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ArribaAbajoCanto Trigésimo

484-tercera línea:

Como todas mis obras de su principio están ofrecidas a V. M. [...]


De, donde hoy diríamos desde, empleada la preposición como denotando «origen, procedencia, señalando el punto en que algo empieza a tener ser»: acepción así expuesta por Cuervo y que corrobora, entre otros ejemplos, con éste de fray Luis de León (Poesías, égloga 6):


[...] Cantaba [...]
De do la tierra, el aire, el encendido
fuego, las aguas dulces y saladas
nacían de principio [...]




486-2-1, 2:


Y el Profeta nos da por documento
que en ocasión y a tiempo nos airemos [...]


Alude al versículo 5 del Salmo IV: Irascimini, et nolite pecare [...] «Airaos, y no queráis pecar [...]».

Documento en su significado de lección, enseñanza. El Diccionario de Autoridades define: «Doctrina o enseñanza con que se procura instruir a alguno en cualquiera materia, y principalmente se toma por el aviso u consejo que se le da, para que no incurra en algún yerro u defecto. Es voz tomada del latino Documentum, que significa lo mismo. Saav., Empr. 1: "Más bien reciben los hijos los documentos o reprehensiones de sus padres, que de sus maestros y ayos"».

Véase este otro, sacado de Tito Livio: «Documentum humanorum casuum»: ejemplo (enseñanza) de las vicisitudes humanas.

Cervantes (Don Quijote, VII, 106 y 115): «Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma [...]». «Por ahora, esto se me ha ofrecido, Sancho, que aconsejarte; andará el tiempo, y según las ocasiones, así serán mis documentos [...]».

«[...] y así, torno a decir que es provechoso documento callar la patria, encubrir los padres y mudar los propios nombres [...]». Rinconete y Cortadillo, página 175, ed. de los Clásicos españoles, Madrid, 1914.

«Documento, en su antigua acepción de aviso, consejo o enseñanza, como originario de docere, enseñar». Rodríguez Marín.

Y en La ilustre Fregona: «Los padres dieron documentos a sus hijos de lo que habían de hacer y de cómo se habían de gobernar».

Es voz que se halla empleada con bastante frecuencia en El Pasagero de Suárez de Figueroa, v. gr.: «Una tarde recogiose mi padre conmigo en un aposento, y entre otros saludables documentos, que no son deste propósito, me dijo las palabras siguientes [...]». Hoja 34. «La materia era tan dulce y, por ventura tan provechosa para todos, que no cesara en un día de arrojar documentos, tan apresuradamente acudían a su lengua para ser dichos [...]». Hoja 135 v.

«[...] los cuales tenían ayos y maestros que les enseñaban e industriaban en loables ejercicios, a ser bien criados, a tener respeto a los mayores, a servir y obedecer, dándoles documentos para ello [...]». Acosta, II, 142.


No sólo es de importancia un elemento,
mas una hormiga, pues su providencia
al hombre ha de servir de documento.


Mexía, Parnaso antártico, hoja 22 v.                


«Significáronle que holgarían mucho que les diese algunos documentos para eludir los lazos del demonio». Villarroel, Historias eclesiásticas, t. I, hoja 57 f.



486-4-6:


Puede contra el campión el combatiente [...]


voz que se repite poco más adelante (489-1-2):


Los dos campiones de valor iguales [...]


Campión por campeón, así como Lope escribió galión por galeón.

Es voz que no se halla en el Diccionario de Autoridades ni en el léxico de la Academia; en el de Zerolo, figura como anticuada. Hallámosla empleada por don Juan de Arguijo (Flores de poetas ilustres, ordenada por Calderón, p. 10):


De tantos campiones invencibles
de las huestes de Dios, resistir pudo [...]




  —394→  

487-5-8:


Que estuvo en punto de batirle al suelo.


«Batir. Por extensión, arrojar, derribar (trans.) (ant.. Cuervo, que cita este verso de Ercilla y el siguiente ejemplo del P. Mariana, Hist. de Esp., 14, 1: «La porfía y crueldad fue tal, que se quemaban las mieses, y batían a las paredes los hijos pequeños».



488-5-5:


Mas no por esto un punto vagarosos [...]


«Intonsos aprendices de poeta, observa Cuervo (Apuntaciones, p. 494), dicen vagoroso en vez de vagaroso, derivado de vagar», citando en comprobación un verso de «Al sueño», de Quintana.

Haremos notar, sin embargo, que en la edición príncipe y en la de Madrid, 1597, se escribió vagoroso. Oña dijo, correctamente (Arauco domado, XVII, 437):


Andando vagaroso y peregrino [...]


Como es palabra de uso corriente, sería fácil citar ejemplos, y lo es en realidad conveniente, porque en Chile padecen del mismo achaque que notaba Cuervo a los colombianos, no sólo los poetas noveles, sino la generalidad de las gentes, de tal modo, que el editor del Purén indómito escribió (Canto I, p. 5) vagoroso.

El licenciado Agustín Calderón (Calderón, Flores de poetas ilustres, p. 103):


Podrá a Alampo y Faetón con mal ligera
planta el buey tardo, en desigual contienda,
vagarosos hacer en su carrera [...]


Melo en su Historia del levantamiento de Cataluña: «Quedose el conde [de Santa Coloma] mirándola con lágrimas disculpables en un hombre que se veía desamparado a un tiempo del hijo y de las esperanzas; pero, ya cierto de su perdición, volvió con vagarosos pasos por la orilla opuesta a las peñas que llaman de San Beltrán, camino de Monjuich».



489-2-1:


Estaban par a par desacordados [...]


Entre los modismos en que entra par como adverbio, el Diccionario de Autoridades registra dos de a par, el de lugar, como «a par de sí», y el de igualdad o semejanza, como «a par de muerte»; pero no este de par a par, mucho más expresivo por la duplicación. Corresponde, sin duda, a ese segundo significado, habiendo querido decir el poeta que ambos campeones estaban igualmente desacordados, en la acepción anticuada de perder el acuerdo, quedar fuera de sentido; en faltos de su acuerdo, fuera de su juicio natural, y de que se encuentran ejemplos, v. gr., en Laso de la Vega en su Cortés valeroso, hoja 113 v.:


La mísera canalla descuidada,
que repleta por tierra está durmiendo,
salta fuera de si desacordada,
a las ausentes armas acudiendo [...]


«Poco es lo que puede, y poco lo que sabe, y poco lo que vive, y gran locura es la que desto se dascuerda». Oviedo, Quinq., p. 67.


