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ArribaAbajoActo II

 

[Sala en casa de BELISA.]

 

[Escena I]

 

[Sale BELISA con diferente vestido del que llevó al campo.]

 
BELISA
    Temerario pensamiento,
que teniendo el mundo en poco,
junto a la luna a ser loco
sobre las alas del viento
colocastes vuestro asiento, 5
¿qué desdicha, qué cuidado
hoy os ha puesto en estado,
que habéis tan hermosas plumas
entre las blancas espumas
del mar de amor sepultado? 10
    Sale vestida la nave
de jarcias y de banderas
con las velas tan ligeras,
que el viento piensa que es ave
mas el de popa süave 15
vuelve con fácil mudanza
en huracán la bonanza,
por que no pueda ninguna
del rigor de la fortuna
asegurar la esperanza. 20
    Florece un árbol temprano,
cuando el ruiseñor suspira,
la primavera le mira
llena de flores la mano;
mas llega el hielo tirano, 25
y con intensos rigores
los pimpollos y colores
cubre de tristeza y luto,
porque hasta tener el fruto,
no están seguras las flores. 30
    Por más que en el nido esconda
el ave sus pajarillos,
como los fuertes castillos
con su cava, muro y ronda,
dispara el pastor la honda, 35
y con violencia importuna,
sin dejar pluma ninguna,
le arroja piedra villana,
que no hay resistencia humana
al golpe de la fortuna.40
    Nave en el mar parecía
mi libertad en amor;
árbol vestido de flor
mi locura y bizarría
nido que el ave tejía 45
era mi seguro olvido
mas vino amor atrevido,
y con el galán Cardona
puso al pie de su corona
la nave, el árbol y el nido. 50
    Vencedor destos despojos
me mata sin ser culpado,
que no sabe mi cuidado,
aunque le dicen mis ojos
con amorosos enojosos; 55
soy mariposa en llegarme
a la llama, y retirarme,
y tanto amor me desvela,
que doy tornos a la vela,
y no acabo de quemarme. 60


[Escena II]

 

[FINEA, BELISA.]

 
FINEA
Sin quitarme el manto vengo
por darte presto el recado.
BELISA
De prisa, será desdicha,
que nunca viene despacio.
FINEA
Hallé la casa (que fue 65
en Madrid nuevo milagro,
que no sabe del segundo
quien vive el primero cuarto),
dile el papel, abrazóme,
diome este doblón de a cuatro.70
Belisa ¿Oro tiene?
FINEA
¿Por qué no?
BELISA
Que no se le dio me espanto
a la señora Lucinda
Muestra.
FINEA
Toma.
BELISA
Yo le guardo
por ser la primera prenda 75
que tengo suya.
FINEA
Es cuidado
que te perdonara yo;
y prenda que él no te ha dado,
no merece estimación.
BELISA
Por él, Finea, te mando 80
un hábito de picote.
FINEA
No, sino el tuyo de raso.
BELISA
Soy contenta. Dime agora
qué respondió.
FINEA
En tono bajo
leyó y dijo: ¡Linda letra! 85
BELISA
¿No dijo nada a la mano?
FINEA.
No, a fe.
BELISA
No era de Lucinda
FINEA
Llamó a Tello, y el picaño
a tres ¡holas! respondió,
que estaba hablando en el patio; 90
pidió la capa y la espada,
y díjome: «Luego parto
a ver qué manda aquel ángel.»
BELISA
¿Ángel dijo? Ése es engaño.
FINEA
Es verdad que lo añadí 95
por aquello de la mano:
que la lisonja es la fruta
que más se sirve en palacio,
y en ti un ángel más o menos
no es lisonja, habiendo tantos. 100
BELISA
¿En cuerpo estaba en efeto?
FINEA
Un gabancillo leonado
tenía untado con oro.
BELISA
¿Con gabán? Es cierto caso
que tendría bigotera. 105
FINEA
No la nombres, que me espanto
de ver los hombres con ella,
y hay muchos tan confiados,
que a la ventana se ponen,
que es como asomarse un macho. 110
Mientras tiene bigotera
un hombre ha de estar cerrado
en un sótano.
BELISA
Si es de ámbar
con cairel de oro, no es malo,
y quitada importa poco. 115
FINEA
Siempre pienso que, asomando
la boca por entre el cuero,
me coca algún mono zambo.
BELISA
¿Hubo montera?
FINEA
El cabello
sirve a los mozos este año 120
de montera y papahigo.
BELISA
Bien parecen aseados.
Ahora bien, va de aposento:
¿hay gran pobreza?
FINEA
Un soldado,
¿qué ha de tener? Las paredes 125
vestían cuatro retratos:
uno del Rey, que Dios guarde,
y otro de Lucinda al lado.
BELISA
¿Y no tuvo celos?
FINEA
¿Cómo?
BELISA
¿No ves, necia, que hace caso 130
la imaginación, y celos
son hombres imaginados?
¿Y de quién eran los otros?
FINEA
El uno de don Gonzalo
de Córdoba, su pariente, 135
que en los países y estados
de Flandes, me dijo Tello
que anduvo con él.
BELISA
Aguardo
el vestido de la noche.
FINEA
¿La cama dices? De raso 140
de la China un pabellón
(lo limpio no sé pintarlo,
que un tafetán lo cubría),
lo demás, baúles, trastos
de casa, ajuar de mozos: 145
libros, guitarra, ante, casco,
y un broquel en un rincón,
BELISA
Sin duda viene, habla paso.
FINEA
¿En qué lo ves?
BELISA
En el alma,
que me lo ha dicho temblando. 150


