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1

En la Adjunta al Parnaso, de 1614, Cervantes nos dice que guarda en sus cajones seis comedias «con otros seis entremeses», y que piensa darlos a la imprenta. Personalmente, y dado el tono de la Adjunta, no creo que ese seis quiera decir realmente «seis», sino que es una sencilla manera coloquial de decir «algunos». Es decir, Cervantes quiera decir que tiene «encerrados en casa unas cuantas comedias y otros tantos entremeses».

 

2

Véase E. Asensio, Itinerario del entremés, Madrid, Gredos, 1965.

 

3

Véase página 109 de la presente edición.

 

4

Bruce W. Wardropper, Historia de la poesía lírica a lo divino, Madrid, 1958.

 

5

No es natural que el orden en que aparecen los entremeses en la primera edición suponga algo relativo a su fecha de redacción, ni a la estimación personal del autor. Más bien parece una simple agregación de originales, sin mayor trasfondo. Esta falta de un «orden» interno ha provocado intentos de clasificación de los entremeses, bien por temas, bien por la forma de desenvolverse la acción escénica. Intentos loables, no añaden gran cosa al entendimiento de la obra cervantina.

 

6

Especialmente en las alegaciones de Guiomar, la mujer del soldado, y en las respuestas de éste. Se trata de una sosegada exposición de la vida del soldado, de la que Cervantes tendría gran experiencia. El contraste entre el sosiego de esta pareja y el arrebato de alguna otra es un gran elemento de teatralidad.

 

7

Estos versos acusan la valoración vulgar que se tenía de la formación cultural. Debe verse en ellos un prejuicio antijudaico, derivado de que eran judíos, en su mayoría, los que se dedicaban a tareas intelectuales.

 

8

El conde Lucanor fue publicado por Gonzalo Argote de Molina, Sevilla, 1575. Está, pues, muy dentro de lo posible, que Cervantes lo leyera. También aparece el tema en El buen aviso y portacuentos, de Juan de Timoneda, Valencia, 1564. Para la relación con Til Eulenspiegel, véase M. Bataillon, Varia lección de clásicos españoles, Madrid, Credos, 1964. La profunda asimilación de lo tradicional y folklórico por Cervantes es muy destacada en lo que se refiere a la elaboración de numerosos aspectos de su obra. Véase Mauricio Molho, Cervantes: Raíces folklóricas, Madrid, Gredos, 1976.

Debemos recordar que existe otro Retablo de las maravillas obra de Quiñones de Benavente, inferior al cervantino desde cualquier punto de vista.

 

9

I, XXXV, Nuovo modo di castigar la moglie.

 

10

El viejo celoso ha provocado copiosas investigaciones a la búsqueda de fuentes, relaciones, analogías, etc. Hay un notable repertorio de ascendientes folklóricos donde se encuentra el paño que tapa la entrada del galán a los ojos del marido engañado, suceso que es muy posible que aún ande vivo en la tradición oral. Hay también relación con una novelita de Bandello (I, v). Sin duda alguna, la gran fuente es la novela del propio Cervantes, como se señala arriba.

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