Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

[137]

NOTA

     La leyenda que hoy reimprimo ha sido escrita hace muchos años, cuando yo no contaba más que diez y ocho. Sus versos figuran entre los primeros que escribí en castellano.

     Estudiando lejos de la patria el origen de las órdenes militares, concebí la idea de escribir una serie de poemas que, dado el carácter dramático de aquellas fundaciones, pudiera resultar de grata y entretenida lectura. Comencé la realización de este proyecto escribiendo de un tirón, después de recoger en la Historia los materiales apenas indispensables para fijar la época y el nombre del protagonista, el primer poema de la serie. La revolución de septiembre cambió bien pronto el rumbo de mis ideas. Las Órdenes militares estaban heridas de muerte; luchaban con el espíritu moderno, y el poeta ya no tenía la misión ni estaba en el deber de cantar el pasado. Convencido, pues, de la esterilidad de mi trabajo, renuncié a aquel propósito, pero renuncié tarde, cuando ya había concluido EL MAESTRE DE SANTIAGO, que durmió cuatro años entre mis papeles y que no hubiera publicado nunca de no pedirme original un periódico de provincias, y que hoy no reimprimiría de no exigírmelo el proceso evolutivo de mi humilde historia literaria. [138]

     Escribir una leyenda y no dejarse influir por Zorrilla, es imposible: él y sólo él tiene las llaves de los «tiempos viejos», el secreto de la evocación, la vara de los conjuros. Desde Larrañaga hasta Núñez de Arce y Manuel del Palacio, todos coinciden con el mágico autor de Margarita la Tornera, mal que pese a la tendencia monométrica con que el autor de El Vértigo y de Hernán el Lobo trata de disfrazar su marcado proselitismo. Todos los caminos de la leyenda están tomados por el coloso; todas las maneras de cantar el asado, ensayadas poderosamente por ese Proteo de la rima, que ha elastizado como nadie, dislocándola a veces, pero haciéndola saltar siempre luminosa y triunfante, como una fiera domada, la rica lengua española.

     Yo sigo sus huellas en EL MAESTRE DE SANTIAGO, y las sigo a sabiendas, porque creía al escribirla, y sigo creyendo ahora, que el género que tanta gloria ha dado al insigne Zorrilla, y que él hizo tan nacional, lejos de estar llamado a desaparecer como piensan algunos espíritus poco atentos, ha de tener un segundo florecimiento, que acaso se inicia ya, y que, por raro privilegio, parece destinado a presidir en su venerable ancianidad el fecundo maestro de tres generaciones de poetas.

     Hecha esta declaración y la de que en mi obra existen anacronismos que ya hice notar en otra parte, uno de los cuales es la descripción del Santuario del Cristal, de fundación muy posterior a la época de que trato, anacronismos que no he querido subsanar porque no afectan al drama y por conservar en mi trabajo toda la espontaneidad y frescura de las primeras inspiraciones, doy por terminada esta nota. [139]



ArribaAbajo

El padre Feijoo

Loa dramática en un acto y en verso



Representada en el Teatro de Orense,

el 3 de junio de 1870, por la Compañía Infantil dirigida

por D. Luis Blanc.

____________________

     Esta obra se imprimió en dicha capital en el establecimiento tipográfico de D. Antonio Otero el año 1880. [141]



            Sr. D. José Ogea.

     Querido Pepe: Pensaba no dar a la estampa esta obrita, que hoy te dedico, por dos razones: la primera porque es mala, y no habrá quien me haga creer lo contrario, dada la premura con que la escribí, y la segunda porque, sin querer, he ofendido con su representación a la benemérita y respetable clase diaconal, cuyo pudor teológico mortifiqué sensiblemente con la solución que me plugo dar a los amores de Fray Diego y Marta, y con la presentación en escena del Padre Feijoo, tal y como yo lo comprendo, que es, punto más, punto menos, como lo juzga la Crítica y nos lo presenta la Historia. Presbítero hubo la noche del estreno que, parapetado tras la rejilla de un palco de luto (localidad de nuestro coliseo, cuya conveniencia arquitectónica y moral no me pude explicar todavía), se reía a carrillo abierto de que yo concediese a los Papas la facultad de dispensar solemnes votos, así como de que hiciese descender la seriedad de nuestro ilustre monje al extremo de convertirlo en protector decidido de unos amores terriblemente mundanos. Confieso mi ignorancia; yo creía, en cuanto a lo de las facultades, que el Papa que las tuvo para anular los votos de don Ramiro el monje, rey de Aragón, y los de César Borgia, duque de Valentinois, podía también tenerlas, pues de un caso análogo se trata, para anular o dispensar los de Fray Diego, [142] por aquello de que el que hace un cesto hace ciento. Respecto al sabio de Casdemiro, creía, y lo que es más grave, sigo creyendo aún, que como quiera que no se trata de un cabecilla carlista, ni de uno de aquellos fanáticos monjes de la Edad Media, cuya existencia se hacía notar por el odio que a todas las cosas del siglo profesaban, no había para que disputarle la facultad, connatural a todo bicho viviente de sentir las desdichas del prójimo y tomar parte en ellas, entendiéndose por todo bicho viviente todo hombre que no haya pertenecido, pertenezca o esté en peligro de pertenecer al partido absolutista.

