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ArribaActo III

PERSONAS DEL TERCER ACTO
 

 
CRISPÍN.
MARINA.
GREGORIO.
CONSTANZA.
EL VICIO.
LA OCIOSIDAD.
GABRIEL.
SIMÓN.
DON JUAN.
BERNARDO.
UN RELIGIOSO.
LA MÚSICA.
UN SACRISTÁN.
 

MARINA y CRISPÍN, vestidos de boda; GREGORIO y CONSTANZA, de padrinos; la música, etc.

 
GREGORIO
    Toda la casa se alegra
de ver que tanto lo estás.
CRISPÍN
Yo me alegro mucho más
de que me caso sin suegra.
CONSTANZA
   Pues ¿a ser desdicha viene? 5
CRISPÍN
Aunque viniera del Cid.
MARINA
Yo sé una calle en Madrid
que cuarenta suegras tiene,
   y que este nombre le dan.
CRISPÍN
Colegio de suegras es; 10
pero, Marina, ¿no ves
cómo me he puesto galán?
MARINA
   El hábito nunca muda
a las cosas conocidas.
CRISPÍN
Dios alargue nuestras vidas, 15
no para verte viuda;
   que ya ves que no es razón.
MARINA
Pues qué, ¿quieres que me muera
primero?
CRISPÍN
Es pleito en que espera
sentencia siempre el varón. 20
   ¡Oh, muchacho celestial!
¿Qué has de ser, qué quiere el cielo
hacer de tu santo celo
y pureza virginal?
Hablando, viene, que es tal 25
su devoción, que aun saliendo
de la iglesia, está diciendo,
sin acabar de salir,
lo que no me atrevo a oír,
porque le escucho muriendo. 30
 

(SIMÓN entre.)

 
SIMÓN
   Celebró Jerusalén
del rey Salomón las bodas,
y admiráronse sus damas
de ver la divina esposa,
porque en sus dulces cantares 35
llevó la fama sonora,
desde Palestina a Egipto,
la corona de su gloria.
«¿Quién es aquesta, decían,
que, como la luna hermosa, 40
y escogida como el sol,
aurora al nacer se nombra,
como ejército terrible,
cuya frente numerosa
ordenada resplandece, 45
segura de la victoria?»
Yo, si bien rapaz humilde,
hallo, divina Señora,
vuestra limpia Concepción
en su pregunta celosa; 50
atrevido y disculpado
de hablar en la sacra historia,
responder quiero a las damas,
aunque a los ángeles toca.
Si como aurora María 55
nace, y los cielos adorna,
claro está que la preserva
el sol de la negra sombra.
Antes que salga, la mira,
la limpia, ilustra e informa; 60
que fuera del sol defecto
si le tuviera el aurora
prevenido el vellocino.
Como pura y limpia rosa,
naciendo el alba, las nubes 65
llovieron divino aljófar;
ni se manchara el rocío
que el nácar vírgenes dora,
si Dios había de ser
la Margarita preciosa; 70
en las manchas de la luna,
las vistas menos devotas
se engañan, porque no advierten
que lo más raro las forma;
en la luna de María, 75
humanas partes no asombran,
porque fuera toda sol
si de allá viniera toda.
Ser toda Dios no podía;
pero como Dios la endiosa 80
mil siglos antes que nazca,
aquel instante acrisola;
pues si como sol la escoge,
¿cómo es posible que ponga
defecto en ella quien sabe 85
que sus rayos la coronan?
Terrible ejército ha sido
vuestra Concepción dichosa,
Virgen, tan bien ordenado,
que no hay orden que le rompa. 90
Todas juntas, mar de gracia,
hoy a vuestros pies se postran,
y al sol, a la luna, al alba,
que nace tan limpia, adoran.
Reyes y reinos os juran; 95
si un voto falta, no importa;
¡bien haya quien honra y ama,
que quien bien ama, bien honra!
VICIO
   ¿Cómo se puede sufrir
esta manera de hablar? 100
Aún no le puedo inquietar;
mal le podré persuadir.
SIMÓN
   ¡Virgen, ya quiero serviros
con voto expreso, que vos
sois la primera cine a Dios 105
le hicistes!
VICIO
Daré suspiros
que penetren el infierno.
SIMÓN
¡Virgen, el voto os consagro!
VICIO
Naciste para milagro
del mundo, Cupido tierno. 110
   Nuevo Amor en esta edad,
consagras a María
tu limpieza.
SIMÓN
¡Reina mía,
recibid mi voluntad!
   Mas ¿qué es lo que siento allí? 115
¿Quién llora junto a la puerta?
Voylo a ver.
VICIO
La suya abierta
tiene el cielo para ti.
 

