Nacido en Sevilla en 1890, Lasso de la Vega participa desde muy joven de la bohemia madrileña de principios de siglo. Su figura llena de pintorescas anécdotas las memorias de Cansinos y de González-Ruano. Es por entonces uno de los poetas
menores del modernismo, que unas veces se inclina hacia su lado más simbolista y otras hacia el más decorativo. Esa primera etapa está recogida en sus dos primeros libros y en numerosos poemas dispersos por algunas de las revistas más populares de la época, como Blanco y Negro y La Esfera. A partir de 1919 se convierte en uno de los adalides de la vanguardia, colaborando con frecuencia en la revista Ultra. Tristan Tzara lo incluyó en 1920 en la lista de los «présidents Dada», junto a Cansinos. Huidobro y Guillermo de Torre. Esa abundante colaboración queda dispersa en las revistas de vanguardia -no sólo españolas, también francesas como Le Libre Essor o La Vie des Lettres- hasta que Juan Manuel Bonet incluye buena parte de ellas en su monumental edición de Poesía. Es también Bonet quien ha puesto de relieve la mixtificación bibliográfica que Lasso lleva a cabo a partir de 1936, con la publicación de la antología Pasaje de la poesía, que supuestamente recogería poemas escritos entre 1911 y 1927. En 1936 la vida bohemia de Lasso de la Vega ya ha quedado atrás. Se ha casado con la pianista Florine Baer, ha cambiado su apariencia física y ha hecho realidad sus aspiraciones aristocráticas: firma Pasaje de la poesía como «Marqués de Villanova», título que ya antes había utilizado esporádicamente. A partir de entonces vivirá en Italia y en París hasta su tardío regreso a España, donde morirá en
1959. Sus libros serán fundamentalmente lujosas autoediciones destinadas a presentarle como un abanderado de la vanguardia española. Para ello no tendrá inconveniente en falsificar las fechas e incluso falsificar materialmente, en los años cuarenta, una primera edición de 1916. En el prólogo a la traducción italiana de Prestigios, aparecida en 1944. Anna Bonetti escribió: «A Villanova se le debe toda la poesía moderna española y no se puede negar que él solo ha abierto
la puerta a los renovadores».
Cuando ya nos importan poco esas viejas polémicas vanguardistas sobre quién fue el primero en esta o aquella novedad tipográfica (Huidobro tenía idéntica obsesión y también cedió a la falsificación bibliográfica), la poesía de Lasso de la Vega se nos presenta como una de las más variadas, significativas y misteriosas de su tiempo.
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Obra poética
Rimas de silencio y soledad, Madrid, Imprenta Artística de José Blas y Cía., 1910.
El corazón iluminado y otros poemas, Madrid, Editorial América, 1919.
Pasaje de la poesía (1911-1927), París, Debresse, 1936.
Prestigios (1911-1916), Florencia, 1942.
Presencias (1912-1918), Florencia, 1942.
Oaristes, Venecia, Oficina de la Gazzetta, 1940.
Constancias, Florencia, Beltrami, 1941.
Antología (selección y prólogo de Joaquín Caro Romero), Madrid, Rialp, 1975.
Galería de espejos, Madrid, Entregas de la Ventura, 1980.
Hotel del Universo. Poemas, sátiras, fábulas y epigramas del paraíso terreno, Madrid. Estación Central, 1996.
Poesía (ed. Juan Manuel Bonet), Granada, Corvares (col. La Veleta), 1999. Incluye los anteriores libros, además de poemas dispersos en revistas y el inédito Fortuna y lástimas de amor (1944).
Bibliografía
ANDRÉS RUIZ, Enrique, «Lasso de la Vega: la novela de la poesía», en Nueva Revista, núm. 71, septiembre-octubre de 2000, págs. 142-147.
BONET, Juan Manuel, «A quest for Lasso», prólogo a Poesía, págs. 9-57.
CARO ROMERO, Joaquín, «El marqués de Villanova», en Antología, págs. 9-23.
LAMILLAR, Juan, «Silueta del marqués de Villanova», en Fin de Siglo, núm. 5, 1983, págs. 2-5; El desorden del canto, Sevilla, Renacimiento, 2000, págs. 9-13.
MASOLIVER, Juan Antonio, «Galerie de Glaces», en Perfil de sombras, Barcelona, Destino, 1994, págs. 292-294.
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Soneto del silencio
Tu voz, que no se escucha, se mantiene
en el interno fondo regalada;
y es nuestra propia voz, que aunque no suene,
¡acaso sea la única escuchada!