     Por lo demás -y salvo el parecer de los teólogos vergonzantes que me censuraron, los cuales es natural que en materia de cánones no opinen ni puedan opinar en su vida como nuestro distinguido paisano el Sr. Montero Ríos, a quien (entre paréntesis) la exclaustración de Fray Diego ha parecido perfectamente justificada y tanto más lógica y corriente cuantas más razones de carácter histórico y filosófico pudieran aducirse en su abono-, todos cuantos calificativos haya podido merecer a esos señores, más o menos alentados por algún sochantre de levita y vista corta, con motivo de la representación de EL PADRE FEIJOO, me tienen sin cuidado; que con algo había de compensarse a su autor la inmensa satisfacción que recibió con las aclamaciones de que ha sido objeto y el placer que le produjo descubrir aquella noche en el teatro, por encima de un verdadero mar de cabezas humanas, las de más de una docena de individuos del clero, cuya presencia en aquel sitio se justifica: mucho menos que el desenlace de mi obrita, no sólo desde el punto de vista de los cánones, de las leyes de Partida y de la disciplina que prohíben- ¡mal prohibido!- a los curas asistir a estos espectáculos, sino también desde el de la estética, del ornato y la salubridad pública.

     He dicho que no pensaba publicar esta loa y es la verdad; pero tú me has dedicado un bello trabajo, no has querido [143] creerme cuando te hablé de la insignificancia del mío, y para que te convenzas, lo publico.

     Léelo, pues, y cuando lo hayas terminado, coge la tijera y haz de sus hojas pajaritas del papel tus niños. Tuyo de corazón,

M. Curros

     Orense, agosto 1880. [144]



                    PERSONAJES ACTORES
 
MARTA SEÑORITA BLANC
LA POSTERIDAD SEÑORITA GÓMEZ
EL PADRE FEIJOO SEÑORITA FIGUEROA.
FRAY DIEGO SEÑORITO RODRÍGUEZ (T.).
FRAY LUIS ARAÚJO SEÑORITO PORTILLO.
HERMANO JOSÉ, lego SEÑORITA GÓMEZ.
HERMANO MENDO, íd. SEÑORITA VIVERO.
ARAGONÉS 1.º SEÑORITO RODRÍGUEZ (A.).
ARAGONÉS 2.º SEÑORITO MOLINA.
ARAGONÉS 3.º SEÑORITA COBOS.

Comparsa.



La escena pasa en el convento de San Vicente de Oviedo, próximamente a mediados del último siglo. [145]



 
ArribaAbajo

Acto único

 

El teatro representa una celda bastante espaciosa. A la derecha del actor, una ventana que da a la calle y una puerta; otra al fondo; éstas practicables. A la izquierda puerta, mesa de escritorio con recado y sillón de vaqueta; detrás de la mesa, estantería.

 
 

Escena I

 
HERMANO JOSÉ y HERMANO MENDO; legos.
       
(Entretenidos en hacer el aseo de la celda.)
 
HERMANO JOSÉ     No hay para esta celda escobas
que basten. ¡Por San Andrés!
Tres veces limpié, y las tres
como si no...
HERMANO MENDO                      ¿Tres? ¡Son bobas!
Vos tres, yo dos: cinco son. 5
HERMANO JOSÉ ¡Oh, manía de escribir,
con la cual no hay que pedir
limpieza a una habitación!
Será torpeza quizá
mía, que de ello no entiendo; 10
mas, la verdad, no comprendo
que haya escritores.
HERMANO MENDO                                 ¡Ya, ya!
HERMANO JOSÉ Porque es lo que digo yo:
con emborronar papel, [146]
¿qué saca en limpio para él 15
el Padre Maestro Feijoo?
¿Tesoros? ¡Bah! Patarata.
¿Amigos?... Sembrar en yermo:
si el Padre cae hoy enfermo
el médico nos lo mata. 20
De veinte años acá, son
tantos los que tiene enfrente,
que hasta le ha metido el diente
nuestra Santa Inquisición.
Lo dicho: mejor se está 25
manducando que escribiendo.
¡A tal tiempo, hermano Mendo,
hemos llegado!
HERMANO MENDO                          ¡Ya, ya!
HERMANO JOSÉ Yo, la verdad a decir,
tengo mi opinión formada 30
del que escribe: para nada
sirve... que no sea escribir.
Lo cual, en mi cortedad,
me hace ver que un escritor
es la desgracia mayor 35
para una Comunidad.
Aquí no debiera haber,
porque eterna la paz fuera,
más que gente que supiera
orar, callar...
HERMANO MENDO                      Y comer. 40
Soy de esa misma opinión.
HERMANO JOSÉ Pero ya se ve, de ciento,
no entran hoy en el convento
dos hombres con vocación.
¡Así anda ello! Así está 45
la Orden desacreditada,
perseguida y calumniada,
y... sabe Dios si...
HERMANO MENDO                              ¡Ya, ya!
HERMANO JOSÉ Y es vano buscar remedio [147]
al mal que nos embarulla. 50
No ha mucho que la cogulla
tomó un fraile que, tal tedio
tiene al claustro y al sayal,
que, en el furor que le abrasa,
prenderá fuego a esta Casa 55
y la sembrará de sal.
HERMANO MENDO ¡Santo Dios! ¡Y que así juntos
buenos y malos estén!...
¿Y quién es el monje?
HERMANO JOSÉ                                    ¿Quién?...
De que es Fray Diego hay barruntos. 60
HERMANO MENDO Ese será... porque oí
decir que a ciertos amores
del siglo, algo pecadores,
se debe el que entrase aquí.
HERMANO JOSÉ ¡Hola! ¿También sabéis vos 65
esa historia?...
HERMANO MENDO                        Si no es ciego,
todo el que observe a Fray Diego
la sabrá como los dos.
Es hombre que se clarea
y a poco que lo sonsaque, 70
nota cualquier badulaque
de cuál de los pies cojea.
HERMANO JOSÉ En fin, la cosa así va.
si San Benito levanta
su santa frente, se espanta 75
viendo su Casa.
HERMANO MENDO                           ¡Ya, ya!
 
 

(Al ver salir a FRAY LUIS ARAÚJO y FRAY DIEGO interrumpen su faena y desaparecen.) [148]

 
 

Escena II

 

FRAY LUIS ARAÚJO y FRAY DIEGO.

