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61

«El joven reportero brinda con los exiliados porque puedan volver pronto y oculta su vergonzoso afán de volverse exiliado también, para siempre jamás» («Nostalgia y café con leche», de Debiste haber contado otras historias, ob. cit., p. 168).

 

62

«La barca de oro», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 278.

 

63

«Otra vuelta a la misma tuerca», de Debiste haber contado otras historias, ob. cit., p. 182.

 

64

El autor declara a Tico Medina que «en 1958 tomamos en El Musel un barco...» (en Asturamericanos. Oviedo, ALSA, 1994, p. 150).

 

65

«Los barcos a volar», de Debiste haber contado otras historias, ob. cit., p. 226. Precisamente con el título de Todos los comienzos publicó el autor en 1983 estos dos libros (Barcelona, Argos-Vergara): el primero con el mismo título de Para parar las aguas del olvido (ob. cit., pp. 7-213), pero el segundo con el de Y otras historias (ob. cit., pp. 217-355).

 

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La obra dramática de Paco Ignacio Taibo I, sin duda por su desconocimiento, no ha merecido apenas la atención crítica. Citemos como ejemplo a César Oliva, quien le dedica apenas veinte líneas en El teatro desde 1936 (Madrid, Alhambra, 1989, p. 186).

 

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México, Alejandro Finisterre, editor, Ecuador 0º0’0’’ (24 de enero de 1967).

 

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Cipriano de Rivas Cherif alude al fracaso de Los cazadores en Madrid: «Consignemos las referencias de un corresponsal acreditado, confirmadas por la rapidísima réplica del interesado, que dan por ruidosamente controvertido el éxito de la pieza en aplausos, ‘pateo’ y varia estimación de los críticos, más bien desfavorable que aprobatoria». Y apostilla sobre el estreno mexicano: «Tampoco aquí, cuando en teatro de paga, ‘pegó’ la farsa de Los cazadores» (Tito Liviano, «El cazador cazado». El Redondel (15 de octubre de 1967). Sin embargo, en la revista Primer Acto puede leerse que Los cazadores «ganó en México el premio a la mejor obra de teatro del año (...). Se estrenó en varios países y fracasó en Madrid, puesta en escena por un grupo experimental» («Taibo; sobre su obra». Primer Acto, 201 [noviembre-diciembre de 1983], p. 47). Sobre la trayectoria de Rivas Cherif en el exilio puede consultarse el libro Cipriano de Rivas Cherif y el teatro español de su época (1891-1967), de Juan Aguilera Sastre y Manuel Aznar Soler (Madrid, Publicaciones de la ADE, 1999, especialmente pp. 397-474).

 

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José María de Quinto, por entonces crítico teatral de la revista Ínsula, expresa un juicio tan rotundo como negativo: «Pocas palabras, muy pocas, para juzgar el experimento que nos ha ofrecido, en el Beatriz, el Teatro Nacional de Cámara y Ensayo. Los cazadores es una farsa desafortunada, conceptuosa, retórica y preciosista, que va a la caza del verbalismo valleinclanesco sin alcanzarlo y, lo que es peor, sin tocar el fondo esperpéntico de la realidad. Un planteamiento muy general y abstracto de la política, a través de un maquiavelismo de vía estrecha, trata de conducirnos a la dramatización de la máxima latina de que «el hombre es un lobo para el hombre». A tal texto tal dirección y tal interpretación, tal puesta en escena. El resultado no ha podido ser más pobre» («Crónica de teatro». Ínsula, 253 [diciembre de 1967], p. 16).

 

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Taibo I ha publicado, entre otros libros, La música de Agustín Lara en el cine (1983), María Félix, cuarenta y siete años por el cine (1985) e Indio Fernández: el cine por mis pistolas (1986), según Humberto Musacchio (ob. cit., p. 1965).