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ArribaAbajoIlustración XI

Preliminares de La Auracana


Aunque entre los preliminares de La Araucana pueden y deben comprenderse las tres dedicatorias y los dos prólogos del poeta y la Declaración de los vocablos que, a su juicio, necesitaban de alguna explicación, son todos documentos emanados de su pluma, y que, como tales, hemos cuidado de insertar en la presente edición; nos referimos, pues, en esta ilustración a los de procedencia extraña al mismo Ercilla, como ser, en primer término, a las reales cédulas de licencia y privilegio para la publicación del libro que se registran en las varias ediciones que tuvo en vida del poeta; a las aprobaciones prestadas a la obra; a las piezas laudatorias que preceden al texto -tan en boga entonces-; y, por fin, a las certificaciones de la tasa a que debían venderse los ejemplares impresos, anotando al pie de cada uno de esos antecedentes las ediciones posteriores en que se les dio cabida. Tal es lo que hemos contado entre los preliminares46.


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Decreto del Consejo con la licencia y privilegio para la impresión de la Primera Parte

Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Hierusalem, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, Duque de Milán, Conde de Flandes, y de Tirol, etc. Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla, nuestro gentil-hombre, y de la Boca de los Serenísimos Príncipes de Hungría, nos fue hecha relación, diciendo que vos habíades hecho cierta obra sobre las guerras y descubrimiento de Chile y otras cosas, llamada La Araucana; por ende, que nos suplicábades os mandásemos dar licencia y facultad para imprimirla, con privilegio de veinte años, y que durante el dicho tiempo otro ninguno la pudiese imprimir sino vos o quien vuestro poder hobiese, y como la nuestra merced fuese; y hicistes presentación de la dicha obra. La cual, vista por los del nuestro Consejo, y como por su mandado se hicieron las diligencias que la premática por Nos nuevamente hecha sobre la impresión dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón, e Nos tuvímoslo por bien. Y ponla presente damos licencia y facultad a cualquier impresor destos nuestros reinos para que por esta vez puedan imprimir el dicho libro y obra que de suso se hace mención, sin que por ello incurran en pena alguna, conque después de impreso no se pueda vender, ni venda, sin que primero se traiga al nuestro Consejo, juntamente con el original que en él se vio, que va rubricado y firmado al cabo de Pedro del Mármol, nuestro escribano de cámara, de los que residen en el nuestro Consejo, para que se vea si la dicha impresión está conforme al original, y se os dé licencia para le poder vender, y se tase el precio que por cada volumen hobiéredes de haber, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática y leyes de nuestros reinos. Dada en Madrid, a veinte y tres días de el mes de Diciembre de M. D. L. X. VIII años. -D. Cardin Seguntin. -El Doctor Durango. -El Licenciado Juan Zapata. -Doctor Suárez de Toledo. -Doctor Diego Gasca. -Licenciado Juan Thomas.

Yo, Pedro del Mármol, escribano de cámara de Su Majestad, la fice escrebir por su mandado, con acuerdo de los de su Consejo.

Ediciones de Madrid, 1569; Zaragoza, 1577.



Real cédula de licencia y privilegio por diez años

El Rey. -Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre y de la Boca de los Serenísimos Príncipes de Hungría, nos fue hecha relación, diciendo que vos habíades hecho cierta obra sobre las guerras y descubrimiento de Chile y otras cosas, llamada La Araucana, y nos suplicastes vos diésemos licencia y facultad para la imprimir y privilegio por veinte años, y que durante el dicho tiempo ninguno la pudiese imprimir sino vos o quien vuestro poder hubiese, o como la nuestra merced [fuese]: lo cual visto por los de nuestro Consejo y cómo por su mandado se hicieron las diligencias que la premática por Nos hecha sobre la impresión de los libros dispone, por os hacer bien y merced; fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cédula en la dicha razón. Y por la presente   —63→   vos damos licencia y facultad para que por esta vez; por el tiempo de diez años primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha desta nuestra cédula en adelante, vos o la persona que vuestro poder hubiere, podáis imprimir y vender el dicho libro que de suso se hace mención, y mandamos que durante el dicho tiempo cualquier impresor destos nuestros reinos y señoríos que vos quisiéredes y señaláredes imprima el dicho libro y que otra persona no lo pueda imprimir y vender sin vuestra licencia, so pena que el que lo imprimiere o vendiere haya perdido y pierda todos y cualesquier libros y moldes que dél hubiere y imprimiere o vendiere; con que primero que se venda el dicho libro, lo hayáis de traer y presentar ante los del nuestro Consejo, juntamente con el original que se vio, que va rubricado y firmado al cabo de Juan Gallo de Andrada, nuestro escribano de cámara, de los que residen en el nuestro Consejo, para que se vea si la dicha impresión está conforme al original, y se tase el precio que por cada volumen hobiéredes de haber. Y mandamos a los del nuestro Consejo, Presidente y Oidores de las nuestras Audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra Casa y Corte y Chancillerías, y a todos los corregidores, asistentes, gobernadores, alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias cualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos, así a los que agora son, como a los que serán de aquí adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cédula y merced que ansí vos hacemos y contra el tenor y forma della vos no vayan ni pasen, ni consientan ir ni pasar por alguna manera, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra cámara. Fecha en Madrid, a 27 días del mes de Marzo de 1569 años. -YO EL REY. -Por mandado de Su Majestad. -Antonio de Eraso.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574, Zaragoza, 1577; Madrid, 1585.



Real cédula de licencia y privilegio para Aragón

Nos Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Hierusalem, de Hungría, de Dalmacia, de Croatia, de León, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Islas, India y Tierrafirme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante y de Milán, Conde Barcelona, de Flandes y de Tirol, señor de Vizcaya y de Molina, Duque de Atenas y Neopatria, Conde de Rosellón y Cerdaña, Marqués de Oristán y Gociano. Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre, y de la boca de los Serenísimos Príncipes de Hungría, nos ha sido hecha relación que vos, con mucho trabajo y gasto de vuestra persona y hacienda, habéis hecho cierta obra sobre las guerras y descubrimiento de Chile, y otras cosas, llamada La Araucana, suplicándonos fuésemos servidos daros licencia para imprimirla, y prohibir que ningún otro en los nuestros reinos y señoríos de la Corona de Aragón pueda hacerla imprimir por algún tiempo; e Nos, teniendo consideración a lo susodicho y que es muy justo que gocéis de algún fructo de vuestro trabajo, lo habemos tenido por bien. Por ende, con tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y Real auctoridad, deliberadamente y consulta, damos licencia, permiso y facultad a vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga, que por tiempo de diez años del día presente e infrascripto en adelante cortaderos, podáis imprimir o hacer imprimir donde bien os pareciere de los dichos nuestros reinos y señoríos de la Corona de Aragón, la dicha obra llamada   —64→   La Araucana; y mandamos por las presentes a cualesquier impresores y libreros, so incurrimiento de nuestra ira e indignación y pena de mil florines de oro de Aragón a nuestros cofres aplicaderos, y de perder los libros y moldes del que los imprimiere o hiciere imprimir, y en su poder o de cualquier otro se hallaren, que ellos, ni otra persona alguna sin vuestro poder y facultad expresa, no puedan imprimir ni vender el dicho libro y obra de La Araucana, durante el tiempo de los dichos diez años. Para execución y cumplimiento de lo cual, por el mismo tenor y Real autoridad decimos y mandamos a cualesquier oficiales y súbditos nuestros, así mayores como menores, a quien pertenezca, en los dichos nuestros reinos y señoríos de la Corona de Aragón, constituidos y constituideros, so las penas susodichas, que a vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga guarden y observen la presente nuestra licencia, permiso y facultad y todo lo en ella contenido, sin hacer ni permitir que sea hecho lo contrario en manera alguna, si nuestra gracia tienen en catira, y, allende de nuestra ira e indignación, en la pena susodicha desean no incurrir. Queremos, empero, y mandamos, so incurrimiento de las dichas penas, que después de hecha la primera impresión, y si otra se hiciere adelante del dicho libro, no se pueda vender sin que primero se traiga uno a nuestro Consejo, y comprobado y corregido con el que nos ha sido presentado en él, se os conceda y dé licencia para ello. En testimonio de lo cual mandamos hacer las presentes, con nuestro sello Real común en el dorso selladas. Datis en Madrid, a XXIIJ días del mes de Agosto, año del nascimiento de nuestro Señor Jesucristo de 1569. -YO EL REY.

Dominus Rex mandavit mihi Anto. Angles. Vis. per don Bernard. Vic. Comitem generalem thesaur. Loris, Sentis et Sapena Regentes Cancel. et Saganta pro conservato. generali. Vidit don Bernard. Vice-cancel. Vidit comes gñal. thesau. Vidit Saganta pro conservatore generali. Vidit Loris R. Vidit Santis R.

Ediciones de Salamanca, 1574; Madrid, 1585.