 

(El primero es portador de algunos pliegos para el PADRE FEIJOO.)

 
FRAY LUIS ARAÚJO Contened vuestra aflicción,
hermano, y pues decisión
fue vuestra el siglo trocar
por una vida ejemplar, 80
pedid a Dios vocación.
FRAY DIEGO ¡Nunca la tuve; es en vano!
FRAY LUIS ARAÚJO Ved lo que decís, hermano.
¡No hay redes como estas redes!
FRAY DIEGO ¡Ah! Mi espíritu profano 85
se ahoga entre estas paredes,
lejos de aquí rodar siento
el mundo en confuso son,
como hondo mar turbulento,
y con secreta atracción 90
le sigue mi pensamiento.
No están aquí aquellos santos
recuerdos que al alma dan
tanta paz, consuelos tantos
en ese mundo de encantos 95
en que se vive de afán.
No están aquí los objetos
de nuestros tiernos cariños,
los guardadores discretos
de aquellos dulces secretos 100
de nuestra vida de niños.
Y tan lentas y pesadas
suenan para el corazón
las horas aquí pasadas,
que llegan a ser odiadas 105
la virtud y la oración. [149]
FRAY LUIS ARAÚJO ¡Jesús, hermano! Decís
tales cosas que ¡por Dios!...
FRAY DIEGO Los que otro amor no sentís
que el del claustro en que vivís, 110
no sabéis...
FRAY LUIS ARAÚJO                   ¿Luego amáis vos?
FRAY DIEGO ¿Si amo?... Vos, hermano mío,
a quien todo lo confío
porque nada os he ocultado,
¿no lo habéis adivinado 115
en mi semblante sombrío?
Pues si no amara, ¿por qué,
falto de gracia y de fe,
alma proterva y mundana,
la vida del claustro insana 120
como un suplicio abracé?
FRAY LUIS ARAÚJO Me espantáis.
FRAY DIEGO                      ¡Oh, por favor,
no lo reveléis... Mi amor
es una historia vulgar...
amo... como puede amar 125
un condenado!
FRAY LUIS ARAÚJO                         ¡Qué horror!
FRAY DIEGO Niño era yo. Fenecía
del sol el último rayo,
blando el céfiro gemía;
como una oración subía 130
la luna por el Moncayo.
¡Tarde hermosa! En mi redor
alzaba grato rumor
la selva agreste y sombría.
Todo era amor... Yo leía 135
a Ovidio -¡todo era amor!-
¡Ah! Si el hombre no ha de amar,
impedid que corra el río,
que el sol luzca y brame el mar,
que no pueblen el vacío 140
¡ni un aroma ni un cantar! [150]
Abierta el alma vehemente
a esta poesía infinita
me estremecí de repente,
cerré el tomo, alcé la frente 145
y vi a mi lado una ermita.
Por instinto, no por fe,
traspuse su puerta franca
y absorto viendo quedé
de bella imagen al pie 150
una mujer, bella y blanca.
Su cabeza parecía
que a la imagen disputaba
el nimbo áureo que ceñía.
¡Tanto del sol que moría 155
al limpio rayo brillaba!
No habéis soñado jamás
labios tan puros y rojos,
y no han nacido quizás
pestañas que celen más 160
la hermosura de unos ojos.
La vi y la amé; mas ¿por qué...,
si ella rica, pobre yo,
tan desventurado fue
como el que yo la juré 165
el amor que me juró?
Hija única, heredera
de una fortuna, su padre
la prohibió que me quisiera,
trocando, mal que nos cuadre, 170
nuestra ventura en quimera.
Y hasta tal punto llegó
nuestro común sacrificio,
que hoy ya dos años cumplió
que ella en un convento entró, 175
cuando yo aquí de novicio.
Ved, pues, si razón habría
para vivir tan sin calma
desde aquel nefasto día, [151]
y si vocación tendría 180
quien lleva como yo el alma.
Ya toda esperanza huyó,
y en todo igual nuestra estrella,
todo entre ambos acabó;
pues tal como lo hice yo 185
habrá profesado ella.
FRAY LUIS ARAÚJO ¡Oh! ¡Mucho debéis sufrir!
Mas si sabéis olvidar
dichoso podréis vivir.
FRAY DIEGO No, no; mejor es morir, 190
porque morir es no amar.
FRAY LUIS ARAÚJO En tal situación estáis
que ni un remedio adivino...
FRAY DIEGO Iré a misiones.
FRAY LUIS ARAÚJO                        ¿Soñáis?
FRAY DIEGO Me haré matar.
FRAY LUIS ARAÚJO                         ¡¡Blasfemias!! 195
FRAY DIEGO ¡Así se cumple el destino!
FRAY LUIS ARAÚJO Seréis un malvado.
FRAY DIEGO                               No,
cuando Dios lo quiere así.
FRAY LUIS ARAÚJO ¿La que amáis no os olvidó?
FRAY DIEGO ¿Pudiera olvidarla yo?... 200
¿Cómo ha de olvidarme a mí?
FRAY LUIS ARAÚJO Nos oyen...
 

(Ambos se alejan, volviendo con curiosidad la cabeza hacia la izquierda, por donde entra en escena el PADRE FEIJOO. Al verlo el PADRE ARAÚJO hace una profunda reverencia y se queda en el foro esperando ocasión de hablarle. FRAY DIEGO se aleja.) [152]

 
 

Escena III

 

EL PADRE FEIJOO.

 

(Grave y majestuoso, pero sin afectación, aparece revisando un ejemplar de la primera edición de sus Cartas eruditas. Su andar es reposado, como conviene a un monje de edad provecta; su voz insinuante, dulce y simpática por extremo, no carece de cierta energía, sobre todo cuando se dirige a sus detractores.)

