 Prólogo
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Telón representando el desaparecido arco árabe de las Cucharas y perspectiva de la plaza Bibarrambla en Granada, encuadrado en un margen amarillento, como una vieja estampa, iluminada en azul, verde, amarillo, rosa y celeste, sobre un fondo de paredes negras. Una de las casas que se vean estará pintada con escenas marinas y guirnaldas de frutas. Luz de luna. Al fondo, las niñas cantarán con acompañamiento el romance popular:
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| ¡Oh, qué día tan triste en Granada, | | que a las piedras hacía llorar | | al ver que Marianita se muere | | en cadalso por no declarar! | |
| Marianita sentada en su cuarto | | no paraba de considerar: | | «Si Pedrosa me viera bordando | | la bandera de la Libertad». | |
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(Más lejos.)
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| ¡Oh, qué día tan triste en Granada, | | las campanas doblar y doblar! | |
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(De una ventana se asoma una MUJER con un velón encendido. Cesa el coro.)
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(Por debajo del arco aparece una niña vestida según la moda del año 1850, que canta.)
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| Como lirio cortaron el lirio, | | como rosa cortaron la flor, | | como lirio cortaron el lirio, | | mas hermosa su alma quedó. | |
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(Lentamente, entra en su casa. Al fondo, el coro continúa.)
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| ¡Oh, qué día tan triste en Granada, | | que a las piedras hacía llorar! | |
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(Telón lento.)
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Escena I
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ANGUSTIAS | (Dejando la lectura.) | Borda y borda lentamente. | | Yo lo he visto por el ojo de la llave. | | Parecía el hilo rojo, entre sus dedos, | | una herida de cuchillo sobre el aire. | |
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ANGUSTIAS | Desde luego, por Granada no se sabe. | |
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CLAVELA | ¿Por qué borda esa bandera? |
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ANGUSTIAS | Ella me dice | | que la obligan sus amigos liberales. | | (Con intención.) | Don Pedro, sobre todos; y por ellos | | se expone... | (Con gesto doloroso.) | a lo que no quiero acordarme. | |
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CLAVELA | Si pensara como antigua, le diría... | | embrujada. |
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ANGUSTIAS | (Vaga.) | ¿Quién sabe? | | (Lírica.) | Se le ha puesto la sonrisa casi blanca, | | como vieja flor abierta en un encaje. | | Ella debe dejar esas intrigas. | | ¿Qué le importan las cosas de la calle? | | Y si borda, que borde unos vestidos | | para su niña, cuando sea grande. | | Que si el rey no es buen rey, que no lo sea; | | las mujeres no deben preocuparse. | |
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CLAVELA | Esta noche pasada no durmió. | |
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ANGUSTIAS | ¡Si no vive! ¿Recuerdas?... Ayer tarde... | |
(Suena una campanilla alegremente.)
| Son las hijas del Oidor. Guarda silencio. | |
(Sale CLAVELA, rápida. ANGUSTIAS se dirige a la puerta de la derecha y llama.)
| Marianita, sal, que vienen a buscarte. | |
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Escena II
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Entran dando carcajadas las hijas del Oidor de la Chancillería. Visten enormes faldas llenas de volantes y vienen con mantillas, peinadas a la moda de la época, con un clavel rojo en cada sien. LUCÍA es rubia tostada, y AMPARO, morenísima, de ojos profundos y movimientos rápidos.
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ANGUSTIAS | (Dirigiéndose a besarlas, con los brazos abiertos.) | ¡Las dos bellas del Campillo | | por esta casa! |
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AMPARO | (Besa a DOÑA ANGUSTIAS y dice a CLAVELA.) | ¡Clavela! | | ¿Qué tal tu esposo el clavel? | |
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CLAVELA | (Marchándose, disgustada, y como temiendo más bromas.) | ¡Marchito! |
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LUCÍA | (Llamando al orden.) | ¡Amparo! | (Besa a ANGUSTIAS.) |
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AMPARO | (Riéndose.) | ¡Paciencia! | | ¡Pero clavel que no huele, | | se corta de la maceta! | |
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LUCÍA | Doña Angustias, ¿qué os parece? | |
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ANGUSTIAS | (Sonriendo.) | ¡Siempre tan graciosa! |
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AMPARO | Mientras | | que mi hermana lee y relee | | novelas y más novelas, | | o borda en el cañamazo | | rosas, pájaros y letras, | | yo canto y bailo el jaleo | | de Jerez, con castañuelas: | | el vito, el ole, el sorongo, | | y ojalá siempre tuviera | | ganas de cantar, señora. | |
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ANGUSTIAS | (Riendo.) | ¡Qué chiquilla! |
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(AMPARO coge un membrillo y lo muerde.)
