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511

Rodríguez Docampo.

 

512

Pérez Concha: Miguel de Santiago, Boletín Acad. Nac. de Historia, n.º 59. Vol. XXII. Pág. 87.

 

513

Vargas O. P. El Arte Quiteño. Pág. 121; Navarro, La Iglesia de la Compañía en Quito, Pág. 102.

 

514

El Arte Quiteño. Pág. 123.

 

515

Vargas O. P. El Arte Quiteño, pág. 136.

 

516

Págs. 147-8. Para que se conozca el linaje moral de nuestros artistas, conviene reproducir aquí una de las condiciones que puso don José Cortez de Alcocer al viaje de sus hijos: «La cuarta, que siendo muchachos sin vicios como lo son, vivan bajo el Gobierno todo del Sr. Comisionado, esto es, haciendo cuerpo de su familia, para que sean observantes y cumplidos con dicho Sr. en todo... Síguese a esto que han de ser inseparables de dicho Sr. hasta su conducción, a menos que haya motivos legales para su separación». Mutis, clérigo virtuoso y sabio a la vez, se comprometió a ello, ofreciendo a Cortez que sus hijos «hallarán en mí todo aquel amor, afabilidad y buen tratamiento que acostumbro emplear con mis antiguos Pintores, con las demás preferencias respectivas a que se hicieren justamente acreedores por su docilidad y buena conducta». Uno solo de los pintores, Silva, faltó a la confianza de Mutis. (Documentos que se guardan en el Archivo de los PP. Jesuitas de Cotocollao y que he consultado, gracias a la gentileza del R. P. Aurelio Espinosa Pólit S. J.)

 

517

Dr. Jaime Jaramillo Arango, en el Prólogo a la Relación histórica del viage que hizo a los reynos del Perú y Chile el botánico D. Hipólito Ruiz. Pág. XXXII.

 

518

Benjamín Gento Sanz: Historia de la Obra constructiva de San Francisco, pág. 62.

 

519

Recuérdese que, como observa el insigne crítico es historiador del barroco Weisbach, es creación auténtica de ese estilo la representación plenamente naturalista de los ascetas, la tendencia a impresionar los corazones; intensificando fuertemente lo afectivo. Werner Weisbach: El barroco, arte de la Contrarreforma, Madrid. 1942. Pág. 254-260.

 

520

Journal du Voyage, págs. 102-3.

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