Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
ArribaAbajo

La jura en Santa Gadea

Juan Eugenio Hartzenbusch



Drama en tres actos y en verso, estrenado en el teatro del Príncipe a 29 de mayo de 1845



Corregido por el autor en la tercera edición (1867)



Personajes



EL REY DON ALFONSO VI DE LEÓN.
LA REINA ALBERTA, VIUDA DE DON SANCHO II.
RODRIGO O RUI DÍAZ DE VIVAR, EL CID CAMPEADOR.
JIMENA DÍAZ.
ALVAR FÁÑEZ.
ILLÁN.
NUÑA.
CABALLEROS CASTELLANOS, CABALLEROS LEONESES, GALLEGOS Y ASTURIANOS; DAMAS Y PUEBLO BURGALÉS


La escena es en Burgos y extramuros

Año de 1073



ArribaAbajo

Acto primero



Vestíbulo de una ermita cercana a Burgos. En el fondo, entre dos pilares, la puerta; y a un lado y otro unas verjas de madera sobre un macizo de una vara de alto. A la derecha del despertador las gradas y la puerta de la capilla. En el mismo lado, cerca del proscenio, una, tabla de exvoto, y debajo un corazón pequeño de metal colgado de una cadenilla; otro igual en la puerta de enfrente. Por la puerta y el enverjado del fondo se descubre el campo. Sobre la puerta de la capilla una imagen de Nuestra Señora, busto de piedra.
 
Escena primera

La REINA ALBERTA, el CID, ILLÁN, DAMAS y CABALLEROS CASTELLANOS, todos saliendo de la capilla. El acompañamiento se va fuera del vestíbulo; la REINA y el CID se adelantan hacia el proscenio.