(Halle un niño envuelto.)

 
SIMÓN
   ¡Ay, Dios, qué grave dolor!
Niño es, sin duda. ¡Ay, mis ojos! 120
¿Quién os dió tantos enojos?
¿Quién usó tanto rigor?
   ¿Quién, mi niño, os puso ansí?
¿Quién os dejó desta suerte?
Pero no os dejó a la muerte, 125
que vive la vida aquí;
   mas piedad usó con vos,
que pues no os dejó, la fundo,
en los umbrales del mundo,
sino en las puertas de Dios. 130
   ¡Ay, qué cara y qué inocencia!
¡Ay, que se ríe! ¡Ay, mi Dios!
¡Cuál os considero a vos,
soberana omnipotencia,
   desamparado del Padre, 135
temblando de frío al hielo,
sin más abrigo y consuelo
que el calor de vuestra Madre!
   ¡Ah, chiquito! ¡Él da en reir!
¡Y qué risa tan suave! 140
Debe de ser que no sabe
que nace para morir.
   ¿No sabes adónde estás,
ni en qué mundo, ni en qué gentes?
Ríe en tanto que no sientes; 145
que en sintiendo llorarás.
   De suerte me has obligado,
que prometo desde aquí
ser de los niños, por ti,
devoto y aficionado. 150
   Y pues veo en tu alegría,
que es señal de la inocencia,
si llego a edad de prudencia,
ser alegre. ¡Ave María!
    Ea, decid, ¿no sabéis 155
Ave María, chiquillo?
Pero no me maravillo.
Creced, que vos lo diréis.
   ¡Un papel trae! ¿Qué es esto?
Las letras me lo dirán. 160
Llámase este niño Juan.
¡Qué lindo nombre le han puesto!
   ¡Juanillo! ¡Ah, Juanillo! ¡Ah, chico,!
¡Ave María, rapaz!.
 

(Entre un SACRISTÁN con sobrepelliz y bonete.)

 
SACRISTÁN
Él se ha estado pertinaz, 165
puesto que por más que aplico
   la vista, no he penetrado
lo que del altar hurtó.
¡Ah, gentilhombre!
SIMÓN
¿Soy yo?
SACRISTÁN
Deje lo que lleva hurtado. 170
SIMÓN
    ¡Yo hurtado!
VICIO
¡Oh, qué bien se ha hecho!
Hoy ha de ser mi venganza.
 

(Entre CRISPÍN.)