-Senda escondida, manantial que viene
del infinito en marcha sosegada;
isla que sueña... lascitud selene...
Palabra no sabida ni olvidada.
A esta quietud del alma para el mundo,
nada se acerca tanto y se asemeja
como el cristal inmóvil de la fuente,
que en un silencio vasto -¡el más profundo!-,
y en un éxtasis, ¡todo se refleja
en su fondo, serena y mansamente!
[Rimas de silencio y soledad]
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Sueños
¡Oh, dulces sueños míos! No sois para la vida,
ni sois para la muerte. Venís del infinito
magnífico; del fondo distante de un espejo
fantástico; del agua serena de un gran río...
No nacéis ni morís. Sois perpetuos. Brotáis
del tiempo y del espacio. Y atentos al prodigio
de un ser consciente y propio que encarne vuestra esencia,
volvéis a la incorpórea verdad del infinito.
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Media luz
Las sombras de la tarde
cubren el aposento.
Se refleja el crepúsculo
de oro en los espejos.
-La lámpara no enciendas
todavía. No quiero
de las sombras amables
ahuyentar el misterio.
Abriré la ventana
hacia el azul del cielo.
La abriré, y entrarán
en un tropel los sueños.
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Diciembre
Diciembre triste. El cielo, plomizo y bajo, pesa
sobre el alma. ¡Qué llantos ocultos! Se presiente
un gran dolor de todo bajo la bruma espesa,
y, suspira el crepúsculo melancólicamente.
Una estatua de mármol, desnuda y blanca, expresa
el alma del silencio que llora en el ambiente:
su mirada que duerme, cual si evocara, besa
armónica, el encanto de un bello mundo ausente.
En la quietud ruinosa de la glorieta -triste,
abandonada y bella-, un hondo sueño existe.
La tarde va cayendo... La soledad sorprende.
¡Está todo tan lejos!... Y en su cristal musgoso
deslíe la fontana su encanto misterioso,
que sólo el alma escucha y sólo el alma entiende.
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Panorama
Campanarios, veletas, floridos ventanales;
altas torres de piedra, lejanías de frondas;
pararrayos, agujas, perfiles ojivales
de los templos augustos y cúpulas redondas.
Azoteas, relojes ciudadanos; banderas
sobre los frontispicios, ondeando gentiles;
telegráficas redes, pretiles, cristaleras,
gasómetros y férreas construcciones fabriles.
Tejados, chimeneas; y algún árbol que asoma
su copa, verde y bela, más alto que las casas.
-¡Como, bajo el azul augusto, con tu aroma
juegas sobre la urbe, brisa alegre que pasas!
¡Acróteras, lucernas, pináculos... la huella
que el ángel de la idea imprimió con su vuelo!
Todo cuanto en la altura de la ciudad descuella,
hermoso, libre y puro, como el humano anhelo.
Palomas, golondrinas de las tardes de oro
en los aleros. Sones de campanas. Ruidos
callejeros, que ascienden en un vuelo sonoro
hacia donde las nubes navegan entre olvidos.
Miradores brillantes que el crepúsculo inflama.
Pluralidad de líneas y colores... efectos
de formas que dibujan el magno panorama
de la urbe; ensamblajes, perspectivas, aspectos.
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¡Excelsitud! Corona poliforme, diadema
profusa de los pueblos. Vigías soberanos
que en la altura gozáis. ¡Oh, aspiración suprema!
¡Expresiones celestes de los sueños urbanos
que vemos sonreír desde los aeroplanos!
[El corazón iluminado y otros poemas]
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Pointe sèche
(Grabado a la punta seca)
Tricole fanion
qui flotte dans la fraîcheur
Banderín tricolor
que flota en la brisa
por encima de las casas.
Lejanos rumores.
La ventana en el tejado.
Bajo el cielo techo azul
la vida de la ciudad viene hasta mí.
La luna periscopio
sube en el horizonte.
Hay como hielo
sobre las pizarras
resplandecientes y alegres en su frío
y una clara quietud muy silenciosa
que ha visto
el Paraíso blanco y amarillo de los gatos
por doquiera lleno
de árboles enanos.
Arriba la buhardilla.
Estampa japonesa
a esta hora
la más bella que pasa
cuando el día se va
y el cálido aliento que se escapa de los hogares
el humo frágil de las chimeneas.
Se queda inmóvil
el niño nadador en el acuario.
