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Abajo

Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1624)

Lope de Vega

Ramón González (Ed. Lit.)








ArribaAbajo- 1 -


Desconfianza de sus versos


Abajo   Los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis concepto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima:

   oíd de un Caos la materia prima,  5
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.

   Estas, en fin, reliquias de la llama,
dulce que me abrasó, si de provecho  10
no fueran a la venta, ni a la fama,

   sea mi dicha tal, que a su despecho
me traiga en el cartón quien me dé fama,
que basta por laurel su hermoso pecho.




ArribaAbajo- 2 -


Propone lo que ha de cantar en fe de los méritos del sujeto


ArribaAbajo   Celebró de Amarilis la hermosura
Virgilio en su Bucólica divina,
Propercio de su Cintia, y de Corina
Ovidio en oro, en rosa, en nieve pura.

   Catulo de su Lesbia la escultura  5
a la inmortalidad pórfido inclina,
Petrarca por el mundo peregrina
constituyo de Laura la figura.

   Yo, pues amor me manda que presuma
de la humilde prisión de tus cabellos,  10
Poeta Montañés, con ruda pluma,

   Juana, celebraré tus ojos bellos,
que vale más de tu jabón la espuma,
que todas ellas, y que todos ellos.




ArribaAbajo- 3 -


Dedicatoria de la lira, con que piensa celebrar su belleza


ArribaAbajo   A ti la lira, a ti de Delfo y Delo,
Juana, la voz, los versos y la fama,
que mientras más tu hielo me desama,
más arde amor en su inmortal desvelo.

   Criome ardiente salamandra el cielo,  5
como Sirena a ti, menos la escama,
para ser mariposa no eres llama,
fuerza será mariposar en hielo.

   Mi amor es fuego elemental segundo,
de Scitia tu desdén los hielos bebe,  10
tal imposible a mi esperanza fundo.

   Pues a decir que fuéramos se atreve,
cuando no los hubiera en todo el mundo,
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.




ArribaAbajo- 4 -


Disculpa la humildad del estilo con la diversión de alguna pena


ArribaAbajo   Versos de almíbar y de miel rosada
Amor me pide, siempre que me topa,
y dame acíbar en la dulce copa
de un partido clavel, gloria penada.

   Yo cantaré con lira destemplada,  5
o Sirena bellísima de Europa,
tu enfaldo ilustre, tu jabón, tu ropa
del patrio río en su cristal bañada.

   Quien no me entiende, como yo me entiendo,
sepa, dejando lo Aristarco aparte,  10
que del profano vulgo me defiendo.

   Bien fuera justo del Flamenco Marte
cantar las iras, pero yo pretendo
templar tristezas, despreciando el arte.




ArribaAbajo- 5 -


Sobre los laureles poéticos


ArribaAbajo   Llevome Febo a su Parnaso un día,
y vi por el cristal de unos canceles
a Homero y a Virgilio con doseles,
leyendo filosófica poesía.

   Vi luego la importuna infantería  5
de poetas fantásticos noveles,
pidiendo por, principio más laureles
que anima Dafnes y que Apolo cría.

   Pedile yo también por estudiante,
y díjome un bedel: «Burguillos, quedo:  10
que no sois digno de laurel triunfante.»

   «¿Por qué?», le dije; y respondió sin miedo:
«Porque los lleva todos un tratante
para hacer escabeches en Laredo.»




ArribaAbajo- 6 -


Pésale de ser poeta y se le debe creer, habla con el Parnaso


ArribaAbajo   Excelso monte, cuya verde cumbre
pisó difícil poca planta humana,
aunque fuera mejor que fuera llana,
para subir con menos pesadumbre.

   Tú que del sol a la celeste lumbre  5
derrites loco la guedeja cana,
y por la hierba de color de rama
deslizas tu risueña mansedumbre.

   A tu fuente conducen mi persona
Poeta en pelo, mientras tengo silla,  10
vanos deseos de inmortal corona.

   Que para Don Quijote de Castilla,
desdichas me trajeron a Helicona,
pudiéndome quedar en la Membrilla.




ArribaAbajo- 7 -


En elogio a doña Juana de Guardo


ArribaAbajo   Bien pudo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena;
pues a Filis también, siendo morena,
ángel Lope llamó de nieve pura.

   Bien puedo yo fingir una escultura  5
que disculpe mi amor, y en dulce vena
convertir a Filene en Filomena,
brillando claros en la sombra oscura.

   Mas puede ser que algún lector extrañe
estas musas de amor hiperboleas,  10
y viéndolas después se desengañe,

   pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios que a nadie engañe:
basta que para mí tan linda seas.