 
                   ¡Bella impresión!
¡Bien por el Padre Sarmiento,
que vio con detenimiento
las pruebas de la edición! 205
Visadas por Fray Martín,
ya el criticastro Mañer
no dirá, cual dijo ayer,
que no sé escribir latín.
Ni Osorio, haciendo un puñal 210
de un nombre al descuido puesto,
se vendrá a mí descompuesto
como a la presa el chacal.
¡Oh!, zoilos de vil calaña,
a quienes sin culpa di 215
con las obras que escribí
ocasión de burla y saña;
partidarios del error,
en cuya noche sombría
huérfano el pueblo gemía 220
sin norte y sin redentor;
cobardes impugnadores,
que os nutrís de mi honra herida
como la larva dormida
de las hojas de las flores: 225
¡heme aquí de nuevo! Aún late
lleno de fe el pecho mío,
y con más fuerza y más brío [153]
me presento hoy al combate.
Si a vuestras ansias malditas 230
no bastó mi Teatro entero,
¡morded el tomo primero
de mis Cartas eruditas!
 
 

Escena IV

 

(El mismo; FRAY LUIS ARAÚJO, adelantándose.)

 
FRAY LUIS ARAÚJO Padre Reverendo...
EL PADRE FEIJOO                               Dios
os guarde, Padre Araújo. 235
FRAY LUIS ARAÚJO La posta estos pliegos trujo
con la nema para vos.
EL PADRE FEIJOO ¿Hay algo más?
FRAY LUIS ARAÚJO                          Padre, nada;
es decir..., como no sea
que el pueblo otra vez rodea 240
esta tranquila morada
y pide pan...
EL PADRE FEIJOO                     (La sequía
es hogaño general.)
Tomad todo mi caudal:
cien ducados que me envía. 245
Mi librero de Madrid;
se los daréis, mas con modos
que alcance lo poco a todos.
Como siempre repartid.
 
(Abre un pliego y se entera rápidamente de su contenido.)
 
(¡De Roma!) Al punto anunciad 250
de urgente y preciso a título,
que se reúna en capítulo
toda la Comunidad.
FRAY LUIS ARAÚJO (¡Noble corazón!) [154]
 
 

Escena V

 

PADRE FEIJOO, solo.

 
                           Veamos
Lo que nos trae la Mala. 255
¡Un libelo! Autor... anónimo   (Leyendo.)
¡Con Rabelais me compara!
¿Dónde está mi Pantagruel,
mi escepticismo, mi sátira?...
¡Habla de Voltaire! ¡Voltaire! 260
Soy yo más viejo... Me llama
monstruo cartesiano, hereje,
hugonote, iconoclasta...
¡No me conoce sin duda
quien de este modo me trata! 265
Dice que vierto doctrinas
heréticas e inhumanas;
y... ¿dónde están? ¡No las cita!
¡Ah! Comprendo estas infamias.
Así se logra excitar 270
los ánimos; así, rauda,
como la mancha de aceite,
la calumnia se propaga,
y es una chispa un incendio,
y es un copo una avalancha, 275
y muere Savonarola,
y se condena a Mariana,
y la hoguera centellea...,
¡y enmudece la palabra!
 

(Pausa.)

 
Mas... ¿qué importa? Miserable 280
impostor, ¡me insultas! ¡Gracias!
Tus calumnias me engrandecen;
tu elogio me avergonzara.
 
(Abre otro pliego.) [155]
 
Carta del rey don Fernando.
No hay duda, aquí están sus armas: 285
me anima a que continúe
las tareas comenzadas
y a que ante nada me arredre
ni me acobarde por nada.
¡No lo encarguéis!... Cual las rocas 290
que ocultan mi cuna patria,
mi voluntad así es firme
e inmutable mi esperanza...
-«Palacio del Quirinal»-
A ver qué nos dice el Papa. 295
 

(Se entera.)

 
Me concede lo pedido...
Hijo querido me llama,
y dice que son mis libros
su lectura cotidiana.
Mas... ¿qué veo?   (Con asombro.)
                         ¿A mí una púrpura? 300
¡Santo Padre! ¡No, me basta
vuestro recuerdo, que llena
de íntimos goces mi alma!
Todo lo demás es humo,
todo lo demás mundanas 305
glorias son, que me desvelan
y que redoblan mis ansias.
Mientras tenga en mi tintero,
no en hiel ni en sangre mojada,
una pluma, con la cual 310
pueda luchar a mis anchas
contra el vulgo, cuya frente
ciñe nubes de ignorancia;
mientras con ella me sea
dado extender mi palabra, 315
buril para la verdad,
para los errores hacha;
mientras viva en mi retiro
en dulce y serena calma,
seré feliz... Ni más quiero, [156] 320
ni otra cosa me hace falta.
 

(Vase. Mientras se aleja se oye en la calle, al son de las bandurrias, esta canción.)

 
   Para un pecador un Papa,
para un moro un zancarrón;
para los aragoneses
el sabio Padre Feijoo. 325
               ¡Alto la litera!
            Que ya terminó
            nuestra afortunada
            peregrinación.
 
 

Escena VI

 

MARTA, ARAGONESES, FRAY LUIS ARAÚJO; después FRAY DIEGO.

 
FRAY LUIS ARAÚJO Dígnese vuestra merced 330
pasar y tomar asiento,
que la jornada fue larga
y ha de querer...
 
(Señalando una silla a MARTA.)
 