Licencia del Consejo para que pudiera volverse a imprimir la Primera Parte

Don Philippe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Secilias (sic), de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar; Duque de Milán, Conde de Flandes y de Tirol, &c. Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre, nos fue fecha relación, diciendo que vos teníades licencia y privilegio nuestro para imprimir un libro que habíades compuesto, intitulado La Araucana, por tiempo y espacio de diez años, y porque era gastada la impresión le queríades volver a imprimir otra vez, suplicándonos os mandásemos dar licencia para lo poder hacer, o como la nuestra merced fuese: lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hicieron las diligencias que la premática por Nos fecha sobre la impresión de los dichos libros dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón y Nos tovímoslo por bien: por la cual vos damos licencia y facultad para que por esta vez, vos o otro cualquier impresor destos nuestros reinos que vuestro poder para ello tuviere pueda imprimir el dicho libro, sin que por ello caiga ni incurra en pena alguna; y mandamos que después de impreso no se pueda vender ni venda sin que primero se traiga al nuestro Consejo, juntamente con el original que fue visto, que va rubricado   —65→   doy firmado de Juan Gallo de Andrada, nuestro escribano de cámara de los que residen en el nuestro Consejo, para que la dicha impresión se vea si está conforme al original y se dé licencia para lo poder vender y se tase el precio a que se hubiere de vender cada pliego del so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática y leyes de nuestros reinos, y más, de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra Cámara. Dada en Madrid, a seis días del mes de Noviembre de mil y quinientos y setenta y dos años. -El Doctor Velasco. -El Licenciado Contreras. -El Doctor Francisco de Avedillo. -El Doctor don Íñigo de Cárdenas Zapata. -El Licenciado Pedro Gasco. -El Licenciado Rodrigo Vázquez Arce. -El Doctor Luis de Molina.

Yo, Juan Gallo de Andrada, escribano de cámara de Su Majestad, la fice escribir por su mandado, con acuerdo de los del su Consejo.

Edición de Salamanca, 1574, y en la que se cree madrileña y de 1585.



Licencia del Ordinario de Zaragoza

Yo el doctor Pedro Cerbuna, prior y canónigo de la Iglesia Mayor de Zaragoza, vicario general, sede-vacante, etc.; doy licencia que se pueda imprimir en esta ciudad y arzobispado de Zaragoza, este libro intitulado La Araucana de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, por no haber en él cosa contra nuestra santa fe católica y religión cristiana. Dat. en Zaragoza, a 15 de Julio de 1577. -El Doctor Pedro Cerbuna, prior y vicario general. -Sebastián Moles, notario.

Edición de la Primera Parte, Zaragoza, 1577.



Real cédula de privilegio de la Primera y Segunda Parte por diez años para Castilla

El Rey. -Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre, nos ha sido hecha relación, diciendo que vos habíades escripto un libro de la historia de las Indias, intitulado La Araucana, y os habíamos dado privilegio para que por tiempo de diez años le pudiésedes imprimir, como nos constaría por el dicho privilegio en el dicho libro impreso, y habiendo continuado la misma historia y escripto con mucho trabajo la Segunda Parte, la quería desjuntar con la Primera, suplicándonos os diésemos licencia para las poder imprimir, por tiempo de veinte años, y asimismo privilegio para que ninguna otra persona sino vos o quien vuestro poder hobiese le pudiese imprimir en el dicho tiempo, o como la nuestra merced fuese: lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hizo la diligencia que la pregmática por Nos fecha sobre la impresión de los libros dispone, por os hacer bien y merced fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cédula para vos en la dicha razón, y Nos tovímoslo por bien; por la cual vos damos licencia para que vos o la persona que vuestro poder hubiere y no otra persona alguna, podáis hacer imprimir el dicho libro que desuso se hace mención, en estos reinos de Castilla, por tiempo y espacio de diez años primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha desta nuestra cédula en adelante, so pena que cualquiera persona o personas que sin tener para ello vuestro poder lo imprimiere o vendiere, o hiciere imprimir o vender, pierda toda la impresión que hiciere, con los moldes y aparejos della, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís cada vez que lo contrario hiciere, la cual dicha pena sea la tercia parte para la persona que lo acusare, y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte   —66→   para la nuestra cámara y fisco; con tanto que todas las veces que hobiéredes de hacer imprimir el dicho libro durante el dicho tiempo de los dichos diez años, le trayáis al nuestro Consejo, juntamente con el original que en él fue visto, que va rubricado cada plana y firmada al fin de Juan Gallo de Andrada, nuestro escribano de cámara, de los que residen en el nuestro Consejo, para que se vea si la dicha impresión está conforme a él, y se os dé licencia para lo poder vender, y se os tase el precio a como se hobiere de vender, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática; y mandamos a los del nuestro Consejo y a otras cualesquier justicias destos nuestros reinos que guarden y cumplan y executen esta nuestra cédula y todo lo [en] ella contenido. Fecha en Madrid, a cuatro días del mes de Marzo de mil quinientos y setenta y ocho años. -YO EL REY. -Por mandado de Su Majestad. -Antonio de Eraso.

Ediciones de Madrid, 1578, en 8.º y en 4.º.



Real cédula de licencia y privilegio por diez años de la Primera y Segunda Parte para Aragón

Nos Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Hierusalem, de Hungría, de Dalmacia, de Croacia, de León, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas, Indias y tierrafirme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante y de Milán, Conde de Barcelona, de Flandes y de Tirol, señor de Vizcaya y de Molina, Duque de Atenas y de Neopatria, Conde de Rosellón y Cerdaña, Marqués de Oristán y Gociano. Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre y de la Cámara del Emperador, mi muy charo y muy amado hermano, nos ha sido fecha relación que vos habíades compuesto un libro de la historia de las Indias, intitulado La Araucana, y os habíamos dado privilegio para que por tiempo de diez años le pudiésedes imprimir, y que, continuando la misma historia, habíades compuesto la Segunda Parte, la cual queríades juntar con la Primera y imprimir las dos juntas en un libro; suplicástesnos que, atento el mucho trabajo que habéis padecido en componer la dicha historia, os mandásemos dar licencia y facultad para que vos y quien de vos tuviere poder y no otra persona alguna las pueda imprimir y vender en los nuestros reinos de la Corona de Aragón, por tiempo de veinte años; e Nos, teniendo consideración a lo sobredicho, y que la dicha historia, por orden nuestra ha sido reconocida por personas expertas, de las cuales habemos tenido bastante información que es muy ingeniosa y digna de ser impresa, habemos tenido por bien concederos la dicha licencia en la manera infraescripta; por ende; con tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y Real auctoridad, deliberadamente y con consulta, damos licencia, permiso y facultad a vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga para que por tiempo de diez años, contaderos del día de la data de las presentes en adelante, vos o la persona o personas que vuestro poder hobieren y no otro alguno, podáis y puedan hacer imprimir y vender el dicho libro en los reinos de la Corona de Aragón, conque primero que se vendan hayáis de traer y presentar ante los del nuestro Supremo y Real Consejo de Aragón el primer libro impreso, juntamente con el original que va rubricado de mano del nuestro escribano de mandamiento infraescripto, para que se vea si la dicha impresión está conforme al original que ha sido aprobado; prohibiendo y vedando que ningunas   —67→   otras personas lo puedan hacer sin vuestro poder, por todo el dicho tiempo, ni los puedan entrar en dichos reinos para vender de otros reinos donde se hubiere impreso. Y si después de publicadas las presentes, hubiere alguno o algunos que durante el dicho tiempo intentaren imprimir y vender el dicho libro, ni meterlos impresos para vender, como dicho es, incurra en pena de trescientos florines de oro de Aragón, dividideros en tres partes, a saber es: la primera parte para nuestros cofres reales, y la segunda para vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga, y la tercera para el acusador; y demás de la dicha pena, si fuere impresor, pierda los moldes y libros que así hubiere impreso: que Nos por el mismo tenor de las presentes y de la dicha cierta ciencia y Real auctoridad, decimos y mandamos a los ilustres, expectables, nobles, magníficos y amados consejeros; los lugar-tenientes y capitanes generales nuestros, regentes nuestra Cancillería, regentes el oficio y portantes-veces de General Gobernador, alguaciles y otros cualesquier oficiales nuestros en los dichos nuestros reinos de la Corona de Aragón, constituídos y constituideros, y a sus lugartenientes y regentes los dichos oficios, so incurrimiento de nuestra ira e indignación y pena de mil florines de oro de Aragón, de los bienes de los que lo contrario hicieren, irremisiblemente exigideros y a nuestros reales cofres aplicaderos, que la presente nuestra licencia, gracia y prohibición y todo lo en ella contenido tengan, guarden y observen, tener, guardar y observar hagan y contra ello no vengan por manera alguna o razón, si nuestra gracia les es chara, y demás de nuestra ira e indignación en la pena susodicha desean no incurrir. En testimonio de lo cual mandamos despachar las presentes con nuestro sello Real común en el dorso selladas. Dat. en Madrid, a diez días del mes de Junio, año del nascimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos setenta y ocho. -YO EL REY.

