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61

Introducción a la justa poética, Biblioteca de Autores Españoles, XXXVIII, pág. 145a.

 

62

JOSÉ F. MONTESINOS, Notas sobre algunas poesías de Lope de Vega, en Revista de Filología Española, XIII, 1926, págs. 139-176. Recogido en Estudios sobre Lope, México, 1951, páginas 241-278.

 

63

Loc. cit., pág. 265.

 

64

Loc. cit., pág. 133.

 

65

Pueden verse en la agradable y fina selección de JOSÉ F. MONTESINOS, en LOPE DE VEGA, Poesías líricas, Clás. Castellanos, LXVIII y LXXV, agrupados con toda claridad. Alguno, como Hortelano era Belardo; De pechos sobre una torre; Mira, Zaide, que te aviso, ya lo hemos citado con ocasión de la peripecia que los encarnó.

 

66

MONTESINOS, ob. cit., pág. 139.

 

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Compárense las siguientes, en gracia a su brevedad:


Vienen de Sanlúcar,
rompiendo el agua,
a la Torre del Oro,
barcos de plata.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Barcos enramados
van a Triana,
el primero de todos
me lleva el alma.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mariquita me llaman
los carreteros.
Mariquita me llaman,
voyme con ellos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Alamos del soto,
¿dónde está mi amor?
Si se fue con otro,
moriréme yo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No corráis, vientecillos,
con tanta prisa,
porque al son de las aguas
duerme la niña.



La impresión de encontrarnos frente a motivos tradicionales es completa. Dentro de este sistema, tan fácil para él, Lope llega a inventar canciones en las que la falacidad es doble: sirva de muestra una cancioncilla peruana, puesta en el Arauco domado, hecha a base de sonidos que pueden dar la imagen primeriza del habla local, con el sistema de aliteraciones típico de la tradicional canción española:


Piraguamonte, piragua,
piragua, jerizarizagua.



Una acentuación aguda al cantarla, exageraría aún más, si cabe, la impresión de exotismo.

 

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Veamos otros libros poéticos de Lope, La Vega del Parnaso, aparecido después de su muerte, en 1637, contiene multitud de obras menores poéticas, aparte de algunas comedias. Los textos son de excepcional importancia desde el punto de vista biográfico. Aquí se encuentran varias de las églogas reseñadas arriba y numerosas canciones ocasionales. También se debe recordar en este lugar los Triunfos divinos, lejana imitación de Petrarca, publicados en 1625, dedicados a la mujer del Conde-Duque. Es una serie de historias sacras y morales, en tercetos llenos de erudición. En el volumen se incluyó La Virgen de la Almudena, poema en octavas, a ratos delicioso, donde se cuentan las peripecias de la imagen de esa advocación. En los preliminares del libro está la glosa a los versos:


Serrana del Almudena,
¿cómo siendo tu hermosura
de nieve tan blanca y pura
tienes la color morena?



 

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Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos. Madrid, Gredos, 1950.

 

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Las ventanas laterales de las casas pertenecían a los dueños respectivos. Si no las alquilaban las cofradías, quedaban a disposición de esos dueños, pero pagando una cantidad anual. Existen testimonios de que, a veces, los propietarios de las casas solicitaban permiso para abrir nuevos huecos, por los que también tenían que pagar a las cofradías. Cuando los huecos quedaron alquilados a nobles señores o funcionarios, no era raro que a éstos se les olvidase pagar. En 1608, en los libros de los comisarios se podía leer (18 de mayo): «Debe el corregidor un aposento. El regidor, tres ventanas. El teniente Antonio Rodríguez, un aposento. El príncipe de Marruecos, una ventana».