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El azul del cielo está tan cerca
que cojo las estrellas del crepúsculo.
Serenidad.
Abajo
en la calle invisible
un auto que pasa
lanza un golpe de bocina
que rebota sobre las tejas.
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Circuito
L'immense usine toujours
chante sans repos
La fábrica inmensa canta siempre sin reposo
en todos los tiempos y en todos los lugares
Ante mi casa llena de luz
y en las calles
Es un eco redondo
a la vez muy próximo y lejano
La canción profunda y siempre idéntica de los dínamos
Auteuil estaba azul como Passy
El Sena de plomo y la Torre Eiffel de guardia
dominando los barrios y los alrededores de París
Sutiles vértices recónditos
lanzaban invisibles ondas de oro
La Torre hablaba con todo el mundo
Yo contemplaba las figuras de las estrellas
a lo largo de las avenidas geométricas
fumando mi pipa
sobre el puente
el metro venía como un relámpago
Eran las 18 horas
En la estación de Grenelle
Arriba la ciudad pasaba sobre nosotros
Un cambio de tren en la Motte-Picquet
rápidamente
Siempre rápidamente
Cuando subimos en la ópera
arcos voltaicos
chorreaban su claridad sobre los bulevares sonoros
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La ciudad estaba llena de gente
Cada actividad correspondía ocultamente
a percusiones de dínamos distantes
y en el fondo se oían sus resonancias palpitantes
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Perpendicular
Des arbres de tréteaux et des lumières brisées
Árboles de escenarios y luces heridas
la encrucijada inmóvil reposa para sí
los interiores encerrados al crepúsculo
desfilan por los patios a lo largo de los elevadores
cuando la rosa eléctrica inciensa los espejos
la mujer en silencio pasa por la alfombra vacía
escaleras profusas hacia todos los pisos
en lo más alto de la casa sobre la calle inclinada
los tejados se ponen en plan de filosofar
hay estrellas sutiles para todos los gatos
y buhardillas agachadas bajo los hilos del teléfono
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Caminos de hierro
Nidos de locomotoras
las estaciones
libran los tránsitos
Arcos
puertas de las ciudades
como el cielo
palpitantes a todas horas
en los centros
bajo las humaredas
Belleza del esfuerzo
He aquí la velocidad bien encauzada
hija de la voluntad
Adioses
Bienvenidas
Lágrimas
Alegría
Y también
la indiferencia muda que rueda y rueda
en los días
sobre los caminos
Todo va a alguna parte
El tiempo desfila
vestido de todos los paisajes
todas las ciudades del mundo
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Es la flecha del tren
que se dirige fuerte sobre su fin.
Detrás
el último vagón
engendra de nuevo el espacio
[Poesía. (Poemas dispersos del periodo ultraísta)]
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Tránsito
A Bela, en un jardín de Polonia
Sin tiempo, en fondos desiertos,
la casa lejos, sin nadie,
cerró puertas y ventanas
prisionera de las llaves.
La casa desierta, en fondos
medrosos de soledades,
ha traspasado la vida
en fuga de ocultos cauces.
Quietudes estilizadas
la velan de claridades,
traspuesta en paz, entre duelos
arrodillados de sauces.
En espesuras de octubre
la prisionera sin nadie
ha traspasado la vida
en filo quieto del aire.
En diligencias sin tiempo,
inteligencias de ángeles
se la llevaron exacta
al cielo de los estanques.
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Poniente
Notre-Dame
La ciudad se fragmenta en múltiples colores
Qué hermosas vestiduras lucen las avenidas
Qué extrañas vidrieras sobre el ir y venir
Arbolados de humo
Surtidores de plata
Construcciones de oro sobre yunques de acero
En olas de ruidos suben los bulevares
En el horizonte
Las torres gemelas
Sostienen la tarde
París, 1914
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Enigmas
A Fernando Villalón, conde de Miraflores
El tiempo que no ha pasado
La ventana que se abre de pronto
La lámpara que aumenta su brillo
El perro aullando en la noche
La llave que se ha perdido
El espejo que no estaba roto
La novia que llora sin motivo
El gato negro que se entró en casa
El vaso que se rompe solo
Los muebles que hacen ruido
La puerta siempre cerrada
El cuadro torcido en la pared
Los tacones que andan en el tejado
El reloj sonando otras horas
El hombre que vuelve a entrar
El desconocido que siempre encontramos
La voz del que no se ve
El can que nos sigue por la acera
El ausente a quien recordamos y no tarda en aparecer
—39→
Puerto
En Calais la otra mañana
en un cabaret del puerto
entre las cortinas blancas
una sirena al espejo.
