La Biblioteca Real y los juegos de matrices existentes en Madrid alrededor de 1760
Jaime Moll
En 17661, en el estudio preliminar del tomo segundo de su Manuel Typographique, Simón Pierre Fournier, «Le Jeune», pasa revista a los grabadores de punzones y talleres de fundición de tipos de los distintos países europeos, y al referirse a España escribe:
Su noticia es verdadera aunque incompleta, a pesar de suponer que su información sea algo anterior a la fecha de publicación del libro en París. Desconoce la existencia de los punzones que se grababan en Barcelona, desde 1745, en el convento de san José de carmelitas descalzos, y el inicio de la labor de Eudaldo Paradell en la misma ciudad. En lo que se refiere a Madrid, es preciso añadir otros talleres de fundición de tipos de imprenta. En el presente estudio pretendemos presentar la situación de los talleres de fundición existentes en el Madrid de alrededor del año 1760, basándonos en fuentes documentales -dejamos para próxima ocasión el análisis y atribución de los distintos diseños usados por los impresores- con especial atención al papel que desempeñó la Biblioteca Real en la etapa previa a la actuación del grabador Gerónimo Antonio Gil en el obrador de dicha Biblioteca2. Las matrices del Colegio Imperial estuvieron temporalmente en depósito en la Biblioteca Real, con una oferta de venta. Adquirió las matrices que fueron de Gabriel Martín Cabezalero y las de José de Orga, y compró fundiciones a Bernardo Ortiz y a Tomás Daoiz3 para su impresor, Antonio Pérez de Soto, con destino a las publicaciones que realizaba para la Biblioteca.
Hasta el momento, la primera noticia conocida sobre la existencia de una colección de matrices en el Colegio Imperial que los jesuitas regentaban en Madrid, nos la da el impresor del Reino, Lucas Antonio de Bedmar y Baldivia (o Narvaéz) en un memorial que dirigió al Consejo de Castilla el 28 de octubre de 1685, con motivo de la presentación de las muestras de las letrerías grabadas por Pedro Disses4:
«ay en la Compañía matrizes, que compró su Magestad con su caudal; también lo es, que los Padres no quieren darlas, para que se funda con ellas, ni vendidas ni arrendadas...» |
aunque una mano coetánea añadió al margen:
«Los PPes. de la Compañía, con vista deste papel, abrieron la mano a fundir, y ya lo hazen para todos, con que ya no corre este párrafo.» |
El análisis de los libros de cuentas -incompletos- del Colegio Imperial nos confirma lo expuesto por la mano anónima, aunque los datos consignados no sean siempre muy explícitos5.
En las cuentas de abril de 1688 aparece la primera mención de las matrices, al contabilizar 1.840 reales «que ha havido de útil en las fundiziones de letras en todo el año passado de 87». Hasta abril de 1693 no encontramos el nombre del fundidor que tenía en arredamiento las matrices. Se trata de Juan Sierra, del que hay indicios para indentificarlo con el Juan Sierra de la Cerda que estuvo al frente de la Imprenta Real en 1680 y 1681.
Francisco Gómez fue un nuevo arrendatario de las matrices, probablemente desde el año 1705, al que siguió -¿desde 1731?- Gabriel Martín Cabezalero, el cual dejó el arrendamiento el 2 de junio de 1736, debiendo 430 reales, por lo que dio en prenda un juego de matrices, que se unió a las restantes. Después de unos años sin arrendarlas, el 28 de abril de 1743 lo fueron a Juan García Mellado, que las dejó el 28 de julio de 1746, debiendo 866 reales y un cuartillo, de lo que hizo vale. El mismo día se otorgó escritura de arrendamiento a Joseph Díaz Betolaza, continuando el contrato su viuda, que en julio de 1766 pagó lo debido hasta 28 de enero de 1764, última referencia que figura en los libros de cuentas.
De estos fundidores sólo tres están documentados. Mercedes Agulló ha encontrado documentos de 1713 a 1717 referentes a Francisco Gómez, «maestro fundidor de letras para imprentas»6, a los que podemos añadir uno de 17197, y el contrato de aprendizaje de José Díaz Betolaza con el «maestro en el arte de fundir letras» Juan Gómez Morales, de 10 de septiembre de 17258. A Gabriel Martín Cabezalero nos referiremos en apartado a él dedicado.