Llevole medio escudo, y con difunta
color el Rey cayó desacordado [...]


Valbuena, El Bernardo, p. 217.                



Esto diciendo, despeñar intenta
al mar suspenso el cuerpo fatigado;
venció la injusta fuerza de su afrenta
al femenil temor desacordado [...]


Borja, Nápoles recuperada, Zaragoza, 1651, 4.º, h. 9 v.                



Y aunque mozo robusto y animoso,
faltole fuerza para sustentarse
sobre sus pies, y con obscura nube
de que sus ojos fueron ocupados,
cayó desacordado y aturdido.


Castellanos, Hist. del N. R. de Granada, t. I, p. 134.                




489-2-3:


Los pechos garleando levantados [...]


Garlear, dice el léxico, es voz de germanía, que vale como triunfar, y garlar, voz familiar, charlar «mucho, sin intermisión y poco discretamente».

Ya se ve que en el verso de Ercilla no corresponde su significado a ninguna de esas dos definiciones, puesto que, si no entendemos mal, equivale a acezar, jadear, respirar con fuerza y dificultad. En los ejemplos que siguen podrá notarse que tiene el mismo valor.

En el Arauco domado de Pedro de Oña se halla ya no menos de tres veces este verbo garlear (Canto VIII, 209):


Ya laten los ijares, ya garlean
y los ardientes pulsos menudean.



Y a bien librar por montes y por cerros
andaban garleando como perros.



Ya las alegres aves garleadoras [...]


Barco Centenera (Argentina, hoja 159):


Tenía aqueste perro grande garla [...]



Cual tigre hircana en el aprisco mudo,
harta de degollar grueso ganado,
la tierra en roja sangre, y el membrudo
lomo de nuevas manchas salpicado,
garleando cesa un rato, y en menudo
anhelar cobra aliento el pecho airado,
y mientras del destrozo se retira,
cuando el hambre menguó, crece la ira.


Valbuena, El Bernardo, p. 228.                


En las «garleadoras aves» de Oña su significado se acerca al de la segunda definición del léxico, en sentido figurado, como en el siguiente ejemplo de otro poeta de la colonia:


Tu gente la recoge, porque canta
la garladora fama que a buscarla
los enemigos vienen y a llevarla.


Álvarez de Toledo, Purén Indómito, Canto IV, p. 75.                


Y en este otro que nos ofrece Cervantes en el entremés, de El Rufián Viudo, también como si el verbo de que precediera fuera garlar:

TRAMPAGOS
Voacé ha garlado como un tólogo,
mi señor Chiquiznaque [...]



  —395→  

489-3-6:


Ninguno de los dos se rebullía [...]


Vimos ya (237-1-8) que bullir, por su analogía con menearse, lo usó el poeta como reflexivo, y otro tanto pasa ahora con su compuesto rebullir.



490-5-8:


Iré, por no cansaros, al atajo.


Ir al atajo, frase figurada y familiar, que el léxico registra en forma de echar uno por el atajo; «emplear medio por donde salir brevemente de cualquiera dificultad o mal paso».



491-1-5:


Vista de munición y vitualla [...]


Recuérdese lo dicho en otros pasajes acerca del empleo de este ablativo absoluto, tan frecuente en Ercilla.

Vista es claramente el participio femenino de ver, y la frase «vista de munición y vitualla la plaza por dos meses bastecida» es una cláusula absoluta que lleva tácito el gerundio siendo. Tanto esta cláusula como la anterior y lo siguiente, son elementos de una oración, a la que faltan el verbo principal y el relativo. Puesta en prosa la estrofa queda así:

«Y pasando en silencio otra batalla, sangrienta y reñida de ambas partes, que aunque se calla aquí por no ser largo, será encarecida de otro escritor, [diré que] vista la plaza bastecida de munición y vitualla por dos meses, pareció provechoso por entonces dejar allí a Reinoso por capitán».

La construcción de la estrofa es, evidentemente, viciosa.



491-2-7:


Estando de perderse el reino a canto [...]


A canto, dice el léxico de la Academia, m. ad. anticuado: «A pique o muy cerca de». Así, Rufo en La Austriada, canto XVI:


Porque el Duque se le entra y está a canto
de dalle a sangre y fuego la batalla.


Mexía en su Historia Imperial (vida de Julio César, cap. 3): «Los batallones de César comenzaron a retraherse, y estuvieron para desamparar el campo y muy al canto de ser vencidos totalmente».



492-1-1, 2:


No habíamos aún los cuerpos satisfecho
del sueño y hambre mísera transida [...]


Enseña el Diccionario de Autoridades que transido (p. p. ant. fig.) vale «fatigado, acongojado o consumido de alguna penalidad, angustia o necesidad. Dícese particularmente del que padece hambre»; pero no se trata aquí de la acepción figurada de este participio, sino de la propia, según la cual vale pasado, acabado, que es lo que significa el verbo anticuado transir, conforme a su origen, el latino transire. Hambre transida es, pues, hambre ya pasada, pretérita.

El aún del primer verso, para que este conste, debe leerse áun; y, si se lee aún, debe ser en una sola sílaba, así como la sílaba bía de habíamos.



492-2-5:


Y los tomados pasos desmentidos [...]


Quedó ya nota (228-4-3) respecto de este verbo desmentir aplicado a las espías. En el verso de que ahora se trata y cuando más adelante (516-5-4) dice el poeta:


Desmintiendo los rastros parecía [...]


Ejemplo: «[...] porque algunas veces para desmentir los valles que se ofrescen en medio, acontesce rodear con la acequia siete y ocho leguas, con no tener el tal valle media legua de distancia de punta a punta». Zarate, Conquista del Perú, p. 466, ed. Rivadeneyra.



492-4-7:


Diciendo que la guerra iba a lo largo [...]


La generalidad de los autores clásicos escribían este modo adverbial a la larga, en la acepción de despacio, con lentitud, como puede verse en los siguientes ejemplos que trae el P. Mir (Hispanismo y Barbarismo, t. II, p. 145): «Cáceres: "Iba el negocio, muy a la larga". Salmo 105, fol. 197. Mármol: "Llevar la guerra a la larga". Descripción, lib. 2, cap. 19. Márquez: "El cerco iba a la larga". El Gobernador, lib. 1, cap. 10. Mariana: "Iba a la larga el cerco". Hist., lib. 10, cap..


Considerando, pues, cuan a lo largo
corre mi trabajosa desventura [...]


Castellanos, Elegías, p. 125.                


