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ArribaAbajo 24.-Fatiga tanto andar

En este soneto habría que estudiarlo en el nivel fónico, por su sonoridad, donde busca el poeta un juego auditivo al repetir el adverbio «tanto» con cadencia rítmica buscando el eco del tan-tan ronco y triste de las campanas, en armonía con los versos. «Tanto» se repetirá 4 veces. Observemos que nos presenta elementos rítmicos y léxicos con semas de sonoridad como la sirena de los barcos en los puertos y las campanas. Lo vemos claramente en «vivir en la ciudad de un puerto / si el corazón de barcos nos se llena». Luego, añade «el son de la sirena / oído siempre en anclado huerto». Escribe «huerto» por no repetir puerto, pero el lector percibe puerto por la escasa diferencia fonética entre los dos lexemas.

En «corazón de barcos», (v. 4), nos vuelve a recordar la metáfora de corazón desmesurado (s. 23, v. 6). Porque el poeta es un amante de corazón colosal, un corazón que contienen la sangre de todos los mares y océanos juntos.

Podemos oír el angustioso toque «de la campana por el muerto», el réquiem que sonaba antiguamente en los campanarios para avisar del fallecimiento de algún vecino. Luego añada «en la sangre suena» un elemento enfático que complementa esa armonía lánguida que nos propone el poeta: las campanas suenan en la sangre y sobre todo en los tristes y lluviosos otoños, la estación donde parece ser que el frío viento es el asilo de los débiles.

En los tercetos encabalgados nos anuncia una consecuencia de lo expuesto anteriormente, nos despierta de la doliente ensoñación con una imagen feroz; la del «dulce tiburón»42 y el recental bravo que habita en el poeta días, meses y años, y recurre al apelativo personificado en «sollozos de todos los metales», donde una vez más hallamos la humanización del metal a través de las supuestas cualidades del llanto.

A todo ello se añaden los efectos rítmicos de anáforas y paralelismos haciendo alarde de coherencia en los recursos que el poeta nos evoca, donde demuestras un oficio y un dominio de la poética.

La ilustración representa a una pareja que descansa fatigados después de un revuelco sobre la arena de una playa que podría estar cerca del Peine de los vientos de Chillida o alicantina en el Carabasí, no importa la playa. El hombre parece cansado y la mujer peina las aguas mientras con la mano sumergida acaricia el lomo del peligroso tiburón43, porque en el pensamiento del hombre hay quimeras ocultas y amenazadoras, fieras de todos los tamaños.

Fatiga tanto andar sobre la arena




ArribaAbajo 25.- Al derramar tu voz

Volvemos al conceptismo del barroco. El soneto tiene una segunda lectura complicada, no obstante he arriesgado en el análisis subjetivo. El primer cuarteto es un hipérbaton, que deshecho, creo entender que cuando la amada es mansedumbre, el deseo pone rosas de fuego en sus manos, porque las manos terrestres del amado arden cuando toca a la amada y su deseo convertido en rosas, el deseo toma el color de la rosa.

Cuando el amado consigue llegar al pecho: islas, ardiente con exasperados pétalos de lumbre, la amada se defiende como una muralla, «piedra pura, indiferente, sorda» a sus codiciosos besos. Ante esta actitud de nuevo rechazo, el amado con el verso 13, dice: «otras y otras rosas me pones en las manos», viene a decir, que ha decidido dejarla por otra mujer, por eso repite otras y otras rosas, o sea, otros deseos «me pones en las manos». Evidentemente está cansado de seguir el proceso del «amor cortés» y opta por tomar una cesión más positiva y provechosa, la de picotear o libar en otras flores.




ArribaAbajo 26.- Por una senda van

Este soneto parece una continuación del soneto 7: «Se tomará un descanso el hortelano» (v. 9). El poeta se siente fatigado ya dijo en: «Un carnívoro cuchillo», quiere «descansar de esta labor / de huracán, amor o infierno». Descansar, descanso lo repetirá cuatro veces, además fatiga tanto andar por la arena o por ejercicio del amor. Descanso se repetirá 4 veces en El rayo... Lo que supone una premonición de la saciedad en la que vive.

Empieza el soneto en tercera persona: «Por una senda van los hortelanos» porque él ya no pertenece al gremio de los hortelanos, y cuando empieza el terceto toma la primer persona: «Por otra senda yo», nos deja estupefactos, no hay lugar a la duda, ahora nos habla de «un toro solo en la ribera llora»44, el toro es el poeta que llora, porque ha visto pasar a los hortelanos al atardecer, cantando y ellos van al beso, en cambio él no porque está en otra senda «que no conduce al beso aunque es la hora». Este soneto es para mí un alarde de ingenio, precisión que encumbra al poeta a cúspides muy altas de alcanzar.

En «con la sangre injuriada por el peso» (metáfora sin asociación entre los elementos, puede pretender a la escritura automática) o la sangre caliente, mal avenida o hirviendo de ira por el peso de las estaciones sin futuro.

Esta ilustración la hice a mano alzada, representa el esfuerzo sobrehumano que hice para llevar las esferas entrelazadas a una luz interior, una ilustración tridimensional, que para mí supone un hallazgo. Se la he dedicado a Aitor L. Larrabide, por su ayuda moral.

Por una senda



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