Vidit Comes general. Thesau. Vidit Campi Regens. Vidit Pla Regens. Vidit Talayero pro Conservatore gene. Vidit Santis Regens. Vidit Terza Regens.

Dominus Rex mandavit mihi Ioanni Iamayson vi. per Comitem gene. Thes. Sentis, Campi, Terza et Pla, Regentes Campi, et Talayero pro Conser. Gene.

Ediciones de Madrid, 1578, en 8.º y en 4.º.



Real cédula de licencia y privilegio para las Indias por diez años, para la impresión de la Primera y Segunda Parte

El Rey. -Por cuanto vos, don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nuestro gentil-hombre y de la Cámara del Emperador, mi muy caro y muy amado hermano, nos habéis fecho relación que vos habéis compuesto e impreso con licencia nuestra una historia intitulada Primera y segunda parte de la Araucana, obra de mucha curiosidad, y que en hacerla habéis pasado mucho trabajo, y nos habéis suplicado, atento a ello, os mandásemos dar privilegio para que por algún tiempo ninguna otra persona sino fuese vos o quien tuviese vuestro poder, la pudiese imprimir ni vender en las nuestras Indias, o como la nuestra merced fuese; y habiéndose visto por los del nuestro Consejo dellas y la dicha historia de que de suso se hace minción, acatando lo susodicho, lo habemos tenido por bien: por ende, por la presente damos licencia y facultad a vos, el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga, para que por tiempo de diez años primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la dicta desta nuestra cédula en adelante, solamente vos y quien vuestro poder hobiere, y no otra persona alguna, podáis imprimir y vender en las dichas nuestras Indias, islas y   —68→   tierrafirme del Mar Océano la dicha historia Primera y Segunda Parte de la Araucana, y mandamos que en ello a vos y a quien el dicho vuestro poder hobiere, no se os ponga impedimiento alguno, y que durante el dicho tiempo de los dichos diez años, ninguna otra persona sino fuese vos el dicho don Alonso y quien tuviere vuestro poder, pueda imprimir y vender en las dichas nuestras Indias y cualesquier partes dellas, la dicha historia, so pena de perdimiento de los libros della que imprimieren o vendieren, y de las prensas y otros aparejos con que los imprimieren, y demás dello, cincuenta mill maravedís por cada vez a cada uno que lo contrario hiciere; todo lo cual aplicamos en esta forma: la tercera parte para nuestra Cámara y Fisco, otra tercera parte para el juez que lo sentenciare, y la otra parte para vos el dicho don Alonso; y mandamos a los nuestros visoreyes, presidentes e oidores de las nuestras Audiencias Reales de las dichas nuestras Indias, islas y tierrafirme del Mar Océano, y a cualesquier nuestros gobernadores dellas, que guarden y cumplan y hagan guardar y cumplir está nuestra cédula y lo en ella contenido y contra su tenor y forma no vayan ni pasen ni consientan ir ni pasar en manera alguna, y executen y hagan executar la dicha pena en los que contra lo susodicho fueren o pasaren. Fecha en Madrid, a veinte y nueve de Jullio de mill y quinientos y setenta y ocho años. -YO EL REY. -Por mandado de Su Majestad. -Antonio de Eraso. -Y señalada del Licenciado Gasca, el Doctor Santillán, el Licenciado Espadero, el Licenciado don Diego de Zúñiga, el Licenciado López de Sarria.

Archivo de Indias, 139-I-12, Libro 26, fol. 107, e inserta en la edición de Madrid, 1578, 4.º.



Licencia del Ordinario del arzobispado de Zaragoza

El doctor Pedro Cerbuna, prior y canónigo de la sancta Iglesia Metropolitana de Zaragoza, en lo espiritual y temporal, vicario general por los Illustres señores Prior, Canónigos y Cabildo de la dicha Iglesia, Sede Vacante, por muerte del excelentísimo señor don Hernando de Aragón, último arzobispo, con tenor de las presentes, damos licencia, conforme al sancto Concilio de Trento, que se pueda imprimir en esta ciudad y arzobispado de Zaragoza este libro intitulado Segunda Parte de la Araucana, compuesto por don Alonso de Ercilla y Zúñiga, por ser obra que no toca a nuestra religión cristiana. Dada en Zaragoza, 22 de Agosto de 1578. -El Doctor Pedro Cerbuna, Prior y Vicario General. -Sebastián Moles, notario.

Edición de la segunda Parte, Zaragoza, 1578.



Real cédula de licencia y privilegio para Castilla de la Tercera Parte de La Araucana

Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga nos fue fecha relación que vos habíades compuesto la Tercera Parte de La Araucana y juntádola con la Primera y Segunda, en que se acaban de escribir las guerras de la provincia de Chile hasta vuestro tiempo, y por ser obra provechosa para la noticia de aquella tierra, suplicándonos os mandásemos dar licencia para imprimir las dichas tres Partes, de las cuales hicistes presentación, y privilegio por veinte años o por el tiempo que fuésemos servido, o como la nuestra merced fuese: lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hicieron las diligencias que la pragmática por Nos fecha sobre la impresión de los libros dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cédula en la dicha razón, e Nos tuvímoslo por   —69→   bien; por la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y facultad para que vos o la persona que vuestro poder hobiere, y no otra alguna, podáis hacer imprimir y vender el dicho libro que de suso se hace mención en todos estos nuestros reinos de Castilla, por tiempo y espacio de diez años, que corran y se cuenten desde el día de la data desta nuestra cédula, so pena que la persona o personas que sin tener vuestro poder lo imprimiere o vendiere, o hiciere imprimir o vender, pierda la impresión que hiciere, con los moldes y aparejos della, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís cada vez que lo contrario hiciere: la cual dicha pena sea, la tercia parte para la persona que lo acusare, y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para la nuestra cámara y fisco; con tanto que todas las veces que hobiéredes de hacer imprimir el dicho libro, durante el dicho tiempo de los dichos diez años, le traigáis al dicho nuestro Consejo, juntamente con el original que en él fue visto, que va rubricado cada plana y firmado al fin del [nombre] de Juan Gallo de Andrada, nuestro escribano de cámara de los que residen en el nuestro Consejo, para que se vea si la dicha impresión está conforme a él, o traigáis fee en pública forma de cómo, por corrector nombrado por nuestro mandamiento, se vio y corrigió la dicha impresión por el dicho original y se imprimió conforme a él, y quedan impresas las erratas por él apuntadas para cada un libro de los que ansí fueren impresos, para que se os tase el precio que por cada volumen hobiéredes de haber, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en las leyes y pragmáticas de nuestros reinos. Y mandamos a los del nuestro Consejo y a cualesquier justicias que guarden y cumplan y executen esta nuestra cédula y lo en ella contenido. Fecha en San Lorenzo, a trece días del mes de Mayo de mil y quinientos y ochenta y nueve años. -YO EL REY. -Por mandado del Rey, nuestro señor. -Juan Vázquez.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597.



