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Sonetos

Agustín de Salazar y Torres




ArribaAbajoDatos biográficos de Agustín de Salazar y Torres

Nace en Almazán (Soria) el año 1642.

Viaja con su familia a México donde trascurre su infancia y parte de su juventud.

Cursa en México sus estudios de Leyes y de Teología.

Viaja a España para seguir la carrera militar al servicio del Duque de Alburquerque, participando en las campañas de Alemania y Sicilia, con el cargo de capitán de armas.

La publicación de sus obras se debe a Juan de Vera Tassis bajo el título de Cítara de Apolo en el año 1681, donde sus poemas y comedias están influenciadas por el culteranismo de Góngora. Sus mejores obras son la fábula Eurídice y Orfeo y entre sus comedias, El encanto es hermosura, Thetis y Peleo y Elegir enemigo. Fue discípulo de Calderón.

Muere en Madrid en 1675.








ArribaAbajo- I -


Da noticias de sus gracias


   Si de alguna taberna en los tapices
visteis al Cid sin calza o pedorrera,
si al moro Abindarráez de Antequera
sin marlota, turbante ni terlices;

   si visteis a Catón con más narices  5
colgado de un figón en la espetera,
visteis, Cintia, la efigie verdadera
de mi cara, colores y matices.

   Demás de esto soy tonto un tanto cuanto
y tan puerco, que puedo ser poeta;  10
y hay, con todo esto, quien por mí se muere.

   De insulso, a nadie quiero, sin ser santo;
siendo yo tal, juzgad como discreta
qué tal debe de ser la que me quiere.




ArribaAbajo- II -


Muestras de amor


   Si a la región adonde el Sol no llega
me fueses colocado, dueño mío,
donde se hiela el mar y cuaja el río
y ni uno corre ni otro se navega;

   si te huyes, mi bien, a la Noruega  5
en los rigores del invierno frío
o adonde en el ardiente y seco estío
golfo de rayos la Etiopía anega;

   si en el África estéril y arenosa
de víboras ardientes habitada  10
te viese entre sus áspides más fiera,

   tal es de amor la fuerza poderosa
que si a éstas partes fueras trasladada,
lleve el diablo mi vida si allá fuera.




ArribaAbajo- III -


Encarece la imposibilidad de salir de la esclavitud de un amor tibio


   Amar sin las pasiones del amar,
estar helado sin dejar de arder,
querer por la costumbre del querer,
inútil el cuidado en olvidar.

   Por sólo habituación perseverar  5
amor naturaleza llega a ser;
¡qué fácil, Filis, es de padecer!
Mas, ¡qué imposible, Filis, de acabar!

   Por violenta la flecha en el subir,
es la violencia en descender mayor,  10
mira el rayo apagarse sin lucir;

   luego si ardor violento es sólo ardor
que sin perseverar ha de morir,
será un amor remiso eterno amor.




ArribaAbajo- IV -


Queriendo una dama matarle a rigores, él se resiste, hallando poca comodidad en morirse


   ¿Tantos rigores, di, con un cuitado,
porque el diablo te ha dado buena cara?
¿Qué no me quieres? Consecuencia es clara
de que ya no es lo hermoso desgraciado.

   Tan dolorido estoy, tan apurado,  5
viendo tanta impiedad, crueldad tan rara,
que de desesperado me ahorcara,
si fuera gusto y no fuera pecado.

   De hoy más, ingrata, trato consolarme,
y de tus sinrazones no afligirme,  10
sin querer que mi vida se concluya.

   Pues si tú prosiguieres en matarme,
yo también he de dar en no morirme,
y veremos quien sale con la suya.




ArribaAbajo- V -


Habiendo caído el autor a los pies de una dama


   Dulcísimo veneno de Cupido,
bellísima ocasión de mi cuidado,
el verme a tu divino pie postrado,
no precipicio, adoración ha sido.

   De tus hermosas iras compelido,  5
yo caí felizmente fulminado;
nunca se vio mi amor más levantado
que cuando se miró a tus pies caído.

   A Faetón ha invitado mi osadía
si bien más venturoso fue mi vuelo,  10
y entre más soberanos arreboles,

   pues si a él, que rigió el carro del día
un sol le derribó de todo el cielo,
a mí fue todo el cielo con dos soles.




ArribaAbajo- VI -


Celebra la brevedad de la vida de la rosa


   Este ejemplo feliz de la hermosura
que en purpúreos ardores resplandece,
si a dar admiraciones amanece,
a no dar escarmientos se apresura.