En el tocador de al lado
sobre su palanganero
el jabón con algas húmedas
y el peine de sus cabellos.
Ante la ventana verde
la mesa está disponiendo,
en los manteles con anclas
la nave de los cubiertos.
Bajo el corpiño apretado
pleamar en colmos sus pechos
y por sus manos se sala
toda la sal del salero.
En aires de rubias islas
vienen cuatro marineros
y entran los cuatro horizontes
con el azul de sus cuellos.
Va en espumas la cerveza
por sus cantos y sus sueños
mientras suena el organillo
granizo y nácar moliendo.
—40→
Al temporal las ventanas
alas de cristal se abrieron
y las cortinas de encajes
se vuelan por los espejos.
Estrella de muchas puntas
la mar danzando a lo lejos
y el arco iris tendido
sobre los hombros del puerto.
Los marineros son ángeles
desembarcados del cielo
y la sirena la virgen
de la rosa de los vientos.
1921
[Pasaje de la poesía]
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[Cuando yo era niño...]
Cuando yo era niño
la azotea de mi casa de Sevilla
era el puente de un barco
Un barco que viajaba según iban cambiando
los días y el color de las tardes
Y justamente debajo
había en el piso principal
un vetusto salón
que era la cámara del barco
en la que demoraban unos graves señores
embutidos en trajes antiguos de Almirante
Eran los retratos de mis antepasados
Cuando yo era niño
la biblioteca de casa era la iglesia de un convento
y los escaños del coro eran los estantes
Y en medio había una vitrina
con libros genealógicos abiertos sobre atriles
Viejas cartas ejecutorias
miniadas en rico pergamino
que eran Antifonarios
en los que se cantaban los oficios de Vísperas
como en la Catedral
Y los rayos de sol que caían de los altos ventanales
eran ángeles con lámparas
—42→
Cuando yo era niño
en todos los lugares donde me llevaban la primera vez
había cosas nuevas
desconocidas para mí
Y yo las recordaba sin embargo
Cosas que me miraban fijamente
hablándome a los ojos
como espejos
con un lenguaje de cuentos
Espejos de historias sin palabras
que sólo yo entendía
Y esos espejos eran poemas
Y los poemas
algunos son los mismos que yo escribí después
Y los otros
son los que no se escribirán jamás
1915
[Prestigios]
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Islas
La verdad de mí mismo está por dentro
y todo lo demás que me rodea
(simulacros recuerdos episodios)
son como el mundo donde marcho -ideas
Reflejos de reflejos -y distancias
que un azar me presenta y me retira
Son islas como yo que van andando
por un mar sin razón a la deriva
—44→
Otoño
Las noches vienen cada vez más pronto
y el jardín se despoja cada día
Las hojas secas son puestas de otoño
y las puestas de sol hojas caídas
El jardinero hacia un rincón las barre
y en un montón después las quema todas
Y las hojas son humo de las tardes
y las tardes el humo de las hojas
Wahringer (Viena), 1937
(Hasenauerstrasse)
—45→
Máscara
Sobre tus ríos Venecia
una máscara se esconde
Son las góndolas su traje
de dominó todo negro
Se le habla -No responde
Su rostro brilla en las sombras
Luna antifaz de tus noches
Venezia, 1936
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Como voy pensando
Una tarde opaca -la tarde de un día
cualquiera del año y de nuestra vida
Tarde como tantas que la calle rinde
con sus altos muros monótona y triste
En este café -tras de los cristales-
donde se hace aún más triste la tarde
Yo pienso abstraído sin dónde ni cuándo
Y el tiempo se marcha como voy pensando
Viena, 1937
(Café Herrenhot)
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Domingo
Humildad de la yerba pobre y vieja
que cubre los guijarros de la calle desierta
Domingo
Soledad
Portal de beatitudes celestes sobre blanco
Desierto puro abierto en la ciudad
con silencios perennes de espejos en espera
que la noche los cierre con párpados violetas
(Ah qué cansancio de descanso)
Y
aquí siempre es domingo
Brujas, abril, 1938
(Quai du Rosaire)
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Lluvia
La tarde se aburre con su lluvia
color de vidrio viejo
(No hay novedad posible y la espera es tan larga
como este tren de invierno que no va a ningún sitio)