En un escritor de la colonia tenemos ejemplo del uso de Ercilla:


Mas, viendo de ambas partes la tardanza
y cuánto que a lo largo iba el asedio,
haciendo, tristes ya, fatal progreso,
se comenzó a temer de mal subceso.


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VIII, p. 157.                


Ercilla empleó también la frase a lo largo, pero en acepción diversa y perfectamente clara y corriente, cuando dijo (243-2):


La maza esgrime, haciéndose a lo largo [...]


que, por de contado, tiene aquí valor muy diverso de aquel que le corresponde en el primero de los versos citados, y de que encontramos ejemplo en Don Quijote, P. I, cap. XLI: «Entramos en el bajel, dímosles las gracias por el favor que nos hacían, mostrándonos más agradecidos que quejosos: ellos se hicieron a lo largo, siguiendo la derrota del estrecho [...]». Pág. 373, t. I, Colec. Rivadeneyra.



493-1-2:


El revolver del hado incontrastable [...]


Pensamiento que en idénticas palabras estampó Cervantes: «¡Ay sin ventura! ¿adónde me lleva la   —396→   fuerza incontrastable de mis hados. Las dos doncellas, p. 200, t. I, Colec. Rivadeneyra.



493-3-7:


Al tiempo y hora del silencio mudo [...]


¿Es simple coincidencia, o Rodrigo Caro tomó de nuestro poeta esas palabras para sus Ruinas de Itálica?


Voces alegres, en silencio mudo [...]




494-2-7:


Lenguaz, ladino, prático, discreto [...]



Unas como sin fruto contumaces
se van desde los labios luego al suelo;
otras como livianas y lenguaces
del aire se las lleva el leve vuelo [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. X, p. 216.                


Barco Centenera (Argentina, hoja 91 v.):


A mis proprios oídos yo le he oído
decir a este lenguas y gran parlero [...]


Ladino decimos hoy en Chile al hombre astuto y disimulado, pero en su propio significado vale tanto como quien sabe una lengua extraña, y de ahí que se dijera indio ladino por el que entendía el castellano, que por ese solo hecho daba también muestra de que era de inteligencia y habilidad.

Ladino viene de latino, aplicado en un principio al que en España, después de la conquista de los romanos, lograba alcanzar la pureza en el hablar del idioma latino.

«[...] esta misma india que así he dicho que murió, era de edad de hasta catorce años o menos, y muy ladina, porque hablaba castellano como si nasciera y se criara toda su vida en Castilla [...]». Oviedo, Sumario, p. 497.

«El clérigo Casas, luego en llegando al pueblo, hacía juntar todos los niños chiquitos, y tomaba dos o tres españoles que le ayudasen, con algunos indios desta Isla Española, ladinos, que consigo llevaba y alguno que había él criado, baptizaba los niños que en el pueblo se hallaban». Hist. de las Indias, III, 20.

Laso de la Vega en su Cortés valeroso (hoja 97):


Por cuyo medio todo se entendía
cuanto el indio y Cortés comunicaban,
que la ladina joven les decía [...]


Pasajes en los cuales el vocablo tiene el valor que le correspondió en su origen, y del que adquirió más tarde nos ofrece también ejemplo el mismo Laso de la Vega (hoja 3), cuando, describiendo a México, dice:


Es ciudad agradable, populosa,
tiene setenta mil y más vecinos,
gente granada, rica, belicosa,
cortesanos curiosos y ladinos [...]


En el siguiente de Bretón de los Herreros. Desvergüenza, canto VII:


El quídam replicó que era ladino,
y su agudeza le valió un destino.




494-3-1:


El cual en puridad bien instruido [...]


En puridad es modo adverbial, dice el léxico: «sin rebozo, claramente y sin rodeos», y también en secreto, que es la acepción que parece le corresponde aquí, como opina Cejador que es la que tiene en este pasaje de Don Quijote, P. II, cap. 52: «[...] por la ocasión que ya a v. m. en puridad tengo declarada». Y en Rinconete y Cortadillo: «[...] que estaban hablando en puridad», donde asimismo le corresponde, según Rodríguez Marín, cuando dice (nota 26): «En puridad en la acepción, ya hoy poco usada, de secreto».



495-1-1; 601-1-2:


Tentando, pues, los vados y el camino [...]



Por hacer, y tentar todos los vados [...]


«Tentar el vado; tentar vado. (Hacer prueba y experiencia)». Correas, Vocabulario de refranes, p. 415. Modismo que vemos usado por el P. Ovalle (I, 331): «Quisieron comenzar a tentar el vado, y para esto dieron en hablar arrogantes y soberbios y portarse como dueños de casa, no como siervos».



495-3-6:


El disfrace y la máscara quitada [...]


Disfrace, sustantivo poético, (por disfraz) que el léxico no registra, como lo hizo, por ejemplo, con tenace, tenaz; felice, por feliz, etc.



495-5-8:


El estado común de tu fortuna.


No carece de misterio el concepto que encierra este verso: prima facie pudiera pensarse que se alude en él a la situación de fortuna corriente, u ordinaria; pero no hay tal. Fortuna está tomado en su significado de suerte, hado, a la cual se confía y entregan los destinos del común, del pueblo en general.



496-2-5:


Y así en figura humilde travestido [...]


Travestido, no hay necesidad de decirlo al que sabe francés, vale encubierto o disfrazado. El Diccionario de Autoridades, que trae a cuento este verso, añade que es voz de poco uso; y ¡cosa curiosa! la empleó un poeta de la colonia en Chile, sin duda por haberla leído en La Araucana:


De su mujer más sabia que natura
el ya rogado mozo enternecido
afeminar se deja la figura
y ser como otro Aquiles travestido [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. IX, p. 180.                




496-5-4:


Cubierto de la noche y sombra escura [...]


Como en términos casi idénticos había dicho ya antes (288-2-4):


Cubiertos de la noche se acercaban [...]


Cervantes usó del mismo, giro (Numancia, jorn. primera):


Numancia, de quien yo soy ciudadano,
ínclito general, a ti me envía
—397→
como al más fuerte Cipión romano
que ha cubierto la noche, o visto el día [...]


Y en Chile, aproximándose más a la lección de La Araucana, Mendoza Monteagudo:


Pasan la noche tímidos, cubiertos
de la estrellada bóveda divina [...]


Guerras de Chile, C. X, p. 219.                


Cuervo hace notar que el participio cubierto se usa con de o con, y que la primera preposición es preferible «cuando uno se vale de la oscuridad como de resguardo».



