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21

A. Sánchez Pérez, "Notas Bibliográficas. Cartas Americanas, por D. Juan Valera", en La España Moderna, agosto, 1889, p. 195.

 

22

A. Sánchez Pérez, op. cit., p. 197.

 

23

R. D. Perés, "Valera y sus Cartas Americanas" (recogido posteriormente en A Dos Vientos. Críticas y Semblanzas. Barcelona: L'Avenç, 1892, por donde citamos). La cita pertenece a la p. 130.

 

24

R. D. Perés, op. cit., p. 132. Añadía Perés: «No poca parte ha de tener en esto el dilettantismo aristócrata del señor Valera, que todo lo sabe, todo lo conoce, lo ha visto o lo ha leído, y en nada cree por completo, a nada se entrega como los demás. No es un escéptico que niega, sino uno que se limita a estar lleno de dudas y que, burla burlando, nos las deja caer en nuestro espíritu. Después se despide de nosotros con la galantería y la sonrisa irónica de un hombre de mundo, y allá quedamos todos repasando sus palabras y aun pensando alguna vez si aquel hombre tan diplomático y tan andaluz se ha burlado de nosotros cuando menos lo parecía o cuando aprobaba y aplaudía opiniones que no eran las suyas» (p. 132).

 

25

R. D. Perés, op. cit., p. 140. Reprochará Perés a Valera lo indiscriminado de sus burlas en unas cartas donde «no sólo los errores manifiestos y ridículos que tienen más de secta religiosa que de filosofía, sino los sistemas filosóficos en cuyo estudio se han ocupado seriamente grandísimas inteligencias, aparecen en estas cartas del señor Valera contados como un cuento ingenioso, con buen humor que admira y daña a la vez» (p. 141).

 

26

Clarín, "Revista Mínima", en La Publicidad, 30-V-1889.

 

27

«Obra de más diplomacia literaria que ésta no creo que la tengamos en España. Se necesita ser americano con alma y vida, tener el móvil de un gran patriotismo, para formular algunos de los juicios que ha escrito el señor Valera en sus Cartas, y es imposible que desde lejos, en frío y siendo hombre de tantas humanidades y de tanta cultura europea como es nuestro autor, se diga todo eso que él dice, cuando es solamente la crítica imparcial y severa la que habla [...] lo menos que puede pedirse a ese literato español que para nosotros escribe es que su elogio, por lo excesivo e inesperado, no parezca desprovisto de sinceridad, porque entonces el efecto es contraproducente» (R. D. Perés, op. cit., p. 133).

 

28

A. de Valbuena, Ripios Ultramarinos. Madrid: Victoriano Suárez, 1896, pp. 83-84.

 

29

En la cuarta de las cartas dedicadas al Parnaso Colombiano, y aludiendo Valera a las condiciones de la mujer escritora en España, comentaba las causas que concurrían a la escasez de su número, señalando: «Una pícara sentencia de Horacio, cuya falsedad e injusticia, perdóneme Horacio, ofenden el recto juicio, viene a hacer más penosa la situación de toda poetisa: la medianía en verso no la sufren ni los postes [...] Yo declaro esto absurdo [...] En verso se pueden decir tonterías: esto es verdad; pero ¿acaso hablando en prosa no pueden también decirse tonterías? No niego yo que una tontería, dicha en verso, adquiere cierta consistencia, compromete más, es más solemne, resonante y repercutiente que en prosa; pero, en cambio, debemos convenir en que, por facilidad que se tenga por hacer versas, y por malos y flojos que sean, no se improvisan tanto, ni salen, ni manan, con tanta fluidez y copiosa vena como las tonterías en prosa desatada» (Cartas americanas, pp. 168-169).

 

30

Clarín, "Palique", en Madrid Cómico, 1-VI-1889.