Los juegos de matrices que arrendaba el Colegio Imperial, con sus correspondientes moldes, eran los siguientes, según la escritura de arrendamiento con Juan García Mellado, de 28 de abril de 17439:
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Extrañados los jesuítas en 1767, Bernardo Díaz Betolaza, hijo de José, retuvo temporalmente las matrices de entredós para poder terminar la fundición que estaba realizando. la comisión de temporalidades ofreció su venta a la Biblioteca Real, pero ésta, siguiendo órdenes del Consejo las entregó al Real Hospicio de San Fernando. Frente a la colección grabada por Gil, los diseños de las matrices del Colegio Imperial serían anticuados. Transcribimos la correspondencia intercambiada al respecto10:
En 1732 publicó el impresor valenciano Antonio Bordazar su Plantificación de la imprenta de el rezo sagrado, que su Magestad (Dios le guarde) se ha servido mandar que se establezca en España. En esta propuesta de nacionalización de los libros del Nuevo Rezado da muestras de un conjunto de caracteres de distintos cuerpos11 (gran canon, peticano, misal, parangona, texto, atanasia, lectura espaciosa, lectura común, cicerón, entredós, breviario y glosilla) que podrían usarse para la impresión propuesta y que eran fundidos en Madrid por Juan Gómez Morales:
«... no se puede dudar de las letras, porque el Señor Carlos II, de gloriosa memoria, hizo traer matrices de Flandes, i son las que possee Juan Gómez Morales, fundidor diestro, i curioso en la Corte12.» |
¿De dónde proceden estas matrices? ¿Se debe a la protección de Carlos II su llegada a España? No pueden identificarse con las que poseía el Colegio Imperial, pues no hemos encontrado a Juan Gómez Morales entre los arrendatarios de las matrices de dicho colegio. Por otra parte D. W. Cruickshank13 afirma que los tipos usados por Bordazar se emplean en Madrid antes de 1665. Creemos que se trata de un cruce de noticias, atribuyendo a las matrices que utilizaba Gómez Morales el probable origen real de las que poseía el Colegio Imperial, que deben ser las aludidas por Alonso Víctor de Paredes14, hacia 1680:
«... vi imprenta que vino de Holanda a España (y está todavía en ser) cuyas fundiciones no traían tildes porque no las usasse el que compusiesse con ellas.» |
¿Cuál es el origen próximo? Lucas Antonio de Bedmar se refiere en su Memorial de 1685, antes señalado, a la existencia de otros juegos de matrices, propiedad del impresor Bernardo de Villadiego:
«También tiene buenas matrices Bernardo de Villadiego, impressor y fundidor en esta Corte (aunque muy diminutas de lo principal y más precioso, siéndole preciso valerse, no pocas vezes. de otros fundidores para surtir su imprenta de los géneros que él no tiene). Pero las que tiene padecen el mismo achaque que las que se hallan en la Compañía; porque dicho Villadiego no quiere fundir para los demás impresores ni una sola letra, ni dar las dichas matrizes (arrendadas ni prestadas) a otros fundidores para que fundan a los demás impressores en ellas; y esto lo haze a fin de tener estancadas las matrizes en sí, para luzir sólo él en la Corte con sus impressiones y que no aya maestro alguno en ella que se le oponga, como con efecto lo consigue15.»
Muy apreciados estos juegos de matrices por Bernardo de Villadiego, los legará a su hijo Francisco, su sucesor en el taller de imprenta después de resolverse los problemas que surgieron con su hermano Bartolomé a propósito de la herencia familiar16. En 1 de abril de 1701, Francisco de Villadiego vendió a plazos «diez juegos de matrices para fundir letra y otras diferentes matrices sueltas con todo lo a ello perteneciente, que son Glosilla, Breviario, Entredós, Lectura, Atanasia, Texto, Parangona, Misal, Peticano y Craneano, todas con sus moldes que les pertenece» a Juan Gómez Morales, fundidor de letra de imprenta17. Este fundidor, junto con su mujer, había comprado el 20 de abril de 1698 a la viuda del fundidor Agustín Rodríguez de Velasco ((diferentes juegos de matrizes de fundir letra de inprenta, algunos desacavalados y quatro moldes de dicho ministerio»18. |
Desconocemos documentalmente quién sucedió a Gómez Morales en la posesión de sus matrices, pero podemos afirmar -esperamos demostrarlo en un próximo estudio- que hacia 1760 estaban en poder del fundidor Bernardo Ortiz, proveedor de tipos al impresor de la Biblioteca Real, Antonio Pérez de Soto19.