[Escena III]

 

[DON JUAN, TELLO.-Dichas.]

 
DON JUAN

 (Aparte a TELLO.) 

¿Puedo yo penetrar su entendimiento?
¿No ves que fuera necia diligencia?
TELLO
¡Si, pero en su presencia
estar como novicio de convento,
que no ve tierra más de la que pisa! 155
DON JUAN
Tello, yo bien presumo que Belisa
me tiene voluntad, pero en efeto
en esto sólo quiero ser discreto,
no siendo confiado,
demás que no es amor haberme honrado 160
con hacerme merced, y si lo fuera,
no llegara Belisa a ser tercera
de los amores de Lucinda
TELLO
Mira
que se suele cubrir una mentira
con capa de verdad, y el que se llama 165
galán, no ha de aguardar a que la dama
le requiebre primero.
Iba un fraile devoto caballero,
y cuando tanta espuela le metía
a la mula, decía: 170
«Arre, por caridad, hermana mula.»
DON JUAN
Belisa nos escucha, disimula.
BELISA
Señor don Juan, ¿sin verme tantos días?
¿Qué es esto? Ingratamente lo habéis hecho.
Trocamos vos y yo las bizarrías. 175
DON JUAN
Estoy de vuestra gracia satisfecho,
pero por no cansaros
me habrá de suceder desobligaros.
BELISA
Señor don Juan, a cierta dama un día
presentó un papagayo un caballero, 180
diciéndole que todo lo sabía,
si no era hablar. Lo mismo os considero:
vos sois galán, discreto y entendido,
apacible, valiente y bien nacido,
modesto, airoso, atento y de buen trato, 185
y sólo os falta hablar, por ser ingrato.
Y tú, Tello, también.
FINEA
Cual es el dueño,
tal el criado.
TELLO
A fe de calahorreño
que estoy sin culpa yo, que sólo he sido
lechón de aqueste pródigo perdido, 190
eco de aquesta voz: parte el Cardona,
verás que soy la maza.
DON JUAN
¿Y yo?
TELLO
La mona.
DON JUAN
Bueno por vos me pone.
BELISA
Bien merece
vuesa merced que Tello así le trate.
DON JUAN
¿Vuesa merced?
TELLO
Yo soy un disparate.
195
BELISA
No hay tan bravo león, que no se rinda
a los divinos ojos de Lucinda
¡Qué tierno habrá llorado el buen Cardona,
y qué habrá dicho allí de mi persona!
¿Pintóme muy feísima? Que, cierto, 200
se haría un ermitaño en un desierto,
y tentación a mí por lo del río
y los celos del Soto.
DON JUAN
Es desvarío.
Contaros todo lo que pasa quiero;
diré verdad a fe de caballero 205
aragonés, y Córdoba y Cardona,
y si mintiere, y esto no me abona,
no vuelva yo a los ojos de mi padre.
BELISA
Decid también: «De mi señora madre.»
DON JUAN
   Después, Belisa hermosa, que le distes 210
con tal gracia a Lucinda tales celos
en aquel Soto, donde sol salistes,
más claro que el que adoran Delfo y Delos,
escribióme un papel con ansias tristes
hasta en la letra, ¡oh vengadores cielos!,215
que, en lágrimas envueltas y borrones,
apenas se entendían las razones.
    Fui a verla, como allí me lo rogaba,
y halléla con la mano en la mejilla,
que el cuerpo en el estrado reclinaba; 220
saludéla, llegué, tomé una silla.
Lucinda, que la puerta me negaba,
(¡oh castigo de amor, oh maravilla!),
me dio su estrado; que en llegando a estado
tan bajo amor, poco hay de estado a estrado.225
    Tomándome las manos, y bañando
las de los dos con lágrimas, decía
que me adoraba tiernamente, cuando
por obligarle amor, desdén fingía.
Apenas, oh Belisa, vi llorando230
la que ser piedra para mí solía,
cuando quedé como en la luz infusa