REINA. Acabé de visitar
Los lugares que solía
Mi esposo en mi compañía,
O yo sin él, frecuentar.
Mil recuerdos de placer
Llevaré de este confín,
A las orillas del Rhin,
Que vio mi cuna mecer.
Del suelo por él fecundo
Que le abre cauce hondo y ancho,
Vine para unirme a Sancho,
Rey de Castilla segundo.
Viuda el alevoso acero
De un cobarde me dejó,
Sin que a la corona yo
Tributase un heredero.
Título al cetro perdí:
Bajar del solio me toca;
No murmurará mi boca
De Dios, que lo quiere así:
Pues me dio lo que me quita,
No conviene hacer extremos.
Vos, en tanto que volvemos
A Burgos desde esta ermita,
Ved si con algún favor
Me puedo amiga mostrar
De Rodrigo de Vivar
El noble Cid Campeador.
CID. ¿Qué gracia queréis que pida,
Si me llamáis vuestro amigo?
Con ese nombre consigo
Más que ambicioné en mi vida.
Y ser quizá lograré
Con la Reina más dichoso
Que fue con su real esposo,
Cuyas iras provoqué
Porque mi labio imparcial
Que nunca aplaude al que yerra
Se opuso a la injusta guerra
Que os ha sido tan fatal.
REINA. Por final disposición
Del gran Fernando primero,
De un reino quedó heredero
Cada hijo suyo varón;
Casi en regia dignidad
Las hembras también quedando,
Investida con el mando
Cada cual de una ciudad.
CID. Sí, y aquella monarquía,
Fuerte antes, cayó flaca
En Elvira y en Urraca,
En Sancho, Alfonso y García.
REINA. Mal hubo Sancho de ver,
Así de su mayorazgo
Dar uno y otro infantazgo,
Y tres coronas hacer:
Afrentaba su decoro
El título de señora
Que Urraca tomó en Zamora,
Y Elvira se impuso en Toro;
Y era insulto a la justicia
Que Alfonso en León reinara
Y tendiese la áurea vara
García sobre Galicia.
CID. Padre harto mejor que Rey,
Fernando, con ciego ahínco,
Rasgó sin duelo entre cinco
La púrpura, de uno en ley...
REINA. Y a fuer de hermano mayor,
Sancho unir quiso por tanto
Los jirones que a su manto
Arrancó el paterno amor.
CID. Yo culpé, yo resistí
Que guerra a su sangre hiciera:
Me mandó que le siguiera,
Y entonces obedecí.
Marcho a León, rompo, hiero;
Logra en Llantada triunfar
Sancho, y junto a Volpellar
Queda Alfonso prisionero.
Corre la misma fortuna
García luego en su tierra,
Y vencido se le encierra
En el castillo de Luna.
Bien me repugnaba en pro
De mala causa lidiar;
Pero eso lo ha de mirar
El Rey, el soldado no.
«Ya veis, aunque traigo queja,
Que os sirvo», clamaba terco
Yo a vuestro esposo en el cerco
Sobre Zamora la vieja.
«Imitadme y respetad
Vos, aunque de mala gana,
Los derechos de una hermana
Y una augusta voluntad.»
Ruego vano: y ¿qué resulta?
Que el traidor Vellido llega,
Y al Rey propone la entrega
De no sé que puerta oculta.
No entiende la vil solapa;
Vanse juntos... ¡pese al diablo!
Traspasa como un venablo
el pérfido al Rey, y escapa.
REINA. ¡Ah!
CID.          Yo, que correr le vi.
Que inquieto agarré de pronto
Un caballo ajeno, ¡monto
Sin hierro en el borceguí!
Y aquel infame Iscariote
¡Iba volando de miedo!
Sigo, sigo... ¡que! ni aun puedo
Sacar al rocín del trote,
Por más que la doble suela
Mi pie en el ijar le mete.
¡Maldíga Dios al jinete
Que cabalga sin espuela!
REINA. Sufro que vituperéis
A mi difunto marido,
Pues por vengarle en Vellido
Sé lo que hicisteis y hacéis,
Y que no verá en su frente
Alfonso la castellana
Diadema, si no se allana
