Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

11

Como dice Andrea Capellanus, existen cuatro grados de aproximación amorosa: «Primus in spei datione consistit, secundus in osculi exhibitione, tertius in amplexus fruitione, quartus in totius personae concessione finitur» (Andrea Capellani, De Amore, ed. de Inés Creixell Vidal-Quadras, Barcelona, El Festín de Esopo, 1985, cap. I, VI, pág. 86).

 

12

«Hablar en amores» es, obviamente, eufemismo de hacer el amor (cfr., p. ej., Celestina, VIII). La cita es del Arcipreste de Talavera, ed. de González Muela, Madrid, Castalia, 1970, pág. 195.

 

13

Vid. infra, cap. 3. He tratado de llamar la atención sobre los parecidos entre los aprendizajes amorosos de Plaerdemavida y Eliseu (esta última, un curioso personaje secundario de Tirant lo Blanc) y la celestinesca Lucrecia, partiendo del hecho de que las tres, casi niñas, «aprenden» visualmente y somatizan la lección del amor, en «Eliseu (Tirant lo Blanc) a l'espill de Lucrecia (Celestina): retrat de la donzella com a còmplice fidel de l'amor secret», en Homenatge a Joan Fuster, vol. I, en prensa.

 

14

Éstos son los versos de March: «Axí com cell qui·n lo somni·s delita [...] / Plagués a Déu que mon pensar fos mort; / e que passàs ma vida en durment!». La imagen poética se repite en Tirant, caps. 3, 176, 276, además del 163 (vid. K. McNerney, T. lo B. Revisited, esp. cap. V, «Images of Women and the Lyric Element», págs. 75-95).

 

15

Riquer ha señalado en el pasaje la imitación del lenguaje militar, «obscè llenguatge metafòric típic dels guerrers de tostemps» (en su Intr., pág. 89), del que hay otros ejemplos en la obra (Tirant, cap. 260, etc.). Es ese aspecto paródico, sumado a la burla de otras muchas etapas de la aproximación retórica cortés el que nos interesa en estos momentos, por encima del manifiesto «machismo» cruel de Tirant o de la actitud sumisa de Carmesina (ya señalada por K. McNerney, T. lo B. Revisited, esp. págs. 82-4).

 

16

Castro Guisasola, Observaciones sobre las fuentes de la «Celestina» (Revista de Filología Española, anejo V), Madrid, 1924, pág. 175. M.ª Rosa Lida, La originalidad, págs. 425 y 429, aunque comenta las diferencias sicológicas entre la mujer del Arcipreste, que simboliza la hipocresía femenina, y Melibea, quien, para la estudiosa, habla con absoluta sinceridad. Dámaso Alonso, «El arcipreste de Talavera a medio camino entre moralista y novelista», en De los siglos oscuros al de oro, Madrid, Gredos, 1958, págs. 125-36.

 

17

Entre las fuentes principales del arcipreste de Talavera se incluyen textos catalanes. Cita la Vita Christi de Francesc Eiximenis y conocemos su interés, seguramente colmado, por conocer, del mismo, el Llibre de les dones. En este último, así como en Lo somni de Bernat Metge, encontramos un asiduo empleo del monólogo dramático, aunque no para ilustrar, como en el caso del castellano, las palabras de la mujer haciendo el amor. El monólogo femenino podría incorporar a su sustancia de comedia original el uso de una de las técnicas principales del sermón: el recurso al habla popular realista (es la opinión que resume Alan Deyermond, dando como ejemplo precisamente nuestro monólogo citado, en La Edad Media, Barcelona, Ariel, 1982, pág. 251).

 

18

M.ª Rosa Lida, La originalidad, pág. 36. Seguiremos la ed. de L. Rubio y T. González Roldán, Pamphilus de amore. Pánfilo e el arte de amar, Barcelona, Bosch, 1977.

 

19

Martí de Riquer se refiere a que en algunas de las escenas escabrosas de Tirant lo Blanc se llevan a la práctica los galantes consejos de Facet (derivado del Facetus latino), pero reconoce que en catalán no encontramos eco de Pamphilus (Història de literatura catalana, II, Barcelona, Ariel, 1980, pág. 46). Confirma esa sorprendente ausencia Lola Badía, «Per la presència d'Ovidi a l'Edat Mitjana catalana amb notes sobre les traduccions de les Heroides i de les Metamorfosis al vulgar», Studia in honorem prof. Martí de Riquer, vol. I, Barcelona, Quaderns Crema, 1986, págs. 79-109. Peter Dronke ha reparado, sin embargo, en la referencia que hace al Pamphilus el trovador Guiraut de Calanson, en un tema dedicado al rey de Aragón hacia finales del XII, lo que demostraría el conocimiento de la obra en Provenza y Aragón («A note on Pamphilus», Journal of the Warburg Institut, 42 (1979), págs. 225-30 (agradezco la información a Rosanna Cantavella, que ha estudiado a fondo la tradición del Facet catalán). Es, con todo, una sola y casi remota noticia. Pese a su enorme prestigio como texto filosófico, no dejaba de ser considerado el Pamphilus un texto peligroso para la moralidad juvenil, por lo que llegó a sufrir prohibiciones. No cabe duda que la censura se cebaría sobre la inmediatez de las palabras de Galathea en su monólogo dramático. La poco casual desaparición, en los tres códices principales del Libro de buen amor, del desenlace de la versión de la comedia que efectuaba Juan Ruiz (el vacío entre las estrofas 877-8), que coincide con ese monólogo, ¿no es una prueba de la atención especial que merecían? Como comenta Corominas: «aquí alguien arrancó dos hojas, seguramente al objeto de expurgar el libro de una escena escabrosa. No es casual la circunstancia de que el otro ms., G, fuese víctima de una mutilación semejante. A consecuencia de lo cual tenemos una laguna de 32 coplas» (comentario a la estr. 877; Joan Corominas, ed. Libro de buen amor, Madrid, Gredos, 1967, pág. 338). Jacques Joset pone en interrogante la voluntad de censurar esos versos en los que se prometía contar cómo «el Arcipreste acabó lo que quiso» (870-871), es decir, cómo cumpliría felizmente sus deseos de poseer a doña Endrina (Madrid, Espasa-Calpe, 1974, vol. I, pág. 307). Cfr. Félix Lecoy, Recherches sur le 'Libro de buen amor' de Juan Ruiz, archiprête de Hita, París, 1938, págs. 307-27.

 

20

«Lo vedado» es, por supuesto, una graciosa metáfora eufemística del sexo femenino. Lo notable es que la misma imagen se encuentre también en Tirant, y en uno de los episodios más procaces y divertidos de la obra: «E com [Tirant] véu que se n'anava e ab les mans no la podia tocar [a Carmesina], allargà la cama, e posà-la-hi davall les faldes, e ab la sabata tocà-li en lo lloc vedat, e la sua cama posà dins les seues cuixes» (cap. 189). Riquer aporta la mención de un «luoc deves» en una canción del trovador Daude de Pradas (ed. Tirante el Blanco, t. III, pág. 79, n.). Otro eufemismo empleado por Martorell es «lo secret», en el capítulo 231, al que nos referiremos más adelante.

Indice