Atlante del espejo de Medusa.
    Declaróme secretos pensamientos
de una razón de estado bachillera,235
materias de obligar a casamientos,
que yo escuché como si piedra fuera.
Salí después de tantos sentimientos
tan desenamorado, que pudiera
vender olvido a la mayor constancia. 240
¡Gran cosa levantarse con ganancia!
    Cual suele labrador en noche obscura
dormir en la campaña a cielo abierto,
y ver la luz del alba hermosa y pura,
o todo el sol de súbito despierto, 245
así salí de confusión tan dura
súbitamente y desde el golfo al puerto,
que, despicado, en viéndome querido,
su llanto risa fue, su amor olvido.
    Ni la vi más, ni la veré en mi vida. 250
Como, duermo, paseo, y tiempo tengo
para mi pretensión, que, de perdida,
con verme libre, a restaurarla vengo.
No lágrimas, no más traición fingida;
a nuevo amor el corazón prevengo, 255
aunque quien resucita, nadie crea
que en volverse a morir discreto sea.
BELISA
    ¡Notable historia!
DON JUAN
Yo os digo
la verdad.
BELISA
¿Cierto?
DON JUAN
Tan cierto,
que en mí fue sueño despierto 260
lo que en Lucinda castigo.
    No más Lucinda, ya es hecho.
A vuestros ojos lo juro:
algún divino conjuro
me la ha sacado del pecho. 265
BELISA
Tello, ¿es esto así?
TELLO
No sé
que pueda no ser así,
porque esto pasa ante mí,
señora, de que doy fe.
    Ya cesó la devoción 270
de aquel su pasado arrobo,
porque come como un lobo
y duerme como un lirón:
    quitósele la celera
y el amor.
BELISA
Gracias a Dios.
275
TELLO
Pero enamoradle vos,
a lo divino tercera;
    dad sujeto a este galán
de vuestra mano.
BELISA
Sí hiciera,
si alguna dama supiera 280
como la quiere don Juan
TELLO
    Una así como vos...
BELISA
¿Yo,
Tello?
TELLO
Así toda florida,
despejada, bien prendida.
BELISA
Necia y lindísima ¿no? 285
TELLO
    Más quiero engaños, rigores,
iras y celosas tretas
de las divinas discretas
que de las necias favores.
DON JUAN
    Deja, Tello, a su elección290
la dama que quiere darme.
BELISA
Quiero para asegurarme,
que estéis en aprobación,
    que hay amante, que, enojado,
sirve otro sujeto un mes, 295
y vuelve a echarse a sus pies
más tierno y enamorado.
    Y aun busca satisfacción
a su misma pesadumbre
porque la mala costumbre 300
puede más que la razón.
DON JUAN
    Si yo volviere a querer
a Lucinda, plega a Dios...
BELISA
No juréis.
DON JUAN
Pues dadme vos
por vuestro gusto mujer 305
    que pueda amar y estimar,
y veréis lo que me obliga.
BELISA
Yo conozco cierta amiga
que de vos me suele hablar.
    Pero no, que me parece310
que os volveréis luego allá.
TELLO
Apostaré que te da,
según la dama encarece,
    alguna doña Terrible.
BELISA
Pues eso si la burláis, 315
que a Zaragoza volváis,
lo tengo por imposible.
DON JUAN
   Estando vos de por medio,
aunque sin mi gusto fuera,
con mil almas la quisiera. 320
BELISA
Yo intento vuestro remedio,
    y quiero que la veáis;
mas primero que se rinda,
cuantas prendas de Lucinda
tenéis, guardáis y adoráis, 325
    mayormente su retrato,
me habéis de dar.
DON JUAN
Yo haré
que las traiga Tello, en fe
de que ya le soy ingrato.
BELISA
   ¿Y será cierto?
DON JUAN
¿Pues no?
330
BELISA
¿Cumpliréislo todo ansí?
DON JUAN
Digo mil veces que sí:
Mas, ¿quién es la dama?
BELISA
Yo.
 