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LUCÍA | (Enfadada.) | ¡Estate quieta! | |
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AMPARO | (Habla con lo agrio de la fruta entre los dientes.) | ¡Buen membrillo! | (Le da un calofrío por lo fuerte del ácido, y guiña.) |
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ANGUSTIAS | (Con las manos en la cara.) | ¡Yo no puedo | | mirar! |
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LUCÍA | (Un poco sofocada.) | ¿No te da vergüenza? | |
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AMPARO | Pero ¿no sale Mariana? | | Voy a llamar en su puerta. | | (Va corriendo y llama.) | ¡Mariana, sal pronto, hijita! | |
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Escena III
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La puerta se abre y aparece MARIANA, vestida de malva claro, con un peinado de bucles, peineta y una gran rosa roja detrás de la oreja. No tiene más que una sortija de diamantes en su mano siniestra. Aparece preocupada, y da muestras, conforme avanza el diálogo, de vivísima inquietud. Al entrar MARIANA en escena, las dos muchachas corren a su encuentro.
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AMPARO | (Besándola.) | ¡Cómo has tardado! |
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MARIANA | ¡Preciosas! | | (A DOÑA ANGUSTIAS.) | ¿Trajeron una carta? |
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AMPARO | (Acariciándola.) | Tú, siempre | | joven y guapa. |
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MARIANA | (Sonriendo con amargura.) | ¡Ya pasé los treinta! | |
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AMPARO | ¡Pues parece que tienes quince! |
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(Se sientan en un amplio sofá, una a cada lado. DOÑA ANGUSTIAS recoge su libro y arregla una cómoda.)
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MARIANA | (Siempre con un dejo de melancolía.) | ¡Amparo! | | ¡Viudita y con dos niños! |
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MARIANA | Han llegado ahora mismo del colegio. | | Y estarán en el patio. |
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ANGUSTIAS | Voy a ver. | | No quiero que se mojen en la fuente. | | ¡Hasta luego, hijas mías! |
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LUCÍA | (Fina siempre.) | ¡Hasta luego! | |
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(Se va DOÑA ANGUSTIAS.)
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Escena IV
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MARIANA | Tu hermano Fernando, ¿cómo sigue? |
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LUCÍA | Dijo | | que vendría a buscarnos, para saludarte. | | (Ríe.) | Se estaba poniendo su levita azul. | | Todo lo que tienes le parece bien. | | Quiere que vistamos como tú te vistes. | | Ayer... |
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AMPARO | (Que tiene siempre que hablar, la interrumpe.) | Ayer mismo nos dijo que tú | |
(LUCÍA queda seria.)
| tenías en los ojos... ¿Qué dijo? |
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LUCÍA | (Enfadada.) | ¿Me dejas | | hablar? | (Hace intención de hacerlo.) |
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AMPARO | (Rápida.) | ¡Ya me acuerdo! Dijo que en tus ojos | | había un constante desfile de pájaros. | | (Le coge la cabeza por la barbilla y le mira los ojos.) | Un temblor divino, como de agua clara, | | sorprendida siempre bajo el arrayán, | | o temblor de luna sobre una pecera | | donde un pez de plata finge rojo sueño. | |
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LUCÍA | (Sacudiendo a MARIANA.) | ¡Mira! Lo segundo son inventos de ella. | | (Ríe.) |
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MARIANA | ¡Qué bien me causáis | | con vuestra alegría de niñas pequeñas! | | La misma alegría que debe sentir | | el gran girasol, al amanecer, | | cuando sobre el tallo de la noche vea | | abrirse el dorado girasol del cielo. | | (Les coge las manos.) | La misma alegría que la viejecilla | | siente cuando el sol se duerme en sus manos | | y ella lo acaricia creyendo que nunca | | la noche y el frío cercarán su casa. | |
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LUCÍA | ¡Te encuentro muy triste! |
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(Entra CLAVELA.)