 
CRISPÍN
No hay alma en la iglesia ya;
cuerpos sí, pero sin alma.
¡Si es aquél!
SACRISTÁN
Desarreboce,
175
señor hidalgo, la cava;
sepa que ya le conozco,
y sé en los pasos que anda.
Cada día viene aquí,
y a que la gente se vaya 180
aguarda. ¿Qué es lo que mira?
Las lámparas están altas;
las sábanas del altar
debe de pescar.
CRISPÍN
No haga
ese agravio a mi señor. 185
SACRISTÁN
¡Qué señor! ¡Qué buena lanza!
¿Es otro ladrón como él?
¿Es, por ventura, la caña
desta sanguijuela?
CRISPÍN
Advierta
que le daré dos puñadas, 190
con que no cante en su vida
parees ni kiries.
SACRISTÁN
Pues salgan
los dos de la iglesia luego.
CRISPÍN
¿Sabe el zote con quién habla?
SACRISTÁN
¡Zote! ¡Ay! ¡A un hombre ordenado 195
de Vísperas; por la santa
tribuna, y por los dos fuelles
con que los órganos alzan,
que ha de ir a Roma!
CRISPÍN
Y no es lejos,
pues él la tiene en su casa; 200
¿qué le hizo este mancebo?
SACRISTÁN
Es ladrón de las sábanas
del santo altar.
CRISPÍN
¡Miente!
SACRISTÁN
¿A mí?
¡Aquí de cruces y mangas!
CRISPÍN
Este estudiantico es hijo, 205
aunque basta ver su cara,
de Gregorio Ruiz.
SACRISTÁN
¿Qué dice?
CRISPÍN
De Navamuel.
SACRISTÁN
¡Cosa extraña!
Es un grande señor mío.
CRISPÍN
Reinosa de la montaña, 210
por hidalgo conocido,
le dió su solar y casa;
en el valle de Toranzo
tuvo su antigua prosapia
Constanza de Rojas, madre 215
de quien por ladrón infama;
nació en Móstoles, adonde
sus abuelos, que Dios haya,
compraron campos y hacienda;
y consta por cosa clara, 220
de muchas informaciones
que han hecho...
SACRISTÁN
El nombre bastaba
para tenerle respeto,
porque Gregorio y su casa
son amparo deste templo; 225
yo acudo siempre a Constanza
por todo lo que se ofrece;
vile encubrir con la capa
no sé qué cosa, y pensé
que era de aquéstos que andan 230
a chupar, como lechuzas,
más que el aceite, la plata.
CRISPÍN
¿Qué llevas, Simón?
SIMÓN
Crispín,
toma aqueste niño y calla;
llévale a Marina luego 235
sin replicarme palabra;
que me va la vida.
CRISPÍN
Voy
que después sabré la causa;
adiós, señor sacristán.

 (Vase.) 

SACRISTÁN
Perdone; así Dios le valga, 240
que no sabía quién era.
SIMÓN
No es la ofensa de importancia.
SACRISTÁN
Mire, ya todo es hurtar:
carne y pan con pesas falsas,
carbón con piedras y tierra, 245
vino con calderos de agua,
y a este paso lo demás;
y ¿qué piensa que es la causa?
Que comen todo lo bueno
los que gobiernan y mandan. 250
Si un cónsul destos bebiera
vinagre, era cosa clara
que abrasara mil tabernas;
bebe ambrosía, néctar y ámbar;
¿cómo ha de saber que beben 255
zupia, veneno, tercianas,
dolor de costado, aquellos
que el mismo sustento mata?
¡Quédese con Dios!
SIMÓN
¡Ya, Virgen,
mi vida, bien y esperanza, 260
os dejo, porque mis padres,
con pena siempre me aguardan!
Pero creedme, que os llevo
tan de veras en el alma,
que antes dejara de ser, 265
que deje vuestra alabanza.
 

(GREGORIO, DON JUAN y BERNARDO, parientes suyos.)

 
DON JUAN
   Tiene Simón tan gran ventura en esto,
que queda remediado como honrado.
GREGORIO
Que el canónigo Rojas ha dispuesto
    a regresar en él.
BERNARDO
Y lo ha tratado
270
conmigo muy de veras.
GREGORIO
Agradezco
lo que siempre con obras me ha obligado;
sólo por ser su deudo las merezco,
no por servicios.
DON JUAN
Vos merecéis tanto
como a mostrarlo en la ocasión me ofrezco. 275
BERNARDO
   El es buen estudiante, y es un santo;
vos le veréis canónigo en Toledo.
GREGORIO
No sé su voluntad; no me adelanto;
   de mi parte os ofrezco lo que puedo,
como quien lo quisiera en honra tanta; 280
de lo que digo, sospechoso quedo.
BERNARDO
    ¿Ser dignidad de aquella Iglesia santa
no ha de aceptar?
GREGORIO
El modo de su vida,
para deciros la verdad, me espanta;
   hablaréle, señores, y entendida 285
su voluntad, daré respuesta, y creo
que será de los dos agradecida.
DON JUAN
Por lo menos sabréis nuestro deseo.
 