Real cédula de licencia y privilegio de la Tercera Parte para Aragón

Nos Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de Aragón, de León, de las Dos Sicilias; de Jerusalén, de Portugal, de Hungría, de Dalmacia, de Croacia, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Ocidentales, Islas y Tierrafirme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y Neopatria, Conde de Abspurg, de Flandes, de Tirol, de Barcelona, de Rosellón y Cerdaña; Marqués de Oristán y Conde de Gociano. Por cuanto por parte de vos don Alonso de Ercilla y Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago, gentil-hombre de la Cámara del Emperador, mi sobrino, se nos ha hecho relación que con vuestro trabajo e ingenio habéis compuesto un libro intitulado Tercera Parte de La Araucana y que lo deseáis hacer imprimir en los nuestros reinos de la Corona de Aragón, suplicándonos os mandásemos dar licencia para ello, con la prohibición acostumbrada, y por el tiempo que fuéremos servido; e Nos, teniendo consideración a vuestros grandes servicios, valor y partes, habiendo sido reconocido el dicho libro por nuestro mandado: con tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y Real autoridad, deliberadamente y consulta, damos licencia, permiso y facultad a vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga y a la persona que vuestro poder tuviere, que podáis imprimir o hacer imprimir al impresor o impresores   —70→   que quisiéredes el dicho libro intitulado Tercera Parte de La Araucana, con las otras dos Partes o sin ellas, en todos los dichos nuestros reinos y señoríos de la Corona de Aragón, y vender en ellos, así los que hubiéredes impreso o hecho imprimir en los dichos reinos; como fuera dellos, en otras cualesquier partes: y esto por tiempo de diez años; prohibiendo, según que con las presentes prohibimos y vedamos, que ninguna otra persona los pueda imprimir, ni hacer imprimir ni vender, ni llevarlos impresos de otras partes a vender a los dichos nuestros reinos y señoríos sino vos o quien vuestro poder tuviere, por el dicho tiempo de diez años, del día de la data de las presentes contaderos, so pena de doscientos florines de oro de Aragón y perdimiento de moldes y libros: divididera en tres iguales partes: una, a nuestros Reales cofres; otra para vos el dicho don Alonso, y la tercera para el acusador; con esto, empero: que los libros que hubiéredes impreso y hiciéredes imprimir no los podáis vender hasta que hayáis traído en este nuestro S. R. Consejo, que cabe Nos reside, uno dellos, para que se compruebe con el original, que queda en poder del noble don Miguel Clemente, maestro protonotario, y se vea si la dicha impresión está conforme al original que ha sido mostrado y aprobado. Mandando con el mismo tenor de las presentes a cualesquier lugar-tenientes y capitanes generales, regente la Cancellería, regente el oficio y portantveces de nuestro General Gobernador, justicia de Aragón y sus lugar-tenientes, Bailes generales, Zalmedinas, Vegueres, Sotvegeres, Justicias, Jurados, Alguaciles, Vergueros, Porteros y otros cualesquier oficiales y ministros nuestros, mayores y menores, en los dichos reinos y señoríos de la Corona de Aragón, constituidos y constituideros, y a sus lugar-tenientes o regentes los dichos oficios, so incurrimiento de nuestra ira e indignación, y pena de mil florines de Aragón, de bienes del que lo contrario hiciere exigideros; y a nuestras Reales cofres aplicaderos, que la presente nuestra licencia y prohibición y todo lo en ella contenido os tengan, guarden y cumplan, tener, guardar y cumplir hagan sin contradición alguna, y no permitan ni den lugar que sea hecho lo contrario en manera alguna, si, demás de nuestra ira e indignación, en la pena sobredicha desean no incurrir. En testimonio de lo cual mandamos despachar las presentes con nuestro sello Real en el dorso selladas. Dat. en el monasterio de San Lorenzo el Real, a veintitrés días del mes de Septiembre, año del nacimiento de Nuestro Señor de mil y quinientos y ochenta y nueve. -YO EL REY.

V. Frigola Vicecancellarius. V. Comes, generalis Thesaurarius. V. Quintana Regens. V. Campis Regens. V. Marzilla Regens. V. Pellicer Regens. V. Clemens pro Conservatore Generali.

Dominus Rex mandavit mihi don Michaeli Clementi visa per Frigola Vicecancellarium, Comitem generalem Thesaurarium, Campi, Marzilla, Quintana & Pellicer Regentes Cancellariam, & me pro Conservatore Generali.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597.



Privilegio real para Portugal

Eu El Rej faço saber a os que este albara virem; que eu ej por bem e me praz que pessoa alguã naõ possa em meus reynos e senhorios de Portugal, imprimir, nem vender a Primejra, Segunda e Tercera Parte da Araucana, que dom Alonso de Erzila e Çuniga tem composto, e em que acaba de escreber as guerras da Provincia de Chili ate o seu tempo; nem as possa trazar de fora impressas, senaõ elle dito dom Alonso ou quem sua comissaõ tiver; e jsto por tempo de dez annos soomente,   —71→   que se começaraõ da feitura deste em diante: sob pena de qualquer pessoa que imprimir ou fizer imprimir as ditas tres Partes da Araucana, ou trouxer de fora impressas, ou vender sem consentimento do dito dom Alonso, perder todos os volumes que dos ditos livros tiver e que forem achados, e mais pagar sincoenta mil reis: a metade pera a minha Camara, e outra metade pera quem acusar. E mando a todas as justiças e oficiaes a que este albara for mostrado, e o conhecimento de le pertenecer, que o cumpraõ e guardem e façaõ inteiramente comprir como se nele contem; posto que naõ seja passado pela Chancelarja e o efeito dele aja de durar mai de hũ anno, sem embargo das ordenazões do segundo libro, titulo vinte, que o contrairo dispoem; e este albara se imprimira no começo dos ditos volumes, ou no cabo. -Antonio Moniz da Fonsequa o fez em Madrid, aos 30 de Nouembro de 1589. -REY.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597.



Licencia del Ordinario de Barcelona

Nos Ioannes Dymas Loris, Dei et Sanctae Sedis Apostolicae gratia, Episcopus Barcinone, visu approbatione praedicta huius libri, cui titulus est Primera, Segunda y Tercera Parte de La Araucana de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, alias Madriti impressi anno 1590, concedimus licencia imprimendi et divulgandi eum in nostra dioecesi. Dat. in palacio nostro episcopali praesentis civitatis Barcinone. Die 29 Aprilis 1592. -I. EGrafías Barcinone.

Ediciones de Barcelona, 1592; Amberes, 1597.



Licencia del Ordinario de Perpiñán

Concedimus, attenta aprobatione praedictam, licentiam et facultatem imprimendi huiusmodi opus in praesenti dioc. Elnen. Data Perpiniani, die 26 Octob.: 1595. -R. Balle, Vic. generali.

Edición de Perpiñán, 1596.



Certificación de la tasa

Yo, Juan Gallo de Andrada, secretario del Consejo de Su Majestad, doy fe que, visto por los señores del Consejo el libro intitulado La Araucana, de que está dada licencia y privilegio por Su Majestad a don Alonso de Ercilla y Zúñiga; gentil-hombre de Su Majestad, y de la Boca de los Serenísimos Príncipes de Hungría, para le vender e imprimir, fue tasado por los dichos señores cada pliego dél a tres maravedís, y le dieron licencia para que a este precio le pueda vender, conque primero que se venda, pongan en el dicho libro al principio del esta tasa, y las erratas que en el dicho libro hubo. Y para que conste dello, de pedimiento de la parte del dicho don Alonso, di ésta firmada de mi nombre. En Madrid, a veinte y ocho días del mes de Marzo de mil y quinientos y sesenta y nueve años. -Juan Gallo de Andrada.

Edición de Madrid, 1569.



Certificación de la tasa

Está tasado en siete reales cada cuerpo desta Araucana, Primera, Segunda y Tercera Parte, como consta por la fee de tasa firmada del secretario Juan Gallo de Andrada, su fecha en Madrid, a once días del mes de Enero de M. D. XC. años.

Edición de Madrid, 1597.



  —72→  

Aprobación de Juan Gómez, capitán de Su Majestad

Yo he visto y pasado este libro, que por los señores del Consejo me fue mandado que viese, y digo que, dejado aparte el provecho que dél se puede sacar de las sentencias y buenas: maneras de hablar que en él se muestra por tan elegante estilo y modo de proceder, en lo que toca a la verdad de la historia yo no hallo cosa que se pueda emendar, por ser, como es, tan verdadera, así en el discurso de la guerra y batallas y cosas notables, como en la descrición y sitios de la tierra y costumbres de los indios: y esto puedo decir como hombre que ha estado en ella más de 27 años, siendo de los primeros que entraron a conquistarla, y me hallé en lo más dello, y vi a don Alonso de Erzilla servir a Su Majestad en aquella guerra, donde públicamente escribió este libro; y entiendo que los españoles de aquellas provincias recebirán grande buena obra en que se sepa la voluntad, peligros y trabajos con que han servido a Su Majestad, poniéndoles ánimo y cudicia para que adelante procuren señalarse más, con esperanza de que a todos ha de ser manifiesto, que es gloria y premio de los trabajos. Y esto es lo que me paresce. -El Capitán Juan Gómez.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575; Zaragoza, 1577; Madrid, 1578, 8.º; Zaragoza, 1578; Lisboa, 1582; Madrid, 1585; Amberes, 1586.



Aprobación del Licenciado Suárez de Luxán

Yo he visto la Primera y Segunda Parte del libro de La Araucana, que compuso don Alonso de Ercilla, y mi parecer es que se debe imprimir, porque es una de las historias más bien compuestas de cuantas hasta agora se han escripto en verso castellano. La obra es muy ingeniosa y el lenguaje muy propio y el verso muy limado, y acreciéntase el loor y fama de la nación española y de la poesía castellana, habiendo en ella semejantes obras y semejantes escriptores. -El licenciado Suárez de Luxán.

Ediciones de Madrid, 1578, en 4.º y en 8.º; Lisboa, 1582.



Aprobación de fray Bartolomé Ferreira a la Primera y Segunda Parte

Vi por mandado do Supremo Conselho da Sancta & Geeral Inquisição a Primeira & Segunda Parte da Araucana, & me parece obra digna de se imprimir. -Frey Bertholomeu Ferreyra.

Vi por mandado do Supremo Cõsello da Sancta & Geral Inquisiçam a Segunda Parte da Araucana & me parece obra digna de se imprimir. -Frey Bartholomeu Ferreyra.



Licencia para la impresión de Lisboa

Podese imprimir vista a informação, & torne o original com hũ dos nouamente impressos a esta mesa pera se conferir antes que corram: & este despacho se imprimirá no principio co a dita informação. Em Lixboa a V. de Março de 1579. -Antonio Téllez. -Iorge Sarrao.