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MARIANA | (Levantándose rápidamente.) | ¡Clavela!... | | ¿Llegó? ¡Di! |
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CLAVELA | (Triste.) | ¡Señora, no ha venido nadie! | | (Cruza la escena y se va.) |
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LUCÍA | Si esperas visita nos vamos. |
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MARIANA | (Nerviosa.) | ¡Niñas, tendré que enfadarme! | |
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AMPARO | No me has preguntado por mi estancia en Ronda. | |
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MARIANA | Es verdad que fuiste; ¿y has vuelto contenta? | |
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AMPARO | Mucho. Todo el día baila que te baila. | |
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(MARIANA está inquieta, y, llena de angustia, mira a las puertas y se distrae.)
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LUCÍA | (Seria.) | Vámonos, Amparo. |
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MARIANA | (Inquieta por algo que ocurre fuera de la escena.) | ¡Cuéntame! Si vieras | | cómo necesito de tu fresca risa, | | cómo necesito de tu gracia joven. | | Mi alma tiene el mismo color del vestido. | | (MARIANA sigue de pie.) |
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AMPARO | Qué cosas tan lindas dices, Marianilla. | |
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LUCÍA | ¿Quieres que te traiga una novela? |
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AMPARO | Tráele | | la plaza de toros de la ilustre Ronda. | |
(Ríen. Se levanta y se dirige a MARIANA.)
| ¡Siéntate! |
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(MARIANA se sienta y la besa.)
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MARIANA | (Resignada.) | ¿Estuviste en los toros? |
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AMPARO | En la corrida más grande | | que se vio en Ronda la vieja. | | Cinco toros de azabache, | | con divisa verde y negra. | | Yo pensaba siempre en ti; | | yo pensaba: si estuviera | | conmigo mi triste amiga, | | mi Marianita Pineda. | | Las niñas venían gritando | | sobre pintadas calesas | | con abanicos redondos | | bordados de lentejuelas. | | Y los jóvenes de Ronda | | sobre jacas pintureras, | | los anchos sombreros grises | | calados hasta las cejas. | | La plaza, con el gentío | | (calañés y altas peinetas) | | giraba como un zodíaco | | de risas blancas y negras. | | Y cuando el gran Cayetano | | cruzó la pajiza arena | | con traje color manzana, | | bordado de plata y seda, | | destacándose gallardo | | entre la gente de brega | | frente a los toros zaínos | | que España cría en su tierra, | | parecía que la tarde | | se ponía más morena. | | ¡Si hubieras visto con qué | | gracia movía las piernas! | | ¡Qué gran equilibrio el suyo | | con la capa y la muleta! | | Ni Pepe-Hillo ni nadie | | toreó como él torea. | | Cinco toros mató; cinco, | | con divisa verde y negra. | | En la punta de su estoque | | cinco flores dejó abiertas, | | y a cada instante rozaba | | los hocicos de las fieras, | | como una gran mariposa | | de oro con alas bermejas. | | La plaza, al par que la tarde, | | vibraba fuerte, violenta, | | y entre el olor de la sangre | | iba el olor de la sierra. | | Yo pensaba siempre en ti; | | yo pensaba: si estuviera | | conmigo mi triste amiga, | | mi Marianita Pineda. | | ........................................ | |
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MARIANA | (Emocionada y levantándose.) | ¡Yo te querré siempre a ti | | tanto como tú me quieras! | |
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LUCÍA | (Se levanta.) | Nos retiramos; si sigues | | escuchando a esta torera, | | hay corrida para rato. | |
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AMPARO | Y dime: ¿estás más contenta?; | | porque este cuello, ¡oh, qué cuello!, | | (La besa en el cuello.) | no se hizo para la pena. | |
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LUCÍA | (En la ventana.) | Hay nubes por Parapanda. | | Lloverá, aunque Dios no quiera. | |
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AMPARO | ¡Este invierno va a ser de agua! | | ¡No podré lucir! |
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(Se besan.)
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AMPARO | ¡Que te pongas más contenta! | |
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MARIANA | Tardecido es. ¿Queréis | | que os acompañe Clavela? | |
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AMPARO | ¡Gracias! Pronto volveremos. | |
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(Salen.)
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Escena V
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MARIANA atraviesa rápidamente la escena y mira la hora en uno de esos grandes relojes dorados, donde sueña toda la poesía exquisita de la hora y el siglo. Se asoma a los cristales y ve la última luz de la tarde.