Primero solemnemente
A jurar que no mandó,
Ni pensó, ni se ha tratado
Con él el fiero atentado
Que Zamora presenció.
CID. Exigir ese seguro
Es ley que hizo el reino entero,
Y yo, a fe de caballero,
Que nos la cumplan os juro.
Fue Don Alfonso al país
De León a recobrar
Su cetro, y vos a la par
Entretanto nos regís.
Más que pensábamos tarda;
Pero en llegando...
REINA.                              Vendréis
A mi patria, ¿sí?
CID.                           No instéis
REINA. ¡Oh! La Alemania os aguarda.
CID. Contra el moro furibundo
Necesita España brazos,
Y estos humildes ribazos
Para mí valen un mundo.
REINA. Si tenéis en Burgos damas...
CID. ¡En Burgos! ¡Ay!
REINA. (Aparte.) Di en la herida.
Sepa yo, por despedida
Cómo vuestro amor se llama.
CID. ¡Ah, Reina!
REINA.                     Es el de casaros
Asunto en que me intereso.
CID. ¡En qué sitio me habláis de eso!
REINA. Pues ¡aquí!...Fuera reparos.
CID. Aquí el astro rutilante
Del bien para mí lució;
Aquí mi pecho sintió
El primer latido amante;
Aquí mi voz, siempre esquiva,
Sonó una vez cariñosa;
Aquí me dio el sí la hermosa,
Que adoraré mientras viva.
REINA. ¿Eso hay?
                  A hora muy temprana,
Con venatorios aprestos
Corrí los contornos éstos
De Burgos una mañana.
Por entre una y otra breña
Dos mujeres descubrí:
Miré; no las conocí...
-Una niña y una dueña-.
Virgen celeste, ángel bello
A la niña imaginé:
Desnudo llevaba el pie,
Tendido atrás el cabello,
Sobre un vestido galano
Corta y burda tunicela,
En una mano una vela
Y un cestillo en la otra mano.
REINA. Iba a cumplir algún voto
En hábito penitente.
CID. Su madre estaba doliente,
En esto, cruzando el soto,
Sale a caballo un jayán;
Traba de la crencha rica
A la hermosa, álzala y pica
El bárbaro a su alazán,
Dando, por mayor agravio,
Para que la presa calle,
Tormento a talle con talle
Y horror a labio con labio.
«¡Socorro! ¿Quién nos ampara?»
Gritó la dueña: en respuesta
Lanzó de sí mi ballesta
Contra el ladrón una jara.
Cayó, expiró, corrí, hablé,
La joven algo indecisa,
Trájome aquí, oyó la misa.
Y hasta Burgos la escolté
Tornó, le ofrecí mi amor,
Y escuchóme sin desvío,
Sufriendo un abrazo mío
Por los del vil robador.
Y luego en cada venida
Debí a mi prenda adorada
Más cariño a la llegada,
Más y más en la partida.
Lloró una vez sin querer
¡Fue nuestro mal presentir!
Ojos que la vieron ir,
Nunca la han visto volver.
REINA. Y la que de amores loco
Tiene al burgalés prohombre
¿Quién es?
CID.                    No supe su nombre.
REINA. ¿Sabe ella el vuestro?
CID.                                   Tampoco.
REINA. No es de Burgos, por supuesto.
CID. Ni vive en sus cercanías.
REINA. ¿Y eso ha pasado hace días?
CID. Hará siete años muy presto.
REINA. ¿Si os olvidó?
CID.                        ¿Veis allí
Un corazón de metal?
REINA. Sí.
CID.       ¿Veis enfrente otro igual?
REINA. Exvotos sin duda.
CID.                              Sí;
Pero a cada corazón
De esos dos, que aquí pusimos
La incógnita y yo, les dimos
Doble significación;
Y mirando aquél, arguyo
Que me es mi dama constante,
Pues el que su f e quebrante
Ha de retirar el suyo.
REINA. ¡Ay, Rui Díaz! Advertid
Que es mucho para mujer
Siete años, y no sabor
Que era la dama del Cid.
 