ArribaAbajo- 8 -


Alude a la saeta de Philipo, padre de Alexandro, que le sacó de los ojos Critóbulo, excelente médico


ArribaAbajo   Púsose Amor en la nariz el dedo,
jurando por la vida de Acidalia,
castigar mi rigor, aunque a Tesalia
fuese por hierbas para algún enredo.

   Y Juana por la puente de Toledo  5
más en Holanda, que en Tabí de Italia
pasó con cuatro puntos de sandalia;
máteme Amor, si medio punto excedo.

   Del pie a mis ojos, de su pie despojos,
tal flecha de oro entonces enarbola,  10
como la que a Felipe daba en ojos.

   Pero halló el Macedón farmacopola,
yo no, que con la flecha por los ojos
remedio espero de la muerte sola.




ArribaAbajo- 9 -


Dice el mes que se enamoró


ArribaAbajo   Érase el mes de más hermosos días,
y por quien más los campos entretienen,
señora, cuando os vi, para que penen
tantas necias de amor filaterías.

   Imposibles esperan mis porfías:  5
que, como los favores se detienen,
vos triunfaréis cruel, pues a ser vienen
las glorias vuestras y las penas mías.

   No salió malo este versillo octavo;
ninguna de las musas se alborote  10
si antes del fin el sonetazo alabo.

   Ya saco la sentencia del cogote;
pero, si como pienso, no le acabo,
echárale después un estrambote.




ArribaAbajo- 10 -


Describe un monte


ArribaAbajo   Caen de un monte a un valle entre pizarras
guarnecidas de frágiles helechos,
a su margen carámbanos deshechos,
que cercan olmos y silvestres parras.

   Nadan en su cristal ninfas bizarras,  5
compitiendo con él cándidos pechos,
dulces naves de amor, en más estrechos
que las que salen de españolas barras.

   Tiene este monte por vasallo a un prado,
que para tantas flores le importuna  10
sangre las venas de su pecho helado;

   y en este monte y líquida laguna,
para decir verdad como hombre honrado,
jamás me sucedió cosa ninguna.




ArribaAbajo- 11 -


Turbación del poeta al verse favorecido


ArribaAbajo   Dormido Manzanares discurría
en blanda cama de menuda arena,
coronado de juncia y de verbena,
que entre las verdes alamedas cría;

   cuando la bella pastorcilla mía,  5
tan sirena de amor como serena,
sentada y sola en la ribera amena,
tanto cuanto lavaba nieve hacía.

   Pídele yo que el cuello me lavase,
y ella, sacando el rostro del cabello,  10
me dijo que uno de otro me quitase;

   pero turbado de su rostro bello,
al pedirme que el cuello le arrojase,
así del alma, por asir del cuello.




ArribaAbajo- 12 -


Satisfacciones de celos


ArribaAbajo   Si entré, si vi, si hablé, señora mía,
no tuve pensamiento de mudarme;
máteme un necio a puro visitarme,
y escuche malos versos todo un día.

   Cuando de hacerlos tenga fantasía,  5
dispuesto el genio, para no faltarme
cerca de donde suelo retirarme,
un ministril se enseñe a chirimía.

   Cerquen los ojos, que os están mirando,
legiones de poéticos mochuelos,  10
de aquellos que murmuren imitando.

   ¡Oh si os mudasen de rigor los cielos!
Porque no puede ser (o fue burlando)
que quien no tiene amor pidiese celos.




ArribaAbajo- 13 -


Lo que hiciera Paris si viera a Juana


ArribaAbajo   Como si fuera cándida escultura
en lustroso marfil de Bonarrota,
a París pide Venus en pelota
la debida manzana a su hermosura.

   En perspectiva Palas su figura  5
muestra, por más honesta, más remota;
Juno sus altos méritos acota
en parte de la selva más oscura;

   pero el pastor a Venus la manzana
de oro le rinde, más galán que honesto,  10
aunque saliera su esperanza vana.

   Pues cuarta diosa, en el discorde puesto,
no sólo a ti te diera, hermosa Juana,
una manzana, pero todo un cesto.




ArribaAbajo- 14 -


A la ira con que una noche le cerró la puerta


ArribaAbajo   ¿Qué estrella saturnal, tirana hermosa,
se opuso, en vez de Venus, a la luna,
que me respondes grave e importuna,
siendo con todos fácil y amorosa?

   Cerrásteme la puerta rigurosa,  5
donde me viste sin piedad alguna,
hasta que a Febo en su dorada cuna
llamó la aurora en la primera rosa.