(Vanse.)

 
GREGORIO
   Puesto quedo en confusión.
 

(SIMÓN entre.)

 
SIMÓN
¡Qué breve se pasa el día! 290
¡Oh, mi padre! ¡Ave María!
GREGORIO
Seas bien venido, Simón;
   que te deseaba hablar
y pedirte albricias.
SIMÓN
Yo,
de lo que el cielo me dió, 295
¿qué tengo, señor, que os dar
   que todo vuestro no sea?
GREGORIO
Mucho tu humildad estimo;
el canónigo, mi primo,
regresar en ti desea; 300
   ¡Mira qué renta y qué honor
te da el cielo!
SIMÓN
Bien quisiera,
por vuestro gusto, que fuera
obedeceros, señor.
   Posible a la hechura vuestra; 305
he hecho voto de ser
religioso, y no ha de haber,
dure o no la vida nuestra,
   otro propósito ya.
GREGORIO
¿Fraile quieres ser?
SIMÓN
¡Señor,
310
es voto!
GREGORIO
¡Extraño rigor!
Pero mira que podrá
   dispensarse, y que no tienes
edad.
SIMÓN
Señor, una vez
lo dije, haciendo al Juez 315
de los males y los bienes,
   que desta causa lo sea,
y delante de una hermosa
Señora, Madre y Esposa
del mismo que lo desea; 320
   no me puedo desdecir;
que a jornada larga o corta
lo he de cumplir; si os importa
que, como os debo servir,
algún tiempo en casa esté, 325
ése esperaré no más.
GREGORIO
Notables muestras me das
de tu piedad, celo y fe;
   no sé, Simón, lo que pueda
responderte. ¡Dios te guarde! 330

 (Vase.) 

 

(Entren CRISPÍN y MARINA.)

 
MARINA
Vienes mal y vienes tarde;
mucho que sufrir me queda
   si comienzas por aquí.
CRISPÍN
Y a mí, ¿no me queda nada?
MARINA
Pues dime: apenas casada. 335
¿niño me traes?
CRISPÍN
¡Yo!
MARINA
Sí;
   fueron celos de la tal,
viéndote ya con mujer;
¿tú me habías de traer,
Crispín, desvergüenza igual? 340
   ¿No le llevarás, picaño,
a un hospital?
CRISPÍN
Si no fuera
   el que dado me le hubiera,
tan notorio desengaño,
   pesárame de haber sido 345
instrumento, sin querer,
de tu enojo.
MARINA
¿A qué mujer
esto hubiera sucedido?
   Vuelve ¡perro! la criatura
a la tal por cual, o haré 350
que mi señor...
CRISPÍN
Yo tendré
cual la boda la ventura.
   ¡Aún no he comido los picos
de la rosca, y ya me arañan!
MARINA
Si otros a éste acompañan, 355
vé por otros cuatro chicos;
    tráelos todos.
CRISPÍN
Que no sé
quién es éste, ¡vive Dios!
MARINA
¡Hoy nos matamos los dos!
CRISPÍN
¿Hoy, mi Marina?, ¿por qué? 360
MARINA
   ¡Perro! ¡Por sayón de Herodes,
por buscador de inocentes!
CRISPÍN
Si desa suerte lo sientes,
digo que no le acomodes;
   yo le llevaré a otra parte. 365
SIMÓN
¿Qué es esto?
CRISPÍN
¿Estabas aquí,
y no volvieras por mí?
SIMÓN
¿Puede Marina culparte
   de mi piedad, si yo he sido
quien hoy a la puerta halló 370
este muchacho?
MARINA
Si yo,
Simón, lo hubiera sabido,
   no hubiera a Crispín culpado,
y sólo a ti te creyera
que este niño hallado fuera. 375
SIMÓN
Ten por cierto que es hallado;
   hoy a una imagen tomé
su santo Niño, Marina,
y aquella piedad divina
tan agradecida fue, 380
   que luego un hijo me dió,
y a mi madre le he traído.
CRISPÍN
¿Ves como no te he mentido?
MARINA
Estoy tan segura yo
   de que Simón no mintiera 385
por todo el mundo, que quiero
darte un abrazo.
CRISPÍN
Ya espero.
 