Imprimase. -Sanhudo.

Podese imprimir vista a informaçam, & torne o original con hum dos nouamente impressos a esta mesa pera se conferir, antes que corrão. Em Lixboa a V. de Março de 1579. -Antonio Téllez. -Iorge Sarrao.

Authoritate ordinaria, imprimase. -Sanhudo.

Edición de Lisboa, 1582.



  —73→  

Aprobación de fray Rafael Franco

Por comisión y mandato del muy illustre y reverendísimo señor Obispo de Etna he visto y leído la Primera, Segunda y Tercera Parte de La Araucana que compuso don Alonso de Ercilla y Zúñiga, y no sólo no hallo en ellas cosa repugnante a nuestra sancta fee y costumbres, pero (como de todos son alabadas) son muy curiosas y dignas de que sean muchas veces imprimidas para que los discretos puedan gozar de su dulzura con más oportunidad, y, así, agora soy deste parecer: en fee de lo cual doy este testimonio firmado de mi nombre, en Sant Francisco de Perpiñán, a 14 de Octubre de 1595. -Fr. Rafael Franco, guardián del dicho convento de Perpiñán.

Edición de Perpiñán, 1596.



Aprobación del maestro fray Mateo de Ovando, vicario general de la Orden de Predicadores en Flandes

Habiendo visto y leído este libro intitulado Primera, Segunda y Tercera Parte de La Araucana de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, caballero de la Orden de Sant Iago, etc., digo que no hallo en él cosa alguna que sea contra nuestra santa fee católica, o que dañe las buenas costumbres, antes los heroicos hechos en armas y actos ejemplares de fortaleza que nos cuenta van llenos de sentencias morales, no menos útiles que discretas, puestas con tanto primor y en tan elegante estilo, que, no sólo caballeros, soldados y capitanes, pero también filósofos cristianos y poetas, tienen bien que imitar y admirarse; y así, digo que merece ser en todo el mundo estimado y impreso. Fecha en Bruselas, 23 de Septiembre 1595. -Fr. Mateo de Ovando, Maestro y Vicario general.

Edición de Amberes, 1597.



Don Pedro de Cárdenas a don Alonso de Ercilla



   Ninguno con vos presuma
en valor, que no os alcanza,
pues venistes con la lanza
y nos mostráis con la pluma
hechos de tanta pujanza.

   No os podrán negar que fuistes
el que por fuerza vencistes
la gente jamás domada
y al yugo por vuestra espada
del gran Felipe truxistes.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575, Zaragoza, 1577; Madrid, 1578, 8.º; Zaragoza, 1578; Lisboa, 1582; Madrid, 1585; Amberes, 1586.



Diego de Morillas Osorio a don Alonso de Ercilla



   Julio César peleaba
de suerte que, aunque escribía
elegante, no llegaba
la pluma en lo que hacía
a la espalda en lo que obraba:

   En todo le parecistes,
y aunque mayor que escribistes
este vuestro libro fuera,
es poco lo que dijera.
Según lo mucho que hecistes.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575, Zaragoza, 1577; Madrid, 1578, 8.º; Zaragoza, 1578; Amberes, 1586.



Soneto de Juan Fernández de Liébana



   Felice don Alonso, en quien se muestra
de Pallas el saber, industria y arte,
a do Minerva se juntó con Marte,
honor y gloria de la patria nuestra.

   ¿Qué Musa cantará como la vuestra
los hechos de que os cupo tanta parte,
ayudando a fijar el estandarte
de Cristo, con celosa y fuerte diestra?

   Vos habéis justamente merescido
el lauro y palma con doblada gloria,
premios del elocuente y esforzado,

   y a pesar de las aguas del olvido,
de las fuentes del Nilo al Carro helado,
harán perpetua vuestra memoria.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575; Zaragoza, 1577; Madrid, 1578, 8.º; Lisboa, 1582; Madrid, 1585; Amberes, 1586.



  —74→  

Soneto de Cristóbal Maldonado, el Indiano, a don Alonso de Ercilla



   Obras tan altas que por quien las obre
estén tan bien escriptas, que no sabe
manera el tiempo cómo las acabé,
ni la envidia qué falte, ni qué sobre:

    Ser alabadas de un ingenio pobre
será quitarles lo que en ellas cabe,
el mismo que las hizo las alabe,
porque la Historia justa paga cobre.

   Sólo aseguro a los que de la suerte
y dulzura del verso hayan gozado,
que fueron vuestras fuerzas más temidas

   de bárbaras naciones que la muerte,
como los araucanos lo han probado
a tanta costa de su sangre y vidas.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575; Zaragoza, 1577; Madrid, 1578; 8.º; Zaragoza, 1578; Amberes, 1586.



Soneto de don Francisco Ramírez de Mendoza



   Está en disputa y no es averiguado
de dos cosas tan dignas de memoria
a cuál se debe con razón más gloria;
o cuál meresce más sublime grado:

   Quien vence una batalla en campo armado
o aquel que la celebra en dulce historia,
haciéndola inmortal de transitoria
con claro estilo o verso aventajado.

   Con vos esta porfía es excusada,
pues en conquista tal y tan famosa
os señalastes tanto caballero;

   como en la historia dulce, delicada,
igualando al mejor en cada cosa:
a Achiles en valor, y en verso a Homero.

Ediciones de Madrid, 1569; Salamanca, 1574; Amberes, 1575; Zaragoza, 1577; Madrid, 1578, 8.º; Zaragoza, 1578; Lisboa, 1582; Madrid, 1585; Amberes, 1586.



Soneto de Simón de Portonaris a D. Alonso de Ercilla



   No despreció Antígono, rey persiano,
el humilde presente a sí ofrescido:
miró la voluntad, quedó vencido
de la rica pobreza del villano.

   Ansí, señor, no se alarga mi mano
para no quedar corta en su debido;
pues esto en la razón está esculpido
ciencia divina, hecho soberano.

   ¿Quién podrá con su lengua tosca y ruda
colocar su ignorancia en nuestra esfera
a quien tan sólo el cielo le ha igualado?

   ¿Quién tendrá la memoria ciega y muda
en vos, dulce Pirene verdadera,
que todo lo demás es fabulado?

Edición de Salamanca, 1574.



Soneto de D. Felipe Hurtado de Mendoza, capitán de infantería en la jornada de Arauco, a D. Alonso de Ercilla



   Felice fue aquel tiempo bien gastado,
en que a los dos Belona nos llevaba
cuando el furor en Chile suelto andaba
contra el invicto Carlos rebelado.

   Con propios ojos vi que Marte airado
la venturosa diestra te guiaba,
y que al oído Apolo te inspiraba
por otra parte el verso delicado.

   Ganaste dos coronas ¡gloria doble!
venciendo y honorando a vencedores,
y así, a pesar de invidia y de fortuna,

   por vencedor, de fuerte y verde roble
el valeroso Marte te dio una;
la otra, el dulce Apolo, de mil flores.

Ediciones de Madrid, 1578, 8.º; Lisboa, 1582; Amberes, 1586.



Soneto de D. García Hurtado de Mendoza, general en la jornada de Arauco



   Divino don Alonso, al cual Apolo
sin luz con larga mano así reparte,
que, entre el furor del bravo y crudo Marte,
a ti ilustró con claros rayos, solo.

   El humilde Neptuno, el fiero Eolo
paran a verte (atentos) y a escucharte,
porque es tu fama rara, seso y arte
en cuanto abraza el uno y otro Polo.

   De Arauco la conquista debuxaste
con mano tan subtil y tantas flores
que bien Minerva (muestras) te guiaba.

   Pintaste la verdad (que siempre amaste)
con mil matices, vivos y colores
de un lustre a quien el tiempo nunca acaba.

Ediciones de Madrid, 1578, 8.º; Lisboa, 1582; Amberes, 1586.



Soneto del Duque de Medinaceli



   Quién jamás vio caber en un sujeto
tres virtudes heroicas sublimadas,
como se ven en vos hoy colocadas
con provechoso fruto y raro efeto?
—75→

   En que os habéis mostrado tan discreto
cuanto vos las tenéis más adornadas,
con dulcísimo, son comunicadas,
más, al que enjuicio es más perfeto.

   Así en Virgilio y en Livio no se vieron,
ni en el divino Julio esclarecido,
que su fama hasta vos han sustentado.

   Deseos la palma, pues habéis subido
donde pocos al fin hasta hoy subieron,
y os han Marte y las Musas consagrado.

Ediciones de Madrid, 1578, 4.º; Madrid, 1828; Madrid, 1852; Madrid, 1884; Santiago de Chile, 1910.