   ¿Qué fuerza imaginó tu desatino,
aunque fueras de vidrio de Venecia,  10
tan fácil, delicado y cristalino?

   O me tienes por loco o eres necia:
que si soberbio soy para Tarquino,
ni tú romana para ser Lucrecia.




ArribaAbajo- 15 -


A un peine que no sabía el poeta si era de boj, o de marfil


ArribaAbajo   Surca del mar de amor las rubias ondas
barco de Barcelona, y por los bellos
lazos navega altivo, aunque por ellos
tal vez te muestres, y tal vez te escondas.

   Ya no flechas, Amor, doradas ondas  5
teje de sus espléndidos cabellos;
tú con los dientes no le quites de ellos
para que a tanta dicha correspondan.

   Desenvuelve los rizos con decoro,
los paralelos de mi sol desata,  10
boj, o colmillo de elefante Moro

   Y en tanto que esparcidos los dilata,
forma por la madeja sendas de oro,
antes que el tiempo los convierta en plata.




ArribaAbajo- 16 -


Quéjase del poco respeto que Juana tiene a sus letras, en que se ve la necedad de los que aman


ArribaAbajo   Aquí de Amor, que mata la dureza
de Juana, sin respeto de su grado,
el más impertinente Licenciado,
que en sus leyes formó naturaleza.

   Lo de menos valor es la corteza  5
en cuantas cosas vemos que ha criado,
y a ti al contrario, el corazón te ha dado
de dura piedra en exterior belleza.

   Pues no pueden mis quejas ablandarte,
bien merecieras, Juana rigurosa,  10
suceder en el mármol de Anaxarte.

   ¿Pero en qué piedra para ser mi losa,
pudiera el dulce Ovidio trasformarte,
si ya eres jaspe, de azucena y rosa?




ArribaAbajo- 17 -


Pregonase el poeta porque no se halla a sí mismo


ArribaAbajo   Quien supiere, señores, de un pasante
que de Juana a esta parte anda perdido,
duro de cama y roto de vestido,
que en lo demás es blando como un guante;

   de cejas mal poblado, y de elefante  5
de teta la nariz, de ojos dormido,
despejado de boca y mal ceñido,
Nerón de sí, de su fortuna Atlante;

   el que del dicho Bártulo supiere
por las señas extrínsecas que digo,  10
vuélvale al dueño, y el hallazgo espere;

   mas ¿qué sirven las señas que prosigo,
si no le quiere el dueño, ni él se quiere?
Tan bien está con él, tan mal consigo.




ArribaAbajo- 18 -


Prometiéronle favorecerle para cuando tuviese seso


ArribaAbajo   Señora mía, vos habéis querido
a cautela de amor entretenerme,
de suerte que ya estoy para perderme
al mayor imposible reducido.

   Par el tiempo que cobre mi sentido,  5
piadosa prometéis favorecerme,
¿si fuisteis vos quien pudo enloquecerme,
dónde hallare lo que he por vos perdido?

   Vos sois la culpa, vos la causadora,
de este deliquio y amoroso exceso,  10
tanto vuestra hermosura me enamora.

   Pero si está mi seso y mi suceso
en el que me quitáis, dulce señora,
dejad de ser hermosa y tendré seso.




ArribaAbajo- 19 -


Dice cómo se engendra amor, hablando como filósofo


ArribaAbajo   Espíritus sanguíneos vaporosos
suben del corazón a la cabeza,
y saliendo a los ojos su pureza,
pasan a los que miran amorosos.

   El corazón opuesto los fogosos  5
rayos sintiendo en la sutil belleza,
como de ajena son naturaleza,
inquiétase en ardores congojosos.

   Esos puros espíritus que envía
tu corazón al mío, por extraños  10
me inquietan, como cosa que no es mía.

   Mira, Juana, qué amor, mira qué engaños,
pues hablo en natural filosofía
a quien me escucha jabonando paños.




ArribaAbajo- 20 -


Envidia a un sastre que tomaba las medidas a una dama


ArribaAbajo   Más eres sol, que sastre, ¡extraño caso!
Jaime, pues sólo el sol dicen que ha sido
quien a la Aurora le cortó vestido
con randas de oro en Turquesado raso.

   Tú le mides el pecho, aunque de paso,  5
y yo en mis versos mis desdichas mido,
cortando galas en papel perdido
a manera de sastre del Parnaso.

   Este soneto, Jaime, cosa es clara,
que si dijese aquí lastre, o arrastre  10
el consonante dice en lo que para.