(Vase.)

 


[Escena IV]

 

[DON JUAN, TELLO, FINEA.]

 
TELLO

 (A FINEA.) 

   ¿Y tú no me quieres dar
una ninfa a quien querer? 335
FINEA
¿Qué tiene que me volver
de Fabia, después de estar
    un año en aprobación?
TELLO
Toda alhaja fregonil
rendiré a tu pie gentil. 340
FINEA
¿Hay retrato?
TELLO
Un San Antón
    para tener le pedí
en mi aposento.
FINEA
¿Y que no
verás más a Fabia?
TELLO
¿Yo?
¿Mas quién es la ninfa?
FINEA
Mí.
345
 

(Vase.)

 


[Escena V]

 

[DON JUAN, TELLO.]

 
TELLO
   ¿Qué sientes desto?
DON JUAN
Estoy loco.
TELLO
Ama, quiere aquí, porfía.
DON JUAN
A tal gracia y bizarría
darle mil almas es poco.
    ¡Con qué gusto dijo: ¡Yo! 350
TELLO
Y la picarilla: ¡Mí!
¿Vas enamorado?
DON JUAN
Sí.
TELLO
¿No ha de haber Lucinda?
DON JUAN
No.


[Escena VI]

 

[Sala en casa del CONDE.]

 
 

[El CONDE, FERNANDO, MÚSICOS.]

 
CONDE
    Ninguna cosa, Fernando,
me entretiene, estoy perdido. 355
FERNANDO
¿Cómo has de hallar el olvido,
si estás siempre imaginando?
CONDE
   Como la imaginación
es madre de los concetos,
olvidan mal los discretos, 360
que celos conceptos son:
    de aquí nace que poetas
son los más enamorados,
imaginando, engañados,
a sus damas tan perfetas. 365
FERNANDO
    ¿En tantas definiciones
de amor nunca van hallando
la verdad?
CONDE
No hay más, Fernando,
que ser imaginaciones.
   ¿Belisa, en fin, se ha casado? 370
FERNANDO
El Cardona aragonés
es gentilhombre.
CONDE
Sí es,
con que más celos me ha dado.
FERNANDO
   Él entra en su casa ya
con libertad de marido. 375
CONDE
Bastante defensa ha sido,
segura Belisa está,
    que a no ser marido, es cierto
que no sufriera galán,
y menos al tal don Juan 380
Cantad algo, que estoy muerto.
 

(Siéntese en una silla, y canten los MÚSICOS.)

 
MÚSICOS
    Antes que amanezca
sale Belisa,
cuando llegue al Soto
será de día. 385
CONDE
Cuando ese estribo escribí,
qué bizarra la miré.
Cantad la copla, y haré
una endecha para mí.
MÚSICOS

  (Cantan.) 

    Mañanicas de Mayo 390
salen las damas,
con achaques de acero
las vidas matan,
no ha salido el alba,
y sale Belisa 395
Cuando [llegue al Soto
será de día].


[Escena VII]

 

[LUCINDA, FABIA.-Dichos.]

 
FABIA

  (Aparte a su ama.) 

   Formaron tu pensamiento
los celos, que no el agravio.
LUCINDA
Por estar herido Octavio 400
nuevos engaños intento.
FABIA
    Aquí está el CONDE
LUCINDA
Y qué triste
está escuchando cantar.

 (A FERNANDO.) 

¿Puede una mujer entrar?
FERNANDO
Nadie la entrada resiste 405
    a tal gracia y hermosura.
¿Señor, duermes?
CONDE
¿Qué me quieres?
FERNANDO
Que te buscan dos mujeres.
CONDE
¿Es Belisa por ventura?
LUCINDA
    No soy sino la mayor 410
enemiga desa dama:
Lucinda soy.
CONDE
Por la fama
conozco vuestro valor.
LUCINDA
    En fe del vuestro he venido
a suplicaros.
CONDE
Primero
415
tomad una silla.
LUCINDA
Hoy quiero
satisfacer al oído
    de la verdad, que, en ausencia,
tanto ha escuchado de vos.
CONDE
Satisfaremos los dos 420
la fama con la presencia.

 (Siéntanse.) 

 

[Retíranse los MÚSICOS.]