498-3-5:


El cual con gozo y ánimo malino [...]


Malino en todas las ediciones antiguas, que vale maligno, ven aquella forma, sin duda anticuada o de uso vulgar, no lo trae el léxico.

Comentando Rodríguez Marín esta voz malino en la nota 205 al Rinconete y Cortadillo, que en esta novela aparece, como también en El Rufián dichoso del mismo Cervantes, advierte que en Andalucía se sigue pronunciando malino, pero que reviste igualmente el valor de «apóstrofe cariñoso y de reprensión suave».



498-3-7:


Le dijo punto a punto todo cuanto [...]


Punto por punto es la frase corriente hoy, que trae el léxico y que parece equivale a ésta de Ercilla.






ArribaAbajoCanto Trigesimoprimero

500-5-8:


La arbitraria sentencia y el cuchillo.


Donde arbitraria no implica arbitrariedad o acto contrario a la justicia, sino lo que depende del arbitrio.



501-3-7:


Y con honroso premio de presente [...]


Al presente o de presente, como trae el léxico, es modo adverbial que vale «ahora, cuando se está diciendo o tratando».

He aquí un ejemplo de la forma empleada por Ercilla, que se halla en el Diccionario de Autoridades: «Juntó consistorio para hacerle donación de cien mil ducados, que por estar la Cámara Apostólica muy alcanzada, no se los podía dar de presente». Fuenmayor, Vida de S. Pío V, fol. 19.



502-1-4:


Justa y méritamente ha cometido [...]


Dice Cejador comentando la siguiente frase de Don Quijote: «"Los que tenían méritamente granjeada y alcanzada gran fama [...]": [...] término erudito poco usado; se halla en Santillana, así como inméritamente, en D. Luis de Ávila y Zúñiga, Com. de la Guerra de Alemania [...]».



502-1-7:


Aspiras a arribar do ningún hombre [...]


Observa Cuervo que en este verso se ve empleado aspirar como transitivo, cosa que sólo ocurre muy raras veces.



502-3-2:


Donde, siendo tu boca la medida [...]


«Su boca es o será la medida. Frase con que se da facultad a alguno para que pida cuanto quisiere, pues todo se le dará»; así el Diccionario de Autoridades, que cita en comprobante este verso de Ercilla; pero hállase también en Don Quijote, P. II, cap. 59: «[...] que su boca sería medida, y así pidiese lo que quisiese [...]».



502-5-6:


Y la plaza enemiga preparada [...]


Preparada, por reparada, que ya ocurrió antes. Véase el Glosario.



503-3-3:


Con un drago escamoso relevado [...]


Drago, por dragón, en su forma latina, anticuado.



504-2-2:


A las armas de noche acostumbrados [...]


Armas en la acepción ya indicada de alarmas.



504-4-6:


Y así graciosamente me prefiero [...]


Véase lo dicho en (288-1-3) acerca de prefiero, en vez de profiero, de que el poeta había usado en ocasiones anteriores, y tal como salió en la edición príncipe de la Tercera Parte, cambiado en prefiero en la de 1589-90. Así escribieron también Valbuena y Cervantes:


Descubriole su pecho, y él, gozoso,
en firme confianza se prefiere
de dar la mano al Rey [...]


El Bernardo, p. 265.                


NUMANTINO 1.º
Pues yo con todo el pueblo me prefiero
hacer de lo que Júpiter más gusta [...]

Numancia, jorn. II, esc. I.                


  —398→  

Por estos ejemplos se ve que preferir vale ofrecer, prometer: acepción que no hallamos en el léxico.



504-5-1:


«Mañana disfrazado, al tiempo cuando [...]


Estudiando Suárez las construcciones anómalas del verbo ser, según las trae Bello, procura demostrar que no es tan exacto el título que les da, pues existen otros verbos que se prestan también a tal género de construcción, añadiendo que «puede haber elipsis de la preposición antes de un relativo que se refiere a un antecedente no mediando verbo entre ellos», cosa muy frecuente después de ciertos nombres como modo, tiempo, y de los adverbios hoy, ahora, citando, respecto de los primeros, este verso de Ercilla:


Al tiempo cuando el bárbaro lozano [...]


A este ejemplo de Ercilla, Suárez hubiera podido añadir, el que ahora se nos ofrece y el siguiente de Cervantes (Viaje al Parnaso, cap. III):


Venciolas el prudente peregrino
amante de Calipso, al tiempo cuando
hizo, dijo Mercurio, este camino.




505-2-3:


Tu dichoso escuadrón, constituido [...]


Constituido en la acepción de establecer, ordenar, según el léxico, o de formar, componer, como define Cuervo, muy corriente en la frase constituido en dignidad, por ejemplo.



505-5-1:


Pero ya la maldad apoderada [...]


Recuérdese el valor de apoderado en un caso análogo, que ya ocurrió, donde vale poderoso.



506-3-6:


Con turbia luz los hondos valladares [...]


Cuervo, Apuntaciones, página 358, criticó el uso que sus paisanos hacen de la voz vallado, dándola como equivalente de zanja, y afirmando que denota todo lo contrario. Cita varias autoridades en apoyo de su opinión del significado de vallado y trae estas dos de valladares:


[...] Alza el dueño
el roto valladar; allí se apresta
lo que la vid caediza tiene enhiesta.


Fray Luis de León, Traducción del Libro I de las Geórgicas.                



Habló. De Edén el valladar no abierto
se divide, y el árido camino
a los culpables muestra [...]


Reinoso, Inocencia perdida, Canto II.                


Permítasenos decir que el sabio lexicógrafo bogotano sólo tiene razón en parte. Covarrubias definió vallado, diciendo que «es el reparo que se hace para que el enemigo no pueda entrarse en el real, acometiendo: hácense los vallados ahondando la tierra, y la que de allí se saca se aprieta a los palos, trabados unos con otros en forma de baluarte». No se expresó, pues, mal Ercilla al decir hondos valladares.



506-4-3:


Rehusando de dar a los mortales [...]


Salvá (Gramática, pág. 314) sólo señala para rehusar el régimen de a: rehusarse a la persuasión; que en realidad, bien empleado en ese ejemplo, no lo necesita generalmente, pues en el caso del verso de Ercilla estaría bien dicho rehusando dar, y aun parecería redundante la preposición; sin embargo, tal era lo acostumbrado antaño, y así, Cervantes escribía: «[...] y rehusaba de volver a la hambre que se usa en las florestas [...]». Don Quijote, P. II, cap. 18.