Escena II

ALVAR FÁÑEZ y DICHOS, hablando al salir con unos caballeros de la comitiva de la REINA

ALVAR. ¿Qué me decís? ¿Es posible?
¡Aquí el Cid! ¡Aquí la Reina!
REINA. ¿Quién?... Pero Alvar Fáñez es.
CID. ¡Mi primo!
ALVAR.                   Señora excelsa,
Dadme la mano a besar.
CID. ¡Alvar!
ALVAR.              ¡Rodrigo! Venga
Un abrazo.
REINA.                    ¿Cómo así
Nos cogéis tan de sorpresa?
¿De dónde venís?
ALVAR.                              Señora,
De León, no vía recta,
Porque después que asistí
A las magníficas fiestas
Con que del Rey Don Alfonso
Se ha celebrado la vuelta,
Casi un mes con unos deudos
He pasado en una aldea.
REINA. ¿Cuándo acude Alfonso a dar
Fin a mi lugartenencia?
Hace tiempo ya que en Burgos
Nada se sabe.
ALVAR.                        Mis nuevas
Algo atrasadas serán,
Y hubisteis ya de tenerlas.
Alfonso marchó a Galicia
Con extraña diligencia,
Mandando por todos lados
Tropas hacia la frontera.
CID. ¡A Galicia!
REINA. ¿Hubo tal vez
Alguna desavenencia
Entre García y Alfonso?
ALVAR. Se dice que experimenta
El buen Don García a ratos
REINA. ¿Qué?
ALVAR.             Trastornos de cabeza,
Raptos de locura: Alfonso
Querrá curarle, a la cuenta,
Y será para la cura
El ejército que lleva.
CID. Todo eso se ignora aquí.
REINA. Y es para excitar sospechas
El que Alfonso no me avise
De nada.
CID.                ¿Quién le aconseja?
ALVAR. Gonzalo Ansúrez.
CID.                              Vasallo
Fiel y de valor a prueba.
REINA. Pero altanero, envidioso
Pronto veréis cómo siembra
Cizaña entre vos y el Rey.
ALVAR. Don Alfonso el Sexto aprecia
Como merece a mi primo:
Lo sé de su boca regia.
Por cierto que he de pedirle
Una merced no pequeña:
La mano de una hermosura
Confiada a su tutela.
REINA. Buen Alvar Fáñez, decid
Lo que a Rodrigo interesa.
ALVAR. También os importa a vos.
REINA. ¡A mí!
ALVAR.             Sí, y en gran manera.
CID. Pues ¿cómo?
ALVAR                        En León me dijo
El Rey: «Mi cuñada Alberta
Sin hijos quedó de Sancho,
Si a Rodrigo pretendiera
Yo como a un príncipe honrar;
Si se hiciese la propuesta
Al Cid y a la Reina viuda
De casarse, ¿consintieran?»
CID. ¡Qué oigo!
REINA.                   Vos, ¿qué respondisteis?
CID. Sin duda, alguna simpleza.
ALVAR. Respondí: «Señor, tres veces
En tres mortales refriegas
Debí la vida a mi primo:
Si yo ciñiese diadema,
Si una hija tuviese yo,
Tan sólo al Cid se la diera.»
CID. No merezco...
REINA.                        Vuestro primo
Tiene una pasión secreta
Siete años ha...
ALVAR.                          ¡Y me lo calla!
Felonía como ella.
REINA. Y a la que el lecho ocupó
De un monarca, la sujeta
El uso, casi hecho ley,
A retirarse a una celda.
CID. Si no quiere...
REINA.                        Es necesario
Tal vez, aunque no se quiera.
CID. (Aparte.) No sé qué pensar.
 
