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Pabellón español en la Exposición Internacional de París (1937)

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ArribaAbajoLas exposiciones universales

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A partir de 1851, fecha en que se celebró la Exposición Internacional de Londres, primera de estas grandes concurrencias que unían por un tiempo a todas las naciones a la llamada de la voz del progreso, se han ido convocando ininterrumpidamente exposiciones, teniendo lugar entre periodos más o menos cortos. Es precisamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando la era de las grandes exposiciones universales entra en la historia, pues antes de 1851 las acaecidas habían tenido por lo general un carácter nacional y un eco limitado.

La exposición de 1937 era la séptima realizada en París. Número inigualable hasta entonces por ninguna otra nación. La última exposición celebrada en la ciudad de la luz con categoría universal fue la organizada en 1925, bajo el título de «Exposición de Artes Decorativas». La de 1937 fue titulada «Exposition Internationale des Arts et des Techniques».


(Texto de Fernando Martín Martín, El pabellón español en la Exposición Universal en París en 1937, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983)                





ArribaAbajoVista general de la Exposición

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

A la vista de las crónicas y planos de la exposición, podemos deducir ampliamente que ninguna de las precedentes, puede igualarse a la de 1937, en cuanto a trabajo de organización y proyectos urbanísticos se refiere. Una vasta red de más de dos kilómetros de paseos, compuesta por jardines, fuentes y avenidas, formaban una verdadera ciudad dentro de París...

La ubicación de esta exposición tuvo lugar en el mismo centro de la urbe. A orillas del Sena, en el mismo solar ocupado por la de 1900. La de 1937, formaba en el plano una cruz latina, compuesta por un eje vertical o amplia avenida, la cual se prolongaba desde la Escuela Militar hasta Trocadero, pasando por el puente de Jena, para cuya ocasión fue ensanchado, y la torre Eiffel siguiendo el Campo de Marte. El otro eje horizontal, lo constituía el curso natural del río Sena, desde el puente de Passy hasta el del Alma, a cuyos bordes y sendos lados, se extendían un elevado número de pabellones de todo el mundo, completando la nómina de los participantes con los instalados en los jardines del Trocadero.


(Texto de Fernando Martín Martín, El pabellón español en la exposición Universal en París en 1937, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983)                





ArribaAbajoInauguración de la Exposición Internacional

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(París, 4/5/1937)

El presidente francés Albert Lebrun inaugura en París la Exposición Internacional del arte y la técnica en la vida moderna. El recinto ferial, que ocupa un amplio sector entre la colina de Chaillot y la plaza de Jena, alberga los pabellones de numerosos países del mundo. Uno de los que más atraen al público, dada la guerra en que está inmerso el país, es el Pabellón de la República de España, donde el gobierno republicano quiere recordar al mundo que él representa la voluntad democrática del pueblo español.




ArribaAbajoPabellón español de la Exposición Internacional (1937)

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

El pabellón español se encontraba situado en la Avenida del Trocadero... La superficie total ocupada era de 1.400 metros cuadrados de un terreno irregular y en pendiente, en el centro del cual había un árbol imposible de derribar... Ante la fachada principal se elevaba la escultura de Alberto, «El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella», así como la «Montserrat» de Julio González y la «Cabeza de Mujer», de Pablo Picasso. Cuya «Dama Oferente», fue colocada en el jardín que recorría la fachada lateral derecha, frente al pabellón de Polonia. Grandes fotomontajes móviles cubrían parte de ambas fachadas.


(Texto de Josefina Alix Trueba, Pabellón español: Exposición Internacional de París 1937, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987)                





ArribaAbajoCabeza de mujer

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La escultura pertenecía a una serie de cuatro cabezas, de las cuales tres fueron expuestas en el Pabellón español. La «Gran cabeza de mujer» fue realizada en 1931 por Picasso en su estudio de Boisgeloup (Gisors), y estaba inspirada por la fisonomía de Marie Thérèse Walter, cuya imagen aparece en numerosas obras pictóricas de Picasso en esos años. La estatua, vaciada en cemento, fue colocada en el exterior del Pabellón, debajo de la escalinata de la entrada. En opinión de Josefina Alix Trueba, las «Cabezas de Boisgeloup» pasaron a simbolizar en el imaginario de Picasso a «la República Española amenazada».




ArribaAbajoLa Montserrat

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

En carta fechada el 10 de abril de 1937, José Gaos, Comisario General del Pabellón español, invitaba a Julio González a participar en la Exposición Internacional. La escultura, realizada «en hierro viejo con apariencias de madera» fue colocada en un pedestal junto a la escalinata de la entrada al Pabellón. En un principio, Julio González dudaba entre esta obra, de gran impacto realista, y «Mujer ante el espejo», más próxima a la iconografía de la vanguardia. José Gaos le pidió expresamente que presentara «La Montserrat», que consideraba «obra poderosa, inteligible para todos y completamente actual», ya que representaba vivamente la situación de desesperación y de guerra que atravesaba España en ese momento.

En opinión de Josefina Alix Trueba, «la ejecución de la obra es de una perfección absoluta, cuidada hasta en sus más mínimos detalles, laboriosamente ensambladas las diferentes piezas de hierro que, previamente, han debido ser moldeadas y forjadas para conseguir esas maravillosas formas que componen el conjunto de la madre y el niño envuelto en su toquilla, esa mano que agarra firmemente una hoz...».