507-2-2:


Que la gente en dos tercios dividida [...]


Tercio, que no vale aquí la tercera parte de una cantidad cualquiera, sino que tiene la acepción militar de escuadrón o batallón en lo moderno y de regimiento de infantería en los siglos XVI y XVII, como los antiguos y celebrados tercios de Flandes.



507-3-6:


Sin más se detener, de compañía [...]


De compañía: en compañía, que diríamos hoy y como escribió Cervantes.



508-1-1:


Apenas había el bárbaro traspuesto [...]


Nos parece que en traspuesto media una elipsis; había traspuesto o salido de las puertas del fuerte, como cuando Cervantes escribió en dos ocasiones en Don Quijote: «[...] y cuando vio que había traspuesto del bosque [...]». «[...] pero así como v. m. traspuso del bosque y quedamos solos [...]». P. I, caps. 4 y 31.



508-2-2:


De entre la vedijosa bernia salta [...]


«Bernia es una capa larga a modo de manto, grosera como manta frazada: por delante tiene como una faxa o guarnición de mayor pelo hecho vedijas. Désta usaban hoy ha sesenta años en Salamanca los estudiantes pobres y algunas mujeres. Tomó el nombre de Ibernia, de donde se traen». Covarrubias.

Hallamos empleada esa voz en Carlo famoso de Zapata (Canto XLII, hoja 226 vlta.):


Como así cuando están todos echados
por esos bancos, precles y remeros,
y en sus bernias y lechos acostados [...]




508-5-1:


No fue Pran en el curso negligente [...]


Curso, que vale aquí carrera, como en el siguiente ejemplo:


No de la muerte la feroz guadaña
ni los cursos de tiempos tan ligeros
harán que de Numancia yo no cante
el fuerte brazo y ánimo constante.


Numancia, esc. final.                




509-1-1:


Como el cursado cazador, que tiene [...]


Acepción de cursado, que vale versado, entendido, práctico.

  —399→  

«Atabaliba hubo su consejo con dos capitanes de su padre, muy esforzados y cursados en la guerra [...]». Zarate, Conquista del Perú, p. 473.

«Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras». I, 190.


Al Velázquez nombró por su teniente,
para tales conquistas importante
y en ellas muy cursado y excelente [...]


Castellanos, Elegías, p. 144.                



Bravos, dispuestos, nobles y animosos
y en pruebas de la guerra bien cursados [...]


Villagra, Conquista de la Nueva México, h. 45 v.                




509-2-3:


Y sobre nuestro fuerte en un momento [...]


En este verso vale la pena notar el valor que se concede a la preposición sobre, que vale cerca «de otra cosa, con más altura que ella y dominándola», según la definición del léxico, como en este ejemplo que trae Salvá (Gramática, p. 264): «amaneció sobre la ciudad», y en este otro de Cervantes (Don Quijote, P. I, cap. 10): «[...] más armados que los que vinieron sobre Albraca, a la conquista [...]».






ArribaAbajoCanto Trigesimosegundo

512-3-7:


Haciendo en las entradas y conquistas [...]


y por segunda vez (567-2-7):


Donde os tienen los hados a la entrada [...]


Dice el P. Las Casas «[...] e los tiranos que inviaba por cumplir su mandado e justificar sus entradas, que ansí llamaban a aquellos sus santos viajes, iban con gran silencio [...]».

Sería redundante que trajéramos otros comprobantes, que tanto abundan en los historiadores de la conquista de América, sobre la acepción de «invasión a tierras del enemigo», que corresponde en esos versos a entrada.



513-2-1:


Unos vieran de claro atravesados [...]


Unos, que lleva envuelta la elipsis de la preposición a: a unos vieran...

De claro es frase adverbial, que no se halla en el léxico de la Academia, y que bien se ve vale de parte a parte, al través de.

Escribiose, de ordinario, de claro en claro, como lo vemos empleado en Don Quijote, refiriéndolo a «de luz a luz», «de la mañana a la tarde»; pero Cejador, comentando ese pasaje, advierte que «dícese del atravesar de claro en claro con la espada, de parte a parte»:


Hasta las puertas de Elvira
llegó a hincar su lanza;
las puertas eran de pino,
de claro en claro las pasa [...]


Romance de la muerte de Albayados.                




514-3-4:


Hinchen el aire y cóncavo del cielo [...]


Hinchen, que en este caso viene de henchir. Cóncavo, sustantivo, usado por concavidad.



514-3-8:


Por diversos lugares y heridas.


Donde la h de heridas tiene el valor de j o f, aspirándola, a fin de que resulte el verso con las sílabas que debe tener.



514-4-3:


Visto el destrozo cierto, y falso cuanto [...]


Verso en que por efecto del ablativo absoluto de visto, hay que suplir el gerundio habiendo; y en seguida, por la elipsis que va envuelta en falso, poner «ser o resultar falso».



515-2-7:


Hasta buscar del ábrego el reparo.


Ábrego lo define así Covarrubias: «nombre de un viento que corre en África entre el Austro y el Zéfiro. Latín: Africus [...]; y díjose ábrego, de áb, valde, y rigo, as, por ser viento que nos trae agua y riega la tierra». Así tan erradas son algunas etimologías de Covarrubias. Ábrego es la forma suavizada del Africus latino.



515-3-4:


Haciendo cuerpo y rostro, revolvía [...]


Vimos ya que en varios pasajes anteriores el poeta empleó el modismo hacer rostro, que hoy decimos hacer frente, o cara, con menos elegancia; y ahora resulta que lo refuerza aún más, diciendo cuerpo y rostro, que en tal forma, o ya con sólo hacer cuerpo, no lo encontramos empleado ni considerado por el léxico.



516-3-7:


Deshizo el campo entonces conveniente [...]


Deshacer, tiene en este caso la acepción que le corresponde en la milicia, esto es, «licenciar las tropas, despedirlas».

  —400→  

Adviértase también en este verso la elipsis envuelta en conveniente, pues con este adjetivo no se alude a campo, sino a deshacer: cosa entonces conveniente.



517-1-4:


Que no diésemos salto y trasnochadas [...]


Que, en su valor de los que.

Salto, ya lo dijimos, vale en casos como este, asalto.

Trasnochada, sustantivo, en su acepción de la milicia: «sorpresa o embestida hecha de noche».



517-4-4:


Jamás a corromper bastó a ninguno [...]


Corromper en su acepción de «sobornar, cohechar con dádivas o de otra manera». Cuervo.



