Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

31

Ibid., p. 98.

 

32

Ibid., p. 22.

 

33

Por ejemplo, en «Coses en dulce paz» representa a Fuensanta en el trance de escuchar otro poema que sí recogerá en La sangre devota: «Para tus dedos ágiles y finos».

 

34

«Sigamos sumergiéndonos...» dice en «Rumbo al olvido». La imagen del hundimiento, en este caso, en las aguas del diluvio es variante de otro tema reiterado: el de la asfixia, que ilustra el entredicho insalvable (leit-motiv que no deja de causar un leve estremecimiento toda vez que el poeta murió asfixiado).

 

35

«La sangre devota, libro de versos de Ramón López Velarde», en El Nacional, México, 2 de febrero de 1916.

 

36

«La sangre devota por el Licenciado Ramón López Velarde», La Nave, México, 1 de mayo de 1916.

 

37

Pueden verse a este respecto los imprescindibles trabajos de Luis Noyola, Allen W. Phillips y Octavio Paz. De manera documentada y precisa, los tres comentaristas resumen una nómina que registra como principales influencias a los latinoamericanos Darío, Herrera y Reissig, Lugones, José Asunción Silva; a los españoles González Blanco, Valle-Inclán, Marquina, Villaespesa, De Répide, Azorín, Machado, Jiménez y Gabriel y Galán; a los mexicanos González León, Nervo, Othón, Rebolledo y Nervo; a los franceses Baudelaire, Laforgue, Jammes y Samain; a los belgas Rodenbach, Verhaeren y Maeterlinck.

 

38

Muerte sin fin e Ifigenia cruel son, respectivamente, los grandes poemas de José Gorostiza y de Alfonso Reyes.

 

39

«El camino de la pasión», op. cit., p. 185.

 

40

Op. cit., p. 646.