(Váyanse.)

 
SIMÓN
   ¡Ave María, allá fuera!
   Virgen, en vuestro vientre santo estuvo
vuestra alma pura, de más gracia llena 390
que el ángel de más luz; que nuestra pena
en vos el golpe original detuvo.
   El lirio de los valles que entretuvo
nueve meses su cándida azucena,
si en gracia cría al Ángel, no condena 395
a la Primcesa que por madre tuvo.
   Más que todos los ángeles deciros
puedo que la tenéis, si en carne humana
nos dais a Dios, aquel dichoso día;
   que a ellos los crió para serviros, 400
y a vos para su Reina soberana,
cuando os dijo Gabriel: «Ave María».
 

(Entre GABRIEL.)

 
GABRIEL
    Al eco del dulce nombre
vengo a verte.
SIMÓN
No te veo,
que no quiere mi deseo 405
que tu presencia me asombre.
¿Cómo quieres que te nombre,
cuando con tu claro acento
ilustras mi entendimiento?
GABRIEL
Un espíritu que inclina 410
a la beldad más divina
tu amoroso pensamiento.
SIMÓN
   Yo voy, con tu inspiración,
fabricando cada día
casa en que viva María, 415
cuyos fundamentos son
fe, caridad y oración,
porque la virginidad
sola, fuera vanidad;
así Gregorio lo dijo; 420
y entre estas flores, elijo
la esperanza y la piedad;
   para mayor fundamento,
quiero también la obediencia,
y ésta sé de cierta ciencia 425
que la hallaré en un convento;
elige mi entendimiento
la Trinidad, Redención
de cautivos.
GABRIEL
Todos son
pasos a que Dios te guía. 430
SIMÓN
Su redención y María
me han dado esta devoción;
   a mis padres quiero hablar,
porque con su humilde ruego
me dén el hábito luego. 435
¡Ay, si me viese llegar
a ver mi pecho adornar
de aquella cruz soberana!
GABRIEL
Háblalos, y ten por llana
tu entrada y tu profesión. 440
SIMÓN
¡Ay, Dios! Un retrato son
de la redención humana.
GABRIEL
   Simón, el hábito santo,
de la mano de Dios tiene
esta religión, que viene 445
su luz a ensalzarla tanto;
su caridad causa espanto.
El ángel la significa,
empresa que testifica
con su piedad su decoro, 450
cuando al cristiano y al moro
trocados brazos aplica.
   Aquí, de doctos varones
y mártires soberanos,
para la lengua y las manos 455
hallarás imitaciones;
parte, y con dulces razones
tus viejos padres consuela.
SIMÓN
Poco mi amor les desvela
respecto del que a Dios tienen; 460
que el que a sus hijos previenen,
al amor del cielo apela;
   yo voy con la confianza
que tengo de su valor.

 (Vase.) 

GABRIEL
Nace el sol, y el resplandor, 465
humilde círculo alcanza;
así darás esperanza
creciendo a la luz que cría
cuando llega el mediodía
sin que nube se levante, 470
y más llevando delante
a la aurora de María.
 

(Entren el VICIO y la OCIOSIDAD.)