 
LUCINDA
    Esta natural pasión,
generoso Conde Enrique,
que, contraria de la ira,
en nuestros pechos reside, 425
siempre la he juzgado igual,
y si decirse permite,
ira y amor son lo mismo,
porque como es imposible
que haya amor sin celos, y ellos 430
venganza de agravios piden,
es fuerza que entre la ira
adonde el amor la admite,
como se ve por ejemplos
de esposos y amantes firmes, 435
que mataron lo que amaban
por celos, de que se sigue
que la ira y el amor
no son diferentes fines,
aunque, en principios, contrarios. 440
Todo este prólogo sirve
de que el amor y la ira
me traen a que os suplique
que a mi remedio el valor
de vuestra sangre os incline;445
por la ofensa que también
de mis agravios recibe.
Vino don Juan de Cardona
(yo sé que una vez le vistes),
de Zaragoza a la Corte, 450
caballero de la insigne
casa que en sus armas pone
plumas de pavón por timbre.
Un día, que nuestro Rey
corrió lanzas, nuevo Aquiles, 455
descuidada, y no de galas,
a ver y ser vista vine;
mirando pues con el brío
que la espuela en sangre tiñe
del bridón, que con las alas 460
del viento las plantas mide,
cuando a la sortija atento
el que a dos mundos asiste
con sólo un cetro, la lanza
pasa de la cuja al ristre,465
y airosamente la lleva,
veo que el don Juan que os dije
atento a las de mis ojos
era de sus niñas lince.
La fiesta hizo fin, y amor 470
principio, que por oírle
halló lugar y esperanza
de quererme y de seguirme.
Desde aquel día hasta agora
en pretenderme prosigue 475
don Juan; mas yo, deseando
a mejor fin reducirle,
dile celos y desdenes
-falso arbitrio-, con que hice
que, mudando pensamiento, 480
otra dama solicite.
Ésta, a quien tan bien lo sabe,
no es razón que yo la pinte,
si bien en sus bizarrías
cuanto celebran consiste. 485
Dejáronla mucha hacienda
sus padres; luce y repite
con bostezos de señora
a escuderos y tellices.
Ésta, pues, que de don Juan 490
fue la encantadora Circe,
como aquella que entretuvo
sin entendimiento a Ulises,
no sólo ha podido hacer
que me aborrezca y olvide,495
sino que en el verde Soto,
que de puro cristal ciñe
Manzanares, y este mes
de verdes álamos viste,
le llamó marido ¡ay, cielos!, 500
¿cómo pude resistirme?
Desde aquel día me matan
celos y congojas tristes.
Llaméle y díjele amores,
pero apenas quiso oírme, 505
que ensoberbece a los hombres
ver las mujeres humildes.
A los dos, Enrique ilustre,
una misma ofensa aflige,
y así es justo que a los dos 510
la misma venganza obligue.
Yo haré de mi parte cuanto
fuere a una mujer posible,
que las más tiernas amando
con celos se vuelven tigres;515
vos de la vuestra, y los dos
para los dos, que si rinden
celos, les daremos celos.
¡Al arma, mueran, suspiren,
no se han de casar, que a vos 520
os toca! O quedemos libres,
o vengados, que aunque es fuerte,
no es el amor invencible.
CONDE
   Ya de vuestra relación
alguna parte sabía, 525
porque la enemiga mía
me dio a saber la ocasión.
La soberbia y presunción
de Belisa se ha rendido
al título de marido,530
y con ser ansí mi amor,
se agravia de su rigor,
pues no me permite olvido.
    Por vos y por mí hacer quiero,
en lo que posible fuere,535
lo que no contradijere
a la ley de caballero;
que nos venguemos espero,
vos con celos de tan necio
galán, y yo, que me precio 540
de que estimen mis cuidados,
que es venganza de olvidados
hacer del rigor desprecio.
    Fuera de que puede ser
(perdone vuestro valor) 545
que, de fingir este amor,
viniésemos a querer;
porque suele suceder
que cosas de amor tratando
dos libres, y no pensando, 550
que pueden ser verdaderas,
venir a acabar en veras
lo que se empieza burlando.
    Yo me rindo al talle y brío
del galán aragonés, 555
pero no tanto, después
que Belisa ofende el mío;
entremos a desafío,
dos a dos, adonde espere
vitoria el que más pudiere 560
en el campo de los dos;
y ayude amor, pues es dios,
al que más razón tuviere.
LUCINDA
    Cierta será la vitoria,
Enrique, si me ayudáis. 565
CONDE
Mirad cómo la trazáis
que resulte en vuestra gloria.
LUCINDA
En toda amorosa historia
no es bien que el fin se presuma.
Mujer soy, y será en suma, 570
con que disculpada quedo,
mío de amor el enredo
y vuestra será la pluma.
CONDE
    Amor la imprima.
FABIA

 (Aparte a su ama.) 