517-4-6:


Según la variedad de cada uno [...]


Algún tanto difícil de explicar nos parece el valor que ha de concederse en este verso a variedad. Entendemos: según lo que cada uno opinaba o se inclinaba a pensar.



518-3-4:


Usando de privado amor conmigo [...]


Privado en la acepción que corresponde a privanza, que se aplica a la gracia de los príncipes generalmente, y que aquí equivale, por tanto, a predilecto.



518-5-5:


Me dio por acabarme esta herida [...]


Herida debe leerse con aspiración, para el verso.

Acabar, dice Covarrubias, «vale también morir, acabamiento; muerte». En tal sentido, como nuestro poeta, lo empleó Cervantes en El Coloquio de Cipión y Berganza, p. 337: «De lo que a mí me pesa es que estoy tan cerca de mi acabamiento, que no tendré, lugar de verlo». Y en El amante liberal, p. 121, t. I, Colec. Rivadeneyra: «[...] y a tanto llegó el extremo de amarla, que tomara por partido dichoso que me acabara a pura fuerza de desdenes y desagradecimientos, con que no diera descubiertos aunque honestos favores a Cornelio».



518-5-7:


Que mi espíritu suelto le siguiese [...]


A fin de evitar que suelto pudiera entenderse en la acepción ya dicha en otro lugar, de sin sujeción o desembarazado, habría sido conveniente poner esa palabra entre comas, para que así revistiera el significado que le corresponde figuradamente, de «libre de las ataduras corporales».



519-4-1:


Así la triste joven luego luego [...]


Repetición muy expresiva, que Ercilla solía emplear, con esa y otras voces, y que en la del presente verso encontramos en varios pasajes de Cervantes:

GUERRA
De cuánto gusto me será y contento
Que luego luego, hagáis mi mandamiento.

Este es de Numancia; el que sigue de El casamiento engañoso (p. 282, ed. cit.) : «Todos estos preámbulos y encarecimientos que el Alférez hacía antes de contar lo que había visto encendían el deseo de Peralta, de manera que con no menores encarecimientos le pidió que luego luego le dijese las maravillas que le quedaban por decir».

Del Don Quijote (tomo IV, 308) : «Por cierto, hermano cabrero, que si yo me hallara posibilitado de poder comenzar alguna aventura, que luego luego me pusiera en camino [...]».

«La duplicación del adverbio luego, observa Amezúa, comentando el segundo trozo citado de Cervantes, denota vehemencia, rapidez, calor y energía; reitérase en otros pasajes cervantinos, y hay uno en un Vejamen de don Francisco de Rojas muy expresivo, en que se triplica: "entró un soldado de la guardia con un pliego grande, cuyo sobre escrito decía así:


»A Don Francisco de Rojas
Luego, luego, luego"».




521-1-1, 2:


Quedaron admirados en oírme
que así Virgilio a Dido disfamase [...]


El léxico, al paso que da a disfama y disfamia por anticuados, se limita a expresar respecto de disfamar que es como difamar.

Admirar con el régimen en, es anticuado, según nota Cuervo, que trae, además de este ejemplo de Ercilla, el siguiente de Galatea: «Como oyese nombrar a Damón y a Tirsi, a quien él sólo por fama conocía, quedó admirado en ver su extremada presencia».

Hoy diríamos: admirados de.



521-2-6:


No se puede mudar tan de corrida [...]


«Aunque en España, dice Cuervo, Apuntaciones, p. 272, se usan, lo mismo que por acá, de corrido y de seguido (varias veces ocurren en las obras de Hartzenbusch) tenemos por preferibles, de corrida y de seguida (que es lo admitido por la Academia), a causa de ser estas frases cortadas por el mismo patrón que de ida, de vuelta, de pasada». Y cita en apoyo de de corrida el siguiente pasaje de Don Quijote, P. I, cap. XXI: «De corrida y sin parar les contó de la suerte que quedaba [...]».

A que añadiríamos este otro, también de Cervantes:

MORANDRO
No vayas tan de corrida,
lira, déjame gozar
del bien que me puede dar
en la muerte alegre vida.

Numancia, j. 3, e. 1.                


Como se ve del verso que copiamos, habría podido agregar en apoyo de la buena práctica del habla, el ejemplo de Ercilla.

A lo dicho por Cuervo puede añadirse que el modismo   —401→   está tomado de corrida, carrera, y no de corrido, como puede verse en varios pasajes de La Araucana (442-4-7; 512-5-6; 516-4-2; 531-1-1):


Cortándole en su próspera corrida [...]



Con presto paso y con fatal corrida [...]



De los contrarios hados la corrida [...]



Muchos entran con ímpetu y corrida [...]


Fray José de Sigüenza, en su de Vida de San Gerónimo: «Quien hasta aquí mirase la corrida que hasta aquí ha hecho el mundo, y el suceso de los tiempos, descubrirá muy claro [...]».


No hace un punto pausa en su corrida [...]


Rufo, La Austriada, canto XIX, hoja 331.                



Y no llevan derecho su corrida [...]
como el que al roxo palio alienta el pecho [...]


Id, hoja 233.                


De la «Epístola moral» atribuida a Rioja :


Como los ríos en veloz corrida
se llevan a la mar, tal soy llevado
al último suspiro de mi vida.


También en Chile tenemos ejemplos en escritores de la colonia:


Huyendo, huyen cuatro, y sin más tiento,
huyendo entera una compañía,
tras ésta un escuadrón va de corrida,
y al fin todos se ponen en huida.


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VI, p. 128.                


«[...] esto es hablando de lo que llamamos cordillera, que si tomamos la corrida de más atrás, podemos decir con verdad que comenzamos a subir desde la orilla del mar [...]». Ovalle, I, 23.



521-5-7:


Hago esta digresión, que acaso vino
cortada a la medida del camino.


Así la lección de la Academia, que insertamos en nuestro texto. Con ella se da a entender, puesta la coma donde está, y con acaso, que casualmente había durado el relato del episodio de Dido el tiempo que Ercilla y sus compañeros tardaron en su camino de regreso al fuerte. Creemos nosotros que no fue ésa la mente del poeta. Póngase, en efecto, acaso en dos palabras y coma después de vino, y tendremos entonces que aquella digresión vino a caso y, a la vez, que duró justamente lo que el tiempo de la vuelta. Por entenderlo también así los impresores de la edición de Zaragoza, 1577, y de Madrid, 1597, reemplazaron a caso. Por lo demás, bien sabemos que venir al caso o en sentido inverso no hacer al caso, al decir de Covarrubias, no ser a propósito, ni causar inconveniente, como cosa impertinente, es frase consagrada por el uso hasta hoy.