   Mas si envidiar un sastre no es desastre,
cuando te acerques a su hermosa cara
sé tú el Poeta, y déjame ser sastre.




ArribaAbajo- 21 -


Soneto por navidad


ArribaAbajo   Juana, para sufrir tu amado brío
ya no hay defensa en Bártulo ni en Baldo;
Juana, ¿qué olla te vertí, qué caldo,
que tratas como a perro el amor mío?

   Juana, si tus estampas sigo al río,  5
cargas de piedras el honesto enfaldo;
Juana, anteanoche te pedí aguinaldo,
y me llamaste licenciado frío.

   Cruel naturaleza en nieve pura
la fábrica exterior del cuerpo informa,  10
alma tan criminal, áspera y dura:

   que mal el cuerpo al alma se conforma,
pues fue de tan hermosa arquitectura
la materia cristal, bronce la forma.




ArribaAbajo- 22 -


A las fugas de Juana


ArribaAbajo   Como suele correr desnudo atleta
en la arena marcial al palio opuesto,
con la imaginación tocando el puesto,
tal sigue a Dafne el fúlgido planeta.

   Quitósele al coturno la soleta,  5
y viéndose alcanzar, turbo el incesto,
vuelto en laurel su hermoso cuerpo honesto,
corona al capitán, premio al poeta.

   Si corres como Dafne, y mis fortunas
corren también a su esperanza vana,  10
en seguirte anhelantes e importunas,

   ¿cuándo serás laurel, dulce tirana?
Que no te quiero yo para aceitunas,
sino para mi frente, hermosa Juana.




ArribaAbajo- 23 -


A don Juan de Valdés, caballero de la Orden de San Esteban de Florencia, excelente jurisconsulto


ArribaAbajo   Digna siempre será tu docta frente,
Alciato español, del verde engaste,
venciste para mí, don Juan, triunfaste,
y mi fortuna lo contrario intente.

   ¡Qué claro, qué erudito, qué elocuente,  5
al Senado Católico informaste!
en cuya heroica majestad mostraste
tus letras y elocuencia ilustremente.

   Premio tendrás, que hables, o que escribas
del Senado Real, cuando a sus puertas  10
el parabién de vencedor recibas.

   Las leyes vivas siempre fueron ciertas;
¿más qué importan, don Juan, las leyes vivas
en pleito donde están las dichas muertas?




ArribaAbajo- 24 -


A la molestia de los pleitos


ArribaAbajo   Pleitos, a vuestros dioses procesales
confieso humilde la ignorancia mía;
¿cuándo será de vuestro fin el día?
Que sois como las almas, inmortales.

   Hasta lo judicial perjudiciales,  5
hacéis de la esperanza notomía,
que no vale razón contra porfía
donde sufre la ley trampas legales.

   ¡Oh monte de papel y de invenciones!
Si pluma te hace y pluma te atropella,  10
¿qué importa Dinos, Baldos y Jasones?

   ¡Oh justicia, oh verdad, oh virgen bella!
¿cómo entre tantas manos y opiniones
puedes llegar al tálamo doncella?




ArribaAbajo- 25 -


A un avariento rico


ArribaAbajo   Aquí, con gran placer de su heredero,
un avariento miserable yace;
reqüiescant in bello, que no in pace,
pues no supo gozar de su dinero.

   Nunca pensó llegar al fin postrero,  5
punto fatal del que a la vida nace;
mas ya las esperanzas satisface
que en largos años le negó primero.

   ¡Oh juventud lozana!, desperdicia
la plata, el oro con la arena iguala,  10
y en sus doblones pálidos te envicia;

   lascivo con tus damas te regala,
véngate liberal de su avaricia,
y más que él lo guardó, consume y tala.




ArribaAbajo- 26 -


A un palillo que tenía una dama en la boca


ArribaAbajo   En un arco de perlas una flecha
puso el amor, con un coral por mira,
si es que en los arcos por coral se mira
vista, que fue de dos corales hecha.

   Ninguna de morir me dio sospecha,  5
como ésta de su boca dulce vira,
entre cuantas de plomo y oro tira,
que se me vino al corazón derecha.

   Viendo que el hurto a tantos obligara,
con lanza en ristre Amor os ha guardado,  10
Juana, las perlas, porque nadie osara.

   Yo las codicio, y veo el arco armado,
¿mas que dicha mayor, si yo quedara,
flechas de amor, a vuestro palo atado?




ArribaAbajo- 27 -


Quedole más que decir y prosigue en la misma materia


ArribaAbajo   Si palos dais con ese palo hermoso,
ya no es afrenta dar de palos, Juana,
la ley del duelo bárbara inhumana
ya es gloria militar, ya es acto honroso.

