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Acaso te dirá
que ingrato y duro
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Al través de
los diáfanos celajes
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Allí sestea
el balador ganado,
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Así
entendieron el valor, tus bellas
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Aún
ciñendo su rústica guirnalda
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¡Ay! -Con
acento entrecortado y hondo-
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¡Ay! Esa luz
incierta y fugitiva,
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¡Ay! He
dudado, dudo todavía;
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¡Ay! ¡Yo
le he visto con horror! Yo mismo
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¡Con
cuán amarga indignación, con cuánto
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Con mudo afán
y punzadora pena,
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¡Con
qué consolador recogimiento
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¡Cuál
se destacan los contornos puros
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cual si cediese a
inspiración secreta
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¡Cuán
mortalmente a todas de rechazo
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De pie sobre la
ingente cortadura
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Descendí por
la rápida pendiente
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¡Desgraciada
del alma que sin tino
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¡Días de
horrible laxitud! El cielo
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¡El genio!
¡La locura!... ¿Quién decide
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El implacable
Alí, de rabia ciego
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En el nombre de Dios
la heroica España
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En el nombre de Dios
los calabozos
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Eran principio y fin
de su camino
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¡Feliz mil
veces él! ¡Cuán placentera
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Firmes como
granítica muralla,
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¡Frío
del corazón que hasta mis huesos
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¡Grecia,
Grecia inmortal! ¡Madre amorosa
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Huérfano y
solo abandoné mis lares,
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La ardiente
inspiración del viejo Esquilo,
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¡La guerra
enmudeció! Sólo el tirano
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La luminosa huella
de tu paso
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La rabia en los
mortales corazones
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Labra el
mármol con mano ejercitada
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Lanzas te den tus
bosques, tus cadenas
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¡Llora
pensando en mí! Justo es que llores,
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Mas la conserva el
mundo. En vano, en vano
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Más terribles
quizá, porque es más grande,
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Mas ¡ay!
¿Por qué fatalidad que aterra,
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Mas ¡ay!
¿qué valen mis cansadas quejas?
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Mas ¿a
qué esfera mi incesante anhelo
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No acierto a
comprender qué afinidades
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No fue ya el
despotismo del coloso
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No puede ser que
viva el pensamiento
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No vistió
nunca el militar arreo,
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¡No, no te
asuste lo futuro ignoto,
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O a la orilla del
mar, fuera del paso
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¡Oh, bien me
acuerdo! Reposaba todo,
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¡Olas del mar
que con la frágil quilla
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Otra vez incansable
peregrino,
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Partí de cara
al sol. No sé qué extraña
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¡Patria!
¡Risueño hogar! ¡Caliente nido
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Pero es forzoso que
mi canto acabe.
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¡Pero
jamás tu sonrosada boca
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Pirámides de
cráneos contra el cielo
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¿Por
qué, por qué desde mi abril temprano
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Pueden, cual otras
antes, nuestras vivas
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¿Quién
del fondo del alma te desecha?
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Recuerda, ¡oh
Grecia! Los antiguos hechos
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Si chocaran,
haciéndose pedazos,
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Si congojoso
afán le ofusca y ciega
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Si es ley que la
revuelta muchedumbre
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Te han calumniado
¡oh Dios! Tú oyes el grito
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¡Todo
acabó! Desgarrador lamento
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¡Todo en
nombre de Dios! ¡Blasfemia horrenda!
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¡Torno a la
triste realidad! ¿Y a dónde
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Tranquilo duerme o
vaga sin objeto
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¡Una sola
faltó! De la hendidura
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Vencidos, mas no
muertos. ¿Hay alguno
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¡Venga la
tempestad! Cuando resuena
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¿Y ha de
vivir en abyección profunda
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¡Y nunca
morirá! Puede la lumbre
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Y todas ¡ay!,
en su dolor profundo,
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Ya consumado el duro
sacrificio,
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Yo recorrí
tus campos, tus sombríos
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¡Yo
también moriré!... ¿Dónde?
¡Quién sabe!