Fournier, como hemos visto, indica la fecha de 1748 para la venta a Madrid de las matrices del taller parisino de Cottin20, por el precio de 30.000 libras. En una alegación judicial impresa en París, 1761, del abogado Debeaubois de Latuche21, se dice que el taller «des sieurs Cottin ayant été vendue au Roi d'Espagne 30.000 livres...». Establecido el obrador en la Imprenta del Mercurio, que precisamente en 1748 se había trasladado a la calle de las Infantas, junto al Convento de Capuchinos de la Paciencia, publicó, sin fecha, una «MUESTRA DE LOS CARACTERES QUE SE FUNDEN EN LA NUEVA FUNDICION DE LETRAS, QUE SE HA TRAHIDO DE PARIS, BAXO DE LA PROTECCION DEL REY NUESTRO SEÑOR (QUE DIOS GUARDE)»22, con una advertencia previa en la que se refiere el origen parisino de las matrices y se señala, de nuevo, la protección real recibida. Las muestras corresponden a los siguientes cuerpos, todos con sus titulares y, excepto el grancano, con la correspondiente cursiva: grancano, grancano chico, peticano, misal, parangona, texto, atanasia gorda, atanasia chica, lectura gorda, lectura mediana, lectura chica, entredós grueso, entredós chico, breviario, glosilla y nomparell, además de caracteres griegos en breviario, entredós, lectura chica, lectura, atanasia y texto, con lectura y atanasia hebreas. Cierra la Muestra la siguiente nota:«NOTA: Se hallan tambien el caracter Gotico, y el que en Francia llaman de Civilidad, que sirve para la instrucción de la juventud; todas las Notas para el Canto Llano, y la Musica de todos los cuerpos; los Signos de Medicina, y de los Almanakes; otras muchas Viñetas de varios generos y cuerpos; y las letras de los puntos de todos los caracteres Griegos, como tambien duplicadas matrices de todos los cuerpos de las Muestras que aquí se dàn.»
La Imprenta del Mercurio fue consecuencia del privilegio concedido el 25 de julio de 1741 a Miguel José de Aoiz (o Daoiz), con efectos desde 1745, para continuar la publicación del Mercurio histórico y político al expirar el privilegio concedido a Salvador José Mañé. Contenía dicho privilegio la facultad de tener imprenta propia para la publicación de la revista, lo que realizó hasta que el privilegio fue adjudicado a la Corona en 1756. Pero el obrador de fundición de tipos siguió bajo el cuidado de Tomás Daoiz, hijo de Miguel José, difundiéndose sus fundiciones en Madrid y otras ciudades españolas. Durante unos años, de 1750 a 1754, José de Orga estuvo asociado con Tomás Daoiz en la imprenta, pero la compañía establecida terminó en un pleito.
El 19 de diciembre de 1743, Toribio Rodríquez Álvarez, portero de damas de la reina, arrienda a José Díaz Betolaza, por tres años, desde primero de enero del año siguiente, y 12 ducados de vellón anuales, unos juegos de matrices con sus moldes y varias herramientas de fundidor23. Documentos posteriores nos han permitido conocer el origen próximo de estas matrices. Toribio Rodríguez Álvarez estaba casado con Manuela Martín Cabezalero, hermana de Gabriel, arrendatario de las matrices del Colegio Imperial hasta el 2 de junio de 1736, institución a la que quedó debiendo 430 reales, por lo que dejó en prenda un juego de matrices. Ignoramos si el fundidor falleció en dicho año, aunque cabe la posibilidad que se trasladara a Valladolid, pues su hija Manuela nació en dicha ciudad. De todos modos, habría ya muerto a fines de 1743, cuando Rodríguez Álvarez, su cuñado, probablemente curador de su sobrina, arrienda las matrices. El 28 de diciembre de 1748 se firmó una nueva escritura de arriendo con el mismo José Díaz de Betolaza, manteniéndose el precio24. El 15 de agosto de 1756, Manuela Rodríguez Cabezalero, barrendera del Real Palacio de S. M., se casó con Francisco Pérez de Huedo, firmando éste el día anterior el recibo de la dote de la que sería su esposa, que importaba 35.000 reales25. Junto a la ropa blanca, vestidos, pinturas, muebles, plata, diamantes, etc., figuran los juegos de matrices que su tío anteriormente había alquilado, tasados por el ya citado Díaz Betolaza en 5.680 reales vellón. Ignoramos si seguían arrendadas o si lo fueron posteriormente hasta el 17 de febrero de 1762, fecha de la escritura de venta de dichas matrices, que firmó Manuela Martín Cabezalero ante el escribano Pablo Francisco Aravaca26. El comprador era el impresor de la Biblioteca Real Antonio Pérez de Soto, que había recibido el encargo de adquirirlas por 3.300 reales vellón27.