MARTA                            Sí, por cierto.
ARAGONÉS 1.º ¡Chiquios, entraisos!
ARAGONÉS 2.º                                 ¿Mas dónde
está el Padre?
FRAY LUIS ARAÚJO                       Podréis verlo 335
en el próximo salón
pasados unos momentos.
Está orando; os le anuncié
y allá en salir quedó presto.
ARAGONÉS 1.º ¡Es un mozo templaíco!.. 340
¡Vaya una pluma!
FRAY LUIS ARAÚJO                             Es ya viejo.
MARTA (He visto ya tantos monjes
¿Dónde estará? ¿Por qué tiemblo?) [157]
ARAGONÉS 1.º ¿Viejo? Pues no lo parece.
FRAY LUIS ARAÚJO Con sus sesenta lo menos. 345
ARAGONÉS 1.º ¡Pobrecico! Habrá sufrido
mucho, ¿verdad?
FRAY LUIS ARAÚJO                            ¡Ya lo creo!
como que los envidiosos
de su nombre y su talento
no lo dejan disfrutar 350
hora de paz ni sosiego.
Por cada libro que lanza
a luz el Padre Maestro
le devuelven cien injurias
en otros tantos folletos. 355
ARAGONÉS 2.º ¡Toma! No a todos conviene
se abran los ojos al pueblo.
Por eso decapitaron
a nuestro buen caballero
don Juan de Lanuza.
FRAY LUIS ARAÚJO                                  Hermano, 360
no hablemos, no hablemos de eso...
Lo que el rey hace hecho está.
ARAGONÉS 2.º Pero puede estar mal hecho.
FRAY LUIS ARAÚJO Ya, pero...
ARAGONÉS 2.º                 No, si hablo mal
callaré.
FRAY LUIS ARAÚJO             Pues bien, callemos... 365
ARAGONÉS 2.º Lo que yo le digo, hermano,
es que a verme en el pellejo
del Padre Feijoo, le rompo
al que me ultraje los huesos.
Mire su merced: no ha mucho, 370
encontrándome leyendo
un tomo del Teatro Crítico,
mal y todo como leo,
el médico del lugar
llegó y me dijo: -Prudencio, 375
¿qué estás leyendo? -El Teatro,
repuse. -¿Y qué tal...? -¡Es bueno! [158]
Ya el aceite derramado
no es anuncio de siniestros,
ni debe estudiarse sólo 380
para cura en los colegios;
ya la mujer sirve más
que para el uso casero;
ya no son las salamandras
medio contra los incendios; 385
ya no hay vampiros, ni duendes,
ni brujas para un remedio,
ni se cura con sangrías
a toda clase de enfermos.
Picose el físico entonces 390
y entre mohíno y colérico
dijo: -El autor, tú y el tomo,
juntos debéis ir al fuego.
-¿Al fuego el Padre Feijoo?...-
Contesté, y esto diciendo 395
le arrimé cuatro sopapos,
y alcé el tomo tan a tiempo,
que sólo por no mancharle
no se lo enterré en los sesos.
ARAGONÉS 3.º ¡Recontra, que estuvo bien! 400
FRAY LUIS ARAÚJO Pues yo, hermanos, no lo apruebo,
y el Padre Feijoo es seguro
que cual yo condena ese hecho.
Batallador tolerante,
busca en la razón su acero, 405
y si confunde el error
guarda al que yerra respeto.
ARAGONÉS 2.º Pues mientras el Padre Abad
no se valga de otros medios...
FRAY LUIS ARAÚJO ¡Oh, nunca!
ARAGONÉS 2.º                    ¿Cuánto apostamos 410
a que ya nadie en mi pueblo
se atreve a hablar mal del Padre?
ARAGONÉS 3.º ¡Bien seguro!
FRAY LUIS ARAÚJO                      Y... ¿con qué objeto [159]
venís; se puede saber?
ARAGONÉS 1.º Por verlo.
FRAY LUIS ARAÚJO                 ¿No más?
ARAGONÉS 2.º                                 Por verlo. 415
¿No vienen a verlo condes
y duques de extraños suelos?
Pues ¿por qué no hemos nosotros
de venir también?
FRAY LUIS ARAÚJO                              Es cierto.
Y el portón de nuestro asilo, 420
cerrado al mundano estruendo,
para los que cual vosotros
nos honran, siempre está abierto.
Mas sólo por conocer
al Padre Feijoo no creo 425
que vengáis todos.
ARAGONÉS 3.º                               Todicos.
FRAY LUIS ARAÚJO ¿Con tal tiempo y de tan lejos?
ARAGONÉS 1.º Quince días de camino
nada más.
ARAGONÉS 2.º                  Ni más, ni menos.
FRAY LUIS ARAÚJO ¿Y todos a pie? 430
ARAGONÉS 2.º (Con intención.)   No hay bestias
en Aragón, ni zopencos...
MARTA (No sé por qué siente el alma
terribles presentimientos.
¡Oh, cruel incertidumbre! 435
¿Estará aquí?... ¿Se habrá muerto?...)
FRAY LUIS ARAÚJO Mucho tiene, ciertamente,
nuestro abad que agradeceros.
Esa larga caminata
desde Aragón a Oviedo 440
hecha por vosotros, pobres
campesinos, del deseo
guiados de conocer
al crítico insigne, pienso
que no ha de olvidarla nunca. 445
ARAGONÉS 3.º ¡Otra! ¿Y qué hay de extraño en ello? [160]
Pues ni aun con esto pagamos
lo mucho que lo debemos.
Gracias a sus libros, gracias
a sus agudos consejos 450
sobre el cultivo del campo,
tenemos nuestros graneros
llenos, y nuestras cosechas
van mejorando y creciendo
de año en año; y esto sólo 455
en lo que nos toca al cuerpo,
que por lo demás...
ARAGONÉS 2.º                                Y diga
su merced, que tengo empeño
en saberlo: ¿de dónde es
el Padre Feijoo? ¿Es gallego, 460
como dicen?
FRAY LUIS ARAÚJO                      De una aldea
de Orense.
ARAGONÉS 2.º                  ¡Pues no lo creo!
TODOS ¡Gallego! Ja, ja, ja, ja.   (Riendo.)
ARAGONÉS 2.º Repito que eso no es cierto.
ARAGONÉS 3.º ¿Gallego? Pues yo creía 465
que aunque fecundo ese suelo,
no producía otra cosa
más que patatas y pleitos.
En fin..., que dé frailes..., pase;
pero ¡frailes con talento!... 470
FRAY LUIS ARAÚJO Pues ahora me toca a mí
deciros: «Ni más, ni menos.»
Y por lo mismo que es raro,
es más meritorio el hecho.
¿Lo dudáis? Pues hacéis mal... 475
ARAGONÉS 2.º Si nosotros no lo hacemos
por mal; sólo que nosotros
no nos chupamos el dedo.
ARAGONÉS 3.º ¿Conque galleguiñu? ¡Vamos!
¡Quién sabe! Pudiera serlo, 480
pues aunque ya no hay milagros, [161]
a veces, dice el proverbio
que donde menos se piensa...
ARAGONÉS 2.º Es claro: ¡salta un gallego!
FRAY DIEGO Hermanos, en el salón 485
nuestro Padre Reverendo
espera vuestra visita.
ARAGONÉS 1.º Vamos.
 
