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Sonetos
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I -
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Al ejemplo de cosas que fueron y se
acabaron
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II -
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A un chopo, semejante en desgracia a su
amor
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V -
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Pues servís a un perdido
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VI -
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Al taparse y destaparse de una dama
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VII -
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A un olmo, consolando su mal
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VIII -
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A las penas del amor inmortales
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IX -
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Hablando un ausente a la fuente
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- X -
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A una ausencia, partiéndose en
galeras
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- XI -
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A los despojos del rayo de Júpiter
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- XII -
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Al cuidado de la memoria del amor
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- XIII -
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El desengaño de la fiereza del amor
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- XIV -
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A la sentencia que dieron a Sansón los
jueces
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- XV -
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A la flor de la juventud
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- XVI -
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A la fama de un varón ilustre
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- XVIII -
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Persuadiéndole a su humildad al
Betis
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- XIX -
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Al sepulcro de un varón ilustre
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- XX -
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A la suerte de los celos de su amor
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- XXI -
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Al temor de la fortuna favorable
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- XXII -
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A la paciencia de sus celosas esperanzas
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- XXIV -
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Pidiéndole piedad de sus males al
amor
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- XXV -
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Al enojo de la fortuna en sus penas
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- XXVI -
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A la planta de Celia en Guadalete
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- XXIX -
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A la virtud que alcanza lo dificultoso
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- XXX -
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Al temor de un amor desengañado
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- XXXI -
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A su amor en sus males, sin remedio
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- XXXV -
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Comparándose con Faetón en su
mal
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- XL -
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A la ausencia que consoló su
esperanza
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- XLI -
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A la muerte de un hombre docto
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- XLII -
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Excusando algún descuido de su amor
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- XLIV -
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A un limón que le arrojó una dama desde
un balcón
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- XLVII -
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Al desengaño de los peligros de la
mar
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- XLIX -
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A las prisiones del amor, imposibles de
romper
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- L -
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A la mudanza del tiempo
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Al alma, un tiempo, y al
sentido estrecho
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Altivo intento,
sí, pero debido,
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Alto estoy, tanto que me
niega el velo
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Amor, déjame;
Amor, queden perdidos
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Aquí fue Troya,
Amor; aquí, vencida,
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Aún no exceder su
madre el cuello exento
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Ausente el claro sol, el
cielo hermoso,
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«Bien que sagrado
incienso, bien que puede
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Blandamente en los
mármoles reposa
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¿Caíste?
Sí, si valeroso osaste.
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Camino de la muerte, en
hora breve
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Ciegos doy (cual mi
amor) tres varios nudos,
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¿Cómo, oh
querido bien, cómo, oh querido
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¡Con qué
ligeros pasos vas corriendo!
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Confieso tu poder,
¡oh Amor!, rendido:
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Cuando me vuelvo a
mí, y el dulce engaño,
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De esas rojas mejillas,
envidioso,
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De Flori tierna flor,
coroné el suelo,
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De tributos y mares
olvidado
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Desatad mi veneno
convertido,
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El imperioso brazo y
dueño airado
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Enmudeció el Amor
la pluma y mano;
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Enojo un tiempo fue tu
cuello alzado,
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Escuadrones de estrellas
temerosas
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Esta cordera, que torno
en abrojos
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Este cetro que ves,
¡oh pecho ardiente!,
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Fruto, por ser del cielo
tan querido,
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Hambriento desear, dulce
apetito,
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Las honras, la
osadía del Verano,
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Lava el soberbio mar del
sordo cielo
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Lee, y tendrás
exenta, ¡oh caminante!,
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Lloras, oh solitario, y
solamente
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Más blanda, no de
amor, de arrepentida,
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Mayor la altiva frente
que el olvido
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Me miraste, vi el Sol, y
en bellos lazos
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Mientras que bebe el
regalado aliento
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Mira el amante
pálido y rendido
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No luches con los remos,
no arrogante
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No sólo envidia al
suelo, no envidiada
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Osado en fin te atreves,
pensamiento,
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Pues servís a un
perdido, y tan perdidos,
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Quiso mi hermoso Sol y
dueño hermoso,
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Remataba en los cielos su
belleza,
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Respeta, ¡oh
presto pie!, la sacra losa.
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¡Ten, no la pises,
ten!: de losa fría,
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Usurpa ufano ya el
tirano viento
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Verse duda
Sansón, y duda el lazo
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Viste de ejemplo el
tronco y de fiereza,
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¿Vosotras sois?
segunda vez, dudoso,
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Ya no compuesto hablar,
ya no que aspire
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