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He aquí las cuatro primeras octavas de esta inspirada composición, que retengo en la memoria:
81.1 |
San Fernando |
81.1 |
¡Qué lástima de octavas! Ellas debieron resonar en los oídos del Monarca muy de otro modo que las producidas por la musa de Rabadán, a que estaba acostumbrado. Sin embargo, nada hizo por el joven y desvalido poeta, que se anunciaba como una de las primeras glorias de nuestro moderno Parnaso. |
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«¿Y Quintana? (preguntó Fernando al ministro Ballesteros). ¿Cómo no dice nada en esta ocasión? -Señor (le contestó el Ministro), Quintana está en desgracia y oscurecido, y no es de creer rompa el silencio que se ha impuesto. -¿Cómo qué? (replicó Fernando): Arregla tú esto de cualquier modo, y dile que yo deseo haga escuchar su voz en obsequio de la Reina». -Con lo cual el Ministro comunicó este deseo, o más bien esta orden del Monarca, al mismo Quintana, y pudo recabar de él que (sin desmentir en modo alguno su sincero patriotismo) prorrumpiese en aquella admirable oda, que recordaba, por su virilidad y entonada poesía, los mejores tiempos del sublime cantor del Mar y de la América, de la Imprenta y de la Hermosura.
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Los nombres de los subrayados son los de los fallecidos.
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El transcurso de los tiempos, la variación del gusto, y la moda, en fin, que se deja sentir en la música más que en ninguna otra de las bellas artes, ha hecho olvidar o envejecer muchas de aquellas primorosas obras, y sería tarea excusada la de pretender rehabilitarlas en el concepto de un público que apenas las conoce. -De Rossini, por ejemplo, sólo quedan hoy en el repertorio de nuestros teatros El Barbero de Sevilla, Otelo y Guillermo Tell, y todo lo más, Semíramis, Moisés y La Cenerentola, quedando absolutamente desconocidas La Donna del Lago, La Gazza Ladra, La Italiana en Arga, Tancredo, Mahometto, Celmira, Coradino, Elisabetha, y otras cien creaciones de aquel genio inmortal.
Más afortunado su continuador Donizetti, ha conseguido abrirse camino hasta el día con diversas de sus más valiosas producciones, como Lucía, Lucrecia, Favorita y Elixir d'amore; pero quedan en el olvido Anna Bolena, Belisario, Torcuato Tasso, Gemma di Vergi, y otras, que ciertamente no merecían este desdén, así como ni tampoco la rica partitura de Meyerbeer, Il Crocciato in Egitto; ni Tebaldo e Isolina, de Morlachi; Gli arabi nelle Galie, de Vacaj; Elisa y Claudio y Los Dos Fígaros, de Mercadante; Elena y Malvina, Cristóbal Colón, y otras de nuestro Carnicer, y, sobre todo, los inspirados idilios Pirata, Straniera y Capuletti, del sublime autor de Norma, Sonámbula y Los Puritanos.
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Este Conservatorio, inaugurado en 1830, estaba situado en la casa llamada de la Patriarcal, en la plazuela de los Mostenses, y era la misma que en 1823 había ocupado la Gran Asamblea de los Comuneros.
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Esta casa (propiedad hoy de mi difunto amigo el señor D. Alejandro Ramírez de Villaurrutia) es la señalada con el número 8 moderno en la calle de la Reina, y en ella estaba a la sazón la fonda de Genieys.
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No fue esta ocasión sola en la que demostró Fernando sus instintos democráticos, poniéndose resueltamente al lado del ofendido por las clases elevadas, y gustando de alardear su autoridad suprema, a la manera de D. Pedro de Castilla. Recuerdo, entre otras muchas que sería prolijo citar, una, cuando al duque de la Roca, su gentil-hombre de cámara, por haber seducido a la prima donna Marietta Albini, y no pudiéndole hacer casar con ella por estarlo ya, le envió al desierto de la Cabrera a hacer penitencia en la Cartuja; y otra más chistosa, cuando acudiendo en queja a S. M. en la escalera de Palacio un pobre aguador a quien el corregidor Barrafón había mandado quitar su puesto del descampado, que era entonces lo que hoy es Plaza de Oriente, le mandó que le volviese a poner, colocando (como así lo hizo) sobre los cántaros un letrero que decía: Aquí se vende agua de Real orden.
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El Antiguo de Madrid.
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Para comprender lo tímido y desigual de este método de convocación de las Cortes del Reino, bastará decir que a ella eran llamados, en primer lugar, el clero, por sus prelados o altas dignidades; en segundo, los infantes, grandes y títulos, sin decirse ni expresarse en qué número, y en tercero y último, los procuradores o diputados de las ciudades y villas siguientes: Ávila, Burgos, Soria, Segovia, León, Zamora, Toro, Palencia, Salamanca, Valladolid, Guadalajara, Villa de Madrid, Cuenca, Toledo, Mérida, Trujillo, Granada, Sevilla, Córdoba, Jaén, Galicia, Murcia, Zaragoza, Fraga, Calatayud, Tarazona, Jaca, Teruel, Borja, Palma de Mallorca, Valencia, Peñíscola, Barcelona, Cervera, Tortosa, Lérida, Gerona y Tarragona: en todo, 37 ciudades, con 76 procuradores.
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Sólo en telas de terciopelo, rasos y oro para decorarla se emplearon más de 20.000 duros.