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ArribaAbajo 6.- Umbrío por la pena

Hallamos 9 alusiones a la pena y 1 a apenado. Donde el poeta destila pena amorosa y medita sobre ella con angustia. Nos revela que por no haber conseguido su propósito, queda «umbrío por la pena», umbría como símbolo de luto, la pena negra que tiznar, está apenado, triste, mustio. Vemos concordancia con la umbría del soneto 18, (v. 12). Se queja diciendo que ahora «duermo solo y uno», evidentemente el que duerme solo es uno. La pena es «mi paz y mi batalla» y su luto, hace una antítesis. Por primera vez aparece perro, que volverá en el soneto 8, (v. 8), aquí es un perro fiel al dueño, pero tan pegado al dueño que es importuno o inoportuno.

«En cardos y penas llevo por corona», vemos que Hernández es un verdadero maestro en estrangular y estrujar las expresiones36. Y asociamos corona a pensamiento, más el comodín de la pena, evidenciamos que su pensamiento está coronado por los cardos borriqueros de los caminos y la pena, que «siembran sus leopardos», podría pensarse que el leopardo es el rayo amenazador, rayo que falta en este soneto, un rayo de uñas y garras de leopardo que salta sobre él. Además me evoca que los malos pensamientos siembran sus rayos y le destrozan sin «dejar [le] bueno hueso alguno».

Ha sido atacado por el rayo-leopardo-fiera y se da cuenta de que se halla herido por la pena y se lamenta de tanto penar para morirse luego.




ArribaAbajo7.- Después de haber cavado este barbecho

Aprecio un soneto lírico sin más complicaciones. Nos quiere recordar su origen campesino donde un hortelano-amante se toma un descanso, bebe agua, y siente cómo esa agua se une al barro seco de su cuerpo y con el fuego que tiene dentro se inflama y cocido como un ser de arcilla nuevo «todo el cuerpo me huele a recienhecho». (Recienhecho Es un neologismo de Miguel). En la edición de José María Balcells, Losada, 1998, (pg. 63), aparece separado: recién hecho, un evidente error.

Este soneto es como un alto del poeta, una pausa entre tanto penar del soneto anterior, porque el soneto repite la palabra descanso hasta tres veces. Luego volverá al trabajo inclinando el cuerpo sobre las mieses (lo asociaremos con la era, el pan y el trigo), y a esperar, porque el hombre siempre está perseguido por la tierra, la tierra que es la «sombra del último descanso», el descanso eterno. La sombra o la umbría.




ArribaAbajo 8.- Por tu pie, la blancura

Este soneto no es de los narrativos e ingenuos amorosos como los del 4 al 7, me sugieren connotaciones más eróticas, las de un hombre que se ha iniciado en el amor carnal, por ello no está en los de Silbo. Con «Una paloma sube a tu cintura, / baja a la tierra un nardo interminable». Podemos pensar en la paloma y el nardo (la bisemia amada-amado), baja a la tierra un nardo interminable que puede ser, la de una raíz-falo penetrante. Y lo remata con el último terceto: «Entro y dejo que el alma se me vaya / por la voz amorosa del racimo». Evidentemente se piensa que «entro y dejo que el alma se me vaya», es la de penetrar y la eyaculación, o que el alma se me vaya como el semen cuando escapa tras la muerte del ahorcado.

En «la voz amoroso del racimo» es la metástasis entre la redondez las uvas y los testículos. Es un poema de elevado sincretismo y metáforas de sentimiento amoroso erótico. Expertos, entre ellos Ferris, piensan que el acto sexual no lo realizó con su novia Josefina, educada en la más estricta austeridad castrense. Ideas que surgen a través de sugerencias de otros ensayistas: «logra una mayor vibración existencial hasta alcanzar fuerza explosiva y dimensiones trágicas», (apunte de J. Cano Ballesta).

Hay una obsesión por la blancura del pie, y usará: paloma, nardo, nácar, blancura, espuma y «perro sembrado de jazmín calzable», pienso en la similitud con el argot taurino al describir las características externas de los toros, cuando se refiere a que posee alguna pata blanca: «calzado de botines». Por ello creo que este perro tiene las patas blancas en armonía a la intención del poeta con el sentido de este soneto.