(Vanse. MARTA quiere seguirles.)
 
FRAY LUIS ARAÚJO              Si no os es molesto,
esperadle aquí, señora;
vendrá pronto. 490
FRAY DIEGO (Reconociendo a MARTA.)
                            ¡Marta!
MARTA (Ídem a DIEGO.)
                                          ¡Diego!
 
 

Escena VII

 

MARTA y FRAY DIEGO.

 
MARTA (¡Ah! Del placer el exceso
me matará.)
FRAY DIEGO (Con desesperación.)   (¡Yo profeso!)
¡Oh, Marta!... Mas ¿cómo aquí 495
tú y entre esta gente; di,
alma mía, mi embeleso?
MARTA ¡Ah! Es tan grande mi emoción
que temo por mi razón.
FRAY DIEGO ¡Cálmate, por Dios; lo ansío! 500
MARTA (¡Aún vive! ¡Gracias, Dios mío!
No fue inútil mi oración.)
FRAY DIEGO Cuán bella estás y agraciada
de ese disfraz ataviada.
Mas ¿cómo ha podido ser?... 505
MARTA Para un alma enamorada
todo es fácil de vencer.
 

(Pausa.)

 
Dos años ha por mi mal,
que al precepto paternal
cediendo, duro y violento, 510
novicia entré en el convento [162]
de monjas de San Pascual.
¡Cuánto dolor y amargura
en silencio devoré
mientras duró mi clausura! 515
¡Cuánto aquella sepultura
con mis lágrimas regué!
No estaban allí los santos
recuerdos que al alma dan
tanta paz, consuelos tantos, 520
en ese mundo de encantos
en que se vive de afán...
No hallaba allí los objetos
de nuestros tiernos cariños,
los guardadores discretos 525
de aquellos dulces secretos
de nuestra vida de niños...
Y tan lentas y pesadas
fueron para el corazón
las horas allí pasadas, 530
que a ser llegáronme odiadas
la virtud y la oración.
Unos tras otros, los días
fueron para mí pasando
sin placeres ni alegrías, 535
en mis hondas agonías
y en tu cariño pensando.
Murió mi padre: el tormento
que esta nueva causó en mí
no tiene encarecimiento, 540
y por ti, sólo por ti,
dejé entonces el convento...
Ya en mi hogar, y en ocasión
de hallarme en mi habitación,
triste y sola, de amor presa, 545
la rondalla aragonesa
sentí bajo mi balcón.
Siempre ese canto admiré
dulce, patriótico y blando... [163]
Al alféizar me asomé 550
y varios hombres miré
que se alejaban cantando...
Su cantar era el cantar
de la Virgen del Pilar.
-¿Adónde vais? -grité yo-, 555
y pronto creí escuchar:
-¡A ver al Padre Feijoo!
-¿Vais a Oviedo? Yo también,
si me queréis -dije-, iría.
-¿La señorita? Pues bien 560
-me contestó no sé quién-:
¡Mandaréis la compañía!-
Así, en esta expedición,
por no excitar la atención,
de estos paños disfrazada 565
vine a verte, rodeada
de los hijos de Aragón.
FRAY DIEGO ¡Ah! ¿En mal hora?...
MARTA                                   ¿Por qué así?
¿No hay ya en tu pecho amor?
FRAY DIEGO                                                 Hayle;
pero el que te amaba a ti 570
murió. De él tan sólo aquí
queda lo que ves... ¡un fraile!
MARTA ¡Cómo! ¡Dios mío!
FRAY DIEGO                               No sé
cómo ha sido... Fe por fe
quisieron... votos por votos, 575
y yo a los míos falté
porque los tuyos creí rotos.
MARTA ¡Ah! ¡Dudar de mí! ¡Eso más!
¡Oh, no me amaste jamás!...
Ciega el alma me engañaba... 580
FRAY DIEGO (¡Aún esa gota faltaba
al cáliz de Satanás!)
¡No amarte yo, si te adoro!   (Con ternura.)
Marta, te amo de tal suerte, [164]
que estas lágrimas que lloro 585
diciéndote están a coro
que tanto amor es mi muerte.
No conmigo hasta ese extremo
lleves tu duda sombría,
que aun adorándote temo 590
que este amor en que me quemo
sea una ilusión impía.
Mas si fuera una ilusión,
¿cómo hallar explicación
a este violento latir, 595
a este angustioso gemir
de mi pobre corazón?
MARTA ¿Pues qué pensar cuando así
me pudiste olvidar,
mas que se alejó de mí 600
aquel amor que creí
por todo tiempo guardar?
¡Oh, Diego del alma mía!
Si ya esos labios perdieron
la sonrisa que algún día 605
me enajenó de alegría
cuando tu amor me dijeron;
si esa frente, donde ayer
he visto resplandecer
fuego de amor celestial, 610
como la de un criminal
se inclina ante una mujer;
si de esos ojos, hoguera
de un amor que en llama viva
mi inmenso amor encendiera, 615
hoy se desprende severa
triste lágrima furtiva,
¿qué he de hacer sino pensar
que aquel amor, ¡ay de mí!,
como una estela en el mar 620
nació y murió sin dejar
rastro alguno en pos de sí? [165]
FRAY DIEGO ¡Marta! ¡Marta! Compasión;
piedad a este duelo eterno;
que esas tus palabras son 625
fuego en que arde el corazón
con el ardor del infierno.
¿Por qué has venido tú aquí?
¡Ya entro ambos media un abismo!
¿Lo salvo?... Muero.
MARTA                                 ¡Oh, no!...
FRAY DIEGO                                               ¡Sí! 630
¡Si al fin moriré por ti,
no sea mañana, sea hoy mismo!
¡Huyamos!
 