Escena III
ILLÁN y DICHOS. Los CABALLEROS y las DAMAS aparecen en el fondo
ILLÁN.                                        Señora,
Jinetes aquí se acercan
Que a Burgos parece van
Escoltando una litera,
Y hemos creído a lo lejos
Oír cajas y trompetas.
ALVAR. También se me ha figurado
Lo mismo veces diversas,
Y he vuelto el rostro, y he visto
Una grande polvareda.
REINA. ¿Qué será? ¿Qué novedad?...
CID. Señora, prudente fuera
Retiraros.
REINA.                  En efecto.
ALVAR. Si me concedéis licencia
De serviros
REINA. ¿Por qué no?
CID. Yo veré qué tropa es ésa.
REINA. Rodrigo, adiós.
CID. Él os guarele.
(Vanse todos menos RODRIGO.)
 
Escena IV
CID. Por San Pedro de Cardeña,
Que la viuda de Don Sancho,
Si el orgullo no me ciega,
Se inclina... Mas, ¿no rehúsa
La boda que el Rey proyecta?
No me quiere, no, ni debe
Quererme, ni yo quererla.
Pero, ¡ay! mi desconocida...
¡Tan niña! Rayaba apenas
En los trece: ¿Habrá olvidado
Nuestra solemne promesa?
O ¿la habrá roto quizá,
Y aquí por escarnio deja
Suspendida, de su amor
La ya mentirosa prenda?
¿Dónde estará? ¡Oh Dios! ¿Si habrá
Muerto? Pero viva o muerta
No he de amar a otra mujer,
Será locura; que sea:
No afrentaré yo mi nombre
Por locuras como ésta.
(Yéndose a mirar al foro.)
Registremos... allí ya
Se ha parado la litera.
Dos damas se han apeado,
Y hacia aquí vienen cubiertas.
Una romería.
 
Escena V
JIMENA y NUÑA con los velos echados. El CID
JIMENA. (Saliendo acelerada.)
                         Aquí,
Aquí fue, Nuña: ¿te acuerdas?
NUÑA. Como el primer día.
JIMENA. (Aparte a NUÑA.)   ¡Un hombre!
Aguarda, a ver si despeja.
CID. (Aparte.) Con misterio hablan las
Me holgara de conocerlas.   [dos:
JIMENA. No se va. ¡Mírale, Nuña!
                                 (Conociéndole.)
Mírale tú; a mí una niebla
Me ofusca la vista; mírale.
CID. (Aparte.) ¿Si las estorbo?
NUÑA. (Aparte con JIMENA.)     Dijera
Que es él; pero no, que es éste
Muy gallardo de presencia.
JIMENA. Por eso debe ser él.
CID. (Aparte) Me miran: ya, al Cid. De
                                     [jémoslas.
JlMENA. (Aparte.) Se va. Allí está el corazón.
(Se dirige al exvoto y corazón colgados a la izquierda del espectador RODRIGO lo ve y se detiene.)
Le besaría de buena
Gana.
CID. (Aparte.) Al corazón se va.
Que puse. El pecho me tiembla.
Salgamos de dudas.
(Vuelve y toma el corazón de la derecha como quien lo examina, atendiendo entretanto a los movimientos de JIMENA, que observa también los de RODRIGO.)
JIMENA.                                 Vuelve,
Ha cogido la cadena
Desengañémonos.
(Ase también la cadena de la izquierda.)
CID.                            Coge
Mi exvoto. ¡Cielos!
LOS DOS.                                ¡Le besa!

(Cada uno besa el corazón que tiene asido, y acabando de conocerse por esta demostración, corren ambos a encontrarse con los brazos abiertos.)