ArribaAbajoDama oferente

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Conocida también como «La mujer del vaso», esta obra concluida en 1933 fue una de las cinco esculturas que Picasso cedió al Pabellón español. Realizada también en su estudio de Boisgeloup, la obra, de más de dos metros de altura, recrea con cierto aire primitivista las remotas figuras de la tradición ibérica.




ArribaAbajoPlanta baja del Pabellón español

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Atravesando la entrada, se encontraba el pórtico que ocupaba la mitad de la planta baja y a la derecha lo primero que llamaba la atención era la gran pintura mural de Picasso, «Guernica». Ante el cuadro y en el centro del pórtico brillaba el mercurio de la «Fuente» de Alexander Calder. A la izquierda se encontraban las vitrinas destinadas a folletos y publicaciones así como un mostrador para la venta de folletos, postales y otras publicaciones, las oficinas y el servicio de información para los visitantes.


(Texto de Josefina Alix Trueba, Pabellón español: Exposición Internacional de París 1937, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987)                





ArribaAbajoPresencia de García Lorca

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

La presencia de Federico García Lorca en el Pabellón español representó un auténtico símbolo de la unión intelectual en favor de la libertad. Fue colocado un gran retrato del poeta junto a algunos ejemplares de su obra Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, en el Servicio de Publicaciones, situado en la planta baja del Pabellón. También en uno de los fotomontajes regionales podía leerse unos versos de Lorca, del poema «Romance de la Guardia Civil»


¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Ciudad de dolor y almizcle
con las torres de canela.






ArribaAbajoBuñuel y el cine

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Vista de la sala de proyecciones del Pabellón español

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Fotograma del filme documental Madrid, realizado en 1937 por Manuel Villegas López

Tras el comienzo de la Guerra Civil, Luis Buñuel fue nombrado coordinador de Propaganda al Servicio de la Información en la Embajada española en París. En 1937 supervisa la producción y realización de la película de propaganda España leal en armas. El gobierno republicano le encarga la programación cinematográfica del pabellón español en la Exposición Internacional de París.

Fueron proyectadas doce películas y documentales de carácter histórico, cultural y político, aunque sólo tres de las producciones hacían referencia a la situación bélica de España. Buñuel ofició además como productor del único largometraje presentado en la muestra: La hija de Juan Simón (1935).




ArribaAbajoPlanta segunda del Pabellón español

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

La segunda planta estaba destinada a las secciones de artes plásticas y artes populares. Dividida longitudinalmente por medio de paneles móviles, la entrada se hacía por la sección de artes plásticas para seguir el recorrido por las artes populares y de allí, una escalera conducía a la primera planta. Según se bajaba, el visitante tenía en frente el gran mural de Joan Miró «El payés catalán en revolución», una de las impresionantes obras del pintor y de enormes dimensiones -desgraciadamente desaparecida.

(Texto de Josefina Alix Trueba, Pabellón español: Exposición Internacional de París 1937, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987)                





ArribaAbajoEsculturas Barral

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Emiliano Barral había muerto en el frente español el 21 de noviembre de 1936. El comisariado del Pabellón español decidió incluir 18 esculturas de Barral, como homenaje póstumo a su figura. Gran amigo de Antonio Machado, Barral dedicó al poeta un retrato en piedra que, a pesar de no disponer de datos gráficos, es de suponer que formara parte de la exposición.




ArribaAbajoPayés catalán en rebeldía

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

La monumental obra de Miró pintada sobre una de las paredes del Pabellón español, representa uno de los alegatos más valiosos sobre la libertad presentados en la Exposición de 1937. El mural se encontraba en el rellano de la escalera que comunicaba la primera y la segunda planta. Miró relata así su experiencia en la Exposición Internacional de París:

Participé en el Pabellón español de la Exposición de París en 1937, porque me sentía humanamente solidarizado con lo que representaba... Presenté el gran panel del «Payés catalán en rebeldía» de grandes dimensiones, que pinté directamente subido en unos andamios en la misma sala del edificio... la ejecución de esta obra fue directa y brutal... Escogí este personaje, con una estrella azul proyectándose en la superficie, porque el payés con una hoz es un gran símbolo de Cataluña, personaje que echa sus raíces más profundas en la tierra, materializándose con ella.



Bajo el mural de Miró podía leerse las letras del himno catalán: «Els segadors».


(Fuente: Fernando Martín Martín, El pabellón español en la exposición Universal en París en 1937, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983)                





ArribaAbajoPlanta primera del Pabellón español

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

La primera planta estaba completamente dedicada a la información, a base de paneles de fotomontajes, sobre actividades económicas, riquezas nacionales, estadísticas, agricultura, educación, previsión, escuelas, sanidad pública, misiones pedagógicas, etc.


(Texto de Josefina Alix Trueba, Pabellón español: Exposición Internacional de París 1937, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987)                





ArribaAbajoFotomontajes de Renau

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

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Foto cedida por el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Las obras de Josep Renau manifiestan una clara voluntad socio-política, empeño al que servía de manera privilegiada el formato artístico elegido por Renau: el cartel y el fotomontaje. Las obras de Renau se expusieron en la planta baja del pabellón español, en la sección de artes populares y artesanía. Los fotomontajes hacen un recorrido por las distintas regiones de España, que reflejan en los casos catalán y vasco principalmente, una declarada actitud combatiente. Una de las series más destacadas fue la dedicada a los desastres de la guerra: las víctimas, la orfandad, la destrucción del patrimonio artístico y monumental, etc. Las imágenes se combinaban igualmente con objetos y trajes representativos de las distintas regiones, y se completaban con textos y citas, como la extraída del Quijote:

On doit exposer sa vie pour la liberté.







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