intención de retenerla oculta en mi celda hasta que fuese posible avisar a su esposo; empero, a mi llegada, minutos antes de la hora de volver aquella en sí, violentamente acabados, me hallé aquí al noble Paris y al fiel Romeo. Despierta en esto Julieta. -Instábala yo a salir y a soportar con paciencia este golpe del cielo, cuando un ruido me ahuyenta de la tumba. Ella, entregada a la desesperación, no quiso seguirme, y según toda apariencia, atentó contra sí misma. Esto es todo lo que sé; por lo que respecta al matrimonio, la1328 Nodriza estaba en el secreto. Y1329 si en lo dicho ha ocurrido desgracia por mi falta, que mi vieja existencia, algunas horas antes de su plazo, sea sacríficadá al rigor de las leyes más severas.

PRÍNCIPE.-  Siempre te hemos tenido por un santo varón. -¿Dónde está el criado de Romeo? ¿Qué puede decir sobre lo presente?

BALTASAR1330.-  Yo llevé noticia a mi señor de la muerte de Julieta y él al punto salió, en posta, de Mantua para este preciso lugar, para este panteón. Diome orden de llevar temprano a su padre esta carta que veis, y al dirigirse1331 a la bóveda esa, me amenazó con pena de muerte si no partía y le dejaba solo.

PRÍNCIPE.-  Dame la carta, quiero enterarme de ella. -¿Dónde está el paje del conde? El que dio aviso a la guardia? -Tunante, ¿qué hacía aquí tu señor?

PAJE.-  Vino a regar flores sobre el sepulcro de su prometida; mandome estar a lo lejos, y así lo hice. Muy luego apareció uno con luz, para abrir la tumba, y a poco cayó sobre él mi amo, espada en mano. Entonces fue que corrí para llamar la guardia.

PRÍNCIPE.-  Esta carta comprueba las palabras del monje; el relato de su mutuo amor, la comunicación de la muerte de Julieta. Dice Romeo que adquirió el veneno de un pobre boticario y asimismo que vino a morir a este panteón y a reposar al lado de ella. -¿Dónde están esos contrarios? -¡Capuleto! ¡Montagüe! -¡Ved qué maldición está pesando sobre vuestros odios, cuando el cielo halla medio1332 para matar vuestras alegrías sirviéndose del amor! Y yo, por también tolerar vuestras discordias, he perdido dos deudos1333. -Castigado todo.

CAPULETO.-  ¡Oh, Montagüe, hermano mío, dame la mano! (Estrecha la mano de MONTAGÜE.) 

Ésta es la viudedad de mi hija: nada más puedo pedirte.

MONTAGÜE.-  Pero yo puedo más darte; pues, de oro puro, la erigiré una estatua, para que mientras Verona por tal nombre se conozca, no se alce en ella busto de más estima que el de la bella1334 1335 y fiel Julieta.

CAPULETO.-  De igual riqueza se alzará Romeo a su lado. ¡Pobres ofrendas de nuestras rencillas!

PRÍNCIPE.-  La presente aurora trae consigo una paz triste1336; pesaroso el sol, vela su faz. Salgamos de aquí para continuar hablando de estos dolorosos asuntos. Perdonados serán unos, castigados otros1337; pues jamás hubo tan lamentable historia como la de Julieta y su Romeo.

 

(Vanse.)1338

 




 
 
FIN