Al final, en «pisa mi corazón que ya es maduro», podemos tomar la imagen del perro, del perro sumiso como un corazón que como fruta madura ya puede ser saboreado y paladeado en la boca de la amada.

La obsesión por el pie en este soneto es evidente, cuatro veces aparece pie: (Por tu pie. Con tu pie. Va tu pie. A tu pie) y al final le pide que pise a su corazón maduro. El pie aparece otra vez en el soneto 15. ¿Qué podemos aventurar? Primero que era una fórmula de cortesía en aquellos tiempos: «a sus pies, Señora». Era una frase cortés, o la de estar a sus pies. A los pies no como signo de humillación, sino como educación cortés. Es como decir: señora esto y desarmado, me pongo a sus pies. Enlazado con el sentido de estrechar la mano que significa lo mismo: te doy mi mano desarmada.

En este soneto se revela su iniciación al sexo que, si no fue con Josefina, ni con María Cegarra ni con María Zambrano se piensa que fue con la alocada Maruja Mallo, mujer liberada de su tiempo y experimentada amante.

En la ilustración he querido representar a una pareja, la figura femenina como «la blancura más bailable», a la que le sube una paloma a la cintura. Detrás aparece la figura masculina con un nardo entre las piernas (símbolo fálico) y cuyas hojas, discretamente, picotea la paloma.

Por tu pie, la blancura




ArribaAbajo9.- Fuera menos penado

Es un soneto donde vuelve a tomar el estilo lírico, me recuerda a los versos de reproche y tristeza: «Me tiraste un limón. Tu corazón, una naranja helada. Umbrío por la pena».

Si observamos con detenimiento podemos apreciar que lo ha construido de versos con repetición de la primera y de la última palabra (epanadiplosis). Lo que nos propone el poeta es un juego estético, de poesía experimental, que evidencia la similitud de la poesía y la pintura. Más que juego es un alarde malabar visual, táctil y sonoro:


nardo tu tez para mi vista, nardo
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.



Estos nardos me recuerdan al nardo que María Cegarra le puso en la solapa a Miguel cuando fue a visitarla a Cartagena en el verano del 35 y pasearon los campos de La Unión. Contó María que Miguel le escribió y que dijo «Todavía me dura el nardo. Ojalá no se seque nunca». Si embargo, este soneto apareció en El Silbo, antes de que sucediera lo del nardo de María, por ello esta idea debe ser desechada.

Es muy locuaz el poeta hacia la amada cuando le dice «tuera es tu voz para mi oído, tuero / y ardo en tu voz». La tuera es un melón pequeño muy amargo, se dice: nada hay tan amargo como la tuera. La miera es un amargo aceite de enebro, también trementina de pino. «Zarza es tu mano si la tiento», aquí vemos que el sentido del verso es semejante al de «besarte fue besar un avispero / que me clava el tormento y me desclava», del soneto 20. Si tomo tu mano me arañas como la zarza, si toco tu cuerpo se convierte en ola esquiva, que es lo que significa: «ola tu cuerpo si lo alcanzo», porque las olas del mar no se dejan coger, asir o alcanzar.

Vuelve a recordar que está solo, solo como la garza, «esbelta y triste garza». En el soneto 6 ya dijo «duermo solo y uno». Y esta soledad le lleva a reflexionar sobre su error y su desgracia terca. ¿Cuáles son los errores que cree haber cometido el poeta que le producen esta tristeza y soledad? La palabra triste se repetirá 8 veces. ¿Acaso busca Miguel provocar lástima en los demás?

Al final aparece de nuevo la pena del amado por no ser correspondido ante las caricias que él le propone, y es que esta amada siente una alergia por él. Entra dentro del grupo de los poemas de rechazo y tristeza, ya descritos.

La ilustración de la lámina sintetiza las olas de las que habla el soneto, olas esquivas donde se baña la amada tomando el Sol Mediterráneo, y a la vez salen de sus manos las zarzas que arañan como armas defensivas contra las caricias o el tacto del amado.

Fuera menos penado



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