Soneto de D. Martín de Bolea y Castro a D. Alonso de Ercilla



    Famosos españoles, cuyos hechos
dignos de consagrarse a inmortal gloria
quedaron en Arauco por memoria
del bélico furor de vuestros pechos:

   De hoy más podéis gozaros satisfechos,
pues con único estilo y dulce historia
se os añade de nuevo otra vitoria
contra los fuertes bárbaros deshechos:

   Quel célebre Marón, insigne Homero,
Don Alonso el divino ha levantado
vuestra furiosa diestra no cansada:

   Este es aquel dichoso caballero,
que allá mostró la fuerza de su espada
y acá el valor hispano ha eternizado.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589.



Soneto de la señora doña Isabel de Castro y Andrade a D. Alonso de Ercilla



    Araucana nação mais venturosa,
mais que cuantas og'ha de gloria dina
pois na prosperidade e na ruina
sempre enuejada estais, nunca enuejosa.

   Se enresta, oh! illustre Afonso,a temerosa
lança, se arranca a espada que fulmina,
creyo que julgareis que determina
s'o conquistar a terra bellicosa.

   Faraa, mas naõ temáis essa maõ forte,
que se vos tira a liberdade e a vida,
ella vos pagará ben largamente.

   Qu'a troco du'a breve e honrada morte,
cõ seu divino estillo, esclarecida
deixará vossa fama eternamente.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597; Madrid, 1733-1738; Madrid, 1776; Barcelona, 1827; Barcelona, 1845; Barcelona, 1861.



Soneto del Marqués de Peñafiel a D. Alonso de Ercilla



   Gloria lleváis del bárbaro trofeo
con pluma honrando al que vencéis con lanza
y lo que en tiempo y muerte no se alcanza
alcanza en vida el inmortal deseo.

   Voláis de Arauco hasta el mar Egeo,
y con ínclito triunfo y alabanza,
libre de alteración y de mudanza,
de lexos veis las aguas del Leteo.

   Tanto, Ercilla, valéis vivo y presente,
que de Zoilo el infernal veneno
jamás prevaricó la gloria vuestra.

   Dais gloria a Arauco y vais de gente en gente
con lauro ufano y de alabanzas lleno,
que el premio es vuestro y la ventura nuestra.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597; Cádiz, 1626; Madrid, 1733-1738; Madrid, 1776; Barcelona, 1827; Barcelona, 1845; Barcelona, 1861.



Soneto del doctor Jerónimo de Porras, catedrático en la Universidad de Alcalá, a D. Alonso de Ercilla y Zúñiga



   Claro señor, que ilustras y celebras
la gloria de las armas españolas
del Indo mar a las hesperias olas,
del Scítico a las líbicas Culebras,

   y a Muerte robas las vitales hebras,
que siega como flacas amapolas;
haces que Mantua no se alabe a solas,
y al envidioso la esperanza quiebras:

   No solamente aplican sus oídos
al dulce son de tu glorioso cuento
Neptuno, Doris, Melicerta y Glauco,

   mas aun reciben gusto los vencidos
de oir loar con tan suave acento
los vencedores del famoso Arauco.

Edición príncipe de la Tercera Parte. Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597; Cádiz, 1626; Madrid, 1733-1738; Madrid, 1776; Barcelona, 1827; Barcelona, 1545; Barcelona, 1861.



Soneto de la señora doña Leonor de Ycis, señora de la baronía de Ráfales, a D. Alonso de Ercilla



    Mil bronces para estatuas ya forjados,
mil lauros de tus obras premio honroso
te ofrece España, Ercilla generoso.
Por tu pluma y tu lanza tan ganados.

   Hónrese tu valor entre soldados,
invidie tu nobleza el valeroso,
y busque en ti el poeta más famoso
Lima para sus versos mal limados.
—76→

   Derrame por el mundo tus loores
la fama y eternice tu memoria
porque jamás el tiempo la consuma.

   Gocen ya, sin temor de que hay mayores;
tus hechos y tus libros, de igual gloria,
pues la han ganado igual espada y pluma.

Edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597; Madrid, 1733-1738; Madrid, 1776; Barcelona, 1827; Barcelona; 1845; Barcelona, 1851.



Soneto (anónimo) a D. Alonso de Ercilla



   Parten corriendo con ligero paso
Marón de Mantua, y de Esmirna Homero
cada cual procurando ser primero
en la difícil cumbre del Parnaso.

   Van de la Italia, Ariosto, el culto Taso,
y del pueblo famoso del Ibero,
Boscán, Mendoza, célebre y sincero,
y el ilustre y divino Garcilaso.

   Vais después dellos, generoso Ercilla,
y aunque en tiempo, primero que vos fueron,
pasáis delante a todos fácilmente:

    Apolo en veros tal se maravilla,
y antes que a todos los que allá subieron
con lauro os ciñe la sagrada frente.

Ediciones de Madrid, 1589-1590; Barcelona, 1592; Perpiñán, 1596; Madrid, 1597; Amberes, 1597; Cádiz, 1626; Madrid, 1733-1738; Madrid, 1776; Lyon, 1821; París, 1824; Barcelona, 1861.



Soneto de fray Alonso de Carvajal, de la Orden de los Mínimos, en modo de diálogo



   ¿Quién sube por la escala de discretos?
Don Alonso de Ercilla el animoso.
Decidme ¿dónde va tan presuroso?
a dar subido lustre a sus concetos.

   ¿Es este el que no alcanzan los perfetos?
él es, que al más fecundo hace medroso.
¿Qué causa es la que lleva este famoso?
mostrarnos el valor de sus decretos.

   ¿Pues nadie lo entendiera en este caso?
ninguno, ni vendrá ya quien lo entienda.
¡Extraño debe ser su estilo y arte!

    Es tal, que ya se extiende hasta el ocaso.
Luego, ¿daranle el lauro sin contienda?
sí, que es Virgilio en verso, en armas Marte.

Ediciones de Madrid, 1589-1590; Madrid, 1597; Cádiz, 1626; Madrid; 1733-1738; Madrid, 1776; Barcelona, 1827; Barcelona, 1845; Barcelona, 1861.



Elogio del licenciado Cristóbal Mosquera de Figueroa, auditor general de la armada y exército del Rey, nuestro señor, y corregidor de la ciudad de Écija, a D. Alonso de Ercilla y Zúñiga

Con armas doradas, y con la roja señal del glorioso Patrón de España, veréis este generoso retrato de D. Alonso de Ercilla y Zúñiga, que con la barba cresda y cabello levantado y constantes ojos, da muestra de caballero de animosa determinación y ajeno de todo temor. El que véis ahora con armas de infante, poco ha que le visteis revolviendo a una y otra parte el feroz caballo, con la espada desnuda, en los apartados valles del no domado estado de Arauco, a quien no le pusieron espanto los escuadrones de bravos caciques, señores de innumerables vasallos, ni los incultos y ligeros puelches, usados a las armas en el rigor del invierno, ni los indómitos y robustos araucanos que con tanta constancia defienden sus términos, y con más que humanas fuerzas y armas de gigantes, sacudieron el yugo jamás probado de sus cervices, y derramaron tanta sangre de españoles, volviendo aquel suelo idólatra y bárbaro, sepulcro religioso de cristianos; no le impidieron su deseo de gloria los peligrosos asaltos y escaramuzas del fuerte de Penco, ni las crueles muertes de españoles, ni la fama de los mapochotes, constantes en defender sus leyes, ni los dispuestos promaucaes, diestros en arrojar la flecha, antes, encendido en generosa braveza, deseoso de servir a Dios y ensanchar las tierras de su Rey, siempre se halló en las ocasiones peligrosas, sin tener hora de reposo, como se lee en muchos lugares de su historia.

Y en la sangrienta batalla de Millarapué, en la cual los araucanos con tanto valor y diciplina militar se mostraron en aquella áspera breña, donde se habían hecho fuertes gran número dellos: allí mostró D. Alonso su valor y esfuerzo, provocado y   —77→   llamado por su nombre de los suyos, para que diese fin a aquella señalada empresa, y a mucho peligro y riesgo de su vida, se abalanzó en aquella espesura y maleza, y hubo una sangrienta refriega, como se puede creer de los que se veen apretados del peligro, que con tan porfiado coraje vendieron los araucanos sus vidas, que tuvieron por mejor partido morir allí todos peleando, que rendir las armas a los nuestros; y en las montañas de Purén, donde, cerrados los pasos por los enemigos, asaltaron a nuestra gente, y la industria de D. Alonso juntamente con su esfuerzo pudo librar a los que con él se hallaron de la furia y tempestad de los bravos enemigos, que con todo género de armas arrojadizas, a semejanza de espesos torbellinos, los herían allí. En aquella desorden reconoció el arte militar, donde ni las heridas que recibió, ni el temor de la presente muerte, ni el desconcierto de los nuestros en la espesura y aspereza de aquellas hondas quebradas, le pudo ser de impedimento para que con sosegado pecho dejase de usar de su prudencia y consejo, que de tanta importancia fue entonces; pues él y once caballeros que recogió, subiendo por la áspera cuchilla de la montaña, ganaron la difícil cumbre, donde, dejando los caballos ya inútiles por el gran cansancio y aspereza del sitio, a pie dieron a los enemigos por las espaldas tal rociada, que el súbito temor que con esta estratagema concibieron, les sacó la vitoria de las manos, haciéndolos retirar con pérdida de la presa que habían ganado.