¿Qué has hecho?
LUCINDA
Vengarme de quien me agravia.575
FABIA
Loca estás.
LUCINDA
Y es cierto, Fabia,
con tanto amor en el pecho.
 

(Vanse las dos.)

 


[Escena VIII]

 

[El CONDE, FERNANDO.]

 
CONDE
Gran parte del mal desecho
con la venganza trazada.
FERNANDO
¿Qué habéis tratado?
CONDE
No es nada.
580
FERNANDO
Esta dama es de don Juan
CONDE
Toma, Fernando, el gabán,
Y dame capa y espada.
 

(Vanse.)

 


[Escena IX]

 

[Sala en casa de BELISA.]

 
 

[BELISA, TELLO.]

 
BELISA
    ¿Joyas a mí?
TELLO
Por qué no,
si eres la Reina de Troya. 585
BELISA
¿Cuando está pobre don Juan,
finezas tan amorosas?
¿A mí fénix de diamantes?
TELLO
Con el verso y con la prosa
que le enviaste, está loco. 590
BELISA
Pena me ha dado la joya.
¿Qué? ¿Se empeñó? ¿Cómo es esto?
TELLO
No ha sido empeño, señora,
sino el paternal dinero
que vino de Zaragoza, 595
que así como vio el soneto
dijo con voz amatoria
rompiendo medio bufete
de una puñada, Cardona:
«¿Hay tan alta bizarría?600
¡Que una señora componga
tales versos! ¡Malos años
para cuantos a Helicona
van por agua y alcacer!»
Y luego del baúl toma 605
la bolsa zaragocí
y dijo: «Tendrás agora
el mejor dueño del mundo.»
Pero respondió la bolsa
en tiple de los escudos: 610
«Mejor soy para la olla.»
Fuimos a la insigne puerta
que guarda la cara nombran,
sepulcro de oro y de seda,
de tantos cofres langosta 615
y para el fénix Belisa,
fénix de diamantes compra,
por que el día de San Marcos,
que del trapo llaman zorras,
salgas a matar guedejas, 620
y dar envidia a valonas;
pero dime, si es posible
reducir a la memoria,
el soneto que escribiste.
BELISA
Como yo de amores loca 625
no me osaba declarar,
dije ansí:
TELLO
Las Musas oigan.
BELISA
    Canta con dulce voz en verde rama
Filomena dulcísima al aurora,
y en viendo el ruiseñor que le enamora,630
con recíproco amor el nido enrama.
    Su tierno amante por la selva llama
cándida tortolilla arrulladora,
que si el galán el ser amado ignora,
no tiene acción contra su amor la dama. 635
    No de otra suerte al dueño de mis penas
llamé con dulce voz en las floridas
selvas de amor, que oyendo el canto apenas,
    se vino a mí, las alas extendidas,
porque también hay voces filomenas640
que rinden almas y enamoran vidas.
TELLO
    Por Dios, que es soneto digno
de que en sus obras le ponga
la Marquesa de Pescara
que Italia celebra y honra.645
O, pues también lo merecen,
en las Canciones sonoras
de la Isabela Andreína,
representanta famosa,
pues hoy estiman sus versos 650
París, Nápoles y Roma.
¡Qué sonoridad, qué luces!
¿Y aquello de arrulladora?
¡Mal año para los cultos!
¡Qué claridad estudiosa! 655
¡Qué cultura! Dará envidias,
aunque laurel les corona,
al Príncipe de Esquilache
y al Retor de Villahermosa.
BELISA
¿Eres poeta por dicha? 660
TELLO
Y por desdicha notoria.
BELISA
Porque ese lenguaje, Tello,
a presumir me ocasiona
que haces versos.
TELLO
¡Oh, qué lindo!
Oye una silva a una mona, 665
a quien requebró un galán
en peso la noche toda:
    Quedóse en un balcón, donde solía,
desde las doce de la noche al día
hablar cierto galán a una casada, 670
por cerrar la ventana su criada,
el animal que más imita al hombre,
aunque él sabe también tomar su nombre:
la mona con el frío, en la cabeza,
púsose un paño que tendido estaba,675
con que la dicha moza se tocaba.
Vino el galán, y atento a su belleza,
tirábale al balcón de cuando en cuando
chinas, con que la mona, despertando,
salió ligera, y, en lo alto puesta, 680
le daba algunos cocos por respuesta.
Pensó que hablaba así por su marido,
y la reja trepó, del hierro asido;
mas queriendo besarla, de tal modo
le asió de las narices que, temiendo 685
que pudiera sacárselas del todo,
se estuvo lamentando y padeciendo,
hasta que el alba hermosa,
vestida de jazmín con pies de rosa,
de ver los dos amaneció riyendo; 690
ella, del monicidio temerosa,
al pobre amante, en vez de los amores,
de arriba abajo le sembró de flores.