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MARIANA | Si toda la tarde fuera | | como un gran pájaro, ¡cuántas | | duras flechas lanzaría | | para cerrarle las alas! | | Hora redonda y oscura | | que me pesa en las pestañas. | | Dolor de viejo lucero | | detenido en mi garganta. | | Ya debieran las estrellas | | asomarse a mi ventana | | y abrirse lentos los pasos | | por la calle solitaria. | | ¡Con qué trabajo tan grande | | deja la luz a Granada! | | Se enreda entre los cipreses | | o se esconde bajo el agua. | | ¡Y esta noche que no llega! | | (Con angustia.) | ¡Noche temida y soñada; | | que me hieres ya de lejos | | con larguísimas espadas! | |
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FERNANDO | (En la puerta.) | Buenas tardes. |
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MARIANA | (Asustada.) | ¿Qué? | (Reponiéndose.) | ¡Fernando! | |
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MARIANA | No te esperaba | | (Reponiéndose.) | y tu voz me sorprendió. | |
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FERNANDO | ¿Se han ido ya mis hermanas? | |
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MARIANA | Ahora mismo. Se olvidaron | | de que vendrías a buscarlas. | |
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(FERNANDO viste elegantemente la moda de la época. Mira y habla apasionadamente. Tiene dieciocho años. A veces le temblará la voz y se turbará a menudo.)
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(Se sientan.)
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FERNANDO | (Lírico.) | ¡Cómo me gusta tu casa!... | | Con este olor a membrillos. | | (Aspira.) | Y qué preciosa fachada | | tienes... llena de pinturas | | de barcos y de guirnaldas. | |
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MARIANA | (Interrumpiéndole.) | ¿Hay mucha gente en la calle? | | (Inquieta.) |
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FERNANDO | (Sonríe.) | ¿Por qué preguntas? |
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FERNANDO | Al pasar por Bibarrambla | | he visto dos o tres grupos | | de gente envuelta en sus capas, | | que aguantando el airecillo | | a pie firme comentaban | | el suceso. |
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MARIANA | (Ansiosamente.) | ¿Qué suceso? | |
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FERNANDO | ¿Sospechas de qué se trata? | |
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FERNANDO | Un capitán que se llama... | |
(MARIANA está como en vilo.)
| no recuerdo..., liberal, | | prisionero de importancia, | | se ha fugado de la cárcel | | de la Audiencia. | (Viendo a MARIANA.) | ¿Qué te pasa? | |
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MARIANA | Ruego a Dios por él. ¿Se sabe | | si le buscan? |
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FERNANDO | Ya marchaban, | | antes de venir yo aquí, | | un grupo de tropas hacia | | el Genil y sus puentes | | para ver si lo encontraban, | | y es fácil que lo detengan | | camino de la Alpujarra. | | ¡Qué triste es esto! |
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MARIANA | (Llena de angustia.) | ¡Dios mío! | |
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FERNANDO | Y las gentes cómo aguantan. | | Señores, ya es demasiado. | | El preso, como un fantasma, | | se escapó; pero Pedrosa | | ya buscará su garganta. | | Pedrosa conoce el sitio | | donde la vena es más ancha, | | por donde brota la sangre | | más caliente y encarnada. | | ¡Qué chacal! ¿Tú le conoces? | |
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(La luz se va retirando de la escena.)
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MARIANA | Desde que llegó a Granada. | |
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FERNANDO | (Sonriendo.) | ¡Bravo amigo, Marianita! | |
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MARIANA | Le conocí por desgracia. | | Él está amable conmigo | | y hasta viene por mi casa, | | sin que yo pueda evitarlo. | | ¿Quién le impediría la entrada? | |
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FERNANDO | Ojo, que es un viejo verde. | |
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MARIANA | Es un hombre que me espanta. | |
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FERNANDO | ¡Qué gran alcalde del crimen! | |
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FERNANDO | (Serio.) | ¿Te da mucho miedo? |
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MARIANA | ¡Mucho! | | Ayer tarde yo bajaba | | por el Zacatín. Volvía | | de la iglesia de Santa Ana, | | tranquila; pero de pronto | | vi a Pedrosa. Se acercaba, | | seguido de dos golillas, | | entre un grupo de gitanas. | | ¡Con un aire y un silencio!... | | ¡Él notó que yo temblaba! | |
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(La escena está en una dulce penumbra.)