Ningún hombre habría que pudiese tolerar los inmensos trabajos a que obliga la guerra, las vigilias, centinelas, hambre, sed y el excesivo frío y los ardientes calores sin reparo, el peso de las armas, si por una parte la inclinación con que el hombre nace para seguir este ejercicio, y, por otra, el deseo de gloria no le hiciese ligera esta carga: y no es de menos importancia el tratar las armas desde los tiernos años, porque del hábito y costumbre de manejarlas nace la tolerancia y fortaleza del alma, y ninguna parte destas faltó a D. Alonso, como vemos en el discurso de su vida, pues siempre con ellas a cuestas y ejercitándolas, tomó tan dudosa carrera, que cuando otra cosa no fuera sino darnos noticia de tantas provincias, ya merecen gran premio sus jornadas, dignas de perpetua recordación.

Y una de las cosas en que se vee la grandeza del ánimo del hombre y la parte inmortal a donde aspira, es no hallarse contento ni satisfecho en un lugar, procurando hartar su deseo, inclinado a diversidad de cosas, rodeando el mundo y tentando diferentes lugares para hurtar el cuerpo a los fastidios de la vida, como refiere con elocuencia Guillelmo Rondelecio, que suele acontecer a los peces, que algunos hay que, siendo nacidos en los ríos, en ellos perpetuamente viven, y alegres con sus asientos y moradas, allí se mantienen de sus naturales pastos sin buscar estancias ajenas; y otros, que siendo nacidos en el mar y en los estaños marinos, enfadados de sus propios alimentos, mudan sus lugares y se deslizan a recrearse por las ondas dulces de los ríos, donde atraídos con la copia del mantenimiento y con la suavidad de las aguas regalados, y con la tranquilidad de las ondas entretenidos, como encantados en la frescura y amenidad de sus vivares o apartamientos, pasan lo que les resta de la vida, olvidados de todo punto de su primero domicilio. En las historias antiguas habemos leído de muchos que deseando ver con los ojos lo que con lección de libros habían peregrinado, corrieron muchas provincias y mares, como hizo Pitágoras, que vio los adevinos de Menfis, Platón a todo Egipto y aquella costa de Italia que antiguamente se llamaba la grande Grecia, que no le costó poco trabajo: pues floreciendo su nombre en las academias de Atenas, tuvo por bien (como dice S. Jerónimo) antes andar desconocido y aprender vergonzosamente ajenas dotrinas, como discípulo, que jatarse de las suyas como maestro: y como anduviese en seguimiento de las letras   —78→   que entonces parecía que iban huyendo de los hombres, esta dificultosa empresa le costó la libertad, y así vino a ser peregrino y captivo. Y muchos varones nobles leemos haber salido de España y Francia por conocer a Tito Livio, fuente de la elocuencia, y valió la fama deste hombre para atraer a aquellos a quien la contemplación y grandeza de Roma no pudo llevar tras de sí, y en aquella edad hubo grandes milagros nunca oídos, y dignos de ser celebrados en la duración de los siglos, que a muchos hallándose en la triunfante Roma, no les hartaba su deseo, como adelante se verá en D. Alonso, y se salían della codiciosos de conocer cosas nuevas y peregrinas. Dejo de tratar, entre otros muchos, de Apolonio, que pasó de la otra parte del Cáucaso los scitas, masagetas y los ricos indios, y revolvió con muchas distancias a ver los montes de la Luna, y mesa del Sol en Etiopía, y tantas y tan diversas provincias, que para persuadirnos a que el trabajo de un hombre las pudo andar todas, hay necesidad de que creamos que no le debió de ayudar poco a Apolonio para esto el nombre de mago que vulgarmente todos los escritores le atribuyen. Ya tenemos noticia de lo que nuestros españoles navegaron de Mediodía al Ocidente del grande y espacioso continente de tierra firme, que hallaron de las muchas islas con oro, piedras y perlas enriquecidas, que descubrieron. También se acordarán los nuestros de aquel venturosísimo navío, por nombre Vitoria, el cual circundó todo el mundo, que por particular favor dado a la ventura de César Carlos V, lo concedió el cielo al animoso Magallanes y sus compañeros, donde se manifestaron a los ojos de aquellos hombres (dignos de que la tierra los honre) muchos lugares y montes poblados de gentes bárbaras, no conocidos por los antiguos, que aunque se glorie Alexandre de Macedonia y levante su espíritu al cielo por haber sido el primero que pasó de la otra parte del Oriente en jornada segura por tierra; pero no con navíos, como lo refiere Vopelio en su Cosmografía, por lo cual, como señor potentísimo, que señoreó el mundo, todos levantan y engrandecen su nombre y nunca se cansan Quinto Curcio, Dion y Clitarco y otros, de encarecer esta felicidad, que, bien considerado, a los que vivimos ahora no nos ha de maravillar lo que a los pasados, teniéndolo por cosa monstruosa; pues vemos a este caballero y a los que iban en su compañía, que corrieron por tantas tierras y mares, que si todo lo que anduvo Alexandre se juntase y numerase con lo que don Alonso ha andado, no será la décima parte. Pues ya sabemos que el divino poeta Homero, como consta por sus obras (que en esto es digno de que se le conceda la gloria, como en lo demás), no tuvo noticia destas partes, y aunque a Ulises y a Néstor les dio epítetos y atributos de prudentísimos, no fue porque hayan sido señalados en los estudios de las letras; sino por haber tratado y conversado con varias naciones y visto muchas repúblicas y costumbres diferentes: y haber don Alonso navegado más que el famoso Ulises; no hay para qué dificultarlo; pues cuanto pudo navegar este griego fue lo que por sus historias parece, desde el Arcipiélago y mar Egeo al mar Jonio y todo el Mediterráneo y sus costas, hasta romper por el estrecho de Gibraltar y correr parte del Océano y llegar a la gran ciudad de Lisboa, que la dejó ilustre con su nombre. Pero este animoso caballero, habiéndose criado desde su niñez en la casa del rey Felipe, nuestro señor; como él lo dice al principio de su libro, y seguídole en todas sus jornadas, como en la primera que hizo a Flandes lo escribe con manificencia de estilo Cristóbal Calvete de Estrella, cronista de Su Majestad, en su Viaje, donde refiere el nombre de don Alonso, llamándole de Zúñiga; corrió, no una, pero muchas veces, todas las provincias que contiene nuestra España, Italia, Francia, Inglaterra, Flandes, Alemania, Bohemia; Moravia, Silesia, Austria, Hungría, Stiria y Carintia; y no contentándose con esto, ni con tener lugar en la casa de tan alto señor,   —79→   en cuyo servicio, ayudado de su virtud, linage e ingenio, como los demás caballeros, pudiera acrecentar su casa, encendido de su deseo, sabiendo que el apartado reino del Pirú y provincias de Chili rebelados contra el servicio de su Rey, habían tomado las armas, sin temer los grandes peligros y dificultades de tan largas derrotas y jornadas, salió de Londres, y vuelto a España navegó por el Océano al Poniente y tocando de paso en muchas islas, llegó a tierrafirme, donde atravesando las altísimas sierras de Capira, pasó al Océano exterior, llamado mar del Sur, y descubrió otro polo y otras estrellas y corrió por todos los reinos del Pirú, pasando la línea equinocial y tórrida zona y siguiendo siempre sus disignios, pasó, asimismo, el trópico de Capricornio y costeó los grandes despoblados de Atacama y Copayapo, donde el seco y pelado suelo no consiente cosa viva: y entrando por los términos de Coquimbo, pasó la Ligua y el famoso (aunque pequeño) valle de Chile, del cual toma nombre toda aquella provincia. Y dejando atrás la fértil llanura de Mapocho, llegó a las riberas de los promaucaes y atravesó el arrebatado río Maule y el raudo Itata y barqueando el caudaloso Bio-Bio, el cual hasta el mar conserva siempre su nombre, entró en el indómito estado de Arauco. Y después de haber dado fin a la porfiada guerra que él mismo escribe y hallándose en siete batallas campales y otras muchas escaramuzas y recuentros y en la fundación y población de cuatro ciudades, pasó las levantadas montañas de Purén y llegó a Cautén y su espaciosa tierra, vadeando el ancho Nibequetén hasta arribar al lago de Valdivia. Y no satisfecho con haber andado tantas y tan extrañas provincias, pasó adelante al descubrimiento y conquista de la última que por el estrecho de Magallanes está descubierta hasta el valle de Chiloé: y sulcando en piraguas el arcipiélago de Ancud, boxó gran número de islas, saltando en algunas dellas, y atravesando el ancho desaguadero, con treinta soldados, entró la tierra adentro y llegó a donde ninguno hasta ahora ha llegado. Y, en conclusión, con deseo de descubrir otro mundo, abriendo para ello nuevos caminos, se puso casi debajo del Antártico, pasando para llegar allí innumerables ríos, isleos, promontorios, volcanes, montañas asperísimas, comunicando y conversando con extrañas y diferentes naciones, así en lenguas como en costumbres, ritos, leyes, naturalezas, figuras y trajes, habiendo dado fin a todas estas jornadas y escrito la Primera Parte de su Araucana47, y vuelto a España, a la corte de su Rey, a continuar el servicio de su casa, antes que acabase de cumplir los veinte y nueve años de su edad.