JIMENA. ¡Defensor mío!
CID.                         ¡Ángel mío!
                               (Se abrazan.)
Por fin Rodrigo te encuentra.
JIMENA. ¿Rodrigo mi bien se llama?
CID. ¿Si, mi sol; y tú?
JIMENA.                           Jimena.
                                (Vase NUÑA.)
CID. ¿Cómo es que sin darme parte
Huiste?
JIMENA.              Fue de improviso.
No pude mandar aviso.
CID. ¿Qué has hecho hasta hoy?
JIMENA.                                         Amarte.
CID. ¿Y dónde?
JIMENA.                   A Oviedo volví,
Y allí tuve mi mansión,
Y un mes al fin en León.
(Pausa, durante la cual RODRIGO contempla absorto a JIMENA.)
¿Qué miras?
CID.                      Me miro en ti.
No sabes tú lo que goza
Mi corazón este día.
¡Vive Dios, Jimena mía,
Que estás arrogante moza!
Me embeleso corno un niño,
Cuando a mis ojos te ofreces
En hermosura con creces,
Y sin mengua en el cariño.
¿Cómo, ídolo encantador,
Cómo es que hoy aquí te tengo?
JIMENA. Ha muerto mi madre, y vengo
A Burgos con mi tutor.
CID. Tu madre ¿te guardaría
Como antes, bien encerrada?
JIMENA. Conviene a doncella honrada.
CID. Y a mi amor le convenía.
Que andaba expuesto a reveses
Si de la luz porque existo
Los rayos hubieran visto
Asturianos y leoneses.
JIMENA. ¿Temiste en mí veleidad?
Me ofendiste, me agraviaste.
CID. Y ¡qué! Tú ¿no sospechaste
Nunca de mí? La verdad.
JIMENA. Dicta el amor en su escuela,
Con desigual enseñanza,
Al hombre la confianza,
Y a la mujer la cautela.
Por eso, aunque amante fino
Yo a mi defensor creía,
Cada año aquí dirigía
Un devoto peregrino,
Que era de amor emisario
Sin que él se lo imaginara,
Mandándole que mirara
Cuidadoso el santuario:
Y yo, haciendo la deshecha
Decía al volver el tal:
«¿Qué hay en aquel soportal
Entrando a mano derecha?»
Y era mi júbilo inmenso
Al responder el bendito:
«Allí hay un corazoncito,
De una cadena suspenso.»
¡Ah! nunca respuesta igual
Oí sin dar en tributo
Los brazos, por sustituto,
Al cazador del breñal.
CID. Cobremos. (La abraza.)
JIMENA.                  Basta: ¿qué hacéis?
(Con amorosa dignidad.)
CID. Desquitarme, ¡pese a mí!
Un abrazo recibí;
Estoy atrasado en seis.
JIMENA. Deja esa loca porfía;
Que ya mi tutor vendrá.
CID. Preciso es que salga ya
Mi hermosa de tutoría.
JIMENA. Tú verás cómo ha de ser,
Y a tu amor se lo encomiendo.
CID. ¿Cómo ha de ser, sino siendo
Los dos marido y mujer?
Tiempo es de que un sí nos una
Si me amas.
JIMENA.                     No me desdigo.
O de Dios, o de Rodrigo.
CID. Y yo tuyo o de ninguna.
Está jurado.
JIMENA.                    Jurado
(Señalando el busto de la Virgen que está sobre la puerta de la ermita.)
Por nuestra madre.
CID.                                Por ella.
JIMENA. Por la honra de una doncella.
CID. Por el honor de un soldado.
JIMENA. Si hay algún inconveniente...
CID. Yo a superarlos me aplico.
JIMENA. Tengo un patrimonio rico.
CID. Y yo un estado...decente.
JIMENA. Una provincia mi padre
A sus órdenes mantuvo.
CID. También el gobierno tuvo
De otra el padre de mi madre.
JIMENA. Entre mis mayores brilla
Un monarca de León.
CID. Tronco de mi estirpe son
Los dos jueces de Castilla.
JIMENA. Bien: de esa manera salvo
Mi elección; nada me inquieta:
Si de un monarca soy nieta...
CID. Yo desciendo de Laín Calvo.
JIMENA. Pero si de tan lucidas
Casas los dos procedemos,
Debemos ambos...
CID.                                Debemos
Ser personas conocidas.
JIMENA. Yo sí, en las cortes de España
Donde la cruz se venera.
CID. Yo dentro de ellas y fuera,
En la Corte y en campaña.
JIMENA. En fin, para no cansar...
CID. Por no pecar de inmodesto...
JIMENA. Soy prima de Alfonso Sexto,
CID. Soy Rodrigo de Vivar.
JIMENA. ¡Cielos! ¡El gran adalid,
Que al moro de espanto llena!
CID. ¿Qué menos para Jimena?
JIMENA. ¡Es posible! ¡Mío el Cid!
Ese título de honor
Que al Rey moro le debiste,
Que en Zaragoza venciste,
Y significa Señor,
Yo antes dártele debí,
Al rendirte el señorío
De mi gusto y albedrío,
Que fue desde que te vi.
Pero un temor me despierta
De mi éxtasis halagüeño.
Alfonso, ¿no tiene empeño
En casarte con Alberta?
CID. Aunque nada me escribió.
Parece que lo ha pensado.
JIMENA. Pues a mí con un privado
Suyo, que no me nombró,
Me ha dicho que esté dispuesta
Para enlazarme.
CID.                           ¿A eso aspira?
JIMENA. El trata de eso; tú mira
Si me excusas la respuesta.
CID. Y ¿cuándo piensa llegar
A Burgos Alfonso?
JIMENA.                                ¿Cuándo?
¡Si me viene acompañando!
Es mi tutor.
CID.                    ¡No mandar
Un pliego!... ¿Cuál su intención
Será?
JIMENA.           Pienso que procura
No hacer al reino la jura,
Y a tomar la posesión.
CID. ¡Faltar a lo establecido
Por el voto general
De Castilla la leal!
¡Oh! Yo veré si lo impido.
Adiós; voy a disponer...
JIMENA. Oye.
CID.           No.
JIMENA.                 Es un disfavor
CID. Entre el deber y el amor,
Lo primero es el deber.         (Vase.)
JIMENA. Rodrigo.
NUÑA. (Viniendo del fondo.)
                El Rey.
JIMENA.                              Va a notar
Lo turbada que me encuentro.
NUÑA. Id a la capilla, id.
JIMENA.                             Entro
Mi agitación a calmar.               (Vase.)
 