Y que se ofreció oportunamente o vino a caso, el mismo Ercilla lo dijo, cuando afirmaba, algunas estrofas antes, que la plática fue ocasionada por haber uno de los soldados que le acompañaban dicho allí que no tenía a Dido por tan casta y recogida como él afirmaba: contradicción que motivó el relato del poeta e hizo que este pudiera decir, con razón, que vino al caso.

En sentido y oportunidad enteramente idénticos a los considerados en este verso de La Araucana, hallamos el a caso en dos pasajes de La Cristiada del P. Hojeda (hojas 136 y 179):


Estaban cinco panes allí a caso,
pidiolos, y al momento los bendijo [...]



¿Qué de veces también de noche, a caso,
haciendo él oración en parte oscura
fui yo con sordos pies, con mudo paso,
y entré [...]




522-3-7:


Del gran templo de Alcides [...]


Alcides, uno de los nombres de Hércules, ya sea por el significado de la voz griega de que se deriva, que vale fuerza, o bien de su abuelo Alcaeus, como creen otros.



522-4-3:


Varón sabio en sus ritos, y abastado [...]


«Lástima es, expresaba Martínez de la Rosa, Anotaciones a la Poética, que hubiesen casi desaparecido del lenguaje poético tantas voces bellas y expresivas, como lucen en los escritos del siglo XVI, tales como: [...] abastar, desamorado, bravera, rebramar, cuidoso, colorar, deshambrido»; para no citar más de las que de ese jaez se encuentran en La Araucana.

Y sobre todas las cuales algo hemos dicho en sus respectivos lugares, excepción hecha de abastar. De su empleo se pueden encontrar numerosísimos ejemplos en buenos autores:

«Es visorrey el excelente señor don Antonio de Mendoza, tan valeroso y abastado de virtudes, cuanto falto de vicios [...]». Cieza de León, Crónica del Perú, p. 457.

CIPIÓN
Y que de ricas joyas y preseas
vivas lo que vivieres, abastado
como yo podré darte, y tú deseas [...]

Numancia, jorn. IV, esc. IV.                



Pasado aquel diluvio vengativo
que fue determinado desde lo alto
por la malicia del linaje humano,
la tierra de humedad quedó abastada [...]


Pérez, Segunda Parte de la Diana de Montemayor, hoja 48.                


¿Y qué mejor ejemplo que aquel de Fray Luis de León?


A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta [...]


De acuerdo con lo dicho por Martínez de la Rosa, observa Cuervo, por lo relativo a abastar, que «hoy está olvidado, y que, muy frecuente en lo antiguo, aparece todavía en el siglo XVII».



523-1-7:


Con pompa funeral cerimoniosa [...]


Cerimonioso anticuado, por ceremonioso, voz que no registra el léxico de la Academia en aquella forma, si bien se halla en el Diccionario de Autoridades, con este ejemplo de Ercilla y el siguiente de los   —402→   Anales de Aragón, de Zurita: «Y extrañamente ambicioso, y muy cerimonioso en conservar la autoridad y preeminencia».



524-3-5:


Materia de maldad al mundo diste [...]


Debemos considerar aquí a materia en su acepción figurada de «causa, ocasión, motivo», de que nos habla el léxico, que si hoy no sería de buen pasar, era corriente antaño.


Materia diste al mundo de esperanza
de alcanzar lo imposible y no pensado [...]



Así paso tal vida, acrecentando
materia de dolor a mis sentidos [...]


Garcilaso, égloga I y canción I.                



¡Oh! cuántos reinos estarán atentos
a la hazaña illustre que emprendemos,
y a cuántos encubiertos pensamientos
materia de disignio ofreceremos [...]


Rufo, La Austriada, II, 31 v.                


Hoy escribiríamos ejemplo o muestra de maldad.



525-2-1; 604-1-1:


«Mas ya que el ser tú rey y recatado [...]



Mas ya que de mi estrella la porfía [...]


Ya que, en su significado de supuesto que, según observan Bello y Salvá, pero que en estos ejemplos parece que tiene el valor de aunque, como en el otro de Cervantes que trae a cuento Ducamin para decir esto mismo: «[...] ya que deis el cuerpo de vuestro amigo a la tierra, no queráis dar sus escritos al olvido». Don Quijote, P. I, cap. 13. Observa el mismo Ducamin que ya que, en tal significado, se construye sin reparo con el subjuntivo, por más que no se trate de hipótesis sino de hechos enteramente establecidos.

Ya que en su valor de supuesto que, se le halla también en La Araucana (224-4-5):


Mas ya que salga cierta mi sospecha [...]




525-3-3:


Pasaba vida triste y soledosa [...]


«Este sufijo oso, dice Cuervo, se agrega ordinariamente a los sustantivos, ora la composición se verifique en latín, como luminoso, acuoso, hermoso (formosus), ora se haga en castellano, como afanoso, lodoso, bondadoso o bondoso. Con los sustantivos este sufijo es abundancial, y en ocasiones añade alguna idea accesoria, v. gr., la violenta pasión, como vicioso, libidinoso; la de actividad, como curioso, estudioso, fastidioso; la de pasividad, como gotoso, odioso, buboso; en ocasiones da ambos sentidos, como en laborioso, pues se dice igualmente escritor laborioso (activo) y escrito laborioso (pasivo). Véase Monlau, Diccionario etimológico, p. 118. Es rarísimo que esta terminación se agregue a adjetivos, como sonoroso, verdoso, escabroso (latín scabrosus, scaber) y tales formaciones son tan excepcionales, que no vacilamos en calificar de bárbaro el lindoso que el Diccionario por una Sociedad Literaria achacó al lenguaje poético [...]».

Para nosotros este soledosa nos produce el efecto de llevar consigo un sabor de antigüedad muy manifiesto, cuando vemos que en el Romancero del Cid, en la respuesta que el héroe da a las reconvenciones de Alfonso VI, le dice:


Yo seré en tierra humildoso
a guisa de vueso siervo [...]




525-4-6:


Dando algún vado a su dolor, quería [...]


«Dar vado a las cosas es dejarlas pasar cuando ellas van caminando con furia, y aguardar tiempo y sazón, como el que ha de pasar el río le dexa correr hasta que pase la furia y vuelva a su madre y se descubra el vado». Covarrubias.