(Toma en sus brazos a MARTA y se dispone a partir. En este momento aparece el PADRE FEIJOO.)

 
 
Escena VIII
 
DICHOS, EL PADRE FEIJOO.
 
EL PADRE FEIJOO (Deteniéndole.)   Hermano, ¿adónde
con esa preciosa carga?... 635
¿Una rosa que Aragón
desde sus valles me manda,
por que su color admire
y me arrobe en su fragancia,
así me la robáis vos?... 640
FRAY DIEGO ¡Padre!   (Confuso.)
EL PADRE FEIJOO            Dejadla, dejadla,
e id a orar... Y vos, señora,
que venís a honrar mi casa,
vos que sufrís como sufren
las almas enamoradas 645
de lo imposible...
MARTA                             ¡Ah, señor!...
EL PADRE FEIJOO Lo sé... No me digáis nada. [166]
Esperadme aquí: reunida
la Comunidad me aguarda.
¡Dichoso yo si pudiera 650
dar consuelo a vuestras ansias
y templar la íntima pena
que revelan vuestras lágrimas!
 
 

Escena IX

 

MARTA, sola.

 
      «¡Alma enamorada, dijo,
de lo imposible!»... ¡Y soñaba 655
con su amor! ¡Y era él del claustro
en mi soledad amarga,
el único pensamiento
que todo mi ser llenaba!...
¡Dios mío!... Sobrevivir 660
a este funeral del alma,
a estas ilusiones muertas,
a estas muertas esperanzas...
¡Ah, qué horrible! No le culpo.
No, no le culpo: él me ama; 665
tal vez sospechar no pudo
que mientras que pronunciaba
solemnes votos, yo, libre,
más que nunca enamorada,
en pos de su amor vendría, 670
de mi ardiente afán en alas.
Sólo una carta, eso sólo,
y mi dolor se trocara
en dicha; la negra estrella
de nuestros destinos blanca 675
luciría, y sobre el cielo
de mis presentes borrascas,
con serenidad tranquila
el sol brillaría en calma. [167]
¡Y ahora sola!... ¡Por doquiera 680
luto, orfandad y desgracia!...
¿Por qué abandoné mi aldea?
¿Por qué abandoné mi patria?
 

(Se deja caer pesadamente sobre una silla frente al público. Llora. Momentos de silencio. Por el foro aparecen los hermanos JOSÉ y MENDO, en la misma disposición que los hallamos en la escena primera: vienen a terminar la limpieza entonces interrumpida. Al ver una mujer en la habitación del PADRE FEIJOO, reflejan sus semblantes una profunda y ridícula expresión de asombro; el uno se santigua, el otro se sonríe cínica y maliciosamente, y después de hacerse mutuas señales de inteligencia, desaparecen por donde han venido, arrastrando sus escobones y frotándose las manos de gusto. Póngase sumo cuidado en la interpretación mímica de esta escena, que debe pasar desapercibida para MARTA.)

 
¿Qué busco aquí? ¡Oh, qué vergüenza!
¿Y cómo... cómo la causa 685
justificar que me mueve
a visitar esta casa?
¡Ni un momento más aquí,
no!... Mas ¡se me parte el alma!...
¡No importa! Mi honor lo exige; 690
mi honor y el suyo, sí.
 
(Se dispone a partir.)
 
 

Escena X

 

La misma, FRAY DIEGO.

 
FRAY DIEGO                                   ¡Marta!
¡Marta! ¡Soy libre! Por siempre
soy ya tuyo.
MARTA                    ¡Ah!
FRAY DIEGO                          ¡Marta mía! [168]
MARTA ¿Mas cómo?... Por Dios, ten lástima
de mí... Dime...
FRAY DIEGO                          Esta noticia 695
me acaban de dar ahora:
la Comunidad reunida,
a la cual se dio lectura
de una carta pontificia,
me releva de los votos 700
jurados, a iniciativa
del padre Feijoo, ese ángel,
cuya bondad infinita
sólo igualarse pudiera
a su gran sabiduría. 705
MARTA ¡Diego!
FRAY DIEGO             ¡Marta! Ya de hoy más
tu vida será mi vida.
 

(Se abrazan.)

 
 

Escena XI

 

DICHOS, EL PADRE FEIJOO.

 
FRAY DIEGO ¡Padre!
 

(Arrodillándose.)

 
MARTA            ¡Señor!
 

(Ídem.)