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FERNANDO | ¡Bien supo el rey lo que se hizo | | al mandarlo aquí a Granada! | |
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MARIANA | (Levantándose.) | Ya es noche. ¡Clavela! ¡Luces! | |
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FERNANDO | Ahora los ríos sobre España, | | en vez de ser ríos son | | largas cadenas de agua. | |
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MARIANA | Por eso hay que mantener | | la cabeza levantada. | |
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CLAVELA | (Entrando con dos candelabros.) | ¡Señora, las luces! |
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MARIANA | (Palidísima y en acecho.) | ¡Déjalas! | |
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(Llaman fuertemente a la puerta.)
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(Coloca las luces.)
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FERNANDO | (Al ver a MARIANA descompuesta.) | ¡Mariana! | | ¿Por qué tiemblas de ese modo? | |
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MARIANA | (A CLAVELA, gritando en voz baja.) | ¡Abre pronto, por Dios, anda! | |
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(Sale CLAVELA corriendo. MARIANA queda en actitud expectante junto a la puerta, y FERNANDO, de pie.)
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Escena VI
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FERNANDO | Sentiría en el alma ser molesto... | | Marianita, ¿qué tienes? |
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MARIANA | (Angustiada exquisitamente.) | Esperando, | | los segundos se alargan de manera | | irresistible. |
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MARIANA | Un caballo | | se aleja por la calle. ¿Tú lo sientes? | |
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(Pausa.)
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MARIANA | Ya ha cerrado | | el postigo Clavela. |
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MARIANA | (Turbada y reprimiendo una honda angustia.) | ¡Yo no lo sé! | (Aparte.) | ¡Ni siquiera pensarlo! | |
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CLAVELA | (Entrando.) | Una carta, señora. |
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(MARIANA coge la carta ávidamente.)
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CLAVELA | Me la entregó un jinete. Iba embozado | | hasta los ojos. Tuve mucho miedo. | | Soltó las bridas y se fue volando | | hacia lo oscuro de la plazoleta. | |
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CLAVELA | Ni yo le dije nada, ni él a mí. | | Lo mejor es callar en estos casos. | |
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(FERNANDO cepilla el sombrero con su manga; tiene el semblante inquieto.)
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MARIANA | (Con la carta.) | ¡No la quisiera abrir! ¡Ay, quién pudiera | | en esta realidad estar soñando! | | ¡Señor, no me quitéis lo que más quiero! | | (Rasga la carta y lee.) |
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FERNANDO | (A CLAVELA, ansiosamente.) | Estoy confuso. ¡Esto es tan extraño! | | Tú sabes lo que tiene. ¿Qué le ocurre? | |
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CLAVELA | Ya le he dicho que no lo sé. |
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FERNANDO | (Discreto.) | Me callo. | | Pero... |
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CLAVELA | (Continuando la frase.) | ¡Pobre doña Mariana mía! | |
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MARIANA | (Agitada.) | ¡Acércame, Clavela, el candelabro! | |
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(CLAVELA se lo acerca corriendo. FERNANDO cuelga lentamente la capa sobre sus hombros.)
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CLAVELA | (A MARIANA.) | ¡Dios nos guarde, señora de mi vida! | |
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FERNANDO | (Azorado e inquieto.) | Con tu permiso... |
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MARIANA | (Queriendo reponerse.) | ¿Ya te vas? |
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FERNANDO | Me marcho; | | voy al café de la Estrella. |
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MARIANA | (Tierna y suplicante.) | Perdona | | estas inquietudes... |
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FERNANDO | (Digno.) | ¿Necesitas algo? | |
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MARIANA | (Conteniéndose.) | Gracias... Son asuntos familiares hondos, | | y tengo yo misma que solucionarlos. | |
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FERNANDO | Yo quisiera verte contenta. Diré | | a mis hermanillas que vengan un rato, | | y ojalá pudiera prestarte mi ayuda. | | Adiós, que descanses. | (Le estrecha la mano.) |
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FERNANDO | (A CLAVELA.) | Buenas noches. |
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CLAVELA | Salga, que yo le acompaño. | |
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(Se van.)