   Aquel toro de Europa fabulosa  5
volviera tal garrocha en forma humana;
¿si tal fuera el venablo de Diana,
quién fuera entonces jabalí cerdoso?

   Yo te ofrezco oraciones desde luego,
si me das por Poeta entre los malos  10
con ese palo, Amor, palo de ciego.

   En Tesalia los tuvo por regalos
el Asno de oro, que compuso el Griego,
tu bestia soy, Amor, dame de palos.




ArribaAbajo- 28 -


Cortando la pluma, hablan los dos


ArribaAbajo   -Pluma, las musas, de mi genio autoras,
versos me piden hoy. ¡Alto a escribillos!
-Yo sólo escribiré, señor Burguillos,
estas que me dictó rimas sonoras.

   -¿A Góngora me acota a todas horas?  5
Arrojaré tijeras y cuchillos,
pues en queriendo hacer versos sencillos,
arrímese dos musas cantimploras.

   Dejemos la campaña, el monte, el valle,
y alabemos señores. No lo entiendo;  10
¿morir quiere de hambre? Escriba y calle.

   -A mi ganso me vuelvo en prosiguiendo:
que es desdicha, después de no premialle,
nacer volando y acabar mintiendo.




ArribaAbajo- 29 -


Juicio astronómico del día


ArribaAbajo   Tan vergonzosa Venus, tan mirlada
Iris salió del sol, que parecía
que, celosa de Dafne, daba al día
escrúpulos de luz anticipada.

   Ni agua ardiente francés, desentonada  5
vocal crepusculaba chirimía,
ni despertaba el alba la poesía
ni el pájaro marcial su prenda amada.

   Tan ronco un búho del gaznate arranca
la arteria en voz, con tal agüero en ella,  10
que le quisiera dar con una tranca.

   Dulce reinaba la amorosa estrella.
Yo finalmente amanecí sin blanca;
debió de ser que me acosté sin ella.




ArribaAbajo- 30 -


Hipérbole a los pies de su dama, que este poeta debió de nacer en sábado


ArribaAbajo   Juanilla, por tus pies andan perdidos
más Poetas que bancos, aunque hay tantos,
que tus paños lavando entre unos cuantos,
oscureció su nieve a los tendidos.

   Virgilio no los tiene tan medidos,  5
las Musas hacen con la envidia espantos,
que no hay picos de rosca en todos Santos,
como sus dedos blancos y bruñidos.

   Andar en puntos nunca lo recelas,
que no llegan a cuatro tus pies bellos,  10
ni por calzar penado te desvelas.

   Que es tanta la belleza que hay en ellos,
que pueden ser zarcillos tus chinelas
con higas de cristal pendientes de ellos.




ArribaAbajo- 31 -


Envió una dama una bigotera de ámbar a un galán, que no la había menester


ArribaAbajo   Ocioso, Helena, fue vuestro presente
para tanto marfil lustroso y liso,
que los bigotes del galán Narciso
sostenidos están naturalmente.

   Si vos le presumís barbiponiente,  5
muy de mañana madrugó el aviso,
y si a la cara hacéis moldura y friso,
lo mismo es en la barba que en la frente.

   Donde concurren tantos desengaños,
incrédula debéis de ser, Helena,  10
¿mas quién a de creer tales engaños?

   El ámbar y el cairel no os causen pena,
que a poderlos vivir, de aquí a mil años
os la podré volver tal y tan buena.




ArribaAbajo- 32 -


Aún no dejó la pluma...


ArribaAbajo   El galán de la linda bigotera,
que dicen que sin ella os enamora,
no es como vos le imagináis ahora,
pero como quisiérades que fuera.

   Platos suelen estar en espetera,  5
y espadas en recámara, señora,
y así la bigotera mistifora,
pues no se queda en tres a la primera.

   Debe de ser que ahora es joven tierno;
pero si no, mandad, si sois servida,  10
que la traiga de noche por invierno.

   Para el frío será cosa escogida:
que bigotera en un lampiño eterno
es poner parche donde no hay herida.




ArribaAbajo- 33 -


A la muerte del Marqués del valle. Escribe de veras


ArribaAbajo   A la primera luz, que al viento mueve
trágico ruiseñor en la ribera,
joven almendro erró la primavera,
y anticipado a florecer se atreve.

   Pero trocando en átomos de nieve  5
el blando soplo al céfiro, la fiera
mano del Austro en turbulenta esfera
las flores desmayó primera breve.