Conocemos cuatro inventarios de las matrices que fueron de Gabriel Martín Cabezalero, todos coincidentes, aunque en los de la dote y de la escritura de compra-venta se especifica el estado en que se encuentran.
Transcribimos el inventario que figura en el recibo de la dote con la tasación que dio José Díaz Betolaza:
Separado de su socio Tomás Daoiz, estableció José de Orga una imprenta en la calle de Bordadores, donde moriría el 9 de febrero de 175628, acosado por los pleitos y en precaria situación económica. Había adquirido fundiciones a Bernardo Ortiz y a José Díaz Betolaza para poner en marcha su nueva imprenta, pero deseando dedicarse también a su oficio de fundidor compró al impresor Domingo Fernández de Arrojo y su mujer unos juegos de matrices, cuyo importe pagó parcialmente, debiéndoles a su muerte la cantidad de 7.016 reales de vellón, cantidad impugnada por la viuda de Orga por estar las matrices incompletas. Los vendedores cedieron la cantidad a la Hermandad de impresores, y se inició un pleito, quedando embargadas las matrices. Después de varios intentos de transacción entre las partes, que resultaron fallidos, la Biblioteca Real ofreció 10.500 reales vellón por las matrices, con lo que se pudo pagar la deuda y 509 reales de costas judiciales, que se entregaron al tesorero de la Hermandad, Manuel Martín, logrando desembargar dichas matrices que pasaron a poder de la Biblioteca. El 27 de octubre de 1763, ante el escribano Pablo Francisco de Aravaca29 se otorgó escritura de venta a la Biblioteca Real, representada por su impresor Antonio Pérez de Soto, dándose a los apoderados de la viuda de José de Orga los 2.975 reales vellón que restaban por pagar. En la escritura figura detallada descripción de las matrices adquiridas, indicándose las faltas que presentaban los distintos juegos:
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faltándolas para que sean juegos cabales lo que se espresa en esta forma:
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El primer trabajo que se encomendó a Gerónimo Antonio Gil en la Biblioteca Real, en 1766, fue completar una parangona, probablemente uno de los juegos adquiridos a la viuda de José de Orga.
El 30 de diciembre de 1763, Francisco Manuel de Mena firmaba el «Imbentario de las fundaciones [sic] de letras, prensas y otros utensilios de que se compone la ymprenta real de la Gaceta, propia del rey nro. s.or. cuia administración está a mi cargo, vajo de las órdenes del Exmo. S.or. Marqués de Grimaldi, primer secretario de estado etc.»30. En este inventario se reflejan las preocupaciones de Mena para montar, desde 1762, una imprenta provista de lo necesario para el «mejor servicio público y mayor economía en el negocio», como escribe Ricardo Wall a Mena el 14 de marzo de 1763. El librero Mena adquirió las mejores fundiciones existentes en el mercado. Junto a las letrerías de los obradores de Bernardo Ortiz y Tomás Daoiz, encontramos ya los primeros frutos del grabador Edualdo Paradell, antes de su obligado traslado a la corte, condición que impuso Carlos III para ayudarle. Se trata de Lectura chica y Lectura gorda, grabadas en 1759 y 1760 respectivamente31. En la transcripción que sigue, hemos suprimido la valoración dada por Mena.
Lo expuesto presenta el panorama anterior a la llegada de Eudaldo Paradell a Madrid, donde proseguirá la grabación de punzones bajo la protección de Carlos III, del inicio de las grabaciones de Gerónimo Antonio Gil para el obrador de la Biblioteca Real y de las realizadas por Antonio Espinosa de los Monteros y Abadía.