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MARIANA | (En el momento de salir FERNANDO, da rienda suelta a su angustia.) | ¡Pedro de mi vida! ¿Pero quién irá? | | Ya cercan mi casa los días amargos. | | Y este corazón, ¿adónde me lleva, | | que hasta de mis hijos me estoy olvidando? | | ¡Tiene que ser pronto y no tengo a nadie! | | ¡Yo misma me asombro de quererle tanto! | | ¿Y si le dijese... y él lo comprendiera? | | ¡Señor, por la llaga de vuestro costado! | | (Sollozando.) | Por las clavellinas de su dulce sangre, | | enturbia la noche para los soldados. | | (En un arranque, viendo el reloj.) | ¡Es preciso! ¡Tengo que atreverme a todo! | | (Sale corriendo hacia la puerta.) | ¡Fernando! |
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CLAVELA | (Que entra.) | ¡En la calle, señora! |
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MARIANA | (Asomándose rápidamente a la ventana.) | ¡Fernando! | |
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CLAVELA | (Con las manos cruzadas.) | ¡Ay, doña Mariana, qué malita está! | | Desde que usted puso sus preciosas manos | | en esa bandera de los liberales, | | aquellos colores de flor de granado | | desaparecieron de su cara. |
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MARIANA | (Reponiéndose.) | Abre, | | y respeta y ama lo que estoy bordando. | |
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CLAVELA | (Saliendo.) | Dios dirá; los tiempos cambian con el tiempo. | | Dios dirá. ¡Paciencia! | (Sale.) |
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MARIANA | Tengo, sin embargo, | | que estar muy serena, muy serena; aunque | | me siento vestida de temblor y llanto. | |
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Escena VII
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Aparece en la puerta FERNANDO, con el alto sombrero de cintas entre sus manos enguantadas. Le precede CLAVELA.
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FERNANDO | (Entrando, apasionado.) | ¿Qué quieres? |
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MARIANA | (Firme.) | Hablar contigo. | | (A CLAVELA.) | Puedes irte. |
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CLAVELA | (Marchándose, resignada.) | ¡Hasta mañana! | |
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(Se va, turbada, mirando con ternura y tristeza a su señora. Pausa.)
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FERNANDO | ¿Por qué preguntas, Mariana? | |
(MARIANA se sienta en una silla, de perfil al público, y FERNANDO junto a ella, un poco de frente componiendo una clásica estampa de la época.)
| ¡Ya sabes que siempre fui! | |
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FERNANDO | Hablas con un caballero. | | (Poniéndose la mano sobre la blanca pechera.) |
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MARIANA | Quizá quiera demasiado | | y por eso no me atrevo. | |
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FERNANDO | No quieras ver disgustado | | este corazón tan nuevo. | | Te sirvo con alegría. | |
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MARIANA | (Temblorosa.) | Fernando, ¿y si fuera...? |
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FERNANDO | (Decidido.) | Iría. | | Con toda mi buena fe. | |
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MARIANA | ¡No puedo pedirte nada! | | Pero esto no puede ser. | | Como dicen por Granada, | | ¡soy una loca mujer! | |
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FERNANDO | ¿Por qué me llamaste? ¿Di? | |
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MARIANA | (En un arranque trágico.) | Porque tengo mucho miedo, | | de morirme sola aquí. | |
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MARIANA | (Tierna y desesperada.) | Necesito, | | para seguir respirando, | | que tú me ayudes, mocito. | |
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FERNANDO | (Lleno de pasión.) | Mis ojos te están mirando, | | y no lo debes dudar. | |
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MARIANA | Pero mi vida está fuera, | | por el aire, por la mar, | | por donde yo no quisiera. | |
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FERNANDO | ¡Dichosa la sangre mía | | si puede calmar tu pena! | |
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MARIANA | No; tu sangre aumentaría | | el grosor de mi cadena. | |
(Se lleva decidida las manos al pecho para sacar la carta. FERNANDO tiene una actitud expectante y conmovida.)
