1
Agradezco algunas de las orientaciones cabalísticas de mi colega Luis Girón-Negrón durante el proceso de redacción de este trabajo.
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Sostenía
Durand que «sus trabajos anteriores [a
los Comentarios reales] serán un puro ejercicio. Un
ejercicio de grandes dimensiones, como es su clásica
traducción española de los Dialoghi d'Amore [...]»
(Durand, «El Inca Garcilaso, historiador apasionado»
161).
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Entre las afinidades identificadas por Miró Quesada están el afán por precisar y distinguir entre los elementos de un mismo conjunto (como hará más tarde Garcilaso al discernir a los incas de otros grupos indígenas), la jerarquización progresiva dentro de un orden cósmico y universal (como en el ascenso de los incas al poder y su posterior intuición del Dios cristiano), y el equilibrio entre las partes y el todo (lo que puede cotejarse con el orden dado a las provincias y regiones dentro de la composición urbana y demográfica del Cuzco) (Miró Quesada 145-6; las comparaciones son mías).
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La
explicación de Miguel de Burgos Núñez
señala: «Probablemente
habría que suponer que desde el entorno humanista que
está cristalizando en el Inca, éste imaginara que la
cultura incaica, su revalorización, podría ser
semejante a la revalorización que el humanismo renacentista
estaba llevando a cabo del mundo antiguo griego, de Platón,
de Aristóteles y otros, tal como León Hebreo
evidencia en sus Dialoghi»
(Burgos 21). Aquí se
utilizará esa edición facsimilar para toda referencia
a y citas de la obra de Hebreo.
5
Lo afirma también Marco Arani: «I Dialoghi d'Amore non sono un libro cabalistico, ma un opus sincretistico nel quale molteplici metafore, tratte dalle gnosi ebraica, neoplatonica, araba e cristiana, si condensano intorno ad un immaginario della dualità che è il cardine su cui si construiscono il dialogo tra Filone e Sofia, la teoria del doppio allegorico, la definizione di Amore come incessante dialettica di mancamento e desiderio, di molteplicità e unità» (Arani 45).
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Para la hipótesis de la edición princeps como texto base, Burgos se apoya en indicios textuales que la diferencian de las ediciones italianas posteriores a partir de la segunda, de 1541. V. Burgos 61, n. 51.
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El asunto es abordado por MacKehenie, quien realiza el valioso cotejo entre las tres traducciones al español, incluyendo la de Garcilaso. MacKehenie concluye que difícilmente Garcilaso tuvo acceso a las dos traducciones anteriores.
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La
comparación con las traducciones previas va
acompañada de la comparación con el original, de la
cual la Traduzion de Garcilaso sale airosa: «Aunque el Inca Garcilaso, como él gustaba
de llamarse, se preciase por aquel entonces más de
arcabuces y de criar y hazer caballos que de escribir libros,
es grande ya en la versión de aquel libro filosófico
que él devolvió a España, primera patria de su
autor, la belleza y gallardía de la prosa, que tanto
contrasta con el desaliño del texto en italiano,
traducción poco esmerada del castellano o del
hebreo»
(Menéndez Pelayo,
Antología CLXII, cursivas en el original). El tema
de la lengua original de los Dialoghi ha sido ampliamente discutido. El Inca
Garcilaso se inclina por pensar, más bien, que los
Dialoghi
fueron escritos directamente en toscano o italiano
(Traduzion, «A Don Maximiliano de Austria»,
f. s. n.), en
contraste con la opinión de Montesa, que declara en el
Prólogo de su traducción que el original de Hebreo
fue escrito en español y luego vertido al italiano por el
mismo autor, opinión que sigue parcialmente Menéndez
Pelayo. Para más detalles v. Durand («La
biblioteca…» 249), que menciona el posible
conocimiento que Garcilaso tuvo de esa traducción de 1582 a
partir del parentesco de Montesa con el Pacificador la Gasca,
personaje de enorme gravitación en el debelamiento de la
rebelión de Gonzalo Pizarro en 1548.
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Propone
Jákfalvi-Leiva: «[...] en la
selección genérica de la traducción
está implícita -y explícita en las
cartas-proemio- la idea de que sólo mediante la capacidad de
conversión y desdoblamiento era posible que un elemento
periférico al sistema de comunicación en
circulación en aquel momento histórico fuera
efectivamente leído»
(15). Este desdoblamiento
surgiría como parte de la necesidad de mantener formas y
estrategias culturales sin sucumbir completamente a la monoglosia
de un discurso dominante y a una sola manera de sentirse
español. En un trabajo sobre los Comentarios
reales, Beysterveldt propone también la mirada
ambivalente desde el estatuto mestizo y aristocrático de la
voz garcilasiana, y las maneras como busca su acomodamiento dentro
del universo social de la época. He desarrollado este tema
en mi estudio Coros mestizos del Inca Garcilaso.
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Blau describe tres métodos que fueron utilizados desde tiempos pre-Zoharianos para lograr el desciframiento e interpretación de la Torá. El primero, la Gematria, consistía en asignar a cada letra del alfabeto hebreo un valor numérico, de modo que algunas sumas de los valores de las palabras podían equivaler a otras sumas y funcionar como la base de un sistema de combinaciones y alteraciones textuales casi infinitas. El segundo, el Notarikon, era un sistema de acrósticos que combinaba las letras iniciales y finales de una o más frases para revelar una palabra oculta. El tercer sistema era la Themurah, o «transposición», que alteraba el orden de las letras para crear anagramas con mensajes invisibles en una primera lectura del texto. V. Blau 8-9.