   No miden los espacios su ventura,  5
pues cuando breve exhalación florece,
de aplausos de la vista se enriquece
y de injurias del tiempo se asegura.

   ¿Para qué más edad? Si no mejora
la pompa que en fragante incendio brilla,  10
y a cada instante contrapone un daño.

   Sobrada eternidad es una hora
para ser en la muerte maravilla
y no ser en la vida desengaño.




ArribaAbajo- VII -


A las ojeras de una dama


   Iluminados del color del cielo,
los párpados hermosos de unos ojos,
raudales de zafir que, sin enojos,
los sentidos anegan por consuelo;

   piratas son del sol que, sin desvelo,  5
las luces roban a sus rayos rojos,
que valiosos blasonan por despojos,
sombra a sus luces y a sus rayos hielo.

   Del alma más esquiva las potencias,
el sitio azul en cercos y clausura,  10
sitiadas rinde sin acción violenta.

   Que es imposible en tantas influencias
resistir el imán de su hermosura,
por centro de la vida, que la alienta.




ArribaAbajo- VIII -


   Junto a una dulce fuente, que sonora
su armonía formaba de cristales,
la hermosa causa de mis fieros males
durmiendo estaba al despertar la aurora.

   Mas como Cintia duerme, no colora  5
el cielo los balcones orientales,
los ríos no apresuran sus raudales,
ni el prado de claveles viste Flora;

   no se oye de las aves la armonía,
ni alentaron las auras lisonjeras  10
las rosas que su espíritu esperaban;

   mas luego al despertar la ninfa mía,
quedaron flores, aves, fuente, fieras
de la misma manera que se estaban.




ArribaAbajo- IX -


A Salomón llegando a adorar a Astaren, diosa de los sidonios


   Detente, aguarda, Rey: ¡ah! ¿quién te guía
a tan torpe maldad? Suelte la mano
la víctima infeliz; ¿qué ardor villano
te conduce a tan ciega alevosía?

   ¿Tú adoras a Astaren? Tú aquesa impía  5
bárbara estatua del sidonio vano?
¿qué es esto, justo rey, digo, tirano?
¿dónde está la fatal sabiduría?

   Si es que el amor gobierna tus acciones,
¿cómo los ojos cierras al encanto?  10
¿cómo el saber no vence al ardimiento?

   Mas ¡ay, y cuánto pueden las pasiones!
Pues en tu entendimiento, y siendo tanto,
vence tu voluntad tu entendimiento.




ArribaAbajo- X -


A los dos extremos de amor y aborrecimiento, antes y después de gozar Amón a Tamar


   ¡Oh, cuán postrado Amón, oh cuán rendido,
la fraterna beldad, bárbaro, adora!
Teme, siente, suspira, calla y llora;
¿llora? Ya está su amor encarecido.

   Goza a Tamar, y en odio convertido  5
mira su amor; ¡ah vil pasión traidora!
¿la que ayer te abrasó te hiela ahora?
¿tan presto es lo adorado aborrecido?

   Desear y conseguir tales efectos
y tan contrarios, ¿causan que se muda  10
todo un Dios con tan leve circunstancia?

   Mas ¿quién duda tan súbitos efectos?
El amor ¿no es extremos? Pues ¿quién duda
que del odio al amor no haya distancia?




ArribaAbajo- XI -


   Sobre los ríos, sobre las arenas
de Babilonia el oprimido hebreo
lloraba triste, lamentaba reo
tus memorias, Sión, no sus cadenas.

   ¡Grave dolor! Sin lástima a sus penas,  5
cantar le manda el bárbaro caldeo;
mas ¿cómo irán a Dios (vano deseo)
sus cánticos en tierras tan ajenas?

   A los sauces los míseros dirigen
los órganos, y en voces repetidas  10
a Palestina claman dulcemente:

    «Jerusalén, ¡oh cuánto nos afligen
tus memorias! Que en dichas ya perdidas
sólo el pasado bien es mal presente.»




ArribaAbajo- XII -


A la excelentísima casa de la cueva


   ¿Qué es esto? ¿El orbe en uno y otro hermano
el Júpiter de España ha dividido?
¿Del primero, a la vaina reducido,
el acero de Marte hereda Jano?

   ¿Goza en Europa el lauro soberano  5
su nombre, por aciertos, repetido,
en tanto que de haberos oprimido,
da al segundo el tridente el Océano?