   Así, mozo infeliz, cuando le advierte
el valle, el prado en flor anticipada  10
desmaya ramas, y pimpollos vierte.

   Siendo de aquella fábrica dorada
tan breve el fin, que aun ignoró la muerte
si fue con la desdicha, o con la espada.




ArribaAbajo- 34 -


Los varios efectos de la lengua


ArribaAbajo   Por convidado un sátiro tenía
un hombre, a cuyo rostro estaba atento,
consideró que con un mismo aliento
calienta el frío y la comida enfría.

   A las fieras después, «Guardeos, decía,  5
de un animal que con diverso intento,
trocando solamente el movimiento,
varios efectos de una causa cría.»

   Tal es la lengua, si aborrece o ama,
que lo que ama alaba y engrandece,  10
y vitupera aquello que desama.

   Julio, ¿a qué fiera Antandro se parece,
que porque no se envidia no se infama,
y porque no se ve no se aborrece?




ArribaAbajo- 35 -


A don García de Salcedo Coronel, caballerizo del Serenísimo Infante Cardenal


ArribaAbajo   Compusieron de vos Palas altiva,
y la Madre de Amor en Delo y Paros
un timbre ilustre para ingenios claros
de sauce y roble, de laurel y oliva.

   Dulce Apolo Español, de cuya viva  5
llama conceptos producís tan raros,
que siguiéndola vos, por escucharos
se detuviera Dafne fugitiva.

   Ya no es ella laurel, que tanta suma,
como se mira en vos, la envidia asombra,  10
de vuestro Coronel Febo presuma.

   Ninguno como vos laurel se nombra;
pues tanto coronáis, honrad mi pluma,
que de tal Coronel basta la sombra.




ArribaAbajo- 36 -


A la muerte del Rey de Suecia. Escribe en seso


ArribaAbajo   El sucesor del Gótico arrogante,
que fulminó dos veces Carlos Quinto,
en blanco armado, aunque de sangre tinto,
del sacro Imperio presumiose Atlante.

   Estaba el mundo en acto circunstante,  5
si bien el voto universal distinto,
cuando cayó de tanto laberinto
con breve plomo el ínclito gigante.

   Mesurose el león de España, el ave
del Imperio paró las sacras plumas,  10
y el gran Melchisedech doró la llave.

   Que suelen de olas infinitas sumas,
pensando altivas contrastar la nave,
hacer montañas, y morir espumas.




ArribaAbajo- 37 -


A la décima musa, doña Bárbara Ferreira de La Cerda, señora portuguesa


ArribaAbajo   Cuando elegante de los dos idiomas,
Bernarda celestial, versos imprimas,
con que los montes y árboles animas,
las peñas mueves, y las fieras domas.

   Si lira en soledad, si bronce tomas  5
del estruendo Marcial heroicas rimas,
rindan a tu laurel remotos climas
oro, perlas, coral, palmas y aromas.

   Pues ya con más honor, que al cisne en Tracia,
o Safo Lusitana a las difusas  10
regiones tu valor la fama espacia.

   Serás, pues tantas te dio el cielo infusas,
con la excelencia de la cuarta Gracia,
la décima del coro de las Musas.




ArribaAbajo- 38 -


De algunos predicadores naturales de Madrid, al doctor Francisco de Quintana


ArribaAbajo   Nacieron en Madrid el docto Herrera,
Velasco Eclesiastés, Marquez Cirilo,
Francisco Sánchez, que fecundó Nilo
inunda el coro de la sacra esfera.

   Montero luz en monte, primavera,  5
Soria Basilio, y en florido estilo
Hortensio fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la envidia fiera,

   Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva Aurora,  10
porque si no los vence, los iguale.

   Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria, y la virtud decora.




ArribaAbajo- 39 -


Desgarro de una panza en día de toros. Habla el rocín


ArribaAbajo   Yo Bragadero, valenzuela en raza,
diestro como galán de entrambas sillas,
en la barbada naguas amarillas,
aciago un martes perfumé la plaza.

   Del balcón al toril con linda traza  5
daba por los toritos carrerillas,
y andábame después por las orillas,
como suelen los príncipes, a caza;

   pero mi dueño, la vaqueta alzada,
a un hosco acometió con valentía  10
a pagar de mi panza desdichada.

   Porque todos, al tiempo que corría,
dijeron que era nada, y fue cornada:
mal haya el hombre que de cuernos fía.




ArribaAbajo- 40 -


Encarece su amor para obligar a su dama que lo premie


ArribaAbajo   Juana, mi amor me tiene en tal estado,
que no os puedo mirar cuando no os veo,
ni escribo, ni manduco, ni paseo,
entretanto que duermo sin cuidado.