En otro pasaje anterior (495-1-1) había dicho Ercilla:


Tentando, pues, los vados y el camino [...]


modismo que define también Covarrubias: «Tentar el vado, metafóricamente, intentar algún negocio con recato y cordura».

Ambos modismos los hallamos usados por Cervantes (Don Quijote, t. IV, p. 303): «[...] pasamos la vida entre los árboles, dando vado a nuestras pasiones [...]». «[...] poned por agora silencio a vuestras tiernas lágrimas, y dad algún vado a vuestros dolientes sospiros [...]». Galatea, p. 220. «Esto dicho, parece que templó las continuas lágrimas, y dio algún vado a sus dolientes suspiros [...]». Persiles y Sigismunda, p. 653, t. I, Colec. Rivad.

Luis Zapata dijo, asimismo, en su Carlo famoso, Canto XIII, hoja 61 vlta.:


Y a los indios fue, y hizo en su revuelta
que nos diesen un poco de más vado [...]



A la maldad y desvergüenza suya,
como viles cobardes, damos vado [...]


Juan de Castellanos, Elegías, p. 112.                



Espera al mar, y a tu rencor da vado,
que gran premio te importa en detenerte,
que habrás el mar tranquilo y sosegado.


Mexía, Parnaso Antártico, hoja 84.                




526-2-4:


Fue luego a dar a Dido la obediencia [...]


Dar la obediencia, frase de cajón en los antiguos escritores españoles, equivalente a lo que hoy diríamos prestar homenaje, someterse. Vayan aquí algunos ejemplos, entre los muchos que podíamos presentar sacados de cronistas americanos, éstos de Cervantes, quien nos los ofrece en El casamiento engañoso, ed. cit., págs. 348 y 349: «Dan la obediencia, mejor que a su rey, a uno que llaman Conde [...]». «Hízolo así el paje, y agradó tanto a los demás gitanos, que le alzaron por señor, y le dieron la obediencia, y como en señal de vasallaje le acuden con parte de los hurtos que hacen, como sean de importancia». Y en Rinconete y Cortadillo (p. 267, edición de Rodríguez Marín) : «[...] y así, les aconsejo que vengan conmigo a darle la obediencia [...]». Véase, a mayor abundamiento, la nota puesta a ese pasaje por el docto humanista, p. 476.



  —403→  

526-3-4:


Los empacados muebles embarcase [...]


Empacado, de empacar: «empaquetar, encajonar».

Se hace necesario advertirlo, porque en Chile ese adjetivo tiene un valor muy diverso, notado y comentado extensamente por don M. L. Amunátegui en las pp. 51-55 del tomo III de sus Apuntaciones lexicográficas. Se equivoca, sí, al suponer que fuera el obispo Villarroel quien diera el primero la explicación de empacarse, pues ya medio siglo antes que él lo había puesto de manifiesto el P. José de Acosta: «Los pacos a veces se enojan y aburren con la carga, y échanse con ella sin remedio de hacerlos levantar; antes se dexarán hacer mil piezas que moverse cuando les da este enojo. Por donde vino el refrán que usan en el Perú de decir de uno que se ha empacado, para significar que ha tomado tirria o porfía o despecho, porque los pacos hacen este extremo cuando se enojan. El remedio que tienen los indios entonces es parar y sentarse junto al paco y hacerle muchas caricias y regalarle, hasta que se desenoja y alza; y acaece esperarle bien dos o tres horas a que desempaque y desenoje». Historia natural y moral de las Indias, I, pp. 285-86, ed. de Madrid, 1792.

La obra del jesuita se imprimió por primera vez en Sevilla, en 1590, y la de Villarroel en 1660.

Véase Román, Dicc. de Chilenismos, art. Empacarse.



526-4-2:


Llenas de gruesa arena y aplomadas [...]


Aplomadas nos parece que en este caso significa que quedaron pesadas con el plomo que se les puso en su interior a las cajas. En Chile, usando esta voz en sentido metafórico, decimos que una persona está aplomada cuando se siente corrida, turbada, ruborizada. Pedro Espinosa (Espejo de cristal, p. 159, en Obras de...) la empleó en su genuino significado, cuando dijo: «Si tiene toda la ligereza y hermosura, ¿cómo estoy tan aplomado y tan feo? [...]».

El léxico de la Academia sólo da a aplomado el significado de «color de plomo».



527-3-2:


De sus secretos, fraudes y traiciones [...]


Sobra la coma puesta después de secretos, tal como salió en la edición príncipe y en la de 1597, pero que corrigió Rosell.



527-5-3:


Y con alarde y auto manifiesto [...]


Auto, anticuado, por acto. De tal acepción trae el Diccionario de Autoridades el siguiente ejemplo, tomado de la Historia de Segovia de Colmenares, cap. 30, fol. 353 : «Llegaron a la ermita, a cuya puerta principal se ratificaron los autos pasados». Consérvase aún en Chile en tal acepción en boca del pueblo.



528-1-7, 8:


A que el airado rey no los culpase
y en ellos su furor no ejecutase.


Sobra en estos versos el segundo no.



528-2-7, 8:


Haciendo sosegar toda la gente,
les dijo [...]


Les, en plural, refiriéndose a gente, como nombre colectivo que es, de especie indeterminada.



528-3-2:


Habéis visto a los ojos ya la prueba [...]


A los ojos, frase de que quedó ya ejemplo en 15-4-2.



529-1-2:


Y para haber consejo el tiempo breve [...]


que en el texto de la edición de Varez de Castro, que siguieron Sancha y Rosell, dice:


Y para haber consejo me remueve [...]


variante que no aparece en ninguna de las que se hicieron en vida del poeta, inclusa la de 1589-90, última corregida por él: corrección tan poco feliz, en verdad, que no la tenemos por auténtica.



529-1-7:


A quereros rogar que vais conmigo [...]


Véase a propósito de este vais lo dicho en caso análogo en 111-2-1.



529-2-6:


Sólo en lo que se escapa ha de pensarse [...]


Por no haber entendido el valor de escapar en esta frase, Ducamin propuso la interpretación: en lo en que, alterando malamente el sentido.



529-3-6, 7:


Todos de un parecer se resolvieron
de seguirla hasta al fin en su viaje [...]


Quedó ya nota sobre el valor actual del régimen de resolverse en. Con de tampoco lo usaríamos hoy, por más que lo veamos empleado antaño por Ercilla y Cervantes, como cuando este escribió en Don Quijote (P. II, cap. 59): «Resolviéronse el Duque y la Duquesa de que el desafío pasase adelante [...]».