   Ensalza en las Américas regiones
el tercero al monarca sin segundo,  10
pues su lealtad no muda de hemisferio.

   Carlos, si por premiar a tres campeones
te fue preciso dividir el mundo,
¿qué espacio será límite a tu imperio?




ArribaAbajo- XIII -


A dos hermanos nacidos de un parto...


   ¿Qué domino adquirís, constelaciones,
allá en la fija luz del firmamento,
que puedan de un influjo en un aliento
nacer y respirar dos corazones?

   Repitióse una vida en dos acciones,  5
y de dos voces se formó un aliento,
de dos almas fue sólo un movimiento,
pues también se imitaron las pasiones.

   De ver prodigio igual el mar airado,
a uno anegó; pero los dos murieron,  10
y unidos a la playa los condujo,

   como diciendo al cielo el ponto helado:
«Yo uno anegué; si entrambos fenecieron,
divídase la culpa con tu influjo.»




ArribaAbajo- XIV -


A la muerte de un grande héroe


   Este, que a breve mármol reducido,
lágrimas solicita, si no horrores,
si a duración atiende, si a esplendores,
fue cometa veloz, fue sol lucido.

   Tributo a fatal golpe dio debido,  5
porque dejase en fúnebres rigores,
entre acciones humanas superiores,
su valor de divino desmentido.

   Quejas de la virtud tiene la vida,
pues causa fue su perfección temprana  10
de evitarle más años, por ociosos.

   ¡Oh pira, a noble fénix construida!
Pues sol te mira en cumbre soberana,
desmientan ya sus hechos generosos.




ArribaAbajo- XV -


Disculpa su amor, atribuyéndole a influjo de su estrella


   También yerran los astros, Celia mía,
pues con ímpetu justo, aunque violento,
para tu indignación y mi tormento
despertaron tu hermosa tiranía.

   En fe de la suprema simpatía  5
que turbó con su fuerza mi escarmiento,
este, que te parece atrevimiento,
influjo fue primero que osadía.

   Una estrella te inclina hacia mis males,
otra me persuade esta locura,  10
y ambas se alumbran con tus luces bellas.

   Templa pues los rigores celestiales,
o enmiéndame, si puede tu hermosura
corregir el secreto a las estrellas.




ArribaAbajo- XVI -


Recela un amante llegara a ver un retrato de su dama, al acordarse de su cruel ingratitud


   Al que en montes de espuma sumergido,
le da el piélago tumba cristalina,
es el mayor tormento de su ruina
la memoria del puerto apetecido.

   Llora aherrojado al infeliz, que ha sido  5
horror del cruel influjo, que le inclina,
siendo quien al sollozo le destina
la libertad amada que ha perdido.

   Si en prisión, y en tormenta, los desmayos
crecen al paso del dolor terrible,  10
acordándole el bien el mal presente.

   No quiero, Copia hermosa, ver sus rayos,
pues para hacer que mi dolor se aumente,
me acuerdas la beldad con lo imposible.




ArribaAbajo- XVII -


Quéjase de la tiranía del amor, que sin quitarle la vida le da muerte


   Dido se entrega del infiel troyano
al hierro aleve, a la enemiga espada;
de Leandro la empresa malograda,
grave le fue sepulcro al Océano;

   De Céfalo la diestra amiga mano  5
a Pocris dio la muerte acelerada,
y de Juno Semeles engañada,
muere al rayo de Jove soberano.

   Muere Narciso amante de sí mismo,
Píramo de su Tisbe al fin violento,  10
y piedra al duro lazo suspendida.

   Todos necesitaron en su abismo
de heridas de dolor y de instrumento;
yo sólo, Marcia, muero con la vida.




ArribaAbajo- XVIII -


A Cintia, que mirando unos lienzos, le llevo la atención aquel en que estaba pintada la ruina de Troya


   Cintia, ¿qué miras? ¿El engaño griego
que atrevida mintió bárbara mano?
¡Qué luego te llevase lo inhumano!
¡Qué la ruina te inclinase luego!

   Mejore estragos el vendado ciego,  5
aumentando violencias al tirano,
y de tu vista al rayo soberano
arda el Asia otra vez en mejor fuego.

   Mas si de ver incendios sólo trata,
y engañas, Cintia hermosa, tu despecho,  10
no mires, no, de Troya los despojos.