   Por no tener dineros, no he comprado,  5
¡oh amor cruel!, ni manta ni manteo;
tan vivo me derrienga mi deseo,
en la concha de Venus amarrado.

   De Garcilaso es este verso, Juana.
Todos hurtan: paciencia. Yo os lo ofrezco;  10
mas volviendo a mi amor, dulce tirana,

   tanto en morir y en esperar merezco,
que siento más el verme sin sotana
que cuanto fiero mal por vos padezco.




ArribaAbajo- 41 -


A una dama que salió revuelta una mañana


ArribaAbajo   Hermoso desaliño, en quien se fía
cuanto después abrasa y enamora,
cual suele amanecer turbada aurora,
para matar de sol al mediodía.

   Solimán natural, que desconfía  5
el resplandor con que los cielos dora;
dejad la arquilla, no os toquéis, señora,
tóquese la vejez de vuestra tía.

   Mejor luce el jazmín, mejor la rosa
por el revuelto pelo en la nevada  10
columna de marfil, garganta hermosa.

   Para la noche estáis mejor tocada;
que no anocheceréis tan aliñosa
como hoy amanecéis desaliñada.




ArribaAbajo- 42 -


A un zapato muy grande y desaseado de una dama


ArribaAbajo   ¿Quién eres, Celemín? ¿quién eres, fiera?
¿qué pino te bastó de Guadarrama?
¿qué buey, que a Medellín pació la grama,
te dio la suela en toda su ribera?

   ¿Eres ramplón de Polifemo cuera,  5
bolsa de arzón, alcoba, o media cama.
Aquí de los zapatos de mi dama
que me suelen servir de bigotera.

   ¡O zapato cruel! ¿cuál será el anca
de mula que tiró tal zapateta?  10
y aun me aseguran que el talón le manca.

   Pues no te iguala bota de vaqueta,
este verano voy a Salamanca,
y te pienso llevar para maleta.




ArribaAbajo- 43 -


A una dama que se llamaba paz


ArribaAbajo   Bien pensará quien viere, Paz hermosa,
que he de jugar de guerra en el Soneto,
que pide para vos cierto discreto
de estos que saben solamente prosa.

   Estad segura, Paz, de guerra ociosa,  5
que yo no sé escribir por mamotreto;
sólo de vos diré que en su concepto
sois Paz de muchas guerras victoriosa.

   No tanta paz, encareced retiros,
que os sigue juventud ociosa y loca,  10
y guerra os volverán con perseguiros.

   La bella retirada a vos os toca,
que temo que vendréis a desluciros,
si siendo Paz, andáis de boca en boca.




ArribaAbajo- 44 -


A una dama que llamando a su puerta le dijo desde la ventana: «Dios le provea»


ArribaAbajo   Señora, aunque soy pobre, no venía
a pediros limosna; que buscaba
un cierto licenciado que posaba
en estas casas cuando Dios quería.

   Extraña siempre fue la estrella mía;  5
que a un pobre parecí desde la aldaba,
pues ya que a la ventana os obligaba,
trajiste desde allá la fantasía.

   No porque culpa vuestro engaño sea,
que a tal Dios le provean no replica  10
mis hábitos que son de ataracea.

   No mis letras, mis penas significan;
pero ¿cómo queréis que me provea,
si tales como vos se lo suplican?




ArribaAbajo- 45 -


Madruga a escribir el poeta y toma como achaque el enfadarse del mundo para volverse a dormir


ArribaAbajo   Tomé la pluma, Fabio, al gallicinio,
pasada la intempesta nocturnancia,
y no para buscar pueblos en Francia;
que no tengo historiógrafo desinio.

   Y haciendo de las cosas escrutinio  5
de este mundo visible mi ignorancia,
en todo hallé disgusto y repugnancia
con tanto descompuesto latrocinio.

   Intenté comenzar por desengaños,
del mar de nuestra vida breve espuma,  10
que a tantos necios consumió los años;

   pero al mirar la innumerable suma
de invenciones, de máquinas, de engaños,
dejé los libros y arrojé la pluma.




ArribaAbajo- 46 -


Consuela a Tamayo de que todos maldigan sin culpa


ArribaAbajo   Aquí del Rey, señores: ¿Por ventura
fui yo Caín de mi inocente hermano?
¿maté yo al rey don Sancho el Castellano,
o sin alma signé falsa escritura?

   ¿Púsome acaso en la tablilla el Cura?  5
¿no soy hidalgo y Montañés Cristiano?
¿por qué razón con maldecirme en vano,
no tengo vida ni ocasión segura?