| ¡Confío en tu corazón! | | (Saca la carta. Duda.) | ¡Qué silencio el de Granada! | | Fija, detrás del balcón, | | hay puesta en mí una mirada. | |
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FERNANDO | (Extrañado.) | ¿Qué estás hablando? |
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MARIANA | Me mira | | (Levantándose.) | la garganta, que es hermosa, | | y toda mi piel se estira. | | ¿Podrás conmigo, Pedrosa? | | (En un arranque.) | Toma esta carta, Fernando. | | Lee despacio y entendiendo. | | ¡Sálvame! Que estoy dudando | | si podré seguir viviendo. | |
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(FERNANDO coge la carta y la desdobla. En este momento, el reloj da las ocho lentamente. Las luces topacio y amatista de las velas hacen temblar líricamente la habitación. MARIANA pasea la escena y mira angustiada al joven. Éste lee el comienzo de la carta y tiene un exquisito, pero contenido, gesto de dolor y desaliento. Pausa en la que se oye el reloj y se siente la angustia de MARIANITA.)
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FERNANDO | (Leyendo la carta, con sorpresa, y mirando asombrado y triste a MARIANA.) | «Adorada Marianita». | |
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MARIANA | No interrumpas la lectura. | | Un corazón necesita | | lo que pide en la escritura. | |
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FERNANDO | (Leyendo, desalentado, aunque sin afectación.) | «Adorada Marianita: Gracias al traje de capuchino, que tan diestramente hiciste llegar a mi poder, me he fugado de la torre de Santa Catalina, confundido con otros frailes, que salían de asistir a un reo de muerte. Esta noche, disfrazado de contrabandista, tengo absoluta necesidad de salir para Válor y Cadiar, donde espero tener noticias de los amigos. Necesito antes de las nueve el pasaporte que tienes en tu poder y una persona de tu absoluta confianza que espere con un caballo, más arriba de la presa del Genil, para, río adelante, internarme en la sierra. Pedrosa estrechará el cerco como él sabe, y si esta misma noche no parto, estoy irremisiblemente perdido. Me encuentro en la casa del viejo don Luis, que no lo sepa nadie de tu familia. No hagas por verme, pues me consta que estás vigilada. Adiós, Mariana. Todo sea por nuestra divina madre la libertad. Dios me salvará. Adiós, Mariana. Un abrazo y el alma de tu amante.- Pedro de Sotomayor». | (Enamoradísimo.) | ¡Mariana! |
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MARIANA | (Rápida, llevándose una mano a los ojos.) | ¡Me lo imagino! | | Pero silencio, Fernando. | |
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FERNANDO | (Dramático.) | ¡Cómo has cortado el camino | | de lo que estaba soñando! | |
(MARIANA protesta mímicamente.)
| No es tuya la culpa, no; | | ahora tengo que ayudar | | a un hombre que empiezo a odiar, | | y el que te quiere soy yo. | | El que de niño te amara | | lleno de amarga pasión. | | Mucho antes de que robara | | don Pedro tu corazón. | | ¡Pero quién te deja en esta | | triste angustia del momento! | | Y torcer mi sentimiento, | | ¡ay qué trabajo me cuesta! | |
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MARIANA | (Orgullosa.) | ¡Pues iré sola! | (Humilde.) | ¡Dios mío, | | tiene que ser al instante! | |
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FERNANDO | Yo iré en busca de tu amante | | por la ribera del río. | |
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MARIANA | (Orgullosa y corrigiendo la timidez y tristeza de FERNANDO al decir «amante».) | Decirte cómo le quiero | | no me produce rubor. | | Me escuece dentro su amor | | y relumbra todo entero. | | Él ama la libertad | | y yo la quiero más que él. | | Lo que dice es mi verdad | | agria, que me sabe a miel. | | Y no me importa que el día | | con la noche se enturbiara, | | que con la luz que emanara | | su espíritu viviría. | | Por este amor verdadero | | que muerde mi alma sencilla | | me estoy poniendo amarilla | | como la flor del romero. | |
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FERNANDO | (Fuerte.) | Mariana, dejo que vuelen | | tus quejas. Mas ¿no has oído | | que el corazón tengo herido | | y las heridas me duelen? | |
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MARIANA | (Popular.) | Pues si mi pecho tuviera | | vidrieritas de cristal, | | te asomaras y lo vieras | | gotas de sangre llorar. | |
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FERNANDO | ¡Basta! ¡Dame el documento! | |
(MARIANA va a una cómoda rápidamente.)
| ¿Y el caballo? |
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MARIANA | (Sacando los papeles.) | En el jardín. | | Si vas a marchar, al fin, | | no hay que perder un momento. | |
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FERNANDO | (Rápido y nervioso.) | Ahora mismo. |
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(MARIANA le da los papeles.)