   Vuelve a mi fe, donde verás, ingrata,
las cenizas que aun arden en mi pecho,
los engaños que aun viven en tus ojos.




ArribaAbajo- XIX -


Amor compadecido del dolor de un amante corazón, procura librarle de la ingrata belleza, a cuyo rigor padece


   No es mío el corazón, porque os lo he dado,
ni vuestro porque no le habéis querido,
a mí no ha de volver, que aborrecido,
tengo cuanto de vos es despreciado.

   Pues darle a otra, que a vos, tan excusado,  5
es ya, cuanto de vos ser admitido,
ni en mí, ni en vos, ni en otra es acogido
¿adónde alberga el corazón cuitado?

   Amor, que ni por fuerza, ni por ruego
pudo hacer con el vuestro, que le quiera,  10
que de altivo desprecia sus despojos.

   Porque siervo tan fiel no se le muera,
en él aire le cría al fútil fuego,
que os hurta a vos de los divinos ojos.




ArribaAbajo- XX -


Al poder mas que soberano de los ojos de Narcisa


   Con vano ardor, con apetito ciego
lidiaban por la eterna monarquía
los dioses soberanos; que aun ardía
la ambición en el reino del sosiego.

   Empuñó el libre dios el tirso griego,  5
el acero fatal Marte esgrimía,
y el soberano Júpiter movía
en cada rayo la región del fuego.

   Entre los soberanos batallones,
luego que el arco el ciego dios previno,  10
a su diestra la gloria fue precisa.

   ¡Ah terrible poder de sus arpones!
Venció el amor todo el poder divino,
pero al amor los ojos de Narcisa.




ArribaAbajo- XXI -


Un amante, soñando que su dama era muerta, halló, despierto que estaba enferma


   Soñaba ¡ay dulce Cintia! que te vía;
mejor diré que, ciego, te soñaba.
Pues si eclipse en tus ojos contemplaba,
miento si digo que tu luz tenía.

   Te soñé muerta, y como no podía,  5
aun en sueños vivir, si te admiraba
imagen muerta, el sueño que en mí obraba
de la muerte otra imagen me fingía.

   Resucité del sueño pavoroso,
y hallé que enferma estabas; no es tan fiera  10
la pena cruel que en mi dolor se funda;

   que en mis desdichas vengo a ser dichoso,
pues teniendo presente la primera,
no pudo darme muerte la segunda.




ArribaAbajo- XXII -


   Los campos de Agenor nevado toro
por Europa pacía enamorado,
el mayor dios, el siempre venerado,
grave esplendor del soberano coro.

   El Caistro le oyó cisne canoro,  5
en blanca pluma amor disimulado,
y hallando la deidad nuevo cuidado,
los aires coronó con plumas de oro.

   Ya es fauno, ya pastor, ya estrella errante,
y ni sus fraudes vencen sus ardores,  10
ni la llama se ve menos remisa.

   ¡Ah! Deja los engaños, gran Tonante,
si quieres al amor matar de amores,
transfórmate en los ojos de Belisa.




ArribaAbajo- XXIII -


A un retrato de Cintia, antes de haberla visto


   Copiado tu esplendor llegué a mirar,
adelantando, Cintia, el padecer;
y no pudiendo, por fingida, arder,
aun fingida la voz, pudo abrasar.

   Imaginada te llegué a mirar,  5
no imaginando nunca merecer;
¿cómo idolatrará quien llega a ver
lo que adoró de sólo imaginar?

   Toda el alma de mí se enajenó,
y a ti sin alma el alma te ofrecí,  10
sin albedrío mi pasión quedó;

   y así, en amarte nunca te ofendí,
puesto que sin mí mismo te amé yo,
y tan atento, que era a ti sin ti.




ArribaAbajo- XXIV -


A una dama de pie demasiado crecido


   Tienes un pie, Marica, que, a medirse,
tuviera cien mil pies; es sin trasunto.
Pues quererle contar punto por punto,
es cuento largo, y no puede decirse.

   En el sólo, si bien llega a medirse,  5
hay un apostolado todo junto;
es tan grande, en efecto, que barrunto
que delante del Rey puede cubrirse.

   Es puntuosos tu pie, no como quiera;
él es un pie disforme, es un pie fiero,  10
y él es un pie que saca el pie del plato;

   y, en fin, él es un pie de tal manera,
que todo lo que digo y exagero,
no es, Marica, tu pie ni aun su zapato.