 
VICIO
   Mal nos va de nuestro intento.
OCIOSIDAD
¿Cómo nos irá más bien,
si tiene a su lado quien 475
le alumbra el entendimiento?
VICIO
Con mi pronóstico siento,
si él entra en la Trinidad,
que su oración y piedad
ha de ser mi muerte.
OCIO
Creo
480
que ya le lleva el deseo
de matar mi ociosidad.
VICIO
   ¿Cuándo lo estuvo Simón?
OCIO
En fin, es muchacho, Vicio,
y es diferente ejercicio 485
el que hay en la religión;
el ayuno, la oración
y la obediencia, son cosas
que a las almas más ociosas
ponen en santa quietud. 490
VICIO
¡Oh, humildad, santa virtud,
que en paz del alma reposas!
   Mucho lleva granjeado
Simón para religioso,
en ser humilde y piadoso. 495
GABRIEL
¿Quién, Vicios, os ha obligado
a alabarle?
VICIO
Tú, que has dado
espíritu celestial,
por aquel Ave imperial
y fénix de Nazarén, 500
en darle luz para el bien
y en apartarle del mal.
   ¡Qué bien por la Reina entró
para privar con el Rey!
¡Qué bien su sagrada ley 505
y sus preceptos cumplió!
Dios venerar le mandó
los padres; pues di, ¿qué padre
como Dios, ni a quien más cuadre?
Pues di, ¿qué madre también 510
para el hombre, como quien
fue de Dios Esposa y Madre?
GABRIEL
   Vicios, no habéis de tocar,
hoy que el hábito le espera
de la Trinidad divina, 515
en el umbral de la puerta.
Ya sus padres han hablado
al Ministro; ya le quedan
vistiendo el cándido manto,
testigo de su pureza; 520
oíd lo que os digo atentos,
aunque pronóstico sea
y divina profecía,
que Dios de Simón ordena;
intérpretes suyos somos: 525
para más confusión vuestra
y gloria suya, sabed
que guarda Dios a su Iglesia
en Simón una columna,
un miembro de la cabeza 530
de su sacra arquitectura,
de su fundamento y piedra;
un Bernardo, enamorado
de su Madre, que merezca,
si no sus pechos, sus brazos 535
y sus divinas respuestas;
un Ildefonso divino
que predique la entereza
del huerto, siempre cerrado,
donde la pura azucena 540
aquel divino rocío
vistió de doradas perlas;
en fin, un predicador,
que con su angélica lengua,
cincuenta años a los hombres 545
predique sus excelencias;
un hombre que sea Bautista
de la Virgen, porque tenga
quien lo señale con Ave
María de gracia llena. 550
«Veis allí, dijo el Bautista,
el Cordero que a la tierra
viene a perdonar pecados»,
y Simón, «El Ave es ésta
que, como paloma y Madre, 555
por los pecadores ruega».
¡Raro milagro que a un hombre
no falten palabras tiernas,
requiebros, gracias, virtudes,
conceptos y preeminencias 560
que decir por tantos años
en el púlpito, en la iglesia,
en la calle y en el coro,
en el altar y en la mesa,
desta soberana Madre 565
con el honor de doncella;
que si bien son infinitas,
es corta la humana ciencia!
Bien merece que en su boca
naciesen ocho azucenas, 570
pues que tiene Ave María
ocho soberanas letras.
¡Oh, qué fruto tan divino!
La corte de España espera,
en siglo de tres Felipes, 575
de la amorosa prudencia
con que será confesor,
trayendo mil almas muertas
en sus vicios, al camino
de la gloria y vida eterna. 580
¿Qué misericordia santa
en trabajos, muertes, penas,
cárceles, enfermedades,
discordias y competencias,
será la de su alma pura, 585
hallando todos en ella
consejo, remedio, vida,
paz, salud, descanso, hacienda!
¡Oh, qué de ofensas de Dios
estorba, impide, remedia, 590
entendiendo pensamientos,
montante de Dios en ellas!
Será su oración notable,
de todo el infierno afrenta,
porque aun en suma vejez 595
tendrá más que humanas fuerzas
para que todas las noches
en la oración le amanezca,
aunque el trabajo del día
las fuerzas mortales venza. 600
¡Qué desprecio será el suyo
de las cosas de la tierra!
Dentro y fuera de su casa,
¡qué humildad y qué pobreza!
Por Ministro y Provincial, 605
religiosas preeminencias,
no habrá diferencia en él
de lo que sin ella era;
y aunque ha de ver a sus pies
a Isabel, de España Reina, 610
en su trato y humildad
no admitirá diferencia;
será su dichosa vida
setenta y dos años, y ésta
un ejemplo a cuantas almas 615
el sacerdocio profesan.
Calificará su muerte
su vida, viéndose en ella
el más general concurso
que se haya visto, ni pueda 620
encarecer lengua o pluma;
pero para afrenta vuestra,
quiero que le imaginéis
en la pintura más nueva
de un jeroglífico sacro 625
que en estos siglos merezca
amor a la Virgen santa,
que desta manera premia.
 