 
EL PADRE FEIJOO                       ¿Cómo así
de rodillas ante mí?
Alzaos, alzaos, criaturas. 710
MARTA ¡Vuestras santas manos puras
besaremos antes, sí.
FRAY DIEGO ¡Oh, padre, indigno soy yo
de tanto amor!
EL PADRE FEIJOO                        A mí no;
debéislo al Papa, hijo mío. 715
Le hablé de vuestro desvío
del claustro, y él os salvó
que fuera temeridad
aceptar el sacrificio
de vuestra fe y libertad, [169] 720
cuando a vuestra voluntad
no era su voto propicio.
Fuente de gracias y dones,
necesitan vocación
los humanos corazones, 725
y en el vuestro las pasiones
del mundo han hecho invasión.
Si lo pensaran primero
y estudiaran su destino
con un estudio sincero, 730
¿fuera un mal monje Lutero?
¿fuera un mal fraile Calvino?
Abraham, aun por Dios mandado,
tiembla de la pira al lado,
y llora con llanto tierno; 735
espera el Crucificado
el mandato del Eterno,
¿y el sacerdocio al tomar
no debemos meditar?...
¿A quién puede acepto ser 740
el voto que ante el altar
viene a prestar Lucifer?
FRAY DIEGO ¡Padre mío!
EL PADRE FEIJOO                   Ya no soy
más que vuestro hermano... De hoy
amaos, felices sed, 745
e id en paz y el bien haced,
pues mi bendición os doy.
 

(Cuadro. El PADRE FEIJOO les bendice, y MARTA y DIEGO reciben su bendición arrodillados.)

 
 

Escena XII

 

DICHOS, ARAGONESES.

 
ARAGONÉS 1.º ¡Padre maestro, a la paz
de Dios! Nos vamos.
EL PADRE FEIJOO                                  ¿Tan presto? [170]
ARAGONÉS 1.º ¿Y qué hemos de hacer aquí? 750
¿Enfrailar? ¡Quia! No queremos.
Ya vimos todas las celdas,
tomamos un refrigerio
y...
EL PADRE FEIJOO       ¿Pero no descansáis
siquiera unos días?
ARAGONÉS 2.º                               Bueno 755
está el horno para bollos...
¿Y los campos? ¿Y el trasiego
de las mieses?...
ARAGONÉS 3.º                           Vaya, pues,
que se conserve tan fresco.
ARAGONÉS 2.º Que escriba ucé muchos libros 760
y pegue ucé vapuleos
sin miramiento ninguno
a esta, a esta gente de adentro...
Cuando un crítico le muerda,
arréele fuerte y sin miedo, 765
y si algo ocurre, ya sabe
que por su mercé... ¡al infierno!
Y vamos, chiquios, que estamos
moliendo al Padre maestro.
EL PADRE FEIJOO Hijos de Aragón, la noble, 770
mas vuestra visita aprecio
que la de todos los reyes
y grandes del Universo.
Nada valgo y nada soy,
y como nunca hoy lo siento, 775
para poder demostraros
todo el interés que os debo.
Llevad, pues no tengo más,
el abrazo de este viejo,
y él sea vivo testimonio 780
de mi eterno amor al pueblo.
ARAGONÉS 1.º ¡Viva el Padre Feijoo!
 

(Alejándose.)

 
TODOS                                          ¡¡Viva!!
EL PADRE FEIJOO ¡No será ya mucho tiempo! [171]
 
 

Escena XIII

 

EL PADRE FEIJOO, luego LA POSTERIDAD.

 

(Asomándose a la ventana para verlos partir.)

 
EL PADRE FEIJOO ¡Pobres! ¡Allá van! Yo, en tanto,
sobre la arena rojiza 785
del circo, solo, extenuado,
de fuerzas falto y de vida,
quedo en lucha con la fiera,
con la fiera apocalíptica.
¿Quién caerá más pronto? ¿Quién 790
será vencedor o víctima?
Tú sola, Posteridad,
resolverás el enigma.
 

(Se sienta a escribir. Momentos de pausa.)

 
Comencemos el segundo
tomo de las Eruditas; 795
trabajemos, y cumplamos
así la misión divina.
 

(De nuevo suena la rondalla, cuyas notas van desvaneciéndose lentamente, después de haber acompañado este cantar:)

 
   Castilla tiene el talento,
Aragón tiene el valor;
Galicia lo tiene todo, 800
pues tiene al Padre Feijoo.
   ¡Paso a la litera!
Nave en que hizo Dios
que a salvo quedase
de Marta el amor. 805
¡Oh!, esos aires me recuerdan
los aires de mi Galicia...
¡Casdemiro! ¡Casdemiro!
¡Solitaria cuna mía! [172]
¡Quizá ya nunca mi nombre 810
en tus valles se repita!
 

(Apoya la frente sobre una de sus manos y queda como sumido en meditación profunda, vuelta la cabeza al foro. En este momento la POSTERIDAD aparece ataviada de todos sus atributos, se acerca a él, y, sin distraerle, dice:)

 
LA POSTERIDAD (¡Medita!... Me, invoca y vengo.)
¡No! ¡Tu pueblo no te olvida!
Ve cuál la Posteridad
hace a los sabios justicia. 815
 

(La visión extiende su mano y el telón de fondo desaparece.)

 

APOTEOSIS

     La estatua colosal del Padre Feijoo, levantada en el centro de un hermoso jardín, según el proyecto de la que se le erigirá en Orense, aparece rodeada de resplandores de gloria, destacándose sobre un horizonte espléndido de luz. Un magnífico enverjado lo rodea, sobre cuyas columnatas, rematadas en pebeteros, arderán deliciosos aromas y descenderán ramos de vistosas flores. Este cuadro puede hacerse más o menos sorprendente, y se deja al gusto del pintor escenógrafo y de los actores.-   (TELÓN.)
 
FIN

Arriba