[Escena X]

 

[FINEA.-Dichos]

 
FINEA
Doña Lucinda de Armenta
y doña Fabia su moza695
te quieren hablar.
BELISA
Di que entren.
TELLO
¿Eso dices?
BELISA
Pues, ¿qué importa?
TELLO
Voime por estotra puerta.
 

(Vase.)

 


[Escena XI]

 

[LUCINDA, FABIA, BELISA, FINEA.]

 
FINEA
¿Qué aguardan? Entren, señoras.
LUCINDA
Si vuesa merced se acuerda 700
de que en la florida alfombra
de Manzanares, un día,
compitiendo con la aurora
amaneció perla en nácar,
o rosa, que baña aljófar, 705
siendo el pimpollo el sombrero,
y vuesa merced la rosa,
yo soy aquella mujer,
que engañada de mi sombra,
le pedí el galán prestado 710
sobre prendas de lisonjas;
como le asió de la mano,
y subiendo en su carroza...
BELISA
No es carroza, sino coche,
o vuesa merced me honra, 715
como llamar licenciado
por la presbítera toga
al que es de prima tonsura.
FABIA
Pienso que se finge boba.
BELISA
Soy cándida.
FABIA
Así parece.
720
BELISA
Finalmente, ¿en qué se apoya
esta celosa visita?
LUCINDA
En que su merced recoja
de noche al señor marido,
porque no es justo que corra 725
con ella Sotos y Prados
en carroza, coche o posta,
y que, en llegando la noche,
mi puerta y ventanas rompa,
ya con el pomo las unas, 730
ya con las piedras las otras;
entró una dellas por fuerza,
y esta cadena me arroja
diciendo que le escuchase.
Escuchéle temerosa, 735
lloró, en fin...
BELISA
¿Y con bigotes?
¡Válgate Dios por Cardona!
LUCINDA
Diole después en mi estrado
tal desmayo, tal congoja,
que fue menester volverle 740
con agua de azahar y alcorzas.
BELISA
¡Qué ventura tener agua!
Si no la tenéis, señora,
él se queda a buenas noches.
¡Válgate Dios por Cardona! 745
LUCINDA
Díjome de vos mil males:
que día y noche le rondan
la puerta criadas vuestras,
que os vio aquella tarde sola
y que le andáis persiguiendo. 750
BELISA
Soy una perseguidora.
¿Que yo le persigo dice?
¡Válgate Dios por Cardona!
Ahora bien, por el aviso
la sirvo con esta joya 755
que hoy me ha enviado con Tello,
su famoso guardarropa,
por que el día de San Marcos
en la cadena la ponga,
y vea vuesa merced 760
si ha menester otra cosa
desta casa, que aquí queda
para su servicio toda.
LUCINDA
Porque sé las bizarrías
desa mano poderosa, 765
tomo la joya, y os beso
la mano ilustre.
FINEA

 (Aparte a BELISA.) 

Perdona,
que no vi cosa más necia
que la que has hecho.
BELISA
¿Qué importa?
FABIA
Y vos, señora Finea, 770
decid a Tello que escoja
otra dama, que después
que a Lucinda mi señora
sirve el conde don Enrique,
también de mí se apasiona 775
Fernando, su secretario,
y yo le quiero.
FINEA
Mejora
vuesa merced de galán.
LUCINDA
Él y don Juan se dispongan
a no alborotar mi casa, 780
que, si otra vez la alborotan,
castigará su locura
el Conde, porque me adora.
Y a vuestra puerta en la calle
aguarda con su carroza, 785
para que vamos al Prado.
 

(Vanse las dos.)

 


[Escena XII]

 

[BELISA, FINEA, después el CONDE y LUCINDA.]

 
FINEA
¡Extraña historia!
BELISA
Es historia
que me ha de costar la vida.
A la ventana te asoma,
mira si es el conde Enrique. 790
FINEA
Mejor es que tú lo oigas,
que desde el estribo llama.
BELISA
¡Qué libertad! Estoy loca.
 

(Dentro el CONDE.)