   De oír decir a todos me desmayo,
sin que halla lluvia, o trueno resonante,  10
que vaya a dar en casa de Tamayo.

   Vuestra Merced, rey mío, no se espante
ni tenga pena que le mate el rayo,
que sólo va a buscar su consonante.




ArribaAbajo- 47 -


A la muerte de una dama


ArribaAbajo   Yacen en este mármol la blandura,
la tierna voz, la enamorada ira,
que vistió de verdades la mentira
en toda acción de personal figura;

   la grave del coturno compostura,  5
que ya de celos, ya de amor suspira,
y con donaire, que imitado admira,
del tosco traje la inocencia pura.

   Fingió toda figura de tal suerte,
que muriéndose apenas fue creída  10
en los singultos de su trance fuerte.

   Porque como también fingió en la vida,
lo mismo imaginaron en la muerte,
porque aun la muerte pareció fingida.




ArribaAbajo- 48 -


A don Francisco López de Aguilar


ArribaAbajo   Entre las soledades, don Francisco,
donde el último Nilo se derrama,
ni vive fiera en campo, ni ave en rama,
ni Gitano pastor conduce aprisco.

   Apenas nace el sol verde lentisco,  5
cuando es ceniza de su ardiente llama.
Aquí llorando me llamó una dama
desde la punta de un excelso risco.

   Enternecido yo, piedad humana,
mas si queréis que os cuente alguna cosa,  10
sabed que lo soñaba esta mañana.

   Cuando el rocío del Aurora hermosa
en copa de cristal teñida en grana
con brindis al jazmín bebió la rosa.




ArribaAbajo- 49 -


A la sepultura de Marramaquiz, gato famoso, en lengua culta, que es en la que ellos se entienden


ArribaAbajo   Este, si bien Sarcófago, no duro
pórfido, aquel cadáver bravo observa,
por quien demores tímida caterva,
recóndita cubrió terrestre muro.

   La Parca que ni al joven, ni al maduro  5
su destinado límite reserva,
ministrándole pólvora superba,
mentido rayo disparó seguro.

   Lloren tu muerte Henares, Tajo, Tormes,
que el patrio Manzanares, que eternizas,  10
lágrimas nuestras libará conformes.

   Y no le faltarán a tus cenizas,
pues viven tantos gatos multiformes
de lenguas largas, y de manos mizas.




ArribaAbajo- 50 -


Prueba que amor quiere que le correspondan con el ejemplo de la misma dama


ArribaAbajo   A Temis consultó Venus hermosa,
viendo que el niño Amor no se aumentaba,
y que con otro, que esperando estaba,
se aumentaría, respondió la Diosa.

   Parió Venus a Anteros, y enfadosa  5
también por lo bizarro gregizaba,
pues que correspondencia se llamaba,
y crecieron los dos edad dichosa.

   Tus dientes fueron ya perlas de Oriente,
Filis, pero la edad, ¡cruel sentencia!  10
los de la encía superior desmiente.

   No hay verdadero amor, si hay diferencia,
porque aun para comer de diente a diente
es fuerza que ha de haber correspondencia.




ArribaAbajo- 51 -


Al sujeto de la dama que le dijo «Dios le provea»


ArribaAbajo   Vuesamercé se puso a la ventana,
y luego conoció que era poeta;
(a que la pobreza nunca fue secreta;
sin duda se lo dijo mi sotana).

   Si bien no a todos fiera e inhumana  5
estrella sigue y saturnal cometa,
a muchos dio carroza, a mí carreta;
para otros Venus, para mí sultana.

   Soy en pedir tan poco venturoso,
que sea por la pluma o por la espada,  10
todos me dicen con rigor piadoso:

   «Dios le provea», y nunca me dan nada;
tanto, que ya parezco virtuoso,
pues nunca la virtud se vio premiada.




ArribaAbajo- 52 -


A un perro que mordía a quien tomaba la mano de su ama


ArribaAbajo   Paso Amadís, que el Reino del espanto
tiene perro a la puerta, que no el cielo,
porque las dos figuras de su velo
se muerden con calor, no ladran tanto.

   Dejad la mano, suspended el llanto,  5
que más parece envidia, que buen celo,
de lo que no coméis menos desvelo,
o sois perro, Amadís, o sois encanto.

   Con ser melindre, presumís de alano,
o en vuestra lana Júpiter se muda,  10
que si es de celos, no ladráis en vano.

   Si a mi fuego ponéis su nieve en duda,
basta que tenga su desdén la mano,
que sois muy chico para ser de ayuda.

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