ArribaAbajo- XXV -


A una dama que, siendo vieja, tenía mas galanes, que cuando fue moza y se decía que tenía algo de bruja


   Por los hechizos de tus ojos cuando
eras, Nise, muchacha, te querían;
mas, ya vieja, no son los que solían;
otros dicen que está ejercitando.

   Los que te estaban cuando niña amando,  5
a los encantos que en tu rostro vian,
volando, dicen todos, que venían,
y ahora dicen que los traes volando.

   No eran muchos, oh Nise, los que antes
a tu beldad pagaban fiel escote,  10
mas ahora son más y más galantes.

   ¡Oh fuerza del diabólico almodrote!
Ya, Nise, no me admiran tus amantes,
si tienes el amor de bote en bote.




ArribaAbajo- XXVI -


Exagera la lástima que el mundo tenía de sus amorosos cuidados, y la justa causa de su compasión


   Apagadas del sol las luces bellas
del crespo mar en el undoso hielo,
Argos del mundo, desvelado el cielo,
abrió por ojos multitud de estrellas.

   Del ronco mar se oyeron las querellas,  5
que vuelve el eco en repetido anhelo,
y el Céfiro, con próvido desvelo,
despertaba las flores con su huellas.

   Aun en el caos de la noche oscura
no sosegaron plantas ni animales  10
de las fatigas del prolijo día.

   Cintia, mira el poder de tu hermosura
que, condolidos todos de mis males,
todos velaban, pero yo dormía.




ArribaAbajo- XXVII -


Un amante, habiendo gastado mucho en una dama, le pidió el premio de su amor, y esta le mandó a confesar


   Jamás he quebrantado juramento
de cuanto, hermosa Julia, he prometido,
y en vuestra gracia debo haber vivido,
según la ley de dar, a lo que siento;

   con palabra con obra o pensamiento  5
jamás me acuerdo haberos ofendido;
el daros sólo mi pecado ha sido,
y de ese tengo el arrepentimiento.

   Decid, ¿de qué queréis que me confiese?
Porque si es el delito de quereros,  10
mandarme confesar es excusado;

   pues cuando yo tan gran pecador fuese,
por vestidos, por joyas, por dineros,
vos me sacáis el alma de pecado.




ArribaAbajo- XXVIII -


Define el amor con novedad, experimentado ya de sus efectos


   Del sueño en el silencio sosegado,
en tan dulce quietud, Cintia yacía,
que te aseguro que temer podía
mucho más a una pulga que a un cuidado.

   De esto envidioso el ciego dios alado,  5
midió del aire la región vacía,
y dijo que era grande picardía
el dormir yo y estar él desvelado.

   Esto diciendo, armado de veneno,
un arpón me envío por la tetilla,  10
llegando al alma su dolor tirano.

   Del temor, desperté, y hálleme bueno;
que esto de amor no es más que pesadilla,
que en despertando un hombre se halla sano.




ArribaAbajo- XXIX -


Con moralidad de la rosa, escribe haciendo donaire


   Rosa del prado, estrella nacarada,
astro que el mismo prado ha producido
a los soplos del céfiro encendido,
que no pierde la rosa por soplada.

   Reina del soto, del abril jurada,  5
como el purpúreo dice real vestido,
de tanto Tirio múrice teñido,
que esto quiere decir que es colorada;

   mueres ahajada y vives presumida,
que aunque de presunción peca la hermosa,  10
también de ahajada muchas veces peca.

   Copia de la beldad miro en tu vida:
Sale fresca al nacer y es fresca rosa,
viene seca a morir y es rosa seca.




Arriba- XXX -


Exhorta a Cintia a que deje de ser ingrata, poniéndole por ejemplo la recíproca correspondencia de los gatos


   Mira, Cintia, el poder de aquel dios fiero,
que aun hasta el mismo cielo guerra mueve,
con duras armas y con vuelo leve,
tardo al sanar, pero al herir ligero;

   advierte más, que de su ardor severo,  5
no sólo el hombre su ponzoña bebe,
mas entre crespa escarcha y riza nieve
enamora los gatos por enero;

   mira la miza como lisonjera
del mizo atiende a los maullidos gratos,  10
obedeciendo a amor sin pataratas.

   ¡Ah cruel! ¡Ah tirana! ¡Ah Cintia fiera!
Yo no digo que aprendas de los gatos,
pero aprende siquiera de las gatas.




 
 
FIN DE LOS SONETOS DE JUAN DE ALMEIDA
 
 


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