De donde sacaremos con cuanta mayor ventaja debiera celebrar ahora Homero el esfuerzo y prudencia deste caballero con los demás que le siguieron, si hubiera de tener atención a sus trabajos, navegaciones, jornadas, batallas y peligros, retirándose a lo más apartado y escondido de la tierra, entrando por las escuras tinieblas de lo incógnito y peligroso para traernos a los presentes y dejar a los por venir claridad de lo que vieron y descubrieron: y porque con mayor relación de verdad y admiración nos quedase esta peregrinación y jornadas dignas de memoria, quiso nuestra buena suerte fuese tal su ingenio, que ayudado de las fuerzas dél y de sus estudios, con no cansado trabajo y con generoso cuidado, guiado por su natural inclinación, abriese camino para escribir tan dificultosa empresa, aspirando sus disignios a lo sumo de la gloria; pues andando envuelto entre las mismas armas, escribió esta historia en verso heroico, a cuya pureza de lengua castellana, facilidad, igualdad y dulzura en el decir, se le debe tanta gloria por famoso poeta como por famoso soldado, donde   —80→   parece no haber tenido hora de descanso, pues cuando se aflojaba la cuerda al reposo, se ocupaba en escribir las jornadas del día pasado, como lo dice en el canto veintitrés:


Estando así una noche retirado
escribiendo el suceso de aquel día.


Virtud digna de eterno loor del que llega a ser tan venturoso que puede juntar las armas y las letras, y no es cosa que trae consigo extrañeza letras y armas; antes es negocio que se debe celebrar con extraños loores haber venido la prudencia humana a quitar de entre los hombres este divorcio tan injustamente puesto, reconciliando para nuestro provecho estos dos ejercicios; porque de la suerte que es cosa importante que suceda a la tristeza la alegría y al trabajo el descanso y al estruendo y alboroto la quietud; así, después de la braveza de las armas, enemigas del reposo, hacen en el alma un asiento suavísimo y saludable la tranquilidad de los estudios, el sosiego de la lección de los buenos libros, con cuya apacible comunicación el hombre se restaura de sus trabajos y volviendo a recogerse en sí mesmo, se pone en pacífico y glorioso estado. Significación tiene, y no vulgar, lo que los antiguos dicen del dios Marte en sus historias fabulosas, que para templar su aspereza y terribilidad, le vinieron a dar por consorte a Venus, porque atrayéndole con su tierna hermosura y con la dulzura de sus halagos, mitigase el rigor de su condición implacable, que no es de poca consideración la pintura que los poetas hicieron, si nos diera lugar para extendernos en este paso esta figura, que por tener sombra de deleite humano nos quita la libertad de hacer discurso en ello. Y así, pasando adelante en lo primero; quien considerare a Plinio Segundo, tesoro de toda la erudición humana, en él se verá si el haber seguido la guerra, como la siguió, le pudo ser impedimento para que no fuese profundo filósofo, sacando a luz aquella historia, donde mostró un teatro de toda la hermosura de la madre naturaleza o, por mejor decir, de la ordinaria potestad de Dios. ¿Qué diremos de Julio César, que en las noches escribía con estudiosa puntualidad las jornadas de los días que peleaba? ¿Y de Teodosio, que templando las batallas con el canto de las musas, entre los cimbros y saurómatas, se divertía por algunas horas de todo lo que era furor de Marte? Pues, ¿qué diremos de Pericles, de Alcibíades elocuentísimos? Del grande Alejandro, que heredó tanta parte de erudición de su maestro Aristóteles? Y el piadoso poeta Aurelio Prudencio y el nuestro, honra de las españolas musas, Garcilaso de la Vega, siendo soldado y teniendo a su cargo algunas banderas de infantería española, en tiempo del emperador Carlos V, fue tan escogido en el ejercicio de las armas como excelente en la dulzura de sus versos, dice en la égloga III:


Entre las armas del sangriento Marte,
do apenas hay quien su furor contraste,
hurté del tiempo aquesta breve suma,
tomando ora la espada, ora la pluma.


De aquí nació aquel bien considerado soneto del duque de Medinaceli, que después de haber gobernado en Sicilia, fue a los estados de Flandes, que dice de esta manera a D. Alonso:


¿Quién jamás vio caber en un sujeto
tres virtudes heroicas sublimadas
[...]


De estas tres virtudes, de las dos pienso que se ha tratado alguna cosa, que son aquellas que se hallan escritas de Plinio, en una epístola que está al principio de la Natural Historia, donde dice haber alcanzado don de Dios y merecer llamarse dichosos aquellos que hacen cosas dignas de escribirse o que escriben cosas dignas leerse,   —81→   y sobre todos bienaventurados aquellos que alcanzaron lo uno y lo otro. Y aunque hubiera cumplido don Alonso con estas dos virtudes escribiendo en prosa esta historia con aquella verdad y partes que quiere Quintiliano que sea para más satisfación de su opinión, y para más opinión de nuestra nación, la escribió en verso heroico, para que fuera más universal esta forma de escritura, cuanto lo es más la poesía que la historia. Porque con el verso muestran los poetas la grandeza, esplendor, erudición y afectos que nos enseñan, deleitan y mueven los ánimos, como los altos oradores; porque, verdaderamente, si no hubiera poetas, no parecieran, como parecen, las hermosuras desta naturaleza criada: porque estos son los que las conocen y dan a conocer con la divinidad de los versos, como ellas son. Y ha habido algunas naciones de tanta felicidad, que por no producir en ellas el cielo poetas, vienen a hallarse faltas de toda elegancia, urbanidad y hermosura: y su ingenio de don Alonso es de suerte, que cuando sus razones no las sujetara a las ligaduras de los versos y consonantes con aquel número, igualdad y concinidad que en ellos vemos; su espíritu, sus extraordinarios pensamientos retirados del común discurso, lo muestran verdaderamente poeta; porque no lo es solamente (como dice Fracastorio) el que en número de pies y cadencia de ritmo lo manifiesta; pero también merecerá este nombre el que lo fuere por naturaleza, aunque no lo muestre por la pluma. Y de todo esto resultará estimar en mucho las obras deste caballero: pues juntando en él a competencia la fuerza del arte con la naturaleza, lo vinieron a hacer tan insigne, que con razón se podrá España defender con él contra la soberbia y presunción de los extranjeros, que yo estoy cierto, que si atentamente le miraren y consideraren, hará con su dulce canto el efecto que el escudo poderoso de Palas48; y será suficiente para rebatir los golpes que contra nuestra nación descargaren los envidiosos escritores. Y porque todas las virtudes resplandecen más en un ilustre y generoso supuesto, será esta la tercera virtud en este discreto caballero, que tanto más le adornan las armas y las letras, cuanto más honrado debe ser por la antigüedad de su linaje y casa: que su origen y calidad dirá bien la nobilísima villa de Bermeo, cabeza de Vizcaya, donde sobre el puerto y cerrado muelle está fundada de gruesos y anchos muros labrados de sillería la antigua torre de Ercilla, celebrada en los antiguos cantares de aquella tierra y ensalzada con la gloria de sus agüelos, señores della, cuyo nombre conserva para testimonio de su nobleza D. Alonso de Ercilla, caballero de la Orden de Santiago y gentil-hombre de la cámara del Emperador, de quien se ha tratado en este elogio, hijo digno de Fortunio García de Ercilla, caballero de la misma Orden, que por sus divinas obras dejó perpetua memoria de su raro ingenio, siendo de las naciones extranjeras llamado por excelencia el subtil español y porque (con los versos de su hijo daré mejor remate a esta escritura, que podría con los ajenos) en la Segunda Parte de su Araucana, canto veinte y siete, dice desta manera:


Mira al poniente a España, y la aspereza
de la antigua Vizcaya, de do es cierto,
que procede y se extiende la nobleza,
por todo lo que vemos descubierto:
mira a Bermeo, cercado de maleza,
cabeza de Vizcaya, y sobre el puerto
los anchos muros del solar de Ercilla,
solar antes fundado que la villa.


Año de 1585.                


Ediciones de Madrid, la príncipe de la Tercera Parte, 1589; la en 8.º de 1589-1590; Barcelona, 1592; Perpiñan, 1596; Madrid, 1597; Amberes, 1597; Madrid, 1610; Madrid, 1733-1735; Madrid, 1776; Madrid, [Lyon] 1821; París, [Lyon] 1824; Barcelona, 1861.