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Lo prueba la errata que encontramos en la edición del Lunario sentimental debida a J. Benítez (Madrid: Cátedra, 1988: 103): «Y la luna en enaguas, / Como propicia háyade / Me besará cuando haya de / Abrevarme en sus aguas». (N. del A.)

 

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Tales encabalgamientos son, en la poesía en verso libre, una más de las libertades conquistadas, y no es difícil espigar ejemplos; véase una breve muestra tomada de un solo poemario, La lágrima de Ahab (1999), de José María Álvarez: «Es una dicha sin pasado. Sólo un instante / de exaltación, la / Vida / más allá de lo comprensible»; «Podrías huir. Sin duda. La / nueva Luz del mundo, Octavio, te / perdonaría»; «Y sobre tu regazo, abandonada, esa mano, y / caído en ella, en libro querido...»; «...tus suspiros, por / beberte», etc. (N. del A.)

 

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Serenata y navajafue incluido en Extravagante jerarquía (Poesía 1968-1981) (Madrid: Hiperión, 1983, 67-133), que es por donde cito. (N. del A.)

 

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He aquí una cita ilustrativa: «Poeta muy culturalista, con fuerte tendencia barroquizante, representa en la línea renovadora de los años sesenta una actitud singular: el retorno a las formas de sabor clásico en lo que éstas tienen de complejo dispositivo retórico. Su poesía, así, posee un fuerte sabor arcaizante, a medias entre el homenaje y la antigua teoría de la imitación, abandonada en nuestras letras desde, por lo menos, Zorrilla. Algunos de sus artificios habían caído prácticamente en desuso, por ejemplo, la rima partida, y no recordamos en la posguerra ningún cultivador tan persistente. Otros muchos recursos formales emplea, con los que se podría reconstruir un manual de figuras. No es sin embargo la de Carvajal una poesía tan sólo anclada en el pasado o mimética, pues, aparte la soltura en el manejo desusado de estos recursos, no carece de personalidad» (Sanz Villanueva, 1984: 452). (N. del A.)

 

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Tomo la cita de Chicharro (1999: 41-42). (N. del A.)

 

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Si lo fuera, añadiría nuevos casos semejantes a los ya señalados y otros fenómenos curiosos, como la rima consonante simulada: pálida-impávida-sápida (p. 73); rayo-hallo-callo (p. 80), etc. (N. del A.)

 

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Casi una fantasía. Granada: Universidad, col. Silene; en Extravagante jerarquía (1968-1981), pp. 135-154. (N. del A.)

 

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Por ejemplo, en la Colección Mitos Poesía, la editorial Grijalbo-Mondadori (Madrid, 1999) ha publicado un volumen titulado 56 boleros, recopilados por Carlos Monsiváis, para quien el género «condensa la idea de poesía personal y de apasionamiento de millones de personas» (subrayado mío). (N. del A.)

 

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En experimentos que yo mismo he realizado con la ayuda de Guillermo Lorenzo hemos podido comprobar como una a acentuada se percibía claramente como o si se aislaba de las sílabas adyacentes, pero sonaba como a en el seno de la palabra. (N. del A.)

 

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Se podría argumentar que se trata de una ruptura voluntaria del ritmo para producir determinados efectos. Sin descartar esta interpretación en unos pocos casos, que, sin embargo, deberían recibir una explicación ad hoc fuertemente motivada, no me parece la más acertada en la medida en que los versos conservan en estos casos el número de sílabas del modelo adoptado y, por tanto, pueden recibir una ejecución musical sin violencia. (N. del A.)