Escena VI

El REY y NUÑA

REY. (Aparte.) El es quien sale de aquí.
Y ¡mi prima que se empeña
En venir sola, tomando
A todos la delantera!
NUÑA. Señor.
REY.             Dad acá.
La mano.
NUÑA. (Ap.) ¡Ay, Jesús!
REY.                                    Os tiembla.
NUÑA. El viaje, la desazón...
REY. Eso lo cura la piedra
De esta sortija.
NUÑA.                          Viváis
Mil años.
REY.                 El que se aleja
Por allí, el Cid, ¿es amante
De mi prima? Con franqueza.
NUÑA. Gran señor, si os irritáis
REY. Ni pienso en ello siquiera,,
¿Se quieren?
NUÑA.                      Sí, señor.
REY.                                      ¿Mucho?
NUÑA. El dejaría por ella,
Según presumo, aunque fuese
A una emperatriz de Persia.
REY. ¿Ha mucho tiempo que se aman?
NUÑA. Más ya de media docena
De años.
REY.                 Bien: id con mi prima
A rezar, y que no sepa
Nada de esto.
NUÑA.                        Harélo así.
(Aparte.) El diamante echa centellas.
 

Escena VII

GONZALO y el REY
REY. Gonzalo, ¿van ya llegando
Las tropas?
GONZ. Las descubiertas
De a caballo ya se ven
Por algunas eminencias;
Los peones es forzoso
Que disten algunas leguas.
REY. Ya Alberta habrá recibido
Mi aviso: tengo impaciencia
De ver qué resulta.
GONZ.                                Yo,
Señor, no me detuviera,
Yo marchara a la ciudad
Y gritara: «Abrid las puertas
Al Rey de Castilla.»
REY.                                 Tiempo
Para decirlo me queda.
GONZ. Yo no escribiera tampoco
Una carta como aquélla
Para el Cid.
REY.                     Ya no la envío;
Ya pienso de otra manera.
Desisto de pretender
Que la mano le conceda
Mi cuñada; mas con todo,
Causa hubo para esa oferta.
Poniendo al Cid de mi parte,
Lo estaba Castilla entera.
GONZ. Ensalzar tanto a un vasallo...
REY. Es vasallo que se hombra
Con los reyes.
GONZ.                         Os venció,
Os hizo preso en la iglesia
De Carrión.
REY.                     Si él en mi ejército
Peleara, yo venciera.
GONZ. Caudillos tiene León,
Que por el Cid no se truecan.
REY. Tú le quieres mal, Gonzalo.
GONZ. Confiésolo sin violencia.
Su indocilidad me ofende,
Me irrito de su soberbia,
De su fama, de... por él
Sancho os usurpó la herencia;
Su mano os hundió en el claustro,
Su mano os vistió de jerga,
Y de su mano cruel
Huimos; ¡oh vergüenza!
Cuando fuimos a Toledo
Pidiendo amparo y defensa
A un Rey moro, un enemigo
De nuestra fe verdadera.
REY. Pues esa mano algo vale.
GONZ- ¿Sabéis que, ajustando cuentas,
De la lealtad de Rodrigo
Cabe concebir sospechas?
REY. i De su lealtad a mi hermano!
GONZ. Precisamente.
REY.                        Tú sueñas.
GONZ. Cuando Sancho muerto fue,
¿Quién le halló? ¿Quién dio la nueva?
Rodrigo solo, que acusa
A un hombre que nadie encuentra
Desde ese instante; Rodrigo
Solo, que dejó que huyera.
Cuando oigo decir a todos
Que, sin razón o teniéndola,
Desterró al Cid vuestro hermano
Poco antes de esa ocurrencia,
Y aunque le llamó después,
No se dio por satisfecha
La altanería del Cid,
Confieso a vuestra grandeza
Que dudo que la traición
Sólo de Vellido sea.
Puedo equivocarme, sé
Que la enemistad es ciega
Para juzgar, y al Cid yo
Se la tengo manifiesta;
No me hagáis caso.
REY.                                 Sí, sí;
Tratemos de otra materia:
Se resiente el corazón
Cuando se habla de vilezas.
Recuérdame algún vasallo
Que aun esté sin recompensa,
Para dársela.
GONZ.                       ¿Queréis
Hacer la dicha completa
de un hombre?
REY.                         Habla.
GONZ.                                     Ved si ya
Es tiempo de que yo obtenga
La mano, que me ofrecisteis,
De vuestra prima Jimena.
REY. (Aparte.) ¡En qué día va!...¿Es tu
tal...?                                  [amor
GONZ.         Las delicadezas
De galán no cuadran bien
Con mi condición austera.
Mi estado pide una esposa,
Y por vos ha de obtenerla;
Vos me propusisteis una
Como de la mano vuestra;
En mí encontrará un cariño
Fiel y libre de flaqueza;
El apasionado amor
Mi lealtad os lo reserva
A vos y al trono, y es tanto...
REY. Sí, como el odio que alberga
Contra el Cid. Pues bien, será
Tuya, como ella consienta.
GONZ. Señor...
REY.               ¿Qué estrépito es ése?
GONZ. Música festiva suena.
 

Escena VIII

JIMENA, NUÑA y DICHOS
JIMENA. La Reina viene, señor,
Con el clero y la nobleza
De Burgos a recibiros:
Los he visto por la reja
De la capilla.
REY.                        Los otros
Once de escolta, que vengan.
                            (Vase GONZALO.)
Vos a mi lado. El instante
De vuestras bodas se acerca:
Os diré con quién, al tiempo
De exigir vuestra obediencia.
 
Escena IX

La REINA y ALVAR FÁÑEZ. CABALLEROS CASTELLANOS, CLERO, NOBLES y PUEBLO BURGALÉS. El REY, JIMENA, GONZALO y otros once CABALLEROS LEONESES.

REINA. Rey Alfonso de Fernando,
Aunque fue poco veloz
El mensajero que a Burgos
Vuestra venida anunció,
Gozosos a recíbiros
Corren, juntos a mi voz,
El clero, nobleza y plebe
De su vasta población;
Intérprete de su afecto
Me nombran para con vos:
Recibid su bienvenida,
Rey Alfonso de León.
REY. Reino en Galicia también.
ALVAR.

C. CAST.

¡En Galicia!
REINA.                     Así leyó
Mi secretario en el pliego,
Mas túvelo por error.
REY. No: mi hermano Don García
Perdió el juicio en la prisión,
Donde lo encerró Don Sancho
Después que le destronó.
Libre como yo García,
Muerto nuestro vencedor,
Recobrar el cetro quiso;
Pero el bien de la nación
Otra más segura diestra
Para aquel cetro pidió;
Y ejército numeroso
Marchando tras mi pendón,
Con la rapidez del rayo
La Galicia recorrió,
Abatiendo a los que hicieron
La resistencia menor.
Celebrada brevemente
Allí mi coronación,
Con igual velocidad
Traigo mi ejército en pos,
Y ante Burgos me presento,
De esta nueva portador.
ALVAR. ¡Viene con tropas!