(Ábranse dos puertas en medio del teatro, y véase una imagen de la Anunciación, y el P. Rojas de rodillas, con un ramo de ocho azucenas en la boca.)

 
VICIO
   Ni quiero, imaginar en tal pintura,
ni es justo que me baste sufrimiento 630
para mirar de un alma hermosa y pura,
producido tan alto pensamiento
ocho azucenas, con quien fuera oscura
la luz del alba, tienen fundamento.
En su dichosa lengua, que las cría, 635
las ocho letras son de Ave María.
   ¡Vamos, Ociosidad, que nunca pienso
que fuiste tan ociosa como agora!
OCIOSIDAD
¡Glorioso es en sus santos Dios inmenso,
y más, devotos de tan gran Señora! 640
VICIO
¿A quién no admira aquel amor intenso
con que la sirve, mira y enamora?
¡Hombres, llamadla hasta el postrero día;
que para Dios no hay luz como María!
 

(Entren sus padres de SIMÓN acompañados de sus deudos y criados.)

 
GREGORIO
   No os espantéis de que sean, 645
en esta ocasión dichosa,
lágrimas las que del alma
salgan a mostrarla toda.
¡No siempre llora la pena,
tal vez el contento llora! 650
DON JUAN
Cualquiera demostración
en esta ocasión, es corta.
BERNARDO
¡Con qué humildad ha tomado
el hábito!
CONSTANZA
Es una cosa
que ha causado admiración, 655
y no le ha visto persona
que no diga que ha de ser
un santo.
GREGORIO
El cielo disponga
sus fines de tal manera,
que a sus principios responda. 660
CRISPÍN
¡Llora, Marina, y confiesa
tus pecados!
MARINA
¿Por qué agora?
CRISPÍN
Por ver que un niño como éste
en la religión se ponga:
¡Ah, Dios, quién le hubiera visto 665
antes de tan negra boda,
para camparse con él!
MARINA
Y yo fuera la dichosa,
y tú habías de ser fraile.
CRISPÍN
¡No hay cocinas, no hay escobas, 670
no hay huertas, no hay refitorios,
no hay bacinillas, no hay norias!
MARINA
¿Agora lloras?
CRISPÍN
¡Qué quieres!
¿No es esta ocasión piadosa?
He criado este muchacho; 675
por eso mis ojos lloran.
 

(Salga SIMÓN con el hábito de la Santísima Trinidad, en cuerpo, y su corona abierta, y dos religiosos a los lados.)

 
RELIGIOSO
Llegad a pedir su mano,
y a vuestros deudos que os honran,
dad con humildad los brazos.
SIMÓN
Hoy a vuestros pies se postra 680
esta humilde hechura vuestra.
GREGORIO
¡Con su mano poderosa
Dios te bendiga, y te haga
un gran santo!
SIMÓN
¡Ya, señora,
se cumplió vuestro deseo! 685
CONSTANZA
Hijo, lo que más importa
es servir a la del cielo,
que deste premio os adorna.
Cumplí lo que le ofrecí;
lo demás a vos os toca: 690
¡Dios os haga un grande santo,
trasladando esa corona
a la del cielo!
CRISPÍN
¿No vuelves
la cara a Crispín?
SIMÓN
Reporta
los brazos.
CRISPÍN
¿Cómo los brazos?
695
Aun a besarte provocas.
GREGORIO
Esta es la primera parte,
Madrid, desta dulce historia.
SIMÓN
Aquí se acaba, senado,
La Niñez del Padre Rojas. 700


 
 
LAUS DEO ET MATRI VIRGINI
 
 


Si quid dictum adversus fidem, tanquam non dictum, et omnia sub correctione S. M. E.



En Madrid, a 4 de enero de 1625.

LOPE DE VEGA CARPIO.



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