 
CONDE
¡Al Prado, cochero, al Prado
da la vuelta!
LUCINDA

 (Dentro.) 

A la Victoria,
795
Magallanes de los coches.
FINEA
¡Qué propria voz de celosa!
BELISA
    A tanta desdicha mía,
¡ay de mí!, ¿qué puedo hacer?
¡Oh, mal haya la mujer 800
que del mejor hombre fía!
Que don Juan de amor de un día
se volviese a lo que amaba
primero, en razón estaba;
¡pero no, querer yo bien, 805
y declarárselo a quien
por otra mujer lloraba!
    Halla un pájaro rompida
la jaula, y volando al viento,
cuando goza en su elemento 810
de la libertad perdida,
se acuerda de la comida,
y vuelve a ver si está abierta,
con ser su cárcel tan cierta.
Así los amantes son, 815
que con saber que es prisión,
vuelven a la misma puerta.
    Volvióse la voluntad,
aragonés caballero,
sin querer gozar del fuero820
de su misma libertad.
Fié de su falsedad
mi enamorada afición.
¡Oh, qué necia condición
de una voluntad sencilla, 825
fiar almas de Castilla
a los fueros de Aragón!
    No me pesa, porque fui
necia, en que don Juan me rinda;
pésame de que Lucinda 830
se haya vengado de mí;
lo que no tuve, perdí.
Menos a enojo me incita,
que una mujer más se irrita,
y más con tanto ademán, 835
que no el quitarle el galán,
la burla de quien le quita.
    Lucinda, desdenes tales
han hecho que os quiera bien,
que hay muchos hombres, que a quien 840
los trata mal, son leales.
¡Oh, amor, cómo son iguales
en esto buenos y malos!
No vienen con los regalos
y en los celos se resuelven,845
que hay hombres perros que vuelven
a donde les dan de palos.
    ¡Qué mal se supo entender
mi ignorante bizarría,
cuando dije que quería850
a un hombre de otra mujer!
La disculpa habrá de ser
no de Porcias y Lucrecias,
que, a no haber amor, si precias
que de ti se libren pocos, 855
ni se hallaran hombres locos,
ni hubiera mujeres necias.


[Escena XIII]

 

[DON JUAN, TELLO, BELISA, FINEA.]

 
DON JUAN

 (Aparte a TELLO.) 

   Más de treinta mil ducados
de dote, sin esta casa,
tiene Belisa
TELLO
Y las joyas,
860
ricos vestidos y alhajas,
¿son barro? Dichoso eres,
y advierte, que, si te casas,
me des también a Finea.
DON JUAN
Yo te la doy.
TELLO
¿Aquí estaban?
865
DON JUAN
Señora mía y mi bien,
ya el alma se me quejaba
de vivir en vuestra ausencia,
si ausente vivo con alma.
BELISA

 (Aparte.) 

¡Confusa estoy! Lo mejor 870
es volverle las espaldas.
 

(Vase.)

 
DON JUAN
¿Fuese?
TELLO
¿No lo ves?
DON JUAN
Finea,
escucha.
TELLO
Tampoco habla.
 

(Vase FINEA.)

 


[Escena XIV]

 

[DON JUAN, TELLO.]

 
DON JUAN
Tras ella iré.
TELLO
¿Para qué?
La puerta cierra a la sala. 875
DON JUAN
Pues, ¿qué novedad es ésta,
sin que sepamos la causa?
TELLO
Habelle dado la joya.
DON JUAN
Tello, en esas puertas llama.
TELLO
No he visto amante más pobre. 880
Siempre parece que andas
de puerta en puerta.


[Escena XV]

 

[FINEA en una ventana.-Dichos.]

 
DON JUAN
¿Es Finea
la que en la ventana aguarda?
TELLO
La misma.
DON JUAN
Finea, ¿qué es esto?
¿Este término esperaban 885
de la señora Belisa
mi deseo y mi esperanza?
FINEA
Dice mi señora...
DON JUAN
¿Qué?
FINEA
Que se vayan noramala.

 (Cierra la ventana.) 

DON JUAN
Acabóse.
TELLO
Aquí entra bien:
890
«para vos traigo una carta».
DON JUAN
¿Qué habemos de hacer?
TELLO
No sé.
DON JUAN
Ven, que yo lo sé.
TELLO
¿Éstas llaman
bizarrías de Belisa,
cerrar puertas y ventanas 895
en agarrando la joya?
DON JUAN
Sígueme, que voy sin alma.
TELLO
El fénix se ha vuelto cisne,
que, cuando se muere, canta.