C. CAST.

REINA.                               Dejando
Para mejor ocasión
El daros el parabién
Debido a un conquistador,
Haced memoria del pliego
Que Castilla os envió,
Cuando me privó de esposo
La mano de la traición.
REY. Si, para que yo entre a ser
De mi hermano sucesor,
Quiere Castilla que jure
Que de ese crimen atroz,
En mi ausencia cometido
No he sido cómplice yo.
Veinte mil soldados ti-algo,
Veinte mil testigos son,
Que, unánimes en su voto,
Deponen en mi favor.
¿Hace falta ya con eso
Tomarme declaración?
REINA. La decisión de Castilla...
REY. Pura lealtad la dictó;
Mas ya con hacerla cumple
El nacional pundonor.
Burgaleses, castellanos,
Entre quienes viendo estoy
Hombres que me han conocido
Niño y granado varón,
¿Hay entre vosotros uno,
Que de sí para con Dios
Imagine que es Alfonso
De su hermano matador?
AL. CAS. No, no.
REY.               Pues entonces vamos
A Burgos.
GONZ.           ¡A Burgos! (Con voz fuerte.)
(Voz dentro.)                            No.
REY. ¿Quién se opone?
ALVAR. (Anunciándole.) ¡El Cid, el Cid!

C. CAST.

JIMENA. (Aparte.) ¡Dios mío!
GONZ.                             ¡El Cid! ¡Oh furor!
 

Escena X

El CID y DICHOS
CID. No más aquí ya, no más,
No hay que perder un instante.
Burgaleses, adelante,
A Burgos. ¡Vos, Rey, atrás!
REY. ¡Que yo mis caminos tuerza!
Las leyes venir me han hecho.
CID. Y si tenéis el derecho,
¿Por qué os valéis de la fuerza?
¿Qué busca esa muchedumbre
De caballeros que asoma,
Ya por el pie de una loma,
Ya en las quiebras de una cumbre?
¿Cómo es que desde la raya,
Según informa un huido,
Han preso y han impedido
Que avise a cada atalaya?
Quien de una hueste se auxilia,
Y armado embiste la puerta
Que el pueblo le tiene abierta,
Como al padre su familia;
Quien miedo quiere inspirar,
Puede infundirlo tan grande,
Que nunca en el reino mande
Que pretende intimidar;
Pues el menos previsor
Dirá, esas lanzas mirando,
Que el que viene atropellando
Saldrá monarca opresor.
Todo a Castilla le avisa,
Que hacerle daño se piensa,
Y en tal caso, la defensa
Es natural, es precisa.
Nobles, pueblo burgalés,
A las armas acudid:
Si no quiere Alfonso lid,
Ya nos lo dirá después.
ALVAR.

C. CAST.

¡A las armas!

GONZ. (Aparte.)         ¡Yo me abraso!
JIMENA. Señor...(Al Rey.)
REINA.             Que nadie hostilice...
REY. Lo que el buen Rodrigo dice,
Suena bien; mas no hace al caso.
De Sancho espero mañana
La corona recibir,
Y traigo tropas que unir
A la tropa castellana;
Y a una y otra, sin rencilla,
Obedeciéndome ya,
Rodrigo las guiará
Contra, el moro de Sevilla.
Si a los vigías prendí
Que pudieran anunciarme,
Eso fue por excusarme
Lo que está pasando aquí.
Esperar... me desagrada...
Y hubiera sido imprudencia
Pediros una licencia
Que tal vez fuese negada.
Pero si a Castilla dan
Mis tropas tan grave susto,
Tranquilizarla es muy justo:
A Burgos no pasarán.
AL. CAS. Bien, bien.
REY.                   Y si os pone en grima
Esos doce que me traje
Hasta aquí, dadme hospedaje
A mi solo y a mi prima.
REINA, Señor, creed...
REY.                          El asunto
De la jura reclamada
No es cuestión acomodada
Para hablar en este punto.
Con más oportunidad
Tratarse en palacio puede.
CID. Como en trato no se quede...
REY. Vos ya la solemnidad,
Si os place, arreglar podéis.
CID. ¡Oh!, sí.
GONZ.                Señor.
REY.                            De camino.
Yo dar otra determino
Que os ruego que presenciéis.
CID. Rey Don Alfonso, mandad.
REY. Mi prima que, sin injurias,
Lleva en León y en Asturias
La palma de la beldad...
CID. ¡Ah!
REY.          Jimena a quien regalo
Dos villas, Jara y Bradesa,
Va a hacer solemne promesa
De vida y alma a Gonzalo.
JIMENA. (Aparte.) ¡Cielos!
GONZ.                               ¡Oh, felicidad!
ALVAR. Vos casáis a esta hermosura...
CID. ¿Cuándo?...
REY.                     Después de la jura.
Marchemos a la ciudad.
 
Fin del acto primero

Arriba