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FERNANDO | (Guardándose el documento en la levita.) | ¡Bien! |
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MARIANA | ¡Perdón, amigo! | | Que el Señor vaya contigo. | | Yo espero que así sea. | |
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FERNANDO | (Natural, digno y suave, poniéndose lentamente la capa.) | Yo espero que así será. | | Está la noche cerrada. | | No hay luna, y aunque la hubiera, | | los chopos de la ribera | | dan una sombra apretada. | | Adiós. | (Le besa la mano.) | Y seca ese llanto, | | pero quédate sabiendo | | que nadie te querrá tanto | | como yo te estoy queriendo. | | Que voy con esta misión | | para no verte sufrir, | | torciendo el hondo sentir | | de mi propio corazón. | | (Inicia el mutis.) |
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MARIANA | Evita guarda o soldado... | |
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FERNANDO | (Mirándola con ternura.) | Por aquel sitio no hay gente. | | Puedo marchar descuidado. | | (Amargamente irónico.) | ¿Qué quieres más? |
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MARIANA | (Turbada y balbuciente.) | Sé prudente. | |
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FERNANDO | (En la puerta, poniéndose el sombrero.) | Ya tengo el alma cautiva; | | desecha todo temor. | | Prisionero soy de amor, | | y lo seré mientras viva. | |
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MARIANA | Adiós. | (Coge el candelero.) |
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FERNANDO | No salgas, Mariana. | | El tiempo corre, y yo quiero | | pasar el puente primero | | que don Pedro. Hasta mañana. | |
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(Salen.)
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Escena VIII
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La escena queda solitaria medio segundo. Apenas han salido MARIANA y FERNANDO por una puerta, cuando aparece DOÑA ANGUSTIAS por la de enfrente con un candelabro. El fino y otoñal perfume de los membrillos invade el ambiente.
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ANGUSTIAS | Niña, ¿dónde estás? ¡Niña! | | Pero, Señor, ¿qué es esto? | | ¿Dónde estabas? |
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MARIANA | (Entrando con un candelabro.) | Salía | | con Fernando... |
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ANGUSTIAS | ¡Qué juego | | inventaron los niños! | | Regáñales. |
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MARIANA | (Dejando el candelabro.) | ¿Qué hicieron? | |
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ANGUSTIAS | ¡Mariana, la bandera | | que bordas en secreto... | |
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MARIANA | (Interrumpiendo, dramáticamente.) | ¿Qué dices? |
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ANGUSTIAS | ... han hallado | | en el armario viejo | | y se han tendido en ella | | fingiéndose los muertos! | | Tilín, talán; abuela, | | dile al curita nuestro | | que traiga banderolas | | y flores de romero; | | que traigan encarnadas | | clavellinas del huerto. | | Ya vienen los obispos, | | decían uri memento, | | y cerraban los ojos | | poniéndose muy serios. | | Serán cosas de niños; | | está bien. Mas yo vengo | | muy mal impresionada, | | y me da mucho miedo | | la dichosa bandera. | |
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MARIANA | (Aterrada.) | ¿Pero cómo la vieron? | | ¡Estaba bien oculta! | |
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ANGUSTIAS | Mariana, ¡triste tiempo | | para esta antigua casa, | | que derrumbarse veo, | | sin un hombre, sin nadie, | | en medio del silencio! | | Y luego, tú... |
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MARIANA | (Desorientada y con aire trágico.) | ¡Por Dios! | |
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ANGUSTIAS | Mariana, ¿tú qué has hecho? | | Cercar estas paredes | | de guardianes secretos. | |
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MARIANA | Tengo el corazón loco | | y no sé lo que quiero. | |
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MARIANA | (Con pasión.) | ¡Olvidarlo no puedo! | |
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(Se oyen risas de niños.)
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ANGUSTIAS | (Haciendo señas para que MARIANA calle.) | Los niños. |
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MARIANA | Vamos pronto. | | ¿Cómo alcanzaron eso? | |
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ANGUSTIAS | Así pasan las cosas. | | ¡Mariana, piensa en ellos! | | (Coge un candelabro.) |
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MARIANA | Sí, sí; tienes razón. | | Tienes razón. ¡No pienso! | |
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(Salen.)
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(Telón.)
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